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domingo, 28 de junio de 2015

LAS TRES CAMPANADAS (9 de 9): 3ª CAMPANADA (4 de 4)



IMPORTANCIA ESENCIAL DE SANTO TOMÁS DE AQUINO

[Lo que viene a continuación no es más que una cita del Motu Proprio Doctoris Angelici, de san Pío X que traducía, en normas disciplinares concretas, lo que había sido una constante recomendación de sus antecesores en la Sede de Pedro, desde el año 1325] 

Estos principios de Santo Tomás no encierran otra cosa más que lo que ya habían descubierto los más importantes filósofos y Doctores de la Iglesia, (...) Con un ingenio casi angélico, desarrolló y acrecentó toda esta cantidad de sabiduría recibida de los que le habían precedido, la empleó para presentar la doctrina sagrada a la mente humana, para ilustrarla y para darle firmeza. 


Los puntos más importantes de la filosofía de Santo Tomás no deben ser considerados como algo opinable, que se pueda discutir, sino que son como los fundamentos en los que se asienta toda la ciencia de lo natural y lo divino (...). Por eso quisimos advertir a quienes se dedican a enseñar la filosofía y la sagrada teología que, si se apartan de las huellas de Santo Tomás, principalmente en cuestiones de metafísica, será con gran detrimento.


Así, entre otras determinaciones, San Pío X exhortaba: pondrán en esto un particular empeño los profesores de filosofía cristiana y de sagrada teología, que deben de tener siempre presente que no se les ha dado la facultad de enseñar para que expongan a sus alumnos las opiniones que tengan acerca de su asignatura, sino para que expongan las doctrinas plenamente aprobadas por la Iglesia. Concretamente, en lo que se refiere a la sagrada teología es Nuestro Deseo que su estudio se lleve a cabo siempre a la luz de la filosofía que hemos citado [o sea, de la filosofía de Santo Tomás de Aquino]


¡Cuánto dolor se hubiese ahorrado a la Iglesia y cuánto daño se hubiese evitado a las almas con la fiel obediencia a esos mandatos de San Pío X! (...)  Que se sigan delicadamente esas indicaciones de la Iglesia en el estudio y en la enseñanza de la doctrina filosófica y teológica (...) Así contribuiremos a que, por la misericordia divina, las aguas vuelvan a su cauce.



LA VIRTUD DE LA PACIENCIA, CLAVE  PARA LA SOLUCIÓN

Indudablemente esta tarea requiere paciencia, virtud que ... además de custodiar lo bueno, rechaza lo que se opone al bien. Se muestra impaciente, en este sentido, el que deja de guardar la verdad y renuncia a la lucha contra el mal, porque no resulta cómodo ir contra la corriente. Muchos perjuicios han venido a la Iglesia por la impaciencia, es decir, por la negligencia en cuidar de la recta doctrina -el depósito de la fe- y en contrarrestar, con fortaleza, la herejía.

(...) Faltan ganas de luchar porque falta fe. Pensad, hijos, en los Santos Padres y en los grandes Santos Doctores. Todos han puesto su vida al servicio de la verdad del dogma y de la moral de Cristo: la han protegido, la han defendido de los ataques heréticos, la han difundido, la han practicado, aun a costa de sacrificios personales y persecuciones, sin miedo a llamar a los herejes por su nombre.   


[Más o menos igual que está ocurriendo hoy, en donde a los protestantes o a los ortodoxos se les llama "hermanos separados"; aunque eso sería lo de menos si lo que se pretendiera es que volvieran al redil del que no debían haber salido. En vez de eso, da la impresión -y parece que es más que una simple impresión- de que la Iglesia, en su empeño por el diálogo ecuménico, estaría dispuesta a sacrificar algunos dogmas esenciales del depósito de la fe ... ¡Ojalá que me equivoque, porque esto sería sumamente grave y provocaría un cisma en la Iglesia, en el mejor de los casos! Eso es lo que yo pienso]



LA MISIÓN DEL CRISTIANO NO ES AGRADAR A TODOS


Hay que apoyarse en la intercesión de estos celosos baluartes y conocer bien su enseñanza y sus ejemplos, para ayudar a desterrar de la Iglesia la visión que lleva a claudicar ante cualquier cosa, o a disolver el mensaje de Jesucristo en un humanitarismo adornado de preocupaciones sociales.

El cristiano debe superar cualquier temor a que su fe contraste con las ideologías o valores que, en un determinado momento, traten de imponerse. Querer agradar a todos, y siempre, equivale a prepararse para traicionar. El cristiano no ha de presentarse como un hombre que busca pelea con todos y por cualquier motivo. Pero tampoco ha de soslayar la obligación, gustosa obligación, de proclamar su ideal, sin ambigüedades.


