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martes, 2 de mayo de 2023

¿Lobos hablando sobre ovejas en el sínodo?

INFOCATÓLICA


Hace tiempo hablamos ya sobre el relator nombrado para el sínodo de la sinodalidad, el card. Hollerich, un jesuita que ha proclamado públicamente en varias ocasiones que rechaza la moral de la Iglesia. A él se unen, por supuesto, numerosos obispos alemanes y de otros países centroeuropeos como Bélgica, que también han expresado públicamente su deseo de abandonar la moral de la Iglesia en varios puntos que no son del agrado del mundo. ¿A alguien le puede extrañar que las ovejas nos sintamos intranquilas al ver que se reúnen sinodalmente los lobos para hablar de nosotras? ¿Qué de bueno puede salir de esas conversaciones, que, es de suponer, más versarán sobre recetas que sobre otra cosa? 

Desgraciadamente, parece ser que lo importante no es la calidad, sino la cantidad, y el Papa ha decidido nombrar también a una serie de participantes laicos en el sínodo, algunos de los cuales, por lo visto hasta ahora, podrían asemejarse más al Canis lupus que a la Ovis aries. Consideremos, por ejemplo, el producto nacional: Dña. Cristina Inoges, elegida como participante en el sínodo desde su inicio (pronunció una “meditación” de apertura de las sesiones sinodales) y que probablemente sea propuesta también para las sesiones de octubre de 2023 y 2024. Dejemos a un lado la cuestión de que un laico, sea quien sea, participe en el sínodo de los obispos con el mismo voto que si fuera obispo y consideremos las credenciales de Dña. Cristina.

Empecemos diciendo que es “teóloga”. Y escribo teóloga entre comillas porque, a pesar de considerarse católica, es licenciada por ¡la Facultad de Teología Protestante de Madrid! ¿Qué teología católica puede haber aprendido estudiando en una facultad protestante? Es fácil imaginarlo. A eso se suma que “actualmente colabora en ‘Lecturas diarias’ de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata (Argentina)”. Como buena alumna de la facultad protestante, afirma que “la reforma de Lutero tuvo su sentido en el siglo XVI” y que él reformador protestante “nunca quiso dejar de ser católico” (aparentemente, lo de las herejías monumentales y todo eso se debió a “las cosas de la historia, que luego se enrevesan”). Todo un curriculum que hace que la presencia de Dña. Cristina en el Sínodo sea fundamental.

Claro que eso no es todo. También es “Experta en Relaciones Institucionales y Protocolo” por la Universidad a Distancia y diplomada como “Dirigente Social”, sea eso lo que sea. Es evidente que su preparación teológica y académica dejaría chico a San Agustín. Y ella lo sabe, permitiéndose afirmaciones como la de que el libro que el cardenal Sarah publicó sobre el sacerdocio sugería “una figura del sacerdocio muy alejada del evangelio” y que “el sacerdocio que presenta el libro es el gran peligro, porque arrastra a la Iglesia”, tras lo cual indicaba muy ufana que renunciar sería “el mejor servicio” que podría hacer el cardenal “a la Iglesia y al evangelio”.

Sin juzgar sus interioridades e intenciones, que cortésmente suponemos que serán excelentes, conviene señalar que Dña. Cristina tiene, además una idea del cristianismo completamente secularizada y obsesionada por las ideologías de moda, como el feminismo. Nos asegura, por ejemplo, que “las mujeres seguimos en los márgenes de la Iglesia”, “aunque ahora, algunas mujeres tengan cierta visibilidad”. Alguien capaz de decir esto no ha entendido nada de lo que es el cristianismo ni de lo que es la Iglesia. Pensar que lo importante es “tener visibilidad” y “acceder a puestos donde se toman decisiones” en la Iglesia revela una comprensión de la vida de la Iglesia basada en el poder (aunque se repitan una y otra vez al mismo tiempo los consabidos mantas de la Iglesia de los pobres y los marginados que todos conocemos). Lo cierto es que, para no estar en “los márgenes de la Iglesia”, a cualquier mujer y a cualquier hombre le basta acercarse a un sagrario, que es el mismo centro de la Iglesia, y allí encontrarse con nuestro Señor Jesucristo, junto a la Mujer vestida de sol, Reina y Señora de cielos y tierra. Y la decisión verdaderamente importante es la de decir “hágase” a la voluntad de Dios como hizo Ella. Pero a nuestra teóloga eso no le basta.

A nadie le extrañará, pues, que Dña. Cristina rechace la doctrina de la Iglesia sobre el sacerdocio y afirme que las mujeres pueden ser ordenadas sacerdotes. Quizá para tranquilizarnos (sobre la base de que siempre puede haber cosas peores), nos asegura que ella no quiere ser sacerdote y que “el sacerdocio de la mujer tardará muchísimo en llegar” y es un “proceso muy lento”, pero en cualquier caso “es muy importante que las mujeres se puedan ordenar”. También afirma que no cree que “sea el mejor momento para que las mujeres accedan al sacerdocio. Pero sí que defenderé que las que tengan vocación lo puedan vivir“, porque “no es una cuestión de índole teológica". Se ve que en la Facultad Protestante no le enseñaron que la incapacidad de la Iglesia para ordenar a mujeres es una doctrina “infalible” e “irreformable”.

Claro que tampoco sabe lo más básico sobre el sacerdocio y nos dice que “la Iglesia nació laica. Hasta que no acaba el siglo I, y sobre todo a partir del siglo II, que es cuando se sacraliza la figura del obispo y la figura del presbítero". Quizá si hubiera estudiado en una facultad católica, le habrían enseñado que el sacerdocio fue instituido por el mismo Cristo y que, desde el primer día, la Iglesia está basada (cimentada, dice la Escritura) en el colegio de los Apóstoles, que fueron los primeros obispos. Nunca ha existido esa Iglesia que “nació laica". Tampoco hace falta ir a la universidad para saberlo, basta leer, por ejemplo, los números 874 a 896 del Catecismo, sobre la constitución jerárquica de la Iglesia. O los Hechos de los Apóstoles.

