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sábado, 15 de diciembre de 2018

Noticias varias de Gloria TV






















Selección por José Martí

COPE y Carlos Herrera: atronador silencio de TODOS los obispos españoles (Carlos Esteban)



La cadena de radio COPE, como la televisión 13TV, son propiedad e iniciativa de la Conferencia Episcopal Española, que representa a todos los obispos de España. Por eso es un escándalo que su locutor estrella, Carlos Herrera, defienda públicamente posturas absolutamente incompatibles con la doctrina católica sin que uno solo de los 81 obispos -uno, al menos- españoles haya salido a la palestra para explicar este absurdo.

¿Debe la jeraquía eclesiática ser propietaria de medios de comunicación? En principio, no hay el menor problema. Aunque, en una sociedad abierta y próspera, cualquier laico o grupo de laicos puede ocuparse de representar en la escena mediática la postura -o, mejor, las posturas- católica frente a la audiencia, puede tener sentido que el episcopado quiera aportar una voz ‘oficial’ que, incluso sin ánimo de lucro, ayude a la evangelización y a acercar almas a Cristo, que es la labor de los pastores. Esa sería su única justificación.

Pero esa misma justificación se convertiría en grave escándolo y en ocasión de confusión entre los fieles si dichos medios -en nuestro país, especialmente, la COPE y 13TV- dedican la mayor parte de sus esfuerzos a apoyar opciones políticas que no respetan los principios irrenunciables detallados por Benedicto XVI y, mucho más, si transmiten ideas frontalmente contrarias a la doctrina de la Iglesia.

La semana pasada, el más popular y seguido de los locutores de la COPE, Carlos Herrera, en una entrevista concedida a Jordi Évole, Carlos Herrera calificó de “barbaridad” el proyecto de Vox de acabar con la financiación pública del aborto y de los cambios de sexo. “El aborto está regulado por ley”, dijo Herrera, añadiendo que en el negocio de acabar con la vida del no nacido en el vientre de su madre “se ha llegado a determinados consensos. A mí me parece siempre un fracaso, el aborto es un fracaso, es efectivamente una pelea con la vida, pero dejémoslo como está. Yo no voy a hacer de eso una bandera particularmente“. En relación a los mal llamados ‘cambios de sexo’, Herrera dijo que Vox desconoce el “drama” de “algunas personas que viven en un cuerpo y son de otro cuerpo. Si eso se puede arreglar, ¿de verdad de verdad es tan problemático arreglarlo? ¿De verdad de verdad es tan caro arreglarlo? ¿El problema de la sanidad española es ése? Me da a mí la sensación de que no”.

Lea también: A Carlos Herrera le parece “una barbaridad” que VOX pida que no se paguen abortos con dinero publico

Qué sea “vivir” en un cuerpo, como si uno fuera el tripulante de su propio organismo, no lo aclara el famoso locutor pero, en cualquiera de los dos casos, Herrera se separa millas de la doctrina de la Iglesia cuya difusión, suponemos, queremos creer, es la razón de que exista la cadena de los obispos.

No, no vale eso de “esa es la opinión personal de Herrera, nada que ver con la línea editorial de la cadena”. Los obispos son los sucesores de los apóstoles, no un grupo empresarial que pueda hacer esos hipócritas distingos. Y Herrera es su ‘primer espada’. No pueden ignorar la terrible confusión que siembra oír a la estrella de su cadena defendiendo lo que la Iglesia condena sin paliativos ni matices.

Ni siquiera vale hacerse el loco con excusas de ‘libertad’ que no solo no aplica ningún dueño de medios en lo que le interesa reflejar, sino que tampoco ejercen los obispos en lo que les conviene, es decir, a la hora de reprender a quien se excede -o parece excederse- por el lado en que puede resultar socialmente impopular para los prelados. Todos sabemos de sacerdotes que se toman libertades doctrinales y litúrgicas que rozan, en unos casos, la herejía y en otros la blasfemia, sin que a su superior se le mueva un músculo. Pero también recordamos, por ejemplo, lo poco que tardó el cardenal Carlos Osoro, arzobispo de Madrid, en desautorizar con extraordinaria dureza un comentario hecho por el sacerdote Santiago Martín durante los avisos en una misa. No defendemos los comenarios de Martín -tampoco los censuramos-, nos limitamos a señalar que quedan muy por debajo de muchos otros escándalos clericales casi comunes.

Pero, como decíamos ayer, no esperamos grandes heroicidades de los obispos. Ayer, por cierto, declaraba Argüello, nuevo portavoz, que apuntarse a clase de Religión hoy es “heróico” porque en ocasiones puede suponer quedarse una hora más en clase o estar aprendiendo cuando los otros niños juegan. Y, naturalmente, si ese es el concepto que tienen nuestros obispos de la heroicidad, se entiende que sean todos tan tímidos, apocados y timoratos.

No, no esperábamos que despidieran a Herrera. Aleccionados por la experiencia, también nos habíamos resignado a que no hubiera una aclaración oficial de la CEE que incluyera una sentida disculpa, no. Nos bastaba con un solo obispo, uno de esos ochenta que, colectivamente, representan y son representados por la CEE. Un único valiente que saliera a la palestra para decir que él, a título personal, como obispo de tal y cual diócesis, no estaba de acuerdo con la barbaridad que había declarado la estrella de la cadena episcopal.

Pero no, ni uno entre todos ellos. No creo que tengamos que añadir nada más, ni sería prudente.

Carlos Herrera

Es inconcebible que la Iglesia se haya equivocado durante dos milenios



Entrevista del Padre Pagliarani al Salzburger Nachrichten

El Padre Pagliarani, Superior General de la Fraternidad San Pío X, concedió al Salzburger Nachrichten una entrevista exclusiva difundida el sábado 15 de diciembre de 2018, en donde explica lo que todo católico espera del Papa: la transmisión fiel del depósito de la fe, que es la adhesión de la inteligencia a la revelación divina y no una experiencia subjetiva individual. Desafortunadamente, los recientes documentos romanos, como la exhortación Amoris Laetitia, favorecen un subjetivismo que no reconoce más una verdad universalmente válida, lo que causa una gran confusión y destruye el impulso misionero de la Iglesia para con las otras religiones.

