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viernes, 29 de septiembre de 2023

Así explota el Sínodo de Francisco los errores del documento conciliar Lumen gentium con miras a redefinir la Iglesia



El Instrumentum laboris del Sínodo sobre la Sinodalidad contiene una lista de abreviaturas para referirse a los dieciséis documentos que se citan el texto: dos de Juan Pablo II, dos del secretariado general del Sínodo, cinco de Francisco y siete del Concilio Vaticano II. Como era de esperar, la lista no incluye ni un documento promulgado antes del Concilio.

La mayoría de las citas del Concilio que aparecen en el Instrumentum laboris proceden de la Constitución Dogmática sobre la Iglesia Lumen gentium. Uno de los documentos que se encuentran en el portal de internet del Sínodo de la Sinodalidad -el estudio de la Comisión Teológica Internacional, La sinodalidad en la vida y en la misión de la Iglesia– explica por qué depende tanto la sinodalidad de Lumen gentium:«La Constitución dogmática Lumen gentium ilustra una visión de la naturaleza y misión de la Iglesia como comunión en la que se esbozan los presupuestos teológicos para una pertinente restauración de la sinodalidad: la concepción mistérica y sacramental de la Iglesia; su naturaleza de Pueblo de Dios peregrinante en la historia hacia la patria celestial, en el que todos los miembros, por el Bautismo, son marcados con la misma dignidad de hijos de Dios e investidos de la misma misión; la doctrina de la sacramentalidad del episcopado y de la colegialidad en comunión jerárquica con el Obispo de Roma» (estudio concluido en 2017 y publicado el 2 de marzo de 2018).

Aunque la Comisión Teológica Internacional publicó su estudio dos años de que Francisco anunciara el Sínodo sobre la Sinodalidad, este breve pasaje sobre la importancia de Lumen gentium contiene algunos de los ingredientes más esenciales del actual sínodo, entre ellos «la concepción sacramental de la Iglesia» y la naturaleza de la Iglesia como «pueblo de Dios peregrinante». Si queremos evaluar cómo utiliza el Sínodo estos conceptos tomados de Lumen gentium, podemos estudiar tres aspectos de cada uno: el lenguaje que emplea la propia Lumen Gentium, las objeciones tradicionales católicas al lenguaje, y la manera en que lo utiliza el Sínodo en sus documentos oficiales.

La Iglesia como sacramento de unión con Dios y la unidad de toda el género humano. En su primer párrafo, Lumen gentium hace esta descripción de la Iglesia:«Porque la Iglesia es en Cristo como un sacramento, o sea signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano, ella se propone presentar a sus fieles y a todo el mundo con mayor precisión su naturaleza y su misión universal» (Lumen Gentium, 1).

Por su parte, la constitución del Consejo Pastoral sobre la Iglesia en el mundo moderno, Gaudium et spes, cita la siguiente declaración de Lumen gentium:«La Iglesia reconoce, además, cuanto de bueno se halla en el actual dinamismo social: sobre todo la evolución hacia la unidad, el proceso de una sana socialización civil y económica. La promoción de la unidad concuerda con la misión íntima de la Iglesia, ya que ella es "en Cristo como sacramento, o sea signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano" [Constitución dogmática sobre la Iglesia, capítulo I, nº 1]».

Durante su intervención en el Concilio del 9 de septiembre de 1965, monseñor Marcel Lefebvre identificó el problema con la siguiente afirmación, que aparece a la vez en Lumen gentium y Gaudium et spes:«Esta concepción necesita explicaciones: la unidad de la Iglesia no es la unidad del género humano» (monseñor Marcelo Lefebvre, Yo acuso al Concilio, Vasallo de Mumbert, Madrid 1978, pág. 120).

Aunque monseñor Lefebvre no llegase a prever la medida en que los innovadores llegarían a servirse de la mencionada afirmación, se dio cuenta de que ésta se apartaba de lo que la Iglesia siempre había enseñado. El número de marzo de 2003 de Sisinono (publicado por la hermandad San Pío X) da más detalles sobre el problema:«Se atribuye una nueva misión a la Santa Sede -hacer posible la unidad del género humano- que no tiene lo más mínimo que ver con nada que haya enseñado hasta ahora la Iglesia católica (...) Pero no se trata de unidad con vistas a la salvación de las almas, unidad que se alcanza mediante la conversión al catolicismo. Se diría que por el contrario dicha unidad es fruto de la “unión íntima con Dios” de toda la humanidad. (...) Ahora bien, la Iglesia no tiene otra misión que la que Dios le encomendó: "Haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos…" (Mt. 28:19). La misión íntima de la Iglesia consiste en convertir a la mayor cantidad posible de almas a Cristo antes de la Parusía, sin ocuparse de la unidad del género humano, ideal quimérico e intrínsecamente anticristiano porque es una especie de divinización del hombre, de exaltarlo y poner los ojos en él, ideal importado de la filosofía iluminista y devotamente profesado por la Masonería».

Si monseñor Lefebvre y la hermandad San Pío X acertaron en su diagnóstico de la afirmación de marras, cabría esperar que los innovadores aprovecharan Lumen gentium para dar a entender que la misión de la Iglesia no es convertir almas al catolicismo, sino llevar a la unidad de la especie humana. Y eso es ni más ni menos lo que encontramos en el Instrumentum laboris:«En una Iglesia que se define a sí misma como signo e instrumento de la unión con Dios y de la unidad del género humano (cf. LG 1), el discurso sobre la misión se centra en la transparencia del signo y en la eficacia del instrumento, sin las cuales cualquier anuncio tropezará con problemas de credibilidad. La misión no consiste en comercializar un producto religioso, sino en construir una comunidad en la que las relaciones sean transparencia del amor de Dios y, de este modo, la vida misma se convierta en anuncio» (Instrumentum Laboris, 52).

Esta representación arrogante del verdadero cometido que Nuestro Señor encomendó a la Iglesia como si fuera la comercialización de un producto religioso coincide con el concepto que tiene Francisco del proselitismo. Según el Sínodo, la misión de la Iglesia no consiste en convertir almas al catolicismo sino en «construir una comunidad en la que las relaciones sean transparencia del amor de Dios».

Está claro que la Iglesia no puede unir a toda la humanidad con las exigentes enseñanzas de Nuestro Señor. Por eso el Instrumentum laboris asigna al Espíritu la tarea de guiar a la Iglesia para ««encontrar un consenso sobre cómo caminar juntos» y «ayudar a la humanidad a proceder en la dirección de la unidad»:

En una asamblea sinodal Cristo se hace presente y actúa, transforma la historia y los acontecimientos cotidianos, dona el Espíritu para guiar a la Iglesia a encontrar un consenso sobre cómo caminar juntos hacia el Reino y ayudar a la humanidad a proceder en la dirección de la unidad (Instrumentum Laboris, 48).

Es blasfemo afirmar que Nuestro Señor nos ofrece una vía de consenso hacia la unidad, cuando en realidad dejó más que claro que la mayoría de las almas rechazan sus exigentes enseñanzas y se condenan:«Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición y muchos son los que entran por él. Porque angosta es la puerta y estrecho el camino que lleva a la vida, y pocos son los que lo encuentran» (Mt.7,13-14).

Aunque el Señor lo sabía, no alteró por ello su enseñanza para que les resultara más fácil de aceptar a las almas. El único consenso al que podrían llegar por tanto sería un proceso de rechazo a las enseñanzas del Señor, y eso es ni más ni menos lo que observamos en el Sínodo.

El Sínodo reconoce que esta nueva vía se aparta de lo que la Iglesia siempre ha enseñado, y por eso describe la sinodalidad como «un camino privilegiado de conversión», quizás porque Satanás describiría el camino espacioso como un camino privilegiado al Infierno:«La sinodalidad es un camino privilegiado de conversión, porque reconstituye a la Iglesia en la unidad: cura sus heridas y reconcilia su memoria, acoge las diferencias de las que es portadora y la redime de divisiones infecundas, permitiéndole así encarnar más plenamente su vocación de ser “en Cristo, como sacramento, es decir, signo e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano”» (LG 1) (Instrumentum Laboris, 28).

Como vemos, la sinodalidad funciona como un camino de conversión que reconstituye a la Iglesia y reconcilia su memoria. Esto es una vomitiva burla del catolicismo, que ha sido posible gracias a un pasaje de Lumen gentium citado en Gaudium et spes sobre el que advirtió monseñor Lefebvre en una de sus intervenciones durante el Concilio. ¡Ojalá le hubieran hecho caso!

La Iglesia como pueblo de Dios peregrinante. El capítulo 2 de Lumen gentium habla del Pueblo de Dios, concepto vago que tiene por objeto sustituir al de Cuerpo Místico de Cristo, como explicó Benedicto XVI en su discurso de despedida al clero de Roma: «Estos eran, digamos, los dos elementos fundamentales. En la búsqueda de una visión teológica completa de la eclesiología después de los años 40, en los años 50, ya había surgido entretanto un poco de crítica del concepto de Cuerpo de Cristo: “místico” sería demasiado espiritual, demasiado exclusivo; entonces se puso en juego el concepto de “Pueblo de Dios”. Y el Concilio, justamente, aceptó este elemento, que entre los Padres se consideró como expresión de la continuidad entre el Antiguo y el Nuevo Testamento».

Como veremos, el Instrumentum laboris aprovecha de dos maneras el concepto de Pueblo de Dios: insistiendo en que comprende a todos los bautizados, y centrándose a continuación en el siguiente pasaje de Lumen gentium, que describe cómo puede ese conjunto de personas discernir la voluntad de Dios:«El Pueblo santo de Dios participa también de la función profética de Cristo, difundiendo su testimonio vivo sobre todo con la vida de fe y caridad y ofreciendo a Dios el sacrificio de alabanza, que es fruto de los labios que confiesan su nombre (cf. Hb 13.15). La totalidad de los fieles, que tienen la unción del Santo (cf. 1 Jn 2,20 y 27), no puede equivocarse cuando cree, y esta prerrogativa peculiar suya la manifiesta mediante el sentido sobrenatural de la fe de todo el pueblo cuando “desde los Obispos hasta los últimos fieles laicos” [22] presta su consentimiento universal en las cosas de fe y costumbres. Con este sentido de la fe, que el Espíritu de verdad suscita y mantiene el Pueblo de Dios se adhiere indefectiblemente “a la fe confiada de una vez para siempre a los santos” (Judas 3), penetra más profundamente en ella con juicio certero y le da más plena aplicación en la vida, guiado en todo por el sagrado Magisterio, sometiéndose al cual no acepta ya una palabra de hombres, sino la verdadera palabra de Dios (cf. 1 Ts 2,13)» (Lumen gentium 12).

