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jueves, 5 de enero de 2017

Si Lutero fuera testigo del Evangelio, los católicos seríamos testigos del Anticristo (por Bruno Moreno)

FUENTE: INFOCATÓLICA

(Véase también el artículo de Luis Fernando: 





Veo que el Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos se reafirma en llamar a Lutero “testigo del evangelio”. Es ley de vida: cuando uno cree que ya ha visto todos los disparates del mundo, siempre hay alguien que le sorprende.
No hace falta pensar mucho para darse cuenta de que decir que Lutero fue un testigo del Evangelio es lo mismo que decir que lo que proclamaba era cierto, al menos en esencia. Si no se quiere decir eso, es que las palabras utilizadas no significan nada y, en vez de hablar, lo que se está haciendo es emitir ruidos sin sentido, gruñidos animales propios de quien ha abandonado la razón, sustituyéndola por lo políticamente correcto.
Si Lutero fue un testigo del Evangelio, las doctrinas católicas que negaba o bien eran en efecto falsas o se trataba de cosas sin importancia, no esenciales. Es decir, si Lutero fue un testigo del Evangelio, el catolicismo está formado por “doctrinas impías”, la Misa es una “abominación diabólica”, la razón es una “prostituta”, el purgatorio no existe y orar por los muertos es condenable, el Papa es un “loco furioso, falsificador de la historia, mentiroso, blasfemo”, la libertad humana es una ilusión, la Tradición es innecesaria, los pecados más graves no tienen ninguna importancia, siete libros de la Escritura en realidad son invenciones humanas, la castidad perfecta es una perversión, la adoración al Santísimo no es más que idolatría, los dogmas infalibles de Trento son un cúmulo de errores y blasfemias…
O, en el mejor de los casos, la Misa, el Papado, la libertad humana, el purgatorio, la caridad, la Tradición, el Magisterio el Santísimo, la vida religiosa, el pecado y tantas otras cosas son meras especulaciones humanas, irrelevantes, sin ninguna importancia. En ese caso, la Iglesia Católica, que nos ha engañado para que pensáramos que eran fundamentales, es culpable de sustituir la verdadera fe por sus propias invenciones y, de nuevo, se cumple la afirmación de Lutero de que las enseñanzas católicas son “doctrinas impías” y el Papa es un “loco furioso, falsificador de la historia, mentiroso, blasfemo”, que cambia la fe por sus delirios.
No es extraño que una parte esencial de la doctrina de Lutero fuera que la Iglesia Católica, con el Papa y los obispos a la cabeza, era el Anticristo, la Ramera de Babilonia y la Bestia del Apocalipsis. Sus enseñanzas no podían sostenerse de otro modo, ya que si lo que él enseñaba era la Verdad con mayúscula, cualquiera que se opusiese estaba actuando como enemigo de Dios: “Soy yo quien lo afirmo, yo, el doctor Martín Lutero, hablando en nombre del Espíritu Santo”. “No admito que mi doctrina pueda juzgarla nadie, ni aun los ángeles. Quien no escuche mi doctrina no puede salvarse”. Es decir, si Lutero fue, en efecto, un testigo del Evangelio, nosotros los católicos somos testigos del Anticristo. No hay otra opción posible, tertium non datur.
Tampoco hace falta pensar mucho para darse cuenta de que, si Lutero fue un testigo del Evangelio, lo mejor que puede hacer cualquier Pontificio Consejo es disolverse rápidamente, de modo que sus miembros puedan abjurar de sus blasfemos errores católicos y pedir humildemente la entrada en una comunidad luterana.
En cambio, si lo que Lutero anunciaba era erróneo, si su interpretación de la Escritura estaba viciada de raíz, si su rechazo de la Tradición era un rechazo de la Revelación de Dios, si su destrucción de tres cuartas partes de los sacramentos era una barbaridad impía, si la santa Misa no es una “abominación diabólica”, si la idea de que no existe el pecado mortal que separa de Dios es un autoengaño de gravísimas consecuencias, si su sustitución del Magisterio eclesial por el subjetivismo deja a los fieles como ovejas sin pastor, si la Iglesia Católica es la Iglesia fundada por el mismo Cristo y constituye su Cuerpo Místico, si los Pontificios Consejos tienen algún sentido… entonces Lutero era un testigo, sí, pero un testigo de un falso evangelio. Como siempre ha enseñado la Iglesia y como tiene necesariamente que enseñar, so pena de abandonar la fe católica y la misma razón.
Bruno Moreno

Se veía venir: la página oficial de la Santa Sede denomina al heresiarca Martín Lutero "testigo del evangelio" y establece oficialmente la conmemoración ecuménica de la herejía y cisma protestante CATHOLICVS)



Como reza el título de esta entrada, se veía venir: la página oficial de la Santa Sede ha publicado, a través del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, un documento en el que, entre otros despropósitos, denomina al heresiarca Martín Lutero como "testigo del evangelio", haciendo oficial, además, la participación de la jerarquía católica en la conmemoración ecuménica de la herejía y cisma protestante.

