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martes, 8 de marzo de 2022

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Duración 12:57 minutos

Hermenéutica de la arbitrariedad



El decreto del 11 de febrero por el cual el Papa Francisco autoriza a la Fraternidad Sacerdotal San Pedro (FSSP), y con ella pareciera que también al resto de los institutos Ecclesia Dei, a utilizar los libros litúrgicos tradicionales, incluido el pontifical romano, ha recibido innumerables comentarios. Pocos éramos los que esperábamos una medida de este tipo y cayó por sorpresa, sobre todo a los que sostienen que el pontífice está poseído de un particular odio hacia la liturgia tradicional. Traditionis Custodes fue ciertamente una pésima noticia y parecía significar la confirmación de ese supuesto: Francisco busca asfixiar la liturgia tradicional y, al prohibir la utilización del pontifical romano anterior a la reforma, condena de hecho a los tradicionalistas a la extinción, o bien, a agregarse de un modo u otro a la FSSPX, con la consiguiente “salida” de la Iglesia.

En este blog, en cambio, siempre hemos sostenido que el Papa Francisco, en materia litúrgica, no es ni tradicionalista ni progresista. Es jesuita, quizás el mejor jesuita que jamás haya existido y, como tal, la liturgia le tiene absolutamente sin cuidado. No la entiende, porque un intelecto puramente práctico es incapaz de comprender el culto gratuito a Dios. Sus intereses pasan por la política y la acción pastoral. El resto escapa a su posibilidad de comprensión. Y el decreto que favorece a la FSSP viene a confirmar esta hipótesis.

La sorpresa de muchos analistas los ha llevado a hablar de una suerte de “esquizofrenia” pontificia: el Papa dicta un motu proprio letal para la liturgia tradicional y, poco después, abre la compuerta a un buen número de tradicionalistas para que sigan con sus misas latinas. Y tengamos presente que la autorización concedida a la FSSP no es la primera autorización que reniega del motu proprio que él mismo había promulgado. Además de varias concedidas a título personal y, a pesar de fuertes presiones, ha concedido otras que son públicas. Por ejemplo, en la basílica de San Pedro, donde ni siquiera se puede celebrar de modo privado el rito de Pablo VI, se han celebrado luego de Traditionis Custodes dos misas solemnes en rito tradicional.

Pero la posible “esquizofrenia” pontificia no es la única explicación al decreto. Yo propongo las siguientes claves hermenéuticas a la contradicción pontificia:

1. Todos sabemos el buen manejo que tiene el Papa Francisco, para bien o para mal, del lenguaje gestual. Basta recordar, por ejemplo, el rostro adusto y malhumorado con el que apareció en las fotografías con Donald Trump o Mauricio Macri. Con los sacerdotes de la FSSP, en cambio, muestra un rostro sonriente y complacido, lo cual nos lleva a suponer que la entrevista se desarrolló en los mejores términos y se sintió cómodo con ellos, y se trata de uno de los grupos tradicionalistas que es considerado como el más rígido que pensarse pueda.

2. Según se dio a conocer, la entrevista duró una hora, lo cual es un tiempo enorme para una audiencia pontificia concedida a dos sacerdotes que, si bien ocupan puestos importantes dentro de la FSSP, no son la máxima autoridad. Quizás algún lector con mayor conocimiento que yo pueda decirnos si el Papa Francisco recibe habitualmente a los superiores generales de las órdenes y congregaciones religiosas y, si lo hace, cuánto tiempo duran esas audiencias.