- El fundador de la Fraternidad San Pío X, Mons. Marcel Lefebvre, fue excomulgado en 1988 por haber ordenado cuatro obispos sin permiso. En 2009, el Papa Benedicto XVI levantó las excomuniones: ¿qué significó para ustedes?

Para nosotros no ha cambiado nada, pues siempre hemos considerado tales excomuniones como infundadas. No obstante, algunas personas, que antes no se atrevían, cobraron ánimo para unirse a nosotros. Esto también ha facilitado nuestras relaciones con ciertos obispos y una parte del clero, sobre todo los sacerdotes jóvenes.

- Francisco también ha hecho concesiones: ¿qué más esperan?

Esperamos aquello que cada católico pide a la Iglesia en el momento del bautismo: la fe. La revelación divina quedó consumada, y es deber del Papa transmitir fielmente este depósito de la fe. El Papa, pues, tiene que poner fin a la crisis que sacude a la Iglesia desde hace ya 50 años. Esta crisis se desencadenó por una novedosa concepción de la fe centrada en la experiencia subjetiva de cada uno: se cree que el individuo es el único responsable de su fe y puede optar libremente por cualquier religión, sin distinción entre verdad y error. Sin embargo, todo eso contradice la ley divina objetiva.

- ¿De qué manera la Fraternidad San Pío X puede mostrarse conciliadora con el Papa?

La Fraternidad Sacerdotal San Pío X está profundamente apegada al Sucesor de Pedro, incluso cuando se opone a los errores del Concilio Vaticano II. Empero, nos encontramos profundamente consternados por la característica fundamental del pontificado actual, que es la aplicación completamente novedosa del concepto de misericordia. Ésta queda reducida a una panacea para todos los pecados, sin impulsar hacia una conversión verdadera, a la transformación del alma por la gracia, la mortificación y la oración. En su Exhortación apostólica post-sinodal Amoris Laetitia, el Papa da a los cristianos la posibilidad de decidir sobre cuestiones de moral conyugal caso por caso, según su conciencia personal. Esto contradice netamente la orientación clara y necesaria dada por la ley de Dios.

Vemos aquí un eco de la espiritualidad de Lutero: un cristianismo sin exigencia de renovación moral, un subjetivismo que ya no reconoce ninguna verdad universalmente válida. Todo esto ha causado una profunda confusión en el clero y en los fieles. Todo hombre busca la verdad, pero para encontrarla necesita ser guiado por el sacerdote, igual que el alumno necesita la dirección de su maestro.

- ¿Qué ha producido a este respecto el 2017, Año Lutero?

Desde el siglo XVI, la Iglesia católica se acercó a los protestantes para convertirlos y traerlos de vuelta a la verdadera Iglesia. El Año Luterano ha servido para este objetivo primero de regreso de los protestantes; por el contrario, los ha confirmado en sus errores. Y eso es porque, desde el Concilio Vaticano II, la Iglesia piensa que todo hombre puede encontrar a Dios en su propia religión. Es una premisa que reduce la fe a una experiencia personal e interior y que, por tanto, hace que ya no consista en la adhesión de la inteligencia a la revelación divina.

- Hay también en otras religiones muchas personas que llevan una vida moralmente buena, según su alma y conciencia. ¿Dios reconocerá sus méritos?

La Iglesia es esencialmente misionera. Cristo dice: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Los hombres no pueden salvarse sino por Él. Ha fundado una única Iglesia, que es la Iglesia romana. Esta verdad teológica ha de proclamarse tanto como la rectitud de la moral y el esplendor de la Misa tradicional según el rito tridentino.

La búsqueda sincera de la verdad en las otras religiones no basta para producirla. Por eso hay que ayudar a esas almas a salvarse. Si un alma puede salvarse fuera de la Iglesia católica, lo hace a pesar del error en el que se encuentra, y no gracias a él; en todo caso, únicamente se salva por Jesucristo.

-Su predecesor Bernard Fellay ha calificado a los judíos, masones y modernistas como “enemigos de la Iglesia”. ¿También han de convertirse los judíos a la Iglesia católica, igual que dice Ud. de los protestantes?

El modernismo es uno de los errores más peligrosos: no en vano, hasta el Concilio Vaticano II, la Iglesia exigía a todos sus sacerdotes prestar el juramento antimodernista, el mismo que he jurado yo.

En cuanto al judaísmo, sería un pecado imperdonable excluir al pueblo judío de los bienes y tesoros de la Iglesia católica. La misión salvífica de la Iglesia es universal, y no puede dejar de lado a ningún pueblo.

- Ud. rechaza los documentos esenciales del Concilio Vaticano II, tales como el de la libertad religiosa o el del ecumenismo. ¿Es sólo otra interpretación o, por el contrario, Ud. rechaza completamente tales textos?

El Vaticano II se definió a sí mismo como un concilio puramente pastoral. Sin embargo, se tomaron decisiones dogmáticas de gran importancia, como las que ha citado, y que han llevado a una transformación completa de la fe.

El Papa Benedicto XVI estimó que las divergencias entre Roma y la Fraternidad Sacerdotal San Pío X residían en un problema de interpretación de los textos del Concilio. Bastaba con analizar esos textos para hacer posible el acuerdo. Pero nuestra posición no es esa: la Fraternidad San Pío X rechaza del Concilio Vaticano II todo aquello que se opone a la Tradición católica.

El Papa tendría que declarar erróneo el decreto sobre la libertad religiosa y corregirlo en consecuencia. Estamos convencidos de que algún Papa lo hará y volverá a la doctrina pura que era la referencia antes del Concilio. Las cuestiones de la libertad religiosa, el ecumenismo y la constitución divina de la Iglesia fueron ya tratadas por los Papas anteriores al Vaticano II. Basta con retomar sus enseñanzas. Es inconcebible que la Iglesia se haya equivocado durante dos milenios y que no haya conseguido hallar la verdad sobre estas cuestiones hasta la época del Concilio, de 1962 a 1965.

- ¿Le supone un cargo de conciencia el encontrarse, a ojos de Roma, en estado de cisma con la Iglesia?

