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martes, 2 de abril de 2019

Una apuesta para el cardenal Baldisseri (Carlos Esteban)



En la presentación de la exhortación postsinodal Christus vivit, el cardenal Lorenzo Baldisseri la ha presentado como una ‘carta magna’ para la pastoral juvenil en el próximo futuro. Y aquí tenemos serias razones para ponerlo en duda.

¿Alguien sabe si el cardenal Baldisseri es jugador? Porque querría plantearle respetuosamente una apuesta. En la presentación del motu proprio postsinodal Christus vivit, el cardenal Lorenzo Baldisseri ha definido el texto de más de 32.000 palabras como un “hito” en el camino del sínodo -ese que se presentaba como ‘de la juventud’ y acabó siendo, por sorpresa de última hora, ‘de la sinodalidad’. También ha añadido Baldisseri que la exhortación “constituirá para el futuro próximo la magna carta de la pastoral juvenil y vocacional en las diversas comunidades eclesiales, todas marcadas, -aunque de diferentes maneras según las diferentes latitudes- por una profunda transformación de la condición juvenil”.

Yo me apuesto lo que Su Eminencia quiera a que no. Le apuesto que este túrgido documento no será ‘carta magna’ en absoluto, ni siquiera para quienes sean capaces de leer de cabo a rabo un texto interminable donde se repiten los lugares comunes y consignas de este pontificado. Estoy convencido de que será ignorado hoy y olvidado mañana, igual que ese ‘pacto para la paz’ firmado con el Gran Imán de Al Azhar que el Papa quiere que se estudie en las universidades como si fuera el Decreto de Constantino.

Más que una carta magna, Christus vivit parece una tortuosa hoja de ruta, y más que dirigirse a la juventud católica practicante real parece escrita para esa ‘juventud congelada’ que es la generación clerical de coetáneos de Su Santidad, los jóvenes que en el 68 decidieron que la suya era la juventud definitiva e inamovible, los que eran jóvenes sacerdotes o seminaristas cuando se propagó ese fantasma llamado "el espíritu del Concilio".

Esa es una de las claves esenciales de este pontificado, que se presenta como una renovación, una adaptación a los tiempos que vivimos, cuando en realidad es el último tren de una generación que vive con la frustración de esa ‘revolución pendiente’

Por eso, cuando Francisco habla de esos curas demasiado estrictos en el confesionario o que insisten indebidamente en cuestiones ‘de cintura para abajo’, se está refiriendo a una Iglesia que no existe salvo, quizá, en sus recuerdos. Nadie que lleve una mínima práctica religiosa católica puede pretender que el problema hoy es de estricto moralismo o de una adherencia pelagiana a las normas o aun a la doctrina.

Y esa es también la contradicción interna de la Curia actual. Francisco habla en la exhortación de la necesidad de introducir en la Iglesia “cambios concretos” y pide que la Novia de Cristo deje de lado estrechos prejuicios y “escuche atentamente a los jóvenes”. “Una Iglesia a la defensiva, que pierde la humildad, que deja de escuchar, que no permite que la cuestionen, pierde la juventud y se convierte en un museo”. Y, sin embargo, quienes han hablado íntimamente con el Papa insisten a menudo en su obsesión por hacer irreversibles los cambios que quiere introducir. ¿Qué sentido tiene un ‘cambio irreversible’, o en qué sentido puede lo irreversible reflejar una ‘apertura a los cambios’?

Y es que, al igual que esas definiciones estáticas de ‘juventud’ y ‘modernidad’ que tan poco tienen que ver con su propia esencia cambiante, tampoco el ‘cambio’ anunciado se quiere que cambie.

En algunas ocasiones hemos hablado de la conversión de una Iglesia que era la ‘roca inmutable’ en una institución entregada al ‘pensamiento líquido’ y constantemente cambiante, pero también esa conclusión es engañosa. Nadie quiere ‘el cambio’; nadie pretende que es bueno ‘cambiar’ en sí mismo, ni siquiera ‘actualizarse’; todo el mundo tiene una idea de lo bueno y de lo malo, de lo que conviene y lo que no, y habla de apertura al cambio para introducir esas ideas que quiere ver impuestas. 

