DURACIÓN 4:19 MINUTOS
Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que procede de Dios (1 Cor 2, 12), el Espíritu de su Hijo, que Dios envió a nuestros corazones (Gal 4,6). Y por eso predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los gentiles, pero para los llamados, tanto judíos como griegos, es Cristo fuerza de Dios y sabiduría de Dios (1 Cor 1,23-24). De modo que si alguien os anuncia un evangelio distinto del que recibisteis, ¡sea anatema! (Gal 1,9).
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lunes, 17 de febrero de 2025
domingo, 12 de enero de 2025
lunes, 19 de junio de 2023
Orgullo LGTBI: clara definición del occidente contemporáneo (Vídeo)
En el editorial, Esparza explica cómo las fiestas de la semana del orgullo hacen de la identidad individual de cada uno, algo colectivo. Asegura además que celebraciones como esta definen a la perfección el estado en el que se encuentra el mundo occidental: colectivizado y profundamente ideologizado.
Duración 3:33 minutos
domingo, 25 de septiembre de 2022
DECLARACIÓN DE S.E CARLO MARIA VIGANÒ SOBRE LA «BENDICIÓN» DE PAREJAS HOMOSEXUALES CELEBRADA EN BÉLGICA
El proceso de disolución moral y doctrinal implementado por la secta bergogliana prosigue imparable, indiferente ante la desorientación sexual que suscita en los fieles y los daños incalculables que acarrea a las almas.
Salta a la vista y es innegable la total incompatibilidad entre las enseñanzas del Evangelio y las desviaciones de esos herejes, que abusan de su poder y autoridad de pastores con fines contrarios a aquellos para los que Cristo instituyó la Sagrada Jerarquía en su Iglesia. Y más evidente aún el perverso reparto de papeles que asigna al titular de la sede romana el de formular principios heterodoxos contrarios a la doctrina católica y a sus cómplices en las diversas diócesis la escandalosa aplicación de dichos principios, en una tentativa infernal de arruinar la moral a fin de obedecer al espíritu del mundo.
Los vergonzosos excesos de algunos miembros de la Jerarquía tienen su origen en un plan deliberado y programado desde arriba, que gracias al camino sinodal se propone conceder autonomía al episcopado rebelde para propagar errores de fe y de moral mientras impide autoritariamente a los prelados fieles proclamar la verdad de Cristo.
21 de septiembre de 2022
Matthaei Apostoli et Evangelistae
Feria Quarta Quattuor Temporum Septembris
(Traducido por Bruno de la Inmaculada)
viernes, 7 de mayo de 2021
Cardenal y obispos lanzan el Día Internacional de la Reparación (Contra los obispos desviados)
El cardenal de Hong Kong, Joseph Zen, el obispo auxiliar de Astana, Athanasius Schneider y el obispo auxiliar jubilado de Chur, Marian Eleganti, publicaron junto con 15 sacerdotes y decenas de intelectuales un llamamiento datado el 5 de mayo, en el que se critica al Sínodo alemán en curso.
Califican las ideas del sínodo de “descaradamente contrarias” a la doctrina católica, diciendo que entre sus errores se encuentra el ataque al matrimonio y al sacerdocio, porque quieren imponer “uniones sodomíticas” y “sacerdotes casados y mujeres”.
Los firmantes observan que el clero alemán, salvo contadas excepciones, se está apartando de la Iglesia. El llamamiento se refiere a la próxima “bendición homosexualista” del 10 de mayo en toda Alemania, que es apoyada abiertamente por 2.500 sacerdotes y agentes de pastoral y más o menos abiertamente por la mayoría de los obispos: “El camino sinodal alemán tiende cada día a convertirse en un paso hacia el cisma declarado y la herejía”.
El llamamiento pide a Francisco (¡!) que ponga fin a “estas derivaciones” del Sínodo alemán y que aplique “sanciones canónicas” -aunque en la Iglesia del Novus Ordo las sanciones sólo se utilizan contra los católicos, nunca contra los liberales heterodoxos:
Como medida inmediata, el llamamiento proclama el 10 de mayo como Día Internacional de Oración y Reparación contra las ofensas y sacrilegios cometidos por los desviados obispos alemanes.
Los católicos están llamados a rezar las Letanías del Sagrado Corazón. El sacerdote celebrará la Missa pro remissione peccatorum.
jueves, 18 de marzo de 2021
La jerarquía ha renunciado al deber de corregir doctrinas falsas (Carlos Esteban)
De un tiempo a esta parte -digamos, desde el Vaticano II, aunque la cosa viene de antes-, la jerarquía eclesiástica ha renunciado en general a su labor de corregir doctrinas erróneas. No todas, lo que es casi peor: solo las que puedan chocar al mundo, las que puedan hacernos antipáticos y, quién sabe, provocar una nueva persecución.
Si uno va a ver, si consulta fuentes autorizadas, la doctrina sigue siendo la de siempre. Pero nadie lo diría. Porque un día con otro nos encontrábamos desde teólogos renombrados con cátedra a fieles corrientes y molientes defendiendo en público y en privado que “la Iglesia ya no defiende” tal o cual enseñanza perenne. Y, en un sentido del verbo, la afirmación era cierta: la doctrina en cuestión aún se mantiene, pero no se “defiende”.
Venía a ser un poco como la política con respecto a los homosexuales en el Ejército americano en tiempos de Bill Clinton, cuando la consigna era: “Don’t ask, don’t tell”. Los tiempos aún no parecían maduros para que se aceptara la homosexualidad abierta en filas, pero tampoco quedaba bien mantener la prohibición, así que se le aconsejaba al recluta que no lo proclamara y al oficial, que no preguntara.
Esta política permite a nuestros pastores llevar una vida plácida, hablando con pasión de ‘conversiones ecológicas’ y ‘acogidas’ varias. Por un lado, nadie puede echarles en cara que lo que dicen les sitúe fuera de la Iglesia o contradiga la doctrina inmutable; y, por otro lado, pueden seguir asistiendo a los cócteles de la gente de poder y evitar que la gente les tire piedras por la calle. ¿Que luego una holgada mayoría de católicos americanos no cree en la Presencia Real de Cristo en la Eucaristía? Bueno, no se puede tener todo. Que busquen en el Catecismo, que ahí sale.
Pero esta situación no puede durar indefinidamente, como empezamos a ver. El Papa acaba de refrendar un ‘responsum’ de Doctrina de la Fe negando que los sacerdotes puedan bendecir uniones homosexuales, porque Dios no puede bendecir el pecado y se ha desatado el infierno. Literalmente. Llevamos ya dos días dando noticias de rebeliones e indignaciones, como si la sodomía se acabara de declarar pecado, y no lo fuera desde bastante antes de Cristo.
Ese es el problema: renunciando a corregir las falsas percepciones sobre nuestra fe, lo que puede cambiar y lo que no, no vas a evitar que el mundo odie a la Iglesia con la pasión habitual, al menos en última instancia; solo conseguirás dejar por el camino un numero pavoroso de almas confundidas sobre su fe y en peligro de condenación eterna. Y es que siempre llegará un punto en que, entre la espada y la pared, ante la pregunta directa, no queda otra que confirmar aquello en lo que creemos, aunque repatee al siglo.
Porque la misión de la Iglesia es llevar almas a Dios, al Cielo. Lo demás es, por decirlo con jerga marxista, superestructura: a veces útil, a veces necesaria, a veces inevitable y otras, ninguna de las tres cosas. Pero el fin último es la salvación, que es para siempre, cuando el planeta y las galaxias sean un lejano recuerdo.
Carlos Esteban
miércoles, 17 de febrero de 2021
Conferencia Episcopal de Estados Unidos financia al diablo
La Campaña Católica para el Desarrollo Humano (CCHD, por sus siglas en inglés), el programa de justicia social y contra la pobreza de los obispos de Estados Unidos, financia cuatro organizaciones en Nashville (Tennessee), que están en connivencia con el aborto y la ideología transgénero, informa el 15 de febrero el sitio web Lepanto.org.