De hecho, Roma no nos considera como cismáticos, sino más bien como “irregulares”. En todo caso, si no tuviera la certeza de trabajar dentro de la Iglesia católica romana y por ella, dejaría de inmediato la Fraternidad.

Entrevista hecha por Josef Bruckmoser. 
Título, presentación y traducción de FSSPX. 

El misterioso veredicto de culpabilidad contra el Cardenal Pell (Carlos Esteban)



El australiano George Pell es el primer cardenal declarado culpable de abusos a menores por un tribunal secular. Pero las sombras que rodean el caso permiten sospechar que no se ha hecho justicia.

“Era totalmente evidente para cualquiera en ese tribunal que las acusaciones carecían de base”, asegura una fuente que ha seguido todo el caso desde la sala a Catholic News Agency (CNA). “No es que Pell no hiciera aquello de lo que está acusado; es que no hubiera podido hacerlo”.

El cardenal, hasta hace poco miembro del exclusivo consejo de cardenales que asesora al Papa (C9, ahora C6) y responsable en suspenso del banco vaticano IOR, fue hallado culpable de cinco cargos de abusos a dos monaguillos menores cuando era arzobispo de Melbourne a finales de los noventa. La sentencia unánime se produce tras una deliberación fallida, según ha podido saber CNA, en la que el jurado se declaró 10 contra 2 a favor de la inocencia del prelado. “Han sentenciado a un hombre inocente”, asegura a CNA una fuente cercana al tribunal. “Y lo que es peor, lo saben”.

Es, en cualquier caso, discutir todo el asunto porque los tribunales australianos han emitido una orden de silencio para los medios que no hace más que sembrar la confusión y alimentar el recelo.

Vamos a los hechos. La acusación sostiene que los hechos delictivos protagonizados por el entonces arzobispo sobre los dos monaguillos y miembros del coro tenían lugar en la sacristía de la Catedral de Melbourne inmediatamente después de la misa dominical. Primera dificultad: la sacristía en cuestión tiene amplias habitaciones, cada una con arcadas y múltiples entradas y salidas. La defensa presentó el testimonio de múltiples testigos que declararon bajo juramento que el cardenal no estaba nunca solo en la sacristía con los monaguillos, y que en todas las ocasiones citadas por la acusación habría gente presente en la habotación. Los testigos alegaron que Pell estaba siempre rodeado de sacerdotes y otros clérigos, así como de visitantes que acudían a la misa dominical, y que los monaguillos tenían su propia habitación para revestirse, completamente separada de la sacristía.

Son muchos los observadores que hacen notar el fuerte anticlericalismo que ha dominado la opinión pública australiana en los últimos años y que se ha traducido en un fortísimo prejuicio contra el cardenal y al que se ha sumado la indignación pública por los escándalos de encubrimiento de abusos clericales este pasado verano. “Es absurdo”, señala otra fuente consultada por CNA. “Cualquier católico en Victoria sabe que nuestros medios llevan más de dos décadas rezumando prejuicios anticatólicos, anticlericales y, especialmente, contra Pell”.

De hecho, el fiscal no se privó de atizar este prejuicio anticlerical en el juicio a la menor ocasión, al punto de que cuando la defensa llamó a declarar a un perito en calidad de experto que, casualmente, era jesuita, el fiscal se refirió a él en todo momento, no por su título profesional o su nombre sino como “el hermano cristiano”.

Pell no solo ha sido uno de los primeros obispos en tomar en su día serias medidas para atajar el problema de los abusos sexuales a menores por parte de clérigos, sino que renunció voluntariamente a su puesto en la Curia para responder personalmente de los cargos que le imputaban los tribunales australianos, aparentemente seguro de su total inocencia.

La sentencia completa de Pell se espera para el próximo enero, y podrá recurrirla al Tribunal Supremo del Estado de Victoria.

Carlos Esteban

Old Rite Priest Claims that Archbishop Marcel Lefebvre Was Sedevacantist


Duración 3:28 minutos

The Catholic Register, owned by the Archdiocese of Toronto, published on November 30 an article about the Old Rite Priestly Fraternity of Saint Peter. The piece carries the contradictory heading: "Traditional Priestly Fraternity of St. Peter stresses unity with Pope Francis". 
The article quotes the Fraternity's Superior General, Father Andrzej Komorowski, saying that “There is no possibility to get to Heaven without being united to the Pope”. There is very little likelihood that Pope Francis would agree with this statement.

The article goes on quoting from a lecture Father Joseph Bisig, the Fraternity’s first superior general who was removed by the Vatican in 2000, gave in Ottawa on November 24. Bisig stressed that "we believe in the visibility of authority" and “we are not Protestants”. A hypothetical question: What would happen if an authority, blindly followed by those who do not want to be Protestants, leads them into Protestantism?

Bisig even claimed that Archbishop Lefebvre entertained sedevacantism saying that Paul VI was not the real pope, and thus the Chair of Peter was vacant. According to Bisig, Lefebvre kept this opinion largely out of the public realm – quote – "because most priests in the SSPX would have been scandalized."

Bisig left the SSPX in 1988 when Archbishop Lefebvre consecrated four bishops against the will of John Paul II. Quote, “We did not want to leave the SSPX,” Bisig said. “We were forced to do so. Our superior became schismatic. We felt like orphans abandoned by our father.” However, Bisig himself was ordained a priest by Archbishop Lefebvre against the will of John Paul II in a time when Lefebvre was already suspended. The question is whether this, according to Bisig’s interpretation, was also a schismatic act.

Now, Bisig says about himself that "I pray very much for my old, good friends (in the SSPX) to join the Church” and to “come in without any conditions,” but to “accept the authority of the living magisterium.” "Living magisterium" is a term used by modernists in order to pretend that the magisterium may invent new doctrines or contradict old ones.