Se llama ‘cambio’, por ejemplo, a una relajación litúrgica que lleva con nosotros medio siglo, pero pueden apostar a que si la novedad que quisieran los jóvenes de verdad, no los de ‘selfie’ papal, fuera una liturgia más respetuosa o incluso tradicional, una doctrina más clara y exigente, o ese anhelo perpetuo de toda joven generación, certezas en las que apoyarse y sobre las que construir su vida espiritual, dudamos mucho que fueran aplaudidas con el mismo entusiasmo.

Carlos Esteban

viernes, 16 de noviembre de 2018

ACTUALIDAD COMENTADA: Alta tensión en Estados Unidos ( P. Santiago Martin)


Duración 10:03 minutos

Gato podrido (comentado por José Martí)


Todo parece indicar que el gato encerrado murió hace tiempo y que su cuerpo hiede. Es decir, que la podredumbre que se esconde bajo la alfombra de la Iglesia es mucho, pero mucho peor de lo que cualquiera de nosotros y cualquiera de sus enemigos pudiera haber imaginado.

Analicemos la noticia sobre la que publicamos una columna en el post anterior: la decisión del papa Francisco de prohibir explícitamente  a la Conferencia Episcopal de Estados Unidos de que haga algo concreto para investigar en serio la cuestión de los abusos sexuales por parte del clero y de los obispos.

Una primera objeción que podríamos plantear es que parece incoherente que el pontífice que se ha presentado como el adalid de la colegialidad, que en la exhortación apostólica Evangelii gaudium (núm. 16) escribió: 

“No es conveniente que el Papa reemplace a los episcopados locales en el discernimiento de todas las problemáticas que se plantean en sus territorios. En este sentido, percibo la necesidad de avanzar en una saludable «descentralización»”, y que en el último sínodo de los obispos se preocupó para que cobrara protagonismo el tema de la sinodalidad, tome una medida de este calibre. 

Es que difícilmente puedan encontrarse en la historia reciente de la Iglesia un acto de ejercicio de autoridad tan contundente y grave: prohibir que los obispos de una de las conferencias episcopales para grandes e importantes del mundo hagan lo que el sentido común indica que debe hacerse: llegar al fondo de la verdad para limpiar y sanar. Esta objeción, sin embargo, se resuelve fácilmente cuando se conoce a Bergoglio que, como buen jesuita y como buen peronista, no tiene ningún empacho en decir una cosa y hacer otra.

Pero más allá que su conciencia y su sentido de la coherencia no sean óbice, lo cierto es que esta decisión tiene un costo político enorme. Porque no se trata solamente de un acto de autoridad que suena repulsivo para oídos democráticos como los americanos; va mucho más allá ya que: 
  1. Alimenta la desconfianza y hostilidad que ya existía en buena parte de esos obispos contra Francisco. Recordemos que hace poco más de un año votaron como su presidente al cardenal Di Nardo, en contra de la voluntad del pontífice que quería en ese lugar a Cupich (Los obispos argentinos, en cambio, bajaron la cabeza y votaron, en la tercera ronda, a Mons. Ojea como su presidente acatando, como cobardes que son, las órdenes vaticanas). Una buena parte de los obispos americanos son de tendencia conservadora y Bergoglio los tiene hartos con sus ambigüedades y agachadas. Esto no hará más que agrandar esa grieta.
  2. Ahondará las diferencias y rivalidades entre la misma conferencia episcopal, ubicando a un lado a los francisquistas y en el otro a los anti-francisquistas, y la discusión ya no es un detalle dogmático: es acabar de una buena vez con el escándalo de los abusos.
  3. Estas diferencias episcopales se reflejarán rápidamente en los laicos, que son bastante más gravitantes que en las zonas latinas. Y la enorme mayoría de ellos clama por una solución al tema. Es decir, Francisco no solamente tendrá una fuerte resistencia en el ámbito episcopal y clerical, sino también en el de los laicos. Y eso, entre otras muchas cosas, significa dinero, muchos millones de dólares que dejarán de fluir a las arcas vaticanas. 
  4. El hecho tendrá un fuerte impacto, no en el común de la gente a la que no le llegará la noticia, sino a los analistas. A ninguno pasará desapercibida la maniobra dilatoria y de franco encubrimiento que esta haciendo Francisco.
Todas estas consecuencias, y muchas otras que no se me ocurren, debe haberlas sopesado Bergoglio antes de tomar su decisión, y sin embargo, siguió adelante. Deben existir, entonces, motivos de mucho peso para arriesgar de esa manera su credibilidad y pagar un costo tan alto. ¿Cuáles serán? Pueden ser varios. Por ejemplo, las cartas de Mons. Viganò. Más allá del silencio y de la aparente displicencia con la que el Papa está tratando el caso, lo cierto es que constituyen una piedra dentro de sus zapatos negros que cada vez se hace más grande y más incómoda y a la que finalmente deberá responder.