El peor es el llamado “Proyecto de Dignidad de los Trabajadores” (WDP, por sus siglas en inglés), el cual recibió seis subvenciones de la CCHD desde el 2013, por un total de u$s 245.000. El sitio web Lepanto.org reunió evidencia, incluyendo grabaciones de audio y video, de que WDP está impulsando el aborto y el transgénero en los inmigrantes y trabajadores que se supone debe cuidar:
• WDP respaldó el “Orgullo Nashville” 2017.
• WDP fue incluido como “socio comunitario” en el informe anual 2018 de Tennessee y North Mississippi de la red abortista Planned Parenthood.
• Cecilia Prado, codirectora de WDP, se rodea en Facebook.com de organizaciones a favor del aborto, marxistas y homosexuales (captura de pantalla a continuación).
• La estación de radio de WDP presenta regularmente a ideólogos homosexuales y de Planned Parenthood.
De acuerdo con sus pautas fantasma, CCHD “no” financia organizaciones que contradicen las enseñanzas morales de la Iglesia.
jueves, 28 de enero de 2021
James Martin y sus aliados activan la alerta antifascista contra la ‘rigidez’ de los jóvenes sacerdotes
El mediático jesuita James Martin ha alertado en su cuenta de Twitter de un reportaje en el periódico católico progresista National Catholic Reporter en el que se denuncia la llegada a las parroquias de jóvenes sacerdotes con inclinaciones ‘tradicionalistas’. ¿Caza de brujas?
“Lectura esencial”, alerta James Martin en su cuenta de Twitter, en un hilo que empieza enlazando con un artículo aparecido en el ‘liberal’ National Catholic Reporter. “No son incidentes aislados [sino] parte de una tendencia creciente en la iglesia (sic), dejando a los feligreses con sentimientos de rabia y aislamiento. Esencialmente un rechazo de buena parte del Vaticano II por sacerdotes más jóvenes, este fenómeno ha escapado al radar”.
Essential reading: These are not isolated incidents and part of a growing trend in the church, leaving parishioners feeling angry and isolated. Essentially the rejection of much of Vatican II by younger priests, this phenomenon has flown under the radar. https://t.co/45vW5iaXKG
— James Martin, SJ (@JamesMartinSJ) January 27, 2021
Hace unos días, el prestigioso vaticanista italiano Aldo Maria Valli publicó en su blog, Duc in altum, una columna en la que establecía un paralelismo entre lo que está sucediendo en la Iglesia y lo que pasa en Estados Unidos, apuntando a que en ambos casos asistimos a un periodo de confusión y del fin de viejas certezas.
Hasta qué extremo pueda llevarse la analogía es algo que ignoro. Pero cada vez parece más evidente un aspecto común: la caza de brujas desatada contra los ‘disidentes’. Disidentes que, por otra parte, no son los de toda la vida, no son disidentes contra el sistema, sino contra los que ayer mismo eran ellos mismos los disidentes, más una reacción que una revolución.
El titular del reportaje en el Reporter no tiene desperdicio:
“Entraron el latín, el incienso y la quema de libros, salió la mitad de los fieles”.
¿De verdad? No deja de tener su gracia, porque cualquiera puede echar cuentas y mirar cuántos iban a Misa y frecuentaban los sacramentos cuando “salieron”, hace cosa de medio siglo, con el postconcilio, el latín y el incienso, por usar su simplificación, y cuántos quedaron unos pocos años después. Ya les adelanto: una huida en masa como no se ha producido en toda la historia de la Iglesia, una verdadera “Iglesia en salida”.
El artículo está lleno de ‘perlas’ como ésta: “de los seminarios de Estados Unidos siguen graduándose para su ordenación jóvenes sacerdotes que se inspiran, no en Francisco, sino en Juan Pablo II. Es un tipo silencioso, extraño e inquietante de cisma en la práctica y la disciplina de la Iglesia”.
Ya saben: inspirarse en Juan Pablo II, a quien Francisco ha canonizado, es un “tipo de cisma”. Muy revelador.
Pero el artículo, al tiempo que pretende de forma muy poco sutil atacar a sus enemigos políticos -es lo que son para ellos, realmente-, citando medios online y televisiones como la EWTN fundada por la Madre Angelica, revela por contra una verdad que les aterra: la nueva hornada de sacerdotes no se ajusta a su modelo modernista, sino que pretenden en buena medida recuperar la riqueza inagotable de la tradición perenne de nuestra iglesia.
Que eso les parezca alarmante es, en sí mismo, bastante alarmante.
Francisco es un Papa entre centenares, y la Iglesia de Cristo no empezó con él, como no empezó con el último concilio.
Carlos Esteban
martes, 5 de enero de 2021
“Annus horribilis” para la Secretaría de Estado del Vaticano. Pero no ha terminado
Sobre lo que queda de la mítica y omnipotente Secretaría de Estado cayó el golpe de gracia entre Navidad y Año Nuevo, con el “motu proprio” del papa Francisco que le ha quitado la caja fuerte con todo lo que contenía, es decir, buena parte de esos 1.400 millones de euros que el cardenal George Pell – en los pocos meses en los que, al comienzo del pontificado, pudo actuar con el pleno mandato del Papa para hacer limpieza – había rastreado más allá de los balances vaticanos oficiales.
De ahora en adelante, entonces, lo que era el centro máximo de poder de la curia vaticana no dispondrá más ni de dinero ni de inmuebles, que pasan todos a la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA), y bajo el control de la Secretaría para la Economía. De la oficina administrativa de la Secretaría de Estado sobreviven solamente la enseña y un par de escritorios, los cuales llevan las pocas cuentas de la caja con dinero para pedir cada vez a quién está a cargo. También el fondo discrecional que está a disposición del Papa no estará más custodiado por la Secretaría de Estado, sino por la APSA.
Respecto a la que ha estado en el apogeo de su historia, entonces, la Secretaría de Estado toca hoy el punto más bajo de la parábola. Pero no ha terminado, porque en los próximos meses su reputación y su poder podrían caer todavía más
*
Fue Pablo VI, en los años ’60 del siglo pasado, quien le confirió el máximo de los poderes a la Secretaría de Estado, de la que él mismo provino y a la que continuó gobernando de hecho.
Y fue Juan Pablo II, en 1979, quien nombró como secretario de Estado a un cardenal de primera magnitud: Agostino Casaroli, el artífice de la Ostpolitik más allá de la Cortina de Hierro, pero también el hombre que en 1984 logró salvar a la Santa Sede y al Instituto para las Obras de Religión (IOR) de la caída del Banco Ambrosiano, con un desembolso “voluntario” de 250 millones de dólares a los bancos acreedores.
A Casaroli lo sucedió en 1991 el cardenal Angelo Sodano y en el 2006 el cardenal Tarcisio Bertone. Con los cuales la autoridad de la Secretaría de Estado se embarcó en una parábola descendente tan marcada que en el cónclave de 2013 Jorge Mario Bergoglio fue elegido con el pedido de su drástica reducción, en el marco de una reforma integral de la Curia.
De hecho, el nuevo Papa comenzó llamando a sí, como sus consejeros en la reforma de la Curia y en el gobierno de la Iglesia universal, a ocho cardenales de los cinco continentes, de los cuales excluyó deliberadamente al secretario de Estado. Y creó una nueva Secretaría para la Economía, dotada de plenos poderes y como prefecto al cardenal Pell, que ya desde el nombre hacía presagiar la sustracción de las actividades financieras a la Secretaría de Estado.
Pero este “incipit” fue rápidamente contrarrestado por los hechos. A los ocho cardenales consejeros el papa Francisco volvió rápidamente a agregar al cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado desde el 31 de agosto del 2013. Y contra la labor de depuración del cardenal Pell y del auditor Libero Milone la contraofensiva fue muy violenta, sobre todo por obra del entonces número dos de la secretaría de Estado, el sustituto Giovanni Angelo Becciu, y por el cardenal presidente de la APSA, Domenico Calcagno, ambos – en esa etapa – en gracia con el Papa, quien inesperadamente se puso de su lado.