3. Se sabe porque también fue difundido, que el origen de la audiencia fue una carta que algunos sacerdotes de la FSSP enviaron al Papa, expresando su preocupación por la consecuencias de la aplicación de Traditionis Custodes y, como respuesta a la misiva, fueron llamados a Roma a entrevistarse con el Santo Padre. Y estimo que la iniciativa de semejante privilegio surgió directamente del Sumo Pontífice y no de algún secretario de la Casa Pontificia. Ningún subalterno medianamente hábil y fiel pondría en una situación embarazosa y comprometida a su superior. Ya todos sabían el tema delicado y espinoso que se iba a tratar. Este dato, sumado a los dos puntos expuestos más arriba, permiten conjeturar que el Santo Padre no tiene una particular inquina contra la liturgia tradicional. Si ese fuera el caso, le resultaría muy fácil exigir la aplicación lisa y llana de Traditionis Custodes, para lo cual lo asiste todo el derecho del mundo. O bien, fiel a su costumbre, evitaría todas las entrevistas o reuniones en las que previera algún tipo de confrontación. Recordemos que Francisco ha suspendido de hecho los consistorios, que son las reuniones en las que los cardenales y otros prelados romanos se reúnen con el Papa para discutir los asuntos de la marcha de la Iglesia. Bergoglio, desde su episcopado en Buenos Aires, siempre eludió las confrontaciones y, consecuentemente, evita conceder audiencias o concurrir a sitios donde prevé que deberá afrontar una situación difícil. Conozco un buen número de personas que han solicitado una audiencia personal con el Papa y que jamás recibieron siquiera una respuesta. Los sacerdotes de la FSSP fueron llamados a Santa Marta por motu proprio del Papa Francisco.

4. ¿Hasta qué punto Traditionis Custodes puede ser considerado un manifiesto francisquista contra la liturgia tradicional? Esa es, por cierto, la primera lectura y la más sencilla, pero los hechos que estamos comentando habilitan otras posibles interpretaciones que hasta hace un tiempo no eran posibles. Veamos algunos datos:

a. Tal como ya expusimos en esta página, el motu proprio salió del despacho de Mons. Arthur Roche y de su equipo. Este arzobispo inglés, que fue contratado como Secretario de la Congregación del Culto Divino por Benedicto XVI, no es un liturgista, lo cual sugiere que todo su saber litúrgico, y posterior estropicio, fue fruto de la formación express que recibió de Andrea Grillo, y lo que digo no es aventurado: el texto de Traditionis Custodes repite de forma casi textual muchos párrafos de artículos y otro tipo de escritos que Grillo viene publicando desde al menos quince años, como advertimos en este blog en dos ocasiones en 2017 (aquí y aquí), y los principios en los que se basa son exactamente los mismos que este liturgista boloñés se dedicó a propalar desde que el Papa Ratzinger promulgó Summorum Pontificum. En pocas palabras, Traditionis Custodes no fue redactado ni pensado por Bergoglio; se limitó a firmar lo que otros redactaron por él.

b. No digo con esto que Bergoglio no sabía lo que hacía. Lo sabía perfectamente. Desde hace años sufría permanentemente las fuertes presiones que los obispos italianos ejercían sobre él, espantados del crecimiento del movimiento tradicionalista y, sobre todo, de las fuertes simpatías que despertaba la misa tradicional en los sacerdotes jóvenes. Y el Papa no quería tener problema con los obispos italianos y, mucho menos, en medio de los desmanes que él mismo estaba y está haciendo en ese episcopado (basta recordar el reciente nombramiento del nuevo arzobispo de Milán). Y cedió a las presiones.

c. Bergoglio tenía en claro también la simpatía funcional de los obispos americanos hacia las posturas conservadoras y tradicionalistas. Luego del resonante episodio del cuasi desafío de la Conferencia Episcopal Americana a los deseos pontificios en relación a Biden y a la admisión a la comunión de los políticos favorables al aborto, la inquina bergogliana a los estadounidenses se profundizó. Obstaculizar la misa tradicional era fastidiar a los americanos, que él, como buen peronista, detesta, y mucho más si desafían su poder.

