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jueves, 22 de junio de 2023

Primer Aniversario de la Muerte del P. Alfonso Gálvez



El próximo 6 de julio de 2023, primer aniversario de la muerte del padre Alfonso Gálvez, se celebrará la Santa Misa por su eterno descanso en la iglesia de las Madres Dominicas (Las Anas) a las 9:30 AM.


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El padre Alfonso Gálvez nació en 1932. Licenciado en Derecho. Se ordenó de sacerdote en Murcia en 1956. Entre otros destinos ha estado en Cuenca (Ecuador), Barquisimeto (Venezuela) y Murcia. Es Fundador de la Sociedad de Jesucristo Sacerdote, aprobada en 1980. Desde 1982 reside en El Pedregal (Mazarrón-Murcia). A lo largo de su vida ha alternado las labores pastorales con un importante trabajo redaccional. Ha publicado Comentarios al Cantar de los Cantares (dos volúmenes), La Fiesta del hombre y la Fiesta de Dios, La oración, El Amigo Inoportuno, Apuntes sobre la espiritualidad de la Sociedad de Jesucristo Sacerdote, Esperando a Don Quijote, Homilías, Siete Cartas a Siete Obispos, El Invierno Eclesial, Los Cantos Perdidos y El Misterio de la Oración. Para información adicional visite su web 
https://www.alfonsogalvez.com/

jueves, 7 de julio de 2022

R.I.P. Padre Alfonso Gálvez Morillas



En el día de hoy, 6 de julio de 2022, a las 17:30 horas, ha fallecido el Padre Alfonso Gálvez Morillas, sacerdote de la Diócesis de Cartagena. Tras una larga y paciente enfermedad, ha entregado su alma a Dios. Dedicó su larga vida sacerdotal a la formación de sacerdotes, para lo cual fundó la Sociedad de Jesucristo Sacerdote, Asociación de Fieles erigida en la Diócesis de Cartagena desde 1980.

Sus hijos e hijas espirituales, miembros de la Sociedad de Jesucristo Sacerdotes, en medio del dolor por la partida de quien por tantos años fue su Padre espiritual, ruegan oraciones y misas por su eterno descanso. Para que la misericordia de Dios, haga posible su ansiado encuentro con Jesucristo. Descanse en paz.

Horario de los servicios y honras fúnebres:

​Velatorio:

– Tanatorio: Tanatorio de Jesús, Parque Empresarial de Espinardo, Calle Central, 11, 30100 Murcia.
– Horario: miércoles 6 de julio, 8 PM al jueves 7 de julio, 5:30 PM.

Misa tradicional de corpore insepulto por la Forma Extraordinaria del Rito Romano:

– Iglesia de San Bartolomé, Calle Sánchez Madrigal, 11, 30004 Murcia.
– Horario: jueves, 7 de julio, 6 PM.

Sepultura:

– Cementerio: Cementerio Nuestra Sra. Del Carmen. Lugar Morti Bajo, 88E, 30850, Totana, Murcia.
– Horario: jueves, 7 de julio, alrededor de las 8 PM.

Escucha, Señor, con piedad las plegarias que te dirigimos por tu siervo Alfonso, sacerdote, que en tu nombre desempeñó con fidelidad el ministerio; recíbelo en la asamblea jubilosa de los santos.

martes, 31 de marzo de 2020

En ausencia de los sacramentos



Para los que aman al Señor, todo lo que les ocurre es para su bien. Vamos a citarlo en latín para los que necesitan un mantra que ayude a encajar por qué está pasando todo esto: Rm. 8, 28: Omnia cooperantur in bona diligentibus Deum.

¿Pero qué decir de esta decisión de los políticos y de los obispos (no voy a entrar en lo que pienso del problema) de prohibir la asistencia a Misa? ¿Puede ser que Dios utilice esto para nuestro bien?

Y tanto. Primero para nuestra humildad. Muchos que se han quedado en casa por su propia cuenta en tiempos pasados, por sus propias enfermedades, ahora están enrabiados contra los obispos por esta decisión. Entonces, si lo decido yo, está bien, pero si me lo imponen, ¿eso sí que está mal? Si yo aplico lo que juzgo correcto y según el sentido común, con los datos que tengo y por caridad hacia los demás o por mi propio bien, mi decisión es correcta. Pero, como otro tome esa decisión y tenga yo que obedecer… eso ya no es tan fácil de aceptar. Así que primero tenemos algunos que hacer un ejercicio de humildad.

