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domingo, 3 de mayo de 2020

¿Pretendo salvarme sin convertirme?… la gran mentira de hoy (Padre Santiago González)


Duración 23:31 minutos

En este tiempo de Pascua meditamos sobre Jesucristo resucitado camino de la Ascensión, y en esa reflexión debemos aprender a tener los pies en la tierra a la vez que los ojos del alma en el cielo. La tentación de hoy es caminar fuera de la realidad y a la vez mirar solo a la tierra. ¡Urge la conversión!

Cardenal Sarah: “El diablo ataca fuertemente la Eucaristía porque es el corazón de la vida de la Iglesia”



(Riccardo Cascioli)- En esta entrevista concedida en exclusiva a la Brújula Cotidiana, el prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos interviene sobre la Comunión take away y las “negociaciones” para garantizarla con seguridad: ningún compromiso, “la Eucaristía es un regalo que recibimos de Dios, debemos recibirlo de manera digna. No estamos en el supermercado”. “Nadie puede impedir a un sacerdote confesar y dar la Comunión”. “Existe una regla que va respetada: los fieles son libres de recibir la Comunión en la boca o en la mano”. “Es una cuestión de fe, el corazón del problema radica en la crisis de fe de los sacerdotes”. “Misas engañosas en streaming también para los sacerdotes: deben mirar a Dios, no a una cámara”.

“Es una cuestión de fe, si tuviéramos conciencia de lo que celebramos en la Misa y de lo que es la Eucaristía, no vendrían ni siquiera en mente ciertas formas de distribuir la Comunión”. El cardenal Robert Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, vuelve a hablar después de las furiosas controversias en enero que acompañaron la publicación del libro sobre el sacerdocio, escrito junto al Papa Emérito Benedicto XVI. Vuelve a hablar para responder a la “inquietud” de los fieles, que no solo han sido privados de las Misas, sino que ahora están consternados por las propuestas bizarras que vienen presentadas, con miras a una recuperación limitada de las Misas con las personas, para garantizar la seguridad higiénica en la distribución de la Comunión.

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En estos días también en Italia se ha hablado de una solución ya adoptada por alguien en Alemania, el “empaque” del Cuerpo de Cristo: “Para consentir que los católicos italianos vuelvan a hacerla, pero evitando la contaminación -se lee en el periódico La Stampa- se está pensando en una comunión “hágalo usted mismo” con ostias “para llevar” previamente consagradas por el sacerdote, que se cerrarían individualmente en bolsas de plástico colocadas en los estantes de la iglesia”.
“No, no, no –respondió escandalizado el cardenal Sarah por teléfono-. Es absolutamente imposible, Dios merece respeto, no puedes meterlo en una bolsa. No sé quién pensó este absurdo, pero aunque la privación de la Eucaristía es ciertamente un sufrimiento, no se puede negociar sobre el modo de comunicarse. Nos comunicamos de manera digna, dignos de Dios que viene a nosotros. La Eucaristía debe ser tratada con fe, no podemos tratarla como un objeto trivial, no estamos en el supermercado. Es totalmente una locura”.

Algo así ya se ha hecho en Alemania…
 
Desafortunadamente en Alemania se hacen muchas cosas que ya no tienen nada de católico, pero eso no significa que debamos imitarlas. Recientemente escuché a un obispo decir que en el futuro no habrá más asambleas eucarísticas, solo la liturgia de la Palabra. Pero esto es protestantismo.

Como de costumbre, las razones “compasivas” están avanzando: los fieles necesitan la Comunión, de la que ya han estado privados durante algún tiempo, pero dado que el riesgo de contagio sigue siendo alto, se debe encontrar un compromiso…
 
Hay dos cuestiones que deben aclararse por completo. En primer lugar, la Eucaristía no es un derecho o un deber: es un regalo que recibimos gratuitamente de Dios y que debemos recibir con veneración y amor. El Señor es una persona, nadie daría la bienvenida a la persona que ama en una bolsa o de otra manera indigna. La respuesta a la privación de la Eucaristía no puede ser profanación. Esto realmente es una cuestión de fe, si lo creemos no podemos tratarlo indignamente.

¿Y la segunda?
 
Nadie puede impedir a un sacerdote confesar y dar la Comunión, nadie puede evitarlo. El sacramento debe ser respetado. Entonces, incluso si no es posible presenciar las Misas, los fieles pueden pedir ser confesados ​​y recibir la Comunión.

Hablando de Misas, también esta prolongación de 
celebraciones en streaming o en televisión…
 
No podemos acostumbrarnos a esto, Dios está encarnado, él es de carne y hueso, no es una realidad virtual. También es muy engañoso para los sacerdotes. En la Misa, el sacerdote tiene que mirar a Dios, en lugar de eso se está acostumbrando a mirar la cámara, como si fuera un espectáculo. No podemos continuar así.

Volvamos a la Comunión, en pocas semanas se espera igualmente que las Misas con la gente sean restauradas. Y a parte de las soluciones más sacrílegas, también se discute si es más apropiado recibir la Comunión en la boca o en las manos, y eventualmente cómo recibirla en las manos. ¿Qué se debería hacer?
 
Ya existe una regla en la Iglesia que debe respetarse: los fieles son libres de recibir la Comunión en la boca o en la mano.

Existe la sensación de que en los últimos años ha habido un claro ataque a la Eucaristía: primero, la cuestión de los divorciados y vueltos a casar, bajo la bandera de “Comunión para todos”; después la intercomunión con protestantes; y luego las propuestas sobre la disponibilidad de la Eucaristía en la Amazonia y en las regiones con escasez de clérigos, ahora las Misas en tiempos de coronavirus…
 
No debería sorprendernos. El diablo ataca fuertemente la Eucaristía porque es el corazón de la vida de la Iglesia. Pero creo, como ya he escrito en mis libros, que el corazón del problema es la crisis de fe de los sacerdotes. Si los sacerdotes son conscientes de lo que es la Misa y de lo que es la Eucaristía, ciertas formas de celebrar o ciertas hipótesis sobre la Comunión ni siquiera vendrían en mente. Jesús no puede ser tratado así.