El documento en cuestión se llama "Reconciliación. El amor de Cristo nos apremia" (puede leerse en español en este enlace), y en él se presentan los "materiales para la Semana de oración por la unidad de los cristianos y para el resto del año 2017". También cabe destacar que, según reconoce expresamente la Santa Sede en este mismo documento, estos "materiales" han sido preparados conjuntamente por el mencionado Consejo Pontificio y por una comisión del Consejo Mundial de Iglesias (agrupación de sectas heréticas condenada por el Beato Pío PP. IX, dicho sea de paso).

Asimismo, llama poderosamente la atención el "AVISO IMPORTANTE" (en mayúsculas en el original) con el que se da inicio al documento. Dice, literalmente, lo siguiente:

Esta es la versión internacional de la Semana de oración 2017. Traducción del original inglés realizada por el Secretariado de la Comisión Episcopal para la Relaciones Interconfesionales de la Conferencia Episcopal Española [...] Los textos bíblicos en español reproducidos en este folleto están tomados de la Biblia Traducción Interconfesional (BTI), Biblioteca de Autores Cristianos, Editorial Verbo Divino, Sociedades Bíblicas Unidas, Madrid 2008. Las abreviaturas de los libros de la Biblia también son las que se utilizan en la BTI.
Llama la atención -o no tanto- que la Biblia de la que se han tomado las citas que aparecen en el documento sea la BTI, la cual, aunque haya sido publicada por la editorial B.A.C. y Verbo Divino -además de por las Sociedades Bíblicas Unidas, que también fueron condenadas por el Beato Pío PP. IX-, es una traducción manipulada de la Biblia para que sea "aceptada" por los protestantes. Además, esta Biblia no tiene notas ni comentarios, pese a que éste es uno de los requisitos exigidos por la Iglesia para todas las traducciones de la Biblia consideradas católicas. Algunos ejemplos de la manipulación del lenguaje que gasta esta traducción interconfesional:

Se excluye la referencia a la descendencia de la mujer -Jesús y la Santísima Virgen- en Gen 3,14; San José pasa de ser el Esposo de María a ser su "marido" en Mt 1,16; las Bienaventuranzas aparecen completamente manipuladas en Mt 5; las diez vírgenes son ahora las diez "muchachas" en Mt 25,1; la Santísima Virgen no es la "llena de gracia" sino "favorecida" de Dios en Lc 1,28; y así describe laconsagración del Cáliz durante la Última Cena:

Tomó luego en sus manos una copa, dio gracias a Dios y la pasó a sus discípulos, diciendo: —Bebed todos de ella, porque esto es mi sangre, con la que Dios confirma la alianza, y que va a ser derramada en favor de todos para perdón de los pecados.
Como cualquier católico puede comprobar en cualquier Biblia católica, los pasajes que relatan la institución de la Eucaristía no dicen tal cosa (ver Mt 26,26 y Mc 14,23), sino que dicen, literalmente, que Su Sangre será derramada "por muchos" para la remisión de los pecados. El texto que aparece en la BTI, es una falsedad: Cristo no dijo, ni quiso decir, que la remisión de los pecados fuera universal y que les iba a ser concedida a todos los seres humanos de forma automática por la simple efusión de la Sangre de Cristo una sola vez y para siempre, sino que la remisión de los pecados por la efusión de Su Sangre durante el Santo Sacrificio del Calvario aprovecharía a muchos, pero no todos -como siempre ha enseñado el Magisterio de la Iglesia y es dogma de fe definido Ex cathedra durante el Sacrosanto y Ecuménico Concilio de Trento (dogmático), y, por tanto, irreformable, por ser parte de la Revelación-. Creer lo contrario es una herejía condenada solemnemente por la Iglesia con anatema.