Pero hay otro motivo más evidente aún: la mancha de los abusos llega mucho más alto de lo que pensamos y una investigación en serio dejaría al descubierto una cloaca inimaginable. Visto desde otro ángulo, las cetrinas americanas confluyen en el albañal romano, porque la mancha séptica ya dejó los Estados Unidos llevándose puesto a un cardenal y a cientos de curas, y rodea la misma colina vaticana. Recordemos algunos hechos:
  1. Según se publicó recientemente, el cardenal Francesco Coccopalmerio habría participado activamente de la orgía de sexo homosexual y drogas en la que fue descubierto su secretario, Mons. Capozzi.
  2. El recientemente nombrado Sustituto de la Secretaría de Estado -tercero en poder- del Vaticano es Mons. Edgar Peña Parra, sobre los cuales aparecieron documentos acerca de sus prácticas homosexuales. Y en un sentido similar se pronunció Mons. Viganó.
  3. El cardenal Maradiaga, uno de los más cercanos al Papa Francisco, fue denunciado por sus propios seminaristas como encubridor de un red de corrupción homosexual, de la que participaba su auxiliar, Mons. José Pineda.
  4. Mons. Viganò dio por escrito indicios de lo que se sabía en Buenos Aires desde hace años: las graves debilidades que tendría Mons. Fabián Pedacchio, secretario privado del Papa Francisco y “gran amigo” del secretario de la Congregación de Obispos, Mons. Ilson de Jesus Montanari.
Podemos detenernos aquí. Es suficiente para darse cuenta que la mancha rodea al mismo solio petrino. Son los más estrechos colaboradores de Bergoglio los que están comenzando a mancharse.

¿Hasta dónde llegaremos?, es la pregunta que nos hacemos todos los días. ¿Desde cuándo?, es la otra.

Y me pregunto si habría que dar crédito a tantas cosas que se dijeron y que siempre consideramos habladurías y obra de los enemigos de la Iglesia. ¿Habrá sido falsa, como todos los píos católicos creyeron, la acusación pública que hizo Roger Peyrefitte en 1976 contra Pablo VI, afirmando que era homosexual y que, mientras era arzobispo de Milán, y quizás incluso más tarde, tuvo como amante al actor italiano Paolo Carlini? 

¿Serán solamente habladurías lo que se comentaba con cierta insistencia en los alrededores de la curia porteña cuando era cardenal arzobispo Jorge Bergoglio acerca de los métodos de espionaje y extorsión que empleaba contra los sacerdotes de su propia diócesis que tenían debilidad por los muchachitos?  ¿Habrá sido solamente un descuido debido a su ingenuidad, que el entonces cardenal Bergoglio haya sido el principal valedor de la carrera episcopal de Mons. Juan Carlos Maccarone quien, luego de haber sido filmado en medio de refocilos con su chofer, afirmó que todos sus hermanos en el episcopado conocían su “debilidad” y aún así lo habían elevado al arzobispado santiagueño? 

