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martes, 18 de septiembre de 2018

Papa y abusos: aquí es donde están los falsificadores de la palabra (Marco Tosatti)



Hay un hecho, muy simple, al que se debe dar una respuesta, de la que depende la credibilidad del Papa: ¿el 26 de junio de 2013 monseñor Viganò informó realmente al Papa del caso McCarrick? Tienen derecho a saber millones de católicos. Pero por el contrario, la habitual banda de falsificadores de las palabras, apenas alguien se hace esta pregunta, buscan desacreditar al que plantea las cuestiones, dándoles segundos, terceros y cuartos fines innobles.

“El papa Francisco se reunirá en el Vaticano con todos los presidentes de las Conferencias Episcopales, desde el 21 al 24 de febrero próximo, ‘para hablar de la prevención de los abusos contra los menores y los adultos vulnerables’”. De este modo, Vatican News, que informa las palabras de la vicedirectora de la sala de prensa vaticana, Paloma García Ovejero, en la sesión informativa llevada cabo al término de la reunión del C9, el Consejo de Cardenales para la reforma de la Curia romana.

Luego leemos un editorial de Avvenire, en el que Stefania Falasca recomendó, “para no permanecer desorientados por los falsificadores de la palabra que asedian la actual estación eclesial”, que es saludable “seguir el magisterio ordinario del sucesor de Pedro. El Papa no es un personaje. En su predicación ordinaria no habla de sí mismo”.

Falasca afirma que “se multiplican los síntomas de un mal que parecen propagarse como una crisis de neurastenia colectiva, donde todo se convierte en materia de denigración y recibe una interpretación de izquierda, que llega incluso a considerar normal y lícito pedir la renuncia del Papa como si fuese el jefe de una empresa o de un partido”.

Falsificadores de la palabra. Aquí, mientras leíamos esta frase, pensábamos en McCarrick, en Tegucigalpa, en Boston y su seminario, y en muchos otros casos en Alemania, Chile, Estados Unidos e incluso en Italia, aunque por ahora, para nosotros, las denuncias son sólo tenues, anónimas. Una crisis que, como ha sido afirmada por varias partes, se refiere a la “homosexualidad generalizada” del clero y de los obispos; Pero de eso la institución no habla. No lo menciona el comunicado para la reunión de febrero (¡febrero! Estamos en septiembre...) de las conferencias episcopales, ni siquiera el Papa la ha mencionado en carta a los obispos chilenos, y en las otras intervenciones, no hablan de ello las fuentes oficiales. ¿Por qué? ¿Qué es lo que no se quiere decir? ¿Somos malos si pensamos que hay “falsificadores de la palabra” por omisión, intencional? ¿Para cubrir a quién y qué?

Falasca tiene razón, que aconseja seguir el magisterio ordinario. Pero por desgracia, el Pontífice es también una persona, que como cualquiera, tiene mayor o menor credibilidad, dependiendo de la correspondencia entre lo que dice y lo que hace. Y es por eso que es tan importante, para mí, y para millones de otras personas, saber si realmente monseñor Viganò le dijo al pontífice el 26 de junio de 2013 quien era y lo que había hecho y hacía Thedore McCarrick. Porque si es verdad que el papa Bergoglio no sólo no hizo nada, sino que lo rehabilitó, y ha seguido sus consejos para las promociones y nombramientos en Estados Unidos, premiando a amigos y alumnos de McCarrick, su credibilidad, cuando en febrero presida esta enésima conferencia vaticana, no será igual a la de la que podría gozar si Viganò hubiese mentido o se hubiera equivocado.

Es por eso que se entra por defecto en la banda de los falsificadores de palabras, cuando en vez de tratar de averiguar si esto -un hecho, no una opinión- es verdad o no, se llena de palabras con complots y ataques al Papa y todo lo demás. En las democracias, donde la palabra es libre, se puede pedir cuentas a la autoridad de la realidad o no de un acontecimiento. En los regímenes, no. Y un pedido de transparencia y verdad es inmediatamente etiquetado como un asalto a la figura guía carismática, al “pequeño padre”, al “gran timonel”, y así sucesivamente. Y los falsificadores de palabras que reaccionan inmediatamente buscan desacreditar a los que plantean las cuestiones, atribuyéndoles normalmente segundos, terceros y cuartos fines innobles. También hemos visto esto.

