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martes, 10 de junio de 2025

Pentecostés y los dones del Espíritu Santo


Hoy celebramos la solemnidad de Pentecostés, en la cual recordamos la venida del Espíritu Santo sobre la Virgen Santísima y los Apóstoles reunidos en oración por temor a los judíos.

¿Y por qué tenían temor? Pues porque habían matado al Señor: «si esto hacen con el árbol verde, ¿qué no harán con el árbol seco?»  (Lucas 23,31).

El Espíritu Santo, tercera persona de la Santísima Trinidad, que procede del amor del Padre y del Hijo, es el gran protagonista olvidado; el gran desconocido de las almas, como lo han llamado algunos teólogos (Antonio Royo Marín).

Es Él quien, luego de recibirlo en el Bautismo como en germen, va incrementándose en nuestras vidas y se fortifica en el momento de la Confirmación, haciéndonos actuar a la manera divina por medio de sus dones, es decir, esos hábitos sobrenaturales infundidos por Dios para secundar con facilidad las mociones del Espíritu Santo. 

Porque así como cuando obramos por medio de las virtudes lo hacemos gracias a nuestras propias fuerzas, como los remeros que reman en el mar, cuando el alma es movida por los dones del Espíritu Santo es como cuando un barco se mueve gracias al viento y a sus velas.

Y esta Tercera Persona de la Santísima Trinidad está constantemente presente en nuestras vidas, aunque a veces no lo reconozcamos.

¿Y cómo obra el Espíritu Santo en las almas?

a. En los incipientes, es decir, en los que recién comienzan, les exige el trabajo de la virtud; las velas del barco están, pero aún están flácidas, sueltas, no pueden recibir el viento que las llevará más lejos.

b. En los que van avanzando, sin embargo, el Espíritu Santo actúa por medio de sus dones; como cuando las velas van tomando viento y hacen que el esfuerzo de los remos sea cada vez menor.

c. Finalmente, en los santos, es decir, en los perfectos, cuando el cristiano ha perseverado en su colaboración virtuosa a las continuas mociones de la gracia, el Espíritu Santo impulsa poderosamente con su aliento las velas de su barca, y ésta avanza velozmente, sin trabajo de remos, con una fuerza divina, con una facilidad sobrehumana.

Es aquello del Evangelio de San Juan, como el Señor le dijo a Nicodemo: «El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni adónde va; así es todo nacido del Espíritu» (Jn 3,8).    

¿Y por medio de qué nos mueve el Espíritu Santo?

Pues por medio de los 7 dones que sólo recordaré brevemente.

1) El don de Sabiduría: es la capacidad de juzgar según la medida de Dios y no según la medida del mundo. Es lo que le hizo dar todos sus bienes y riquezas al gran San Francisco de Asís.

2) El don del entendimiento: el que permite comprender la Palabra de Dios y las verdades reveladas por la plena docilidad a Dios. Es lo que le permitió, por ejemplo, a San Ignacio de Loyola, comprender toda la teología sin haberla aún estudiado siquiera

Es lo que muchas veces nosotros mismos experimentamos, al estar en gracia de Dios, cuando de un día para otro, algo que no podíamos comprender, un día, simplemente, lo entendimos.

3) Don de consejo: perfecciona la virtud de la prudencia. Es el don de lo inmediato; de lo que hay que hacer enseguida, sin demasiado razonamiento. Es como un “instinto” sobrenatural; ese, que muchas veces, “sin saber por qué”, las madres católicas tienen para con sus hijos al decirle: tienes que hacer esto.

4) Don de fortaleza: es esa fuerza sobrenatural para obrar valerosamente lo que Dios quiere de nosotros, bien visible en los mártires.

Es el don que recibió David para enfrentar a Goliat: “¿quién es este filisteo incircunciso para tratar de insultar de este modo a las filas del Dios vivo?”.

5) El don de ciencia: es el que nos da a conocer el verdadero valor de las criaturas en su relación con el Creador, sabiendo que son un medio, no un fin

6) El don de piedad: es el que sana nuestro corazón de todo tipo de dureza y lo abre a la ternura de Dios. Es el que tenían los santos frente a los pecadores: un corazón rico en misericordia.

7) El don del temor de Dios: es el que nos hace tener conciencia de nuestras propias culpas y el temor de ofender a Dios porque es nuestro Padre.

En esta Santa Misa entonces, pidamos a Dios Espíritu Santo que nos colme de sus dones y que seamos siempre dóciles a sus inspiraciones, para comenzar a obrar más al modo divino.

P. Javier Olivera Ravasi, SE

Pentecostés, 8 de Junio de 2025 

viernes, 2 de mayo de 2025

PING PONG sobre BIOÉTICA. Eutanasia, fecundación artificial, DIU. Con el P. Jorge Hidalgo. Lo que nadie te explicó sobre la procreación … y lo que la Iglesia realmente enseña.

 QUE NO TE LA CUENTEN


- “Padre, ¿y esto se puede?”
- “¿Y si no puedo tener hijos de forma natural?”
- “¿Y los métodos que dicen ser naturales pero no lo son?” 