Por los temas de sus libros, parece creerse autorizada para hablar sobre historia de la Iglesia, pero sus ideas sobre esa materia son evidentemente pedestres y sesgadas. Dice, por ejemplo, que “el Papa ha propuesto una imagen de la pirámide invertida, pero no es que el laicado vaya a estar ahora arriba sometiendo a la jerarquía, sino que la jerarquía debe estar al servicio del Pueblo de Dios”. Doña Cristina, desde sus elevadas alturas teológicas, parece estar inventando la sopa de ajo. Que la jerarquía está al servicio de los cristianos lo ha sabido la Iglesia desde siempre. No solo se leen repetidas advertencias al respecto de Nuestro Señor en los Evangelios y en otros libros de la Escritura, sino que es un lugar común de la Teología. Pensemos, por ejemplo, que el Papa es el siervo de los siervos de Dios, ministerio significa servicio, diácono significa servidor, el mandatum de lavar los pies ha sido puesto en práctica por superiores y sacerdotes en monasterios y en la liturgia desde durante más de un milenio y un largo etcétera. Como es lógico, puede haber clérigos concretos que abusen de la autoridad recibida, pero, como todos sufrimos los efectos del pecado original, eso es igual de cierto ahora que hace doscientos años o mil o dos mil. Pretender que ¡por fin! el papa Francisco ha descubierto que la autoridad en la Iglesia es un servicio es tomarnos el pelo, mirar por encima del hombro a dos milenios de catolicismo y demostrar unos conocimientos ínfimos.

Tampoco parece saber lo que es el depósito de la fe, que es una doctrina católica básica. Por ejemplo, se pregunta: “sí, es verdad que hay un depósito de verdades reveladas, pero, ¿ya no caben más? ¿Está todo dicho?”. Es decir, ignora algo tan básico como el hecho de que Dios se reveló plenamente en Cristo y la revelación quedó cerrada con la muerte del último apóstol, de manera que todo lo que necesitamos para la salvación ya está en la Escritura y la Tradición. Se puede profundizar en ello, pero no hay nuevas revelaciones. No es casual que estas preguntas se las haga al tiempo que se deshace en elogios de Teilhard de Chardin y se duele por que la Iglesia haya condenado las opiniones heréticas en el pasado, porque al hacerlo “se ajustaron a las normas y a los dogmas que surgieron en contextos totalmente diferentes”. Como conclusión, nos asegura que “hay que rascar mucha religión para llegar a la fe”, que es lo que han dicho todos los heterodoxos de la historia para justificar su rechazo de partes de la fe. A mi juicio, cualquier parecido del catolicismo con estas opiniones es pura coincidencia.

Con estos presupuestos, no sorprenderá que rechace la moral de la Iglesia en puntos importantes. Según nos cuenta, ella “acompaña” a “comunidades de diversidad sexual” con quienes comparte “la fe en un Dios en un cristianismo inclusivo que lleve a la Iglesia a serlo también”. A continuación, se duele de que, a pesar de que es “algo que admite la mayoría de la amplia base del pueblo de Dios”, “todavía hoy y oficialmente una parte de la jerarquía mira con desdén y, por supuesto, no acepta”. Según Dña. Cristina, lo que importa es que Jesús “lanzó el poderoso mensaje de que nadie estaba excluido”.

Según parece por sus escritos, también rechaza que para recibir la comunión haya que estar libre de pecado mortal, porque Jesús “no excluyó de la misma ni a Judas” y (citando al Papa) la comunión “no es el premio de los santos. Es el pan de los pecadores”. Es curioso que una teóloga de su talla no sepa que, además de las categorías de santo y pecador (pertinaz en pecado mortal) hay una tercera categoría de aquellos que, sin ser santos, se encuentran en comunión con Dios y se han arrepentido de cualquier pecado grave, por lo que pueden comulgar. Claro que los protestantes no conocen esa distinción, así que puede que no haya oído nunca hablar de ello. Sólidamente armada con su ignorancia de esta doctrina católica, Dña. Cristina criticaba a los obispos norteamericanos que querían negar la comunión a los políticos que apoyan el aborto (como por otra parte es su obligación según el Derecho Canónico), porque aparentemente no habían entendido “la actitud de acogida sin juicios, sin prejuicios, y sin influencias de nadie de Jesús de Nazaret” (algo que, según nos dice, es “mucho más preocupante, aunque no lo parezca” que todas las barbaridades de los obispos alemanes).

Podríamos seguir y seguir, pero lo dicho basta para que nos hagamos una idea, porque esto se hace muy aburrido. Además, a fin de cuentas, el problema no es Dña. Cristina, que probablemente actúe de buena fe y estará lógicamente encantada de salir en los periódicos y de que la elogien en la cadena de radio de los obispos. Más que un lobo, es una oveja extraviada, que tiene derecho a que las autoridades eclesiales corrijan sus errores en lugar de alentarla a permanecer ellos. La verdadera responsabilidad es de quienes la eligen para participar en el sínodo o por omisión permiten que sea elegida.

Esta es la pregunta esencial: ¿por qué se escoge, para hablar con autoridad de la fe de la Iglesia, a personas que no comparten esa fe y cuyo conocimiento de ella es muy deficiente? ¿Alguien imagina que se nombre miembro de la Real Academia de la Lengua a un francés que apenas chapurree el español y haya manifestado en varias ocasiones su desprecio por el idioma de Cervantes?

