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lunes, 13 de enero de 2025

El Vaticano contra las Servidoras: un castigo que clama al cielo


INFOVATICANA


Otra vez, el Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica apunta su maquinaria represiva hacia uno de los institutos más florecientes de la Iglesia.

El reciente decreto contra las Servidoras del Señor y de la Virgen de Matará no es solo una intervención, es un golpe despiadado: prohíben la admisión de nuevas vocaciones durante tres años. Tres años sin poder recibir a jóvenes que quieren entregarse a Cristo. ¿Es así como Roma piensa cuidar la vida consagrada?

Es imposible no leer esto con indignación. Mientras algunos institutos agonizan sin vocaciones, porque han vaciado su carisma hasta la irrelevancia, a las Servidoras, que llevan el Evangelio hasta los confines de la tierra, se les cierra la puerta. Es una burla. Las acusan de «falta de formación» y de «gobierno inexperto». ¿Y cuál es la solución? Asfixiarlas, condenarlas al silencio y al estancamiento.

Si el problema fuera realmente la formación, ¿no sería más sensato enviar más recursos, mejorar los procesos, pero sin detener la labor misionera? Pero no. Aquí se evidencia un patrón claro: la única respuesta es castigar. Quieren disciplinar a los pocos que aún creen en el sacrificio, en la pobreza y en la obediencia de verdad.

¿Qué mal hace una congregación que crece y lleva esperanza donde nadie más se atreve? Esto no es ayuda, es un intento de desmantelamiento. Es el cierre forzoso de puertas y ventanas para dejar que el polvo del olvido y el tiempo hagan su trabajo. Y mientras tanto, ¿dónde están las intervenciones para quienes desvían la fe desde cátedras y púlpitos? ¿Dónde está la prohibición de aceptar más postulantes en esos lugares donde la formación es pura ideología y activismo?

Esto clama al cielo. Tres años es una eternidad para un instituto religioso. Con esta decisión, muchas jóvenes perderán la oportunidad de consagrar su vida. Muchas almas quedarán sin respuesta.

Que nadie se engañe: este decreto no busca proteger. Es una purga disfrazada de corrección. Un golpe más en la cruzada contra todo lo que aún brilla con la luz del Evangelio auténtico.

Lo que queda es rezar para que este suplicio termine pronto y que la Iglesia despierte antes de que se extingan quienes aún la aman y luchan por ella.

Jaime Gurpegui

domingo, 1 de marzo de 2020

El Vaticano liquida Familia Christi (Carlos Esteban)




“Serios motivos religiosos, educativos y administrativos” han determinado la supresión de la hermandad sacerdotal Familia Christi, de Ferrara, en Italia, después del habitual y tortuoso camino iniciado con su comisariamiento.

El pasado mes de diciembre, la hermandad se convirtió en la asociación religiosa tradicional y rica en vocaciones del momento en ser intervenida por los nuevos aires de renovación, en este caso en forma de Monseñor Daniele Libanori, obispo auxiliar de Roma, nombrado ‘comisario plenipotenciario’ de la hermandad por orden de la Santa Sede.

Siete meses después se publicó el esperado decreto: Libanori ordenó a todos los postulantes y novicios que abandonaran la sociedad. No se permitía a la orden recibir nuevas vocaciones. Como viene siendo tristemente habitual en estos casos, no se ofreció razón alguna que justificara la drástica decisión.

La comunidad religiosa fue fundada en el 2014 por el arzobispo de Ferrara, monseñor Luigi Negri, a quien Francisco removió rápídamente apenas llegó a su edad de jubilación. Fue reemplazado por Gian Carlo Perego, que veía con muy malos ojos a Familia Christi.

El grupo fue puesto bajo la custodia del obispo auxiliar de Roma, monseñor Daniele Libanori SJ.

En una entrevista de marzo de 2019, Negri dijo que “no estaba preocupado” por el destino de Familia Christi, porque “cuando la fundé la confié al Señor y a la Virgen”,

La sentencia de muerte fue firmada el 13 de diciembre por el cardenal Ladaria, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y fue confirmada por Francisco. Los cinco jóvenes sacerdotes de Familia Christi, los padres Riccardo Petroni, Matteo Riboli, Lorenzo Mazzetti di Pietralata, Emanuele Lonardi y Enrico D’Urso están ahora en la calle. Hasta tanto no encuentren un obispo que los acepte con el permiso de Ladaria, están suspendidos de facto.

Carlos Esteban

martes, 9 de julio de 2019

Francisco nombra a 7 mujeres para la Congregación para la Vida Consagrada (Carlos Esteban)



Por primera vez, el Papa Francisco ha dado cargo a siete mujeres en la Congregación para la Vida Consagrada, hasta entonces formada exclusivamente por clérigos varones.

La Congregación para la Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica estará compuesta desde ahora por cinco cardenales, cuatro obispos y cinco mujeres, entre las cuales figuran la hermana Kathleer Appler, americana, de las Hijas de la Caridad; la italiana Sor Yvonne Reungoat y la mexicana Sor M. Rita Calvo.

Entre los nuevos cargos de la congregación recién nombrados por el Papa se halla también un hermano, Robert Schieller, de los Hermanos Cristianos de Lasalle.

Los nuevos miembros anunciados por el Vaticano incluyen, asimismo, al cardenal Angelo De Donatis, vicario papal para Roma; Kevin J. Farrell, prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida; Luis Ladaria Ferrer, prefecto de la Congregación para la Doctrine de la Fe, y nuestro Ricardo Blazquez.

La anunciada reforma de la Curia, que deberá perfilarse en el ya esbozado documento Praedicate Evangelium, tiene como una de sus novedades la pretensión de acentuar el papel de los laicos, y muy particularmente la presencia de mujeres, al frente de los órganos de poder de la cúpula eclesial, dicasterios y congregaciones (aunque a partir de la entrada en vigor de la reforma todos los departamentos pasarán a llamarse dicasterios).

No es el caso, entre otras cosas porque no ha entrado en vigor la reforma. Tampoco ninguna de las mujeres ha sido nombrada prefecto, y solo una de ellas es técnicamente laica, Olga Krizova, presidente general de los Voluntarios de Don Bosco, aunque consagrada. Pero la medida viene a ser una novedad que apunta en la dirección de aumentar el peso de las mujeres en el gobierno de la Iglesia.

Carlos Esteban

Francisco destruye a “Familia Christi”: todos excepto los sacerdotes tienen que abandonar la Orden



El obispo auxiliar Daniele Libanori, de 66 años - el comisario designado por Francisco para la excelente fraternidad católica italiana "Familia Christi" – publicó su veredicto sobre la Orden en un decreto datado el 30 de junio, informa el sitio web MessaInLatino.it.