Datos y preguntas que debemos hacernos. Ya no se trata de ser más o menos discreto; no se trata de refugiarnos en la negación hundiendo la cabeza en la arena para no ver ni oír. Ese camino ya está clausurado. Se trata de seguir adelante rogando de día y de noche que el Señor fortalezca nuestra fe y la de nuestros hermanos.

Addenda: Abyssus abyssum invocatuna sima llama a otra sima, dice la Escritura. Este descontrol de perversión sexual que estamos viendo en las más altas cumbres purpúreas, no viene solo. La gendarmería pontificia, cuando irrumpió en las habitaciones del Mons. Capozzi, no se encontró solamente escenas de sodomía; se encontró también con droga. Y creo que esta es otra de las líneas que habrá que seguir. No viene mal recordar aquí el hecho sucedido en septiembre de 2014, cuando la policía francesa secuestró el automóvil del cardenal argentino Jorge Mejía cargado de droga y conducido por quien se dio a conocer como gran amigo del secretario personal del cardenal, P. Luis Ducastella. La afición de este sacerdote por los giovanotti italianos era bien conocida. Sí, otro secretario cardenalicio bajo sospechas. ¿Habrá que extenderlas también al propio finado Mejía, de tristísima memoria? Eran especies que deslizaban los malvados en los corrillos vaticanos.

Moraleja: Creo que hay un hecho que está dejando de ser mera presunción para ubicarse en el plano de las certezas: la Iglesia está gobernada por una camarilla de ruines personajes que no tienen fe. Y lo más grave no es su perversión sexual; lo más grave es su falta de fe. McCarrick, Coccopalmerio y el resto de la canalla de la que venimos hablando desde hace un buen tiempo, no pueden tener fe. Un hombre de fe no hace lo que ellos hicieron. Aquí no estamos frente a un resbalón o a un mal paso que cualquiera puede tener. Estamos frente a un plan sistemático de perversión, y para llevarlo a cabo se necesita de hombres que hayan abandonado hace rato la fe en el Dios Trinitario y en la Redención de Jesucristo.

Estamos siendo testigos del fin de la Iglesia, de la Iglesia tal como la conocimos y como la conocieron nuestros padres y los padres de nuestros padres. 

The Wanderer

COMENTARIO PERSONAL

Este artículo es como para poner los pelos de punta, pues lo que en él se afirma coincide exactamente con lo que está ocurriendo. Cierto que The Wanderer hace una serie de conjeturas, que son simples opiniones personales, pero que dejan abierto, sin embargo, un camino hacia la duda y nos dan qué pensar sobre ciertas acusaciones que han hecho los enemigos de la Iglesia ... a las que se las ha considerado, prácticamente siempre, como calumnias ... y nadie se ha molestado en comprobar su veracidad. Eso tiene sentido (es «normal» que tu enemigo hable mal de tí y mienta) ... pero lo que está sucediendo ahora nos pone sobre aviso. ¿No habrá algo de verdad en alguna de esas denuncias contra la  Iglesia? No lo podemos saber, pero a la vista de la situación actual no parece tan descabellado que pudiesen ser verdad, tal vez no todas, pero sí alguna de ellas. 

Todo esto no es bueno para la Iglesia que, como dice The Wanderer, está siendo gobernada, con toda probabilidad, por hombres sin fe (que, posiblemente, nunca la hayan tenido) ... y todo ello ante el silencio cómplice de tantos miembros de la Jerarquía que, supuestamente, tendrían que pronunciarse con toda claridad, por el bien de los fieles. Y, en concreto, deberían haber denunciado ya muchos de los dichos, hechos y omisiones del papa Francisco. Pero no se atreven. 

Sería conveniente (necesario, diría yo) que, sobre el asunto de los abusos, antes de que todo esto pase al olvido, al menos los 83 obispos americanos que han votado en contra de estas disposiciones arbitrarias de Francisco, le hiciesen frente. Y no por nada sino porque lo que está en juego es el porvenir de la Iglesia y su supervivencia como tal, algo de lo que tendrán que dar cuenta ante Dios los susodichos obispos. ¡Qué bueno sería que siguieran los consejos de Monseñor Viganò!