El resultado fue que en el 2006 Francisco le quitó a Pell los poderes que le había dado inicialmente y desde allí en adelante dejó de recibir en audiencia a Milone. Al año siguiente el cardenal tuvo que dejar cada uno de sus cargos, para volver a Australia presionado por acusaciones de abuso sexual que al final se reconoció que eran infundadas – pero después de 404 días de prisión –, mientras que Milone fue obligado a renunciar, basándose en la acusación – en realidad ni siquiera sometida a investigación judicial – de haber querido violar, con su análisis de las cuentas, “la vida privada de exponentes de la Santa Sede”.
Rechazado el ataque y protegida de cualquier control, la Secretaría de Estado pudo así continuar con sus negocios y malos negocios, en algunos casos – como en la compra del Instituto Dermopático de la Inmaculada Concepción, un hospital en Roma propiedad de una Orden religiosa y que terminó en la quiebra – con el apoyo financiero de la APSA y de la estadounidense American Papal Foundation, todavía patrocinada en esa época por el cardenal Theodore McCarrick.
Funcionaba la oficina administrativa dirigida por monseñor Alberto Perlasca. Pero siempre bajo la supervisión del cardenal Parolin y bajo el mando del sustituto Becciu, quien a su vez se reunía a diario con el papa Francisco y lo mantenía informado de todo.
Francesco lo sabía y lo aprobaba. Pero en el verano de 2019 el Papa se puso imprevistamente del lado de quienes se oponían a las importantes transacciones financieras en curso en la Secretaría de Estado – donde mientras tanto el venezolano Edgar Peña Parra había sucedido a Becciu, promovido a cardenal, en el rol de sustituto -: la compra de un gran edificio en un prestigioso distrito de Londres, en el no. 60 de Sloane Avenue.
La operación, mal realizada por medio de operadores externos poco confiables, tuvo una pérdida desastrosa, y para remediar la situación la Secretaría de Estado había pedido ayuda al IOR. Donde el papa Francisco tuvo y tiene en roles cruciales a dos hombres nombrados por él y de estricta obediencia: el director general Gian Franco Mammì, en el pasado curador de los clientes del Banco del Vaticano en América Latina y desde entonces cercano a Bergoglio, y el «prelado” Battista Ricca, ex diplomático de carrera llamado a Roma por sus intemperancias homosexuales, pero absuelto públicamente por el papa Francisco, al comienzo de su pontificado, con la famosa frase: “¿Quién soy yo para juzgar?”.
El hecho es que el IOR no solo se negó a socorrer a la Secretaría de Estado con un préstamo, sino que consideró que toda la operación de Londres era incorrecta y presentó una denuncia ante el tribunal del Vaticano, involucrando también a la Autoridad de Inteligencia Financiera, AIF, entonces presidida por el financista suizo René Brüelhart y dirigida por Tommaso Di Ruzza, yerno del ex gobernador del Banco de Italia, Antonio Fazio.
Hoy, a más de un año de distancia, las investigaciones judiciales vaticanas parecen todavía en alta mar y el proceso está lejos de llegar a una conclusión. Mientras tanto Francisco ha emitido una avalancha de condenas, totalmente arbitrarias.
El 1 de octubre de 2019 hizo allanr las oficinas por parte de la gendarmería pontifica y suspendió del servicio al director de la AIF, Di Ruzza, y a cuatro funcionarios de la Secretaría de Estado, entre ellos el ex secretario de Becciu, monseñor Mauro Carlino.
Pocos días después despidió al comandante de la gendarmería, Domenico Giani, para confesar posteriormente, el 26 de noviembre, en el vuelo de regreso de su viaje a Tailandia y Japón, haber ordenado él, el Papa, el allanamiento.
El 18 de noviembre puso en la puerta a Brüelhart y recibió las dimisiones de la AIF de otros dos miembros del consejo directivo, el suizo Marc Odendall y el estadounidense Juan Carlos Zárate, indiferente, el Papa, al hecho que a posteriori de los allanamientos del 1 de octubre el Grupo Egmont – la red de las “inteligencias” de 164 Estados y del que la Santa Sede forma parte – había excluido a la AIF de este circuito por la acontecida violación de informaciones reservadas.
El 20 de enero despidió definitivamente, después de haberlo suspendido, a Di Ruzza, ex director de la AIF.
En febrero del 2020 removió como director de la oficina administrativa de la Secretaría de Estado a monseñor Perlasca, trasladándolo provisoriamente a promotor de justicia adjunto del tribunal supremo de la Signatura Apostólica.
El 30 de abril sacó a Perlasca también de allí, enviándolo a su diócesis de origen, Como, y despidió definitivamente también a otros tres de los suspendidos el 2 de octubre: monseñor Carlino y a los dos laicos, Vincenzo Mauriello y Fabrizio Tirabassi, éste último ex brazo derecho de Perlasca.
El 24 de setiembre, por último, removió a Becciu como prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos y lo despojó nada menos que todos sus “derechos” de cardenal, incluida la participación en un cónclave.
Inútil agregar que esta explosión de condenas emitidas por el papa Francisco, no sólo antes de cualquier proceso, sino también sin ni siquiera formular alguna acusación específica ni asegurar el mínimo derecho a la defensa, estuvo acompañada – en la Secretaría de Estado y entre los mismos golpeados por estas medidas – una guerra de todos contra todos, en particular de Perlasca contra Becciu.
¿Y el cardenal Parolin? cos, visto el desastre en las oficinas del Vaticano bajo su mando.
Que Francisco ya haya tomado nota de esta pérdida de autoridad de Parolin lo prueba al menos un indicio reciente: la destitución del secretario de Estado, por primera vez, de la comisión de cardenales que supervisa el IOR, renovada por el Papa el 21 de septiembre pasado. .
Pero además de esta llamativa expulsión, también cuentan en la mencionada comisión los “nuevos ingresos”, en particular las de tres cardenales privados de cualquier competencia en materia financiera: el polaco Konrad Krajewski, limosnero apostólico, el italiano Giuseppe Petrocchi, arzobispo de Aquila, y el filipino Luis Antonio Gokim Tagle, prefecto de “Propaganda Fide”.
Su llamada a formar parte de la comisión está ligada simplemente al hecho de ser estimados por el papa Francisco.
Así como para Ricca en el IOR, también él para nada familiarizado con las finanzas.
Así como para el arzobispo Nunzio Galantino en la presidencia de la APSA. Seguramente no han sido sus estudios juveniles sobre los teólogos Dietrich Bonhoeffer y Romano Guardini, sino solamene su cercanía al Papa para habilitarlo a ser ante todo el secretario de la Conferencia Episcopal Italiana – que ciertamente no lo lamenta –, ni mucho menos, desde el 2018, para presidir lo que es el Banco central y la caja fuerte de la Santa Sede.
Así como para el cardenal Kevin Farrell a la cabeza del neonato organismo vaticano para las “materias reservadas”, es decir, las operaciones financieras que hay que mantener en secreto. Su promoción no ha derivado ciertamente por haber cohabitado desde el 2002 al 2006 con el entonces arzobispo de Washington, Theodore McCarrick, sin haber tenido jamás “algún motivo para sospechar” algunos de los desórdenes sexuales de su superior, sino por ser un discípulo de Francisco.
Y así como para el obispo argentino Gustavo Óscar Zanchetta, muy amigo de Bergoglio e increíblemente llamado a Roma por el Papa en su rol inédito de “asesor” de la APSA, a pesar de que en su patria haya dado de sí un pésimo ejemplo de administrador de su diócesis y ahora tenga en curso también un proceso por abusos sexuales con seminaristas.
