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miércoles, 12 de agosto de 2020

¿Por qué ser Católico y no de otra religión? José Plascencia y P. Javier Olivera Ravasi, SE

QUE NO TE LA CUENTEN


Una entrevista de José Plascencia al padre Javier Olivera Ravasi. Para verla y escucharla hacer clic en el siguiente link:  https://youtu.be/80_gw32sS80 

La duración del video es de 1 hora y 12 minutos.

miércoles, 29 de abril de 2020

“Hacer proselitismo”: Obispo cita a Juan Pablo II para corregir a Francisco



“Se nos dice erróneamente, incluso por parte de algunos líderes de la Iglesia [= Francisco], que cuando hablamos de nuestra vocación misionera no deberíamos ‘hacer proselitismo’”, escribe el 27 de abril en el sitio web TheWandererPress.com el obispo de Tyler (Texas), monseñor Joseph Strickland.

Strickland explica que Juan Pablo II trató “este uso erróneo del término” en Redemptoris Missio n. 46.

En este pasaje, Juan Pablo II critica que convertir a los no-cristianos es presentado algunas veces como “un acto de ‘hacer proselitismo’”.

Por el contrario, él señala que “toda persona tiene el derecho de oír la ‘Buena Noticia’ del Dios que se revela y se da a sí mismo en Jesucristo”.
 

lunes, 24 de junio de 2019

Roma da asco, la hemorragia de las órdenes religiosas, los colegios católicos, el diálogo y el proselitismo.



Roma es llamada la ciudad eterna. Su historia se pierde en los orígenes de la civilización humana que se identifica con la cultura dominante hoy en el mundo. Europa fue romanizada y América en una transposición de la cultura romana. El cristianismo ha estado unido a una gran parte de la historia de esta ciudad. En estos momentos vemos un degrado increíble de la ciudad más bella del mundo que nadie parece ser capaz de detener. Para colmo de males hoy hemos sentido un pequeño temblor que desata todos los miedos en una Italia especialmente herida por lo últimos terremotos. Roma languidece ante la indiferencia de propios y extraños. Los turistas sufren con paciencia la suciedad y los crecientes malos olores. Sus calles se llenan de pobres y delincuentes que sobreviven de la limosna, del atraco y la extorsión. Sus bellas noches se convierten en horas llenas de peligros que invitan a protegerse. Cuando una sociedad se degrada lo hace en su conjunto. El esplendor de la roma barroca se debe a un renacimiento cultural y religioso, hoy son tiempos de degrado y de muerte.

Las órdenes religiosas se están extinguiendo. El Papa Francisco habla a los hermanos menores de predicar la paz y contener la hemorragia del abandono. El problema no es el abandono, quedan tan pocos y tan ancianos que los abandonos, por muchos que quieran ser, son casi imposibles. Asistimos a una desaparición por defunción. Es una realidad que vivimos en la inmensa mayoría de la Europa rural, hace un tiempo se podía hablar de abandono , hoy ya no, es simplemente la muerte de los últimos. La edad media de vida se ha alargado en los últimos decenios y esto está alargando una agonía que solo puede terminar en la puerta cerrada. La renovación en la iglesia nunca ha venido por la aceptación de las modas del momento. La verdadera renovación es cuando hay nuevas y pujantes vocaciones que hacen vida el mensaje del evangelio en el tiempo presente. Todo lo demás es un mundo virtual que no existe. Hoy recogen la noticia de la supresión de una orden religiosa francesa porque rezan demasiado, parece que han denunciado civilmente al Vaticano por la supresión. Seguimos con los franciscanos de la Inmaculada intervenidos y su fundador en una especie de arresto domiciliario. Y podemos continuar la serie de despropósitos que apuntan todos en la misma dirección. Las órdenes religiosas tradicionales desaparecen y las que continúan o nacen tiene una marcada tendencia, digamos, demasiado católica que no gusta mucho en los nuevos tiempos.

Una escuela de jesuitas en Estados Unidos se niega a expulsar a un profesor públicamente homosexual y el obispo le quita el apellido de católica. Hoy ya son muchas las escuelas y colegios de religiosos y religiosas que no tienen ni un solo miembro de la orden en sus plantillas. La denominación de católico es más una inercia del pasado que una realidad del presente. Esperemos que Martel no tenga mucha razón en su visión del Vaticano porque el título de católico estaría en muy serio peligro.

Nos siguen invitando a un diálogo sin ningún contenido pero que se ve impedido por el proselitismo. Los primeros apóstoles se dedicaron a ir por todo el mundo predicando el evangelio y haciendo prosélitos. Dejando a un lado la palabrita, San Juan Bautista tendría la cabeza en su sitio si hubiera sido más dialogante y hubiera tratado a Herodes como un separado recuperando una nueva estabilidad emocional en su vida. Incluso en los angustiosos días de la pasión el mismo Jesucristo no estaba demasiado dialogante.

El hermano de Emanuela Orlandi sigue con su lucha en busca de la verdad. El obispo de la bicicleta, monseñor Lajudice pide la objeción de conciencia para las cosas de Salvini y sus leyes sobre la inmigración. Paolo Sorrentino retira una escena demasiado futbolera de los próximos capítulos de ‘The Young Pope’. Cada vez más cristianos se piensan que si ayudar a la iglesia en sus necesidades es colaborar en lo que estamos viendo, es mejor pensar en destinar sus dineros a cosas más sensatas, como pueden ser las monjas que rezan.

«Porque la mano del Señor estaba con él.»

Buena lectura.


Specola

martes, 9 de abril de 2019

Severe Church Crisis, and What to do about It


Duración 2:44 minutos

ENGLISH

Severe Church Crisis, And What to Do About It

The crisis of the Faith is evident from the fact that the churches are emptying, Cardinal Robert Sarah told French Aleteia. Sarah concludes from divorce, abortion and euthanasia that the civil society is also disintegrating. Quote: "We are in a difficult situation and the crisis is deep and serious.”