El comisario ordenó a todos los postulantes y novicios que abandonen el grupo. A la Orden no se le permite recibir nuevas vocaciones. El decreto no da razones para las medidas draconianas que equivalen a la destrucción de la Orden.

Familia Christi fue fundada en el 2014 por el ahora jubilado arzobispo de Ferrara, monseñor Luigi Negri.

Su sucesor anticatólico, monseñor Giancarlo Perego, comenzó inmediatamente a trabajar contra el grupo, destruyendo su apostolado acorde al Novus Ordo, prohibiéndoles celebrar en público la Misa Antigua en latín y exiliándolos a un monasterio alejado.

Ni siquiera se han elevado acusaciones contra el grupo.

lunes, 24 de junio de 2019

Roma da asco, la hemorragia de las órdenes religiosas, los colegios católicos, el diálogo y el proselitismo.



Roma es llamada la ciudad eterna. Su historia se pierde en los orígenes de la civilización humana que se identifica con la cultura dominante hoy en el mundo. Europa fue romanizada y América en una transposición de la cultura romana. El cristianismo ha estado unido a una gran parte de la historia de esta ciudad. En estos momentos vemos un degrado increíble de la ciudad más bella del mundo que nadie parece ser capaz de detener. Para colmo de males hoy hemos sentido un pequeño temblor que desata todos los miedos en una Italia especialmente herida por lo últimos terremotos. Roma languidece ante la indiferencia de propios y extraños. Los turistas sufren con paciencia la suciedad y los crecientes malos olores. Sus calles se llenan de pobres y delincuentes que sobreviven de la limosna, del atraco y la extorsión. Sus bellas noches se convierten en horas llenas de peligros que invitan a protegerse. Cuando una sociedad se degrada lo hace en su conjunto. El esplendor de la roma barroca se debe a un renacimiento cultural y religioso, hoy son tiempos de degrado y de muerte.

Las órdenes religiosas se están extinguiendo. El Papa Francisco habla a los hermanos menores de predicar la paz y contener la hemorragia del abandono. El problema no es el abandono, quedan tan pocos y tan ancianos que los abandonos, por muchos que quieran ser, son casi imposibles. Asistimos a una desaparición por defunción. Es una realidad que vivimos en la inmensa mayoría de la Europa rural, hace un tiempo se podía hablar de abandono , hoy ya no, es simplemente la muerte de los últimos. La edad media de vida se ha alargado en los últimos decenios y esto está alargando una agonía que solo puede terminar en la puerta cerrada. La renovación en la iglesia nunca ha venido por la aceptación de las modas del momento. La verdadera renovación es cuando hay nuevas y pujantes vocaciones que hacen vida el mensaje del evangelio en el tiempo presente. Todo lo demás es un mundo virtual que no existe. Hoy recogen la noticia de la supresión de una orden religiosa francesa porque rezan demasiado, parece que han denunciado civilmente al Vaticano por la supresión. Seguimos con los franciscanos de la Inmaculada intervenidos y su fundador en una especie de arresto domiciliario. Y podemos continuar la serie de despropósitos que apuntan todos en la misma dirección. Las órdenes religiosas tradicionales desaparecen y las que continúan o nacen tiene una marcada tendencia, digamos, demasiado católica que no gusta mucho en los nuevos tiempos.

Una escuela de jesuitas en Estados Unidos se niega a expulsar a un profesor públicamente homosexual y el obispo le quita el apellido de católica. Hoy ya son muchas las escuelas y colegios de religiosos y religiosas que no tienen ni un solo miembro de la orden en sus plantillas. La denominación de católico es más una inercia del pasado que una realidad del presente. Esperemos que Martel no tenga mucha razón en su visión del Vaticano porque el título de católico estaría en muy serio peligro.

Nos siguen invitando a un diálogo sin ningún contenido pero que se ve impedido por el proselitismo. Los primeros apóstoles se dedicaron a ir por todo el mundo predicando el evangelio y haciendo prosélitos. Dejando a un lado la palabrita, San Juan Bautista tendría la cabeza en su sitio si hubiera sido más dialogante y hubiera tratado a Herodes como un separado recuperando una nueva estabilidad emocional en su vida. Incluso en los angustiosos días de la pasión el mismo Jesucristo no estaba demasiado dialogante.

El hermano de Emanuela Orlandi sigue con su lucha en busca de la verdad. El obispo de la bicicleta, monseñor Lajudice pide la objeción de conciencia para las cosas de Salvini y sus leyes sobre la inmigración. Paolo Sorrentino retira una escena demasiado futbolera de los próximos capítulos de ‘The Young Pope’. Cada vez más cristianos se piensan que si ayudar a la iglesia en sus necesidades es colaborar en lo que estamos viendo, es mejor pensar en destinar sus dineros a cosas más sensatas, como pueden ser las monjas que rezan.

«Porque la mano del Señor estaba con él.»

Buena lectura.


Specola

Las monjas comisariadas llevarán al Vaticano a los tribunales (Carlos Esteban)




Las Hermanitas de María, la orden francesa de monjas que prefirieron renunciar a sus votos antes que sufrir un ‘comisariato’ impuesto por Roma que consideraban contrario a su carisma, han puesto el caso en manos de abogados con la intención de denunciar la acción del Vaticano ante los tribunales civiles.

Los cargos contra las Hermanitas de María eran categóricos: rezaban demasiado y estaban demasiado apegadas a la Tradición, por no hablar del ‘autoritarismo’ del modelo organizativo. Así que Roma actuó como suele: nombrando una comisaria que, paradojas de la misericordia, para las hermanas resultó una autoridad más insoportable que la habitual, con el agravante de que no tenía nada que ver con el espíritu que les había hecho profesar. Así que, después de un año de aguantar el comisariato, 34 de las 39 monjas pidieron la dispensa de los votos y se disolvió la orden.

El cardenal João Braz de Aviz, prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, podía colgar el cartel de ‘Misión Cumplida’ y apuntarse una nueva muesca en el revólver, a sumar a los Franciscanos de la Inmaculada, Familia Christi, o la Hermandad de los Santos Apóstoles. 
Aunque muy distintas, todas estas sociedades tenían, al menos, dos cosas en común: cierto amor por la Tradición y un enorme éxito de vocaciones. Y en todas, nos tememos, se ‘rezaba demasiado’.

En el caso de las Hermanitas, ni siquiera estamos hablando de ‘tradicionalismo’ como suele entenderse: siempre han hecho gala de su absoluta fidelidad a la línea romana y su liturgia es estrictamente Novus Ordo. Tampoco son de esas meras contemplativas ‘recitadoras de avemarías’ que no están demasiado bien vistas por los ‘renovadores’ de la Curia; por el contrario, se dedican a la más práctica de las obras de misericordias, cuidar enfermos y desvalidos.