Archbold sobre “Promover el Cisma” (Steve Skojec)



En su blog de siempre, Creative Minority Report, Patrick Archbold, el colaborador de 1P5 y de Remnant, ha escrito un artículo dividido en cinco partes sobre “promover” el cisma en la Iglesia. Algunos de ustedes van a querer leerlas todas, pero me gustaría ofrecerles una versión resumida a modo de introducción.
En la primera entrega, Archbold comienza con una cita atribuida al Papa Francisco en 2016 –sobre la que informamos aquí— en la que supuestamente dijo,  “No hay que excluir que pueda entrar en la historia como el Papa que dividió a la Iglesia Católica.”
“Esta cita”, escribe Archbold, “es de Der Spiegel. Pero es el corresponsal del Spiegel en Italia, Walter Mayr, quien presenta esa declaración como autocrítica. Basándome en todas las pruebas hasta la fecha y en lo que creo pudiera venir, sospecho que se trata de una mala interpretación de la declaración. El Papa no estaba siendo autocrítico, estaba contándonos su plan”.
Estaba contándonos su plan.
Durante años, parece que algo de lo que muchos comentaristas católicos no han sido conscientes al tratar de entender el papado actual es que las meteduras de pata, los errores bien intencionados, las irregularidades e incluso la absoluta incompetencia no explican el fenómeno Francisco.
La intencionalidad lo explica.
No puedo leer los corazones y las mentes, y ciertamente no puedo leer las almas. Pero puedo decir dónde apunta la evidencia. Y todos los indicios que he observado muestran que Jorge Mario Bergoglio, el hombre que llegó a ser el Papa Francisco, examina a la Iglesia Católica tal como se encuentra ahora con las ideas de destrucción y reconfiguración en el primer plano de su pensamiento.
Archbold utiliza como punto de partida las manipulaciones evidentes en los dos Sínodos de la Familia, además  del hecho consumado, meridianamente claro, que fue el Sínodo de la Juventud del pasado octubre. Archbold escribe,
No sólo eliminaron todas las reglas de antemano y llenaron el Sínodo de gente maleable, sino que en realidad publicaron un documento sinodal que trataba sustancialmente de un tema del que ni siquiera se trató en el Sínodo, la sinodalidad en sí misma. Debemos concedérselo: son los herejes pasotas. Simplemente no les importa.
Archbold argumenta que la intensificación de maniobras en el Sínodo se produjo en respuesta directa a los “católicos fieles” que han hablado “muy claramente y les han causado más problemas de los que están dispuestos a soportar”. Sí, está hablando de usted y de mí, entre otros. Su tesis es que la Iglesia “ha estado de facto en un estado de cisma durante algún tiempo”, pero si bien los que rechazan la enseñanza de la Iglesia se negaban a irse, ahora “están a cargo”.
“Ellos no querían hacer su propia Iglesia”, escribe Archbold. ´´Querían la nuestra. Ahora tienen el poder y lo usan”.
La pregunta que engloba todo es la siguiente: ¿cómo se deshacen de los católicos que se les oponen? O, más concretamente, ¿cómo convertir un cisma de facto en uno real?
En la segunda parte, Archbold argumenta que los que tienen ahora el poder en la Iglesia “han estado implementando mecanismos que no darán cuartel a los católicos fieles”. Y por ‘no dar cuartel’, se entiende que
… están dando una serie de pasos destinados a colocar a los católicos fieles, especialmente a los católicos tradicionalistas, en el rincón donde ellos quieren exactamente que estemos. En resumen, están ejecutando una serie de jugadas de su libro de estrategias para poner a los católicos tradicionalistas en una posición en la que deban capitular o ser desobedientes en algún grado. Buscan la desobediencia.
Su teoría es que este mecanismo –la desobediencia forzada– se empleará para “separar a los católicos tradicionalistas de la Iglesia”.
Él da ejemplos: los Frailes Franciscanos de la Inmaculada, una visita oficial sudamericana empleada para sacar a un obispo parcial a la Tradición que había criticado a otros obispos de su región, la eliminación—nunca explicada oficialmente– del obispo Martin Holley de Memphis (Holley parece creer que fue un castigo por un desaire previo, del cardenal Wuerl, caído en desgracia  pero aún fuerte), la “visita y destrucción” de los Petites Sœurs de Marie Mère du Rédempteur, quienes, dice Archbold, “cometieron el doble delito de ser un poco ‘demasiado conservadoras’ y poseer algunos bienes que el Obispo local codiciaba”, así como la Orden soberana y militar de Malta.
Probablemente hay más que podrían agregarse a la lista.
“Ya sea una orden de inclinación tradicional”, escribe Archbold, “los moderadamente conservadores, o incluso un obispo que no acepta el programa, el mensaje y el método son claros: cuando quieren que te vayas, pueden hacer que te vayas”.
Recientemente, directrices adicionales de Roma han hecho que sea aún más difícil para esas personas recurrir cuando son tratadas injustamente. Incluso los obispos, tan a menudo indicados por Francisco como aquellos que deben decidir en sus regiones, ahora necesitan un permiso de Roma antes de erigir institutos de vida consagrada en sus diócesis, algo que los obispos siempre han tenido la potestad de hacer.
La tercera parte de la serie de Archbold se centra en lo que se está haciendo con la vida religiosa. Dice, citando a Hilary White, que algunos de los cambios en las reglas introducidos por el Vaticano recientemente señalan “el final de la vida monástica contemplativa”. Cita a Hilary además en referencia a la naturaleza vital de los religiosos enclaustrados, y vale la pena repetirlo aquí:
Una vez que se enclaustran, el mundo se olvida de ellos. Pero la vida religiosa contemplativa es como las mitocondrias de la Iglesia, la fuente de energía de la célula que hace que todos los otros sistemas funcionen. Las mitocondrias son las más discretas y ocultas de los orgánulos del cuerpo, y durante mucho tiempo su función no se entendió completamente. Pero ahora sabemos que nuestras vidas dependen de la salud de esta pequeña cosa secreta y oculta. Y la enfermedad mitocondrial –cuando las mitocondrias no funcionan–es devastadora.
No iré al nivel de detalle de Archbold, pero él destaca una serie de indicadores de que “al Papa Francisco claramente no le gustan las órdenes contemplativas” y ha actuado en consecuencia. “La vida monástica católica tradicional”, concluye, “está acabada. No puede y no sobrevivirá a este ataque, si no cambia algo”.
Y no se trata sólo de acabar con las cosas. Se trata de exterminar las que comienzan. Piensen sobre esto:
Poco a poco, han estado destruyendo las vías para que los religiosos practiquen el catolicismo tradicional. Simplemente no les están dejando a los católicos tradicionales con vocación ningún lugar al que ir, excepto a donde ellos quieren que vayas. Están cortando diligente y sistemáticamente todas las vías de escape. Esto es fundamental para entender mi tesis sobre cómo pueden en un futuro causar la división en la Iglesia, por la que el Papa Francisco ha languidecido abiertamente.