Everybody says something different

For Sarah, the division inside the Church is particularly "tragic." It shows itself in the Church’s doctrine, moral teaching and discipline. Quote: "Everyone says and thinks what he wants." The Church seems to have no doctrine of the Faith and no clear moral teaching anymore.

Fold your hands, and shut up?

As a solution, Sarah proposes to devote oneself to more prayer and to cry out like the apostles in the storm-tossed boat: "Lord, do you care that we perish?" Sarah does not believe that the renewal of the Church comes from structural reforms and activism. According to him, it needs the grace that comes from prayer.

Women can never be ordained

Sarah explains that contemporary pseudo-reformers cannot change the doctrine of the Church because they have not invented it and the Church does not belong to them. For example, the Church has no power to consecrate women as priests. Since the days of the Old Testament, God has chosen only men as priests. For Sarah, the demand for the consecration of women shows a "lack of faith". Even if there were no more priest in the world, the consecration of women would be no option, Sarah adds.

“Proselytism” does not exist

When asked how to evangelize since Pope Francis has banned proselytism, Sarah said that the conversion of all peoples and religions is a mission which Christ entrusted to the Church, and therefore it is its "duty". Sarah points out that evangelization is not proselytism. Quote: "I do not know a single missionary who ever forced a people to become Christian.”

ESPAÑOL

Crisis severa de la iglesia, y qué hacer al respecto

La crisis de fe es evidente por el hecho de que las iglesias se están vaciando, dijo el cardenal Robert Sarah a la francesa Aleteia. Sarah concluye del divorcio, el aborto y la eutanasia que la sociedad civil también se está desintegrando. Cita: "Estamos en una situación difícil y la crisis es profunda y grave".

Todos dicen algo diferente.

Para Sarah, la división dentro de la Iglesia es particularmente "trágica". Se muestra en la Doctrina de la Iglesia, la enseñanza de la moral y la disciplina. Cita: "Todo el mundo dice y piensa lo que quiere". La Iglesia parece no tener Doctrina de la Fe y ya no tiene una enseñanza moral clara.

¿Dobla tus manos, y cállate?

Como solución, Sarah propone dedicarse a hacer más oración y a gritar como los apóstoles en el barco durante la tormenta: "Señor, ¿No te importa que perezcamos?" Sarah no cree que la renovación de la Iglesia provenga de reformas estructurales y activismo. Según él, necesita de la gracia que proviene de la oración.

Las mujeres nunca pueden ser ordenadas

Sarah explica que los pseudo reformadores contemporáneos no pueden cambiar la Doctrina de la Iglesia porque ellos no la han inventado y la Iglesia no les pertenece. Por ejemplo, la Iglesia no tiene poder para consagrar a las mujeres como sacerdotes. Desde los días del Antiguo Testamento, Dios solo ha elegido a hombres como sacerdotes. Para Sarah, la demanda por la consagración de las mujeres muestra una "falta de fe". Incluso si no hubiera más sacerdotes en el mundo, la consagración de las mujeres no sería una opción, agrega Sarah.

El “proselitismo” no existe.

Cuando se le preguntó cómo evangelizar, ya que el Papa Francisco ha prohibido el proselitismo, Sarah dijo que la conversión de todos los pueblos y religiones es una misión que Cristo confió a la Iglesia, y por lo tanto es su "deber". Sarah señala que la evangelización no es proselitismo. Cita: "No conozco a un solo misionero que haya forzado a nadie a convertirse en cristiano".

martes, 2 de abril de 2019

Francisco, en Marruecos: convertir no es nuestra misión (Carlos Esteban)



Durante su visita a Marruecos, ya finalizada, Su Santidad se reunió con la diminuta comunidad católica del país vecino para insistir en que no hagan conversos entre sus vecinos musulmanes.

Es otro de los ‘leit motiv’ de Francisco, sobre el que ha vuelto a insistir, aún con mayor claridad y énfasis, al reunirse con la reducida minoría católica del sultanato marroquí y disuadirles de que traten de convertir a sus conciudadanos musulmanes, la abrumadora mayoría.

“Los cristianos son una pequeña minoría en este país”, les dijo en el curso de un encuentro en la catedral de Rabat. “Pero, en mi opinión, eso no es un problema aunque me doy cuenta de que a veces debe ser difícil para vosotros”.

“La Iglesia no crece a través del proselitismo, sino de la atracción”, insistió. “Esto significa, queridos amigos, que nuestra misión como bautizados, sacerdotes y hombres y mujeres consagrados no está realmente determinada por el número o el tamaño de los espacios que ocupamos, sino más bien por nuestra capacidad de generar cambio y despertar el estupor y la compasión”.

Los autores católicos han insistido a menudo que en la Iglesia casi todo se trata de un “no sólo, sino también”, pero Francisco parece preferir la disyuntiva. Aunque siempre se ha insistido en eso que ha quedado como refrán de “predicar con el ejemplo”, no sólo la doctrina unánime de los padres y los pontífices anteriores, sino incluso el celo evangelizador -de evangelización activa, predicando- de tantos santos parecen en abierto conflicto con la ocurrencia de Francisco.

Que no es nueva. Ya provocó cierto revuelo su declaración ante su periodista favorito, el ateo editor de La Repubblica, en el sentido de que “el proselitismo es un solemne disparate”. Algunos grupos católicos de peso que han hecho a lo largo de toda su historia un hincapié especial en el proselitismo -incluso con ese mismo nombre- trataron en su momento de explicar las palabras del Papa diciendo que se refería a ese proselitismo agresivo y muchas veces teñido de ideología que había dado mal nombre al término, especialmente en la escena italiana.