Preguntas como éstas se repiten en confesiones, charlas prematrimoniales y sobremesas silenciosas. La verdad es que hay un vacío enorme de formación —incluso dentro de ambientes católicos— sobre temas vinculados a la procreación humana, la ética médica, y los límites morales que no debemos cruzar. Muchas veces reina el silencio, la confusión… o el tabú.

Por eso te recomendamos este video de una hora que arroja luz, con claridad y caridad, sobre un terreno difícil pero urgente.

🎙️ ¿Quiénes hablan?

Dos voces confiables y bien formadas:El Presbítero Mg. Jorge Hidalgo, sacerdote, magister en bioética.

El Presbítero Dr. Javier Olivera Ravasi, sacerdote, docente y divulgador católico, con el carisma para hacer accesible lo profundo.

💬 En este diálogo vas a descubrir:

- Qué métodos de procreación aprueba la Iglesia y por qué.
- Qué tecnologías atentan contra la dignidad del ser humano.
- Cómo hablar de estos temas con verdad y sin miedo.
- Y sobre todo, cómo vivir la apertura a la vida con esperanza cristiana, aún en situaciones difíciles.

🙏 Este video es una herramienta valiosísima para matrimonios, novios, agentes de pastoral, catequistas y cualquiera que quiera vivir la fe con madurez y formación.

📺 No lo dejes para después.

Una hora de tu día puede ayudarte a entender lo que muchos no se animan a decir.

VIDEO EN YOUTUBE
Duración 68 minutos

martes, 26 de septiembre de 2023

Nuestra SUPERFICIALIDAD (Padre Javier Olivera Ravasi)



Hay un mal argentino que, no por ser argentino resulta exclusivo de nuestra nacionalidad. Y es la superficialidad. Por eso, al menos cada tanto, conviene predicar sobre el tema.

Pero: ¿a qué nos referimos? A ese vicio tan contrario a la humildad que, en vez de poner sus raíces en lo esencial, en el humus del espíritu se vuelve hacia la terra, hacia lo terreno e insignificante de la planicie.

Estamos hablando acerca de ese error habitual que nos impide ir a la esencia de las cosas para quedarnos en las apariencias, tanto de lo humano como de lo divino.

La superficialidad es ese hábito de quedarse en el fenómeno, en lo que brilla o reluce, dirían los griegos, tan típico de la cultura moderna, carente de interioridad y -por eso mismo- amiga de los budismos y orientalismos de moda que muestran una pseudo profundidad.

El superficial percibe sólo lo aparente, no nutriéndose de la realidad, sino de su cáscara.

Algunos dicen que, al igual que el sanguíneo, el superficial “no penetra hasta lo profundo, ni ve el todo. Más bien se contenta con la superficie o con una parte del todo. Amigo de trabajos fáciles, vistosos, que no exigen demasiada labor, resulta casi imposible de convencer de este defecto suyo: de que es superficial”.

Porque el superficial todo lo juzga superficialmente: incluso cuando le dicen que es superficial…

Este vicio tan nuestro nos hace inconstantes, cambiantes, caprichosos y frívolos en el trato; pero no sólo en nuestras relaciones conmutativas, sino incluso distributivas: vivimos en la superficie con los amigos y con el mismo Dios uno y Trino.

Y este defecto resulta, a la corta o a la larga, un horrible escollo para crecer en la vida espiritual.

1) Pero, ¿cómo se muestra este defecto?

a. En primer lugar, el superficial, busca la apariencia de las cosas, lo fugaz, lo intrascendente e innecesario. Se queda en la epidermis de la realidad, nunca bajando al humus. Y la más de las veces se manifiesta en el valor que se le da a lo accesorio y externo

– “Dime de qué te precias y te diré de qué careces” –reza el refrán.

Porque el superficial intenta adornar desmesuradamente su exterior, para ocultar su interior.

No tiene nutrientes, sólo hinchazones:

“Le tuvieron lástima al Matungo, que ya no podía con los huesos, y en pago de sus doce años de tiro lo soltaron para siempre en un alfalfar florido. El alfalfar era un edén caballuno, extenso y jugoso, y Matungo no tenía más que hacer que comer a gusto y tumbarse en la sombra a descansar después, mirando estáticamente revolotear sobre el lago verde y morado las maripositas blancas y amarillas.

Y sin embargo Matungo no engordó. Era muy viejo ya y tenía los músculos como tientos. Echó panza sí, una barriga estupenda, pero fuera de allí no aumentó ni un gramo, de suerte que daba al verlo, hundido en el pastizal húmedo hasta las rodillas, la impresión ridícula de un perfil de caballete sosteniendo una barriga como un odre.

-¡Qué raro!

-No crea. Lo mismo le pasa a mucha gente. Al que lee mucho y estudia poco, al que come en grande y no digiere, al que reza y no medita, al que medita y no obra.