La cuarta parte de la serie trata sobre la “sinodalidad”, el extraño y mal definido concepto que fue el principal punto del Sínodo de la Juventud; un tema del que, como argumenta Archbold, ni siquiera se trataba en el Sínodo. En lugar de intentar resumir, citaré aquí con más detalle:
Los medios católicos aprobados por el politburó le dirán que la sinodalidad tiene que ver con descentralizar el gobierno de la Iglesia, para que sea más cercano a la gente en forma de Conferencia episcopal. Esto, obviamente, no podría estar más lejos de la verdad. En una increíble validación de la mentira, antes de que se secara la tinta del documento del Sínodo sobre la sinodalidad, el Papa intervino personalmente para castrar públicamente a la USCCB (Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos) antes de que siquiera pensaran en discutir inútilmente sobre el escándalo de abuso sexual. Fue todo un espectáculo, incluso para observadores veteranos de la Iglesia.
Para comprender de qué se trata la presión hacia la sinodalidad, se debe observar el patrón descrito anteriormente. En cada paso, han restringido el derecho de los obispos y otros grupos a actuar por su cuenta y bajo su propia autoridad de forma que colisione con el super-dogma del ‘Vaticano Segundismo’. La sinodalidad no tiene que ver con dar más autoridad a las Conferencias episcopales, como se demuestra innegablemente en Baltimore. Se trata de restringir la capacidad de cualquier obispo individual para actuar por su cuenta. Se trata de asegurarse de que ningún obispo ortodoxo extraviado pueda ser un bastión de la Tradición y un espacio seguro para el catolicismo tradicional. No puede permitir que nuevos grupos de religiosos se formen en su diócesis, no puede invitar a las monjas tradicionales a que se instalen en su diócesis, y si hace algo demasiado tradicional, recibirá una visita apostólica por el crimen de no llevarse bien con su conferencia episcopal. Todo esto ha sido para cortar todas las vías de escape a los católicos tradicionalistas.
Archbold reconoce que esta última línea no es “totalmente cierta”. Éste es el punto crítico:
Algunas vías de escape las dejarán abiertas. Abrí este ensayo con una cita de Sun Tzu, “A un enemigo rodeado, debes dejarle una vía de escape”. Corta todas las vías de escape menos una. Coloca a tus enemigos en un solo lugar haciéndoles creer que no tienen otro lugar al que ir.
Archbold luego cita una historia que tratamos aquí hace un par de semanas, en la que un obispo en la reunión de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI) en noviembre atacó al Summorum Pontificum y su afirmación de que la misa latina tradicional nunca fue abrogada y, por lo tanto, permitida en todas partes.
Tal como especula Archbold, este permiso universal para celebrar la Antigua Misa sin un permiso del ordinario local o de Roma “es lo que se debe eliminar. Esta es una escotilla de escape que simplemente no pueden tolerar”. Continúa:
¿Cómo convertir un cisma de facto en uno real? ¿Cómo consigues que los católicos fieles ,vistos desde fuera, aparenten estar en cisma? Para rodear al enemigo, debes cortar todas las otras vías de escape. Debes conseguir que los católicos tradicionalistas y los conservadores auténticos se encuentren todos en un lugar donde se sientan más seguros, antes de asestar el golpe…
Creo que tienen la intención de acabar con Summorum Pontificum y el derecho individual de los sacerdotes a decir la Misa y obligar a todos los católicos tradicionalistas a una o unas pocas fuentes aprobadas, tal vez la FSSP y la ICRSS o alguna preparada comisión Ecclesia Dei, si no pueden cerrar el acuerdo sobre la FSSPX.
Archbold llama a esto “la olla de miel, el lugar para reunir a todos los recalcitrantes bajo un mismo techo, donde esperen el golpe de gracia”.
En su quinta y última parte de la serie titulada “La Caída del Martillo”, Archbold describe cómo ve que esto suceda.
Él cree que Roma “nos regresará a la era del indulto y nos consolidará en algunos grupos”.
Continúa,
Afirmarán, y sus hermanos aduladores en los principales medios de comunicación católicos lo repetirán, que esto no es un movimiento anti-tradicional: “El Papa no ha eliminado una sola Misa tradicional, solo se trata de gobernar”.
Y cuando todo se calme es cuando el Papa asestará el golpe. No, no prohibirá la Misa tradicional en latín completamente; no lo creo. Tendría demasiadas repercusiones y hay una manera mucho más fácil de lograr sus objetivos. El Papa hará algo mucho peor que prohibirlo. Lo va a cambiar. Va a cambiar el misal de 1962.
El Papa ejercerá su legítima autoridad para hacer un aggiornomento al misal de 1962. Tal vez reemplazará el leccionario con el actual modificado hace tres años, cambiará algunas oraciones, permitirá la comunión en la mano o algún otro cambio que conmocione la conciencia de los católicos tradicionalistas. Será el Vaticano II de la Misa tradicional en latín. Es lo que dicen ahora: “El Papa no prohibió la Misa en latín, simplemente utilizó su autoridad legítima sobre la liturgia para hacerla más inteligible”.
En su visión predicha de la Iglesia, Archbold dice que la consecuencia de tal acto es clara:
Cualquier grupo aprobado que se resista a los cambios o se queje demasiado recibirá la Visita apostólica y será aplastado por negarse a someterse ante el Pontífice. Cualquier comunidad diocesana con indulto que se resista será aplastada. ¿Y cualquier católico que piense que puede pasar a la clandestinidad y simplemente tener Misa en la casa de alguien? No. Los sacerdotes individuales ya no tendrán derecho a celebrar la Misa. Hazlo y te has negado a someterte a la autoridad del Papa. Serás un cismático. Así también con cualquier obispo. O aceptas la bota del Vaticano II en tu cuello o serás un cismático.
Cualquier intento de vivir una auténtica vida católica tradicional, ya sea como religioso, o simplemente asistiendo a la Misa de todos los tiempos, lo convertirá en un cismático por defecto. Si va a la FSSPX, cismático. Si va a una misa clandestina, cismático. Si forma un grupo de fieles bajo una regla tradicional sin permiso de Roma, cismático. Convertirán cualquier intento de vivir una vida católica tradicional en un acto de desobediencia.
Es una lóbrega visión de lo que puede venir, pero no ha dejado de llover durante meses en las trincheras, los bombardeos se producen día y noche, y cuando parece que ya hemos perdido la capacidad de creer en un nuevo horror, conjuran otro.
Subrayo aquí que la opinión de Archbold sobre esto es sólo una teoría, y es bastante dura. Así que pregunto a los lectores: ¿Ustedes qué piensan?
Steve Skojec
(Traducido por Rodrigo García García. Artículo original)