Es cierto que a veces, en los concilios y sínodos del pasado, se invitaba a algunos heterodoxos, pero era para rebatir sus afirmaciones, exhortarles a volver a la fe y, si se terciaba, quemar públicamente sus obras (como se hizo en el Concilio de Nicea, por ejemplo). Ahora, en cambio, los mismos obispos alemanes o belgas que están diciendo barbaridades en realidad no hacen más que repetir las que dijeron ya en el Sínodo de la Familia, sin que la Iglesia les reprendiera y les pidiera volver a la fe católica. La única medida que se ha tomado, en lugar de corregirles, ha sido nombrar para el sínodo a nuevos participantes como Dña. Cristina, que aparentemente comparte sus heterodoxias.

Yo diría que los fieles tenemos sobrados motivos para estar preocupados por el sínodo de la sinodalidad. Y me permito indicar que echamos de menos que los obispos con fe, que tienen la gravísima obligación de defendernos de los lobos, señalen estos peligros evidentes con su autoridad de sucesores de los apóstoles. En fin, hay que rezar más todavía, como decía el P. De Bearn al comandante Lewis en 55 días en Pekín.

BRUNO MORENO

martes, 23 de octubre de 2018

Intervención del cardenal Sarah en el Sínodo de los jóvenes 2018





Los jóvenes y la enseñanza sobre la doctrina moral (IL 196-197)

Los jóvenes han presentado varias peticiones en el ámbito de la doctrina moral. Por un lado, piden claridad por parte de la Iglesia sobre cuestiones que les preocupan de manera especial: libertad en todos los ámbitos y no sólo en las relaciones sexuales, la no discriminación por motivos de orientación sexual, la igualdad entre hombres y mujeres, también dentro de la Iglesia, etc. (cf. IL 53). Por otro lado, piden una discusión abierta y sin prejuicios sobre cuestiones morales, e incluso esperan un cambio radical, un giro real de la enseñanza de la Iglesia en esos ámbitos. En práctica, piden “que la Iglesia cambie su enseñanza”(Documento Final, Encuentro Presinodal, II Parte, n. 5).

Sin embargo, la doctrina de la Iglesia sobre dichas cuestiones es clara: basta con citar el Catecismo de la Iglesia Católica (cf. Sección II, Capítulo II, Art. 6). La doctrina de la Iglesia es clara, sobre todo, respecto a la ampliamente discutida cuestión de la homosexualidad (cf. CCC ns. 2357-2359; los dos documentos de la Congregación para la Doctrina de la Fe: Carta a los obispos de la Iglesia católica sobre la atención pastoral a las personas homosexuales, de 1986; Algunas consideraciones acerca de la respuesta a propuestas legislativas sobre la no discriminación de las personas homosexuales, de 1992). 

Que las personas a las que hacen referencia estos documentos no compartan su contenido, es otro tema; pero la Iglesia no puede [NO DEBERÍA] ser acusada de falta de claridad. En todo caso, lo que hay es una falta de claridad por parte de algunos pastores cuando exponen la doctrina. En este caso, la persona que ejerce el munus docendi debería hacer un examen profundo de conciencia ante Dios.

Se trata, por lo tanto, de proponer con valentía y honestidad el ideal cristiano manteniendo la doctrina moral católica, y no diluyéndola escondiendo la verdad con el fin de atraer a los jóvenes en el seno de la Iglesia. Los mismos jóvenes lo expresan en el documento final del Encuentro Presinodal: “Los jóvenes tienen muchas preguntas acerca de la fe, pero desean respuestas que no sean diluidas o con fórmulas pre-fabricadas” (Documento Final, Encuentro Presinodal, III Parte, n. 11).

Tal vez deberíamos recordar el pasaje del Evangelio en el que Jesús no reduce la exigencia de su llamada al joven rico que quiere que le siga (cf. Mc 10, 17-22). Además, una característica inconfundible de los jóvenes es su deseo de continua búsqueda de ideales altos y exigentes en todos los ámbitos, no sólo en el de los sentimientos y emociones, o del trabajo, sino también en ámbitos como la justicia, la transparencia en la lucha contra la corrupción, en el respeto de la dignidad humana. Menospreciar el sano idealismo de los jóvenes puede causarles un grave daño, porque cierra las puertas a un verdadero proceso de crecimiento, madurez y santidad. Por lo tanto, respetar y fomentar el idealismo de los jóvenes puede ser el recurso más valioso para una sociedad que desea crecer y mejorar.

+Robert Cardenal Sarah

viernes, 12 de octubre de 2018

Francisco llega a nueva bajeza: designa a un zorro para cuidar a las gallinas



El papa Francisco sabía que el cardenal pro-homosexual Francesco Coccopalmerio estuvo presente en el 2017 en la fiesta de homosexuales y drogas que había organizado su secretario, monseñor Luigi Capozzi.

Pero él le consultó sobre la posibilidad de aplicar sanciones canónicas al arzobispo Viganò, porque éste reveló la existencia de un lobby pro-homosexual en el Vaticano, el cual encubre los abusos homosexuales de prelados liberales y del cual Francisco es una parte.

En noviembre de 2014 Coccopalmerio afirmó que el papa Francisco “podría estar en peligro, porque algunos tienen la intención de eliminarlo”. Posteriormente fue un opositor a las reformas de Pell respecto a las finanzas vaticanas. En septiembre de 2015, sirvió de instrumento para la introducción de la aceleración de las declaraciones de nulidad matrimoniales, las cuales son un divorcio de hecho. En agosto de 2018 expresó su apoyo a dar la Santa Comunión a los no-católicos.



INGLÉS


Pope Francis knew that pro-gay Cardinal Francesco Coccopalmerio was present at the 2017 gay and drug party of his secretary, Monsignore Luigi Capozzi.

Nevertheless he consulted him about inflicting canonical sanctions on Archbishop Viganò because Viganò revealed the existence of a pro-gay lobby in the Vatican that covers up homosexual abuses of liberal prelates and of which Francis is a part.