Flacos y barrigones…”

(P. Leonardo Castellani)

Es así nomás: el superficial es flaco y barrigón.

b. El superficial es, además, incapaz de aprender de las lecciones, porque nunca forja una experiencia adecuada de la realidad; nunca llega a convertirse en “un hombre de experiencia”. La memoria del pasado en cuanto pasado no le da “lecciones”, sino sólo “hechos”, “cosas pasadas”, porque hasta las acciones pretéritas quedan para él en la superficie. No hay ni heridas, ni gozos, ni tristezas que le enseñen a tener ojos mejores. Consecuencia de todo esto será su pobreza de discernimiento: porque nunca aprende del pasado…

c. El superficial es, además, inconstante: evita implicarse a fondo en cualquier tema, tanto en el ámbito amoroso, como profesional o espiritual. Ama emprender obras pero jamás se ata a ninguna, dejando siempre la puerta abierta para abandonar el partido cuando las papas quemen. En el plano del amor, es un “Don Juan Tenorio”; en el de la Fe, es un San Pedro de la noche de Jueves Santo que le dice a la sirvienta acusadora: “¡Mujer! ¡Te aseguro que no lo conozco!”.

Actúa como las abejas: desflora las rosas para pasar rápidamente a otras. Todo en él es explosivo, imprevisto, aniñado… Sólo hace lo que “le divierte”.

Habla con sus semejantes y hasta con Dios, pero pensando siempre en la próxima cosa que tiene que hacer.

2) Algunas raíces de la superficialidad

Claramente, deben existir algunas causas o raíces que predispongan a una vida epidérmica.

a. En primer lugar, un estilo de vida demasiado sensual, cómodo y poco mortificado

No nos referimos aquí a que debe uno convertirse en estoico o espartano, pero ciertamente la falta de moderación en los placeres del cuerpo vuelcan al hombre hacia lo corporal, debilitando su capacidad intelectual; es decir: nos vuelven torpes e incapaces de penetrar y entender la realidad en su profundidad. De allí que, la mayoría de las veces, la superficialidad nazca de la falta de austeridad en nuestra vida.

b. En segundo lugar, el miedo

No nos referimos aquí a cualquier clase de miedo, sino a aquél, muy específico, que nos retrae de todo tipo de compromiso. El superficial es incapaz de comprometerse siquiera con un partido de ajedrez a la semana. No-puede, porque no-quiere.

c. En tercero y último, la vanidad o el vivir del “qué dirán”

Porque el que vive “de cara al mundo”, buscando su aprobación, necesariamente privilegiará sus apariencias. Al contrario, el despreocupado del qué dirán tendrá un corazón indiviso y vuelto hacia Dios y, hacia Dios que está en el prójimo.

3. Los remedios contra la superficialidad

Digamos que, aunque parezca paradójico, resulta muy difícil lograr que una persona superficial comprenda que es superficial. Porque, si lo entendiera, su misma respuesta sería análoga a su carácter:

– “¡Y bueno!¡seré superficial y listo!” – dirá.

Pero apostemos a la buena intención y busquemos un remedio. La solución, habiendo visto las raíces, se encuentra en la principal de las virtudes cardinales, la virtud de la prudencia, esa reina de las virtudes que regula de manera conveniente y ordenada las acciones para llegar al fin propuesto. Es a partir de algunas de sus partes que podrá comenzarse a remediar la superficialidad:

a. Será importante guardar memoria de lo pasado. No para mortificarnos, sino para meditar y aprender las lecciones a partir de los yerros y aciertos, propios y ajenos.

b. La docilidad, es decir, el dejarse enseñar, el “saber dejarse decir algo”, como dice Pieper. Porque uno se hace prudente en la medida en que escucha a los prudentes, de allí que Santo Tomás diga: “En las cosas que atañen a la prudencia, nadie hay que se baste siempre a sí mismo”.

Y algo parecido nos narran las Sagradas Escrituras:

“No te apoyes en tu prudencia” dice el libro de los Proverbios (3,5),

“Busca la compañía de los ancianos y si hallas a algún sabio, allégate a él” (Eclesiástico 6,15).

c. La circunspección, es decir, el estar atento a las circunstancias, a lo que pasa a nuestro alrededor. Es el saber ubicarnos y tomar conciencia de nuestro ser; frente a qué y a quién estamos parados.

Como ejercicio práctico, quizás podría servir el nutrirse de la sabiduría de los grandes libros, meditándolos. La lectura pía, atenta y devota de la Biblia, especialmente de los libros sapienciales (Salmos, Proverbios, Sabiduría, etc.) podría ayudar muchísimo a un alma que busca el humus y no la terra.

La meditación de las postrimerías, además, ayudarían también a despertar de este sueño de la vida, como dice la copla:

“Muerte, juicio, infierno y gloria,
ten cristiano en la memoria”

Quizás por eso el gran San Ignacio, cuando despedía a San Francisco Javier, le decía en boca de Pemán:

No te acuestes una noche
sin tener algún momento meditación de la muerte y el juicio,
que a lo que entiendo, dormir sobre la aspereza de estos hondos pensamientos
importa más que tener por almohada, piedra o leño.


* * *

Pongámonos en manos de Dios, con nuestras superficialidades y banalidades, haciendo lo necesario de nuestra parte, para que Él complete el resto y recordando lo que San Pablo decía a los corintios: “pasa la escena de este mundo” (1 Cor 7,31).