Se avecinan tiempos muy difíciles para la Iglesia, máxime cuando sus mayores enemigos son, precisamente, los que se supone que son «pastores» cuando son, realmente, lobos, que pretenden la aniquilación y la destrucción completa de la Iglesia en todo el mundo, sustituyéndola por otra «Iglesia», la del «Nuevo Orden Mundial», que daría al traste con dos mil años de Historia de la Iglesia y supondría que Jesucristo fue un hombre más, extraordinario si se quiere, pero sólo un hombre. Son muchos los que no creen en la divinidad de Jesucristo ... pero en su pecado llevan ya el castigo ... Y, desde luego, Dios no permitirá que su Iglesia desaparezca (la que Él fundó, no lo que estamos ahora contemplando con tristeza).

Eso sí: sus caminos no son nuestros caminos y se requiere de nosotros, los cristianos, los que intentamos serle fieles y no traicionarle, una oración y una fe más intensas que nunca. Y una seguridad absoluta en que la victoria final será de Jesucristo, como no puede ser de otra manera. El mundo y la «Iglesia» se están riendo de Dios y de su Madre, la Virgen María; y persiguen a todo aquel que siga creyendo en la Trascendencia y en el carácter de peregrinación propio de todo hombre que viene a este mundo. 

Pero por más que rechinen sus dientes y por grande que sea su odio, nunca podrán contra Jesucristo y «su Iglesia» pues «de Dios nadie se burla» (Gal 6, 7). Y su Palabra «es viva y eficaz y más cortante que una espada de doble filo. Penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las articulaciones y de la médula, y descubre los sentimientos y pensamientos del corazón. No hay ante ella criatura invisible, sino que todo está desnudo y patente a los ojos de Aquel a quien hemos de rendir cuenta» (Heb 4, 12-13).

En realidad, tan solo tenemos que recordar las palabras que Jesús dirigió a sus discípulos antes de ascender a los cielos, cuando les habló de los últimos tiempos: «Si alguien os dijese: 'Mirad, el Cristo está aquí o allí', no os lo creáis. Porque surgirán falsos mesías y falsos profetas, y se presentarán con grandes señales prodigios para engañar, si fuera posible, incluso a los elegidos. Mirad que os lo he predicho» (Mt 24, 23-25). «Cuando veáis todas estas cosas sabed que [el momento] es inminente, que está a las puertas» (Mt 24, 33).

Pero sus palabras no son de desánimo sino, por el contrario, son motivo de alegría para cuantos creen en Él: «Cuando comiencen a suceder estas cosas, erguíos y levantad la cabeza, porque se aproxima vuestra redención» (Lc 21, 28). «Os he dicho esto para que tengáis paz en Mí. En el mundo tendréis sufrimientos, pero confiad: Yo he vencido al mundo» (Jn 16, 33).
José Martí

sábado, 10 de noviembre de 2018

EXCLUSIVO: Análisis del documento final del Sínodo de Jóvenes por el obispo Atanasio Schneider (Diane Montagna)

(Traducido al español por Infovaticana)


El documento final del recientemente concluido Sínodo de Obispos sobre los Jóvenes “está lleno de expresiones sentimentales” y también manifiesta, en algunos pasajes clave, que la jerarquía superior “ha utilizado a los jóvenes” para llevar adelante su agenda, ha declarado mons. Athanasius Schneider.

“El enfoque básico del documento manifiesta claramente una tendencia hacia el naturalismo, el antropocentrismo, la ambigüedad doctrinal, el sentimentalismo y el subjetivismo”, ha dicho el obispo auxiliar de Astaná, Kazajistán, en una entrevista exclusiva a LifeSiteNews, el 5 de noviembre. “Esta tendencia puede identificarse inequívocamente como un neo-pelagianismo vestido de clericalismo”, ha añadido.