Las hermanitas, que pronto atrajeron muchas vocaciones a ese páramo que es la diócesis de Laval, atrajeron la atención del progresista obispo francés, Thierry Scherrer, quien las denunció a Roma. Y empezó la operación de acoso y derribo con varias ‘visitaciones’, en 2016 y 2018, hasta que la madre superiora y la superiora de novicias fueron alejadas a distantes monasterios y sustituidas por tres comisarias adeptas del modernismo eclesial. El pasado 17 de septiembre, Braz de Aviz ordenó que las 39 hermanitas aceptaran «sin reservas» los nuevos mandos, a lo que 34 han respondido solicitando la dispensa de sus votos.

Pero la aventura podría no acabar tan felizmente para Roma, porque la Asociación de Apoyo a las Hermanitas de María acaba de anunciar su intención de llevar el caso a los tribunales civiles, acusando al Vaticano de daños morales y difamación.
La congregación presidida por Braz de Aviz había acosado y acusado a las hermanas de “obstinada negativa a la obediencia”, así como de “inmovilismo” y “falta de apertura”. Según Maître Buchser, el abogado que se encarga del caso, “no se puede pensar que el derecho canónico confiera todos los derechos, incluido el de oponerse a la legislación civil”. 

Como podría ser tristemente el caso en la crisis de encubrimientos de abusos en Estados Unidos, podríamos estar ante un problema eclesiástico que tenga que ser resuelto por las autoridades seculares.

Carlos Esteban

viernes, 14 de junio de 2019

Vaticano cierra otro convento de monjas en Estados Unidos



Las monjas carmelitas en Valley Center se trasladarán fuera de la diócesis de Wichita (Estados Unidos), en el transcurso de este año, anunció el 13 de mayo la diócesis.

En enero, las monjas le dijeron a monseñor Carl Kemme que la mudanza “era necesaria por los requerimientos hechos por el Vaticano respecto a las mujeres contemplativas”, como por ejemplo “un número mínimo de profesiones”, “instalaciones apropiadas” y “un número específico de vocaciones”.

Estos requerimientos están contenidos en la controvertida instrucción aplicativa Cor Orans de Francisco.

El Carmelo fue erigido solo hace 18 años. Las monjas hubieran preferido no dejarlo, pero están obligadas a fusionarse con el Carmelo asentado en Brooklyn (Nueva York).

Su monasterio será abandonado.

jueves, 6 de junio de 2019

Sin diálogo: el Vaticano mata a las Pequeñas Hermanas de María




La Congregación vaticana para la Vida Religiosa dispensó de sus votos a la mayoría de las religiosas de la congregación francesa Pequeñas Hermanas de María.

La Congregación está dirigida por el cardenal modernista João Bráz de Aviz.

Las Hermanas redactaron una declaración el 3 de junio diciendo que ellas habían tratado durante años “de dialogar con Roma una y otra vez”, pero no se pudo llegar a ningún acuerdo.

Explican que “las autoridades eclesiásticas querían que cambiáramos nuestra forma de vivir nuestra vida religiosa”.

La comunidad estaba conformada originalmente por 39 Hermanas. 34 pidieron que las dispensaran de sus votos. Esto se les concedió ahora. En consecuencia, formalmente ya no son Hermanas religiosas y tienen que abandonar sus hábitos y sus casas.

Solamente cinco hermanas aceptaron las condiciones del Vaticano y permanecen en la Congregación.

Las 34 ex Hermanas dicen en su desgarradora declaración que viven “más que nunca lo que constituye el corazón de nuestra vocación”, que es sufrir por la Iglesia, los sacerdotes y las almas. 


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¡Que Dios las bendiga!

lunes, 12 de noviembre de 2018

Otra congregación religiosa ‘misericordiada’: el 90% de las monjas cuelga los hábitos (Carlos Esteban)


Esta noticia se puede ver también en Gloria TV (aquí y aquí)

34 de las 39 Hermanitas de María, Madre del Redentor, que gestionan asilos en la diócesis francesa de Laval, han pedido la dispensa, después de que se les interviniera desde Roma a petición (delación) del obispo, cambiando, dicen, su carisma. Otra.

Se está haciendo monótono. Como con los Franciscanos de la Inmaculada, como con la Hermandad de los Santos Apóstoles, otra orden religiosa que, en un tiempo de sequía vocacional y cierre de innumerables conventos, suponía un verdadero vivero de vocaciones a la vida religiosa ha sido defenestrada por la intervención de la Congregación para la Vida Religiosa, que se diría empeñada en una labor de liquidación y derribo.

En este caso ni siquiera estamos ante una orden ‘tradicional’: las hermanitas han señalado en numerosas ocasiones su absoluta fidelidad a la línea romana y su liturgia es estrictamente Novus Ordo. Tampoco son de esas meras contemplativas ‘recitadoras de avemarías’ que no están demasiado bien vistas por los ‘renovadores’ de la Curia; por el contrario, se dedican a la más práctica de las obras de misericordias, cuidar enfermos y desvalidos.

Su único ‘pecado’ discernible parece ser el de tomarse con seriedad la vida consagrada, al margen de modas ideológicas, y atraer con ello numerosas vocaciones en ese páramo que es la diócesis de Laval del progresista obispo Thierry Scherrer.

La cosa viene de febrero, cuando Scherrer, considerando que las hermanitas -que gestionan cuatro asilos- eran “demasiado tradicionales” y especialmente contrariado después de que las religiosas decidieran en su capítulo general de 2012 volver a su antiguo, dio el chivatazo a Roma.

Y, como era previsible, el prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, el cardenal João Braz de Aviz, el mismo que ‘misericordió’ a los Franciscanos de la Inmaculada, estuvo de acuerdo en que las hermanitas eran intolerablemente ‘rígidas’, y empezó la operación de acoso y derribo.

Empezaron las ‘visitaciones’, en 2016 y 2018, comandadas por representantes ultraprogresistas del monacato femenino. Para hacerse una idea, una de las visitadoras era Sor Geneviève Médeviellem, que da clases en el Instituto Católico de París, donde enseña que la fornicación puede justificarse.

Las hermanas calificaron el informe emergente de estas visitaciones, donde se las acusaba de “excesos sectarios”, de “parodia” y de “juicio predeterminado”. La madre superiora y la superiora de novicias fueron alejadas a distantes monasterios y sustituidas por tres comisarias adeptas del modernismo eclesial. El pasado 17 de septiembre, Braz de Aviz ordenó que las 39 hermanitas aceptaran “sin reservas” los nuevos mandos, a lo que 34 han respondido solicitando la dispensa de sus votos.

