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miércoles, 8 de agosto de 2018

Cardenal Robert Sarah: “Esas palabras son mentiras”



La anticoncepción debe ser rechazada no sólo porque la Iglesia la prohíbe, sino porque es intrínsecamente mala, dijo el cardenal Robert Sarah en una conferencia pronunciada el 4 de agosto en la abadía benedictina Anne de Kergonan, ubicada en Plouharnel (Francia).

Según la página web FamilleChretienne.fr, Sarah declaró que la anticoncepción reduce a la mujer a “objeto de placer”.

Sarah advierte sobre esos documentos [como Amoris Laetitia del papa Francisco] que afirman que las circunstancias o las situaciones concretas pueden justificar el uso de anticonceptivos.

“Esas palabras son mentiras”

Sarah agregó que a esas teorías hay que llamarlas “aberraciones”.

La Iglesia casual, el legado del Papa Francisco



La semana pasada el Papa Francisco regaló a la Iglesia algunas de sus acostumbradas sorpresas. Como ya comentamos en este blog, se erigió en dueño de la doctrina y dispuso el cambio del Catecismo de la Iglesia católica que desde ahora dice: 
"La Iglesia enseña, a la luz del Evangelio, que la pena de muerte es inadmisible, porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona”
El problema es que algo que atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona es siempre inmoral, es malum per se. En consecuencia, la doctrina católica de estos últimos dos mil años ha sido inmoral: apenas un detalle, bobadas que solamente interesan a los teóricos y no a los hombres de acción y de voluntad como Bergoglio.

En un orden menos trascendente pero no menos significativo, se erigió en juez de la moda y el buen gusto. El 1 de agosto recibió a un numeroso grupo de jesuitas jóvenes a los que dirigió un mensaje que comenzó con estas palabras: 
Cuando yo era estudiante, y debíamos ir a ver al General, o cuando con el General debíamos ir a ver al Papa, debíamos usar sotana y manteo. Veo que esta moda ya no existe; ¡gracias a Dios!”. 
Se entiende. Muchos de los sacerdotes presentes estaban en mangas cortas, o en mangas de camisa, y ninguno con sotana.

El Santo Padre, que nunca se dignó a usar el hábito coral que le corresponde por su cargo, no solamente ha establecido la moda casual en la Iglesia, sino que se ríe de la moda de su época y, a la vez, de todos sus predecesores y de todos los sacerdotes que usaron, y aún usan, sotana. Gracias a Dios, el ridículo traje talar ha desaparecido de los escaparates de las tiendas de moda. Gammarelli quebrará y cerrará sus centenario negocio del Pantheon. Los sacerdotes de Francisco se visten en Primark.

El Papa Francisco nos regaló la Iglesia casual; desde el modo de vestirse en las audiencias pontificias hasta la doctrina, pasando por las personas que lo rodean

¡Fuera las rigideces! ¡Fuera las formalidades! ¡Fuera la seriedad! ¡Fuera los monaguillos con las manos unidas! ¡Fuera el roquete y la muceta pontificia! ¡Fuera la uniformidad! 

¡Bienvenida sea la diversidad de clérigos con camisas celestes, grises, blancas y negras rodeando al pontífice! ¡Bienvenida sea la diversidad en el acceso a los sacramentos! 


¿Quién soy yo para negarle el bautismo al hijo, made in USA, del coreógrafo -pública y escandalosamente homosexual- Flavio Mendoza, que fue cristianado ayer en la Catedral Metropolitana de Buenos Aires, y a la que llegó en brazos de su padre y del novio de su padre? 

¡Fuera la uniformidad de monseñores y cardenales piadosos ocupando los puestos jerárquicos de la Curia vaticana! 

¡Bienvenidos a la colina del martirio de San Pedro los clérigos abiertos a la diversidad gay ! 
¡Bienvenido el cardenal Kevin Farrell, autor del prólogo del libro del jesuita James Martin S.J., “Construyendo un puente. Cómo la Iglesia Católica y la Comunidad LGBT pueden entrar en una relación de respeto, compasión y sensibilidad” (HarperCollins, 2018)! 

¡Fuera los sacerdotes sabios y eruditos de la venerable Biblioteca Vaticana! 

¡Bienvenidos los poetas mimosones y cariñosos! ¡Bienvenido el P. José Tolentino Mendonça, nombrado arzobispo y archivista y bibliotecario de la Santa Iglesia Romana! ¡Viva la diversidad y la desestructuración de las rigideces! ¡Qué importa que este portugués sea el autor del prólogo del libro de la monja Forcades “Teología feminista en la historia", o que varios sitios de Internet de su país lo señalen como un promiscuo practicante de conductas homosexuales, expulsado en su momento de su diócesis en la isla de Madeira por esa razón! 