Pero la actitud de Su Santidad ha sido, al menos, en esto, constante y coherente, y esa explicación duró tan poco y fue siempre tan poco creíble como la interpretación que se apresuraba a dar la radio de los obispos, COPE, sobre la extraña ‘cobra’ del Papa en Loreto: un gesto de profunda humildad.

No, ya nadie puede negar que el significado de las palabras del Papa es transparente: el único modo legítimo de evangelizar es “generando cambio” y, en general, llenándonos tanto de Dios que irradie y nos quieran imitar. O algo así. Si saben de algún prelado vivo que consiga, sin predicar y solo mediante su ejemplo, atraer a la gente a Cristo, yo, al menos, no lo conozco.

Lo cierto es que la necesidad de predicar no es meramente el método más obvio de transmitir una noticia -en este caso, la Buena Noticia- y ha sido invariablemente usado desde los Apóstoles, sino que es un mandato directo y claro del mismo Cristo en el Evangelio.

En especial, el Papa ya sugirió que, al menos determinados grupos religiosos, si no todos, no tienen ‘necesidad’ de convertirse. Lamentó la creación del Ordenariato por parte de Benedicto XVI, señalando que lo que deberían hacer los anglicanos era ser buenos anglicanos, no convertirse en católicos, y ante un grupo de luteranos confesó no tener la menor intención de convertir a Roma a ninguno de ellos. Apostolizar a judíos es ‘haram’ ahora, y otro tanto parece poder decirse de los musulmanes. Exactamente cómo podría haber llegado la Iglesia al siglo XXI si se hubiera seguido siempre esa estrategia es un misterio que todavía no se nos ha explicado.

Carlos Esteban

viernes, 13 de julio de 2018

Peregrinación ecuménica del Santo Padre Francisco en Ginebra con motivo del 70 aniversario de la fundación del Consejo Mundial de Iglesias (21 de junio 2018) [comentado por José Martí] Artículo completo


NOTA: En esta entrada se encuentran unidas, en una sola, las tres partes (aquí, aquí y aquí) que saqué en su momento sobre el carácter no católico del ecumenismo (Se refiere al discurso de Francisco en Ginebra, el 21 de junio)

La tarde del 21 junio de 2018, a las 15,35,  tuvo lugar el Encuentro Ecuménico en el Visser 't Hooft Hall del Centro Ecuménico de Ginebra (...)
A continuación la traducción al español de lo más relevante de este discurso [incluye comentarios personales]
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Queridos hermanos y hermanas: 
Me es grato encontrarme con vosotros y os agradezco vuestra amable acogida. En particular, doy las gracias al Secretario General, Reverendo Dr. Olav Fykse Tveit, y a la Moderadora, Dra. Agnes Abuom, por sus palabras y por haberme invitado con ocasión del 70º aniversario de la institución del Consejo Ecuménico de las Iglesias. (...) 
Somos los depositarios de la fe, de la caridad, de la esperanza de tantos que, con la fuerza inerme del Evangelio, han tenido la valentía de cambiar la dirección de la historia, esa historia que nos había llevado a desconfiar los unos de los otros y a distanciarnos recíprocamente, cediendo a la diabólica espiral de continuas fragmentaciones. Gracias al Espíritu Santo, inspirador y guía del ecumenismo, la dirección ha cambiado y se ha trazado de manera indeleble un camino nuevo y antiguo a la vez: el camino de la comunión reconciliada, hacia la manifestación visible de esa fraternidad que ya une a los creyentes. (...)
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¿Quién ha dicho alguna vez que el Espíritu Santo haya inspirado el Ecumenismo y que, además, éste se guíe por el Espíritu Santo? ¿Cómo es posible que el Espíritu Santo trace un camino de comunión reconciliada? ¿Qué tipo de comunión? El Espíritu Santo es el "Espíritu de Verdad que guiará (a los discípulos de Jesús) hacia la verdad completa" (Jn 16, 13). El Espíritu Santo comienza a habitar en una persona cuando ésta es bautizada. En ese momento, el sujeto que se bautiza, pasa a formar parte de la familia de Dios, es hecho "realmente" hijo de Dios y "participa" de la Naturaleza Divina. Esto es pura gracia, inmerecida para quien la recibe. Pero es lo cierto que "quien crea y sea bautizado se salvará; pero quien no crea se condenará" (Mc 16, 16). Estas palabras son de Jesucristo. Y el Espíritu Santo es el Espíritu de Jesucristo (Espíritu que lo es conjuntamente del Padre y del Hijo, espirado por ambos) quien dijo de Sí mismo: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por Mí" (Jn 14, 6).

Existe una Verdad absoluta (la Persona de Jesucristo) y ésta debe de ser predicada por todo el mundo: "Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura" (Mc 16, 15). Se trata de un mandato explícito. No hay muchas verdades ni hay muchas iglesias. Sólo una es la Verdad y ésta se encuentra en la Iglesia Católica. Ése es el Mensaje de Jesús.  ¿Mezcla de "iglesias" y de religiones, en donde cada uno cree una cosa diferente? Eso no es posible; el mero sentido común lo repudia. Pero es que, además, decir que el Espíritu Santo es quien ha inspirado y quien guía el movimiento ecuménico (batiburrillo de ideas contradictorias) es algo que raya en la blasfemia. Y aún diría más: ¡es una blasfemia contra el Espíritu! ... "Y la blasfemia contra el Espíritu Santo no será perdonada" (Mt 12, 31)].