In November 2014 Coccopalmerio claimed that Pope Francis “could be in danger because some may have the intention to eliminate him.” Later was an opponent of Cardinal Pells reform of the Vatican finances. In September 2015 Coccopalmerio was instrumental in introducing a speed-up of the declaration of nullity of marriage that is a de-fact-divorce. In August 2018 he expressed support for giving Holy Communion to Non-Catholics.



sábado, 22 de septiembre de 2018

Gear Up for the Long Fight: It’s Time to Press the Attack (Steve Skojec)



In January, when I shared my intuition that 2018 was going to be “a year of defying expectations,” “of things not going at all the way we think they will,” and, in fact, “the beginning of the end for Francis and Friends” – I didn’t know what that would look like. It was just a gut feeling, a sense of a shifting of the winds, a turning of the tide, if you will. At the time, I wrote that I didn’t know how it would happen or what we’d get later.

Now, nine months later, things are coming into focus. A nonstop barrage of bad news for this papacy and the explosive re-emergence of the clerical abuse scandal – with implications going all the way to the apostolic see – have shifted public opinion dramatically. Catholic commentators who would have rolled their eyes at the kind of coverage we were providing here just last year are suddenly out in front, leading charges against the corruption in Rome. It never ceases to amaze me just how quickly everything changed, as though a single spark were enough to light a spiritual conflagration of awakening.

And perhaps it was Our Lady who lit the match.

Now we’re drowning in the fallout. There are far too many stories to cover exposing the true nature of the anti-Church that now co-exists with authentic Catholicism. We can see symptoms of it everywhere. Of recent note: the story of how Cardinal Schönborn, editor of the Catechism and handpicked interpreter of Amoris Laetitia by Pope Francis, spontaneously blessed the union of arguably the most notorious gay couple in Austria; the report accusing Monsignor Walter Rossi, longtime rector of the Basilica of the Shrine of the Immaculate Conception, of being part of the gay mafia in D.C. just as his predecessor, Bishop Michael Bransfield, has been accused of the same; and the story of how Cardinal Cupich has mistreated a priest who, himself a victim of clerical sexual abuse, burned a rainbow flag that once adorned the sanctuary of his parish. In all of these things, we see signs that the escalation of the conflict between good and evil within the Church – and a possible schism along with it – is coming faster and more furiously than ever before. These stories are all taken from just the past few days, and more are coming all the time.

At the same time, I would caution that as bad as the homosexual and abuse crisis is – and it’s terrifying – we should be equally or more concerned about the attacks on doctrine, on the Gospels, on the structures and offices and credibility of the Church. The homosexual cabal is an instrument in the larger attempt to destroy the institution of the Church, her sacraments, her sacred priesthood, the papacy, and her efficacy in sharing divine teaching and saving souls. We’ve got to be careful about letting this be the only area of focus. Because while everyone is distracted by the sexual abuse train wreck, they’re still ramming things through – like the recent apostolic constitution on synods that will be used to force things into the category of magisterial teaching that do not belong there.

We have to keep our eyes on both.

What seems clear, too, is that the pope, once seemingly untouchable, is on his heels. Day after day, homily after homily, he has likened his plight and that of the bishops under fire to that of Christ during His passion, and he has painted his critics and opponents as agents of Satan. One person in Rome told me that Francis, in this contact’s opinion, is “terrified.”

I’m not so sure.

There is a danger in assuming that the advantage will remain ours. There is a danger in failing to continue to press the attack. For all of his rhetorical homiletic firebombs, the pope has continued to stand by his silence in the face of his accusers. Archbishop Viganò remains in hiding for fear of his life. And the upcoming synods this year and next will move forward under the auspices of the new, more authoritative construct already being applied to their final outcome per this week’s apostolic constitution. What this means is that the Church’s approach to homosexual behavior, clerical celibacy, and women’s ordination (at least to the diaconate) are all very much up for grabs in the minds of Church leaders. Remember that the German bishops, having encountered data indicating thousands of cases of abuse by their clergy, have decided that these are the issues that need to be reconsidered in the light of their findings.

The well of anger from the lay faithful, though deep, is not inexhaustible. Even if it were possible, it is unhealthy to sustain a state of rage, day in and day out, for as long as this will take. The willingness of the secular media to go after a pope who has championed so many of their pet issues remains unclear, with division in the ranks. The occupied Vatican has taken fire, but when the dust settles, how much damage will have been sustained? The investigations into abuse claims now being undertaken by civil governments will go on for years. Will a steady drip of horrifying revelations be enough to drive the infiltrators out, or will a disgusted public only turn to apathy and sustained antipathy?

Just yesterday, a friend told me of being out in public with a priest in a Roman collar, only to have a man who saw him grumble about there being a “child-molester” in the building. Will such sentiments increase to the point of actual persecution? Will the faithful – priests and laity alike – suffer the consequences of this anger while the leaders who are actually responsible for it continue to live in luxury, protected from reproach, like the tinpot dictators they are?

After doing this for four years, I will say it’d be nice to be able to have victory in sight. But we’re not there yet. We’ve got to gear up for a sustained fight. We’ve got to pace ourselves – which, if I’m being honest on a Friday afternoon after a month of nonstop knock-down, drag-out airing of dirty laundry and internecine struggles within our faith, sounds absolutely exhausting. But as I told you in my story about the Seven Devils, sometimes the only way out of the mountains is over the top, even if you’ve got nothing left in the tank and have to stumble forward in the dark by only the light of faith.

So today, I’m asking you to join forces with us for the long haul. I’ll be honest with you: I’m feeling the strain of wading through these fever swamps every day. We need more help. We need more fresh soldiers. We need more eyes on the prize.