Aparte las alusiones al Pueblo de Dios, este pasaje parece mucho más ortodoxo que muchos otros de Lumen gentium. Ahora bien, como sostenía el P. Álvaro Calderón en Prometeo: la religión del hombre, sus desviaciones aparentemente menores de la Tradición tienen unas consecuencias tremendas:«Y aquí la magia conciliar halló también su truco, aprovechando la doctrina poco definida de la infalibilidad del sensus fidei del pueblo cristiano. Es verdad tradicional que "la totalidad de los fieles no puede equivocarse cuando cree (Lumen gentium, 12). Para la teología católica, esta propiedad es consecuencia de la infalibilidad de la Jerarquía; pero el truco de la teología nueva consistirá en atribuirla a la inspiración inmediata del Espíritu Santo: "Con este sentido de la fe, que el Espíritu de Verdad suscita y mantiene, el pueblo de Dios se adhiere indefectiblemente a la fe confiada de una vez para siempre a los santos” (Lumen gentium, 12)» (pág.102).

La cuestión es tan sutil que se les puede pasar por alto a muchos ardorosos y meticulosos críticos del Concilio; y sin embargo, podemos ver sus gravísimas consecuencias en el Vademecum del Sínodo sobre la Sinodalidad publicado en septiembre de 2021:«El Concilio Vaticano II destaca que “Todos los hombres están llamados a formar parte del nuevo Pueblo de Dios” (LG, 13). Dios actúa realmente en todo el pueblo que ha reunido. Por eso “la totalidad de los fieles, que tienen la unción del Santo, no puede equivocarse cuando cree, y esta prerrogativa peculiar suya la manifiesta mediante el sentido sobrenatural de la fe de todo el pueblo cuando desde los obispos hasta los últimos fieles laicos, presta su consentimiento universal en las cosas de fe y costumbres” (LG, 12). El Concilio señala además, que dicho discernimiento está animado por el Espíritu Santo y procede a través del diálogo entre todos los pueblos, leyendo los signos de los tiempos en fidelidad a las enseñanzas de la Iglesia.»

Como vemos, la imperfecta afirmación del Sínodo al servirse de Lumen gentium para explicar la inspiración directa del Espíritu Santo al animar el sensus fidei les lleva a afirmar que el Espíritu Santo guiará el diálogo entre todos los pueblos para que sus opiniones sobre la fe sean infalibles.

No sólo eso; según el Instrumentum laboris, «todos los cristianos», que no es lo mismo que todos los católicos, participan del sensus fidei:«En el único Bautismo, todos los cristianos participan del sensus fidei o sentido sobrenatural de la fe (cf. LG 12) por lo que, en una Iglesia sinodal, todos son escuchados con atención[ (Instrumentum Laboris, B 1.4).

Como sabemos, la mayoría de los cristianos rechaza al menos algunas verdades fundamentales de la Fe católica. ¿Qué creen todos los cristianos sobre el divorcio? ¿Y sobre la ideología LGTBQ? ¿O sobre la ordenación de mujeres? Según el Sínodo, cualquier consenso al que lleguen habrá sido guiado por el Espíritu Santo, como se puede ver en el estudio sobre la sinodalidad arriba citado que publicó la Comisión Teológica Internacional en 2018:«El Pueblo de Dios en su totalidad es interpelado por su original vocación sinodal. La circularidad entre el sensus fidei con el que están marcados todos los fieles, el discernimiento obrado en diversos niveles de realización de la sinodalidad y la autoridad de quien ejerce el ministerio pastoral de la unidad y del gobierno describe la dinámica de la sinodalidad. Esta circularidad promueve la dignidad bautismal y la corresponsabilidad de todos, valoriza la presencia de los carismas infundidos por el Espíritu Santo en el Pueblo de Dios, reconoce el ministerio específico de los Pastores en comunión colegial y jerárquica con el Obispo de Roma, garantizando que los procesos y los actos sinodales se desarrollen con fidelidad al depositum fidei y en actitud de escucha al Espíritu Santo para la renovación de la misión de la Iglesia.»

En definitiva, para crear un concepto enteramente nuevo de la Iglesia, el Sínodo explota los mismos defectos que observaron monseñor Lefebvre y algunos otros en Lumen gentium.Atando cabos, descubrimos que la Iglesia sinodal tiene la misión de unir a la humanidad mediante un proceso de escucha a todos los cristianos -y tal vez a toda la gente- y declarar que sus creencias comunes constituyen el infalible sensus fidei. Entonces, Sínodo afirmará, qué blasfemia, que el Espíritu Santo ha dirigido y protegido el proceso. Y todo habrá sido posible gracias a Lumen gentium,por mucho que los defensores del Concilio se desvivan por decir lo contrario.

A estas alturas, da la impresión de que los católicos fieles (y el clero en particular) tienen que defender la Fe católica sin adulterar que Dios confió a su Iglesia. La actitud prudencial de no decir nada y no llamar la atención ofende a Dios, lleva almas al Infierno y da a entender al mundo que la Iglesia ha hecho dejación de funciones. Que Dios conceda a los sacerdotes que siguen siendo fieles la gracia para defender la Fe católica con la varonil valentía de los santos. ¡Inmaculado corazón de María, ruega por nosotros!

Robert Morrison

(Traducido por Bruno de la Inmaculada. Artículo original)

sábado, 11 de marzo de 2023

Pío XII y la «Humani generis» (Monseñor Héctor Aguer)



El magisterio de Pío XII (1939-1958) constituye un corpus doctrinal (teológico, jurídico, pastoral) impresionante por su amplitud y profundidad. Con un estilo personalísimo abordó todos los temas que serían años más tarde retomados por el Concilio Vaticano II con otra perspectiva y otros fines. En su primera encíclica, Summi Pontificatus (20 de octubre de 1939) se presenta el programa que se propone adoptar a partir de la herencia de su predecesor, el culto al Corazón Sacratísimo de Jesús en su carácter de Rey universal. El planteo parte de la constatación de que el mundo contemporáneo estaba empeñado en el culto de lo presente, alejándose cada vez más de Dios y agotándose en la búsqueda de ideales terrenos, en una concepción del mundo para la cual el sermón de la Montaña y el sacrificio de la cruz son escándalo y locura. Cuesta aceptar la seriedad afectada veinte años después por su sucesor, que en el discurso de apertura del Vaticano II advirtió contra los «profetas de calamidades» (las cuales se cumplieron inexorablemente).

En la Summi Pontificatus se manifiesta el deber de evangelizar a los hombres a partir de una inteligencia espiritual y moral del presente en el que acababa de desencadenarse la segunda guerra mundial. Las angustias de entonces eran vistas como una apología del cristianismo y de la necesidad de convicción. Señala Pío XII varios errores doctrinales: el agnosticismo religioso y moral del individuo y de la sociedad, el laicismo y sus consecuencias: falta de conciencia y olvido de la solidaridad humana; en el reconocimiento de Dios como Padre y de Cristo Mediador se basa la unión de los individuos y de los pueblos. El estatismo, la absorción estatal procede del olvido de que la autoridad viene de Dios, con las consecuencias en el Estado mismo, el individuo y la familia. La educación indiferente y contraria al espíritu cristiano es también causada por el estatismo. El Papa señala la turbación del orden internacional y que los remedios no vendrán de los medios externos; la acción de la Iglesia para restaurar el orden implica que ella no es enemiga del verdadero progreso. Tras recordar que la Iglesia atravesaba un tiempo de prueba, esta primera encíclica concluye con una invitación a orar.

La historia presenta frecuentemente a Pío XII como un papa «conservador» (adjetivo empleado en una acepción peyorativa). La realidad muestra al Papa Pacelli como un profundo renovador que actualizó lo mejor de la tradición eclesial. Señalo solamente tres hechos: 1) En primer lugar nos devolvió la Vigilia Pascual. Desde la Edad Media, la resurrección del Señor se celebraba en la mañana del Sábado Santo, jornada ésta que de ese modo perdía su identidad como el día en que «Dios estaba muerto». La nueva disposición ubicaba la Vigilia Pascual a la medianoche. Notemos que en la más reciente actualidad se tiende a adelantarla, aunque la indicación litúrgica requiere que esté oscuro. 2) Encomendó a la Pontificia Comisión Bíblica una nueva traducción del Salterio del original hebreo, para corregir interpretaciones de la Vulgata jeronimiana. Mandó, además, incluir la nueva versión en el Breviario (que así se llamaba a la actual Liturgia de las Horas). Pero se registró una fuerte resistencia del clero, acostumbrado al sonido de la vieja versión, lo cual obligó a volver atrás. 3) Abundantes referencias al papel de los laicos, que ya habían sido movilizados por la Acción Católica, creada por Pío XI. También hubo múltiples referencias al matrimonio y a la familia, sobre todo en las alocuciones dirigidas a los jóvenes esposos, a los que recibía en audiencia.

La obra escrita incluye más de 20 encíclicas, varias Constituciones Apostólicas y Cartas Apostólicas, y las alocuciones se multiplicaron en todos los años del pontificado. El título de Pastor Angelicus, que le correspondía según la seudoprofecía de Malaquías, retrata perfectamente su figura y sus gestos. La admiración que despertaba en el mundo elevó el prestigio de la Iglesia en un tiempo cuya cultura se alejaba cada vez más de la cultura católica. En su obra toda se advierte con qué claridad enfrentó al comunismo, entonces plenamente en auge, siguiendo la condenación que había hecho Pío XI en la encíclica Divini Redemptoris promissio, que contenía la ubicación del fenómeno y la doctrina del comunismo desde una perspectiva teológica, a la luz de la historia de la salvación. El Papa Pacelli reaccionó y reclamó con energía ante las persecuciones de los comunistas, por ejemplo –y sobre todo- en Hungría (1956), con la prepotencia del Estado Soviético, y la China (1958).

La encíclica Humani generis enfoca, como lo expresan las primeras palabras, las disensiones que han acompañado la historia de la humanidad desde sus orígenes sobre las cuestiones religiosas y morales. El tema central será, pues, las orientaciones peligrosas que se registraban en los años 50 con la «teología nueva». El tiempo mostraría cómo esa «novedad» se iría afianzando hasta convertirse en oficial a la muerte de Pío XII a través de la división manifestada en el Concilio Vaticano II, el posconcilio y sus exasperaciones, hasta que fueron superándose por la obra restauradora del Papa polaco, Juan Pablo II. La Humani generis no nombra personas, pero señala claramente los errores que iban ocupando lugar en la Iglesia, y como dice la encíclica, «vemos combatidos aun los principios mismos de la cultura cristiana».