Porque al permitir que se pierda la renuncia es la credibilidad personal y humana del pontífice la que está en juego. Y eso representa un drama para muchos católicos, y quizás también para algunos no-católicos. Por esta razón los falsificadores de la palabra evitan, en sus largas disertaciones y análisis, tocar este punto. A lo cual el silencio, de todas maneras adornado y adornado, no constituye una respuesta. Un mono vestido de seda sigue siendo un mono. De manera vaga, el C9 eclipsa la posibilidad de que la Santa Sede formule “las aclaraciones eventuales y necesarias […] frente a todo lo que ha sucedido en las últimas semanas”.

Mientras tanto, también entre los detractores más encendidos del arzobispo Viganò se admite ahora que “es evidente que el ex nuncio en Estados Unidos ha citado fechas y documentos que están en su posesión (o han pasado bajo sus ojos), sobre los cuales no hay motivo para dudar”. Una admisión importante. ¿Y si ni siquiera estuvo equivocado en la audiencia el 26 de junio de 2013 con el papa Bergoglio? Las “aclaraciones” son centrales también y, tal vez, sobre todo en esta ocasión.

Publicado originalmente en italiano en: in www.lanuovabq.it/it/papa-e-abusi-ec…

Traducción al español por: José Arturo Quarracino

Marco Tosatti

Europa está colapsando, defensores de Viganò, la sharia en Suecia, el sínodo macarra, un poco se sensatez (Specola).


Es más que evidente que la sociedad llamada occidental muy especialmente la Europea está colapsando. El bajísimo nivel de sus dirigentes está facilitando a ideologización de ámbitos sociales que están perdiendo su prestigio y su autonomía. Las noticias de hoy nos indican que la Iglesia Católica no es ajena a este proceso que le está afectando de lleno. El acceso a los más altos niveles de gobierno de personas indignas en su vida personal y absolutamente inadecuadas está destruyendo el sustrato social que en otro tiempo la hacía fuerte. La ausencia de vocaciones hará que en muy poco tiempo la iglesia desaparezcan en grandes ámbitos. Son muchos los fieles que se han alejado y continúan haciéndolo reduciendo las en otro tiempo florecientes parroquias e instituciones católicas a un erial.

Dentro de esta crisis sin precedentes siempre se ha mantenido un núcleo de intelectuales que quedaban como el resto de Israel y eran la esperanza de una renovación seria de tantas cosas. Hasta esto esta cayendo. Hoy tenemos algunas entrevistas muy interesantes que denotan que lo que pueda suceder en lo que quede de pontificado de Papa Francisco ya no interesa en absoluto y que ya se lanzan la mirada al cercano futuro. George Weigel nos ofrece una interesante reflexión sobre los hechos actuales. Todos esperamos las clarificaciones que no llegan, no creemos que lleguen nunca, del contenido del testimonio Viganò. Weigel se muestra muy del lado del ex nuncio y añade muchos matices sobre el estado actual de la iglesia. Steve Bannon está detrás de la academia que intenta formar los que los críticos definen como populistas conservadores. Lo cierto es que algo se está moviendo y no es precisamente en la dirección que le gusta al Papa Francisco.

Tenemos nueva constitución sobre la comunión episcopal. Cuando suenan voces de cisma tenemos que ser conscientes que la unidad en la iglesia solo se puede producir entorno a una persona que es Jesucristo. El intentar cerrar filas de otras maneras no da resultados ni los ha dado nunca. La sensación es que ante un episcopado desacreditado y de muy evidente bajo nivel se quieren diluir responsabilidades en un organismo. Al final son las personas valiosas las que cambian la historia y en la iglesia estos tienen un nombre y son los santos. Todo lo demás es hojarasca que el viento de la historia hace desaparecer con una crueldad absoluta.
Suecia es el primer país Europeo donde la sharia está siendo aplicada sin que las autoridades puedan hacer nada para impedirlo. Los curas australianos quieren casarse y piensan que con eso se arreglarán todos los problemas. Más mujeres profesoras en los seminarios para solucionar la pedofilia y la homosexualidad. La capilla Sixtina y las fiestas sacrílegas del Metropolitan. Un obispo católico inaugura una obra masónica con el argumento que no hay que ser excluyentes. La muerte de Juan Pablo I y los jesuitas. Condena a diez años de retiro en un monasterio en España a un sacerdote por abusos a menores y seminaristas. El próximo sínodo que ya se presenta como la floración del ‘macarrismo’ en estado puro. Los caballeros de Colón intentan olvidar sus antiguas devociones. El cardenal Zen que teme un cisma pero este por otros motivos.