Today we are at 75% of our monthly fundraising goal. It’s not enough. We need to be hitting 100%, and more. We’re going to have to raise our goals soon if we’re going to bring more fighters to our bench. We’ve been working to make it on the same income for the past two years, and the demand has grown. Since the beginning of August, our traffic has nearly doubled. We’ve got tips coming in from all over on stories, and we don’t have enough people to follow up on all of them.

Your tax-deductible contribution, no matter how small it may seem to you, moves us forward another inch. It helps us to hold this ground. We know that others are asking you to be generous. We know that your resources are limited. We ask only that you do what you can, if you can, to help us continue to press the attack against the enemy within the Church.

To those who have supported us thus far, we can’t thank you enough. You are the lifeblood of our work. To those who can’t support us financially, we thank you for your prayers, and we ask you to pray especially that we have wisdom in how we navigate these increasingly dangerous waters and that we use our resources wisely and find the best talent to help us.

We have strength in numbers. We have what Catholics at the time of Vatican II and the imposition of everything that came after did not: the internet, social media, a means to fight back against clerical corruption and to protect what we hold most dear.

We will not be silent. Will you join us?

God bless you, and thank you for all that you do.

Steve Skojec

jueves, 20 de septiembre de 2018

Francisco convierte los sínodos en ‘miniconcilios’ a su servicio (Carlos Esteban)



La recién proclamada constitución apostólica Episcopalis communio es probablemente el acto más genuinamente ‘revolucionario’ de Francisco hasta la fecha: con ella, los sínodos pasan de ser consultivos a deliberativos, convirtiéndose en magisterio ordinario sus conclusiones, si las acepta el Papa y podrán formar parte de la preparación de los mismos personas sin la dignidad episcopal, elegidas a dedo por el Pontífice.

Hasta ahora, los sínodos -una fórmula antiquísima en la Iglesia pero ‘normalizada’ por Pablo VI-, eran reuniones de obispos convocadas por el Papa sobre asuntos concretos cuyas conclusiones tenían carácter meramente consultivo. Pero con la nueva constitución apostólica Episcopalis communio, recién aprobada por el Papa Francisco, pasan a ser algo sustancialmente distinto.

Con el nuevo sistema, las conclusiones del sínodo, una vez aprobadas por el Papa, pasan a ser magisterio ordinario, es decir, materia de fe para el fiel católico. 

El Artículo, 18, 2 especifica: 
“Si es aprobado expresamente por el Romano Pontífice, el documento final participa del Magisterio ordinario del Sucesor de Pedro”. 
Esto convierte a cada sínodo en un ‘miniconcilio’, en concilios cuasi permanentes, porque precisamente la diferencia esencial entre un concilio y un sínodo era el carácter magisterial del primero y meramente consultivo del segundo.

La medida es transcendental, revolucionaria … Y, para muchos, alarmante. Francisco ha insistido, desde el inicio de su pontificado,  en la importancia de la ‘colegialidad’, ha hablado a menudo de la conversión hacia una ‘Iglesia sinodal’, ha convocado ya varios sínodos y proyecta varios más.

Ahora, una de las discusiones más acaloradas entre partidarios y detractores de la ‘renovación’ eclesial que pretende introducir Su Santidad ha sido, precisamente, sobre la tipificación magisterial de tanto dudoso o innovador pronunciamiento, así como de su posible revocación por un pontífice posterior. Con la nueva constitución ya no queda duda, porque cita expresamente el carácter de magisterio ordinario de lo que salga de cada sínodo y apruebe el Papa.

Pero la ‘colegialidad’ en la que tanto insiste Francisco también tiene ‘truco’; de hecho, tiene varios.

- En primer lugar, un sínodo no es necesariamente la reunión de todos los obispos del mundo; es una reunión de aquellos obispos que elige el Papa, y no creo que sea innecesariamente poco respetuoso presumir que Su Santidad no va a elegir a prelados que se opongan a sus proyectos.

- En segundo lugar, el sínodo, organizado y dirigido por la Santa Sede, es fácilmente manipulable, como se comprobó sobradamente en los dos sínodos de la familia

Como recuerda el vaticanista Marco Tossati en una columna en La Nuova Bussola Quotidiana: 
“Hemos visto que en realidad estos megaeventos están coordinados para seguir una agenda precisa, elaborada y dirigida desde arriba. Y, en última instancia, sirven meramente para crear un contexto para documentos -Amoris Laetitia es el ejemplo más obvio- que vienen en gran medida precocinados, y a los cuales las contribuciones de los padres sinodales aportan añadidos puramente cosméticos.
¿Cómo no recordar la candorosa confesión del arzobispo Forte sobre la conversación confidencial que mantuvo con el Papa? “Si hablamos de dar la comunión a los divorciados vueltos a casar”, señalaba Monseñor Forte, en referencia a un comentario del Papa Francisco, “no se dan cuenta del lío en que nos metemos con eso. Así que no hablaremos de ello de forma directa, lo haremos de un modo en que queden claras las premisas, y de ellas sacaremos las conclusiones”.
- En tercer lugar, la participación de los laicos e incluso de los no católicos. No, no es que en el Sínodo vayan a participar como miembros del mismo quienes no pertenezcan al episcopado. Pero la constitución prevé formalizar nuevos métodos para consultar al Pueblo de Dios -a laicos e incluso a gente de otras religiones-; el establecimiento de una “comisión para la aplicación” constituida por expertos supervisados por el secretario general del sínodo; y “consejos del secretariado general” constituidos por miembros nombrados directamente por el Papa que se ocuparán de preparar encuentros sinodales y mantendrán sus cargos hasta cinco años después de finalizado el sínodo.
Tenemos a la vuelta de la esquina dos sínodos, el de los jóvenes y el de la Amazonía, y es de prever que, si Dios da salud al Santo Padre, nos aguarden muchos más

Pese a los epígrafes de ambos sínodos citados, los documentos previos y las declaraciones que les han rodeado hacen pensar a una mayoría de observadores que con ellos se pretende modificar partes relevantes de la práctica eclesial o incluso de la concepción antropológica tradicional