¡Viva la diversidad!

La Iglesia casual, el legado del Papa Francisco.
The Wanderer

Noticias varias 7 de agosto de 2018


ADELANTE LA FE

Francisco: “La pena de muerte es contraria al Evangelio”

La pena de muerte: Francisco contra la Iglesia católica


Duración 17:47 minutos

RTV's 'Sunday Sermons from South St. Paul' blows the lid off Pope Francis's attempt to change the constant teaching of the Catholic Church on capital punishment. In what surely must be one of the most courageous sermons of 2018, this diocesan priest takes the gloves off and asks: 
"What's it going to be? The constant teaching established by Scripture, doctors and fathers of the Church, sainted popes and God Himself? Or that which rests on the whim of Pope Francis, who seems to think the Catholic Church’s binding teaching is whatever his opinion happens to be."
God help us, what is this man thinking, that in the middle of the most outrageous clerical sex scandal to date he decides it’s time to go after capital punishment...

Please share this sermon on social media and with family and friends everywhere. And for more information on this subject, see HERE and HERE.

Published in Remnant Articles

13 ‘dubia’ sobre la reforma del Catecismo (Carlos Esteban)



Ya adelanté alguna perplejidad en torno a la súbita reforma del Catecismo de la Iglesia Católica en su punto sobre la pena de muerte por Su Santidad, pena que pasa de ser lícita a “inadmisible”. 

Para aclarar mis dudas, me dispongo a exponerlas en formato de preguntas que sólo admiten un “sí” o un “no” como respuesta.

1- ¿Puede considerarse, como afirma Monseñor Luis Ladaria, Cardenal Prefecto de la Doctrina de la Fe, “desarrollo de doctrina” este cambio? 

El Beato John Henry Newman explicaba el ‘desarrollo de doctrina’ como una ampliación y aclaración de una doctrina previa, o una decisión sobre un punto no resuelto y en disputa. Pero, en este caso, disponemos de una prolongada, numerosa y unánime doctrina expresada por Papas, concilios y doctores de la Iglesia, siempre en el sentido de que es lícito para la autoridad legítimamente constituida recurrir en algunos casos a la pena capital para castigar delitos especialmente graves.

Incluso Juan Pablo II, personalmente contrario a la pena de muerte, no se sintió legitimado en este punto sino a recalcar qué pocos casos justificaban semejante extremo, dejando, sin embargo, explícita su licitud en último término.

¿Puede llamarse ‘desarrollo de doctrina’ decir que NO es lícito lo que la doctrina anterior define como lícito?

2- Monseñor Ladaria da a entender que no hay contradicción porque la ‘inadmisibilidad’ ahora decretada se explica por un cambio en las circunstancias, en concreto, porque hoy se dispone supuestamente de medios que aseguran la protección de la sociedad sin necesidad de aplicar esta pena.

¿Significa eso que la nueva ‘inadmisibilidad’ es solo aplicable ‘ex tempore’, mientras se mantengan las actuales circunstancias tecnológicas y económicas? ¿Voverá ser admisible si se pierden esas condiciones, o allí donde incluso hoy no existan?

3- Partiendo de la misma premisa, si la ‘inadmisibilidad’ de aplicar la pena de muerte depende del citado cambio en los avances del desarrollo penitenciario, ¿no hubiera quedado cubierta por la redacción anterior, que excluye la pena de muerte cuando puedan cumplirse los mismos fines por otros medios?

4- ¿Qué significado preciso hay que entender por ‘inadmisible’? Por la enorme gravedad de sus pronunciamientos, las declaraciones doctrinales siempre han usado un vocabulario extraordinariamente preciso y de términos reconocibles. ‘Inadmisible’ no es uno de ellos. ¿Quiere decir ‘intrínsecamente malo’, en cuyo caso no hay circunstancia que pueda hacerlo lícito y, por tanto, la Iglesia ha enseñado el error en esta materia durante siglos, condonando un tipo de homicidio?

5- En este sentido, la declaración recién aprobada condena la pena de muerte porque “es un ataque a la inviolabilidad y dignidad de la persona”. Si eso es así, ¿no debemos entender que la Iglesia ha estado gravemente equivocada hasta ahora al proclamar la licitud de la pena de muerte y que, por tanto, no puede haber ‘desarrollo de doctrina’, sino ruptura?

