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domingo, 28 de octubre de 2012

LA SANTÍSIMA TRINIDAD(DIOS HIJO IV)


Vemos cómo Jesús se identifica con su Padre: "Yo y el Padre somos uno" (Jn 10, 30). A Felipe le dice: "Tanto tiempo como estoy con vosotros¿ y no me has conocido? El que me ve a Mí ve al Padre. ¿Cómo dices tú: muéstranos al Padre?" (Jn 14,9). Y poco más adelante: "Creedme que Yo estoy en el Padre y el Padre en Mí"(Jn 14,11).

En realidad, ésta fue la verdadera causa por la que los judíos querían dar muerte a Jesús, como así se dice expresamente en el Evangelio: "Los judíos buscaban el modo de matarle porque no sólo quebrantaba el sábado sino que también llamaba a Dios Padre suyo, haciéndose igual a Dios" (Jn 5,18)

En la oración sacerdotal, Jesús se dirige a su Padre diciéndole: "Padre, glorifícame Tú, a tu lado, con la gloria que tuve junto a Tí, antes que el mundo existiera" (Jn 17,5); en donde pueden apreciarse, al menos, dos cosas: por una parte, la pre-existencia de Jesús (en cuanto que es verdadero Dios) antes de la creación del mundo, en conformidad con aquello que dijo a los judíos, y por lo que quisieron apedrearle: "En verdad, en verdad os digo: antes de que Abraham naciese, Yo soy" (Jn 8,58). Pero, por otra parte, es de notar que Jesús se dirige a su Padre como a Alguien distinto de Él, con quien dialoga: estaba a Su lado, junto a Él.

San Juan, en el prólogo de su Evangelio, relata esto mismo: "En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio junto a Dios. Todo se hizo por Él, y sin Él no se hizo nada de cuanto ha sido hecho" (Jn 1, 1-3). En este contexto, el Verbo se refiere al Hijo, antes de venir a este mundo y hacerse hombre, en Jesucristo (verdadero Dios y verdadero hombre). El Dios junto al cual estaba el Verbo (el Verbo estaba junto a Dios) se refiere al Padre (Padre, glorifícame...con la gloria que tuve junto a Tí). Observamos cómo aparecen aquí ya dos Personas distintas, dialogando entre sí, con la peculiaridad de que ambas Personas poseen la Naturaleza Divina. Del Hijo se dice que es Dios, exactamente igual que se dice del Padre; siendo así, como lo es, que sólo hay un único Dios. Esto es algo absolutamente incomprensible, aunque no contradictorio, como veremos. Y es que nos encontramos ante el mayor de todos los Misterios del Cristianismo.
(Continuará)