La paradoja es que con tales personajes el papa Francisco ha estado poniendo en movimiento desde hace algunos meses ese proceso de limpieza y reorganización de las finanzas del Vaticano que inicialmente y durante un tiempo había confiado al cardenal Pell, contradiciendo luego sus directrices durante mucho tiempo.
Afortunadamente, hay que destacar que junto a Ricca y Zanchetta también hay personalidades de probada competencia financiera en anteriores puestos de alto nivel, como el secretario de la APSA, Fabio Gasperini, el nuevo presidente de la ASIF (Autoridad de Supervisión e Información Financiera), Carmelo Barbagallo, el presidente del IOR, Jean-Baptiste Douville de Franssu, y el auditor general Alessandro Cassinis Righini.
Pero de Francisco se puede esperar todo y todo lo contrario. Si pasamos de la gestión financiera a una visión más general de la economía, la contradicción también triunfa en él. Se ha visto esto con motivo de la reciente iniciativa pontificia titulada «Economía de Francisco«, en la que el Papa, vistiendo el hábito de su santo homónimo de Asís, propuso al mundo «un pacto para cambiar la economía actual», de hecho, para derrocarla radicalmente sobre la ola de los “movimientos populares”, excepto para inmediatamente después elegir al “Concejo para el Capitalismo Inclusivo” como su socio en la empresa, es decir, a los magnates de la Fundación Ford, Bank of America, British Petroleum, Fundación Rockefeller y similares.
*
Volviendo a la Secretaría de Estado, de ahora en adelante so queda un terreno sobre el que operar: el de la diplomacia.
Donde en estos últimos años ciertamente no ha cosechado ningún éxito, visto el resultado hasta aquí decepcionante del acuerdo secreto firmado en 2018 con Beijing sobre el nombramiento de obispos en China.
Pero sus tribulaciones tampoco han terminado en el ámbito financiero. Le han robado la caja fuerte, pero aún tendrá que responder por las operaciones realizadas hasta el momento.
Y hay una que es particularmente caliente. Se trata de esa enorme masa de dinero que desde la Secretaría de Estado habría partido hacia Australia, antes y durante la dolorosa repatriación del cardenal Pell.
En un principio había salido a la luz el monto transferido por un total de 800 mil euros, luego se cuantificó en casi 2 millones, pero en los últimos días el Australian Transaction Reports and Analisys Center, la agencia que se ocupa de delitos financieros, lo certificó en 2.300 millones de dólares australianos, equivalentes a mil 400 millones de euros, transferidos desde el Vaticano a Australia en los últimos seis años, con más de 47.000 transacciones.
El presidente de la Conferencia Episcopal Australiana, el arzobispo de Brisbane, monseñor Mark Coleridge, al expresar su asombro por “la asombrosa dimensión de las transferencias”, afirmó que los obispos australianos nunca supieron nada de todo esto y mucho menos saben a quién se habria devuelto ese dinero y por qué.
Incluso en el Vaticano, fuentes anónimas manifiestan incredulidad. Pero la Secretaría de Estado no podrá eludir el deber de aclararlo. 2021 será otro año de cardos y espinas.
Sandro Magister
jueves, 12 de noviembre de 2020
El fenómeno Viganó
“Una élite global quiere someter a toda la humanidad, imponiendo medidas coercitivas con las que limitar drásticamente las libertades individuales de poblaciones enteras” (Carlo Maria Viganó)
Tiempos procelosos para la Iglesia Santa y Católica, que lleva ya más de medio siglo envuelta en graves escándalos. Unos escándalos que jamás hubiesen llegado a los abismos de indignidad (y de criminalidad) que han alcanzado, si hubiese habido, además del enorme número de pecadores y encubridores, un puñado, tan sólo un pequeño pelotón de denunciadores de esa terrible depravación y decadencia que, por acción en algunos casos y por omisión en los más, fue ascendiendo en el escalafón eclesial de forma creciente, más y más gravemente hasta alcanzar a la cabeza. La gangrena fue avanzando cada vez más arriba, hasta llegar a lo más alto…
El arzobispo Carlo María Viganò, ex-nuncio del papa en EEUU, se ha armado de valor para denunciar las que él considera prevaricaciones del máximo nivel en la Iglesia (que, según explica con toda claridad y contundencia, es ejercido en la sombra por los mafiosos de St. Gallen). Hoy, accidentalmente, le toca al arzobispo luchar contra la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos de América, que se ha arrojado con entusiasmo en brazos del católico Joe Biden, abortista convicto y confeso, y entusiasta partidario de la eutanasia, además del adoctrinamiento Lesbian Gay Trans Bisexual de los niños en la escuela. Denuncia Viganò que esos parecen ser sus mayores y más evidentes “distintivos de catolicidad” (¡y no los únicos, ni mucho menos!). Tal vez sea la afición de Biden por manosear a las jovencitas en público - ¡imagínense en privado! - lo que debe hacer a este anciano tan “católico” para unos, y tan simpáticamente progre para tantos… Con estas prendas pues, tiene encandilados el deseado nuevo presidente, a muchísimos obispos estadounidenses. Es de los nuestros, dicen con orgullo los más audaces. ¡Es uno de nosotros!
Obviamente, y no por casualidad, el órgano de poder y representación de los obispos estadounidenses está en íntima comunión con la cúspide eclesial, que se alegra por la elección del “católico” Biden. Sin que le importe en absoluto que su conducta esté tan alejada de la doctrina de la Iglesia respecto a cuestiones tan esenciales como el aborto, la eutanasia y la corrupción de menores. Para estos mitrados de nuevo cuño, se trata de asuntos de menor importancia. Así vienen viviendo y tratando estas cuestiones desde hace medio siglo… Con honrosísimas excepciones, claro está.
Lo que nos sobrecoge de los planteamientos del arzobispo Viganó es que pone en el mismo cedazo el manejo del covid-19 y las recientes elecciones presidenciales de los Estados Unidos. Sobrecoge porque nos muestra con claridad meridiana la filosofía del Nuevo Orden que, en efecto, es milimétricamente la misma en la gestión del Covid que en la “gestión” de las elecciones americanas por parte de los que vienen a imponer este nuevo orden (Órdine Nuovo se le llamó a algo muy parecido en Italia), este novísimo concepto del “bien” en todo el mundo. Y como apunta Viganó, esto comenzó también en la Iglesia: siendo nada menos que el infame y nefando cardenal McCarrick uno de los principales promotores y manipuladores, eligiendo nuevos obispos a la medida de los más disparatados deseos de sus padrinos. McCarrick se ha ido ciertamente (y no con nota de ignominia), pero quedan sus sucesores… tan intocables como él. Es que aportó cuantiosos fondos a las arcas vaticanas, al tiempo que engrasaba copiosamente a algunos de los engranajes del poder y corrompía a otros con las flaquezas de la carne.
Esta es evidentemente la versión conspiranoica, así llamada porque a quienes la adoptan se les acusa de paranoicos y se les trata como locos. Una versión que, tal como avanza el tiempo y se va haciendo la luz, se manifiesta más y más realista. Véase el inaudito caso de los abusos de pederastia por parte del clero católico, afectando de manera importante a altísimos prelados. La realidad fue más demoledora que las más audaces versiones conspiranoicas. Y la respuesta general de la autoridad eclesiástica, tuvo todos los caracteres de la más nefasta no ya connivencia, sino colaboración con el mal. Bien que lo vio y lo sufrió el arzobispo Viganò en su insistente y documentadísima denuncia al papa de la conducta depredadora del cardenal McCarrick. Lo que denunciaba Viganò era totalmente increíble: un cardenal viviendo en el Seminario para utilizarlo como su harén de efebos y como estratégica oficina de promoción a los altos cargos eclesiásticos. Quien denunciaba algo así, tenía que estar loco de remate, claro. Y luego resultó que la realidad era aún más espeluznante.
Es evidente que a la Iglesia le hubiesen ido mucho mejor las cosas si los mecanismos de crítica a la actuación de los obispos y de denuncia contra los escándalos no los hubiesen laminado sin contemplaciones, para así poder ejercer un poder absoluto y paralizante sobre sus subordinados: Ahí está la audaz demolición del Derecho Canónico para poder ejercer una autoridad omnímoda y sin cortapisas.