P. Javier Olivera Ravasi, SE

sábado, 16 de septiembre de 2023

El proceso sinodal. Leyendo algunos textos


Según uno de los tantos relatos griegos, cuando Zeus hizo al hombre, los demás dioses, celosos, quisieron hacer otro tanto, y contribuyendo cada cual con algún don, crearon a una mujer, que llamaron Pandora («formada por los dones de todos», según una de las traducciones). Zeus, para castigar el orgullo de aquéllos, le dio a Pandora una caja con el mandato de no abrirla de la cual, luego de sucumbir a la curiosidad femenina, surgieron todos los males proviniendo, a partir de allí, la edad de hierro.

Hasta aquí el relato breve donde uno podría ver uno de los tantos semina Verbi de la antigüedad clásica.

Pero viniendo más acá, ha llegado a nuestras manos el pequeño libro de de José Antonio Ureta y Julio Loredo de Izcue, titulado «El proceso sinodal. Una caja de Pandora. 100 preguntas y 100 respuestas» (disponible de modo gratuito AQUÍ).

Con prefacio del gran Cardenal Rayomond Leo Burke, ex prefecto de la Signatura Apostólica (la Corte Suprema del Vaticano) ya ha sido comentado y traducido a varias lenguas (italiano, inglés, portugués, francés, alemán, holandés y polaco), siendo incluso comentado por el actual pontífice en una de sus tantas intervenciones aéreas (ver AQUÍ)


Excelentemente escrito, con gran respeto y mesura, esta obra que se lee en apenas un par de horas, logra ser, a partir de documentación precisa y clara, una suerte de Vademecum acerca de los los signos sinodales de los tiempos que estamos viviendo con perplejidad ovina tanto laicos, sacerdotes y -nos consta- varios obispos.

Escrito a partir de los documentos anteriores a la publicación del Instrumentum Laboris (Roma, 20/6/2023) y en las vísperas de la primera sesión del Sínodo sobre la Sinodalidad (Octubre de 2023) el texto viene a confirmar la dirección de este proceso que lleva ya algunos años y que, como se narra explica en el libro, se inspira en el Sínodo alemán tanto en sus medios como en sus fines.

Con el fin de dar un pantallazo acerca de su contenido, dejamos aquí abajo extractos del mismo (consignando los números de página entre paréntesis) para quienes deseen estar atentos, en guardia y vigilantes para

Que no te la cuenten

P. Javier Olivera Ravasi, SE



Extractos de «El proceso sinodal. Una caja de Pandora. 100 preguntas y 100 respuestas» (disponible de modo gratuito AQUÍ). Extractos del P. Javier Olivera Ravasi, SE

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¿Un plan para reformar la Iglesia?

“Hay un plan en marcha para reformar la Santa Iglesia que, llevado a sus últimas consecuencias, podría subvertirla hasta sus cimientos” (p. 11)

Tras una amplia consulta internacional, están previstas dos sesiones plenarias en Roma, en 2023 y 2024, precedidas de un retiro espiritual para los participantes (p. 11-12).

El “contenido” del Sínodo de la sinodalidad

Se propone repensar la Iglesia, transformándola en una nueva “Iglesia constitutivamente sinodal”, cambiando elementos fundamentales de su constitución orgánica. Este cambio podría ser radical, ya que algunos documentos sinodales hablan de una “conversión”… Este sínodo no pretende discutir cuestiones doctrinales o pastorales, para llegar después a ciertas conclusiones, sino emprender un “proceso eclesial” para reformar la Iglesia (p. 12.).

La finalidad del Sínodo: una Iglesia con la pirámide invertida

Según el vaticanista Jean-Marie Guénois, Francisco “está preparando su reforma capital: la de la sinodalidad. Espera convertir a la Iglesia, piramidal, centralizada y clericalizada, en una comunidad más democrática y descentralizada donde el poder se comparta más con los laicos” (p. 13).

La influencia del “Camino sinodal alemán” en el Sínodo de la sinodalidad

Entre los defensores más radicales de la “conversión sinodal” de la Iglesia se encuentra una mayoría de obispos alemanes… En las intenciones de sus promotores, el Weg no debería limitarse a Alemania… Llevado a sus últimas consecuencias, el Weg implicaría una profunda subversión de la Santa Iglesia… Así lo afirma el cardenal Gerhard Müller, antiguo prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe: “Sueñan con otra Iglesia que no tiene nada que ver con la fe católica (…) y quieren abusar de este proceso, para llevar a la Iglesia Católica, no solo en otra dirección, sino hacia la destrucción de la Iglesia Católica” (p. 13-14).

El ejemplo de la sinodalidad en Inglaterra y su tremendo fracaso

Tomemos el ejemplo de la Iglesia de Inglaterra, que emprendiósu particular “camino sinodal” en la década de 1950. Es digno de mención el testimonio de Gavin Ashenden, antiguo obispo anglicano y capellán de la Reina Isabel, que se convirtió al catolicismo: “Creo que los antiguos anglicanos pueden ser de alguna ayuda, porque ya han visto la artimaña de la sinodalidad aplicada a la Iglesia de Inglaterra, con efectos divisorios y destructivos. Como antiguos anglicanos, ya hemos visto esta trampa. Forma parte de la espiritualidad de los progresistas. En pocas palabras, envuelven contenidos cuasi marxistas en lenguaje espiritual y luego hablan del Espíritu Santo” (p. 15).