Se recuerdan entonces verdades fundamentales: la razón humana puede con sus fuerzas y su luz natural llegar al conocimiento verdadero y cierto de un Dios único y personal que con su Providencia sostiene y gobierna el mundo. Podemos añadir a este conocimiento absoluto que Dios comunica al ser de tal manera que si dejara de hacerlo todo volvería a la nada de la que fue creado (ex nihilo). Asimismo, puede conocer la ley natural impresa por Dios en nuestras almas. Sin embargo, no pocos obstáculos impiden a la razón el empleo eficaz y fructuoso de ésta su potencia natural. El entendimiento humano encuentra dificultades en la adquisición de tales verdades por la acción de los sentidos y de la imaginación, por las malas concupiscencias nacidas del pecado original, de tal modo que «se persuaden de ser falso lo que no quieren que sea verdadero». Se afirma entonces que la Revelación es moralmente necesaria. Existe dificultad para formarse un juicio cierto sobre la credibilidad de la fe católica (a pesar de los indicios que servirían de prueba del origen divino de la fe cristiana) por prejuicios –la cultura ambiente puede alimentarlos- la mala voluntad y las pasiones que también bloquean las inspiraciones que Dios infunde. Señala asimismo el Papa el desprecio del magisterio de la Iglesia. Se puede añadir que una cultura infatuada en su laicismo lo considera como una intrusión inaceptable.

A mitad del siglo XX estaba en auge la pretensión de extender a toda la realidad el sistema evolucionista y la hipótesis monista y panteísta ganaba numerosos adeptos. Pío XII critica lo que llama «moderna seudofilosofía»; se refiere al rechazo de esencias inmutables por obra del existencialismo, y al «falso historicismo».

Una característica que distingue a la Humani generis es su mención de «actitudes peligrosas dentro de la Iglesia», lo cual subraya su valor pastoral. Tales actitudes son claramente señaladas: amor excesivo a la novedad y consiguiente sustraerse a la dirección del magisterio eclesial; «imprudente irenismo», pretensión de reformar completamente la teología y el método en la enseñanza teológica. Esta temprana observación se vio confirmada en los años posteriores, las discusiones conciliares y el desnoramiento de algunos en el posconcilio. Nota también el Papa que esas ideas eran difundidas mediante publicaciones subrepticias. El rechazo del lenguaje tradicional y del uso de la filosofía corresponde a un relativismo teológico y dogmático que se filtraba con el propósito de «volver» a la Biblia y a los Padres de la Iglesia. El aviso era una apelación a la prudencia en el desarrollo del lenguaje y los enfoques de la problemática teológica. Critica el Papa el intento de formular los dogmas con categorías de filosofía moderna, el idealismo, el inmanentismo y el existencialismo especialmente; señala que la Iglesia no puede ligarse a cualquier efímero sistema filosófico. Los «amigos de novedades» desprecian la teología escolástica. A la luz de la historia posterior puede comprenderse la actitud de Pío XII: el sano desarrollo del pensamiento teológico se haría a través de desviaciones y errores. Respecto de la interpretación bíblica, la encíclica señala la apelación a los Santos Padres, especialmente los griegos, el rechazo de la analogía de la fe y el desplazamiento de la exégesis literal por la simbólica y espiritual. A propósito del tema bíblico, Pío XII había publicado en 1943 la encíclica Divino afflante Spiritu, en la cual alentaba los estudios contemporáneos y aprobaba el recurso a los géneros literarios.

Las actitudes peligrosas en el seno de la Iglesia han producido, según la Humani generis, «frutos venenosos». Se enumeran no menos de diez errores o puesta en duda de verdades ciertas: la razón humana no puede llegar al conocimiento de Dios, Dios no tiene presciencia; la creación es necesaria; Dios no puede crear seres inteligentes sin elevarlos a la visión beatífica; con lo cual se niega la gratuidad del orden sobrenatural; se destruye el concepto de pecado original; se duda si la materia difiere esencialmente del espíritu y si los ángeles son personas; se discute la identidad entre Cuerpo Místico y la Iglesia Católica, el carácter racional de la fe cristiana, la satisfacción dada por Cristo, la doctrina de la transubstanciación eucarística. Todos estos errores tuvieron una vigencia prepotente durante el período posconciliar en los años 60 y 70; la encíclica de Pío XII resultó profética. Se reconoció implícitamente este carácter en el rechazo de su texto y el desprestigio que cubrió a su autor. En este lugar cabe una observación. Los sucesores de Pío XII fueron todos canonizados; él todavía está esperando un milagro. Este hecho da que pensar en el juicio histórico que puede hacerse de la Iglesia en los 70 años que siguieron a su muerte, tiempo que está coloreado por el célebre Concilio.

La Humani generis continúa con la exposición de la doctrina católica respecto de la filosofía y de las ciencias positivas. En primer lugar afirma la capacidad de la razón para conocer a Dios, que es reconocida y estimada según la filosofía que llama tradicional y también «sana filosofía»; es un patrimonio heredado dotado de una autoridad superior. Concretamente se refiere a los principios metafísicos de razón suficiente, causalidad y finalidad, que tienen valor universal. Estos principios permiten adquirir la verdad cierta e inmutable.

Reconoce que hay un genuino progreso filosófico. En este punto se puede citar el caso del tomismo y el ejemplo de Cornelio Fabro, que explicitó el sentido de la metafísica del Doctor Angélico a la luz del concepto de participación. Recuerda el Papa que la Iglesia aprobó el método, doctrina y principios de Santo Tomás, y que no se debe abrazar ligeramente cualquier novedad. Aunque la Iglesia la haya aceptado y aprobado, algunos desprecian la filosofía tomista como anticuada. Las nuevas posiciones ponen en peligro dos disciplinas filosóficas relacionadas con la doctrina católica: la teodicea y la ética.

En lo que puede verse un sano existencialismo, afirma Pío XII que lo que la fe enseña sobre Dios y sus preceptos es conforme a las necesidades de la vida para evitar la desesperación y alcanzar la salvación eterna. El problema de la esperanza es la gran cruz de la cultura moderna. La vigilancia del Magisterio sobre la filosofía tiene por finalidad evitar que no obstaculice los dogmas de la fe.

Respecto de las ciencias positivas hay dos capítulos importantes: en primer lugar la encíclica enfoca los problemas biológicos y antropológicos. El evolucionismo plantea el origen del cuerpo de una materia viva precedente. Se recomienda juzgar con gravedad y moderación las razones a favor y en contra. Diversa es la actitud respecto del poligenismo, que no está probado y no se compagina con la doctrina del pecado original, que se refiere a la falta cometida por un solo Adán. El segundo capítulo es el valor histórico que se debe reconocer a los relatos del libro del Génesis. Entre paréntesis digamos que según enseña la encíclica Divino Afflante Spiritu, nada impide que se tomen en cuenta los géneros literarios.

El epílogo de la encíclica recuerda los deberes de los profesores y de las autoridades eclesiásticas. Puede decirse que estos deberes se resumen en una apelación a la prudencia. La Humani generis fue mal juzgada por el progresismo que la vio como una rémora. Objetivamente se puede pensar que impidió unos años el reinado universal del progresismo.

Las orientaciones actuales de Roma están muy lejos de observar la norma de la prudencia. En primer lugar se observa una indiferencia respecto de la verdad de la Tradición; se permiten entonces (en eso está el relativismo) errores evidentes. Además, la ortodoxia teológica ha cedido el puesto a una moralina mundialista; es doloroso reconocer que ya no se predica a Jesucristo y la necesidad de convertirse a Él y al Evangelio. Hay otro clima, otro espíritu, otra Iglesia: se compite con la masonería, aunque de un modo espontáneo e inconsciente; el mundo sigue andando su propia marcha. El magisterio romano parece entrampado en la Razón Práctica: la preocupación es mejorar la vida del hombre en este mundo, o sea: lo temporal, lo relativo, lo finito. En 1850 Soeren Kierkeagaard, el Sócrates danés, escribió en su Ejercitación del Cristianismo: «Lo absoluto consiste únicamente en escoger la eternidad».

+ Héctor Aguer
Arzobispo Emérito de La Plata

domingo, 18 de octubre de 2020

Entrevista completa de Diane Montagna a Monseñor Schneider sobre la encíclica "Hermanos todos"




Aquí está la entrevista completa:


Diane Montagna: Excelencia, ¿cuáles son sus impresiones generales sobre la nueva encíclica del Papa Francisco, Hermanos Todos ?


Monseñor Schneider: Esta nueva encíclica da la impresión general de ser una instrucción detallada sobre la ética de la convivencia pacífica basada en los términos clave de "hermandad" y "amor" entendidos en una perspectiva altamente temporal y altamente política, "contribuyendo al renacimiento de una aspiración universal a la fraternidad "( Fratelli Tutti, No. 8). Aunque la encíclica utiliza pasajes clave del Evangelio, como la parábola del buen samaritano (Lc 10, 25-37) y las palabras de Cristo en el juicio final, al identificarse con los necesitados como "mis hermanos más pequeños" (cf. 25,40), sin embargo, aplica su significado en un horizonte más humanista y mundano. En su conjunto, la encíclica carece de un horizonte claramente sobrenatural; no se hace referencia a palabras como "sobrenatural", "Encarnación", "Redentor", "Pastor", "evangelización", "bautismo", "filiación divina", "perdón divino de los pecados", "salvífico", "eternidad", “Cielo”, “inmortal”, “Reino de Dios o de Cristo”.

Si bien afirma de manera encomiable que "Cristo derramó su sangre por todos y cada uno y que nadie queda fuera de su amor universal" (n. 85) (...) la encíclica desafortunadamente, entonces reduce el significado de la redención sobrenatural a la perspectiva nebulosa y secular de una "comunión universal". Leemos: "De ella" brota para el pensamiento cristiano y para la acción de la Iglesia el primado dado a la relación, al encuentro con el misterio sagrado del otro, a la comunión universal con toda la humanidad como vocación de todos". (nº. 277). La primacía, sin embargo, en todas las relaciones humanas, debe darse al encuentro con Jesucristo, Hombre-Dios, y con la Santísima Trinidad, mediante la gracia santificante y el don de la virtud sobrenatural del amor. 