Por salud mental nos permitimos citar al Santo Cura de Ars como un bálsamo que nos anime ante tanta locura irracional y absurda. Puede que no sea de rabiosa actualidad, o quizás sí:

“Un buen pastor, un pastor según el Corazón de Dios, es el tesoro más grande que el buen Dios puede conceder a una parroquia, y uno de los dones más preciosos de la misericordia divina”.

“Si desapareciese el sacramento del Orden, no tendríamos al Señor. ¿Quién lo ha puesto en el sagrario? El sacerdote. ¿Quién ha recibido vuestra alma apenas nacidos? El sacerdote. ¿Quién la nutre para que pueda terminar su peregrinación? El sacerdote. ¿Quién la preparará para comparecer ante Dios, lavándola por última vez en la sangre de Jesucristo? El sacerdote, siempre el sacerdote. Y si esta alma llegase a morir [a causa del pecado], ¿quién la resucitará y le dará el descanso y la paz? También el sacerdote…¡Después de Dios, el sacerdote lo es todo!… Él mismo sólo lo entenderá en el cielo”.

“Si comprendiéramos bien lo que representa un sacerdote sobre la tierra, moriríamos: no de pavor, sino de amor… Sin el sacerdote, la muerte y la pasión de Nuestro Señor no servirían de nada. El sacerdote continúa la obra de la redención sobre la tierra… ¿De qué nos serviría una casa llena de oro si no hubiera nadie que nos abriera la puerta? El sacerdote tiene la llave de los tesoros del cielo: él es quien abre la puerta; es el administrador del buen Dios; el administrador de sus bienes… Dejad una parroquia veinte años sin sacerdote y adorarán a las bestias… El sacerdote no es sacerdote para sí mismo, sino para vosotros”.

Era un cura de pueblo y no muy espabilado pero sus palabras siguen teniendo una enorme actualidad. Creemos que no somos del todo conscientes que es esto lo que quieren que desaparezca de la Iglesia. Por cierto, lo de adorar a las bestias ya está llegando.

“Ambicionad los carismas mejores”.

Buena lectura.
Specola

ENLACES

Il dono della sessualità, l’impegno politico, la vicinanza ai poveri. Papa Francesco a tutto tondo con i giovani francesi (di F. Gnagni)

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Seis razones para temer el Sínodo de la Juventud (Carlos Esteban)



Entre el 3 y el 28 de octubre se celebrará en Roma un Sínodo de la Juventud con el título ‘Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional’, pero hay buenas razones para temer que el fin último de esta reunión no sea ni la fe ni el discernimiento vocaciones, y solo marginalmente los jóvenes. Estas son las razones de mi recelo.

Es mal asunto que el anuncio de un sínodo de la Iglesia Católica, en lugar de ser motivo de gozosa expectación, se convierta en causa de temor en un fiel, pero el discernimiento, considerados los datos objetivos de que disponemos, lleva en este caso a una desconfianza que no creemos racionalmente infundada. La nueva constitución apostólica publicada hoy sobre la estructura de los sínodos, Episcopalis Communio, no hace más acentuar nuestros temores.

En definitiva, lo que tememos es que se use el sínodo para cambiar la doctrina de la Iglesia en torno a temas tan cruciales como la consideración moral sobre la sexualidad humana: licitud de la contracepción, revisión de la concepción antropológica de la homosexualidad y relajación de la indisolubilidad del matrimonio, o al menos que se introduzca la ya habitual dosis de confusión sobre todo ello.

El primer motivo de aprensión es el de los precedentes, en concreto, los dos Sínodos sobre la Familia de 2014 y 2015. Tenemos ya sobrados testimonios y pruebas de que ambos fueron planificados hasta el último detalle para llegar a conclusiones prefijadas, quedando los obispos como ‘figurantes’ y excusas para que la decisión unilateral pareceria colegiada.

