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miércoles, 7 de septiembre de 2022

¿Cada día más cerca de la cárcel?



Partimos de la base más importante que es la de la legalidad: las «vacunas» contra el Covid nunca han sido, ni son, ni serán obligatorias, luego cualquiera que de forma directa o indirecta intente que alguien se «vacune» está vulnerando la legalidad y más en concreto la siguiente normativa nacional e internacional:

- Código de ética de Nuremberg de 1947,
- Declaración de Ginebra de 1948,
- Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948,
- Código internacional de ética médica de 1949,
- Declaración de Helsinki de 1964,
- El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de 1966,
- Convenio de Oviedo de 1997,
- Declaración Universal sobre el genoma humano y los derechos humanos de 1997.
- Declaración de Córdoba de 2020,
- Declaración universal sobre bioética y derechos humanos de la Unesco de 2005,
Ley 14/2007 de investigación biomédica,
- Resolución 2361 (2021), de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, sobre «Vacuna contra la covid-19: consideraciones éticas, jurídicas y prácticas.»
- Real Decreto 1090/2015 de 4 de diciembre por el que se regulan los ensayos clínicos con medicamentos.

Dicho lo anterior, vamos a sentar algo más: en la actualidad sólo hay una institución en España que se empeña, y además, ladinamente, en que sus miembros se «vacunen»: el Ministerio de Defensa, especialmente sus alumnos de las Academias Militares, es decir, los más influenciables, vulnerables e indefensos. Tanto la Guardia Civil, como la Policía, y otros organismos e instituciones nunca lo han hecho y es más, actualmente cada día disminuyen las restricciones impuestas en su momento por el Covid no quedando ya casi ninguna –incluso se han suspendido en los centros educativos–; y eso que el contacto de sus miembros, de sus agentes, con todo tipo de personas, incluidos inmigrantes, es infinitamente superior al de los militares y para qué decir de los cadetes de las Academias.

Y ahora la guinda del pastel. Los efectos secundarios de las «vacunas» en seres humanos (¡ojo, efectos secundarios graves, incluso de muerte) están reconocidos no sólo ya por las instituciones sanitarias –a pesar de tener que hacerlo a regañadientes lo han hecho– y por organismos oficiales de la Unión Europea como es el caso de su Agencia Médica que lleva contabilizados más de 50.000 muertos y más de cinco millones de afectados por graves efectos secundarios, o la sentencia del Tribunal Supremo de los EEUU ganada por Robert F. Kennedy Jr. (AQUÍ), sino también por los propios fabricantes de las «vacunas» que ya no lo esconden (ver enlaces al final). Algunos dirán que esas muertes son pocas en comparación con los «vacunados», pues bien, nosotros les contestamos que puede, pero que ésa es la única película de la que ni usted ni nadie desea ser el protagonista … obligado, claro; si lo es voluntariamente pues allá usted, es decir, que nadie quiere esos efectos o esas muertes porque alguien les obligue, además ilegalmente, a «vacunarse».

Pues bien, el Ministerio de Defensa sigue erre que erre intentando, como hemos dicho además ladinamente, que los alumnos de sus Academias se «vacunen» (ver enlaces al final), a lo que los mandos superiores –JEMAD, JEME, AJEMA y JEMA– no se oponen, e incluso hay algunos que colaboran especialmente como son los Grl,s Juan José Sánchez Ramos (Inspector General de Sanidad Militar) y Pedro José García Cifo (Director General de Reclutamiento y Enseñanza), y Pedro Cardona Suanzes (Comandante Director de la Academia Naval).

Y como último detalle ahí va lo siguiente: aunque la opacidad es total, al menos se han registrado los siguientes casos de algo que ya comienza a ser epidemia: la repentinitis, es decir, la muerte repentina y sin explicación alguna, máxime teniendo en cuenta que los fallecidos estaban en perfectas condiciones y el esfuerzo que realizaban en ese instante no era nada anormal, sino todo lo contrario (con ello no decimos que tales muertes se deban directamente a las «vacunas», porque no sabemos si estaban o no vacunados, pero la citada opacidad tiene la desventaja que da qué pensar):

- El Cabo Francisco Pérez Benítez del cuartel de Aizoáin (Navarra), de 35 años, murió el 24/2/2021 a consecuencia de la «vacuna» de Astra-Zéneca. Tanto el hecho como la causa han sido oficialmente reconocido por Defensa.

- Un soldado de 22 años del Regimiento de Caballería Montesa nº 3, Ceuta, fallecido el 16/08/2021 durante la actividad física habitual.

- Un Alférez cadete de 22 años y con una forma física perfecta que se desplomó muerto en el acto durante una marcha topográfica en San Gregorio el 6/9/2021. Otros nueve fueron hospitalizados.

- Dos buceadores de Zapadores fallecidos respectivamente los días 12 y 16/10/2021.

- Una soldado del Ejército de Tierra de 35 años, falleció el 17/12/2021 de una parada cardiorrespiratoria tras encontrarse mal durante la realización de unas maniobras en Meis (Pontevedra).

- Una soldado de la UME (sobrina de Cristina Cifuentes) hallada muerta en su domicilio el 21/1/22.

- Un soldado de la Brigada Aerotransportable (Galicia V).

- El Capitán jefe de la Cía. Plus Ultra de Aviación de la Guardia Real.

A lo anterior, hay que añadir la sorprendente, inexplicable e inexplicada epidemia de «golpes de calor» que han llevado a la UCI a varios cadetes con colapsos múltiples, aunque se van recuperando, algo que no ocurría nunca, «diagnóstico» que todo lo… ¿tapa? más extraño aún en jóvenes cuya forma física es excepcional y «epidemia» que en las Academias nunca se dio.

Lo que está ocurriendo en Defensa, y más aún en sus Academias Militares, es grotesco, irracional, sangrante y, como hemos dicho, ilegal a todas luces. A pesar de los pesares y de las pruebas, siguen insistiendo en la «vacunación» imbuidos de una soberbia y desprecio por sus subordinados que raya en lo criminal. 

Junto a los citados, también los profesores de ellas vulneran la principal obligación y deber de cualquier mando con respecto a sus subordinados que es la de velar por ellos y darles ejemplo. En este caso, no velan por ellos y además les dan mal ejemplo. Eso sí, cumplen con el objetivo de adoctrinar a los cadetes para que el día de mañana, como ellos hacen hoy, cuando sean mandos, cumplan sin rechistar incluso las órdenes que no se deben obedecer cuando van contra la Constitución, las Ordenanzas y demás normativa legal nacional o internacional. Recuerden: todos los que a lo largo de la historia se han visto implicados en traiciones o crímenes de guerra adujeron siempre lo mismo: la debida obediencia… ciega.

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B. Díaz del Castillo