El Papa Francisco afirma correctamente en Todos los hermanos, No. 85: "Si vamos a la fuente última de ese amor que es la vida misma del Dios trino, encontramos en la comunidad de las tres Personas divinas el origen y modelo perfecto de toda la vida en sociedad". En otra parte, dice: " Otros beben de otras fuentes. Para nosotros la fuente de la dignidad humana y la fraternidad está en el Evangelio de Jesucristo "(n. 277). Sin embargo, la perfecta dignidad humana y la fraternidad de todos los seres humanos pueden tener una sola fuente, y es Jesucristo, porque sólo a través del Hijo de Dios encarnado se ha restaurado la dignidad humana de una manera aún más admirable de lo que fue creada (Orden, Oración en el Ofertorio) .Habría sido un gran bien que los Hermanos Todos hubieran enfatizado la necesidad de que todos los hombres crean en Jesucristo, Dios y Hombre,

D.M. El Papa Francisco abre la nueva encíclica señalando que su título, " Todos los hermanos ", está tomado de las " Advertencias " de San Francisco, dirigidas a sus hermanos. En tu libro Christus Vincit dijiste que San Francisco te inspiró a seguir a Cristo en la vida religiosa. En su opinión, ¿el uso de estos textos por parte del Papa Francisco es fiel al significado que les atribuye San Francisco?

Monseñor Schneider: El Papa Francisco usa aquí la expresión " Hermanos todos " (Todos los hermanos) de una manera claramente diferente a la de San Francisco. Para San Francisco, "todos los hermanos" son los que siguen e imitan a Cristo, es decir, todos los cristianos, y ciertamente no simplemente todos los hombres, y mucho menos los seguidores de religiones no cristianas.

Podemos ver esto observando el contexto más completo del que se toman estas palabras: “ Miremos con atención, todos mis hermanos, al buen pastor que, para salvar a sus ovejas, apoyó la pasión de la cruz. Las ovejas del Señor lo siguieron en tribulación y persecución, en ignominia y hambre, en enfermedad y tentación y otras cosas por el estilo; y a cambio recibieron la vida eterna del Señor. Por lo tanto, es una gran vergüenza para nosotros, los siervos de Dios, que los santos hayan hecho estas obras y queramos recibir gloria y honra simplemente contándolas. "( Advertencias , 6).

San Francisco, de hecho, “sabía no adular los pecados, sino azotarlos; no para persuadir la conducta de los pecadores, sino para derribarla con duras reprimendas. Con igual firmeza de espíritu hablaba a los pequeños y a los grandes" (Legenda Maior , 12, 8) El Papa Francisco presenta a San Francisco como si hubiera sido un partidario de la diversidad de religiones. El propósito de la visita de San Francisco al Sultán Malik-el-Kamil en Egipto, sin embargo, no era mostrar "su apertura de corazón, que no conocía fronteras y trascendía las diferencias religiosas" ( Fratelli Tutti , n. 3) . Más bien, su propósito preciso era predicar el Evangelio de Jesucristo al Sultán. Debe lamentar que el Papa Francisco reduzca a San Francisco a Hermanos Todos a un hombre que "intentó abrazar a todos" y, por ejemplo, de "sumisión" humilde y fraterna a los que no compartían su fe "(n. 3). San Buenaventura atestigua en la Legenda Mayor que San Francisco predicó explícitamente el Evangelio al Sultán, invitándolo a él y a todo su pueblo a convertirse a Cristo, escribiendo: "Y predicó al Sultán el Dios trino y Salvador de todos, Jesucristo, con tanto coraje, con tanta fuerza y ​​tanto fervor de espíritu ... ”( Legenda Maior , 9, 8). Además, mientras San Francisco predicaba el Evangelio al Sultán, envió a cinco frailes a predicar el Evangelio a los musulmanes en España y Marruecos. Cuando San Francisco se enteró de su martirio, gritó: "Ahora puedo decir verdaderamente que tengo cinco hermanos" ( Analecta Franciscana, III, 596).

Toda la tradición católica siempre ha presentado a San Francisco como un santo apostólico y verdaderamente misionero. El Papa Pío XI escribió: "San Francisco como un" hombre católico y completamente apostólico ", así como esperaba la reforma de los fieles de una manera admirable, hizo todo lo posible para personalmente y ordenó a sus discípulos que trabajaran con presteza en la conversión de los infieles a la fe y a la ley de Cristo." (Encíclica Rito Expiatis , 37)

D.M. ¿Cuáles son las fortalezas o elementos positivos de esta nueva encíclica?

Monseñor Schneider: Uno de los pasajes más brillantes y teológicamente sólidos de Fratelli TuttiEs la siguiente afirmación del Papa Francisco: "Si vamos a la fuente última, que es la vida íntima de Dios, nos encontramos con una comunidad de tres Personas, origen perfecto y modelo de toda vida en común". (no. 85). Esta afirmación es una luz real en medio del estrecho horizonte naturalista, el relativismo religioso y la falta de perspectiva sobrenatural de esta encíclica.

Otro elemento importante es el rechazo del Papa Francisco a cualquier intento de construir una sociedad contra el plan de Dios. Él escribe: “El intento de construir una torre (Torre de Babel) ... fue un intento torpe, nacido del orgullo y de la ambición de crear una unidad distinta a la querida por Dios en su designio providencial para las naciones (cf. Gn 11, 1-9) ”(n. 144).

Igualmente significativas son las siguientes declaraciones, que reflejan la enseñanza del Papa Benedicto XVI: “Sin la verdad, la emoción se vacía de contenidos relacionales y sociales” (n. 184); “La caridad necesita la luz de la verdad que buscamos constantemente. "Esa luz es la luz de la razón y la luz de la fe (Benedicto XVI, Encíclica Caritas in veritate) "y no admite ninguna forma de relativismo" (n. 185). 

El Papa Francisco también recuerda la importancia de las verdades objetivas, siempre válidas, basadas en la naturaleza humana según el plan de Dios en la creación, afirmando que hay "verdades fundamentales para apoyar siempre, ... trascienden nuestras situaciones concretas y permanecen innegociables, ... en sí mismas, se consideran duraderas en virtud de su significado intrínseco "(n. 211), y que "por tanto, no hay necesidad de contrastar conveniencia social el consentimiento y la realidad de una verdad objetiva ”(n ° 212).

Fratelli Tutti también advierte contra un falso universalismo y el virus del individualismo radical (ver n. 100). Al respecto, el Papa Francisco escribe: “un modelo de globalización que“ conscientemente apunta a una uniformidad unidimensional y busca eliminar todas las diferencias y tradiciones en una búsqueda superficial de la unidad. […] Si una globalización pretende hacer a todos iguales, como si fuera una esfera, esta globalización destruye la peculiaridad de cada persona y de cada pueblo "" (n. 100). 

También las siguientes declaraciones en Fratelli Tutti pretenden proteger el derecho de las naciones a su propia identidad y tradiciones: "No puede haber apertura entre los pueblos si no se basa en el amor a su tierra, a su gente, a sus raíces culturales" (n. 143); "Puedo acoger a otros que son diferentes ... sólo si estoy firmemente arraigado en mi pueblo y mi cultura" (n. 143); y "del mismo modo el bien común exige que protejamos y amemos a nuestra patria" (n. 143). Incluso Brothers All habla con razón del "derecho a la propiedad privada y su significado social" (n. 123).

El Papa Francisco alza la voz contra una sociedad inhumana, que acepta sólo a los fuertes y sanos y desprecia y elimina a los enfermos y débiles. Escribe: “Las personas tienen este derecho incluso si nacen o se crían con limitaciones; de hecho, esto no disminuye su inmensa dignidad como persona humana, que no se basa en las circunstancias sino en el valor de su ser. Cuando no se salvaguarda este principio elemental, no hay futuro ni para la fraternidad ni para la supervivencia de la humanidad ". (No. 107). 

También son encomiables las siguientes importantes declaraciones del Papa Francisco en Fratelli Tutti: “Hay que reconocer que« entre las causas más importantes de la crisis en el mundo moderno se encuentra una conciencia humana anestesiada y el alejamiento de los valores religiosos, así como el predominio del individualismo y las filosofías materialistas que deifican al hombre y sitúan los valores mundanos y materiales en el lugar de los principios supremos y trascendentes "" (n. 275); y “No existe el bien y el mal per se, sino sólo un cálculo de ventajas y desventajas. 

El desplazamiento de la razón moral tiene como consecuencia que el derecho no puede referirse a una concepción fundamental de la justicia, sino que se convierte en un espejo de las ideas dominantes. Aquí entramos en una degeneración: una “nivelación” a través de un consenso superficial y comprometedor. Así, en última instancia, triunfa la lógica de la fuerza ". (No. 210). 

D.M. El Papa Francisco presentó a Fratelli Tutti como una reflexión sobre el documento de Abu Dhabi, que firmó con el Gran Imán el-Tayeb en febrero de 2019. Usted ha expresado abiertamente su preocupación por ese documento, en particular por la afirmación de que la "diversidad de religiones "es" querida por Dios " [ aquí - aquí - aquí ] . ¿Esta nueva encíclica ha mitigado o profundizado estas preocupaciones?

Obispo Schneider: Todos los hermanos dedica un capítulo entero al tema "Las religiones al servicio de la fraternidad en el mundo" (cap. 8). El título mismo revela un cierto tipo de relativismo religioso. Las religiones se ven aquí como un medio de fraternidad natural. Por lo tanto, uno llega a entender la religión como un medio para promover el naturalismo. Esto es contrario a la esencia del cristianismo, que es la única religión verdadera verdaderamente sobrenatural. La fe cristiana no puede colocarse indiscriminadamente al mismo nivel que otras religiones; sería una traición al Evangelio

La afirmación de que, "Desde nuestra experiencia de fe ... nosotros, creyentes de diferentes religiones, sabemos que hacer presente a Dios es bueno para nuestras sociedades" (n. 274) promueve el relativismo religioso, ya que el concepto de "Dios" es ciertamente diferente entre las diversas religiones. También hay algunas religiones donde se adora a los espíritus malignos. El concepto de Dios en la religión cristiana no se puede colocar al mismo nivel que una religión que practica la idolatría. La Sagrada Escritura dice que "todos los dioses de las naciones son demonios" (Salmo 96: 5), y San Pablo enseña que "los sacrificios de los paganos se ofrecen a los demonios, no a Dios" (1 Co 10, 20). Según la Revelación Divina y la enseñanza constante de la Iglesia, el concepto de "fe" significa lo siguiente:

Dado que el hombre es un ser totalmente dependiente de Dios, como su Creador y Señor, y la razón creada está completamente sujeta a la verdad no creada, estamos obligados a rendir a Dios, mediante la fe en Su revelación, la plena obediencia de nuestra inteligencia. y la voluntad. La Iglesia Católica profesa que esta fe, que es el comienzo de la salvación del hombre, es una virtud sobrenatural, por la cual, inspirados y asistidos por la gracia de Dios, creemos que las cosas que Él ha revelado son verdaderas. ... Por tanto, sin fe nadie ha obtenido jamás la justificación, ni nadie obtendrá la vida eterna ”(Concilio Vaticano I, Dei Filius , cap. 3).