Todo apuntaba a un mismo fin, el mismo ‘permiso pastoral’ a los divorciados vueltos a casar y que viven ‘more uxorio’ para recibir la comunión, tal como han entendido la mayor parte de las conferencias episcopales a partir de la exhortación papal Amoris Laetitia: el encargo al cardenal alemán Walter Kasper para que dictara el esquema principal ya en febrero de 2014, la exclusión del Pontificio Instituto Juan Pablo II de la primera sesión -reincorporado en la segunda tras numerosas protestas-, el nombramiento en la secretaría de ‘intérpretes autorizados’ de las conclusiones a gente como el padre Spadaro, director de Civiltà Cattolica, o Forte, las notas publicadas a cargo del Padre Lombardi, la prohibición a los padres sinodales de hacer declaraciones…

Los tejemanejes se hicieron, en fin, tan descarados y conocidos por todos que la intención original del Papa quedó, al menos en parte, frustrada, y el documento final fue una versión tan aguada y de compromiso que no contentó a ninguna de las partes.

En el caso del Sínodo de la Juventud contamos, por lo demás, con antecedentes aún más próximos en el presínodo y en el Instrumentum Laboris, el documento que delinea los asuntos que se van a tratar en la reunión.

La novedad del presínodo consistía en un reunión de trabajo en la que estuvieran representados los supuestos destinatarios principales de todo el asunto, los jóvenes. Pero el elenco, que pretendía ser representativo de la juventud católica comprometida con su fe, fue cualquier cosa menos eso. Los jóvenes eran seleccionados por las conferencias episcopales que, naturalmente, enviaban la muestra que más podía estar en línea con lo que intuían que deseaba el Papa, algo difícil de ignorar escuchando sus propias palabras.

Se intentó también, en un despliegue de apertura, reuniones online de acceso cuasi libre, y precisamente muchos de los que participaron en ellas fueron los primeros en dar la voz de alarma, asegurando que muchos de los asuntos más debatidos se hurtaron por completo del documento final.

Por lo demás, la ‘opinión de los jóvenes’ reflejada en el documento tenía más que ver con las preocupaciones y obsesiones de quienes eran jóvenes en Mayo del 68 que de quienes son jóvenes en esta segunda década del siglo XXI. Hablan de apertura y flexibilidad litúrgica y, en definitiva, demandas que quizá tendría sentido hacer a la Iglesia preconciliar, pero difícilmente a la nuestra.

En cuanto al Instrumentum Laboris, se recogen exactamente esas mismas demandas de flexibilización moral aún mayor en cuestiones relativas a la sexualidad con sospechosa insistencia. De hecho, en su presentación se destacó con orgullo que es la primera vez que aparece en un documento eclesiástico oficial las siglas LGBTI, aclarándose que al incluirla no se hace más que recogerla de las actas de las discusiones, algo que es falso como puede comprobar cualquiera.

Tampoco resulta especialmente tranquilizador observar, en pleno tsunami de escándalos de abusos homosexuales iniciados con la deposición del ex cardenal McCarrick, a quiénes ha nombrado Su Santidad para participar en el sínodo. ¿Qué puede aportar en un Sínodo de los Jóvenes un cardenal Rodríguez Maradiaga que ha acusado de mentirosos y de alinearse con la ‘antiIglesia’ a 46 seminaristas que se han atrevido a denunciar en carta abierta la ‘dictadura homosexual’ que impera en el seminario mayor de Tegucigalpa, o que ha mantenido como mano derecha y frecuente sustituto a un obispo auxiliar, Juan Pineda, acusado de abusar de seminaristas y convivir en relación homosexual con un hombre, por lo que ha sido cesado?

¿Qué decir del cardenal Reinhard Marx, presidente de la Conferencia Episcopal Alemana y miembro del C9, que ha ignorado la decisión de la Congregación para la Doctrina de la Fe prohibiendo la intercomunión?

¿Cómo se le puede ocurrir a nadie que es buen momento de incluir en un sínodo hoy a los obispos americanos Blase Cupich y Joseph Tobin, ambos de la ‘escudería’ de McCarrick, elevados al episcopado por la recomendación del defenestrado arzobispo emérito cuando ni siquiera estaban entre los primeros puestos de la lista para el nombramiento?

¿Cupich, que ha declarado dos veces seguidas que el escándalo de los abusos no merece demasiada atención porque hay “una agenda más amplia”, de la que solo cita dos temas tan centrales a la fe cristiana como el medio ambiente y la inmigración masiva?

¿Tobin, que todavía no ha dado una explicación satisfactoria de su ‘resbalón’ en Twitter, ese “buenas noches, cariño, te quiero”, y que preside una de las diócesis, Newark, más ‘LGBTI-friendly’ de Estados Unidos?