El precio que está pagando y seguirá pagando la Iglesia por no soportar la gobernanza eclesial ni el menor atisbo de crítica, es infinitamente más demoledor que el estado de crítica y debate que precede a cualquier cisma (recuérdese el de Aviñón…) Sin la menor duda, lo que hoy soporta la Iglesia parece bastante peor que un cisma.
Claro que a la Iglesia le corresponde como a nadie el “pensamiento único”. Y para eso están los dogmas y el magisterio: para zanjar cuestiones y sacarlas definitivamente del ámbito del debate. Pero no nos ha venido la caída por el dogma, sino por la moral. Y tan escandalosa ha sido la desviación de la moral -en manos de los profes más progres en los Seminarios-, tan profunda, que se ha querido elevar el vicio a la categoría de virtud, echando la doctrina por la borda y alterando para ello toda la estructura eclesial: de manera que el vicio convertido en virtud tuviera un cómodo y confortable asiento, primero en las Facultades teológicas, y luego en toda la Iglesia. Así lo explicó Benedicto XVI.
En una situación tan absolutamente grave, aparece el fenómeno Viganò, denunciando el más grave y sistémico caso de corrupción: el del cardenal McCarrick. Y tiene el valor de denunciarlo cuando el gran corruptor todavía estaba en la cúspide del poder, en calidad de primer consejero del papa. Entrega un dosier completísimo al mismo Santo Padre y, ante el prolongado silencio de éste, anuncia públicamente que ha entregado ese dossier y que el papa conoce muy bien la catadura moral de su consejero preferido. Pero Francisco, por alguna razón, se resiste a reconocerlo hasta que no le queda más remedio: puesto que del abuso de seminaristas (al no ser menores ¡tampoco es considerado delito por la Iglesia!) pasa a tener que responder de graves casos de pederastia. Y entretanto Jordi Bertomeu, el flamante monseñor, recorriendo medio mundo para limpiar unas alfombras pedofílicas que la Casa de Santiago, en la mismísima Barcelona, conserva todavía hoy mugrientas y enlodadas…
Y resulta que el gran proscrito no es McCarrick, sino Viganó, como corresponde a una potestad tan autoritaria como la del alto estamento eclesiástico. El atrevimiento de haber acusado a un alto príncipe de la Iglesia, no puede quedar impune. El saltarse el conducto reglamentario -que todo lo tapa y disimula cuando el acusado es poderoso- aunque sea en aras de la verdad y el bien, no puede salir gratis a nadie. Viganò sabe que es diplomáticamente aborrecido por las más altas autoridades. Por eso se ha quitado de en medio. En paradero desconocido continúa…
Pero no por eso ha dejado de ejercer la crítica y la denuncia. Es sumamente llamativo su activismo y su posicionamiento ante las elecciones USA. Ha escrito dos cartas abiertas al presidente Trump (la primera, el 7 de junio y la segunda el 25 de octubre ; y un comunicado final el 4 de noviembre (día de su onomástica: san Carlos Borromeo) publicada el día 8. En estos escritos expone valientemente su visión bíblica de los acontecimientos que mueven hoy el mundo (Deep State, Deep Church), pasando por la crisis del covid, tan sagazmente manejada contra la Iglesia, contra la libertad religiosa de los ciudadanos y en aceleración de un proceso totalitario: Hay Pastores fieles que cuidan el rebaño de Cristo -afirmaba el arzobispo-, pero también hay mercenarios infieles que buscan esparcir el rebaño y entregar las ovejas para que sean devoradas por lobos hambrientos. No es sorprendente que esos mercenarios sean aliados de los hijos de la oscuridad y odien a los hijos de la luz: así como hay un Estado Profundo, también hay una iglesia profunda que traiciona sus deberes y renuncia a sus compromisos ante Dios.
En medio de la confusión, de inconfesables compromisos y pactos secretos, cuando el vender la primogenitura por un plato de lentejas les resulta tan rentable a algunos; cuando la tradición y la doctrina multisecular de la Iglesia y hasta con la revelación del propio Jesucristo se mercadea hasta límites inimaginables, las palabras del apóstol Pablo a los Gálatas resuenan con particular intensidad: Pero aun cuando nosotros mismos o un ángel del cielo os anunciara un evangelio distinto del que os hemos anunciado, ¡sea maldito!"
La única Iglesia Santa, Católica y Apostólica no es la profunda: es la visible, la de los santos y los mártires, el Cuerpo de Cristo, la Jerusalén del Cielo que es nuestra Madre. A ella y a Cristo nos debemos, no a la Pachamama ni al Nuevo Orden Mundial por ecologista que sea. La gloriosa libertad de los hijos de Dios no puede ser comprada más que por Jesucristo y al precio de su sangre. ¿Quién está dispuesto a pagarlo también en esta tenebrosa hora? Monseñor Viganó es uno de los pocos que se han atrevido a hablar en defensa de la fe y de la moral que nos dejaron en herencia nuestros padres. ¡Dios le bendiga!
Custodio Ballester Bielsa, Pbro.
www.sacerdotesporlavida.info
lunes, 26 de octubre de 2020
Mons. Viganò: Homosexuales ¿con qué objeto actúa el Papa de esta manera?
Con ocasión del Festival de Cine de Roma, el director Evgeny Afineevsky presentó ayer un documental titulado Francesco en el que se reproducen algunas entrevistas que se han hecho a Jorge Mario Bergoglio en los últimos años de su pontificado. Entre las otras declaraciones, han causado desconcierto algunas frases relativas a la unión civil de homosexuales. «Lo que tenemos que hacer es una ley para las uniones civiles. De ese modo estarán tutelados por la ley. Estoy a favor de ello».
Creo que tanto los simples fieles como los obispos y sacerdotes se han sentido traicionados por lo que ha afirmado Bergoglio. No hace falta ser teólogo para entender que la aprobación de uniones civiles contradice abiertamente los documentos del Magisterio de la Iglesia, incluidos los más recientes. Constituye también un gravísimo respaldo a la ideología LGBTQ que actualmente es impuesta a nivel mundial.
En estos días el Parlamento italiano deberá debatir la aprobación de la llamada ley Zan, a propuesta del Partido Democrático. En nombre de la tutela de los homosexuales y transexuales, se considerará delito afirmar que la familia natural es la célula de la sociedad humana, y será sancionado quien afirme que la sodomía es un pecado que clama venganza a Dios. Las palabras de Bergoglio ya han sido acogidas en todo el mundo por el lobby gay como un respaldo autorizado a sus reivindicaciones.
Leyendo atentamente las declaraciones de Bergoglio, algunos han observado que no aprueban el matrimonio homosexual, sino que se trata simplemente de un gesto de acogida –quizás mal formulado– hacia quienes piden al Estado tutela jurídica. La Congregación para la Doctrina de la Fe ya ha aclarado de forma inequívoca que en ningún caso puede un católico aprobar las uniones civiles, porque suponen la legitimización del concubinato y no son sino un paso hacia el reconocimiento legal de los supuestos matrimonios homosexuales. Hasta tal punto que hoy en día en Italia es posible que se casen personas del mismo sexo, después de haberse asegurado durante años –incluso por parte de políticos que se dicen católicos– que las relaciones de hecho no cuestionarían el matrimonio tal como éste está definido en la Constitución.