Por tanto, los adherentes a religiones no cristianas no tienen el don de la virtud sobrenatural de la fe y, por tanto, no pueden ser llamados "creyentes" en el sentido propio de esta palabra. Los no cristianos no aceptan la revelación divina dada a través de Jesucristo. Por tanto, su conocimiento de Dios y su práctica religiosa son sólo una expresión de la luz de la razón natural, y no de la fe. El Magisterio infalible de la Iglesia enseña esto, declarando:

La Iglesia Católica, con consenso, también siempre ha mantenido y sostiene que existe un doble orden de conocimiento, distinto tanto en principio como en objeto; en principio, porque nuestro conocimiento, en uno, es por razón natural y, en el otro, por fe divina; en el objeto, porque, además de las cosas a las que puede llegar la razón natural, se proponen para nuestra fe misterios ocultos en Dios, que, a menos que sean revelados divinamente, no pueden ser conocidos. … Si alguien dice que la fe divina no es distinta del conocimiento natural de Dios y las verdades morales, y por lo tanto, que no es necesario para la fe divina que se crea la verdad revelada por la autoridad de Dios que la revela; sea ​​anatema "(ibid., cap. 4 y can. 3 de fide ).

Los cristianos no son simplemente "compañeros de viaje" junto con los seguidores de religiones falsas, religiones que Dios prohíbe ( Fratelli Tutti , n. 274). Memorable a este respecto es la siguiente afirmación teológicamente precisa del Papa Pablo VI: "Nuestra religión cristiana establece efectivamente una relación auténtica y viva con Dios que otras religiones no pueden establecer, aunque tengan, por así decirlo, los brazos extendidos hacia el el cielo "(Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi , n. 53).

Las diferentes expresiones en Brothers All transmiten esencialmente el mismo relativismo religioso que se establece en el Documento de Abu Dhabi, que establece que "el pluralismo y la diversidad de religiones, color, sexo, raza e idioma son queridos por Dios en Su sabiduría". Fratelli Tutti no corrigió Abu Dhabi sino que lo consolidó. La verdad que Nuestro Señor ha revelado, y Su Iglesia ha proclamado de manera incambiable y constante, sigue siendo válida para siempre: "El deber principal de todos los hombres es aferrarse a la religión tanto en su alcance como en su práctica, no esa religión que pueden preferir, sino la religión que Dios manda, y que ciertos y más claros signos muestran ser la única religión verdadera "(Papa León XIII, Encíclica Immortale Dei, 4).

La siguiente enseñanza infalible de la Iglesia en la Constitución Dogmática, Dei Filius , del Concilio Vaticano I, rechaza la enseñanza falible sobre la "diversidad de religiones" expresada en el Documento de Abu Dhabi y en Hermanos Todos: "No hay paridad entre la condición de aquellos que se han adherido a la verdad católica mediante el don celestial de la fe, y la condición de quienes, guiados por opiniones humanas, siguen una religión falsa ”(capítulo 3); y “Si alguno dice que la condición de los fieles y de los que todavía no han alcanzado la verdadera fe es igual, sea anatema” (ibid., can. 6 de fide ).

D.M. Conocemos dos tipos de fraternidad: la de sangre, en Adán y Eva, y la de gracia, en Jesucristo, a través de la Iglesia y los sacramentos. ¿Qué "nueva visión" (n. 6) de la fraternidad propone el Papa Francisco en esta encíclica? Y como Obispo y Sucesor de los Apóstoles, ¿puede animar a los fieles a aspirar a la visión de fraternidad que propone el Papa Francisco en esta encíclica?

Monseñor Schneider: La verdadera fraternidad, que agrada a Dios, es fraternidad en y para Cristo, el Hijo de Dios encarnado. El cardenal Ratzinger (Papa Benedicto XVI) definió acertadamente el concepto cristiano de fraternidad cuando dijo: “Uno es vuestro maestro, pero todos vosotros sois hermanos” (Mt 23,8). Con esta palabra del Señor, la relación entre los cristianos se determina como una relación de hermanos y hermanas como una nueva hermandad del espíritu, frente a la hermandad natural, que surge de la relación de sangre "( Die Christliche Brüderlichkeit, München 1960, 13). Indispensable es el reconocimiento de la diferencia entre una fraternidad basada en la naturaleza, es decir, el vínculo de sangre, y una fraternidad basada en la elección y la revelación divinas: "Si bien Dios es Padre de los pueblos del mundo sólo por la creación, también es Padre de Israel por elección "( Ibíd ., 20)

Desde el principio, los cristianos conocieron la diferencia esencial entre la simple hermandad natural y la hermandad a través del bautismo. San Juan Crisóstomo dijo: “¿Por qué lo hace la hermandad? El lavamiento de la regeneración y poder, por tanto, llamar a Dios nuestro Padre ”( Homilía 25 sobre los Hebreos , 7). Asimismo, San Agustín escribió: "Entonces dejarán de ser nuestros hermanos, cuando dejen de decir:" Padre Nuestro ". A los paganos no los llamamos hermanos según la Escritura y el modo eclesiástico de hablar ”. (En. En Sal . 32, 2, 29).

Todo católico y todos los pastores de la Iglesia, ante todo el Papa, deben arder de celo y amor por todos los que, lamentablemente, son sólo nuestros hermanos según la carne y la sangre, para que nazcan de Dios en filiación sobrenatural en Cristo y lleguen a ser verdaderamente hermanos en Cristo. Si los líderes de la Iglesia de nuestros días están satisfechos con la hermandad de carne y hueso, con "todos los hermanos" de carne y sangre, están descuidando el mandamiento de Dios en el Evangelio, es decir, el mandamiento de hacer discípulos a los miembros de todas las naciones y religiones. de Cristo, hijos en el Unigénito Hijo de Dios, hermanos en Cristo, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a observar todas las cosas que Cristo ha mandado (cf. Mt 25, 19-20). Tal celo es, para un alma cristiana, la expresión más profunda del amor al prójimo: amarlo como te amas a ti mismo. Si tu filiación divina en Cristo representa para ti el mayor regalo de Dios concebible, y realmente lo es, entonces te falta verdadero amor y caridad hacia tu prójimo si no ardes con el deseo de comunicarle este regalo, obviamente con delicadeza y respeto. No conocer a Cristo, no tener el don divino de la fe católica sobrenatural y no ser bautizado significa que uno no está verdaderamente iluminado, que no posee la verdadera vida del alma. Significa permanecer en tinieblas y en sombra de muerte, como dice el Evangelio (cf. Lc 1, 79; Mt 4, 16; Jn 9, 1-41). 

En la Iglesia antigua, el Bautismo se llamaba con razón "iluminación" ( fotismós ) y regeneración ( anagénnesis ). San Agustín destaca la diferencia esencial entre la vida mortal dada por medio de la carne y la sangre y la vida eterna dada por el bautismo: "Hemos encontrado otros padres, Dios nuestro Padre, y la Iglesia nuestra Madre, de la cual nacimos para la vida eterna.  Consideremos, por lo tanto, de quién comenzamos a ser hijos "( Sermo 57 ad compete, 2). 

Qué perspectiva temporal estrecha, meramente terrenal y empobrecida nos revela la siguiente declaración de todos los Hermanos: “Soñamos, pues, como una sola familia humana, como compañeros de viaje que comparten la misma carne, como hijos de la misma tierra que es nuestra casa común, cada uno trayendo la riqueza de nuestras convicciones, cada uno con su propia voz, todos hermanos y hermanas ”(n. 8). Una fraternidad de sangre, una fraternidad limitada al aquí y ahora, que es perecedera, una fraternidad limitada a la convivencia pacífica en la bondad, implica una pobreza espiritual extraordinaria, una vida carente, una felicidad carente, ya que en tal perspectiva falta lo más importante. en todo el mundo y en la historia de la humanidad, es decir, Cristo, Dios encarnado, Hijo Unigénito y Eterno de Dios,

Cuán urgente es para el Vicario de Cristo en nuestros días volver a proclamar al mundo entero las palabras de su predecesor, Juan Pablo II: "Todos ustedes que todavía están buscando a Dios, todos ustedes que ya tienen la inestimable fortuna de creer, y ustedes también que estáis atormentados por la duda: escuchad una vez más las palabras de Simón Pedro. En esas palabras está la fe de la Iglesia. En esas mismas palabras está la verdad nueva, más aún, la verdad última y definitiva sobre el hombre: el hijo de Dios viviente: "Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo". ”( Homilía de inauguración de su pontificado , 22 de octubre de 1978) ¡Qué valiente, qué apostólico, qué magnífico sería si estas palabras resonaran también en Fratelli Tutti !

D.M. A menudo ha dicho que la Iglesia de hoy carece de una perspectiva sobrenatural. ¿Cómo soluciona o agrava esta nueva encíclica este problema?

Lamentablemente, la encíclica Fratelli Tutti exacerba la crisis de décadas de debilitamiento de la perspectiva sobrenatural en la vida de la Iglesia, con el consiguiente abrazo excesivo de las realidades temporales y la tendencia aún peor a interpretar las realidades espirituales y teológicas en clave naturalista. y forma racionalista. Esto significa diluir el Evangelio, es decir, las verdades reveladas, en un humanismo naturalista, encerrando la propia perspectiva de la vida de la Iglesia dentro del estrecho horizonte de estas realidades mundanas. Significa transformar el verdadero Evangelio, que es el Evangelio de la vida eterna, en un nuevo Evangelio falsificado de la vida material (...)  Memorables son las palabras de la primera encíclica social del Magisterio,Rerum Novarum, donde el Papa León XIII enseña que la Iglesia debe mirar siempre las realidades, incluso las temporales, con una perspectiva sobrenatural. El escribe:

"No es posible comprender y valorar adecuadamente las cosas del tiempo, si el alma no se eleva a otra vida, es decir a la eterna, sin la cual se desvanece necesariamente la verdadera noción de bien moral, de hecho toda la creación se convierte en un misterio inexplicable. Por tanto, lo que la naturaleza misma nos dice en el cristianismo es un dogma sobre el que descansa todo el edificio de la religión como fundamento principal: es decir, que la verdadera vida del hombre es la del mundo venidero. Porque Dios no nos creó para estos bienes frágiles y pasajeros, sino para los celestiales y eternos; y la tierra nos fue dada por él como lugar de destierro, no como patria. Si tienes riquezas y otros bienes terrenales en abundancia o si no los tienes, esto no importa para la felicidad eterna; pero el buen o mal uso de esos bienes, esto es lo que más importa. Jesucristo, que nos redimió con copiosa redención, no quitó las diversas tribulaciones con las que se entreteje la vida aquí abajo; los convirtió en un estímulo de virtud y en una manera de mérito, tanto que ningún hijo de Adán puede llegar al cielo si no sigue sus pasos sangrientos ". (No. 21).