- En el primer caso, sobre la moral sexual de la Iglesia
- En el segundo, la abolición del celibato sacerdotal obligatorio.
Hasta ahora, los críticos más visibles del Pontificado de Francisco, como el cardenal americano Raymond Leo Burke, firmante de los Dubia, han evitado la confrontación directa alegando que las declaraciones más cuestionables de Francisco carecen de cualificación magisterial y son sólo “las opiniones privadas del Papa”. Después de la proclamación de Episcopalis communio, este pretexto desaparece¿Cuál será su respuesta si de los citados sínodos salen conclusiones difícilmente conciliables con la Tradición de la Iglesia y el Papa las refrenda?
Carlos Esteban

sábado, 7 de julio de 2018

Sínodo de la Amazonia traerá “adelantos” como el Concilio Vaticano Segundo: cardenal Hummes





El Sínodo de los Obispos para la región pan amazónica traerá “adelantos para toda la Iglesia”, tal como lo hizo el Concilio Vaticano Segundo, dijo el 2 de julio el cardenal radical-liberal Cláudio Hummes a Vatican News. El Sínodo se reunirá en Roma en octubre del 2019.

Hummes espera “que el Espíritu Santo también iluminará nuestro Sínodo”.

Oficialmente el Sínodo quiere “identificar nuevos caminos para la evangelización del pueblo de Dios en esa región”. Sin embargo, sólo viven 2.800.000 personas en el Amazonas, región que abarca seis millones de km2. y no existe como unidad lingüística, cultural o política. [O sea, no llega a un habitante por cada dos kilómetros cuadrados]

En consecuencia, la conclusión parece ser que el Sínodo es utilizado como pretexto para promover la agenda radical-liberal de Francisco, en orden a promover sacerdotes casados y diaconisas, afirmando una “necesidad pastoral” en estas áreas.

Una vez que el precedente es instituido, estas innovaciones se extenderán rápidamente a países como Alemania, país para el que estaban pensadas en implementarse

Estos países se han apartado de la fe católica y reciben grandes sumas de dinero del Estado para mantener un clero casado que se ha vuelto protestante, mientras las personas están abandonando masivamente la Iglesia.

martes, 5 de diciembre de 2017

Machado en el Vaticano ( Capitán Ryder)

FUENTE: IOTA UNUM


Ayer, el blog Dominus est se hacía eco de una noticia de Church Militant que señalaba “Church Militant está confirmando que el papa Francisco ha aprobado oficialmente la interpretación de Amoris Laetitia que abre la Comunión para los divorciados vueltos a casar civilmente en algunas instancias, contradiciendo directamente el Canon 915 del Código de Derecho Canónico, posiblemente haciendo vinculante [obligatoria] esta interpretación para las conciencias de los fieles”.

Decía Antonio Machado que “En España, de cada diez cabezas, nueve embisten y una piensa”. Parece que el dicho podría aplicarse al Vaticano actual, con la salvedad de que han expulsado al décimo, tanto da si el que embiste es Spadaro contra los católicos y protestantes americanos que son contrarios al aborto, como Sánchez Sorondo si se trata de embestir al no-nato o Tucho el osculario, si se trata de embestir el pudor y el matrimonio católico.

¿Qué significa esta noticia?

Según el artículo citado;

“En un Rescripto Papal concedido ex Audientia Sanctissimi al Cardenal Secretario de Estado Pietro Parolin el 5 de junio de 2017, y publicado justo ahora por el Vaticano en el Acta Apostolicae Sedis, el Santo Padre ha elevado a nivel de “auténtico Magisterio” tanto la carta privada que escribió el 5 de septiembre de 2016 al obispo Sergio Alfredo Fenoy, Delegado de la Región Pastoral de Buenos Aires de la Conferencia Episcopal de Argentina, y los Criterios Básicos para la aplicación del capítulo VIII de Amoris laetitia, publicados el mismo día por los obispos de la Región Pastoral de Buenos Aires.

Las directrices de los obispos de Buenos Aires causaron controversia el año pasado debido a que interpretaron la exhortación apostólica del Papa como permitir la Santa Comunión en ciertos casos para aquellos que se encuentran en uniones sacramentalmente inválidas y deliberadamente mantienen relaciones sexuales. 


En la carta del Papa del 5 de septiembre a los obispos, elogió su interpretación: “El documento es muy bueno y explica completamente el significado del Capítulo VIII de Amoris Laetitia”, dijo, agregando, “No hay otras interpretaciones”.

De acuerdo con expertos que Church Militant ha consultado, la importancia de la decisión oficial del Papa de elevar los documentos referidos a nivel de auténtico Magisterio y ordenar su publicación en el Acta Apostolicae Sedis no puede ser subestimada. La emisión de la decisión a través de la forma de Rescripto termina con cualquier discusión respecto a la interpretación precisa y oficial que será dada a Amoris Laetitia por parte de la jerarquía episcopal y los fieles”.

Algunos argumentan que el papa Francisco está utilizando una “puerta trasera” con el fin de elevar a nivel de enseñanza oficial lo que sus defensores han estado describiendo como simplemente nueva disciplina “pastoral”.

Canon 915
No deben ser admitidos a la sagrada comunión los excomulgados y los que están en entredicho después de la imposición o declaración de la pena, y los que obstinadamente persistan en un manifiesto pecado grave.
¿Está clarito no?

