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jueves, 21 de febrero de 2019

También la cumbre sobre los abusos crea serios “Dubia”. La carta abierta de dos cardenales



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Hasta hace un mes la doble finalidad de la cumbre que, desde el 21 al 24 de febrero, reunirá alrededor del Papa a los jefes de la jerarquía católica mundial, era la “la protección de los menores y adultos vulnerables», como escrito en la “carta al pueblo de Dios” difundida por Francisco el 20 de agosto.

Prueba de ello, “L’Osservatore Romano” del 11 de enero que, al final de la primera página de Andrea Tornielli, director editorial de todos los medios de comunicación vaticanos y portavoz del Papa, dejaba clara esta doble finalidad incluso en el título:

> Incontro tra Pastori…

Sin embargo, más tarde los “adultos vulnerables” desaparecieron de la agenda oficial de la cumbre. Y con ellos la cuestión de los abusos homosexuales contra jóvenes y muy jóvenes, a pesar de que estos constituyen estadísticamente la gran parte de los abusos cometidos por el clero.

En la abarrotada rueda de prensa del 18 de febrero, con la que se presentaba la cumbre (ver foto), el cardenal Blase Cupich, número uno de la comisión organizadora, insistió más bien en negar que la práctica homosexual sea la causa de los abusos, a pesar de haber dicho que la disminución de estos delitos en los últimos años en Estados Unidos ha sido también fruto de una investigación detallada de los aspirantes al sacerdocio, excluyendo los que eran “de riesgo”.

Es un hecho que se ha prohibido no sólo la cuestión de la homosexualidad en el clero, sino también la misma palabra “homosexualidad”, que no aparece en la mole de información sobre la cumbre que se ha puesto a disposición de todos los medios de comunicación del mundo:

> Incontro: La protezione dei minori nella Chiesa. Vaticano, 21-24 febbraio 2019

La eliminación de la cuestión de la homosexualidad de la agenda de la cumbre es claramente fruto de una decisión del Papa Francisco, el cual no ha escondido que está más que convencido que no se trata de abusos sexuales, sino de abuso de poder; no de personas individuales, sino de la casta, la casta clerical.

Pero muchos en la Iglesia dudan que todo deba reducirse al “clericalismo”.

No es la primera vez que Francisco hace surgir “dubia” en la doctrina, en la moral y en la praxis. Siguen siendo memorables los que denunciaron cuatro cardenal después de la publicación de “Amoris Laetitia”, y a los que el Papa nunca dio respuesta.

Y ahora, de nuevo, dos de esos cardenales, el alemán Walter Brandmüller y el estadounidense Raymond Leo Burke, han creído que era su deber salir a la luz pública con la carta abierta que publicamos a continuación, dirigida a los obispos que tomarán parte en la cumbre sobre “la protección de los menores”.

El suyo es un llamamiento urgente a no permanecer callados ante esa otra “plaga [que es] la agenda homosexual”, que ha invadido la Iglesia y que, en su opinión, es un abandono de la “verdad del Evangelio” y, por consiguiente, también está en el origen de la crisis de fe actual. En la cumbre de los próximos días se comprobará en qué medida será escuchado este llamamiento.

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CARTA ABIERTA A LOS PRESIDENTES DE LAS CONFERENCIAS EPISCOPALES

Estimados Hermanos, Presidentes de las Conferencias Episcopales:


¡Nos dirigimos a vosotros con profunda aflicción!

El mundo católico está desorientado y se plantea una pregunta llena de angustia: ¿hacia dónde está yendo la Iglesia?

Ante la deriva que está en marcha, parece que el problema esté reducido al de los abusos de menores, un crimen horrible sobre todo cuando quien lo perpetra es un sacerdote pero que, sin embargo, es sólo parte de un crisis mucho más amplia.

La plaga de la agenda homosexual se ha extendido dentro de la Iglesia, fomentada por redes organizadas y protegida por un clima de complicidad y silencio. Las raíces de este fenómeno se encuentran, es evidente, en esa atmósfera de materialismo, relativismo y hedonismo en la que la existencia de una ley moral absoluta, es decir, sin excepciones, es puesta en discusión abiertamente.

Se acusa al clericalismo por los abusos sexuales, pero la responsabilidad primera y principal del clero no es el abuso de poder, sino el haberse alejado de la verdad del Evangelio. La negación, también pública, con palabras y hechos, de la ley divina y natural, es la raíz del mal que corrompe a determinados ambientes de la Iglesia.