Por otra parte, la experiencia nos ha enseñado que cuando Bergoglio dice una cosa la dice con un objetivo bien preciso: que otros interpreten sus palabras en el sentido más amplio posible. Las primeras planas de los periódicos de todo el mundo anuncian: «El Papa aprueba el matrimonio gay», si bien no ha sido exactamente eso lo que ha dicho. Pero eso es ni más ni menos lo que querían conseguir él y el lobby gay. Luego la Sala de Prensa vaticana dirá que lo que dijo Bergoglio fue objeto de un malentendido; que se trata de una entrevista antigua y que la Iglesia reitera su condena de la homosexualidad como intrínsecamente desordenada. No obstante, el daño ya está hecho, e incluso cualquier paso atrás con relación este escándalo será un paso adelante hacia el pensamiento único y lo políticamente correcto. No olvidemos los nefastos resultados de su afirmación de 2013, «¿Quién soy yo para juzgar?», que lo hicieron acreedor a la portada y el título de hombre del año en The Advocate*. (*Revista que es el principal medio de comunicación del movimiento homosexual en EE.UU. – N. del T.)
Bergoglio ha afirmado: «Los homosexuales tienen derecho a formar parte de una familia. Son hijos de Dios y tienen derecho a una familia. Nadie debe ser excluido ni sufrir a causa de ello». Todos los bautizados son hijos de Dios; nos lo enseña el Evangelio. Pero un hijo puede ser bueno malo, y si infringe los Mandamientos de Dios, no por ser hijo suyo se librará del castigo, del mismo que un italiano que roba no se libra de la cárcel por el mero hecho de ser ciudadano del país en el que comete el delito. La misericordia de Dios no prescinde de la justicia, y si pensamos que para redimirnos el Señor derramó su Sangre en la Cruz, no podemos menos que aspirar a la santidad ajustando nuestro comportamiento a su voluntad. Nuestro Señor dijo: «Vosotros sois mis amigos, si hacéis esto que os mando» (Jn.15, 14).
Si la exclusión familiar o social deriva de conductas provocativas o reivindicaciones ideológicas que no se pueden compartir –por ejemplo, el orgullo gay– no es sino consecuencia de una actitud de desafío, y como tal proviene de quienes se sirven de esa actitud para perjudicar al prójimo. Si por el contrario tal discriminación es contra el que se comporta como todo el mundo respetando a los demás y sin imponer su forma de vida, se le condena injustamente.
Sabemos de sobra que lo que desea el lobby homosexualista no es la integración de personas normales y honestas, sino imponer modelos de vida gravemente pecaminosos que desestabilizan la sociedad, y que siempre son instrumentalizados para destruir la familia y la sociedad. No es casual que la promoción del proyecto homosexual forme parte del proyecto mundialista y vaya de la mano con la destrucción de la familia natural.
En el Dicasterio para las Comunicaciones de la Santa Sede trabaja de asesor el jesuita James Martin, que es uno de los más ardorosos defensores del programa LGTBQ y de la acogida indiscriminada de homosexuales en la Iglesia. En cuanto se dio a conocer la noticia de las declaraciones de Bergoglio, el P. Martin inundó de mensajes las redes sociales expresando su incontenible satisfacción por este gesto, que en cambio, ha escandalizado a la mayoría de los fieles.
Además del P. Martin hay cardenales, obispos y otros sacerdotes y religiosos que pertenecen a la mafia rosa. Algunos de ellos han sido investigados y condenados por delitos muy graves, casi siempre vinculados a ambientes homosexuales. ¿Cómo vamos a pensar que una camarilla de homosexuales en el estado mayor no está muy interesada en llevar a Bergoglio a defender un vicio que ellos comparten y practican?
Diré además que es propio de la conducta bergogliana jugar al equívoco, a la provocación –«Dios no es católico», dijo–, o bien dejar que otros terminen un discurso que él comenzó. Ya lo vimos con Amoris laetitia: sin llegar a contradecir palmariamente la doctrina católica sobre la imposibilidad de que los divorciados reciban los sacramentos, permitió que lo hicieran otros prelados, para aprobar después lo que ellos afirmaban y dando obstinadamente la callada por respuesta a los dubia de cuatro cardenales.
Cabe preguntarse: ¿con qué objeto actúa el Papa de esa manera, cuando sus predecesores siempre fueron muy claros en cuestiones de moral? No sé qué tendrá Bergoglio en su cabeza; me limito a proponer una explicación a sus actos y sus palabras. Y creo que puedo afirmar que se trasluce una actitud intencionadamente hipócrita y jesuítica. Detrás de sus afirmaciones se oculta una tentativa de suscitar la reacción de la parte sana de la Iglesia, provocándola con afirmaciones heréticas, gestos desconcertantes y documentos que contradicen el Magisterio. Y al mismo tiempo agradar a quienes lo apoyan, sobre todo a los no católicos o los católicos nominales.
A fuerza de provocar, espera que algunos obispos se cansen de ver como se atacan a diario la doctrina y la moral. Espera que un grupo de cardenales lo acuse formalmente de herejía y pida su destitución. Con ello, Bergoglio tendría un pretexto para acusar a esos prelados de ser enemigos del Papa, de haberse salido de la Iglesia, de desear un cisma. Está claro que quien se separa de la Iglesia no es el que quiere ser fiel al Magisterio; sería absurdo.
En cierto modo, el comportamiento de Bergoglio es del mismo estilo que el del presidente italiano Conte. Tanto al uno como el otro, bien pensado, eran a quienes quería en ese puesto la élite misma, numéricamente minoritaria pero poderosa y organizada, a fin de destruir la institución que cada uno representa; uno y otro abusan del poder infringiendo la ley; ambos acusan a quienes denuncian sus abusos de ser enemigos de la institución, cuando en realidad la defienden de ellos. Y por último, ambos se distinguen por una apabullante mediocridad.
Si canónicamente es impensable excomulgar a un católico por el solo hecho de querer seguir siéndolo, política y estratégicamente este abuso podría permitir que Bergoglio expulsara de la Iglesia a sus adversarios consolidando su propio poder. Lo recalco: no hablamos de una operación legítima, sino de un abuso que sin embargo nadie estaría en situación de impedir, dado que prima Sedes a nemine judicatur. Y así como la deposición de un papa hereje es una cuestión canónica que nunca se ha resuelto, sobre la que no hay consenso unánime de los canonistas, quien acusara a Bergoglio de herejía se metería en un callejón sin salida y muy difícilmente conseguiría algo.
A mi juicio, sería precisamente eso lo que se propone el círculo mágico de Bergoglio: llegar a la paradójica situación de que quien es reconocido como papa esté al mismo tiempo en estado de cisma con la Iglesia que gobierna mientras que aquellos a quienes declara cismáticos por desobedientes se vean expulsados de la Iglesia precisamente por ser católicos.
La acción de Bergoglio es ante todo una revuelta dirigida al exterior de la Iglesia. La encíclica Fratelli tutti es un manifiesto ideológico que no tiene nada de católico y nada para los católicos; es el enésimo abrazo de la matriz masónica, en el que la fraternidad universal no se alcanza, como enseña el Evangelio, al reconocer la paternidad de Dios a través de la pertenencia a la única Iglesia, sino reduciendo todas las religiones a un mínimo común denominador que se expresa en la solidaridad, el respeto al medio ambiente y el pacifismo.
Obrando de esta manera, Bergoglio se presenta como candidato a pontífice de una nueva religión con nuevos mandamientos, nueva moral y nueva liturgia. Se distancia de la religión católica y de Cristo, y en consecuencia de la Jerarquía y de los fieles, desautorizándolos y abandonándolos a la merced de la dictadura mundialista. Quien no se adecue a este nuevo código se verá excluido de la sociedad y de esta nueva iglesia como un cuerpo extraño.
El pasado 20 de octubre el papa rezó por la paz con representantes de las religiones del mundo; el lema de aquella ceremonia ecuménica era Nadie se salva solo. Pero aquella oración estaba dirigida indistintamente al Dios verdadero y a los falsos dioses paganos, dando a entender que el ecumenismo propagado por Bergoglio tiene por objeto excluir a Nuestro Señor de la sociedad humana, porque Jesucristo es considerado causa de división y piedra de tropiezo. Así, el hombre moderno cree poder alcanzar la paz prescindiendo de Aquél que dijo de Sí mismo: «Soy Yo el camino, y la verdad, y la vida; nadie va al Padre, sino por Mí» (Jn.14,6). Es doloroso constatar que Jorge Mario Bergoglio se adhiere a esta apostasía de las naciones que fueron cristianas, cuando debería ser el Vicario y no el enemigo de Cristo.