Origen análogo de la Sinodalidad: el conciliarismo

Ya a principios del siglo XV, con el pretexto de adaptar la Iglesia a la nueva mentalidad nacida con el Humanismo, surgió la corriente llamada “conciliarista”, que pretendía reducir el poder jerárquico del Papa en favor de una asamblea conciliar. La Iglesia debía estructurarse, como expresión de la voluntad de los fieles, en “sínodos” locales y regionales ampliamente autónomos, cada uno con su propia lengua y costumbres. Estos sínodos debían reunirse periódicamente en un “concilio general” o “santo sínodo”, detentor de la máxima autoridad en la Iglesia. El Papa, reducido a primus inter pares, tendría a su vez que someterse a las decisiones de los concilios, mediante el voto igualitario de los participantes (p. 16).

Algunos católicos se sienten perplejos

“Ante un panorama tan sombrío, muchos católicos se sienten perdidos, desanimados, confusos, perplejos e incluso decepcionados. Y no todos reaccionan adecuadamente.

Algunos ceden a la tentación del sedevacantismo: abandonan la Iglesia para volverse autorreferenciales. Otros sucumben a la tentación de la apostasía: abandonan la Iglesia para abrazar otras confesiones. La mayoría se hunde en la indiferencia: abandonan a la Iglesia a su triste destino… ¡Se equivocan de manera flagrante! Amicus certus in re incerta cernitur. Es precisamente ahora cuando la Santa Iglesia necesita hijos amorosos e intrépidos que la defiendan de sus enemigos, externos e internos. ¡Dios nos pedirá cuentas!” (17-18).

1. ¿Qué es el Sínodo de los Obispos? (los números iniciales de los párrafos corresponden a las preguntas del libro)

“El Sínodo de los Obispos es un organismo permanente de la Iglesia Católica, externo a la Curia Romana, que representa al episcopado… Tiene una función meramente consultiva, pero puede gozar de función deliberativa cuando el Papa se lo concede” (p. 19)

2. ¿Las conclusiones de un Sínodo son de suyo vinculantes?

No. En el pasado, el Documento Final de un Sínodo de los Obispos no tenía valor magisterial, pues su rol era de dar sugerencias al Sumo Pontífice… Después de las reformas introducidas por el Papa Francisco en 2015, el Documento Final pasa directamente a hacer parte del Magisterio ordinario si es aprobado expresamente por el Pontífice (p. 20).

3. ¿Pueden un Sínodo de los Obispos, o un Papa, cambiar la doctrina o las estructuras de la Iglesia Católica?

No. Ni el Papa, ni el Sínodo de los Obispos (p. 20).

4. ¿Qué cambios introdujo el Papa Francisco en el Sínodo de los Obispos?

“El Papa propuso un plan para crear una nueva “Iglesia sinodal”. La premisa es que, por el sentido sobrenatural de la fe (sensus fidei), todo el Pueblo de Dios no puede equivocarse (infalible in credendo), y además tiene “olfato” para encontrar los caminos que el Señor abre a su Iglesia. La Iglesia sinodal sería una Iglesia de la escucha recíproca entre el pueblo fiel, el colegio episcopal y el obispo de Roma (p. 21).

5. ¿Qué justificación ofrece el Papa Francisco para esa alteración radical del Sínodo de los Obispos?

“Según el Papa Francisco, los obispos son, al mismo tiempo, maestros y discípulos. Maestros cuando anuncian “la Palabra de la verdad en nombre de Cristo cabeza y pastor”. Pero también discípulos cuando, “sabiendo que el Espíritu ha sido dado a todo bautizado, se pone[n] en escucha de la voz de Cristo que habla a través de todo el Pueblo de Dios, haciéndolo «infalible ‘in credendo’»” (p. 22)

6. ¿Cuál es el tema y el itinerario del próximo Sínodo?

El tema escogido es: “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”. Se trata, según el Papa, de “caminar juntos, laicos, pastores, Obispo de Roma”.16 La mayor dificultad que hay que superar “es este clericalismo que separa al sacerdote, al obispo, del pueblo… Caminar juntos descubre como su línea sea más bien la horizontalidad en lugar de la verticalidad”… En el próximo Sínodo, pues, no se discutirá sobre un tema pastoral específico, como normalmente sucede en estas asambleas, sino sobre la propia estructura de la Iglesia. Por eso se le conoce también como “Sínodo sobre la sinodalidad”. (p. 23).

7. ¿Este Sínodo desea llegar a ciertas conclusiones, o iniciar un proceso?

El Documento Preparatorio propone emprender “un proceso eclesial participado e inclusivo”… Este enfoque fluido debe a su vez verse en la perspectiva más amplia del actual Pontificado, que privilegia el devenir y no el ser, el cambio y no la estabilidad, la investigación y no la certeza: “Debemos iniciar procesos y no ocupar espacios” (p. 24).

12. ¿Qué implicaciones tendrá la sinodalidad en la vida de la Iglesia?