CHINA: Obispo subterráneo deja su lugar a obispo oficial


También en Infocatólica

Eijk pide examinar a fondo las acusaciones vertidas en el informe Viganò (Carlos Esteban)



El cardenal holandés Willem Eijk, Arzobispo de Utrecht, cree necesario investigar “a fondo” las acusaciones vertidas en el Testimonio Viganò, dice en una entrevista concedida al italiano Il Giornale en la que examina la prfunda crisis que sufre la Iglesia.

Las alegaciones que hace el arzobispo Carlo Maria Viganò en su explosivo testimonio de este pasado verano “deben examinarse a fondo”, señala en una entrevista concedida a Il Giornale el cardenal holandés Willem Eijk, quien añade que eso es algo que han pedido ya muchos obispos. “Hay que aclarar el asunto a fondo, si la Iglesia quiere recuperar su credibilidad”, sostiene el arzobispo de Utrecht.

Eijk se ha destacado por ser uno de los primeros cardenales, fuera de los cuatro que firmaron las célebres Dubia, en pedir públicamente al Papa que aclarase la confusión que reina en torno al Capítulo VIII de la exhortación Amoris Laetitia. También alarmó el pasado mayo a los fieles con una ambigua referencia al final de los tiempos, de los que podríamos estar ya próximos. “Viendo que los obispos y, sobre todo, el Sucesor de Pedro fracasan en su deber de mantener y transmitir fielmente y en unidad el depósito de la fe contenido en la Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura, no puedo no pensar en el artículo 675 del Catecismo de la Iglesia Católica, “La última prueba de la Iglesia”.

En su reciente entrevista resulta menos apocalíptico en el lenguaje, pero no mucho más optimista, al menos sobre el futuro de la Iglesia en Europa. “Los futuros colaboradores de los sacerdotes en las parroquias serán sobre todo diáconos permanentes, catequistas y asistentes diaconales voluntarios”, señala el cardenal, vislumbrando la Iglesia del futuro inmediato en Europa. “Las iglesias que queden serán centros de grandes parroquias regionales”. 


Pero lo que se pierda en número, cree Su Eminencia, se ganará en fervor. “Sin embargo, aunque la cantidad se siga reduciendo, su calidad está aumentando”. Por lo demás, “no olvidemos que la Iglesia ha conocido altibajos en su historia y que, al final, estamos en la manos de Dios”.

La descristianicación acelerada de Europa tiene para Eijk como motivo principal “el individualismo que caracteriza a la sociedad moderna occidental. Con el aumento del bienestar, la gente se siente independiente. En la vida social, el cristianismo ya no está presente y se le ve con una hostilidad apenas disimulada o directamente manifiesta”.

En este contexto crítico, el cardinal alerta sobre una tentación, la de optar por una ‘protestantización’ de la Iglesia, como algunos han visto en los elogios dedicados por Su Santidad hacia Lutero en el aniversario de la mal llamada Reforma.
 “Es importante perseverar en la doctrina de la Iglesia que se nos ha transmitido. Sería un error optar por un modelo más protestante/anglicano; de hecho, la fuerza de la Iglesia es que su doctrina vale para todo el mundo. El diálogo con los protestantes no debe llevar a la Iglesia a volverse ella misma protestante”.
Uno de los aspectos más tristemente evidentes de esta crisis es el cierre de iglesias que, en muchos casos, acaban vendiéndose y la sequía de vocaciones, que lleva a una dramática escasez de sacerdotes

Sin embargo, Eijk no cree que la solución esté en la que, según numerosas fuentes, se explorará en el Sínodo de la Amazonía. 
“No creo que la solución venga de los sacerdotes casados”, señala. “Si se permitiese su existencia sólo para determinados territorios, se produciría una situación de desigualdad en el seno de la Iglesia en un aspecto muy importante. Permitir algo así temporalmente tampoco es solución, porque una vez que se decide, se vuelve irrevocable. Sería el fin del celibato sacerdotal, una tradición espléndida y fructífera desde hace siglos en la Iglesia Católica. Por lo demás, en el caso de la ordenación de ‘viri probati’ faltaría la formación sacerdotal en un seminario”.
También en la actitud común de la jerarquía en el asunto hoy tan candente de la inmigración masiva, Eijk se muestra moderadamente disidente. Al tiempo que reconoce a menudo los países invocan las ‘raíces cristianas’ de su identidad como una coartada y utilizan para ello un lenguaje muy poco cristiano, empleando ese apelativo como escudo para impedir la entrada de los otros, también admite que el influjo masivo de inmigrantes “impone un gran peso a la sociedad.

Por otra parte, y en contraste con la postura cuasi oficial de la Curia y de buena parte de la jerarquía católica, reconoce que el ‘populismo’ choca por definición con el catolicismo, señala que la ‘bestia negra’ de los obispos italianos, la Liga de Matteo Salvini “defiende con claridad una serie de valores y normas sobre la familia que coinciden con las que propone la Iglesia”.

“Puedo imaginar las preocupaciones de la población italiana”, sostiene, sumida en el caos por una enorme ola de inmigrantes procedentes de Libia que se suma a un alto paro juvenil. “Además, hace falta recordar que también los inmigrantes tienen obligaciones con respecto al bien común del país en el que buscan asilo, y deben respetar valores universales como la inviolabilidad de la persona humana”.