D.M. Libertad. Fraternidad. Igualdad. Estos tres temas recorren “Fratelli Tutti”. ¿Deberían los católicos preocuparse de que un Papa haya retomado el lema de la Revolución Francesa en su última encíclica?

Por sí mismos, los tres conceptos "Libertad, Fraternidad, Igualdad" tienen un significado cristiano y han sido mal utilizados por la Revolución Masónica Francesa. En cuanto al concepto de "libertad", la Sagrada Escritura enseña que la verdadera libertad es la libertad de la mayor esclavitud, es decir, la esclavitud del diablo y del pecado, y la ignorancia de las verdades divinas: "Conocerás la verdad, y la verdad te hará libre ". (Jn 8, 32); "Si el Hijo os hace libres, seréis verdaderamente libres" (Jn 8,36). La libertad que da Jesucristo es un don de su obra redentora: "La creación misma será liberada de su esclavitud a la corrupción y obtendrá la libertad de la gloria de los hijos de Dios" (Rm 8, 21). La libertad que Dios concede es un don sobrenatural del Espíritu Santo, el Espíritu de verdad: "El Señor es el Espíritu y donde hay es el Espíritu del Señor que hay libertad ”(2 Co 3, 17). La verdadera hermandad no es la hermandad de los nacidos de la sangre, la carne y la voluntad del viejo Adán, sino la hermandad de los nacidos de Dios (ver Jn 1:13) que son hermanos en Cristo, el nuevo Adán. (ver Romanos 5:14). Estos son "los que antes conoció, y también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos" (Rom 8, 29).

El concepto cristiano de la verdadera "igualdad" significa que todos los pecadores necesitan igualmente la salvación en Cristo: "No hay distinción: todos han pecado y están destituidos de la gloria de Dios" (Rom 3: 22-23). Todos los bautizados tienen la misma dignidad objetiva que los hijos adoptivos de Dios: “En Cristo Jesús todos sois hijos de Dios por la fe. No hay judío ni griego, no hay esclavo ni libre, no hay hombre ni mujer, porque todos sois uno en Cristo Jesús ”(Gal 3, 26.28). Por lo tanto, “De hecho, te has despojado del anciano con sus acciones 10 y te has puesto el nuevo, que se renueva, para un conocimiento pleno, a la imagen de su Creador. Donde no hay gentiles ni judíos, ni circuncisión ni incircuncisión, ni bárbaros ni escitas, ni esclavos ni libres. Pero Cristo es todo en todos ”(Colosenses 3: 9-11). Todos los hombres también estarán ante el juicio de Dios por igual, porque "ninguna criatura está oculta a los ojos de Dios, sino que todos están desnudos y expuestos a los ojos de Aquel a quien debemos rendir cuentas" (Heb 4, 13). Y “todo el bien que haga alguien, lo recibirá a cambio del Señor, ya sea esclavo o libre. No hay acepción de personas en Dios ”(Efesios 6: 8.9). El significado distorsionado del concepto de libertad e igualdad introducido por la Asamblea Nacional de la Revolución Francesa fue inmediatamente condenado por el Papa Pío VI. Al condenarlo, el magisterio de la Iglesia proporcionó simultáneamente el verdadero significado de la libertad y la igualdad. Pío VI escribió:

"La Asamblea Nacional establece como un derecho humano en la sociedad esta libertad absoluta que no sólo garantiza el derecho a ser indiferente a las opiniones religiosas, sino que también otorga plena licencia para pensar, hablar, escribir e incluso imprimir libremente lo que se desee. asuntos religiosos, incluso las fantasías más desordenadas. Ese derecho monstruoso, que la Asamblea apoya, sin embargo, se deriva de la igualdad y las libertades naturales de todos los hombres. Pero, ¿qué es más imprudente que establecer entre los hombres esta igualdad y esta libertad incontrolada, que sofoca toda razón, el don más precioso que la naturaleza le ha dado al hombre, el que lo distingue de los animales? Habiendo creado al hombre en un lugar lleno de deleites, ¿No lo amenazó Dios con la muerte si comía del fruto del árbol del bien y del mal? Y con esta primera prohibición, ¿no estableciste límites a tu libertad? Cuando, después de que el hombre desobedeció el mandamiento y así incurrió en culpa, Dios no le impuso nuevas obligaciones a través de Moisés. Y aunque dejó la elección entre el bien y el mal al libre albedrío del hombre, ¿no le proporcionó Dios preceptos y mandamientos que podrían salvarlo "si los guardaba"? ¿Dónde está entonces esa libertad de pensar y de actuar que la Asamblea concede al hombre en la sociedad como derecho natural indiscutible? ¿No es esto un derecho inventado contrario al derecho del Creador Supremo a quien debemos nuestra existencia y todo lo que tenemos? Podemos ignorar el hecho de que el hombre no fue creado solo para él, sino para ayudar a otros? " (Breve apostólicoQuod Aliquantum , 10 de marzo de 1791).

En su monumental encíclica sobre la masonería, Humanum Genus , el Papa León XIII explicó el verdadero significado cristiano de "libertad, fraternidad e igualdad", tal como se realiza en la Tercera Orden de San Francisco, rechazando así explícitamente el significado masónico distorsionado. León XIII escribió:

"Entre los muchos beneficios que se esperan de la Tercera Orden de San Francisco, estará la gran ventaja de devolver las almas a la libertad, la fraternidad, la igualdad: no como la secta masónica está soñando absurdamente, sino como Jesucristo trajo al mundo y Francisco en mundo revivido. La libertad que decimos de los Hijos de Dios, que libera a los malos tiranos de la servidumbre y las pasiones de Satanás: la fraternidad, que nace de Dios, Creador y Padre de todos: la igualdad que, fundada en la justicia y la caridad, no destruye entre los hombres todas las diferencias, pero desde la variedad de la vida, los deberes, las inclinaciones forman ese acuerdo y casi armonía, deseado por la naturaleza a la utilidad y dignidad del consorcio civil ". (no. 34).

Es lamentable que el Papa Francisco haya utilizado este lema ideológico central de la masonería también como subtítulo en un capítulo de Fratelli Tutti (véanse los números 103-105), sin presentar las aclaraciones y distinciones necesarias para evitar malentendidos y explotación.

D.M. Ha hablado mucho sobre cómo los papas a lo largo de los siglos, incluido el Papa Francisco ( Discurso a los jóvenes en Turín, 15 de junio de 2015), han condenado la masonería. ¿Ves alguna similitud o superposición entre la idea masónica de fraternidad y la propuesta en esta nueva encíclica?

Monseñor Schneider: En una declaración a los medios de comunicación, la Gran Logia de España expresó su satisfacción con la última encíclica del Papa Francisco, Hermanos Todos [ aquí ], declarando que el Papa ha adoptado el concepto masónico de fraternidad y ha eliminado las posiciones anteriores de la Iglesia Católica. Su declaración dice:

“Hace 300 años vio el nacimiento la masonería moderna. El gran principio de esta escuela iniciática no ha cambiado en tres siglos: la construcción de una hermandad universal donde los seres humanos se autodenominan hermanos más allá de sus creencias específicas, sus ideologías, el color de su piel, su origen social, su idioma, su cultura o su nacionalidad. Este sueño fraterno chocó con el fundamentalismo religioso que, en el caso de la Iglesia católica, dio lugar a duros textos que condenaban la tolerancia de la masonería en el siglo XIX. La última encíclica del Papa Francisco demuestra lo lejos que está la Iglesia católica actual de sus posiciones anteriores. En "Todos hermanos", el Papa abraza la Fraternidad Universal, el gran principio de la masonería moderna ”.

Las similitudes y superposiciones entre la idea masónica de fraternidad y la propuesta en Fratelli Tutti son sorprendentes. En esencia, el Papa Francisco presenta una fraternidad puramente terrenal y temporal de carne y hueso a nivel natural. En última instancia, es una fraternidad basada y nacida del primer Adán, y no de Cristo, el nuevo Adán. Esta perspectiva se formula en las siguientes declaraciones de Brothers All: “Es mi deseo contribuir al renacimiento de una aspiración universal a la fraternidad” (n. 8); y “Esta necesidad de ir más allá de los propios límites también se aplica a las distintas regiones y países. De hecho, «el número cada vez mayor de interconexiones y comunicaciones que envuelven nuestro planeta hace más palpable la conciencia de unidad y participación de un destino común entre las naciones de la tierra. En los dinamismos de la historia, a pesar de la diversidad de etnias, sociedades y culturas, vemos la vocación de formar una comunidad de hermanos que se acogen, se cuidan unos a otros ”. (n. 96).

Una fraternidad universal y puramente naturalista basada en los lazos de sangre y naturaleza es el núcleo de la teoría y la práctica de la masonería. Un famoso francmasón francés, el marqués de La Tierce, escribió en su introducción a la traducción de Anderson de las primeras constituciones de los masones, que la hermandad universal significa “una religión universal, en la que todos los hombres están de acuerdo. Consiste en ser personas buenas, sinceras, modestas y de honor, para cualquier denominación o creencia particular que se pueda distinguir ”(ver Revue d'Histoire Moderne et Contemporaine 1997 / 44-2, 197). Según La Tierce, el objetivo de la masonería es permitir que personas de todas las naciones entren en una fraternidad (verHistoire de Franc-maçons que contiene les sobre las obligaciones et statuts de la très vénérable confraternité de la Maçonnerie , 1847, I, 159). El propio autor lo escribió explícitamente: "Es para revivir y expandir estos principios esenciales tomados de la naturaleza del hombre que nuestra sociedad se ha establecido" (ver ibid., 158).

El Papa León XIII señaló precisamente el naturalismo como la característica central de la masonería, ya que persigue como objetivo "la sustitución de un nuevo estado de cosas según sus ideas, cuyas bases y leyes deben extraerse del mero naturalismo" (Encíclica Humanum Genus , 10 ). Este es el dogma principal de la masonería: "Sólo hay una religión, una verdadera, sólo una natural, la religión de la humanidad" (ver Henri Delassus, La Conjuration Antichretienne, Lille 1910, volumen 3, p. 816). 