Ha continuado diciendo que mientras que los Padres de la Iglesia se reunían sobre todo para rechazar las herejías, el actual sínodo de los obispos permanente lleva a “una mayor burocratización” de la Iglesia, a expensas de la “Iglesia de los pobres”.

También ha discutido otras áreas específicas que son motivo de preocupación del documento final del sínodo, como la sinodalidad, la sexualidad, la conciencia, los abusos sexuales por parte del clero y el papel de las mujeres en la Iglesia.

Ha dicho que la sinodalidad ha sido utilizada por algunos representantes de la alta jerarquía eclesial para “promover su agenda personal”; que el tema del papel de las mujeres en la Iglesia también ha sido utilizado para llevar adelante un “ideología feminista poco femenina” y que el documento final “esquiva el tema central” de los abusos sexuales porque fracasa en debatir el debate sobre el papel “demostrado” y “crucial” que tiene la homosexualidad en el abuso sexual de menores.

También ha observado algunos elementos positivos en el texto, pero ha indicado que hay “omisiones” y “términos tendenciosos” que, dice, “reflejan una ideología concreta”.

En lugar de dar a los jóvenes “un pan casero, sano y nutritivo”, les han ofrecido “una limonada excesivamente edulcorada”.

A continuación, la entrevista de LifeSiteNews a mons. Athanasius Schneider.

LSNExcelencia, como pregunta general, ¿en qué difiere el documento final del Sínodo sobre los Jóvenes, recientemente concluido, de otros documentos finales, en lenguaje, contenido y estilo?

MAS: La principal diferencia entre el documento final de este sínodo y los de los sínodos anteriores la hallamos en el hecho de que ha sido inmediatamente aprobado por el Papa. Respecto al contenido, ha sido la primera vez que una asamblea con obispos católicos de todo el mundo ha abordado de manera explícita el tema de los jóvenes. El lenguaje y el estilo también es bastante diferente a los documentos de los sínodos anteriores en la medida en que le falta claridad doctrinal y está lleno de expresiones sentimentales, un rasgo que también ha caracterizado, en parte, el Informe Final del Sínodo sobre la Familia de 2015.

Importancia del magisterio

LSNSegún la nueva constitución apostólica sobre la estructura de los sínodos, Episcopalis Communio, si el documento final “es aprobado expresamente por el Romano Pontífice”, o si él “concede a la Asamblea del Sínodo potestad deliberativa, según norma del can. 343 del Código de derecho canónico”, el documento final “participa del Magisterio ordinario del Sucesor de Pedro”. ¿Cuál es su opinión al respecto? ¿Cómo deben comprenderlo los laicos?

MAS: Primero tenemos que aclarar el significado de “Magisterio ordinario”. Esta expresión es nueva y no existía hasta antes el tiempo del Papa Pío IX. Sin embargo, el Papa Pío IX y el Concilio Vaticano I nunca utilizaron la expresión “Magisterio ordinario”, sino más bien “Magisterio universal ordinario”. El ejercicio del Magisterio se comprendía como infalible, lo que significa que todo el episcopado, junto con el Papa, enseña de manera inalterable siempre y en todos los lugares las cosas necesarias para la salvación. Fuera de las definiciones infalibles del Papa (llamadas ex cathedra), de las definiciones doctrinales infalibles de los Concilios Ecuménicos y de la enseñanza constante e infalible del Magisterio universal ordinario, no hay otros documentos del Magisterio que puedan ser considerados como infalibles.

Para evitar confusiones con el “Magisterio universal ordinario” infalible, sería mejor utilizar expresiones como “Magisterio diario ordinario del Romano Pontífice y los obispos”, o “Magisterio diario del Romano Pontífice y los obispos”. Desde un punto de vista teológico, es posible -y a veces, desde un punto de vista pastoral, también útil-, hacer esta distinción, por ejemplo, cuando el Romano Pontífice, junto al colegio cardenalicio, o con representantes de todo el episcopado, o con un grupo de obispos de una región, emite un documento no-infalible como parte del Magisterio diario ordinario.