6- Partiendo de esa misma afirmación, ¿no es blasfemo pretender que Nuestro Señor Jesucristo, condenado a muerte, vio mermada su “dignidad como persona”? ¿No es inherente al ser humano y, por tanto, inalterable por circunstancias exteriores, la dignidad humana? ¿Debemos entender que, al ser condenados a muerte, sufrió la dignidad humana de los mártires que la Iglesia venera desde el principio hasta hoy mismo?

7- Al referirse a penas distintas alternativas a la de muerte, el texto papal dice de ellas que “no privan definitivamente al culpable de la posibilidad de redención”. ¿Debemos entender que los condenados a muerte se ven privados de esa posibilidad, pese a los incontables testimonios de condenados que se han arrepentido y pedido perdón de sus crímenes a las puertas del cadalso?
Si de la redención eterna se trata, ¿no es más probable que se preocupe por buscar el perdón de sus pecados quien ve su muerte cierta e inminente? Y si se refiere a otro tipo de redención -rehabilitación, reinserción social-, ¿es conveniente usar el mismo término que el que los cristianos consideramos eje central de la existencia? ¿Tiene, en definitiva, la Iglesia un interés doctrinal de peso para opinar sobre teorías penales mundanas?

8- ¿Debemos entender el nuevo punto del Catecismo como magisterio infalible, en virtud del hecho de que ha sido proclamado solemnemente por el Sumo Pontífice sobre una materia de moral? Y, si es así, ¿qué criterio hay para considerar al Papa reinante más infalible que sus predecesores, que enseñaron una doctrina claramente diferente sobre el mismo asunto? ¿Puede cambiar la verdad en algo que afecta a la “dignidad de la persona”? ¿Puede hacer el tiempo que lo ilícito sea lícito, o lo lícito sea ilícito, cuando se trata de bienes y males morales intrínsecos?

9- ¿Peca mortalmente el representante de la autoridad legítimamente constituida que admita la condena a muerte de un criminal, cumplidos todos los requisitos de determinación de culpabilidad más allá de toda duda?

Aparte de estas dudas de naturaleza básicamente moral y teológica, se me ocurren algunas otras que estarían de más en el escrito de un eclesiástico pero que me parecen oportunas en un periodista, a saber:

10- ¿Hay alguna razón de urgencia o especial interés para efectuar ese cambio de doctrina precisamente ahora? ¿Hay algún debate abierto sobre el asunto o se han expresado dudas graves, o de algún otro modo la actualidad ha llamado la atención sobre la pena de muerte, de modo que convenga justo ahora realizar este cambio?

No está la Iglesia de hoy exactamente falta de confusiones que claman por el juicio inapelable de Su Santidad, cuya primera misión encomendada por el mismo Cristo es “confirmar en la fe a sus hermanos”. A él se ha acudido recientemente, de hecho, por parte de algunos obispos alemanes para que aclare la licitud o ilicitud de dar la comunión a los cónyuges protestantes de fieles católicos o, ya de más larga data, las dudas de cuatro hermanos cardenales sobre la conveniencia de ofrecer la eucaristía a los divorciados vueltos a casar.

Y, sin embargo, en ninguno de los dos casos ha querido el Santo Padre disipar de modo tajante las dudas, sino que en el primer caso ha remitido la cuestión a las conferencias episcopales y, en el segundo, sencillamente ha permanecido en silencio.

En otras materias, la actualidad eclesial está hoy dominada por las olas de escándalos de abusos homosexuales por parte del clero que alcanzan altísimas figuras de la jerarquía y se remontan décadas en el pasado, en una crisis que clama por la atención decidida e indivisa del Papa. ¿Es éste el momento de pronunciarse sobre la pena de muerte, dando pábulo a la sospecha de que se trata de un intento de distraer la atención?

11- Si se considera apropiado el momento, ¿es apropiada la forma? ¿No es asentada costumbre, cuando un ‘desarrollo de doctrina’ es lo bastante grave como para dejar comprensibles espacios a la duda en la mente del fiel, propiciar una ordenada discusión teológica, encargar informes, solicitar consultas y, en fin, conocido por todos el asunto en discusión, dejarlo madurar durante un periodo razonable?

12- Atendiendo a esa misma forma unilateral y súbita, contradiciendo lo enseñado por la Iglesia hasta hoy sobre el particular, ¿cabe esperar nuevos cambios de doctrina en un espacio de tiempo previsible?

13- En atención, asimismo, a la circunstancia inexcapable de que el cambio coincide en la dirección y el espíritu de la corriente de pensamiento progresista que domina la vida pública en Occidente, ¿es de esperar nuevas formas de ‘aggiornamento’ con el espíritu de los tiempos, como podría ser, por ejemplo, un replanteamiento de la consideración que la Iglesia da a la condición homosexual e incluso a la licitud de las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo?

Carlos Esteban