Otra ‘misión cumplida’ para Su Eminencia, que está dejando la vida conventual católica como un solar.

Mientras, Vatican News, órgano oficial del Vaticano online, celebra lo que, imaginamos, es la versión aceptada de la vida religiosa femenina. “Nuns on the Bus” celebran más mujeres en el poder tras las elecciones intermedias norteamericanas’, es el titular de este asombroso y elogioso artículo. Asombroso, porque el ‘poder’ no es exactamente lo que supuestamente debe buscar un cristiano pero, sobre todo, porque este grupo de ‘Monjas en autobús’ se fundó para hacer campaña a favor del ultraabortista Obama contra el ‘tándem’ Romney/Ryan en las elecciones previas a la última. ¿Es ese el nuevo ideal de vida religiosa?

Carlos Esteban

domingo, 11 de noviembre de 2018

Vaticano destruye otra comunidad [religiosa]: 90% de las Hermanas se van [por ser demasiado contemplativas y no adaptarse a los tiempos modernos]




34 de las 39 religiosas de las Pequeñas Hermanas de María pidieron ser dispensadas de sus votos. Fundada en 1949, ellas administran cuatro hogares para ancianos en la diócesis de Laval y Tolosa (Francia). Las Hermanas utilizan el Novus Ordo en latín. En el 2012 volvieron a su viejo hábito.

La comunidad sufrió dos visitas canónicas en el 2016 y en el 2018 al ser acusadas de “excesos sectarios”. [¿?] 


Las Hermanas calificaron como “caricatura” y “juicio prejudicial” al informe emitido después de la segunda visita.

La Madre Superiora y la Maestra de novicias fueron exiladas a monasterios lejanos y reemplazadas con tres comisarias modernistas.


Todas las apelaciones y pedidos de misericordia fueron ignorados.

Una comisaria, la hermana Geneviève Médeviellem, enseña en el Instituto Católico de París y afirma que se puede justificar la fornicación.

El 17 de setiembre, el cardenal Braz de Aviz, prefecto de la Congregación para los Religiosos, ordenó a las hermanas que aceptaran “sin reservas” a las comisarias, porque en caso contrario serían expulsadas.

34 Hermanas anunciaron el 7 de noviembre que habían decidido en conciencia pedir que sean anulados sus votos.

En el pasado, el Vaticano ya destruyó a las Hermanas de Auerbach (Alemania), a las Hermanas contemplativas de San Juan (Francia) y a las Hermanas Franciscanas de la Inmaculada (Italia)


Todos ellas habían sido bendecidas con muchas vocaciones.


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Queda claro que el VATICANO no está por la vida contemplativa, por más que se hable de "oración" y de "silencio". Todas estas atrocidades no quedarán sin castigo, pues de Dios nadie se burla. Me alegro por la decisión de prácticamente todas las Pequeñas Hermanas de María, que prefieren servir a Dios antes que a los hombres (pues el mandato del cardenal de aceptar sin reservas a las comisionarias implica aceptar, entre otras cosas, que la fornicación puede justificarse, lo cual es contrario a la doctrina católica)

Monjas francesas perseguidas por el Vaticano



Las cuarenta contemplativas de las Pequeñas Hermanas de María, Madre del Redentor, asentadas en Saint-Aignan-sur-Roe (Francia), son perseguidas por su obispo liberal Thierry Scherrer de Laval, informa el 27 de febrero la página web riposte-catholique.fr.

Las Hermanas administran cuatro hogares para ancianos y anteriormente sirvieron también en la casa del obispo. Scherrer considera que las Hermanas son “demasiado tradicionales”. Él está especialmente irritado por el hecho de que ellas, durante su capítulo general celebrado en el 2012, decidieron volver al viejo hábito.

A causa de una fusión de los hogares de ancianos de las Hermanas, ahora Scherrer es miembro de la junta de gobierno de la asociación civil que administra esos hogares. Sin experiencia en el tema él impuso decisiones administrativas sin escuchar el consejo de ningún experto. Al verse enfrentado con la resistencia de las Hermanas ordenó una visita canónica, cuyos resultados fueron decididos de antemano.

Scherrer consiguió involucrar a la Congregación vaticana para los Religiosos, que suspendió el Concejo de las Hermanas y exilió a la superiora general y a la maestra de novicias de la comunidad. Fueron impuestos tres comisionados apostólicos liberales.

Pero las Hermanas se negaron a recibir a los comisionados y apelaron en la Signatura Apostólica romana contra las medidas tomadas contra ellas.

domingo, 14 de octubre de 2018

La destrucción de los Monasterios femeninos



La destrucción de los Monasterios femeninos está en marcha. Desde que fue publicada la Constitución Apostólica Vultum Dei quaerere  del 29 de junio de 2016, Correspondencia Romana ha denunciado el programa de “sovietización” de los Monasterios.

Ahora fue dado un nuevo paso con la instrucción Cor Orans sobre la vida contemplativa femenina del 1 de abril de 2018, que constituye una aplicación del documento anteriormente citado. Pocos, con excepción del vaticanista Aldo Maria Valli que dedicó un artículo al tema en su blog, han advertido la gravedad del peligro.

Conviene recordar que la Iglesia siempre alentó la vida contemplativa de religiosos y religiosas. La separación del mundo de la vida religiosa constituye un estado de vida perfecto y es necesaria al Cuerpo Místico de Cristo como manifestación de la propia santidad y como fuente permanente de gracia.

Una de las principales características de la comunidad monástica fue su estructura jurídica. Conforme la Tradición de la Iglesia los monasterios femeninos son, sui juris, casas autónomas e independientes con relación a su propio régimen interno.
La única forma de dependencia que tienen es la del Obispo o, en algunos casos, del superior de la rama masculina de la misma orden. Dicha configuración refleja el proprium de cada monasterio, que es la separación de la sociedad profana. Monje quiere decir “solo”: soledad y oración son los pilares sobre los cuales vive cada monasterio.

El régimen de clausura significa, sin embargo, una separación del mundo, no de la sociedad, que las monjas sustentan con su oración y penitencia. Por ello Pío XII explica, en la Encíclica Sacra Virginitas del 25 de marzo de 1954, que la renuncia al mundo de las monjas, protegida por la clausura, no equivale a una deserción social, sino que permite así prestar un servicio más amplio a la Iglesia y a la sociedad.

El mismo Pío XII, en la Constitución Apostólica Sponsa Christi del 21 de noviembre de 1950, previó el nacimiento de Federaciones de monasterios, como un instrumento para ayudar a la vida de algunas comunidades monásticas que, a raíz de la guerra, se encontraban aisladas y en dificultades materiales. La experiencia no se reveló feliz y sugirió el abandono de estas estructuras que, sin embargo, bajo el Pontificado del Papa Francisco, se han multiplicado y asestaron un golpe mortal a los monasterios femeninos.