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El Consejo Ecuménico de las Iglesias ha nacido como un instrumento de aquel movimiento ecuménico suscitado por una fuerte llamada a la misión [¿?]: ¿cómo pueden los cristianos evangelizar si están divididos entre ellos? Esta apremiante pregunta es la que dirige también hoy nuestro caminar y traduce la oración del Señor a estar unidos «para que el mundo crea» (Jn 17,21).
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Citemos el versículo completo de lo que dijo el Señor en la oración sacerdotal de la Última Cena, hablando con su Padre, y refiriéndose sólo a sus discípulos y a quienes crean en Jesús por su palabra:  "Que todos sean UNO: como Tú, Padre, en Mí y Yo en Tí, que también ellos sean uno en nosotros, para QUE EL MUNDO CREA que Tú me has enviado" (Jn 17, 21).

Está claro que para que los cristianos puedan evangelizar es preciso que haya UNIDAD entre ellos,  como dice Francisco: "no deben de estar divididos" ... pero esta unidad debe comenzar por la UNIDAD DE DOGMA: si cada uno tiene una idea diferente de Jesucristo, lo que prediquen no será a Jesucristo sino sus propias ideas, que pueden ser -y lo serán- completamente distintas a las de los demás "discípulos". Esa UNIDAD, que es necesaria (por supuesto) tiene que serlo de verdad, o sea, ha de serlo en el Espíritu de Jesucristo. Y no tratarse de otra palabra más, sin significado, al estilo modernista, en donde cada uno entiende lo que quiere y lo que le conviene ... lo cual es proceder con mentira y no es propio del Espíritu Santo, que es Espíritu de Verdad ... y ésta se encuentra sólo en la Iglesia Católica, en la Tradición de la Iglesia, para ser exactos (no en lo que diga cualquier Papa, por muy Papa que sea). El Depósito Revelado y fielmente transmitido, eso es lo definitivo. Sin embargo, en eso no hay acuerdo, por lo que todo este movimiento ecuménico es una auténtica farsa y un montaje.


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Permitidme, queridos hermanos y hermanas, manifestaros también, además del vivo agradecimiento por el esfuerzo que realizáis en favor de la unidad, una preocupación. Esta nace de la impresión de que el ecumenismo y la misión no están tan estrechamente unidos como al principio.
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¿Y cuándo han estado unidos ecumenismo y misión? ... Se entiende que hablamos de la verdadera misión de los cristianos. A mi entender, nunca lo han estado, por la sencilla razón de que sus misiones son diferentes. 


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Y, sin embargo, el mandato misionero, que es más que la diakonia y que la promoción del desarrollo humano, no puede ser olvidado ni vaciado. Se trata de nuestra identidad. El anuncio del Evangelio hasta el último confín es connatural a nuestro ser cristianos. Ciertamente, el modo como se realiza la misión cambia según los tiempos y los lugares y, frente a la tentación ―lamentablemente frecuente―, de imponerse siguiendo lógicas mundanas, conviene recordar que la Iglesia de Cristo crece por atracción.
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En lo primero tiene razón el Santo Padre: el mandato de Jesús, de llevar el Evangelio a toda criatura, es connatural al cristiano. No queda muy claro, en cambio, lo que quiere decir cuando habla de que el modo de realizar esa misión cambia en función de los tiempos y lugares. Digo que no queda muy claro porque puede dar lugar a confusión, puesto que tal cambio en el modo  puede conllevar, de modo sibilino, un cambio en la doctrina. Es preciso, por lo tanto, tener muy claras las ideas ... y en particular estos dos puntos: Primero, que "Jesucristo es el mismo, ayer y hoy y por los siglos" (Heb 13, 8). Segundo, que aun siendo verdad que hay cambios, a lo largo del tiempo y en función de los diferentes lugares de la tierra, en los que se predique, sin embargo, las necesidades fundamentales del ser humano no cambian: "Nos hiciste, Señor, para Tí, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Tí" (San Agustín). Si estos dos puntos se tienen claros, no cabe la menor duda de que cada pastor encontrará el modo más adecuado de presentarle a la gente la Palabra de Dios, sin desfigurarla ni escamotearla. No queda tampoco muy claro a qué se refiere el Santo Padre con esa expresión de imponerse siguiente lógicas mundanas. Cierto que habla, acto seguido, del crecimiento de la Iglesia por atracción. Pero, ¿a qué se refiere? 


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¿En qué consiste esta fuerza de atracción? Evidentemente, no en nuestras ideas, estrategias o programas. No se cree en Jesucristo mediante un acuerdo de voluntades y el Pueblo de Dios no es reductible al rango de una organización no gubernamental. No, la fuerza de atracción radica en aquel don sublime que conquistó al apóstol Pablo: «conocerlo a él [Cristo] y la fuerza de su resurrección y la comunión con sus padecimientos» (Flp 3,10). Sólo de esto podemos presumir: del «conocimiento de la gloria de Dios reflejada en el rostro de Cristo» (2 Cor 4,6), que nos da el Espíritu vivificador. Éste es el tesoro que nosotros, frágiles vasijas de barro (cf. v. 7), debemos ofrecer a nuestro amado y atormentado mundo.
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Bueno, eso es verdad: el conocimiento de Jesús, el poder de su resurrección y la comunión en sus padecimientos, todo esto atrae ... en la misma medida en la que estemos enamorados de Jesucristo, como le ocurrió a san Pablo. Su Espíritu nos da la fortaleza necesaria para poder hacerlo, pues el tesoro que debemos ofrecer al mundo lo llevamos encerrado en vasijas de barro. 