Para el que no quiera enterarse todavía de quién es Francisco, este tema se podría resumir brevemente de la siguiente manera (aunque nos ocuparemos más detalladamente en próximos post):

  • Se convoca un Sínodo sobre la familia que se dice “pastoral”
  • Se reservan los puestos claves para personas cercanas a Francisco, por ejemplo, Bruno Forte y Baldiseri. Atado y bien atado.
  • La introducción del Sínodo la hace Kasper, partidario de la comunión a las parejas que viven en adulterio.
  • La Congregación para la Doctrina de la Fe prepara un artículo de signo contrario a lo expuesto por Kasper para ser publicado en el LÓsservatore Romano y firmada por un Cardenal de campanillas. Francisco la prohíbe.
  • Las propuestas de Kasper reciben una fuerte oposición.
  • Al día siguiente Francisco, a pesar de sus llamados a todos los obispos a expresarse libremente, toma partido por las tesis de Kasper.
  • Posteriormente Kasper dirá que su discurso estaba consensuado con Francisco.
  • Se decide no hacer públicas las intervenciones en el aula.
  • Las propuestas más polémicas rechazadas en el primer Sínodo son rescatadas por el propio Francisco para incluirse en el segundo, lo explica en rueda de prensa Federico Lombardi. El tan cacareado “espíritu sinodal” es enviado a la basura al no conseguir el respaldo esperado.

El 13 de octubre de 2014, ante más de doscientos periodistas de todo el mundo, el cardenal delegado que figura como el autor formal de la Relatio post disceptationem, el húngaro Péter Erdõ, preguntado sobre los párrafos concernientes a la homosexualidad, se niega a responder y cede la palabra a Forte diciendo: “Quien ha redactado este pasaje debe saber qué decir”. Se le pide aclarar si los párrafos sobre la homosexualidad pueden ser interpretados como un cambio radical en la enseñanza de la Iglesia en materia, a lo que el cardenal Erdõ responde: “¡Ciertamente!””, haciendo patente su desacuerdo. 

Parece que detrás de estos párrafos están sólo unos pocos padres sinodales, entre ellos el jesuita Antonio Spadaro, director de La Civiltà Cattolica, nombrado miembro del sínodo personalmente por el Papa Francisco.

Tiempo después del segundo sínodo Bruno Forte dirá en una charla sobre “Los amores de Leticia”, y en relación a la comunión a los divorciados vueltos a casar que, durante el Sínodo, Francisco hizo una broma (“una battuta”) diciendo: “si hablamos explícitamente sobre la comunión para los divorciados vueltos a casar armaremos un tremendo lío.” Entonces, Francisco le dijo a Bruno, “no hablaremos de esto abiertamente; háganlo de tal manera que las premisas estén ahí, luego yo sacaré las conclusiones.” [Típico de un jesuita, bromeó Monseñor Forte].

Las conclusiones las saca Francisco en una carta privada a los obispos de Buenos Aires que se hace pública. Y también, muy importante para los que somos padres de familia, no se habla ni una palabra de la ideología de género. La verdadera amenaza que enfrentamos y tras dos sínodos sobre la familia no se dice una palabra. Y hay quien presenta esto como fruto del Espíritu Santo. Debería reflexionar un poco: manipulaciones, engaños, ocultaciones, etc ...


Capitán Ryder

jueves, 12 de mayo de 2016

La especialidad del Papa: descubrir el pastel (Cristhopher A. Ferrara)

Bruno Forte, reafirmado: veracidad de la noticia a la que yo hacía referencia en mi entrada del día 6 de mayo. Tomado de Adelante la Fe. Un excelente artículo de Cristhopher A. Ferrara.
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El arzobispo Bruno Forte, elegido especialmente por el papa Bergoglio como Secretario Especial para las dos sesiones del Sínodo Falso, es un hombre sumamente arrogante. 

Porque sólo la arrogancia suprema explicaría su declarada inserción en el informe intermedio del Falso Sínodo 2014 (con aprobación de Francisco), de aquellas infames afirmaciones sobre “valorar” la “orientación homosexual” y reconocer que las “uniones homosexuales” pueden proveer un “valioso soporte para la vida de las parejas” cuando practican la sodomía.

Bruno & Jorge 

Y sólo la suprema arrogancia explicaría la revelación frontal de Bruno sobre lo que de cualquier manera sabemos desde hace tiempo: que todo el “proceso sinodal” estuvo manipulado por Francisco para encaminar su proyecto mimado hasta su desenlace predeterminado: una “exhortación apostólica” post-sinodal que permita la admisión de los divorciados “vueltos a casar” a la sagrada comunión, así como fueron admitidos durante el ejercicio de Francisco en el arzobispado de Buenos Aires.

En su suprema arrogancia, Forte no vio inconvenientes en informar a los asistentes de la conferencia de prensa del 3 de mayo sobre Amoris Laetitia que durante el Sínodo, Francisco hizo una broma (“una battuta”) diciendo que “si hablamos explícitamente sobre la comunión para los divorciados vueltos a casar armaremos un tremendo lío.” Entonces, Francisco le dijo a Bruno: “no hablaremos de esto abiertamente; háganlo de tal manera que las premisas estén ahí, luego yo sacaré las conclusiones.”

A lo que Bruno agregó: “típico de un jesuita.” El relato de la prensa nota que Bruno se refirió con esto a que Francisco el jesuita mostró una “sabiduría que facilita la maduración necesaria para arribar en Amoris Laetitia.” Este comentario encaja perfectamente con la afirmación del mismo Francisco—o más aún con su advertencia—al final del Sínodo Falso del 2014: “Tenemos todavía un año por delante para madurar, con verdadero discernimiento espiritual, las ideas propuestas y encontrar soluciones concretas a tantas dificultades e innumerables desafíos que las familias deben afrontar.”

Una vez más, Forte no dice nada que no fuera ya perfectamente obvio: que el Sínodo Falso era un mero vehículo para entregar lo que Francisco ya había decidido hacer. Sin embargo, lo sorprendente de la confesión de Bruno es su completa falta de preocupación en revelar explícitamente al mundo que el “viaje sinodal” fue un ejercicio de astucia y engaño diseñado para esconder a los fieles y unos pocos opositores de la jerarquía lo que Francisco tenía en mente desde el comienzo de su pontificado, cuando colmó de alabanzas desde el balcón de San Pedro durante su primer Ángelus la “teología de la misericordia” del cardenal Kasper.