5. Varios sitios tradicionalistas aducen con razón que el permiso concedido a la FSSP es un “indulto”, y por tanto puede ser retirado en cualquier momento, lo cual demostraría la maldad y doblez de Francisco. Es verdad que se trata de un indulto, pero tengamos en cuenta algunos aspectos:

a. Con Bergoglio todo es un indulto, aún el Derecho Canónico. Acaba de hacer varias reformas en el Código hace pocas semanas. En realidad, lo único que no ha modificado aún es la Sagrada Escritura. No podemos pretender que promulgue una ley universal.

b. Viene bien recordar que durante décadas el único modo de celebrar la misa tradicional era con un indulto y que, para ser concedido, debió ocurrir un “cisma”. Más aún, según algunos especialistas, la autorización otorgada por Benedicto XVI en Summorum Pontificum también es un indulto. Lo curioso es que tanto en los indultos concedidos por Juan Pablo II como por el Papa Ratzinger, debió pasar mucho tiempo y/o ocurrir acontecimientos extraordinarios. El indulto de la FSSP fue concedido inmediatamente después de una audiencia.

c. ¿Qué otra forma jurídica era posible más allá del indulto? Sólo una: la abrogación del Misal de Pablo VI, que es el único modo “ordinario” de celebración del rito latino. No podemos pretender tanto.

d. Muchos consideran que el indulto es una forma jurídica muy frágil y que, consecuentemente, tiene los días contados. Recordemos que no siempre es así: la bula de Cruzada es un indulto, y duró, o dura aún, más de ocho siglos, y los tradicionalistas hispánicos nos amparamos en ella para comer carne los viernes. O bien, la comunión en la mano es un indulto, y aún dura, y difícilmente pueda ser eliminada.

6. Se dice también que el decreto pontificio insiste en el último párrafo en la mención a Traditionis Custodes, y creo que es uno de los aspectos más interesantes, y positivos, de la situación. Allí se sugiere (suadet) que en la medida que sea posible (quantum fieri potest) se reflexione cuidadosamente (sedulo cogitetur) sobre ese motu proprio. Es algo mínimo, notablemente mínimo. Los padres de la FSSP no están obligados ni siquiera a leer TC. Apenas se les sugiere que, si es posible, reflexionen sobre ella.

7. Se dice también que, como el indulto no ha sido publicado, tiene una validez dudosa. Pero vale la pena señalar que no se trata de una ley que comienza a estar vigente una vez que es publicada en el boletín oficial del país. Es un permiso concedido a un grupo particular dentro de la Iglesia. Por otro lado, podríamos hacer una larga lista de indultos que nunca fueron publicados, y sin embargo, su vigencia no se vio afectada. Por ejemplo, el llamado “indulto de Agatha Christie”, que permitió que la misa tradicional se siguiera celebrando, bajo ciertas circunstancias, en el Reino Unido.

Considero que los hechos expuestos nos permiten aventurar la conclusión de que Traditionis Custodes es, para el Papa Francisco, un documento de valor político y no litúrgico. Por el contrario, para el arzobispo Roche y para su grupo de colaboradores de la Congregación para el Culto Divino, se trata de una medida eminentemente litúrgica con la clara intención de exterminar la liturgia tradicional. En consecuencia, y aunque parezca paradójico, en materia litúrgica nuestro principal o único valedor es el Papa Francisco, sea por los motivos que fueren.

Por eso mismo, es sensato repensar la estrategia que hemos seguido los grupos y analistas del mundo tradicional que nos dedicamos, luego de la publicación del motu proprio, a atacar de un modo encarnizado a Francisco, cometiendo incluso torpezas inconcebibles y cuyas consecuencias pagamos todos. Los sacerdotes de la FSSP nos han indicado un camino que ha llegado a la meta que buscaban.

Pero, ¿cuál es el fin que buscamos? ¿Conservar en la medida de lo posible el lugar que había sido otorgado por el Papa Benedicto XVI a la liturgia tradicional, o desgañitarnos con permanentes ataques al Santo Padre por lo que hace o deja de hacer en materia litúrgica? Si es la primera opción, conviene ser cautos y mansos, lo cual no significa quedarnos callados frente a los estropicios que el Papa argentino está causando en la Iglesia. Significa simplemente tener las metas claras, y la sensatez necesaria.
The Wanderer