Ante esta situación, hay cardenales y obispos que permanecen en silencio. ¿También vosotros permaneceréis en silencio con ocasión de la reunión convocada en el Vaticano el próximo 21 de febrero?

Formamos parte de quienes, en 2016, interpelaron al Santo Padre sobre los “dubia” que dividían a la Iglesia tras las conclusiones del Sínodo sobre la familia. Hoy, esos “dubia” no sólo no han recibido aún respuesta, sino que son también parte de una crisis de fe más general. Por tanto, os animamos a elevar vuestra voz para salvaguardar y proclamar la integridad de la doctrina de la Iglesia.

Rezamos al Espíritu Santo para que ayude a la Iglesia e ilumine a los pastores que la guían. Es urgente y necesario un acto resolutorio.
Confiamos en el Señor, que prometió: “Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos” (Mt 28, 20).

Walter Card. Brandmüller
Raymond Leo Card. Burke

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La carta está disponible, además, en italiano, inglés, francés, alemán y portugués:

> Offener Brief an die Präsidenten der Bischofskonferenzen

> Carta Aberta aos Presidentes das Conferências Episcopais

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Ante la trascendencia de la cumbre vaticana del 21 al 24 de febrero, han publicado llamamientos análogos al de la carta de los cardenales Brandmüller y Burke los cardenales Gerhard Müller y Wilfried Napier, los arzobispos Charles Chaput y Carlo Maria Viganò y otros exponentes católicos de relieve, en un Simposium online promovido por el National Catholic Register:

> What Can We Expect From the Vatican Summit?

El portal español InfoVaticana ha publicado tres de estos llamamientos y en los próximos días publicará dos más:

https://infovaticana.com/2019/02/18/superando-una-crisis-de-credibilidad/

https://infovaticana.com/2019/02/18/una-mezcla-apropiada-de-indignacion-y-confianza/

https://infovaticana.com/2019/02/16/vigano-por-que-la-palabra-homosexualidad-no-aparece-en-los-documentos-recientes-de-la-santa-sede/

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Entre los organizadores de la cumbre asombra la ausencia de uno de sus creadores, el cardenal Sean O’Malley, arzobispo de Boston y presidente de la comisión pontificia comisión para la protección de menores instituida en 2013 por el Papa Francisco.

Entre los participantes a la cumbre, O’Malley figura sólo como miembro del consejo de los cardenales que asisten al Papa en el gobierno de la Iglesia universal.

La frialdad entra el cardenal y Francisco ha sido el tema de un artículo de Francis X. Rocca en “The Wall Street Journal” del 14 de febrero.

Viganò: “¿Por qué la palabra ‘homosexualidad’ no aparece en los documentos recientes de la Santa Sede?”



El exnuncio apostólico en Estados Unidos, Mons. Carlo Maria Viganò, ha expuesto sus dudas acerca de la próxima cumbre para los abusos en un sugerente artículo publicado por el National Catholic Register:

“Os agradezco que me hayáis invitado a tomar parte del simposio ‘Abuso y la forma de curar’ en anticipación de la próxima cumbre de obispos en el Vaticano. Mi contribución se basará en mi experiencia de 51 años como sacerdote.

Es evidente que la primera causa de la actual y terrible crisis de abusos sexuales cometidos por clérigos ordenados, incluidos obispos, es la carencia de una formación espiritual adecuada de los candidatos al sacerdocio. Esta carencia, además, es sencillamente explicada por la corrupción moral y doctrinal de muchos de los formadores de seminaristas, corrupción que se incrementó exponencialmente durante los años 60

Entré en un seminario pontificio en Roma y empecé mis estudios en la Universidad Gregoriana cuando tenía 25 años. Era 1965, justo meses después del Concilio Vaticano II. Ahí me di cuenta, no sólo en mi propia facultad sino también en otras en Roma, de que muchos seminaristas eran muy inmaduros y de que las casas de formación estaban marcadas por una general y muy seria carencia de disciplina.

Unos pocos ejemplos bastarán. Los seminaristas a veces pasaban la noche fuera del seminario, pues su supervisión era lamentablemente inadecuada. Nuestro director espiritual estaba a favor de una ordenación sacerdotal ad tempus: la idea de que el sacerdocio puede ser meramente un estatus temporal.