El papel que tiene un sínodo

LSNEpiscopalis Communio, en el n. 3, dice: “El Sínodo de los Obispos, que en el nombre se remitía simbólicamente a la antigua y riquísima tradición sinodal de la Iglesia, tenida en gran estima sobre todo en las Iglesias de Oriente, tendría normalmente función consultiva, ofreciendo al Romano Pontífice, bajo el impulso del Espíritu Santo, informaciones y consejos sobre las distintas cuestiones eclesiales. Al mismo tiempo, el Sínodo podría gozar también de potestad deliberativa cuando el Romano Pontífice se lo concediese”. ¿Qué luz arrojaban los Padres de la Iglesia sobre el papel de un sínodo? En su forma actual, ¿puede un sínodo ser deliberativo?

MAS: En la época de los Padres de la Iglesia, había frecuentes reuniones regionales o sínodos de obispos, cuyo objetivo era triple: rechazar las herejías, definir de manera más concreta la doctrina católica y resolver cuestiones disciplinarias de gran relevancia, corrigiendo los abusos y la laxitud presente en la disciplina de la vida de la Iglesia. En esos tiempos no había reuniones de obispos por el mero hecho de tenerlas, sin más, o para discutir programas pastorales, como sucede ahora con la práctica actual del Sínodo de los Obispos, iniciada por el Papa Pablo VI en 1965. En la época de los Padres de la Iglesia no se organizaban encuentros para discutir los programas pastorales. Sólo se reunían cuando había una emergencia real y grave. Preferían dedicar su valioso tiempo a la oración y a llevar a cabo una evangelización directa y ferviente.

En lo que respecta a la situación actual, a partir del Concilio Vaticano II, el Romano Pontífice ha aumentado la participación de los obispos de las distintas regiones en la toma de decisiones y en el proceso consultivo de los dicasterios de la curia romana: en primer lugar, hay obispos que son miembros de los dicasterios; y, en segundo lugar, hay obispos que son consultores de los dicasterios.

No debemos olvidar que el colegio cardenalicio es el primer cuerpo consultor del Romano Pontífice. La amplia mayoría de los cardenales son, actualmente, obispos diocesanos procedentes de las distintas regiones del mundo. Por lo tanto, en la actualidad tenemos tres grupos estables de miembros del colegio episcopal cuyo papel es aconsejar y ayudar al Papa en el gobierno de la Iglesia universal. La institución del Sínodo permanente de los obispos es, en mi opinión, una innecesaria multiplicación de instituciones. Desgraciadamente, esto lleva a una mayor burocratización de la vida de la Iglesia, lo que conlleva un gasto enorme en un momento en el que la Iglesia continuamente declara ser una Iglesia de los pobres.

Además, los frecuentes y básicamente innecesarios encuentros del Sínodo de los Obispos les quita un tiempo valioso a los obispos, que deberían utilizar sobre todo para la oración y para proclamar la verdad del Evangelio (cf. Hch 6, 4).

Respecto a la pregunta si un sínodo en su forma actual puede ser deliberativo, diría que, de manera excepcional y con normas claramente definidas, es posible. Pero si esta asamblea sinodal deliberativa tuviera que reunirse de manera regular, se confundiría con el poder deliberativo de un concilio ecuménico, que es estrictamente colegial y universal y, como tal, es una forma extraordinaria de ejercicio del ministerio episcopal. Una asamblea episcopal deliberativa permanente a nivel universal es problemática desde un punto de vista dogmático, puesto que el Señor instituyó a Pedro y sus sucesores, y no a todo el episcopado, como gobierno universal supremo ordinario de la Iglesia. Tener asambleas sinodales deliberativas casi-permanentes conllevaría tener los efectos negativos del “conciliarismo”, que la Iglesia ya sufrió en el siglo XV.