Sobre todo, ¿en qué cabeza cabe dejar al Cardenal Kevin Farrell, mano derecha de McCarrick en Washington, con quien convivió seis años, y antes uno de los hombres de confianza de Marcial Maciel, a pesar de que ha declarado que las fechorías de ambos le sorprendieron absolutamente? Bastante deprimente es ya que presida el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, que organizó el aquelarre de Irlanda, a donde llevó a su amigo y apóstol de los LGBIT, padre James Martin.

Sobre Farrell, por lo demás, se rumorea que corre ya por Roma una informe devastador, cuya publicación podría producirse en pleno sínodo.

Francisco tiene, de hecho, tal costumbre de convocar sínodos con un epígrafe para conseguir fines que no aparecen en él que ese ‘método’ de disfrazar de decisión colegiada una finalidad propia de su camarilla resulta ya transparente.

Lo hemos comentado en el caso de los dos Sínodos sobre la Familia, pero podíamos referirlo igualmente al cercano Sínodo de la Amazonía, en el que la región ecuatorial parece ser una mera excusa para introducir el celibato opcional o, lo que es lo mismo a la larga, la abolición del celibato sacerdotal.

De hecho, no parece que la evangelización de la Amazonía, región tan inmensa como escasamente poblada, requiera un sínodo mucho más que muchas otras regiones, incluida nuestra Europa descristianizada. Pero uno lo entiende mucho mejor tras leer que el propio Santo Padre ha insistido en que se incluya en el documento preparatorio discusiones sobre la conveniencia de ordenar ‘viri probati’, hombres casados de ‘buenas costumbres’. Lo que parece una consecuencia se revela, en definitiva, en la verdadera razón de todo el asunto.

Un motivo ulterior para sospechar que va a usarse el sínodo para cambios en el sentido de que habábamos al principio es la acumulación de detalles a lo largo de estos cinco años de pontificado que apuntan consistentemente en esa misma dirección.

¿En qué puede consistir la ‘revisión’ de la encíclica Humanae Vitae que se ha anunciado con motivo de su medio siglo de existencia?

¿Por qué, lejos de censurarse a un sacerdote como el padre James Martin, que ha expresado en incontables ocasiones su disconformidad con el Catecismo de la Iglesia Católica en lo tocante a la homosexualidad, se le hace asesor de comunicación del Vaticano y se le invita como ponente estrella en el Encuentro Mundial de las Familias?

¿Por qué se nombra prefecto del megadiscasterio para los Laicos, la Familia y la Vida al mismo obispo que escribió la introducción al libro de Martin, Kevin Farrell?

¿Por qué se pone a Monseñor Ricca, que no ha puesto demasiado esfuerzo en ocultar sus amoríos homoeróticos al frente de las finanzas vaticanas, o a José Tolentino Calaça de Mendonça como Archivista y Bibliotecario en el Vaticano?

¿Por qué el “¿quién soy yo para juzgar?” o el “Dios te ha hecho homosexual”, nunca desmentido?

La lista de preguntas que apuntan en una misma dirección podría hacerse interminable, y no se referiría solo al Santo Padre, ni siquiera a la Curia, sino a buena parte del episcopado occidental, incluido el nuestro.

Incluso ante la evidencia de que la abrumadora mayoría de los casos de abusos que han vuelto a poner la Iglesia en la picota se refieren no tanto a niñas como a niños, y no tanto a niños como a adolescentes, en una abrumadora mayoría de los casos, el Papa y sus adláteres han preferido evitar pronunciar la palabra ‘homosexual’ -el elefante en la sala de estar- y han preferido aferrarse a un vaguísimo ‘clericalismo’ que cada cual interpreta como le place.

Y en estas llega la constitución apostólica ‘Episcopalis communio‘, que en interpretación del teólogo ‘francisquista’ Massimo Faggioli, vendría a convertir lo decidido en un sínodo en solidario con la opinión papal y, por tanto, en magisterio ordinario, doctrina que debe creer todo fiel católico.

¿Entienden ahora?

Carlos Esteban

Descartar al denunciante Viganò como tradicionalista anti-homosexual no levantará vuelo



El intento de los medios de comunicación del izquierdista Bergoglio “de descartar al arzobispo denunciante Viganò como un tradicionalista anti-homosexual no levantará vuelo”, comentó el 15 de setiembre el diario New York Post, propiedad de [Robert] Murdoch.

Contradiciendo esto, el diario oligarca elogia al cardenal de Nueva York, Timothy Dolan, quien dijo a CNN: “no creo que debamos tomar en serio las acusaciones del arzobispo Viganò” [aunque esas acusaciones son muy graves].

