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sábado, 15 de diciembre de 2018

COPE y Carlos Herrera: atronador silencio de TODOS los obispos españoles (Carlos Esteban)



La cadena de radio COPE, como la televisión 13TV, son propiedad e iniciativa de la Conferencia Episcopal Española, que representa a todos los obispos de España. Por eso es un escándalo que su locutor estrella, Carlos Herrera, defienda públicamente posturas absolutamente incompatibles con la doctrina católica sin que uno solo de los 81 obispos -uno, al menos- españoles haya salido a la palestra para explicar este absurdo.

¿Debe la jeraquía eclesiática ser propietaria de medios de comunicación? En principio, no hay el menor problema. Aunque, en una sociedad abierta y próspera, cualquier laico o grupo de laicos puede ocuparse de representar en la escena mediática la postura -o, mejor, las posturas- católica frente a la audiencia, puede tener sentido que el episcopado quiera aportar una voz ‘oficial’ que, incluso sin ánimo de lucro, ayude a la evangelización y a acercar almas a Cristo, que es la labor de los pastores. Esa sería su única justificación.

Pero esa misma justificación se convertiría en grave escándolo y en ocasión de confusión entre los fieles si dichos medios -en nuestro país, especialmente, la COPE y 13TV- dedican la mayor parte de sus esfuerzos a apoyar opciones políticas que no respetan los principios irrenunciables detallados por Benedicto XVI y, mucho más, si transmiten ideas frontalmente contrarias a la doctrina de la Iglesia.

La semana pasada, el más popular y seguido de los locutores de la COPE, Carlos Herrera, en una entrevista concedida a Jordi Évole, Carlos Herrera calificó de “barbaridad” el proyecto de Vox de acabar con la financiación pública del aborto y de los cambios de sexo. “El aborto está regulado por ley”, dijo Herrera, añadiendo que en el negocio de acabar con la vida del no nacido en el vientre de su madre “se ha llegado a determinados consensos. A mí me parece siempre un fracaso, el aborto es un fracaso, es efectivamente una pelea con la vida, pero dejémoslo como está. Yo no voy a hacer de eso una bandera particularmente“. En relación a los mal llamados ‘cambios de sexo’, Herrera dijo que Vox desconoce el “drama” de “algunas personas que viven en un cuerpo y son de otro cuerpo. Si eso se puede arreglar, ¿de verdad de verdad es tan problemático arreglarlo? ¿De verdad de verdad es tan caro arreglarlo? ¿El problema de la sanidad española es ése? Me da a mí la sensación de que no”.

Lea también: A Carlos Herrera le parece “una barbaridad” que VOX pida que no se paguen abortos con dinero publico

Qué sea “vivir” en un cuerpo, como si uno fuera el tripulante de su propio organismo, no lo aclara el famoso locutor pero, en cualquiera de los dos casos, Herrera se separa millas de la doctrina de la Iglesia cuya difusión, suponemos, queremos creer, es la razón de que exista la cadena de los obispos.

No, no vale eso de “esa es la opinión personal de Herrera, nada que ver con la línea editorial de la cadena”. Los obispos son los sucesores de los apóstoles, no un grupo empresarial que pueda hacer esos hipócritas distingos. Y Herrera es su ‘primer espada’. No pueden ignorar la terrible confusión que siembra oír a la estrella de su cadena defendiendo lo que la Iglesia condena sin paliativos ni matices.

Ni siquiera vale hacerse el loco con excusas de ‘libertad’ que no solo no aplica ningún dueño de medios en lo que le interesa reflejar, sino que tampoco ejercen los obispos en lo que les conviene, es decir, a la hora de reprender a quien se excede -o parece excederse- por el lado en que puede resultar socialmente impopular para los prelados. Todos sabemos de sacerdotes que se toman libertades doctrinales y litúrgicas que rozan, en unos casos, la herejía y en otros la blasfemia, sin que a su superior se le mueva un músculo. Pero también recordamos, por ejemplo, lo poco que tardó el cardenal Carlos Osoro, arzobispo de Madrid, en desautorizar con extraordinaria dureza un comentario hecho por el sacerdote Santiago Martín durante los avisos en una misa. No defendemos los comenarios de Martín -tampoco los censuramos-, nos limitamos a señalar que quedan muy por debajo de muchos otros escándalos clericales casi comunes.

Pero, como decíamos ayer, no esperamos grandes heroicidades de los obispos. Ayer, por cierto, declaraba Argüello, nuevo portavoz, que apuntarse a clase de Religión hoy es “heróico” porque en ocasiones puede suponer quedarse una hora más en clase o estar aprendiendo cuando los otros niños juegan. Y, naturalmente, si ese es el concepto que tienen nuestros obispos de la heroicidad, se entiende que sean todos tan tímidos, apocados y timoratos.

No, no esperábamos que despidieran a Herrera. Aleccionados por la experiencia, también nos habíamos resignado a que no hubiera una aclaración oficial de la CEE que incluyera una sentida disculpa, no. Nos bastaba con un solo obispo, uno de esos ochenta que, colectivamente, representan y son representados por la CEE. Un único valiente que saliera a la palestra para decir que él, a título personal, como obispo de tal y cual diócesis, no estaba de acuerdo con la barbaridad que había declarado la estrella de la cadena episcopal.

Pero no, ni uno entre todos ellos. No creo que tengamos que añadir nada más, ni sería prudente.

Carlos Herrera