La nueva disciplina prevista por la instrucción Cor Orans quiere suprimir toda forma de autonomía jurídica, para crear macro-comunidades presentadas como “estructuras de comunión“. Nacieron una serie de organismos burocráticos y engorrosos que la Instrucción pontificia enumera puntillosamente.

Está la Federación de monasterios para que «al compartir el mismo carisma los monasterios federados superen el aislamiento y promuevan la observancia regular y la vida contemplativa» (n. 7); la «Asociación de monasterios»  para que,  «compartiendo el mismo carisma, los monasterios asociados colaboren entre ellos»  (n. 8); la Cumbre de monasterios «con el fin de promover la vida contemplativa y favorecer la colaboración entre los monasterios en contextos geográficos o lingüísticos particulares»  ( n. 9): la «Confederación» , como “una estructura de conexión entre Federaciones de monasterios para el estudio de temas relacionados con la vida contemplativa según el mismo carisma, para dar una orientación unitaria y una cierta coordinación a la actividad de cada Federación” (n. 10); la «Comisión Internacional» , como “órgano centralizado de servicio y de estudio en beneficio de las monjas de un mismo Instituto (…) para el estudio de temas relacionados con la vida contemplativa según el mismo carisma” (n. 11). Tenemos finalmente la «Congregación monástica»  [que es] “una estructura de gobierno (…) de varios monasterios autónomos del mismo Instituto, bajo la autoridad de una Presidenta, que es Superiora (…) y de un capítulo general, que en la Congregación monástica es la suprema autoridad” (n. 12). Respecto a la Asamblea Federal, así dice el n. 133: 
«La comunión que existe entre los monasterios se hace visible en la Asamblea federal, signo de unidad en la caridad, que tiene principalmente la tarea de tutelar entre los monasterios federados el patrimonio carismático del Instituto y promover una adecuada renovación que esté en armonía con el mismo, excepto que ninguna Federación de monasterios de monjas o Confederación de Federaciones represente a todo el Instituto».
La pertenencia a este organismo burocrático es obligatoria. En las disposiciones finales de Cor Orans se precisa que 
«las disposiciones de la Constitución Apostólica Vultum Dei quaerere para todos los monasterios sobre la obligación de entrar en una Federación de monasterios se aplica también a otra estructura de comunión como la Asociación de monasterios o la Conferencia de monasterios.“
Con la obligación de pertenecer a esta estructura los monasterios pierden, de facto si bien no de iure, su propia autonomía y confluyen en una masa anónima de macro-comunidad en cuyo interior se organizan cursos de formación, debates, reuniones de aggiornamento, momentos de confrontación, que verán a las monjas entrar y salir de los monasterios para vivir en una situación de perenne inestabilidad psicológica y material.

Toda comunidad está llamada a elaborar un programa de formación permanente sistemática e integral, que abarca toda la existencia de la persona. Las hermanas tienen necesidad de «formación permanente» para cultivar «la capacidad espiritual, doctrinal y profesional, la actualización y la maduración de la contemplativa, de tal modo que pueda realizar de forma cada vez más adecuada su servicio al monasterio, a la Iglesia y al mundo» (n. 236).

Toda monja «se verá animada a asumir la responsabilidad del propio crecimiento humano, cristiano y carismático a través del proyecto de vida personal, del diálogo con las hermanas de la comunidad monástica, y en particular con la Superiora mayor» (n. 237).

La responsabilidad por la formación le corresponde a la Superiora Mayor que, 
«promueve la formación permanente de la comunidad mediante el Capítulo conventual, los días de retiro, ejercicios espirituales anuales, encuentros para compartir la Palabra de Dios, revisiones de vida periódicas, recreaciones en común, jornadas de estudio, diálogo personal con las hermanas y encuentros fraternos.» (n. 238).
Para asegurar esta formación, de hecho es abolida la misma clausura papal, porque es concedido el permiso de entrar en el monasterio a quienes por sus competencias son necesarios para la formación de las monjas (n. 203), es decir, para crear el caos en el interior de la comunidad.

Las palabras clave son «superen el aislamiento» (n. 7), la «transmisión del carisma (…) en una fidelidad dinámica» (n. 70), «el valor irrenunciable de la comunión» (n. 86). Donde estos elementos faltaren, los monasterios pueden ser suprimidos. En aquellos que sobrevivan debe ser destruida la atmósfera de paz, recogimiento y orden que hasta ahora ha reinado. Quien vive en los monasterios y quien aspira a entrar es advertido.

Hubo un tiempo en que las monjas anhelaban el reconocimiento canónico diocesano y después el pontificio, como suprema garantía de la estabilidad de su propia vida en común. 

Hoy, quien aspira a la vida contemplativa y no quiere perder la propia vocación, será mejor que se oriente hacia la constitución de asociaciones religiosas de hecho, independientes de la autoridad eclesiástica, evitando solicitar el reconocimiento canónico que representaría el fin de la propia vida espiritual.

Verónica Rasponi

martes, 24 de julio de 2018

Vírgenes y mártires en modo #Francisco



Muchas son las modas que el pontificado del Papa Francisco está imponiendo en la Iglesia y algunas tienen ese gustillo tan propio del mundo posmoderno, de ese mundo que busca negar la evidencia, es decir, rebelarse por puro imperio de la voluntad contra la realidad que, en el fondo, no es otra cosa que rebelarse contra el Creador de esa realidad. 

Dicho de otra manera, el Santo Padre quiere que las cosas sean como él quiere que sean, y si no son así, peor para las cosas, porque él continuará imponiéndoles su jesuitica voluntad. Él quiere que el pasto sea azul y aunque los prados con todas sus hierbas proclamen a viva voz que son verdes porque así los hizo el Creador, peor para las praderas y pastizales: por decreto o breve pontificio serán azules.

Veamos dos ejemplos de los últimos días. El 4 de julio se dio a conocer un documento de la Sede Apostólica titulado Ecclesiae Sponsae Imago, dedicado a regular el noble orden de las vírgenes, vocación de vida de muchas mujeres que permanecen solteras, consagrando su virginidad al Señor, pero sin pertenecer a ninguna orden religiosa (o prelatura personal). 