Hecha esta aclaración sobre las citas de la Biblia -no católica- usadas en el documento, y centrándonos en el mismo, señalaré algunos de los mencionados despropósitos mencionados más arriba, que copio literalmente y, a continuación, comento:

Teniendo presente esta exigencia de flexibilidad, invitamos a utilizar estos materiales a lo largo de todo el año para expresar el grado de comunión que las Iglesias ya han alcanzado y para orar juntos para llegar a la plena unidad querida por Cristo.
Lo primero, no sé cómo a lo largo de este año, o de cualquier otro, podrá expresarse el grado de comunión alcanzado por no-sé-qué"iglesias": Iglesia sólo hay Una, que es la Iglesia Católica, Cuerpo Místico de Cristo, formada por todos sus fieles, vivos y difuntos(en la tierra, el Purgatorio y el Cielo), con Cristo como su CabezaYa existe, pues, plena Unidad en la Iglesia; siempre ha existido. Los protestantes no forman parte de la misma por voluntad propia. Y en cuanto a la "comunión" de las sectas protestantes con la Iglesia, es, simplemente, inexistente. O sea, el grado alcanzado es cero; ninguno. No existe ninguna comunión. En comunión se está o no se está. No se puede "medio-estar" en comunión, o estar en "medio-comunión". Y los protestantes no lo están. Están fuera de la Iglesia, para su desgracia.

Así define el Catecismo de San Pío X la "reforma" protestante:

129. El Protestantismo o religión reformada, como orgullosamente la llaman sus fundadores, es el compendio de todas las herejías que hubo antes de él, que ha habido después y que pueden aún nacer para ruina de las almas.
Sorprende, pues, el siguiente párrafo, que resume la intención de este lamentable documento:

...los católicos ahora son capaces de prestar sus oídos a los desafíos de Lutero para la Iglesia de hoy, reconociéndole como un «testigo del evangelio» (Del conflicto a la comunión, 29). Y así, después de siglos de mutuas condenas y vilipendios, los católicos y los luteranos en 2017 conmemorarán por primera vez juntos el comienzo de la Reforma.
Por más que se empeñen algunas personas, incluido el Papa Francisco -es su opinión personal, aunque equivocada-, los católicos no reconocemos a Lutero como «testigo del evangelio», sino como el heresiarca que fue y el culpable del cisma protestante y la condenación eterna de tantísimas almas.

Mientras se escribía este texto en 2015, muchas personas e Iglesias en Alemania practicaban la reconciliación ofreciendo hospitalidad a los numerosos refugiados que llegaban de Siria, Afganistán, Eritrea y de países de los Balcanes occidentales, buscando protección y una nueva vida. La ayuda concreta y las importantes acciones que se llevaron a cabo contra el odio al extranjero fueron un claro testimonio de reconciliación para la población alemana.
Además de que Iglesia sólo hay Una, como ya se ha indicado más arriba -y por tanto es falso hablar de diferentes iglesias en Alemania-, aunque no tenga absolutamente nada que ver con la religión, ni con los gravísimos problemas teológicos y doctrinales que aborda -o debería abordar- el documento, éste nos recuerda la intención actual de algunas personas -Papa Francisco incluido- enpresentar a la Iglesia como una ONG más y destacar la ayuda material -que no espiritual, que es la principal misión de la Iglesia- que presta a los refugiados -una de las machaconas fijaciones del Papa actual-. En ningún caso colaborar con las sectas protestantes en la ayuda meramente humana y material prestada a los refugiados es testimonio alguno de ninguna reconciliación entre protestantes y católicos, que no se ha producido en el último medio milenio.

En cuando al "contenido de la celebración" ecuménica de la que da cuenta el texto de este documento, éste dice que "celebra la irrevocable reconciliación que hemos recibido a través de la fe en Jesucristo". Nuevamente, cabe preguntarse: ¿Qué reconciliación, si no se ha producido ninguna? ¿Cómo va a ser irrevocable algo inexistente? No hay reconciliación porque los protestantes no tienen la fe católica; no creen lo que creemos los católicos, comenzando por la necesidad de las obras para salvarse, además de la fe, cosa que rechazaba Lutero y rechazan los protestantes actuales. Con razón Lutero despreció -así como algunos otros libros de la Biblia- la Epístola de Santiago que ponía en evidencia la base sobre la que desarrolló todas sus herejías: la Sola Fide (la sola fe) para salvarse:

¿De qué sirve, hermanos míos, que alguien diga: 'tengo fe', si no tiene obras? ¿Acaso podrá salvarle la fe? [...] porque así como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta. (St 2,26)
Otro ejemplo más de manipulación escriturística en este documento:

Este hecho contradice lo que Jesús pidió al Padre en Juan 17,23: «Como tú vives en mí, vivo yo en ellos para que alcancen la unión perfecta y así el mundo reconozca que tú me has enviado y que los amas a ellos como me amas a mí».
Ni que decir tiene que el pasaje evangélico no dice tal cosa, ni, sobre todo, da a entender lo que se sugiere, a saber, que la Iglesia pueda dividirse -o que ya lo esté-. En realidad, la Iglesia siempre ha permanecido, permanece y seguirá permaneciendo Una, aunque haya individuos o grupos que la abandonen, como es el caso de los protestantes. Aquí está el texto tomado de una Biblia católica -en este caso la de Mons. Straubinger, que tiene muy buenas notas-:

