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miércoles, 8 de agosto de 2018

La Iglesia casual, el legado del Papa Francisco



La semana pasada el Papa Francisco regaló a la Iglesia algunas de sus acostumbradas sorpresas. Como ya comentamos en este blog, se erigió en dueño de la doctrina y dispuso el cambio del Catecismo de la Iglesia católica que desde ahora dice: 
"La Iglesia enseña, a la luz del Evangelio, que la pena de muerte es inadmisible, porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona”
El problema es que algo que atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona es siempre inmoral, es malum per se. En consecuencia, la doctrina católica de estos últimos dos mil años ha sido inmoral: apenas un detalle, bobadas que solamente interesan a los teóricos y no a los hombres de acción y de voluntad como Bergoglio.

En un orden menos trascendente pero no menos significativo, se erigió en juez de la moda y el buen gusto. El 1 de agosto recibió a un numeroso grupo de jesuitas jóvenes a los que dirigió un mensaje que comenzó con estas palabras: 
Cuando yo era estudiante, y debíamos ir a ver al General, o cuando con el General debíamos ir a ver al Papa, debíamos usar sotana y manteo. Veo que esta moda ya no existe; ¡gracias a Dios!”. 
Se entiende. Muchos de los sacerdotes presentes estaban en mangas cortas, o en mangas de camisa, y ninguno con sotana.

El Santo Padre, que nunca se dignó a usar el hábito coral que le corresponde por su cargo, no solamente ha establecido la moda casual en la Iglesia, sino que se ríe de la moda de su época y, a la vez, de todos sus predecesores y de todos los sacerdotes que usaron, y aún usan, sotana. Gracias a Dios, el ridículo traje talar ha desaparecido de los escaparates de las tiendas de moda. Gammarelli quebrará y cerrará sus centenario negocio del Pantheon. Los sacerdotes de Francisco se visten en Primark.

El Papa Francisco nos regaló la Iglesia casual; desde el modo de vestirse en las audiencias pontificias hasta la doctrina, pasando por las personas que lo rodean

¡Fuera las rigideces! ¡Fuera las formalidades! ¡Fuera la seriedad! ¡Fuera los monaguillos con las manos unidas! ¡Fuera el roquete y la muceta pontificia! ¡Fuera la uniformidad! 

¡Bienvenida sea la diversidad de clérigos con camisas celestes, grises, blancas y negras rodeando al pontífice! ¡Bienvenida sea la diversidad en el acceso a los sacramentos! 


¿Quién soy yo para negarle el bautismo al hijo, made in USA, del coreógrafo -pública y escandalosamente homosexual- Flavio Mendoza, que fue cristianado ayer en la Catedral Metropolitana de Buenos Aires, y a la que llegó en brazos de su padre y del novio de su padre? 

¡Fuera la uniformidad de monseñores y cardenales piadosos ocupando los puestos jerárquicos de la Curia vaticana! 

¡Bienvenidos a la colina del martirio de San Pedro los clérigos abiertos a la diversidad gay ! 
¡Bienvenido el cardenal Kevin Farrell, autor del prólogo del libro del jesuita James Martin S.J., “Construyendo un puente. Cómo la Iglesia Católica y la Comunidad LGBT pueden entrar en una relación de respeto, compasión y sensibilidad” (HarperCollins, 2018)! 

¡Fuera los sacerdotes sabios y eruditos de la venerable Biblioteca Vaticana! 

¡Bienvenidos los poetas mimosones y cariñosos! ¡Bienvenido el P. José Tolentino Mendonça, nombrado arzobispo y archivista y bibliotecario de la Santa Iglesia Romana! ¡Viva la diversidad y la desestructuración de las rigideces! ¡Qué importa que este portugués sea el autor del prólogo del libro de la monja Forcades “Teología feminista en la historia", o que varios sitios de Internet de su país lo señalen como un promiscuo practicante de conductas homosexuales, expulsado en su momento de su diócesis en la isla de Madeira por esa razón! 

¡Viva la diversidad!

La Iglesia casual, el legado del Papa Francisco.
The Wanderer