Se trata de una antiquísima institución de la Iglesia que en las últimas décadas cobró nuevo auge. Pues bien, nuestro Beatísimo Padre ha dispuesto, en un borbotón de puro voluntarismo que, para pertenecer al orden de las vírgenes, no hace falta ser virgen:
"... se tendrá presente que la llamada a dar testimonio del amor virginal, esponsal y fecundo de la Iglesia a Cristo, no se reduce al signo de la integridad física, y que haber guardado el cuerpo en perfecta continencia o haber vivido ejemplarmente la virtud de la castidad, aunque es de gran importancia en orden al discernimiento, no constituye requisito determinante en ausencia del cual sea imposible admitir a la consagración", dice en el número 88. Es decir, que el pasto es azul.
Posiblemente lo que no esperaba el Santo Padre es que las vírgenes consagradas se le levantaran en armasPocos días después de conocido el documento, la Asociación de Vírgenes Consagradas de Estados Unidos sostuvo que:
"se encontraban profundamente decepcionadas por la negación de que la virginidad integral es el fundamento esencial y natural de la vocación". 
“Es impactante escuchar de la Madre Iglesia que la virginidad física puede ya no ser considerada un prerrequisito esencial para la consagración a una vida de virginidad".
¿Y cómo no entenderlas? Esta política de inclusividad y misericordiosis propia del pontificado de Bergoglio choca con los límites que fija la realidad. 

La situación me recuerda los conflictos que se están ocasionando en deportes como el hockey sobre césped o el boxeo femenino cuando intenta integrar alguno de estos equipos un señor que en un momento dado se autopercibió como mujer. 

Así como el Estado decide que un hombre que fue constituido como tal por la naturaleza pueda ser considerado mujer, así también el Papa Francisco decide que una mujer que perdió su su virginidad pueda ser considerada virgen. [Pinchar aquí]. Como bien dice la Cigüeña de la Torre, habrá que recurrir a los servicios de La Celestina que ejercía de remendadora de vírgenes.

La distinción que están reclamando con fuerza las vírgenes consagradas no implica un "acto de discriminación" sino un acto de realidad. 

Es cosa buena y preciosa que una mujer que no vivió "ejemplarmente la castidad" se convierta. Para eso vino Cristo, para buscar la oveja perdida, y qué mejor ejemplo que el de Santa María Magdalena, igual que el de los apóstoles. Pero a nadie se le ocurriría incluirla en el orden de las vírgenes, sino que ella es conocida como "penitente". Y de ese modo son conocidas tantas otras santas como Santa Thais de Alejandría o Santa Pelagia de Jerusalén. 

"Pues nada de discriminar", dice el Santo Padre, "son todas vírgenes porque lo digo yo y así lo decreto y mando".

Pero la tozuda afirmación de que el pasto es azul no se reduce a cuestiones de virginidad sino que el Papa Francisco está redefiniendo el martirio. Ya comentamos en este blog la milagrosa aparición en Argentina de tres mártires desconocidos: Angelelli, Longueville y Murias, que ya están siendo festejados. Y la semana pasada aparecieron dos nuevos mártires: Teresio Olivelli y Lucien Botovasoa.

La diferencia de estos dos hombres -sin duda ejemplares- con los "mártires argentinos" es abismal y no vale la pena detenernos en eso. Resulta también claro que eran virtuosos y buenos cristianos pero, ¿eso los convierte en mártires, aun cuando hayan sido asesinados? ¿Entregaron efectivamente su vida "por odio a la fe"? Yo tengo mis dudas. 

Insisto, la vida de tanto de Teresio como de Lucien fue ejemplar y más la quisiera yo para mi, y seguramente están contemplando el Rostro Divino, pero no termino de ver que hayan sido muertos por odio a la fe sino, en todo caso, por odio simple y puro a un enemigo del nazismo o a un opositor al régimen inicuo del rey malgache Tsimihoño. Pero todo esto, aunque meritorio, no puede traducirse sin más en odium fidei.

Veamos un caso análogo, el del requeté Antonio Molle Lazo, que muere en manos de los milicianos comunistas durante la Cruzada Nacional española, poco después asistir a misa. Los relatos de quienes presenciaron su muerte dicen: 
"Intentaron (los milicianos) varias veces que gritara: “¡Muera la religión!” y “¡Viva Rusia!”; a lo cual sólo respondía: “¡Viva Cristo Rey!” y “¡Viva España!” También, cuando le amenazaban con ir a matarle y a beber su sangre, dijo: “Me mataréis, pero Cristo triunfará”. De los labios de Antonio, sin embargo, no se escuchó ningún insulto. Ante su negativa a blasfemar y a renegar de la fe, le mutilaron las orejas y le sacaron los ojos y parte de la nariz, pero únicamente decía: “¡Ay, Dios mío!” y seguía profesando: “¡Viva Cristo Rey!” Recibía golpes en todo el cuerpo, pero fundamentalmente en la cabeza. Sobre su pecho seguía llevando, también ensangrentado, el “Detente” con el Corazón de Jesús sobre el fondo de la bandera española. Y, comprendiendo que llegaba ya su final, pues uno de los asesinos dijo que iba a dispararle, extendió cuanto pudo sus brazos en forma de cruz, colocó sus piernas asemejándose a las del Crucificado y, con todas cuantas fuerzas pudo sacar aún de su interior, gritó con voz potentísima: “¡Viva Cristo Rey!”
Se trata de un joven, como Teresio, que siempre había sido un buen cristiano, como Teresio y Lucien, y que se enrola en uno de los dos bandos de una contienda, como Teresio y Lucien. Pero a diferencia de ellos, fue asesinado claramente y sin duda alguna "por odio a la fe". 

Sin embargo, Antonio, hasta donde yo sé, no es beato y no creo que lo sea, pues para el Santo Padre estaba en el bando equivocado.

Las vírgenes no son vírgenes, los mártires no son mártires y el pasto es azul. ¡No nos cerremos al Espíritu! ¡Abrámonos a las sorpresas del Papa Francisco!

The Wanderer

miércoles, 6 de junio de 2018

Ejercicio de misericordia: de qué modo la arquidiócesis de Múnich trata de matar un monasterio



La arquidiócesis de Múnich está tratando de clausurar a las Hermanas Franciscanas, de Reutberg (Alemania), según escribió el 6 de junio Peter Seewald en kath.net.  Seewald publicó varios libros-entrevista con Joseph Ratzinger.

Actualmente, sólo viven dos hermanas en Reutberg, apoyadas por ciudadanos locales, incluyendo el alcalde. Si el monasterio es clausurado, todos sus bienes pasan a la arquidiócesis.

Desde el 2010 el cardenal de Múnich, Reinhard Marx, un íntimo aliado del papa Francisco, impuso por encima de las hermanas un superior externo y una compañía de administración. Hasta hoy, las hermanas pagaron por los servicios de ésta última 500.000 euros. El esposo de la propietaria de la compañía es miembro del comité financiero de la arquidiócesis de Múnich.