Hace tres días, la prensa difundió la noticia de que el Papa no celebrará la Misa del Gallo esta Navidad. Me limito a constatar que hace unos días, en pleno estado de emergencia por el covid, se ha considerado posible celebrar un rito ecuménico en presencia de fieles y de las autoridades, todos con mascarilla. Y en cambio, en el espacio mucho más amplio de la basílica vaticana, alguien ha considerado imprudente celebrar el Nacimiento del Salvador en la santa noche de Navidad.
De confirmarse esta decisión, sabremos que Jorge Mario Bergoglio prefiere celebrarse a sí mismo secundando el pensamiento único y la ideología sincretista del Nuevo Orden Mundial a arrodillarse a los pies del pesebre donde está acostado el Rey de reyes.
+Carlo Maria Viganò, arzobispo
22 de octubre de 2020
(Traducido por Bruno de la Inmaculada/Adelante la Fe)
viernes, 23 de octubre de 2020
jueves, 22 de octubre de 2020
Cardenal Burke: Francisco causa error y confusión
El aval de Francisco a las uniones homosexuales causa perplejidad, confusión y error, y es contrario a la enseñanza de la Escritura y la Tradición, escribe en una declaración datada el 22 de octubre el cardenal Raymond Burke.
Él califica la herejía de Francisco como una “simple opinión privada” que no se corresponde con la enseñanza constante de la Iglesia, y subraya que la Biblia califica los actos homosexuales como una “perversión grave”, contraria a la ley natural e intrínsecamente desordenada
Burke rechaza el pretendido “derecho” homosexual de Francisco a tener una “familia”, porque no puede haber unión conyugal entre homosexuales.
“El derecho a formar una familia no es un derecho privado a reivindicar, sino que debe corresponder al plan del Creador, quien ha querido el ser humano con diferencia sexual”, explica Burke.
La agitación, confusión y error que Francisco causó entre los fieles es para Burke “igualmente triste y preocupante”, así como el escándalo que produjo al dar la impresión “totalmente falsa” de que la Iglesia ha cambiado de rumbo.
La historia de las desconcertantes declaraciones del Papa (Carlos Esteban)
Las declaraciones de Su Santidad sobre la conveniencia de aprobar uniones civiles para parejas del mismo sexo que tanto revuelo han levantado aparecen en un nuevo documental, Francesco, pero proceden de una vieja grabación que fue convenientemente editada.
El padre jesuita Antonio Spadaro, director de La Civiltà Cattolica y confidente del Papa, no sabe a qué viene tanto jaleo sobre unas declaraciones viejas. “No hay nada nuevo porque se trata de parte de [una vieja] entrevista”, ha asegurado a Associated Press. “Resulta raro que no lo recuerden”.
La fuente del escándalo mediático de estos días surge del documental ‘Francesco’, de Evgeny Afineevsky, recién estrenado, y concretamente de parte de una entrevista concedida a la periodista mexicana Valentina Alazraki para Televisa, difundida en mayo de 2019.
Spadaro, que no es portavoz vaticano pero a menudo actúa como si lo fuera, asegura en un video publicado por TV2000, de la Conferencia Episcopal Italiana, que “el director de la película ‘Francesco’ reúne una serie de entrevistas que han sido hechas al Papa Francisco en el transcurso del tiempo, dando una gran síntesis de su pontificado y del valor de sus viajes. Entre ellas hay varios extractos tomados de una entrevista con Valentina Alazraki, periodista mexicana, y allí el Papa Francisco habla de un derecho a la tutela legal de las parejas homosexuales, pero sin cambiar de ningún modo la doctrina”.
Pero la agencia católica Aciprensa se ha tomado la molestia de volver a ver la entrevista que salió publicada y, frente a lo que dice Spadaro, confirma que la cinta se sometió a una estricta revisión por parte de las autoridades eclesiásticas que dejó fuera el explosivo apoyo explícito del Papa a una iniciativa legal, repetida en los últimos años en muchos países, a la que la Iglesia se ha opuesto oficialmente en cada ocasión.
Pero la labor de edición no fue clave sólo en ese momento, sino que también lo ha sido, en el sentido opuesto, en el citado documental de Afineevsky.
Sin editar, completa, las palabras del Papa sobre la cuestión serían estas, según comprobó Aciprensa:
“Me hicieron una pregunta en un vuelo, después me dio rabia, me dio rabia por cómo la transmitió un medio, sobre la integración familiar de las personas con orientación homosexual. Yo dije: las personas homosexuales tienen derecho a estar en la familia, las personas que tienen una orientación homosexual tienen derecho a estar en la familia y los padres tienen derecho a reconocer ese hijo como homosexual, a esa hija como homosexual, no se puede echar de la familia a nadie ni hacerle la vida imposible por eso.
Otra cosa es, dije, cuando se ven algunos signos en los chicos que están creciendo y ahí mandarlos -tenía que haber dicho profesional- me salió psiquiatra, quise decir un profesional porque a veces hay signos en la adolescencia o pre adolescencia que no se saben si son de una tendencia homosexual o es que la glándula timo no se atrofio a tiempo, vaya a saber, mil cosas. Entonces, un profesional. Título de ese diario: “el Papa manda a los homosexuales al psiquiatra”. No es verdad.
Me hicieron esa misma pregunta otra vez y yo la repetí: son hijos de Dios, tienen derecho a una familia y tal, otra cosa es, y expliqué me equivoqué en aquella palabra pero quise decir esto cuando notan algo raro, oh es raro. No, no es raro. Algo que es fuera de lo común. O sea no tomar una palabrita para anular el contexto. Ahí lo que lo que dije es: tiene derecho a una familia y eso no quiere decir aprobar los actos homosexuales”.
Y en la última parte afirma: “Lo que tenemos que hacer es una ley de convivencia civil. Tienen derecho a estar cubiertos legalmente. Yo defendí eso”, nunca antes había sido divulgada por Televisa y constituye la novedad de “Francesco”. La frase “convivencia civil” fue traducida por el equipo de Afineevsky como “civil union”.
Carlos Esteban
Mons. Viganó sobre las declaraciones de Francisco y las “uniones homosexuales”
Roma, 21 de octubre de 2020 – El portal Vatican News1 informa que hoy se proyectará en el Festival de Cine de Roma un documental titulado Francesco, dirigido por Evgeny Afineevsky.
La agencia Catholic News2 y el portal America, the Jesuit review3, han dado a conocer algunas declaraciones de Jorge Mario Bergoglio sobre el tema de la homosexualidad. Entre otras cosas, causan desconcierto las siguientes frases:
«Los homosexuales tienen derecho a formar parte de una familia. Son hijos de Dios y tienen derecho a una familia. Nadie debe ser excluido ni sufrir a causa de ello. (4) Lo que tenemos que hacer es una ley para las uniones civiles. De ese modo estarán tutelados por la ley. Estoy a favor de ello».(5)
No hace falta ser teólogo ni moralista para saber que tales afirmaciones son totalmente heterodoxas y constituyen un gravísimo motivo de escándalo para los fieles.
Pero ojo, esas palabras son también la enésima provocación con la que el sector ultraprogresista de la Jerarquía trata de crear un cisma, como ya intentó con la exhortación postsinodal Amoris laetitia, la modificación de la doctrina sobre la pena de muerte, el Sínodo Panamazónico con la inmunda Pachamama y la Declaración de Abu Dabi, posteriormente reiterada en la encíclica Fratelli tutti.
Pareciera que Bergoglio procura descaradamente llegar cada vez más lejos en un crescendo de afirmaciones heréticas a fin de obligar al sector sano de la Iglesia –episcopado, clero y fieles– a acusarlo de herejía y después declararlo cismático y enemigo del Papa.