No obstante, lo considero incompleto, pues me vienen a la mente aquellas palabras que pronunció Jesús en la parábola de las bodas del Gran Banquete al que fueron invitados muchos, inicialmente, pero todos se excusaron porque, en el fondo, no querían saber nada con Aquél que los invitó. Y aquí es donde aparece una reacción del Dueño, que tal vez nos pueda parecer extraña ... y es que se irritó contra aquéllos que pusieron tantas trabas y MANDÓ que trajeran al banquete a toda clase de personas: pobres, tullidos, ciegos, cojos, etc... Más todavía: como aún no se había llenado la casa de gente, dijo a su criado: "Sal a los caminos y a los cercados y OBLIGA A ENTRAR para que se llene mi casa" (Lc 14, 23). ¿Siguió Jesús aquí una lógica mundana? ¿Dónde aparece en este pasaje evangélico esa idea de que la Iglesia de Cristo crece por atracción? Tal vez sería bueno reflexionar sobre ello un poco más. Tal vez el "proselitismo" no sea ninguna tontería.


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No seríamos fieles a la misión que se nos ha confiado si redujéramos este tesoro al valor de un humanismo puramente inmanente, adaptable a las modas del momento. Y seríamos malos custodios si quisiéramos sólo preservarlo, enterrándolo por miedo a los desafíos del mundo (cf. Mt 25,25).
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Un párrafo éste digno de admiración, pues es completamente ortodoxo y católico. El problema radica en la puesta en práctica de esas dos afirmaciones, las cuales son negadas, implícita o explícitamente, en otros párrafos, aunque no sean de este lugar. En todo caso, lo definitivo no son las palabras, sino los HECHOS, que no mienten. ¿Y qué es lo que vemos? Pues, sencillamente, que el catolicismo ha quedado reducido, básicamente, a lo meramente humano ... y, además, se rige -se está rigiendo- por "valores" mundanos, por miedo al mundo. Hay una auténtica capitulación ante el mundo por parte de la Iglesia. Entonces, si eso es así, como lo es ¿de qué me fío? ¿de las palabras bonitas, con apariencia de verdad, o de los hechos, que son evidentes?


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(...) Estoy convencido de que, si aumenta la fuerza misionera, crecerá también la unidad entre nosotros. Así como en los orígenes el anuncio marcó la primavera de la Iglesia, la evangelización marcará el florecimiento de una nueva primavera ecuménica [¿?] (...)
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De las trescientas cincuenta "iglesias" que se  reunieron en el Consejo Mundial de Iglesias (CMI), ¿qué mensaje misionero es el que hay que transmitir? Si se transmiten mensajes diferentes, ¿cómo va a crecer la unidad entre las "iglesias"? Dice el Santo Padre que en los orígenes, el anuncio marcó la primavera de la Iglesia. Será así o no (no lo sé), pero aun cuando lo fuera, ¿qué sentido tiene afirmar que la evangelización marcará el florecimiento de una nueva primavera ecuménica ... si se tiene en cuenta que cada cual entiende por evangelización cosas completamente diferentes?. Si hay primavera en la Iglesia algún día, desde luego no será ecuménica, sino plenamente católica. Y de no ser así, no tiene sentido hablar de primavera de ninguna de las maneras. El Ecumenismo, como he dicho en entradas anteriores, es anticatólico.


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Queridos hermanos y hermanas: He deseado estar presente en las celebraciones de este aniversario del Consejo también para reafirmar el compromiso de la Iglesia Católica en la causa ecuménica y para animar la cooperación con las Iglesias miembros y con los interlocutores ecuménicos
 (...) Asimismo, agradezco la importante labor del Instituto Ecuménico de Bossey en la formación ecuménica de las jóvenes generaciones de responsables pastorales y académicos de tantas Iglesias y Confesiones cristianas de todo el mundo. Desde hace muchos años, la Iglesia Católica colabora en esta obra educativa con la presencia de un profesor católico en la Facultad; y cada año tengo la alegría de saludar al grupo de estudiantes que realiza el viaje de estudios a Roma. Quisiera mencionar también, como signo positivo de “armonía ecuménica”, la creciente adhesión a la Jornada de oración por el cuidado de la creación.
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Si el ecumenismo se opone a la Verdad, pues es dogma de fe que sólo dentro de la Iglesia Católica es posible la salvación, ¿cómo explicar ese reafirmarse de la Iglesia Católica en la causa ecuménica y animar a la cooperación con los miembros de otras "iglesias"? Para más INRI pone como ejemplo la "importante" labor del Instituto Ecuménico de Bossey, con el que colabora mediante la presencia allí de un profesor católico. Difícil de entender.  


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(...)  La credibilidad del Evangelio se ve afectada por el modo cómo los cristianos responden al clamor de todos aquellos que, en cualquier rincón de la tierra, son injustamente víctimas del trágico aumento de una exclusión que, generando pobreza, fomenta los conflictos. Mientras los débiles son cada vez más marginados, sin pan, trabajo ni futuro, los ricos son cada vez menos y más ricos. 
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Esta idea de "pobres" y "ricos" es justamente el programa marxista. De hecho, según Francisco, "son los comunistas los que piensan como los cristianos" (Sin comentarios)


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(...)  Miremos también a tantos hermanos y hermanas nuestros que en diversas partes del mundo, especialmente en Oriente Medio, sufren porque son cristianos. Estemos cerca de ellos. Y recordemos que nuestro camino ecuménico está precedido y acompañado por un ecumenismo ya realizado, [¿?] el ecumenismo de la sangre, que nos exhorta a seguir adelante. 
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Este "ecumenismo de la sangre" es algo nuevo. Según Francisco, uniría católicos, ortodoxos, coptos y luteranos que sufren persecución e, incluso a musulmanes o ministros de otras religiones. Pero no es eso lo que aparece en la Tradición de la Iglesia. En el Concilio de Florencia, por ejemplo, se dice que "nadie, por más limosnas que hiciere, aun cuando derramare su sangre por el nombre de Cristo, puede salvarse, si no permaneciere en el seno y unidad de la Iglesia Católica". (Denzinger-Hünermann 1351. Concilio de Florencia, Decreto para los Jacobitas, 4 de febrero de 1442)