La arquidiócesis rechazó hermanas de al menos cinco diferentes comunidades que querían ir y ayudar. Otra hermana logró quedarse por breve tiempo. Pero luego la arquidiócesis le ordenó que se fuera, porque ella estaba “estabilizando” la comunidad de Reutberg.

Oficialmente, la arquidiócesis afirmó que en un acuerdo con la abadesa a la hermana se le pidió que retornara [a su comunidad], pero la abadesa dijo por escrito que ésa fue una decisión exclusiva de la arquidiócesis.

Una mujer que conoce a las hermanas desde su niñez consideró ingresar a la Orden, pero se le ordenó (¡sic!) que se alejara. Otras mujeres que mostraron interés también fueron echadas.


lunes, 28 de mayo de 2018

El papa Francisco se entromete en la vida de las monjas de clausura



La instrucción vaticana Cor orans, publicada el 15 de mayo, que contiene instrucciones para la vida de las monjas de clausura, es “la muerte” y “el final de la vida monástica contemplativa”.

Ésta es la declaración de una anónima monja carmelita del Nuevo Rito que escribe el 27 de mayo en RemnantNewspaper.com.

El documento pide la elección de abadesas federales o “presidentes” que supervisen los monasterios federados. Introduce programas compartidos de formación inicial para postulantes y novicias, cursos de formación permanente para monjas profesas y financiamientos interconectados.

Esto significa que se suprime la autonomía de los monasterios y se elimina la autoridad de la superiora. Los monasterios individuales ya no son financieramente independientes y las peculiaridades de cada casa no tienen derecho a existir.


La monja comenta: “No hay opciones en este documento, no hay elecciones, no hay recursos. Esto es lo que se nos está haciendo”.


lunes, 26 de marzo de 2018

Jacques Philippe: ‘La santidad del siglo XXI va a ser la santidad de los laicos y de las familias’


Jacques Philippe

Jacques Philippe es el escritor de libros de espiritualidad más influyente de nuestra época. Ha vendido millones de ejemplares de obras como La paz interior e imparte retiros por todo el mundo. ¿Su secreto? Proponer “una vida cristiana basada en la sencillez y en la confianza en Dios”, porque “a veces hacemos de la vida espiritual algo muy complejo y necesitamos reencontrar la sencillez en la relación con Dios”.



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Antes de ser sacerdote estudió Matemáticas, pasó por una crisis de fe y dejó de ir a la iglesia. ¿Qué ocurrió para que volviese a Dios?

Yo había empezado un proceso vocacional con los maristas, pero tras Mayo del 68 y del Concilio Vaticano II, fue tanta la confusión que vi (incluso mi director espiritual dejó el sacerdocio) que me alejé de la Iglesia. Tras un año sin ir a misa vi que si me alejaba de Dios iba hacia la muerte, porque jamás podría ser feliz de verdad sin Él.

Entró en la Comunidad de las Bienaventuranzas, se ordenó sacerdote y empezó a impartir retiros. ¿Por qué comenzó a escribir?

En el desarrollo de mi ministerio me encontraba personas que me pedían ayuda. Así descubrí mi vocación a predicar. A raíz de los retiros que impartía, profundicé en los temas que más afectaban a la gente y vi que algunos, como la paz o la oración, ayudaban a muchas personas. Con los apuntes de mis retiros hice un librito, y en 1992 publiqué La paz interior, el primero de mis libros.

Ese, como el resto de sus libros, se ha traducido a 25 idiomas y tiene millones de lectores. ¿Le tienta el orgullo?

[Cara de perplejidad] No, ¿por qué? Si yo sé cuánta es mi miseria…

¿Y la tentación de pensar: “Mejor que lo haga otro…”?

Es verdad que otros podrían hacerlo, pero al mismo tiempo creo que es un don del Señor y un talento que no puedo enterrar. Los talentos que el Señor nos da no son para nosotros, sino para compartirlos.

La libertad interior, La paz interior, Tiempo para Dios, La confianza en Dios… No son temas muy en boga…

Aunque no estén de moda, la gente busca la paz y ya se ve que no la encuentra; hay mucho miedo y agitación. Igual pasa con la oración: tenemos el deseo de vivir un encuentro real con Dios; las personas no se contentan con una vida cristiana a medias, quieren una realidad viva.

¿Por eso sus libros tienen tanto éxito entre personas tan distintas


Creo que sí. A veces hacemos de la vida espiritual algo muy complejo y necesitamos reencontrar la sencillez en la relación con Dios y en la manera de vivir. La vida cristiana no está basada en la fuerza, sino, sobre todo, en la gracia. Yo propongo una vida cristiana basada en la sencillez y en la confianza en Dios.

Imparte retiros por todo el mundo. ¿Cómo definiría la salud espiritual de los católicos de hoy?

[Un silencio y una mueca].

¿Tan mala es?


[Sonríe] No, no. No soy pesimista, porque la salud espiritual de la Iglesia depende del Espíritu y Dios es fiel a su gracia. Aunque la Iglesia vive situaciones muy dolorosas –países donde la fe desaparece, desafíos culturales…–, no hay que perder la esperanza, porque la vida que Él nos ha dado nos la ha dado para siempre.

¿Pero cómo hacer que importe Dios en un mundo cada vez más secularizado?

Nuestro deber es volver a la fuente: ayudar a las personas a tener un encuentro personal con Dios. Tras esta experiencia, es más fácil encontrar la manera de contestar a los desafíos, profundizar en las verdades de la fe, ofrecer una antropología cristiana y lograr que la Iglesia se renueve. Son tareas enormes que exceden nuestras fuerzas, y además, los éxitos no son inmediatos, pero contamos con la promesa de Dios, así que tenemos que seguir adelante. Él cuenta con nuestra responsabilidad y fidelidad.

Ahora está de moda la meditación, el yoga, el mindfulness… ¿En qué se diferencia la espiritualidad cristiana?

En la vida cristiana no nos buscamos a nosotros mismos, ni nuestra propia satisfacción, sino un encuentro con Alguien real. Existe una relación personal, y de amor, con Alguien que no soy yo, porque la Santísima Trinidad es Alguien real. En esas tradiciones hay cosas positivas, como el deseo de vivir el instante presente o tomar conciencia de uno mismo, pero el cristianismo no consiste en poner el yo en armonía o entrar en contacto con el universo y borrar las fronteras de la realidad. Consiste en mantener una relación de amistad y amor con Dios; y el amor no se vive a solas.

¿Lo más difícil para el cristiano es que la vida interior tenga eco exterior?