Jorge Mario Bergoglio intenta obligar a algunos cardenales y obispos a separarse de la comunión con él, y el resultado sería no que lo depusieran por hereje, sino la excomunión de los católicos que deseen ser fieles al Magisterio perenne de la Iglesia. En las presumibles intenciones de Bergoglio y su círculo mágico, esa trampa tendría por objeto consolidar su poder al interior de una iglesia que sólo sería nominalmente católica pero en realidad sería herética y cismática.
Tal engaño se vale del apoyo de la élite mundialista, los medios mayoritarios de difusión y el lobby LGTB, al que no son ajenos muchos sacerdotes, obispos y cardenales. No olvidemos que en muchos países están en vigor leyes que castigan como delitos a quienes apoyados en el Credo consideran reprobable y pecaminosa la sodomía o no aprueban la legalización del matrimonio homosexual. Un pronunciamiento de los obispos contra Bergoglio en una cuestión como la de la homosexualidad podría permitir que las autoridades civiles los persiguiesen por vía penal con la aprobación de la Santa Sede.
En ese caso, Bergoglio no sólo tendría de su parte a la iglesia profunda, representada por rebeldes como el P. James Martin SJ y los portavoces del itinerario sinodal alemán, sino también al estado profundo. No es casual que el documental manifieste su apoyo al candidato demócrata de las próximas elecciones presidenciales de EE.UU., y haga además una inaudita condena de la política del gobierno Trump, acusado de separar a familias que tratan de entrar ilegalmente en EE.UU., cuando en realidad el Presidente está haciendo frente a la trata de seres humanos y el tráfico de menores.
De ese modo, mientras prohíbe a los prelados conservadores estadounidenses intervenir en el debate político a favor del presidente Trump, el Vaticano puede permitirse descaradas injerencias en elecciones para favorecer a su adversario demócrata, uniéndose a la censura de las redes sociales y los medios informativos en lo relativo a las gravísimas acusaciones contra la familia Biden.
Los católicos estamos llamados a alinearnos con quien defienda la vida, la familia natural y la soberanía nacional. Creíamos tener de nuestra parte al Vicario de Cristo, pero constatamos dolorosamente que en este enfrentamiento épico, aquel que debería gobernar la Barca de San Pedro ha optado por pasarse al bando del Enemigo para hacerla naufragar. Evocando el valor con que los pontífices santos defendieron la integridad de la Fe y promovieron la salvación de las almas, cabe señalar: ¡Quantum mutatus ab illis!*
+Carlo Maria Viganò, arzobispo
1 https://www.vaticannews.va/it/papa/news/2020-10/papa-francesco-film-documentario-festival-cinema-roma.html
2 https://www.catholicnewsagency.com/news/pope-francis-calls-for-civil-union-law-for-same-sex-couples-in-shift-from-vatican-stance-12462
4 «Homosexuals have a right to be a part of the family. They’re children of God and have a right to afamily. Nobody should be thrown out, or be made miserable because of it».
5 «What we have to create is a civil union law. That way they are legally covered. I stood up for that».
(* “Cuán diferente de ellos”. Paráfrasis de unas palabras de la Eneida de Virgilio. N. del T.)
(Traducido por Bruno de la Inmaculada/Adelante la Fe)
jueves, 10 de septiembre de 2020
La Diócesis de Essen presiona para que se reconozcan los matrimonios homosexuales (Carlos Esteban)
Más frutos del ‘camino sinodal’ emprendido por la Iglesia alemana. Ahora es la Diócesis de Essen, que ha producido un vídeo donde se pide, básicamente, abolir la doctrina moral católica sobre la sexualidad.
Un gran debate en la Iglesia, aún abierto, divide a quienes piensan que hay una continuidad entre lo que había antes del Concilio Vaticano II y lo que hay ahora, de los que afirman que el concilio alumbró algo completamente nuevo, en ruptura con lo precedente. La primera es, por así decir, la tesis oficial, como no podía ser de otra manera.
Pero el ‘camino sinodal’ emprendido por la Iglesia alemana hace ya meses tiene toda la pinta de apostar por la segunda tesis, la de la ruptura, al menos en las cuestiones que resultan menos gratas para el europeo moderno: la moral sexual. Los indicios están por todas partes, dentro del proceso y fuera de él.
Lo último, por ejemplo, de lo que informa la revista italiana Tempi, se refiere a la diócesis alemana de Essen, en el estado de Renania del Norte-Vestfalia, que acaba de publicar un vídeo titulado ‘Examinar y cambiar la Iglesia’, en el que empleados diocesanos piden el reconocimiento de los ‘matrimonios homosexuales’ y, en suma, abolir en la práctica las principales enseñanzas de la Iglesia en materia de moral sexual.
“Soy gay, católico, casado con mi marido desde 2004 y trabajo para la Iglesia católicas desde 1996”, explica en la cinta Rainer Teuber. “Mis amigos se pregunta cómo es posible. Sinceramente, a veces sufro trabajando para una institución que rechaza mi sexualidad, nuestro matrimonio. Sabrina Kuhlmann, consejera pastoral de la diócesis, incide: “También quienes no son heterosexuales, y los que prefieren vivir juntos sin casarse, y aquellos cuyo matrimonio ha fracasado y quieren probar de nuevo, todos los que no se conforman con la norma de la Iglesia, todos esos también son fieles”. En cuyo caso, añado, urge una nueva definición de ‘fidelidad’.
La directora de la diócesis -sea lo que fuere que significa este cargo-, Claudia Fockenberg, espera en consecuencias que “la Iglesia se aparte de la terminología de “moral sexual” y la redefina aceptando la sexualidad de todos los individuos. Es una necesidad fundamental y un derecho de todos”.
Si alguna de esas tesis triunfara, no cabe duda de que la Iglesia alemana quedaría fuera de la comunión con Roma. Y si Roma lo aceptara, quedaría desconectada con su doctrina moral bimilenaria y con toda su concepción antropológica de la sexualidad.
Carlos Esteban
lunes, 8 de junio de 2020
Linchamiento en redes a un sacerdote que criticó el Orgullo Gay (Carlos Esteban)
La libertad de expresión que los progresistas se han pasado décadas pidiendo a voces para sí hace tiempo que la niegan a los demás, y muy especialmente a los católicos, contra cuyos mensajes es frecuente que se unan en auténticas manadas feroces para acallarlos.
Ha sido recientemente el caso de Simon Esshaki, un joven sacerdote católico caldeo que vive y tiene su ministerio en la localidad californiana de El Cajon. Esshaki colgó en las redes sociales un breve vídeo en el que, sin estridencias, él mismo advierte que un católico no debe apoyar la causa del Orgullo Gay.
Uno pensaría que por el tono pausado y por un contenido irreprochablemente concorde con lo que afirma nuestra fe católica, en un sistema de libertades y derecho a la libre expresión, el discurso sería meramente ignorado o contrarrestado por opiniones discordantes, sin más. Pero no, claro.
En un tiempo récord, Esshaki recibió amenazas de muerte y un abrumador torrente de insultos, burlas, expresiones de odio y difamaciones. Algunos trucaron su foto y pretendieron que el sacerdote no era más que un homosexual hipócrita que frecuentaba las aplicaciones de citas gays. El vídeo fue vetado en Twitter y la red de vídeos breves TikTok borró su cuenta, sin más.
Pero lo que dijo Esshaki no era más que lo que podría -¿debería?- decir cualquier pastor católico sobre este particular. “Los cristianos no deberían apoyar el Mes del Orgullo”, empieza diciendo Esshaki, que explica que los cristianos “aman” a los homosexuales, pero no están de acuerdo con su comportamiento. Señaló que “no es lo mejor que se les respalde en sus actos pecaminosos”, ya fueran “actos homosexuales, algún otro tipo de actos lujuriosos u otro tipo de pecado”.
En una réplica posterior al linchamiento, Esshaki dijo que reza por sus perseguidores.
Carlos Esteban
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