Esa escucha de toda la comunidad implica en una reformulación de la autoridad dentro de la Iglesia. Según el Papa Francisco, habría que invertir la estructura jerárquica de la Iglesia: “En esta Iglesia, como en una pirámide invertida, la cima se encuentra por debajo de la base”… Según el cardenal Mario Grech, secretario del Sínodo, Francisco… Al invertir la pirámide, la analogía de Francisco reformula la autoridad como dependiente de la recepción (escuchar y aprender de los demás) dentro de la Iglesia” (p. 30-31).

14. ¿Existe un sentido tradicional de “escucha” de los fieles por parte de los pastores?

Sí. No cabe duda que un buen pastor tiene el deber de inclinarse sobre sus ovejas para escuchar y comprender su situación espiritual y sus aspiraciones. Pero la “escucha” tiene hoy un sentido muy diferente: la obligación de colocarse en sintonía con las ovejas. El criterio de evaluación deja de ser la Verdad revelada y la rectitud de la conciencia y pasa a ser la acogida de las aspiraciones de los fieles (p. 32).

15. ¿Cuál es el inconveniente del concepto moderno de “escucha”?

La Iglesia Católica siempre partió del lado opuesto: tomando como fundamento las verdades de la fe, conocidas a través de la Revelación contenida en la Biblia y en la Tradición, las aplicaba a la vida concreta, según las circunstancias de tiempo y lugar, para iluminar y guiar a los hombres hacia la salvación eterna. La tendencia del Sínodo sobre la sinodalidad es hacer al revés, es decir, partir desde la situación concreta para elaborar una pastoral y una disciplina que se adapten a ella. Tal método presupone una concepción “historicista” que no parte de la Verdad revelada, sino de una situación histórica concreta, a la que la Iglesia debería adaptarse. (p. 33).

17. ¿Qué justificación teológica es dada para la necesidad de la escucha?

El Papa Francisco, los organizadores del Sínodo y los documentos preparatorios insisten en que “la totalidad de los fieles que tienen la unción del Santo no puede equivocarse en la fe. (…) Aquel famoso infallibile ‘in credendo’” (p. 35).

18. ¿Cómo saber, entonces, cuándo las creencias de los fieles son realmente infalibles?

El único método seguro es aplicar la regla de san Vicente de Lerins: es infalible aquello que fue creído siempre, en todo lugar y por todos (quod semper, quod ubique, quod ab omnibus); o sea, la doctrina tradicional de la Iglesia. “El sensus fidelium no es lo que puedan pensar los laicos y los sacerdotes en un momento dado, sino el consenso entre los obispos y hasta el último de los fieles, en todo el mundo, a lo largo de los siglos”, explica el ya citado padre Nazir-Ali (p. 36).

25. ¿Es cierto que los promotores del Sínodo insisten en que se preste especial atención a la voz de las “minorías marginadas”?

El Vademécum para el Sínodo sobre la sinodalidad preparado por la Secretaría del Sínodo insiste en que “es importante que hagamos todo lo posible por escuchar las voces de todos, especialmente de los marginados… “De hecho, a veces la perspectiva de lo que podríamos llamar una ‘aportación minoritaria’ puede constituir un testimonio profético de lo que Dios quiere decirle a la Iglesia”” (p. 41)

26. ¿Cuáles serían estas “experiencias desafiantes y negativas” cuyo “testimonio profético” fue recogido en las consultas diocesanas?

El Documento de Trabajo para la Etapa Continental del Sínodo enumera algunas…: “los divorciados vueltos a casar,los padres y madres solteros, las personas que viven en un matrimonio polígamo, las personas LGBTQ” (p. 42).

27. ¿Esto se ha reflejado en las consultas a nivel continental?

Leemos por ejemplo en la Síntesis norteamericana: “En la Asamblea Continental, como en nuestros informes nacionales, hubo un profundo deseo de mayor inclusión y acogida dentro de la Iglesia. De hecho, uno de los principales factores que rompen la comunión es la experiencia de muchos de que ciertas personas o grupos no se sienten bienvenidos en la Iglesia. Los grupos consultados durante la Etapa Continental incluyeron mujeres, jóvenes, inmigrantes, minorías raciales o lingü.sticas, personas LGBTQ+, personas divorciadas que se han vuelto a casar sin una anulación” (42-43).

28. ¿Qué dice el Documento de Trabajo para la Etapa Continental sobre la ordenación de mujeres?

Entre las “minorías excluidas” estarían las mujeres… El Documento de Trabajo para la Etapa Continental… afirma que, finalmente, que muchos reclaman el diaconado femenino y la posibilidad de que las mujeres puedan predicar. Algunos proponen la ordenación sacerdotal de las mujeres… . Francisco determinó que hasta el 25% de los participantes en el Sínodo sean seglares, hombres y mujeres, todos con igual derecho a voto que los obispos. (p. 43).

32. ¿La “inclusión radical” es la clave para entender el próximo Sínodo?

Sí. El Vademécum (Vademécum para el Sínodo sobre la sinodalidad) afirma que “hay que hacer esfuerzos genuinos para asegurar la inclusión de los que están en los márgenes o se sienten excluidos” (p. 48).

34. ¿Se puede considerar esta “inclusión” como continuadora de la “Iglesia de los pobres” propuesta por la Teología de la Liberación?