(...) Causa pena el espectáculo de algunas altas deserciones, a la hora de decidir con iluminada convicción, a la hora de cortar un abuso. Bien triste resulta que, en estos tiempos, se haya utilizado la palabra caridad -no causar un dolor al hermano, dicen- como coartada de la cobardía


[Esto ocurre, por ejemplo, cuando se usa el término misericordia para justificar acciones prohibidas por la ley de Dios, como si el hecho de que Dios sea misericordioso supusiera que lo perdona todo; lo que sólo es verdad en el caso de que el pecador se arrepienta de su pecado. La gente está muy confundida con esta palabra, harto repetida, y que se aplica mal y de modo selectivo, para más INRI, como ya se ha explicado en otras entradas de este blog]



ORACIÓN FINAL

Ruego al Señor, con todas las fuerzas de mi alma, que conceda [a los miembros de su Iglesia] la gracia de ser fieles cristianos: fieles a la herencia sobrenatural recibida; que jamás ninguno traicione o ceda en cuestiones dogmáticas o morales. Hemos de aumentar nuestra lealtad con Dios, en estos momentos de deslealtad.

A rezar, pues. A estudiar la buena doctrina, para que haya en nuestro espíritu un sereno remanso de aguas limpias, donde beban las criaturas sedientas de certidumbre. (...)

Te encomendamos, Señor, que no prives a tu Iglesia de buenos ministros, de buenos pastores, de ejecutores puntuales de tus mandatos.

Dios nos ha bendecido mucho: agradecédselo muy de veras. Sintamos, junto con nuestra personal indignidad, una confianza inmensa en la misericordia de su Sacratísimo Corazón, urgido por el dulcísimo Corazón de Nuestra Madre Santa María

Con esta confiada piedad nunca dejaremos de comportarnos con completa adhesión al Señor, a su Iglesia y al Romano Pontífice. Y gozaremos de la alegría de los hijos recios de esta Iglesia Santa.

[No debemos olvidar que la adhesión al Romano Pontífice ha de ser tal siempre y cuando el Romano Pontífice sea fiel al depósito recibido y a la Tradición. Como he dicho en repetidas ocasiones, nuestra adhesión no es a tal o cual Papa, sino al Papado como Institución Jerárquica de origen divino. En la Iglesia no cabe la democracia ni los consensos, de tipo meramente humano]

LAS TRES CAMPANADAS (8 de 9): 3ª CAMPANADA (3 de 4)



PERSEVERANCIA ANTE LA DESERCIÓN DE LA MAYORÍA

Perseverad, pues, vigilantes. Hoy, especialmente entre los eclesiásticos y los clericales tocados por las corrientes modernistas, todo se juzga con una visión ajena al sentido sobrenatural. Me refiero a esas personas que, donde advierten una obediencia cristiana, hablan de verticalismo; si descubren certeza de fe en lo que todos hemos de creer, afirman que no hay pluralismo; si se observan unas normas litúrgicas con unción, serán capaces de sostener que falta espontaneidad en el culto (...) [En cambio] nos alabarían si atacáramos a la Iglesia, al Papa, a la fe católica o a la moral cristiana.

No queremos contribuir a empobrecer la espiritualidad de la Iglesia, arremetiendo contra lo que Jesucristo mismo instituyódisminuyendo el sacerdocio ministerial y su santidad, para que se confunda con el sacerdocio real de los fieles; quitando el culto y las prerrogativas de la Madre de Dios, empequeñeciendo sus fiestas y su veneración; ahogando la devoción a los santos y a sus imágenes; destruyendo el sacramento del matrimonio; y, sobre todo, dando disposiciones que conducen a arrancar de las almas el amor al Santo Sacrificio de la Misa y la certeza en la Real Presencia de Jesucristo en el Santísimo Sacramento del altar y reservado en el Sagrario.


(...) El mal se envuelve diabólicamente en paños de virtud y de autoridad:  y así resulta más fácil que se fortalezca y que produzca más daño. Porque aparecen gentes con una falsa religiosidad, saturada de fanatismo, que se oponen desde dentro a la Iglesia de Jesucriso (...) haciendo resaltar (...) lo político antes que lo religioso.


Todo coopera al desprestigio general de la autoridad eclesiástica y a que no se corrijan con oportunidad y energía los desórdenes: los desatinos heréticos, la inestabilidad, la confusión, la anarquía en asuntos de fe y de moral, de liturgia y de disciplina. A esta situación la llaman algunos -defendiéndola- aggiornamento, cuando es relajación y menoscabo del espíritu cristiano, que trae como consecuencia inmediata -entre otros efectos- la desaparición de la piedad, la carencia de vocaciones sacerdotales o religiosas, el apartar a los fieles, en general, de las prácticas espirituales (...) al paso que los eclesiásticos, al verse ineficaces, se muestran desgraciados y abandonan el proselitismo...


Fijaos en que, a la debilitación de la fe, acompaña una desorientación de la conciencia (...) Convenceos, hijos míos, de que en cuestiones de fe, de pureza y de camino no hay detalles de poca importancia (...) esta infidelidad se manifiesa muy pronto en una progresiva disminución de la alegría en el servicio de Dios.