“Es importante -concluye-, en lo que respecta a Europa, que sepamos acoger pero teniendo también en cuenta hasta qué punto puede hacerlo la sociedad”. 

De igual modo, aunque se muestra enormemente crítico con el nacionalismo y sus peligros, también elogia un tipo de nacionalismo que, al fomentar el orgullo de pertenencia a una nación y de su historia, “puede ayudar a redescubrir las raíces cristianas, entre las que están también el respeto del valor universal de la vida humana, del matrimonio, de la familia y el interés de los otros”.

Carlos Esteban

En el artículo anterior de Diane Montagna se puede ampliar esta noticia, aunque está en inglés. Viene también en Infocatólica

Cardenal Eijk: la Iglesia debe investigar los testimonios de Viganò para recuperar credibilidad (Diane Montagna)



ROME, December 14, 2018 (LifeSiteNews) —  A prominent cardinal is joining a chorus of bishops in calling for a full investigation into the Archbishop Viganò testimonies, which implicated several senior prelates and Pope Francis in the cover-up of former cardinal Theodore McCarrick’s sexual abuse of priests and seminarians.
In a Dec. 13 interview with the Italian daily Il Giornale, Cardinal Willem Jacobus Eijk, Archbishop of Utrecht, Netherlands, says “it is clear” that the allegations contained in the Viganò testimonies “should be thoroughly examined,” adding that “many bishops” have asked for such an investigation.
“It has to be fully clarified if the Church wants her credibility back,” he said.
In the wide-ranging interview, the Dutch Cardinal also discusses the importance of persevering in Catholic doctrine amid pressures to adopt a more Protestant-Anglican model. “The strength of the Catholic Church,” Eijk says, “is that her doctrine is valid for the whole world. Dialogue with the Protestants must not lead the Catholic Church herself to become Protestant.”
Eijk, 65, also offers his view on the inclusion of the “LGBT” acronym in the recent Youth Synod’s working document, and his thoughts on the expected move to ordain married men in the Latin Church with next year’s Amazonian Synod.
“To allow [married priests] temporarily is not a solution,” he insists. “Once it is decided, it becomes irrevocable,” and “with this, priestly celibacy, a splendid and fruitful centuries-old tradition of the Latin Church, would be lost.”
Cardinal Eijk, who issued a forceful commentary after Pope Francis failed to reject a draft proposal by the German Bishops’ Conference allowing Protestants in certain cases access to Holy Communion, also says in the interview that he “would like the bearer of the Petrine ministry, who is the principle of the unity of the Christian faith, to provide clarity” on the issue of divorced and remarried Catholics being granted access to the Blessed Sacrament.
Created a cardinal by Pope Benedict XVI in 2012, Eijk is also a medical doctor and expert in medical ethics. He wrote one of his doctoral dissertations on euthanasia, and another on the ethical problems of genetic engineering of human beings. In 2004, Pope John Paul II appointed him a member of the Pontifical Academy for Life, and a member of its governing council in 2005. Under Pope Benedict, Eijk also served on the Vatican’s Congregations for Clergy and Catholic Education.
In the Dec. 13 interview Eijk also turns to politics, discussing the influx of migrants into Europe, and the rise of “nationalism” and “populism.”  
The cardinal argues that while nationalism must never be used as a “shield to keep others out,” governments are “not obliged” to grant residence “to economic migrants.” He also notes that migrants, for their part, “have obligations towards the common good of the country where they are seeking refuge,” and must especially respect “the inviolability of the human person.”
Here below is a LifeSite translation of the full interview with Cardinal Eijk.
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Cardinal Eijk, what is the state of health of Catholicism in northern Europe? We know that the Church is experiencing a difficult situation...
The Catholic Church is shrinking throughout northern Europe. The Netherlands has the questionable honor of being the leader in this phenomenon: we were the first country where the shrinkage began. In the meantime, there is a decrease in the number of faithful throughout northern Europe. Especially in Germany where decline is rapid … but I know that even in countries like Spain and Italy the shrinkage is a phenomenon that’s being felt.
What is the reason for this?
The main cause is the individualism that characterizes modern Western society. Because of the increase in prosperity, people have become independent. One can still see the difficulty families have in passing on the faith, in a context where it’s increasingly pushed out the door. In social life, the Christian religion is no longer present and is viewed with scarcely hidden or even manifest hostility. As far as the Netherlands is concerned, we are in a phase in which parishes are merging and many churches are no longer being used for worship.
Cardinal, you have spoken about “individualism” but are there also other causes?
The cause is the lack of active faithful who participate in Church celebrations and support the church as volunteers and/or with their financial contributions. In Holland there are no church taxes. The Church in Holland survives on the basis of voluntary contributions from the faithful. This makes the Church poor, but also free from the State, which I consider a great advantage, one that surpasses the disadvantage of poverty.
There are, however, also clear places of hope, where strength is gathered and faith is lived in an authentic way through good liturgy, catechesis and activities for the various groups. The archdiocese also forms volunteers with this objective in mind. It has given rise to formation for future permanent deacons, catechists and deacons’ assistants. Currently there are lay pastoral workers, who had university-level theological training and earned an academic salary, but their number has been reduced by more than half in the eleven years since I became archbishop of Utrecht, and the number will become very low in the years that still remain to me as archbishop of Utrecht.
Cardinal Eijk, how do you think the picture will evolve?
The future collaborators of the priests in parishes will mainly be permanent deacons, catechists and volunteer deacons’ assistants. The churches that remain will be centers for large regional parishes. However, although the quantity [of parishes] is decreasing, their quality is increasing. This is the other aspect of the situation: we are becoming more and more a Church of choice, where people truly want to achieve something from the faith. And we mustn’t forget that the Church historically has known other ups and downs, and that ultimately we are in the hands of God.
Intercommunion, the blessing of homosexual couples, so-called (but only presumed) “ecumenical celebrations.” Cardinal, is the dialogue with Protestants making the Catholic Church increasingly similar to the Protestant church?
It is important that we persevere in the doctrine of the Church, which has been transmitted to us. It would be wrong if we chose a more Protestant-Anglican model. The strength of the Catholic Church is, in fact, that her doctrine is valid for the whole world. Dialogue with the Protestants must not lead the Catholic Church herself to become Protestant.
Have you read the Viganò dossier? What do you think about it?