En la Universidad Gregoriana, uno de los profesores de teología moral apoyaba una ética situacional, circunstancial. Y algunos compañeros de clase me confiaron que sus directores espirituales no dudaron en presentarse a sí mismos como candidatos a la ordenación sacerdotal a pesar de sus continuos y graves pecados – e irresolutos – pecados contra la castidad.

Ciertamente, aquéllos que sufren de una asentada atracción homosexual no deben ser nunca admitidos en el seminario. Más aún, antes de que cualquier seminarista sea admitido para la ordenación, no sólo debe esforzarse por alcanzar la castidad, sino alcanzarla efectivamente. Debe estar viviendo ya la castidad célibe en paz y por un período prolongado de tiempo; pues, si esto falta, los seminaristas y sus formadores no pueden tener la confianza requerida para la vida célibe.

Los obispos tienen la soberana responsabilidad de formar a los candidatos al sacerdocio. Cualquier obispo que haya encubierto abuso o seducción de menores, adultos vulnerables o adultos bajo un cuidado pastoral, incluidos seminaristas, no es el adecuado para esa responsabilidad o para cualquier ministerio episcopal, y debe ser expulsado de su cargo.

Estoy orando intensamente por el éxito de la cumbre de febrero. Aunque me alegraría mucho si la cumbre tuviera éxito, las siguientes preguntas revelan que no hay signos de una genuina voluntad de atender las causas reales de la situación actual:

¿Por qué la reunión se centrará exclusivamente en el abuso de menores? Estos crímenes son de hecho los más horribles, pero las crisis en los Estados Unidos y Chile que precipitaron en gran medida la próxima cumbre tienen que ver con los abusos cometidos contra adultos jóvenes, incluidos los seminaristas, no solo contra menores. Casi nada se ha dicho acerca de la conducta sexual inapropiada con adultos, que es en sí mismo un grave abuso de la autoridad pastoral, ya sea que la relación haya sido o no “consensual”.

¿Por qué la palabra homosexualidad nunca aparece en los documentos oficiales recientes de la Santa Sede? Esto no significa de ninguna manera que la mayoría de las personas con una inclinación homosexual sean abusadoras, pero el hecho es que la gran mayoría de los abusos han sido infligidos a los muchachos post-pubescentes por los clérigos homosexuales. Es una mera hipocresía condenar el abuso y afirmar que se simpatiza con las víctimas sin enfrentar este hecho con honestidad. Es necesaria una revitalización espiritual del clero, pero en última instancia será ineficaz si no aborda este problema.

¿Por qué el Papa Francisco mantiene e incluso llama como sus colaboradores cercanos a personas que son homosexuales notorios? ¿Por qué se ha negado a responder preguntas legítimas y sinceras sobre estas citas? Al hacerlo, ha perdido credibilidad sobre su verdadera voluntad de reformar la Curia y combatir la corrupción.

En mi tercer testimonio, le supliqué al Santo Padre que hiciera frente a los compromisos que él mismo asumió al asumir su cargo como Sucesor de Pedro. Señalé que asumió la misión de confirmar a sus hermanos y guiar a todas las almas en el seguimiento de Cristo en el camino de la cruz.

Lo insté entonces, y ahora lo insto nuevamente, a decir la verdad, a que se arrepienta, muestre su voluntad de seguir el mandato dado a Pedro y, una vez convertido, confirme a sus hermanos (Lucas 22:32).

Rezo para que los obispos reunidos en Roma recuerden al Espíritu Santo, a quien recibieron con la imposición de manos, y cumplan con su responsabilidad de representar a sus Iglesias particulares pidiendo firmemente e insistiendo en una respuesta a las preguntas anteriores durante el cumbre.

De hecho, rezo para que no regresen a sus países sin las respuestas adecuadas a estas preguntas, ya que fallar en este sentido significaría abandonar sus propios rebaños a los lobos y permitir que toda la Iglesia sufra terribles consecuencias.

A pesar de los problemas que he descrito, sigo teniendo esperanza, porque el Señor nunca abandonará a su Iglesia”.

El arzobispo Carlo Viganò es el ex nuncio apostólico en los Estados Unidos.

El discurso que activistas LGBT quisieron censurarle a Agustin Laje en España.


Duración 14:33 minutos