(...) Renovemos nuestra oración, al reconocernos tan inseguros, y nos encontraremos esforzados y capaces de dar fuerzas a quienes vacilen. Pero atentos a la advertencia que recuerda san Pablo a los de Corinto (1 Cor 10, 12) ["Quien piense estar en pie, mire no caiga"] El que se juzga fuerte y seguro, no olvide que es capaz de caer. Insisto en que el humilde reconocimiento de nuestra debilidad, ante el Señor será la mejor base para nuestra firmeza.



VIBRACIÓN INTERIOR Y CONFIANZA EN DIOS

(...) Os exhorto (...) para que no decaigáis en la pelea, con licencias que os llevarían a perder la vibración interior. Hemos venido a esta tierra para ofrecer nuestra vida en un holocausto a Dios: no os canséis de entregaros; no os paréis en vuestro afán por alcanzar la santidad, echando mano -al cabo del tiempo- de compensaciones humanas que apagarían vuestro celo.

Hemos de comprender que no valemos nada -menos que nada- y apoyarnos en la fortaleza de Dios. Por eso, hijos míos, no seáis jamás engreídos. No os durmáis en las buenas obras realizadas, adoptando un aire de suficiencia, porque sólo el corazón humilde está preparado para no malearse.  (...) Necesitamos que nos gobierne la clemencia de Dios, porque no podemos agradarle, ni servirle con alegría, si Él no nos asiste.


Poned el corazon en serviros. Cuando el cariño pasa por el Corazón Sacratísimo de Jesús y por el Dulcísimo Corazón de María, la caridad fraterna se ejercita con toda su fuerza humana y divina. Anima a soportar la carga, quita pesos, asegura la alegría en la pelea (...) Hijos de mi vida, quereos, ayudaos y dejaos ayudar, haciéndoos las oportunas advertencias con comprensión y con caridad. Así, bien unidos, venceremos tantas batallas de paz, que aún hemos de combatir en nombre del Señor y de la Iglesia. Solos no podemos nada; con Dios y con el concurso de nuestros hermanos, todo lo podemos. 



CONFUSIÓN EN EL SENO DE LA IGLESIA

Hemos de vivir esta mutua vigilia de amor muy especialmente en estos tiempos en los que, desde dentro de la Iglesia, se siembra descaradamente la confusión:  agitadores de sacristías y conventos; gente que ha hundido seminarios y vaciado iglesias; (...) parecen destinar todo su interés en que haya hombres que, sin guardar el Evangelio de Cristo y su Ley, se llamen cristianos; y envueltos en oscuridad se creen que tienen luz (...) presentan la noche como día, la muerte como salud, la desesperación con apariencia de esperanza (...) el anticristo en el nombre de Cristo; así escamotean con sutileza la realidad, engañando con apariencias de verdad. Esto sucede, hermanos amadísimos, por no volver al origen de la verdad, por no buscar la fuente, por no guardar la Doctrina de Maestro celestial.


LA BUENA DOCTRINA

Acudamos, pues, a la buena doctrina, que enciende con lumbres la inteligencia y mueve a obrar rectamente, porque trae claridad a la conciencia para discernir el bien del mal. La gran catequesis, que es nuestra tarea, requiere un asiduo estudio; y requiere también, cualquiera que sea la ciencia que se estudie, aprender a situar rectamente y bajo la luz de la fe aquella parte del saber humano al que se dedica, por profesión, el propio esfuerzo

No se relee, sin gran dolor, lo que san Pío X describió en su encíclica Pascendi, cuando exponía las características del modernismo que, en ese documento, definía como compendio de todas las herejías. (...) [Esta] enfermedad mortal (...) ha alcanzado aspectos de epidemia generalizada. Su extensión ha facilitado su virulencia y la manifestación de efectos monstruosos, en cantidad y en calidad, que quizá ni siquiera hubiésemos podido imaginar ante los primeros brotes de modernismo. [Estas palabras fueron escritas tan solo nueve años después del Concilio Vaticano II, hace más de cuarenta años]


Lo que inicialmente se mostraba sólo, aunque ya fuese muy grave, como la reducción de las Verdades dogmáticas a la simple experiencia subjetiva (...) se ha degradado aún más: las hondas exigencias del alma (...) quedan disueltas en la horizontalidad sin relieve de lo mundano: identificando el amor de Dios con las aspiraciones o deseos más inmediatos del hombre-masa, sometido a los determinismos de la planificación materialista y atea y a la de los instintos animales.


(...) Si, para combatir eficazmente los males del modernismo, san Pío X -como de modo análogo había hecho antes León XIII- señalaba, entre los más importantes remedios que urgía poner, el fiel seguimiento de la filosofía y de la teología de santo Tomás, es patente que ahora se impone, como nunca, el estricto cumplimiento de esa disposición. [Lo veremos en la siguiente y última entrada de esta serie]



(Continuará)