I cannot judge well the content of his letters, but it is clear that this matter should be thoroughly examined. In the meantime, many bishops have also asked for [a thorough investigation]. The Holy See has announced that it will examine more thoroughly the case of Theodore McCarrick, and I am of the opinion that this is very welcome. It has to be fully clarified if the Church wants her credibility back.
Cardinal, what do you think about the management of the migratory phenomena? Is European identity being threatened by the arrival of too many migrants?
The flow of migrants, of course, is divided in an unbalanced way: especially in countries like Italy which, because of their position, have to deal with the influx of migrants. This causes a great burden on society. And the European Union is not showing solidarity with Italy, as we should expect. Yet the government is not obliged to grant a residence permit to all migrants, especially to economic migrants. These are necessary for the common good in the country of origin.
But migration has many facets: in the city of Almere, there are plans to build a Catholic Church. Many Catholics from other countries who want to participate in [liturgical] celebrations have settled there. And in the western part of the Netherlands, especially in Amsterdam, Rotterdam and the Hague, several parishes would have been suppressed had the migrants not arrived. It is important that we, as Europe, are welcoming, but we also have to keep in mind how much a society can do.
Many cardinals have now taken a position “against” the return of nationalism. What is your opinion on the matter, Cardinal Eijk?
The effect of “nationalism” differs from one country to another. Sometimes people return to the “Christian roots of their culture,” but there is little in their language that is Christian. In such cases, “Christian” is used only as a shield to keep others out. This sort of nationalism is not a good thing. But the form of nationalism that leads one to be proud of one’s country and one’s history can help [a nation] to rediscover its Christian roots, including a respect for the universal value of human life, marriage, the family and the interest of others — one thinks of the works of mercy. Nationalism can never serve only as armor.
The Synod on Youth was held recently. There seems to be some controversy over the use of the “LGBT” acronym in the Instrumentum laboris. What is your thought on this?
Certainly everyone must be treated with respect, also people with an objectively wrong sexual orientation, but one can give the wrong impression by using this [LGBT] wording. It does not seem right to me to use this wording in Church documents. The fact that, during a synod, using “objectively disordered” (the wording in the Catechism) may suggest something very abstract to young people, is the consequence of the fact that, in the Church — certainly in the Netherlands — catechesis has been very incomplete, and often even completely absent, while children and young people are bombarded in the schools with ideas that come from gender theory, and are vigorously advocated in large areas by national and international organizations.
You have taken a position on Amoris Laetitia. Cardinal Eijk, are you a supporter of the “dubia”?
During the Synod, I took a clear stand on the matter. I also contributed to the book of the eleven cardinals (Eleven Cardinals Speak on Marriage and the Family), where I made it clear that, in my opinion, n. 84 of the Familiaris Consortiois is valid in its entirety. This means that if a person is divorced and civilly remarried, he cannot receive Communion (unless the two live as brother and sister).There has been no denial of this anywhere, not even by this Pope, not even in Amoris laetitia. Reference is often made to the footnotes of this document, but a long-time doctrine and practice of the Church cannot be changed by footnotes, or by an occasional statement during an inflight interview. I would like that, above all, the bearer of the Petrine ministry, who is the principle of unity for the Christian faith, to provide clarity on this. We now have a situation where, in one ecclesiastical province one thing is proposed and practiced, and in another something else is promulgated. This creates confusion in people. A prolonged lack of clarity can lead to undesirable practices. In the Church the truth always comes to light, but in this case it cannot come too soon. Precisely to avoid deluding people.
There is a lot of talk in Europe about “populism.” What is your opinion of this political style? Is it in conflict with Catholicism or can it help it to be revived?
Populism is not, by definition, in conflict with Catholicism, but I do not yet know of any examples in which populism has caused a revival of faith, although it must be noted that, in Italy, the Lega Party clearly defends a certain number of values and norms on the family, as proposed by the Church. The Catholic faith, of course, is always attentive to vulnerable people, to the marginalized, to people who have no voice. This is not always the group of people that a populist looks at. The situation in the Netherlands, as far as migrants are concerned, is clearly different from the one in Italy. In Italy it has become an acute problem because of the huge wave of migrants from Libya, the long Italian coastline which can hardly be monitored, and the high unemployment, especially among young people. I can well imagine the concerns of the Italian people. Moreover, it must be said that migrants also have their obligations towards the common good of the country where they are seeking refuge, and they must respect universal values, such as the inviolability of the human person.
Is it true that you are being forced to close many local churches? If so, why?
Yes, many churches have already been closed, and in the next ten years most of the churches will have to be closed. In the past, there were more than 350 [churches]. Now there are about 200 left. I predict that in 2028, the year when I turn 75 and will have to ask the Holy Father to resign, the Archdiocese of Utrecht will number about 20 parishes, with one or two churches in each.
What are the reasons for this?
The small number of faithful who still go to church and, consequently, the small number of volunteers, and the very low income to keep the churches open. There are churches with a capacity of 400-500 people and often even more, where only a few dozen faithful go on Sundays. Many parishes are also drawing on their financial reserves. Ultimately, people abandoning the cause leads to the church closing its doors. We are currently experiencing this decline, but we hope to reappear smaller yet more alive.
The Synod on the Amazon [will be held next year]. It’s said “viri probati” will be discussed. Are we moving towards a concession for married priests?
I understand that priests are needed and that, in certain places in the world, the need is more pressing than in northern Europe. But married priests are not, in my opinion, the solution. If it were allowed only for certain territories, inequality would arise within the Catholic Church across the world, on a very important point. To allow such a thing temporarily is not a solution — once it is decided in this way, it becomes irrevocable. With this, priestly celibacy, a splendid and fruitful centuries-old tradition of the Latin Church, would be lost. Moreover, in the case of the ordination of “viri probati,” they would lack priestly formation in a seminary.
Diane Montagna