Yo en ellos y Tú en Mí, a fin de que sean perfectamente uno, y para que el mundo sepa que eres Tú quien me enviaste y los amaste a ellos como me amaste a Mí.
Mons. Straubinger explica en la correspondiente nota este pasaje:

Perfectamente uno: ¡consumarse en la unidad divina con el Padre y el Hijo! No hay panteísmo brahmánico que pueda compararse a esto. Creados a la imagen de Dios, y restaurados luego de nuestra regeneración por la inmolación de su Hijo, somos hechos hijos como Él (v. 22); partícipes de la naturaleza divina (v. 3 y nota); denominados “dioses” por el mismo Jesucristo (10, 34); vivimos de su vida misma, como Él vive del Padre (6, 58), y, como si todo esto no fuera suficiente, Jesús nos da todos sus méritos para que el Padre pueda considerarnos coherederos de su Hijo (Rm. 8, 17) y llevarnos a esta consumación en la Unidad, hechos semejantes a Jesús (1 Jn. 3, 2), aun en el cuerpo cuando Él venga (Fil. 3, 20 s.), y compartiendo eternamente la misma gloria que su Humanidad santísima tiene hoy a la diestra del Padre (Ef. 1, 20; 2, 6) y que es igual a la que tuvo siempre como Hijo Unigénito de Dios (v. 5).
Como se ve, nada tiene que ver este pasaje con la traducción que este documento presenta, ni con la interpretación que se le quiere dar.

Más despropósitos:

Los grandes reformadores como Martín Lutero, Ulrico Zuinglio y Juan Calvino, como también muchos que permanecieron católicos, como Ignacio de Loyola, Francisco de Sales y Carlos Borromeointentaron conseguir que la Iglesia occidental se renovara.
Comparar a esos tres heresiarcas con esos tres grandísimos Santos es un insulto a la inteligencia, a la Historia y a la Verdad. Los primeros no querían renovar nada -y, de hecho, no lo hicieron-; y los segundos, a los que el texto desposee de su título de Santos, mantuvieron y difundieron lo que siempre ha enseñado la Iglesia, sin cambiar ni una sola tilde. Lo que hicieron, e hicieron bien, fue condenar a Lutero y combatir la herejía protestante, contraponiendo a ésta la Verdad revelada de la que la Iglesia Católica es depositaria.

Los salmos, los cánticos y los himnos cantan el día cuando toda la creación llegada a su plenitud finalmente alcance su meta, el día en que Dios será «todo en todos». Hablan de la esperanza cristiana, del cumplimiento del reino de Dios en el que el sufrimiento se convertirá en alegría. En aquel día, la Iglesia será revelada en su hermosura y gracia como el único cuerpo de Cristo.
No hay que esperar al final de los tiempos para que la Iglesia se "revele" como el único cuerpo de Cristo: la Iglesia Católica ES el único cuerpo de Cristo; es el Cuerpo Místico de Cristo. Parece que la parte católica en estos encuentros ecuménicos desconociera el Magisterio de la Iglesia a este respecto (véase la Encíclica del Venerable Pío PP. XII "Mystici Corporis Christi, sobre el Cuerpo Místico de Cristo", promulgada el 29 de junio de 1943. En dicha encíclica se dice de forma cristalina.

Para concluir, me parece obligado citar este significativo fragmento de otra Encíclica, en este caso de S.S. Pío PP. XI "Mortalium Animos, acerca de cómo se ha de fomentar la verdadera unidad religiosa", fechada el 6 de enero de 1928, y que a la Santa Sede aún no le ha dado la gana no ha tenido tiempo de traducir y publicar en español en su página web oficial, pese a haber transcurrido ya ochenta y nueve años (89) -se cumplen pasado mañana- desde su publicación:

16. La única manera de unir a todos los cristianos

...la unión de los cristianos no se puede fomentar de otro modo que procurando el retorno de los disidentes a la única y verdadera Iglesia de Cristo, de la cual un día desdichadamente se alejaron; a aquella única y verdadera Iglesia que todos ciertamente conocen y que por la voluntad de su Fundador debe permanecer siempre tal cual. El mismo la fundó para la salvación de todos. Nunca, en el transcurso de los siglos, se contaminó esta mística Esposa de Cristo, ni podrá contaminarse jamás.
Sinceramente, si ésto es todo lo que produce este Consejo Pontificio, el Papa Francisco debería cerrarlo, ya que tan empeñado está en reformar la Curia y los Dicasterios romanos. A la vista está que éste no sirve para nada, salvo, quizás, para engañar a los incautos. Yo no voy a celebrar en 2017 el pecado, la herejía y el cisma de Martín Lutero. Eso es digno de lamentar, no de celebrar.