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Animémonos a superar la tentación de absolutizar determinados paradigmas culturales y dejarnos absorber por intereses personales.
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Y, sin embargo, con todo mi respeto, Santidad, hay un paradigma que usted y otros antes que usted, han absolutizado ... y es el Ecumenismo, un engendro modernista y una especie de mezcolanza que nadie sabe ya lo que es. Éste es su mensaje (el de usted, Santidad): "Vivir y dejar vivir", "no importa la religión que tengas; lo importante es estar en paz con todos", etc ... ¡Pero, Santidad ,..., hay un problema: ése no es el mensaje de Jesucristo!  Es un insulto a la inteligencia pretender que pueden convivir en armonía personas extrañas: ¿Cómo puede llamarse hermanos en la fe a aquellos que no tienen la misma fe?  Porque no es la misma fe, no nos engañemos. No es igual creer que Jesucristo es Hijo de Dios y verdadero Dios, hecho hombre, que no creerlo. No es igual creer que resucitó realmente, con su cuerpo glorioso, que pensar que eso es un mito que no hay que tomárselo al pie de la letra; no es lo mismo aceptar las verdades de la fe católica, que profesamos en el Credo, que no aceptarlas. No es igual creer, sin ninguna duda, que Jesucristo está presente en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad en la Eucaristía, que considerar que se trata de un simple recuerdo; no es igual aceptar la Tradición de la Iglesia de siempre que pensar que la Iglesia comienza a partir del Concilio Vaticano II ... Y así podríamos seguir. 

Esto lo entiende hasta un niño. Además, la Verdad Revelada no es ningún paradigma ni es algo que pertenezca a la cultura propia de la época en la que vivió JesúsDice su Santidad que no hay que absolutizar determinados paradigmas culturales ... pero eso es, precisamente, lo que está usted haciendo con el ecumenismo que es, además, un falso paradigma, que nada tiene de católico. Sus mismas palabras le contradicen.



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Ayudemos a los hombres de buena voluntad a dar mayor relieve a situaciones y acontecimientos que afectan a una parte importante de la humanidad, pero que ocupan un lugar muy marginal en el ámbito de la información a gran escala. No podemos desinteresarnos, y es preocupante cuando algunos cristianos se muestran indiferentes frente al necesitado.
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Sí, ciertamente  es preocupante. Pero, ¿a qué cristianos se refiere? Porque ocurre - y esto se omite- que los cristianos indiferentes frente al necesitado no son los que van a Misa los domingos, no son los que tienen fe y absoluta seguridad en la divinidad de Jesucristo, no son los que saben que fuera de la Iglesia no hay salvación posible (de la Iglesia que Él fundó, claro está, aquella que se mantiene fiel a  la Tradición y transmite el Depósito recibido íntegramente, sin inventos ni añadiduras que desfiguran y falsean su Mensaje). Todo lo contrario. Son precisamente estos cristianos los que se preocupan de verdad por los necesitados ... ¡y  lo hacen porque en el necesitado ven a Jesucristo! No aman a los demás porque sí, porque son personas, sin más ... sino por amor a Jesús. Esto es lo que les capacita y les da fortaleza para que la ayuda que ofrecen a los necesitados resulte verdaderamente eficaz, tanto en lo natural como en lo sobrenatural ... No es eso, sin embargo, lo que ocurre con aquellos "cristianos" que se dedican a "armar lío" pero a quienes -en el fondo- no les preocupan demasiado los problemas de la gente que sufre. Por supuesto que habrá excepciones ... en ambos casos. Pero lo que sigue siendo cierto es que la mejor ayuda que se puede dar a los demás es el conocimiento de Jesucristo, el cual es mucho más importante que la comida que, por supuesto, es necesaria.


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Más triste aún es la convicción de quienes consideran los propios bienes como signo de predilección divina, en vez de una llamada a servir con responsabilidad a la familia humana y a custodiar la creación.
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Pienso que no son incompatibles. Ante los bienes que hemos recibido, sin mérito alguno por nuestra parte, ¿cómo no estar agradecidos? El bien mayor y la predilección divina -a la que supongo que usted se refiere, aunque en este contexto no lo diga con toda la claridad que sería deseable-  es el hecho de haber sido bautizados y de haber recibido la gracia sobrenatural que nos hace partícipes de la misma naturaleza divina, todo lo cual es una señal cierta de que Dios nos quiere de un modo especial. No es soberbia admitirlo, sino manifestación de agradecimiento por ese don inmerecido. Eso en primer lugar. Y en segundo lugar,  un cristiano, si lo es de verdad, debe de tener muy claro que todos los bienes que haya recibido son para ponerlos al servicio de los demás, no son para vanagloriarse de ellos. Por supuesto que sí ... Ahora bien: este servicio no se refiere sólo ni principalmente a servir con responsabilidad y a custodiar la creación.  El mejor servicio que podemos proporcionar a los demás es hacer todo lo posible porque conozcan y amen a Jesucristo. Y luego viene lo demás, como consecuencia lógica y necesaria

Lo que no se puede hacer (y se está haciendo en infinidad de casos) es, insistir hasta la saciedad en aquello que es secundario, aunque sea importante, es decir, en lo meramente humano, con olvido de lo sobrenatural, lo cual ni se menciona o se lo hace de pasada, como dándolo por sabido, siendo así que existe una gran ignorancia de su fe por parte de los católicos. Al actuar de este modo -así lo demuestra la experiencia de muchos siglos- lo principal acaba olvidándose (si es que alguna vez llegó a conocerse) y pasa a un segundo o tercer plano ... hasta su completa desaparición. Simultáneamente va emergiendo lo secundario, lo puramente humano, hasta adquirir la condición de principal. Es más, se convierte en lo único importante, lo único que cuenta. Y, en definitiva, en lo único que realmente existe. Dios desaparece así del horizonte de las personas y a Jesucristo se le considera como un mito y algo irrelevante, en el mejor de los casos, si es que no se llega a renegar abiertamente de Él, como si se tratase de un adversario a quien se debe destruir. Al hacer hincapié en el amor al prójimo como si fuese lo más importante, se olvida aquello que realmente lo es: el amor a Dios (primer mandamiento). Las consecuencias son nefastas.