¿Entonces no hay razones para pensar que hubiera sido mejor no quitar el culto público? Según se puede ver aquí http://www.quenotelacuenten.org/2020/03/25/templos-cerrados-y-curas-heroicos-el-precedente-de-la-fiebre-amarilla/, no es la primera vez en la historia que se hace, en contra de lo que muchos han dicho, poniendo el grito en el cielo. Y, como dice en ese artículo, quizá es demasiado pronto para saber si la medida ha sido de provecho o no. La medida de dejar el templo abierto “para dar acceso a unos pocos fieles”, sí sería una mejora, pero no soluciona el problema tal como se ha propuesto. Si la premisa es que no dejar acceso a los fieles es una falta de fe y una manera de sucumbir al miedo… la solución es dejar los templos abiertos de par en par y que acuda todos los que quieran. Si no, al pasar del númerus clausus… ¿qué dirá el resto? ¿No podrían levantar la misma acusación que, hace un momento, estaba en boca de los que sí pudieron entrar a estar presentes en la Santa Misa? Además, de todos los que han dado la voz de alarma por la falta de fe de los obispos, no he leído a ninguno– de los que escriban o hablen de manera equilibrada– que diga que “no haya que tomar las medidas sanitarias pertinentes”. Lo que pasa es que la medida que se ha tomado ha sido, o así parece, muy dura.

Pero volvamos al hecho: no hay Misas con fieles presentes y en muchos sitios el acceso a la confesión se ha quedado como una imposibilidad. No, lamentablemente, una urgencia por enfermedad espiritual seguramente no va a abrir el bloqueo de la guardia civil ni de la policía local. ¿Y Dios puede sacar bien de aquí?

Y tanto. En primer lugar ¿cuándo ha habido una añoranza tan grande por tantas personas de poder ir a Misa y recibir la comunión? ¿Acaso esa distancia, ese deseo, en sí, no tiene ningún valor? ¿Cae sobre oídos sordos de Dios? De muchas maneras puede Dios utilizar esto para despertarnos de la manera rutinaria en que recibíamos la comunión con frecuencia semanal e incluso hacernos ver que si Le echamos tanto de menos en la eucaristía, podíamos hacer un esfuerzo mayor por recibirle más a menudo. Si tanto lo apreciamos… o quizá esta situación haga que muchos lleguen a apreciarlo mucho más.

Como Dios escribe recto con renglones torcidos, cabe imaginar que tanto abuso de la comunión, la comunión en pecado y la comunión en la mano, ha hecho que Dios permita este mal del virus y la consiguiente cerrazón de las iglesias para darnos un momento para pensarnos bien las cosas. Puede dar mucho que hablar el hecho de que las directrices sociales eran no dar la mano porque es el medio de contagio mayor ... y las iglesias particulares urgiendo comulgar en la mano … el que pueda entender, que entienda.

¿Y los que no tienen acceso a la confesión? Hay dos consideraciones muy importantes que hacer. Por un lado, si todos los mecánicos del mundo desaparecieran, ¿acaso no conduciría la gente, que aprecia su coche, con más cuidado? Y por otro, es el momento para que los que somos pecadores decidamos si tiene sentido salir corriendo de la presencia de Dios porque hemos pecado, o más vale que nos apeguemos a Él más que nunca ya que sólo en Él está la salvación. No volveré a entrar en la contrición perfecta, pero el primer paso para lograr esa contrición perfecta es creer en el Amor Inagotable que Dios me tiene. Mirad 1 Jn. 4, 19: “Nosotros amamos a Dios porque Él no amó primero”. Si no se es consciente del primer momento, el amor de Dios, no se llega al segundo: mi amor a Él.

Por supuesto, es terrible que alguien se tenga que ver ante la muerte sin el auxilio de los sacramentos. No creo que haya tragedia peor, salvo la situación de la persona a la que le da lo mismo esa situación. Pero la gracia de Dios no se limita a los sacramentos. Recordemos una definición básica del catecismo olvidado: ¿Cómo nos comunica Dios la gracia? Dios nos comunica la gracias principalmente por medio de los santos sacramentos. Mirad como no dice que son la única manera que tiene Dios de conceder la gracia. La contrición perfecta, la comunión espiritual, y un largo etcétera, nos aseguran que la mano de Dios no se ha retirado de nosotros y no estamos al desamparo total de la gracia.

Todo lo que ocurre a los que aman a Dios es para su bien. De todo aquello que a nosotros nos parece un mal, Dios puede sacar el bien, y así lo hace. Éstos son tiempos para dejarle actuar.
 