No. Cuando la oración es auténtica, automáticamente hay un proceso de conversión que hace que nuestra relación con el prójimo se transforme: aprendemos a comprender, a no a juzgar, a perdonar… La gracia que recibimos en la oración cambia nuestra relación con los demás. Y ocurre lo mismo en sentido contrario: si intentamos practicar el amor del que habla el Evangelio, el encuentro con Dios se hace más profundo.

¿Pensar en un Dios todo misericordia puede llevar a preguntarse: “Si me perdona todo, no tengo que esforzarme”?

En el encuentro con Dios hay una conversión, un cambio del corazón, porque Dios nos muestra su misericordia. Pero al mismo tiempo nos muestra claramente lo que necesitamos cambiar en nuestra vida: el orgullo, la dureza del corazón, nuestros pecados… Si la relación con Dios es auténtica, no se cae en la pereza.

Pero mucha gente reza y su oración no le lleva a crecer. ¿Cómo se ora para hacer eficaz el encuentro con Cristo?

Lo más importante es ser fiel a la oración. A veces resulta fácil, otras es más difícil, pero lo importante es no desistir. No depende tanto del método (aunque el método puede ayudar), sino de la actitud del corazón. Hay muchos caminos, pero se trata siempre de tener la actitud humilde de saber que el Señor nos quiere en su presencia. Al ponerte en su presencia, el Espíritu Santo te enseña a rezar.

Sus libros citan muchos ejemplos de vidas de santos, pero suelen ser religiosos o sacerdotes. ¿Faltan ejemplos de santidad entre los laicos?


Cualquier santo tiene una enseñanza que vale para todos, consagrados o laicos. Pero sí pienso que la santidad del siglo XXI va a ser la santidad de los laicos y de las familias. Necesitamos santos sacerdotes y consagrados, pero creo que el Espíritu Santo quiere hoy impulsar la santidad de los laicos, porque es lo que el mundo necesita. Hay muchos lugares a donde un sacerdote no puede ir, pero un laico sí. Para la nueva evangelización, la tarea de los seglares es fundamental.

Hoy se habla poco de esa llamada a la santidad. ¿De verdad usted, yo, o el lector podemos ser santos? ¿Cómo?

Sí, sí, podemos ser santos. Pero primero hay que saber que la santidad no consiste en la perfección absoluta ni en adquirir unas capacidades superiores. La santidad es la capacidad de recibir todo el amor de Dios y compartirlo. Es ser capaz de amar como Dios ama: con fidelidad, pureza y generosidad. Eso no consiste en ser una persona más fuerte o perfecta. El secreto de la santidad es lo que decía santa Teresita: dejar que la gracia de Dios actúe en nuestra vida. Es un don que tenemos que recibir, no un logro que tenemos que alcanzar. El secreto es descubrir las actitudes que nos hacen receptivos al amor de Dios y los medios que nos permiten encontrar esta gracia.

¿Y cuáles son esos medios?


La oración, los sacramentos, una confianza absoluta en Dios, la humildad de reconocer nuestra debilidad, vivir el instante presente, saber agradecer, la generosidad en el servicio, un verdadero deseo de seguir a Cristo, aceptar las cosas como son, la alegría… Todo esto nos permite estar contentos y en presencia de Dios. Pero lo más importante, al final, es la confianza absoluta en el amor de Dios… que es justo lo que nos falta muchas veces…

¿De verdad son tan importantes los sacramentos?


En los sacramentos tenemos un encuentro con Cristo como nuestro médico. En la Eucaristía es Cristo mismo quien viene a habitar en nosotros para purificarnos y darnos su paz, su fortaleza, su luz. La confesión es también un sacramento de curación: nuestros pecados nos hieren, y el perdón de Dios nos cura. Es un sacramento muy importante para experimentar la paternidad de Dios, su amor incondicional. Cuando recibimos un sacramento y tenemos un deseo verdadero de que nuestro corazón se transforme, vemos los frutos.

Algunos cristianos tienen miedo de seguir a Cristo “en serio”, por si los carga con dificultades y les complica la vida. ¿Dios tiene una cruz extra para el que decide seguirlo?

Esa es una tentación que el demonio usa mucho para asustarnos y apartarnos de Dios. Lo que el Señor nos pide es aceptar la realidad de la vida y confiar en Él. Cuando encontramos un sufrimiento, si lo aceptamos, deja de ser pesado. Es pesado cuando nos negamos a aceptarlo o si nos empeñamos en contar solo con nuestras fuerzas, sin la ayuda del Señor.

Lo de “cargar con la cruz” no suena muy atractivo, la verdad…


No digo que seguir a Cristo siempre sea fácil, pero la cruz es parte de la vida, y cuando la aceptamos, recibimos una gracia para llevarla. Hay que aprender a abandonarse en las manos de Dios como un niño. Eso no significa que tengamos que ser pasivos: si estoy enfermo, tengo que poner los medios para curarme, pero al mismo tiempo, tengo que aceptar mi situación. Al hacerlo así, el sufrimiento es una gracia que me lleva a Dios, me hace más humilde, me ayuda a reconocerme pobre, me acerca a los demás y me capacita para entender a los que sufren.

Ser pobre, humilde, sencillo… ¡es lo contrario de lo que el mundo propone!

[Ríe] El misterio de la pobreza es que nos conduce a la alegría, a la libertad, a la paz, a la capacidad de dar y recibir, al amor bello y profundo, al amor de Dios. Es un camino que a veces nos da miedo, pero Dios se manifiesta en él porque quiere nuestra felicidad.

Antes ha hablado de un tema tabú: el demonio. ¿Existe el demonio?


Sí. El demonio es el que nos descorazona, el que busca separarnos de Dios, el que nos hace perder la esperanza. Sus armas son el desánimo, la tristeza, el miedo. Tiene otras estrategias, pero sobre todo nos hace dudar del amor de Dios. El demonio existe y hemos de estar alerta, pero no hay que tenerle miedo. Y tampoco hace falta hablar demasiado de él para negarle un espacio que no merece. Lo importante es centrarse en Dios.

¿Ha tenido usted alguna experiencia intensa con el Señor o con la Virgen?

[Ríe] No he tenido ninguna gracia mística, si es lo que pregunta. Sin embargo, sí ha habido momentos en los que he sentido muy intensamente la presencia y el amor de Dios y el cariño de la Virgen. Y otros donde he experimentado la fidelidad de Dios, muchas veces, con pequeñas cosas. No hacen falta tener una experiencia mística para sentirse tocado por Dios.

¿Cómo desea terminar esta entrevista?


Quiero insistir en proponer que nuestra relación con el Señor sea de verdad una relación de confianza; esto es lo que, poco a poco, nos conduce a la santidad. Y en que tengamos el deseo de ser instrumentos de Dios, pues así podremos hacer mucho bien.

(Entrevista publicada originalmente en Revista Misión)