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El Señor, Buen Samaritano de la humanidad (cf. Lc 10, 29-37), nos interpelará sobre el amor al prójimo, cualquiera que sea (cf. Mt 25, 31-46). Preguntémonos entonces: ¿Qué podemos hacer juntos?
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La unidad, si consiste sólo en estar uno al lado del otro, no es tal. La frase "hay que fijarse en lo que nos une y no en lo que nos separa" es una falacia y una engañifa. Lo que nos separa es, precisamente, lo que nos define. ¿Acaso cree un protestante en la Presencia Real de Cristo en la Eucaristía y en su Divinidad? Y este punto no es secundario, sino fundamental en la Doctrina cristiana.

Por supuesto que tenemos que servir a los demás, pero no hay que engañarlos: tenemos un deber de caridad para con ellos. Una de las obras de misericordia es, precisamente, "enseñar al que no sabe". ¿Y les enseñaría lo mismo un católico que sea fiel a la Tradición de la Iglesia que un protestante, un anglicano o un judío?. Ciertamente no. Sí, que todos sean uno en Cristo, pero siempre dentro de la Iglesia que Él fundó, que es la Iglesia Católica. Sólo esa conversión a la fe católica haría posible la verdadera unidad, aquella que Jesucristo deseaba y desea para todos los hombres. Pero el espíritu "ecuménico" no es, ni mucho menos, católico. La unidad, si es así entendida, es completamente imposible.



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Si es posible hacer un servicio, ¿por qué no proyectarlo y realizarlo juntos, comenzando por experimentar una fraternidad más intensa en el ejercicio de la caridad concreta?
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Los hermanos lo son en tanto en cuanto son hijos del mismo Padre, que es Dios. Y este ser hijos es un don, inmerecido por nuestra parte; y debemos aspirar y pedir a Dios -siempre en Jesucristo- que se lo conceda a todos ... lo cual supone, en definitiva, la conversión a la verdadera fe, que sólo se encuentra en la Iglesia Católica (la verdadera, aquélla que se mantiene fiel a la Tradición de siempre). Si tal conversión no se produce, no se puede hablar de auténtica fraternidad: sería una farsa. 

Por eso, digo -y me reafirmo en ello- que el ecumenismo es anticatólico. Si se aceptara esa "fraternidad" ya no sería la que nos une como hijos de Dios en Cristo, sino otro "invento humano" más, que tergiversa el sentido de las palabras. Los lemas de la Revolución Francesa son de todos conocidos: Libertad, Igualdad, Fraternidad ... ¡y desde luego, ya sabemos que esas palabras, por bonitas que parezcan y lo son, hacen referencia a unos conceptos que no son católicos. La persecución a los cristianos estaba asociada, precisamente, a esas "bellas" palabras. No podemos fijarnos, pues, en las palabras, que pueden engañar, sino en los hechos. Es en éstos en los que debemos fijarnos. Tan solo hay que utilizar el sentido común ... ¡pero, por si se nos olvida, dado que la naturaleza humana está herida por el pecado de origen, ahí está Jesús para recordárnoslo: "Por sus frutos los conoceréis" (Mt 7, 20)

José Martí

martes, 10 de julio de 2018

Peregrinación ecuménica del Santo Padre Francisco en Ginebra con motivo del 70 aniversario de la fundación del Consejo Mundial de Iglesias (21 de junio 2018) [comentado por José Martí] (3 de 3)


Parte final del discurso del papa Francisco, con los correspondientes comentarios personales:
Ayudemos a los hombres de buena voluntad a dar mayor relieve a situaciones y acontecimientos que afectan a una parte importante de la humanidad, pero que ocupan un lugar muy marginal en el ámbito de la información a gran escala. No podemos desinteresarnos, y es preocupante cuando algunos cristianos se muestran indiferentes frente al necesitado.
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Sí, ciertamente  es preocupante. Pero, ¿a qué cristianos se refiere? Porque ocurre - y esto se omite- que los cristianos indiferentes frente al necesitado no son los que van a Misa los domingos, no son los que tienen fe y absoluta seguridad en la divinidad de Jesucristo, no son los que saben que fuera de la Iglesia no hay salvación posible (de la Iglesia que Él fundó, claro está, aquella que se mantiene fiel a  la Tradición y transmite el Depósito recibido íntegramente, sin inventos ni añadiduras que desfiguran y falsean su Mensaje). Todo lo contrario. Son precisamente estos cristianos los que se preocupan de verdad por los necesitados ... ¡y  lo hacen porque en el necesitado ven a Jesucristo! No aman a los demás porque sí, porque son personas, sin más ... sino por amor a Jesús. Esto es lo que les capacita y les da fortaleza para que la ayuda que ofrecen a los necesitados resulte verdaderamente eficaz, tanto en lo natural como en lo sobrenatural ... No es eso, sin embargo, lo que ocurre con aquellos "cristianos" que se dedican a "armar lío" pero a quienes -en el fondo- no les preocupan demasiado los problemas de la gente que sufre. Por supuesto que habrá excepciones ... en ambos casos. Pero lo que sigue siendo cierto es que la mejor ayuda que se puede dar a los demás es el conocimiento de Jesucristo, el cual es mucho más importante que la comida que, por supuesto, es necesaria.