Desde el punto de vista religioso y espiritual, el naturalismo es una de las mayores tentaciones y engaños con que Satanás aleja a los hombres del Reino de Cristo, del reino de la gracia y de la vida sobrenatural. Sin proclamar los derechos de Dios, los derechos de Cristo Rey sobre todos los hombres y naciones, los derechos de los hombres, el bienestar social, la justicia y la paz carecerán de garantía sólida. El Papa León XIII afirmó correctamente:

El mundo ha oído bastante sobre los llamados "derechos humanos". Permítanme escuchar algo sobre los derechos de Dios: ¡que Dios mire con misericordia a este mundo, que ciertamente ha pecado mucho, pero también ha sufrido mucho en expiación! Y, abrazando en su bondad a todas las razas y clases de la humanidad, recuerde sus propias palabras: 'Yo, si fuere levantado de la tierra, atraeré todas las cosas hacia mí' (Jn 12, 32) "(Encíclica Tametsi Futura Prospicientibus , 13).

D.M. Brothers All ofrece una crítica de la política, tanto del liberalismo como del populismo, e incluye numerosos tropos anti-Trump. ¿Cree que este es un documento político programado para las elecciones presidenciales de Estados Unidos en noviembre?

Creo que el Papa Francisco haría bien en seguir el ejemplo de los Apóstoles y la gran tradición de la Iglesia en no proponer modelos políticos y económicos concretos y transitorios. El Papa Juan Pablo II dijo acertadamente: "La Iglesia no propone sistemas o programas económicos y políticos" y "la Iglesia ofrece su primera contribución a la solución del urgente problema del desarrollo cuando proclama la verdad sobre Cristo, sobre sí misma y sobre el hombre "(Encíclica Sollicitudo Rei Socialis , 41). El Papa León XIII enseñó que "los católicos, como todos los ciudadanos, son libres de preferir una forma de gobierno a otra" (véase la encíclica Immortale Dei). La misma enseñanza la encontramos en los documentos del Concilio Vaticano II: "La Iglesia, por su función y competencia, no se confunde en modo alguno con la comunidad política y no está vinculada a ningún sistema político" ( Gaudium et Spes , 76).

D.M. Excelencia, ¿hay alguna consideración final que le gustaría agregar?

En su conjunto, Fratelli Tutti da la triste impresión de que, al precio de una aspiración universal a la fraternidad por la paz y la convivencia mundial (entendida como buena y sincera), el anuncio de la unicidad de Jesucristo se sacrifica como único Salvador y Rey de toda la humanidad y naciones. Cuán necesario y beneficioso habría sido, para toda la humanidad, que el Papa Francisco hubiera proclamado en esta encíclica social lo que han hecho todos los Apóstoles, los Padres de la Iglesia y los Papas, declarando esta verdad a los hombres de todas las naciones y religiones: "El mayor beneficio y felicidad es aceptar a Jesucristo, Hombre-Dios, único Salvador y creer en Él".Rerum Novarum :

“La sociedad civil ha sido renovada en todas sus partes por las instituciones cristianas; de esta transformación beneficiosa, Jesucristo fue simultáneamente la primera causa y el fin último; así como todo viene de él, todo debe ser devuelto a él. Porque cuando el género humano, a la luz del mensaje del Evangelio, conoció el gran misterio de la Encarnación del Verbo y la redención del hombre, la vida de Jesucristo, Dios y Hombre, impregnó y penetró simultáneamente cada raza y nación. con su fe, sus preceptos y sus leyes. Y si la sociedad humana va a ser sanada ahora, de ninguna otra manera puede ser sanada excepto con un regreso a la vida cristiana y las instituciones cristianas. Por tanto, abandonar su constitución original implica enfermedad; volver, curar ”(n. 27). Esta enseñanza se hace eco de toda la tradición católica, que se remonta a San Agustín, quien escribió:

“Quien diga que la doctrina de Cristo es incompatible con el bienestar del estado, dénos un ejército de soldados como la doctrina de Cristo exige que sean; Que nos den tales súbditos, tales maridos y esposas, tales padres e hijos, tales amos y sirvientes, tales reyes, tales jueces - finalmente, incluso los contribuyentes y recaudadores de impuestos, como la religión cristiana ha enseñado que los hombres deben ser , y luego que se atrevan a decir que es contrario al bienestar del estado; más bien, que ya no dudan en confesar que esta doctrina, si fuera obedecida, sería la salvación de lo público ”(Ep. 138 ad Marcellinum , 2, 15).

La encíclica Fratelli Tuttirepresenta una solución puramente humana a la emergencia y limita a la humanidad al horizonte de una aspiración universal a la fraternidad naturalista. Tal solución no tendrá efectos curativos duraderos, ya que no se basa en la proclamación explícita de Jesucristo como el Dios encarnado y el único camino a la salvación. La Iglesia, incluso en su doctrina social, debe construir la Casa de Dios, que es el Reino de Jesucristo en el misterio de Su Iglesia y Su Reinado Social. No es misión de la Iglesia construir una "nueva humanidad" en el plano naturalista (ver Fratelli Tutti, n. 127), o "trabajar por la promoción de la humanidad y la fraternidad universal" (Fratelli Tutti, n. 276), o construir un "mundo nuevo" para la justicia temporal y la paz (ver Fratelli Tutti, n. 278). 

Hasta cierto punto, estas palabras de la Sagrada Escritura se pueden aplicar a los Hermanos Todos: “Si el Señor no construye la casa, en vano se afanan los que la construyen. Si el Señor no vela por la ciudad, en vano permanece despierto el centinela ”(Salmo 126: 1). Llenas de verdadero poder profético y relevancia para la situación actual de la Iglesia y del mundo son las siguientes palabras del Siervo de Dios, el sacerdote italiano Don Dolindo Ruotolo (+1970), en su carta al Papa Pío XI:

Los males más graves amenazan a la Iglesia y al mundo. Estos males no se evitan con soluciones de emergencia humanas, sino solo con la vida divina de Jesús en nosotros. Comienza una gran batalla entre el bien y el mal, entre el orden y el desorden, entre la verdad y el error, entre la Iglesia y la apostasía. Los sacerdotes gimen bajo la desolación de una vida inercial, los religiosos se han empobrecido en la vida santa. Los pastores, los obispos, tienen sueño. Se arrastran y no tienen fuerzas para animar a su rebaño, que está disperso ”(Carta de 23 de diciembre de 1924).

San Francisco una vez oró en la capilla de San Damián, en Asís, y escuchó a Cristo decirle desde el crucifijo "repara mi iglesia, que está en ruinas" (ver Legenda maior 2, 1). San Buenaventura atestigua que el Papa Inocencio III, “en un sueño vio, como dijo, la Basílica de Letrán a punto de caer, cuando un pobre, de pequeña estatura y apariencia humilde, la sostuvo con los hombros, evitando que se cayera. "En verdad", dice, "él es quien con su obra y enseñanza sostendrá la Iglesia de Cristo" ( Legenda maior3, 10). Hoy la Iglesia de Roma se encuentra en una situación similar de colapso espiritual, debido al letargo espiritual de la mayoría de los Pastores de la Iglesia, a la excesiva absorción del Papa mismo en los acontecimientos temporales,

Que el Señor conceda, por intercesión de San Francisco, que el Papa Francisco pueda venir a ofrecer un ejemplo a todos los obispos, proclamando una vez más con vigor estas palabras de Nuestro Señor: "¿Qué beneficiaría al hombre ganar el mundo entero y perder su alma? " (Mc 8,36), (...)

Por el arzobispo Athanasius Schneider

Recopilado por Diane Montagna
[Traducción usando el traductor de Google]
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viernes, 16 de octubre de 2020

La encíclica "Hermanos Todos", de Francisco, ignora la “dimensión trascendente” y la “moral católica” (Monseñor Viganò)



La encíclica Hermanos Todos de Francisco ignora la “dimensión trascendente” y la “moral católica”, dijo el 14 de octubre el arzobispo Viganò en el sitio web LifeSiteNews.com.

Pregunta qué “hermandad” - el tema principal de la encíclica – podría existir alguna vez si se considera irrelevante el asesinato de los niños por nacer.

Viganò no ve en Hermanos Todos “ni una brisa de amor”, ni para Dios ni para el hombre, porque la encíclica, en vez de despertar al hombre moderno de su “hechizo hipnótico de fariseísmo, ecologismo, pacifismo, ecumenismo y globalismo”, lo confirma en todo esto.

Para hacer el bien a un hombre pecador y rebelde, es necesario explicarle que al alejarse de Dios se convertirá en esclavo de Satanás y de sí mismo, explica Viganò y concluye: “Ningún sentido de hermandad con otras almas condenadas puede remediar la enemistad hacia Dios”.

Viganò cuestiona el “sueño utópico y pasajero” contenido en Hermanos Todos que está “cerrado” a la Gracia de Dios.

Para Viganò, la encíclica muestra "el vacío de un corazón marchito, de un ciego privado de la visión sobrenatural, que piensa, a tientas, que puede dar una respuesta que él mismo ignora primero".

miércoles, 7 de octubre de 2020

Monseñor Viganò sobre la nueva encíclica "Fratelli Tutti" : la hermandad contra Dios es 'blasfema'



Al comentar sobre algunas de las nuevas declaraciones papales, a pedido de LifeSite , Mons. Viganò rechaza la afirmación del Papa Francisco de que "como creyentes de diferentes religiones sabemos que hacer presente a Dios es bueno para nuestras sociedades". Aquí, el Papa Francisco sugiere que una religión que no sigue a Jesucristo podría ser buena para la sociedad, excluyendo así la realeza social de Jesucristo, según la enseñanza del Papa Pío XI en la encíclica Quas Primas de 1925. El fin se opone a Dios - ya que no reconoce la realeza de Cristo en la tierra - finalmente sólo puede desagradar a Dios y, según Viganò, ciertamente también es "blasfemo". 

El arzobispo italiano presentó recientemente un análisis más amplio sobre cómo Cristo Rey fue eliminado no solo de la sociedad, sino también de la Iglesia Católica, a raíz del Concilio Vaticano II [ ver ]. 

Además, el arzobispo Viganò critica las declaraciones “equívocas” de Fratelli Tutti que “carecen de claridad” y rechaza una vez más el nuevo concepto de libertad religiosa introducido por el Concilio Vaticano II y que vuelve a afirmar el Papa Francisco. Esta enseñanza sobre la libertad religiosa ha sido criticada recientemente tanto por el arzobispo Viganò [ ver ] como por el obispo Athanasius Schneider [ ver ], quienes han insistido en que no pueden darse ningún derecho a hacer lo que está mal. 