Santamisatradicional

martes, 24 de marzo de 2020

Evangelio según San Juan 13, 9-11



Simón Pedro le dice: “Señor, no sólo mis pies, sino hasta las manos y la cabeza”. Jesús le contesta: “Quien se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, pues todo él está limpio, y vosotros estáis limpios, aunque no todos”. Pues sabía quién era el que le iba a entregar; por eso dijo: “No todos estáis limpios”.

“No todos estáis limpios.” Y el Señor sabe que no todos están limpios. Tantos lugares se han quedado sin los sacramentos o con muy difícil acceso a ellos. Los fieles no pueden acceder a las Misas que dicen en las parroquias a puerta cerrada, y puede que no haya posibilidad de salir de casa siquiera, para acudir a la iglesia a buscar el consuelo y la limpieza de la confesión. Recordad, pues, lo que la Iglesia enseña acerca de la contrición perfecta.

Jesús, vestido de sirviente, toalla ceñida para limpiar los pies de sus apóstoles, nos ayuda entender el sentido de la contrición perfecta, y cómo opera en nosotros. La raíz de tal enseñanza radica en el hecho de que Dios sí toma el amor en serio. La contrición perfecta, tal dolor de los pecados sin mezcla de egoísmo por mi parte, se logra moviendo el corazón hacia ese dolor al darnos cuenta de Quién es Aquel a que hemos ofendido. 

Pero, al concebir a Dios como mi Rey y Señor, puede que el corazón tienda más bien a pensar en el castigo o la retribución que me espera al haberle ofendido. ¡Una ofensa al Rey de Reyes! Ahora bien, si le veo a Jesús como el que ama de tal manera que le lleva a lavar los pies de aquellos a quienes tanto quería, me será más fácil comprender el daño hecho al Amigo a quien he traicionado. Es más fácil ver a Jesús, pequeño, haciendo labores de sirviente, lavando los pies a los demás, para olvidarnos de nosotros mismos y comprender que a ese Amigo más vale morir que perpetrar un acto de traición, cualquier pecado.

Ese dolor — que ya no es por mí, ya no es por lo que me acarrea a mí el haber pecado contra Dios, sino tan solo es por haber traicionado al Amigo — es la contrición perfecta. Mis intereses ya no cuentan (evitar el Infierno y no perder el Cielo), sino tan sólo que he ofendido a Aquel al que he de amar con toda mi mente, mis fuerzas y mi corazón.

Y según la enseñanza perenne de la Iglesia, esta contrición perfecta conlleva el perdón de los pecados, incluso mortales, aun antes de recibir la confesión sacramental, porque es un acto de amor perfecto; completamente desinteresado. Como se puede comprender, lógicamente, es necesario que esta contrición perfecta vaya unida al deseo de recibir el sacramento de la confesión. Pero según enseña el Concilio de Trento, para que no haya dudas, la contrición perfecta confiere al que se encuentra en pecado mortal la gracia de la justificación aun antes de que éste reciba actualmente el sacramento de la penitencia.

Suficiente por hoy. Vuelve a leerlo. Medítalo. Grábalo en el corazón.
misatradicionalmurcia

lunes, 23 de marzo de 2020

Evangelio según S. Juan 13, 5-9



“Después echó agua en una jofaina y comenzó a lavar los pies de sus discípulos y a secárselos con la toalla que se había ceñido.”Jn. 13, 5

Entender que Dios nos ama desde su trono celestial es reconfortante. Es decir, tener el favor del Rey, siempre nos viene bien e incluso nos podemos sentir protegidos.

Comprender que Dios no sólo se hizo uno de nosotros, sino que quiso hacerse el más pequeño, eso ya nos suele costar un poco más. Ver en el lavatorio de los pies un amor verdadero de un amigo, y ver un amigo tal que está dispuesto incluso a limpiar la suciedad acumulada en la planta del pie, que hasta allí llega el detalle de su amor, eso ya no es tan fácil. En muchos casos, ni nosotros iríamos tan lejos para aquellos a los que se supone que amamos. Ni nos consideramos tan indignos de una tarea tan baja, ni consideramos que nuestros queridos son tan dignos de que nosotros les lavemos los pies.

Con lo que cuesta dejar que otro tenga la última palabra, o dejar que en un momento malo digan algo de más y no tenérselo en cuenta, o sufrir una injusticia, o no tener en cuenta un defecto de alguien con quien convivo… ¿lavarle los pies? Si me cuesta mirarle a los ojos… ¿cómo cogerle el pie, echarle agua, y secarlo con aquello que viste mi desnudez?