Hablando de una “Iglesia para heridos y rotos” (diríamos para “oprimidos”), el documento latinoamericano afirma: “En varios llamados se recuerda que en el espíritu de Jesús hay que ser inclusivos con los pobres, comunidades LGTBIQ+, parejas en segunda unión, sacerdotes que quieran regresar a la Iglesia en su nueva situación, las mujeres que abortan por temor” (p. 50)

37. En teoría, el proceso sinodal debería consultar a todo el “pueblo de Dios”. En la realidad, ¿esto se ha realizado?

Y, por coincidencia o por deliberación, se trata en general de minorías progresistas, ya consagradas a la lucha por la reforma de la Iglesia. Por ejemplo, la Conferencia Episcopal Francesa informó que 150.000 personas se habían “movilizado para contribuir a la reflexión sobre el sínodo de 2023 sobre la sinodalidad”… el 0.35% de todos los católicos en Francia. Un documento del Sínodo Nacional de la Iglesia Católica española afirma: “En este camino compartido han participado en España… el 0.77% de los católicos. Estas cifras son similares en casi todos los países: en Austria participaron 1.04% de los católicos; en Bélgica 0.54%; en Irlanda 1.13%; en Inglaterra 0.79%; en América Latina 0.21%; y hasta en la católica Polonia, la participación fue de apenas 0.58%. (p. 54)

43. ¿Cuál es el principal problema de la Iglesia, según los promotores del Sínodo?

Según los promotores del Sínodo, el principal problema de la Iglesia sería el “clericalismo”, o sea sus estructuras jerárquicas que la dividen entre clérigos y seglares, entre Ecclesia docens y Ecclesia discens (p. 58).

44. ¿Cuál sería el remedio al “clericalismo”?

El remedio al “clericalismo” sería la implementación de la “corresponsabilidad”, a través del reconocimiento de la igual dignidad de todos los bautizados y del valor de los “carismas” y “ministerios” laicales (p. 59)

52. ¿Hasta dónde se pretende llevar el reconocimiento de los “carismas” y los “ministerios” laicales en la Iglesia?

Algunas propuestas parecen bastante radicales. Es el caso, por ejemplo, de la Síntesis continental de América Latina y del Caribe… Recordemos que en los documentos del Sínodo amazónico se pedía, entre otras cosas, que la acción de los brujos y chamanes fuese reconocida como un “ministerio” de la Iglesia (p. 63-64)

53. ¿Qué es el Synodaler Weg (camino alemán)?

Synodaler Weg quiere decir Camino Sinodal, y es el particular modo que ha escogido la Iglesia Católica en Alemania para adaptarse a la sinodalidad, independientemente del Sínodo universal, e incluso adelantándose al mismo (p. 65).

Los alemanes parecen dispuestos a seguir por este camino. El Synodaler Weg no tiene una forma definida, sino que se presenta como un “proceso” que cambia a lo largo del camino. El sitio oficial del Weg afirma: “El camino sinodal no tiene una forma definida por el derecho canónico, sino que es sui generis. (…). Se puede definir como un proceso que recorre un camino”.

Este “camino” debe ser totalmente abierto. En la reunión general de Lingen, el cardenal Reinhard Marx, arzobispo de Munich y entonces presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, dijo: “La fe solo puede crecer y profundizarse si uno se libera de los bloqueos en el pensamiento, si uno enfrenta un debate libre y abierto y desarrolla la capacidad de asumir nuevas posiciones y abrir nuevos caminos” (p. 66).

54. ¿El Synodaler Weg se distingue, pues, del Sínodo universal?

Formalmente sí, en el sentido que es un proceso de la Iglesia en Alemania, autónomo y paralelo al proceso sinodal universal. En realidad, el Weg es considerado, en las intenciones declaradas de sus principales protagonistas como veremos más adelante, casi como una locomotora que moverá a los otros vagones en el proceso sinodal mundial inaugurado en 2015 (p. 67).

57. ¿Cuál es la importancia del Synodaler Weg?

El Synodaler Weg se presenta no solo como un camino específico para la Iglesia en Alemania, sino como modelo para el Sínodo general convocado en Roma (p. 70).

60. ¿El Weg supone un cambio de paradigma cultural en la Iglesia?

Sí. “El Sínodo debe conducir a un cambio de paradigma cultural (…) y a un cambio en la praxis de la Iglesia”, dice Mons. Georg Bätzing (presidente de la Conferencia Episcopal Alemana y principal promotor del Weg). En otras palabras, el Weg deberá cambiar no apenas elementos accidentales de la Iglesia, sino sus propios cimientos.

Escribe Gregor Podschun, presidente de la Federación de la Juventud Católica Alemana y figura importante en el Weg: “Esta Iglesia tendrá que destruirse, solo entonces podremos construir una nueva Iglesia. (…) Esto suena radical y, en realidad, lo es” (p. 73-74).

62. ¿Qué soluciones propone el Synodaler Weg?

