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jueves, 19 de junio de 2014

El Papa, a la vanguardia (por Fray Gerundio)

Como sabemos, el papa Francisco estuvo indispuesto unos días y fue entrevistado el viernes, 13 de junio de este año de 2014 por el periodista portugués Henrique Cymerman que trabaja como corresponsal en Oriente Medio para SIC, la Vanguardia y Antena 3. Su contenido, prácticamente completo, se puede leer aquí. Fray Gerundio ha realizado un comentario a esa entrevista. Para leerlo completo pinchar aquí. Selecciono algunos párrafos de dicho comentario. (Los subrayados, cursivas y negritas son míos)


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Este título [el Papa, a la vanguardia] es evidentemente ambiguo y de doble sentido. Nos podemos referir con él a la entrevista que el Papa ha concedido al periódico catalán del mismo nombre, pero también a esa divinización popular del Pontífice que lo ha presentado ante la Cristiandad como el que va delante de todos los procesos, progresos e intentos de acelerar lo que se ha llamado la modernización de la Iglesia. 

Ya se sabe lo que esto quiere decir: modernizar la Iglesia supone que hay que dar por terminada la funesta etapa en la que se denunciaba el pecado personal. Gracias a Dios, ahora han descubierto los sabios exegetas y moralistas que hoy en día todos los pecados son sociales, y sobre todo, los cometen los demás. [Nótese la ironía del autor] Basta con echar un vistazo a los sermones diarios para comprobar que la corrupción (de los otros, claro), el capitalismo, la inmigración, el paro… y un largo etcétera son los auténticos pecados contra los que hay que luchar desde la Sede de Pedro. El aborto, la homosexualidad, la impureza, el adulterio son peccata minuta, nunca mejor dicho. Y como ya se sabe (según Francisco) lo que dice la Iglesia sobre eso, pues no hay que insistir más en ello.

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Cada nueva entrevista lleva aparejada una nueva equivocidad, de tal modo que quien la lee suele interpretarla según sus intereses ...Pero bueno, a lo que voy.

El caso es que entre tantos melindres y chucherías de la entrevista, hay algo que me ha llamado poderosamente la atención [...] Es un intento de parecer que no se habla de uno mismo, cuando las palabras denuncian perfectamente las maniobras que dejan adivinar la presuntuosidad e inmodestia del entrevistado. Esto sucede en muchas entrevistas y no va a ser menos en la que ahora nos ocupa.

Cuando al final de la entrevista (el final siempre es interesante porque sale a colación alguna chorrada de fin de fiesta), el periodista pregunta: Usted está cambiando muchas cosas. ¿Hacia qué futuro llevan estos cambios?, la contestación es de lo más sugerente:

No soy ningún iluminado. No tengo ningún proyecto personal que me traje debajo del brazo, simplemente porque nunca pensé que me iban a dejar acá, en el Vaticano. Lo sabe todo el mundo.

Bueno, la verdad es que esto me parece algo, humm… digamos … que no se corresponde con la verdad .

Vamos a ver: Todo el mundo sabe que el cardenal Bergoglio, a punto ya de retirarse, estaba dando clases de italiano un par de meses antes de la renuncia de Benedicto XVI. Y ya se va conociendo más a fondo que todo estaba programado, a falta solamente de que el Espíritu Santo diera su conformidad, o al menos dejara actuar a los picarones de la comedia. Eso por un lado.

Por otra parte, si uno llega a una Institución sin un proyecto personal, lo primero que hace es respetar lo establecido. Y una Institución tan venerable como la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, merecía que se la hubiera tratado con algo más de respeto y de veneración por sus ancestrales costumbres. Es cierto que el Papado llevará siempre una cierta huella de la personalidad de quien lo sustenta: supongo que así ha ocurrido a lo largo de los siglos. Pero desde luego, la sistemática y atropellada desconsideración hacia costumbres, modales,  formas, procedimientos, conductas y opiniones de todo lo anterior, es sin duda un proyecto personal, así como suena. Porque si no lo hubiera, al menos habría permanecido algo en pie.

Fue el francés Luis XIV quien dijo la famosa frase El Estado soy yo. No se cortó un pelo al pronunciarla y no tuvo que disimular. Y desde luego el Papado es monárquico y absoluto, aunque ahora, con disimulada careta democrática, se ha convertido en absolutista en sentido negativo: para hacer un cambio radical de todo lo anterior, para poner la doctrina moral patas arriba, y para hacer ver que la Iglesia ha estado actuando mal hasta ahora. Si esto no es un proyecto personal, que venga Dios y lo vea.

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Como digo, transcribo sólo algunos párrafos del artículo de Fray Gerundio. Yo pienso básicamente igual, aunque el estilo de este autor es más mordaz e irónico que el mío. He leído otros artículos de Fray Gerundio (de hecho he copiado bastantes de ellos en este blog) y me parece que, en todo lo que habla, va animado de un sincero amor a la Iglesia y a la Verdad. Ciertamente su estilo suele ser muy directo (no tiene pelos en la lengua) ... pero es bueno que haya gente así. 



No obstante, si viera que en alguna de sus expresiones existiera alguna falta de respeto hacia la persona del santo Padre (no hacia sus ideas discutibles), o si viera que pusiera en duda la legitimidad de su Pontificado, sólo en esos casos desaconsejaría su lectura (o mejor, la aconsejaría tan solo a personas con las ideas lo suficientemente claras como para saber discernir lo que está bien de lo que no lo está). 

De momento, yo no he detectado nada de ello, en ese sentido: sí he notado indignación, pero es una indignación tal que me recuerda, salvadas las distancias, la ira de Jesús en el Templo cuando éste fue profanado por vendedores y cambistas, o sea, por ladrones. Se trataría, por lo tanto, de una "santa indignación"... ¡y necesaria, además, en determinados contextos!.