[...] Por tanto, ante declaraciones papales tan ambiguas y engañosas, el arzobispo comenta: " Entre los que tendrán 'varias sorpresas' habrá quienes crean que pueden adulterar la fe y la moral con los desvaríos de los modernistas y la adhesión a las perversas ideologías del siglo, y se verá que lo que la Iglesia siempre ha predicado y que la anti-iglesia niega obstinadamente corresponde exactamente a lo que Nuestro Señor enseñó a los Apóstoles ". 

Los católicos debemos defender la singularidad de la fe, para comprender los dones sanadores y llenos de gracia de los Siete Sacramentos como medio de salvación. No debemos diluir nuestra fe ignorando el reinado social de Cristo, su reivindicación sobre nuestra vida temporal aquí en la tierra, y proponiendo una hermandad que no se base en la fe en Jesucristo.

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Las siguientes son las respuestas a cada una de las citas de la encíclica que le presentó LifeSite , en el texto italiano que me envió Mons. Viganò:

274. Partiendo de nuestra experiencia de fe y de la sabiduría que se ha ido acumulando a lo largo de los siglos, aprendiendo también de muchas de nuestras debilidades y fracasos, como creyentes de diferentes religiones sabemos que hacer presente a Dios es bueno para nuestras sociedades.

La proposición " Como creyentes de diferentes religiones sabemos que hacer presente a Dios es bueno para nuestras sociedades " es deliberadamente equívoca: " hacer presente a Dios " no significa nada en sentido estricto (Dios está presente en sí mismo). 
En un sentido amplio, si se pretende "hacer presente a Dios mediante la presencia de una o más religiones" en contraposición a la " desviación de los valores religiosos " a que se refiere el punto 275, como parece sugerir el texto, la proposición es errónea y herética, porque al mismo nivel la revelación divina del Dios vivo y verdadero con la "prostitución", como la Sagrada Escritura llama a las falsas religiones. 

Argumentar que la presencia de religiones falsas es “ buena para nuestras sociedades es igualmente herético, porque no sólo ofende a la Majestad de Dios, sino que viene a legitimar la acción de los disidentes, atribuyéndole un mérito más que la responsabilidad en la condenación de almas y por las guerras religiosas libradas contra la Iglesia de Cristo por herejes, mahometanos e idólatras. 

Este pasaje también es ofensivo porque implica subrepticiamente que este " bien para nuestras sociedades " se ha adquirido genéricamente " aprendiendo de muchas de nuestras debilidades y caídas ", mientras que en realidad las " debilidades y caídas " son atribuibles a las sectas y sólo de forma indirecta y per accidens a los hombres de la Iglesia. 

Finalmente, señalo que el indiferentismo implícitamente promovido en el texto de Hermanos todos, en el que la presencia de cualquier religión se define como "buena para nuestras sociedades" y no " la libertad y exaltación de la Santa Madre Iglesia "; niega de hecho los derechos soberanos de Jesucristo, Rey y Señor de los individuos, sociedades y naciones. Pío XI, en la inmortal encíclica Quas primas , proclama: " Por tanto, no puede sorprendernos si Aquel que es llamado por Juan" Príncipe de los reyes de la tierra " (Ap 1, 5), trae, como se le apareció al Apóstol en la visión apocalíptica" escrito en su túnica y de costado: Rey de reyes y Señor de señores " (Ap 19, 16).  
Desde que el Padre eterno hizo de Cristo el heredero universal (Hb 1,1), es necesario que reine hasta que al final de los siglos reduzca a todos sus enemigos al pie del trono de Dios (1 Co 15,25 ) " (1). Y dado que los enemigos de Dios no pueden ser nuestros amigos, la hermandad de los pueblos contra Dios no sólo es ontológicamente imposible, sino teológicamente blasfema.

277. La Iglesia aprecia la acción de Dios en otras religiones y “nada rechaza lo verdadero y santo en estas religiones. Considera con sincero respeto aquellas formas de actuar y de vivir, aquellos preceptos y doctrinas que […] no pocas veces reflejan un rayo de esa verdad que ilumina a todos los hombres ”. (Declaración Nostra aetate (2)

La referencia al documento conciliar Nostra aetate es la confirmación de la conexión ideológica del pensamiento herético bergogliano con las premisas establecidas por el Vaticano II. 
En las religiones falsas no hay nada verdadero y santo "per se", ya que cualquier elemento de verdad que puedan preservar es, en cualquier caso, usurpado y utilizado para disimular el error y hacerlo más dañino. No se puede respetar a las religiones falsas, cuyos preceptos y doctrinas deben ser rechazados y rechazados en su totalidad. Si, entre estos elementos de verdad y santidad, Bergoglio quiere incluir, por ejemplo, el concepto de un Dios único que debe acercar a los católicos a quienes profesan una religión monoteísta, conviene aclarar que existe una diferencia sustancial e ineludible entre el verdadero Dios Uno y Trino y el dios misericordioso de los mahometanos. Otros beben de otras fuentes. Para nosotros, esta fuente de dignidad humana y fraternidad reside en el Evangelio de Jesucristo. La única fuente de la que se puede beber es Nuestro Señor Jesucristo, a través de la única Iglesia que Él ha instituido para la salvación de las almas. Aquellos que tratan de saciar su sed de otras fuentes no sacian su sed y es casi seguro que se envenenan. También es cuestionable que el concepto heterodoxo de dignidad y fraternidad humana de “ Fratelli Tutti se pueda encontrar en el Evangelio que, de hecho, contradice claramente esta visión horizontal, inmanentista e indiferentista teorizada por Bergoglio. Finalmente, la especificación "para nosotros" es engañosa, porque relativiza la objetividad del mensaje evangélico a una manera personal de ver las cosas y, en consecuencia, la priva de su autoridad, que surge del origen divino y sobrenatural de la Sagrada Escritura. 

279. […] Hay un derecho humano fundamental que no debe olvidarse en el camino de la fraternidad y la paz: es la libertad religiosa para los creyentes de todas las religiones.

La libertad religiosa para los creyentes de todas las religiones no es un derecho humano, sino un abuso desprovisto de cualquier fundamento teológico y antes incluso filosófico y lógico. Este concepto de libertad religiosa, que reemplaza la libertad de una religión, la "libertad de la religión católica para ejercer su misión" y la "libertad de los fieles para unirse a la Iglesia católica sin impedimentos del Estado" con la licencia para unirse cualquier credo, independientemente de su credibilidad y creencia (que hay que creer), es herético e irreconciliable con la doctrina inmutable de la Iglesia. El ser humano no tiene derecho al error: la libertad de coerción explicada magistralmente por León XIII en la encíclica Libertas praestantissimum no elimina la obligación moral de adherirse libremente sólo al bien, ya que su moralidad, es decir, su capacidad para merecer la recompensa o el castigo, depende de la libertad de este acto. 
El Estado puede tolerar el error, en determinadas situaciones, pero nunca puede legítimamente colocar el error al mismo nivel que la verdad, ni considerar a todas las religiones equivalentes o irrelevantes: el Magisterio condena el indiferentismo religioso, como el relativismo religiosoLa Iglesia tiene la misión de convertir a las almas a la verdadera Fe, arrebatándolas de las tinieblas del error y el vicio. Teorizar un supuesto derecho al error y su difusión es también una ofensa a Dios y una traición a la autoridad vicaria de los Sagrados Pastores, que ésta debe ejercer para el propósito para el cual fue establecida, y no esparcir el error y desacreditar a la Iglesia de Cristo. Es inaudito que el Vicario de Cristo (se me olvidaba: ¡Bergoglio ha renunciado a este título!) pueda reconocer algún derecho a las falsas religiones, ya que la Iglesia es la Esposa del Cordero, y sería blasfemo pensar que Nuestro Señor puede tener más esposas. 

« Dios no mira con los ojos, Dios mira con el corazón. Y el amor de Dios es el mismo para todas las personas, sin importar de qué religión sea. Y si es ateo, es el amor mismo. Cuando llegue el último día y haya suficiente luz en la tierra para ver las cosas como son, ¡tendremos muchas sorpresas! »(De la película Papa Francisco. Un hombre de palabra. La esperanza es un mensaje universal , por Wim Wenders, 2018)

El uso de expresiones poderosas desprovistas de claridad de significado es una de las formas que utilizan los Novatore para insinuar errores sin formularlos con claridad. La proposición " Dios no mira con los ojos, Dios mira con el corazón " puede ser, en el mejor de los casos, una expresión conmovedora, pero desprovista de valor doctrinal. Al contrario, nos lleva a creer que en Dios el conocimiento y el amor están disociados, que el amor de Dios es ciego y que, en consecuencia, la orientación de nuestras acciones no tiene valor a sus ojos. La proposición "el amor de Dios es el mismo para todas las personas, de cualquier religión" es gravemente equívoca y engañosa, más insidiosa que una herejía descarada. Nos lleva a creer que la respuesta libre del hombre y la adhesión al amor de Dios es irrelevante con respecto a su destino eterno

En el orden natural, Dios crea a cada persona con un acto de amor gratuito: el amor de Dios se extiende a todas sus criaturas. Pero toda persona humana es creada con miras a la adopción filial y la gloria eterna. Dios concede a cada uno las gracias sobrenaturales necesarias para que lo conozcan, lo amen, lo sirvan, obedezcan su ley inscrita en su corazón y lleguen a abrazar la fe. En el orden sobrenatural, el amor de Dios por una persona es proporcional a su estado de Gracia, es decir, la medida en que esta alma corresponde al Don de Dios a través de la Fe y las obras, mereciendo la recompensa eterna. En los planes de la Providencia, el amor por el pecador, incluidos el hereje, el pagano y el ateo, puede tomar forma concreta en la concesión de mayores gracias que tocan su corazón y lo llevan al arrepentimiento y a la adhesión a la verdadera Fe. 

“ Cuando llegue el último día y haya suficiente luz en la tierra para poder ver las cosas como son, tendremos varias sorpresas ”: esta proposición sugiere que lo que la Iglesia enseña puede de alguna manera ser refutado el día del Juicio Final

Entre los que tendrán " varias sorpresas " habrá quienes creen que pueden adulterar la Fe y la Moral con los desvaríos de los modernistas y la adhesión a las ideologías perversas del siglo, y se verá que lo que la Iglesia siempre ha predicado es que la anti-iglesia niega obstinadamente que corresponda exactamente a lo que Nuestro Señor enseñó a los Apóstoles. 

+ Carlo Maria Viganò, arzobispo
5 de octubre de 2020
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1. Pío XI, Encíclica Quas primas , 11 de diciembre de 1925