Y no es que esto tuviera algo de importancia para Jesús, sino que le pone a San Pedro entre la espada y la pared: O me dejas que te quiera como a un verdadero amigo, o no podrás tener parte conmigo. Tan solo si se admite que Jesús nos quiere como a verdaderos amigos suyos, podremos, entonces, entender el valor de su muerte en la Cruz. Si no creo que es capaz de lavarme los pies, ¿cómo comprenderé que es capaz de dar su vida por el amor que me tiene? Imposible. Y Jesús se lo deja ver con toda claridad. No es que sea importante, sino que ante SU humildad de lavarme los pies, me pide a mí la humildad de aceptar su cariño, su amor, su amistad verdadera. Es inequívoco el Señor con sus palabras a San Pedro.

Llegó a Simón Pedro, que le dice: “Señor, ¿me vas a lavar tú a mí los pies?” Jesús le respondió: “Lo que yo hago, tú ahora no lo entiendes, lo entenderás después”. Díjole Pedro: “No me lavaras los pies jamás”. Jesús le respondió: “Si no te lavo, no tendrás parte conmigo”.Jn. 13, 6-9

Suficiente por hoy.
misatradicionalmurcia

domingo, 22 de marzo de 2020

Evangelio de San Juan 13, 2


MISA TRADICIONAL MURCIA


Y durante la cena, cuando el diablo ya había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarlo, sabiendo que el Padre había puesto en sus manos todas las cosas y que había salido de Dios y a Dios volvía, se levantó de la cena, se quitó el manto, y tomando una toalla, se la ciñó.
Jn. 13, 2
“…cuando el diablo ya había puesto en el corazón de Judas Iscariote…Ya estaba cogido por el demonio, y sin embargo estaba a la mesa con Jesús. Tanto asombra que los demás no se daban cuenta, como que Jesús permitía que estuviera allí a la mesa con ellos. Jesús sabía quién era. Jesús le conocía, y permitía que siguiera con los demás. ¿Esperando que se arrepintiera? Era necesario que el Hijo del Hombre fuera entregado. Pero nunca vemos que Jesús huya de los pecadores. Vino a salvar lo que estaba perdido, a sanar al que estaba enfermo; y cuánto le dolería al Señor tenerle tan cerca, pero no poder convencerlo, ya que estaba cogido por el diablo. ¿Cómo estar tan cerca de uno que va a hacerle tanto daño y no mostrarle ningún odio, ni rencor, ni aversión, ni mandarle indirectas, ni críticas veladas? Al contrario, irá Jesús aún más lejos para mostrarle el amor que todavía le tenía.

sabiendo que el Padre había puesto en sus manos todas las cosas y que había salido de Dios y a Dios volvía… Jesucristo sabía quién era. Pero no es tan ridículo como nosotros cuando nos damos tanta importancia, “¿Acaso no sabes quién soy yo?”. Aunque no lo formulemos así, de alguna manera nos sentimos heridos cuando nos tratan de alguna manera por debajo de lo que consideramos nuestro merecido. Si tan solo supiéramos lo que es nuestro merecido. Este pasaje nos posiciona para comprender la grandeza de lo que está Jesús a punto de hacer. Aun sabiendo Jesús quién era: el Hijo de Dios sin equivocación… Peligrosos somos nosotros cuando estamos demasiado conscientes de quienes somos… o quienes nos creemos ser; porque de ahí establecemos el baremo de cómo pensamos que nos han de tratar. A no ser, claro está, que estemos conscientes de que somos hijos de Dios; así nos ponemos siempre en nuestro sitio correcto y nos hace conscientes de nuestra verdadera dignidad. Dignos de imitar al Hijo.

“…se levantó de la cena, se quitó el manto y tomando una toalla, se la ciñó.” No se muestra como siervo, sino que se hace siervo. Jesús no era un actor ni un farsante: quiso hacerse el siervo de aquello a los que amaba. Sabiendo quién era Él, no era obstáculo mostrar el amor con el que ardía su corazón. Al contrario, ese amor es lo que movió a servirles de esta manera. No se tuvo que obligar a hacerse el más pequeño o el más humilde o el que sirve. No se tuvo que violentar, sino que le salió del amor de su corazón. ¡Con cuánto gusto pudo Dios mismo, el Hijo del Altísimo, hacerse el más pequeño, el más humilde, el servidor de todos! No era un espectáculo, era un acto profundo de amor; era una expresión visible y tangible de cómo ama uno que está enamorado.

Suficiente por hoy.
misatradicionalmurcia