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Más triste aún es la convicción de quienes consideran los propios bienes como signo de predilección divina, en vez de una llamada a servir con responsabilidad a la familia humana y a custodiar la creación.
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Pienso que no son incompatibles. Ante los bienes que hemos recibido, sin mérito alguno por nuestra parte, ¿cómo no estar agradecidos? El bien mayor y la predilección divina -a la que supongo que usted se refiere, aunque en este contexto no lo diga con toda la claridad que sería deseable-  es el hecho de haber sido bautizados y de haber recibido la gracia sobrenatural que nos hace partícipes de la misma naturaleza divina, todo lo cual es una señal cierta de que Dios nos quiere de un modo especial. No es soberbia admitirlo, sino manifestación de agradecimiento por ese don inmerecido. Eso en primer lugar. Y en segundo lugar,  un cristiano, si lo es de verdad, debe de tener muy claro que todos los bienes que haya recibido son para ponerlos al servicio de los demás, no son para vanagloriarse de ellos. Por supuesto que sí ... Ahora bieneste servicio no se refiere sólo ni principalmente a servir con responsabilidad y a custodiar la creación.  El mejor servicio que podemos proporcionar a los demás es hacer todo lo posible porque conozcan y amen a Jesucristo. Y luego viene lo demás, como consecuencia lógica y necesaria

Lo que no se puede hacer (y se está haciendo en infinidad de casos) es, insistir hasta la saciedad en aquello que es secundario, aunque sea importante, es decir, en lo meramente humano, con olvido de lo sobrenatural, lo cual ni se menciona o se lo hace de pasada, como dándolo por sabido, siendo así que existe una gran ignorancia de su fe por parte de los católicos. Al actuar de este modo -así lo demuestra la experiencia de muchos siglos- lo principal acaba olvidándose (si es que alguna vez llegó a conocerse) y pasa a un segundo o tercer plano ... hasta su completa desaparición. Simultáneamente va emergiendo lo secundario, lo puramente humano, hasta adquirir la condición de principal. Es más, se convierte en lo único importante, lo único que cuenta. Y, en definitiva, en lo único que realmente existe. Dios desaparece así del horizonte de las personas y a Jesucristo se le considera como un mito y algo irrelevante, en el mejor de los casos, si es que no se llega a renegar abiertamente de Él, como si se tratase de un adversario a quien se debe destruir. Al hacer hincapié en el amor al prójimo como si fuese lo más importante, se olvida aquello que realmente lo es: el amor a Dios (primer mandamiento). Las consecuencias son nefastas.

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El Señor, Buen Samaritano de la humanidad (cf. Lc 10, 29-37), nos interpelará sobre el amor al prójimo, cualquiera que sea (cf. Mt 25, 31-46). Preguntémonos entonces: ¿Qué podemos hacer juntos? 
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La unidad, si consiste sólo en estar uno al lado del otro, no es tal. La frase "hay que fijarse en lo que nos une y no en lo que nos separa" es una falacia y una engañifa. Lo que nos separa es, precisamente, lo que nos define. ¿Acaso cree un protestante en la Presencia Real de Cristo en la Eucaristía y en su Divinidad? Y este punto no es secundario, sino fundamental en la Doctrina cristiana.

Por supuesto que tenemos que servir a los demás, pero no hay que engañarlos: tenemos un deber de caridad para con ellosUna de las obras de misericordia es, precisamente, "enseñar al que no sabe". ¿Y les enseñaría lo mismo un católico que sea fiel a la Tradición de la Iglesia que un protestante, un anglicano o un judío?. Ciertamente noSí, que todos sean uno en Cristo, pero siempre dentro de la Iglesia que Él fundó, que es la Iglesia CatólicaSólo esa conversión a la fe católica haría posible la verdadera unidad, aquella que Jesucristo deseaba y desea para todos los hombresPero el espíritu "ecuménico" no es, ni mucho menos, católico. La unidad, si es así entendida, es completamente imposible.



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Si es posible hacer un servicio, ¿por qué no proyectarlo y realizarlo juntos, comenzando por experimentar una fraternidad más intensa en el ejercicio de la caridad concreta?
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Los hermanos lo son en tanto en cuanto son hijos del mismo Padre, que es Dios. Y este ser hijos es un don, inmerecido por nuestra parte; y debemos aspirar y pedir a Dios -siempre en Jesucristo- que se lo conceda a todos ... lo cual supone, en definitiva, la conversión a la verdadera fe, que sólo se encuentra en la Iglesia Católica (la verdadera, aquélla que se mantiene fiel a la Tradición de siempre). Si tal conversión no se produce, no se puede hablar de auténtica fraternidad: sería una farsa. 

Por eso, digo -y me reafirmo en ello- que el ecumenismo es anticatólico. Si se aceptara esa "fraternidad" ya no sería la que nos une como hijos de Dios en Cristo, sino otro "invento humano" más, que tergiversa el sentido de las palabras. Los lemas de la Revolución Francesa son de todos conocidos: Libertad, Igualdad, Fraternidad ... ¡y desde luego, ya sabemos que esas palabras, por bonitas que parezcan y lo son, hacen referencia a unos conceptos que no son católicos. La persecución a los cristianos estaba asociada, precisamente, a esas "bellas" palabras. No podemos fijarnos, pues, en las palabras, que pueden engañar, sino en los hechos. Es en éstos en los que debemos fijarnos. Tan solo hay que utilizar el sentido común ... ¡pero, por si se nos olvida, dado que la naturaleza humana está herida por el pecado de origen, ahí está Jesús para recordárnoslo: "Por sus frutos los conoceréis" (Mt 7, 20)

José Martí