Para superar el “clericalismo” imperante en la Iglesia, cambiando su estructura jerárquica y su moral, los promotores del Weg proponen:

1. La participación de los laicos en el nombramiento de obispos y una democratización de las estructuras de la Iglesia;

2. La superación de la obligación del celibato para los sacerdotes;

3. La admisión al Orden sagrado de personas homosexuales;

4. La apertura del ministerio sacramental a las mujeres;

5. La revalorización de la homosexualidad, y la aceptación de las uniones entre personas del mismo sexo;

6. La condenación de la moral sexual tradicional de la Iglesia (p. 75).

64. ¿Qué pretenden los promotores del Weg en lo que se refiere al gobierno de la Iglesia?

Los promotores del Weg proponen una deconstrucción de las estructuras jerárquicas de la Iglesia que produzca cambios profundos en su sistema de autoridad (p. 76).

65. ¿Hubo consenso para la formación de dicho Consejo?

No. Algunos obispos se opusieron. Esta especie de parlamentarismo que se introduciría en la Iglesia escandalizó hasta al propio cardenal Walter Kasper, por cierto no un conservador: “Los sínodos no pueden convertirse en instituciones permanentes. La tradición de la Iglesia no conoce un gobierno eclesiástico sinodal. Un consejo supremo sinodal, tal y como se plantea ahora, no tiene ninguna base en toda la historia de la constitución [de la Iglesia]. No sería una renovación, sino una innovación sin precedentes” (p. 77)

66. ¿El Vaticano aprobó este Consejo Sinodal?

No. En una carta fechada el 16 de enero de 2023 (aprobada por el Papa): “El Consejo Sinodal constituiría una nueva estructura de gobierno de la Iglesia en Alemania, que parece colocarse por encima de la autoridad de la Conferencia Episcopal Alemana, llegando de facto a reemplazarla. (…) Queremos aclarar que ni el Camino Sinodal, ni ningún organismo por él establecido, ni ninguna Conferencia Episcopal tienen competencia para constituir el Consejo Sinodal a nivel nacional, diocesano o parroquial” (p. 77-78).

68. ¿Cómo se relaciona el problema de la ordenación de las mujeres con la temática del Sínodo?

Las mujeres serían una de esas “minorías marginadas” que se trataría de “incluir” en la vida de la Iglesia. Para eso, deberían poder acceder a todos los niveles de autoridad y del sacramento del Orden. “Esperamos que [la Iglesia] manifieste con claridad cómo puede imaginar a las mujeres como diáconos y como sacerdotes, basado en los argumentos teológicos discutidos en el Foro Sinodal”, leemos en una propuesta recibida en la diócesis de Aquisgrán (p. 79).

71. ¿Cómo se relaciona el problema de los homosexuales con la temática del Sínodo sobre la sinodalidad?

Los homosexuales, y más ampliamente las personas LGBT, serían otra de esas “minorías marginadas” que se trataría de “incluir” en la vida de la Iglesia, dentro de una visión “abierta” y “fraterna” de la misma. “Esperamos cambios hacia una Iglesia con equidad de género”, leemos en una propuesta para el Sínodo de la diócesis de Aquisgrán. Para llevar adelante esta “inclusión”, habría que cambiar la doctrina moral de la Iglesia (p. 81-82).

74. ¿Qué significa, entonces, “incluir” a los homosexuales en la Iglesia?

El cardenal Robert McElroy, arzobispo de San Diego, Estados Unidos. En un artículo publicado en la revista jesuita America, afirmó que el Sínodo debería“incluir aquellos que están divorciados y vueltos a casar sin una declaración de nulidad de la Iglesia, miembros de la comunidad LGBT y aquellos que están casados civilmente pero no han estado casados por la Iglesia”. Esta “inclusión” implicaría la recepción de la Sagrada Comunión por parte de personas que objetivamente viven en pecado público: “He propuesto que los católicos divorciados vueltos a casar o las personas LGBT que buscan ardientemente la gracia de Dios en sus vidas no sean excluidos categóricamente de la Eucaristía” (p. 83-84).

75. Para poder “incluir” a los homosexuales ¿habría que cambiar la doctrina moral de la Iglesia?

Sí. Un documento preparatorio del Weg alemán afirma: “Estamos convencidos de que la reorientación de la pastoral no será posible sin una profunda reforma de la moral sexual de la Iglesia. (…) En particular, la enseñanza que considera éticamente legítimas las relaciones sexuales solo en el marco de un matrimonio legítimo, y solo en la constante apertura a la procreación, ha llevado a una amplia ruptura del Magisterio con los fieles”.

Igualmente leemos en otro documento del Weg: “En la línea de esta reevaluación de la homosexualidad, entre otras cosas, habría que revisar los párrafos 2357-2359 y 2396 (homosexualidad y castidad) del Catecismo [de la Iglesia Católica]. (…) En el Compendio del Catecismo, los actos homosexuales deberían ser eliminados de la lista de pecados graves contra la castidad. (…) Su sexualidad—realizada incluso en los actos sexuales— no es un pecado que los separa de Dios, y no puede ser juzgada como intrínsecamente mala”. (p. 84-85).

77. ¿Los promotores del Weg son los únicos que piden esta “inclusión” de los homosexuales?

No. Como vimos, casi todos los documentos conclusivos de las etapas continentales del camino sinodal (Síntesis continentales), mencionan explícitamente la necesidad de “incluir” a las personas LGBT (p. 86).





https://youtu.be/jGTzyXm1bwo