En otras palabras, a Bruno sencillamente no le interesa si el mundo sabe que Francisco estuvo involucrado en una operación de masiva estafa eclesial, culminando en un documento que ataca las mismas bases del orden moral reduciendo la ley natural a una “ley general” y la indisolubilidad del matrimonio a un “ideal”.

De lo que se deduce que a Francisco tampoco le importa dado que, por supuesto, no negarán la revelación de Forte, así como nunca negaron la revelación de la mujer argentina a la que Francisco dio permiso telefónico para recibir la sagrada comunión aunque ella viviera en adulterio con un hombre divorciado. Francisco, sencillamente, dijo a la mujer que haga lo que él ya había planeado permitir a toda la Iglesia universal—pero sólo en “ciertos casos” (código Novus Ordo para referirse inmediatamente a todos los casos).

La revelación de Bruno es significativa por otra razón: confirma la total inutilidad de pedirle a Francisco una “interpretación legítima” de Amoris Laetitia que reafirme la enseñanza inmutable de la Iglesia sobre la imposibilidad de admitir a los sacramentos a los adúlteros públicos. ¿Por qué “interpretaría” Francisco su propio documento en una manera totalmente contraria al objetivo de toda su estrategia y conspiración junto a personas como Forte? 

En la dictadura de la misericordia bergogliana, no hay apelación a la justicia.

Cristhopher A. Ferrara.

viernes, 6 de mayo de 2016

Mentalidad de Francisco, según el arzobispo Bruno Forte


Arzobispo Bruno Forte, Secretario del Sínodo de la Familia

Con relación al "Discurso de clausura del segundo Sínodo de la familia", que tuvo lugar el 25 de octubre de 2015, yo realicé, en su momento, un análisis crítico personal en trece entradas desde el 9 de noviembre de 2015 hasta el 29 de diciembre de 2015

Catholicvs hace también un análisis muy interesante y mucho más breve de este discurso que puso fin a más de dos años de discusiones y de encuestas sobre el tema de la familia … y cuyo resultado final ha sido, como sabemos, la Exhortación Apostólica Amoris Laetitia, que salió al público el 8 de abril de 2016 (aunque estaba fechada el 19 de marzo).

Hemos hablado ya ampliamente sobre la Amoris Laetitia, además de todos los artículos que pueden encontrarse si se pincha en el lateral donde dice: “INFINIDAD DE ARTÍCULOS SOBRE LA AMORIS LAETITIA” (en permanente actualización).

Pues bien, no he acabado aún de asimilar este Documento tan extenso de la Amoris Laetitia, con la suficiente profundidad, cuando he aquí que me encuentro con una información tomada de SECRETUM MIHI MEUM con fecha de hoy mismo, viernes, 6 de mayo, que hace referencia a los 43 primeros segundos de un vídeo de Gloria.TV

Cuando vean y escuchen el vídeo entenderán el porqué de mi asombro, del que todavía no he salido. Las fuentes de información son fidedignas. Otro asunto es si lo que se supone que ha dicho el arzobispo Bruno Forte es o no es cierto ... aunque ¿por qué tendría que mentir y decir algo que no es verdad? La heterodoxia del arzobispo Bruno Forte es de todos conocida. Véase, por ejemplo, aquí.  Pero esto es algo más que heterodoxia.

Coloco a continuación el original inglés, parte del cual puede leerse directamente en el vídeo, a partir del segundo 25. En cualquier caso, debajo se encuentra la  traducción completa de todo lo que dice la presentadora.


Deceit: Talking about Amoris Laetitia, Italian archbishop Bruno Forte, one of the leading anti-Catholic voices at the last Synod of Bishops has given insights into the pope’s mind. According to Forte Francis said during the Synod: “If we speak explicitly about Communion for the divorced and remarried nobody knows what kind of riot they will organize. Therefore we will not speak about it in a direct way but in a way that we lay out the premises. Then, I will draw the conclusions.”

Traducción:

El engaño: Hablando de Amoris Laetitia, el arzobispo italiano Bruno Forte, una de las principales voces anticatólicas en el último Sínodo de los Obispos, ha dado una visión de la mentalidad del Papa. Según Forte, Francisco dijo en el Sínodo: "Si hablamos explícitamente de la comunión a divorciados vueltos a casar, nadie sabe qué clase de disturbio se organizaría. Por lo tanto, no vamos a hablar de ello de una manera directa, pero sí de un modo en que dejemos fuera las Instituciones. Entonces yo sacaré las conclusiones ".

Recorte que he realizado del vídeo de 43 seg. de duración


Personalmente, me resulta difícil creerlo ... no tanto el que Francisco haya dicho lo que "se supone" que ha dicho, sino que dichas palabras, que serían pronunciadas -en caso de ser ciertas- en el más absoluto secreto, hayan salido a la luz y, precisamente, debido a uno de sus más íntimos amigos, según me parece. 

Algo falla, desde luego; porque, de ser cierta esta noticia, entonces todo el Sínodo (ambos) no sería sino una tremenda farsa, en la que se ha gastado mucho tiempo y mucho dinero ... Eso sí, con apariencia de sinodalidad, cuando el resultado ya estaba escrito desde el principio por el propio Francisco. Esto me parece muy grave. Esperemos a nuevas noticias, por si hay algún desmentido

José Martí

NOTA: Parece ser que es correcta la noticia, como he podido comprobar al visualizar un vídeo del padre Santiago Martín, de 9:54 minutos de duración. La información correspondiente se encuentra en el intervalo 4:35 min a 6:14 min de dicho vídeo