Dolan supo de los abusos de McCarrick durante décadas, pero se quedó tranquilo porque es como la mayoría de los actuales obispos: pelearán por sus carreras eclesiásticas, pero no por la verdad.

Cardenal Müller pone al descubierto las herejías [de Francisco]



La raíz de la [presunta] crisis de los abusos “no es el clericalismo, cualquiera que sea”, sino el “alejamiento de la verdad” y el “libertinaje moral”, dijo el cardenal Gerhard Ludwig Müller en una homilía pronunciada durante una ordenación sacerdotal celebrada el 15 de setiembre en Roma.

Müller agregó que no es posible inventar una “nueva pastoral” y simultáneamente dejar intacta la doctrina de la Iglesia. Eso “no es una reforma, sino una herejía”.

Según él, es una herejía ubicar a Cristo, el maestro de la Verdad divina, en oposición a Cristo el Buen Pastor.

Las palabras de Müller contradicen a Francisco, quien afirmó que el “clericalismo” está en la raíz de la crisis de los abusos, implicando que el “clericalismo” afecta solamente a homosexuales y pedófilos.

BUSINESS AS USUAL Pray. And be silent (Michael Voris)


Duración 4:56 minutos

TRANSCRIPT

Sources are telling Church Militant privately that during last week's meeting between Pope Francis and the U.S. delegation of Cardinals Daniel DiNardo and Sean O’Malley, as well as Los Angeles Archbishop Jose Gomez, the Pope basically told them to go jump in the lake.

DiNardo went to the Pope with three proposals to address the burgeoning clerical sex abuse crisis which is largely homosexual in nature.

The three proposals the Americans laid in front of the Pope were:

One: A full investigation into "the questions surrounding" the McCarrick situation. How did he rise to such prominence and maintain his high profile when so many knew of his homosexual rape and assaults against seminarians in the beach house? Specifically, DiNardo presented to Pope Francis for the Vatican to conduct an apostolic visitation into these questions "in concert with" a group of laypeople identified for their expertise by the USCCB's lay-run National Review Board who will be "empowered to act."

Two: An investigation into Abp. Viganò's charges exposing a whole homosexual network that is like an octopus with tentacles reaching everywhere strangling the life out of the Church.

Three: An opening of new and confidential channels for reporting complaints against bishops and advocacy for more effective resolution of future complaints.

DiNardo has previously said publicly that all three goals "will be pursued according to three criteria: proper independence, sufficient authority and substantial leadership by laity."

Of course, because of the way the Church is governed, and it's bishops — including the bishop of Rome — that is being discussed, all of the plans, of course, need the explicit approval of the Pope. That's why the delegation was in Rome, to begin with, to petition His Holiness to launch these investigations. So imagine the utter shock of the men when the Pope just cut them off and said: Nope; ain't going to happen — no investigations, no lay oversight, forget it. I'll take of all this in the two-day long meeting of bishops in Rome I've called for February. Thank you, gentlemen.

And just like that, the meeting was over.

Of course, this isn't how it's being discussed publicly, but this is exactly what happened privately. Pope Francis himself — personally and directly — simply cut the legs out from any investigation of any of this evil. Which when you consider the run-up to this meeting — can't really be a surprise.

First, it took DiNardo and the others a couple of weeks to get the meeting in the first place — that's telling all by itself. Then, while stalling and ignoring the request for a meeting over the most grave situation in the Church — probably ever in America — the Pope does find time to meet with embattled and beleaguered homosexualist kingpin Cdl. Donald Wuerl as well as another homosexualist cardinal, Blase Cupich.

Both those men — especially Cupich — just keep repeating the company line which is essentially: nothing to see here, folks, no big deal, it's a rabbit hole, it's not a massive, massive crisis.

And then, the great big signal from the Pope himself when questioned by reporters about Viganò's testimony implicating him and many others: "I'm not going to say a single word."

So the strategy from the Pope and his homosexualist cabal running the show is about as out there as it can be, we are not saying or allowing anything to happen in this regard, and it's back to business as usual. Many of these men covered up — and in some cases participated in — these horrible filthy sexually immoral crimes, and the official response is: pray and stay silent.

It's not precisely clear at this point what can now be done in response, but one thing that can be guaranteed it no one who loves the Church is about to stay silent. You can take that to the bank.

Michael Voris