Instrumentum laboris

LSNExcelencia, el Instrumentum laboris (IL) se ha abierto paso hasta el documento final (n. 3). Durante el sínodo, el IL fue ampliamente criticado por diversas razones; la principal fue su naturaleza demasiado sociológica. También incluía el acrónimo “LGBT” utilizado por el lobby homosexual. Un padre sinodal, que según parece hablaba en nombre de muchos obispos, dijo que esperaba que el documento de trabajo “muriera” para que así uno nuevo pudiera “germinar y crecer”. ¿Cuál es su opinión sobre la inclusión del Instrumentum laboris en el documento final?

MAS: El acrónimo “LGBT” es un astuto eslogan que es utilizado en una campaña de propaganda global para promover la ideología homosexual y la legitimación de los actos homosexuales. La mención neutral y no crítica de dicho término en un documento de la Santa Sede es inaceptable y demuestra, por este simple hecho, una especie de colaboración de la Santa Sede con la dictadura de la ideología homosexual totalitaria de nuestros días. La inclusión del Instrumentum laboris en el documento final del Sínodo es un modo deshonesto de aceptar que entre por la puerta de atrás, como si tal cosa, el inaceptable acrónimo político “LGBT”.

Sexualidad

LSNEl párrafo que ha encontrado más oposición por parte de los padres sinodales es el 150, con 65 votos en contra, de un total de 248. ¿Cuál es su valoración de este párrafo 150, sobre todo en lo que concierne a su uso del término “orientación sexual” y su llamada a una “profundización pastoral, teológica y antropológica” de la sexualidad? 

MAS: La referencia a la Carta a los obipos de la Iglesia católica sobre la atención pastoral a las personas homosexuales proporciona la correcta interpretación del término “orientación sexual”. Sin embargo, a nivel general se sabe, y se puede probar fácilmente, que hoy en día el término “orientación sexual” es altamente ambiguo, y es utilizado principalmente por la sección de propaganda ideológica del lobby homosexual y de las Naciones Unidas. El Catecismo de la Iglesia Católica utiliza el término “tendencia homosexual” que, de manera más apropiada, expresa las distintas inclinaciones morales y psicológicas desmesuradas, o la concupiscencia debida al pecado original. El término “orientación” implica una realidad positiva, un fin positivo y, por consiguiente, no debe utilizarse para expresar una tendencia homosexual.

Para un verdadero católico, y aún más para el Magisterio, una profundización pastoral, teológica y antropológica sobre la sexualidad puede sólo significar lo siguiente: mostrar de manera aún más clara la verdad revelada sobre la sexualidad humana, tal como Dios la concibió y la creó, y tal como la Sagrada Escritura y la Tradición de la Iglesia la han enseñado de manera inalterada y siempre con el mismo sentido y significado. Una profundización de este tipo deberá incluir necesariamente una estima por la virtud de la castidad.

Por desgracia, al documento final del Sínodo de los Jóvenes le falta esta declaración católica clara sobre la castidad. Espiritualmente podría haber sido de gran ayuda para los jóvenes si el documento final hubiera citado textos sobre la castidad, como el siguiente del Papa Juan Pablo II: “La verdadera felicidad exige entereza y espíritu de sacrificio, rechazo de cualquier componenda con el mal y disposición a pagar personalmente, incluso con la muerte, la fidelidad a Dios y a sus mandamientos. ¡Qué actual es este mensaje! Hoy se exaltan a menudo el placer, el egoísmo o incluso la inmoralidad, en nombre de falsos ideales de libertad y de felicidad. Es necesario reafirmar con claridad que se debe defender la pureza del corazón y del cuerpo, porque la castidad “custodia” el amor auténtico” (Angelus, 6 de julio de 2003).

Sinodalidad

LSNTambién ha habido mucha oposición al número 121 del documento final, sobre la forma sinodal de la Iglesia; 51 padres sinodales han votado en contra. Aunque apenas se ha abordado el tema de la sinodalidad durante el Sínodo, esta cuestión domina la tercera parte del documento final, lo que ha causado gran sorpresa entre los padres sinodales. Algunos sugieren que la sinodalidad será utilizada para hacer pasar una enseñanza más heterodoxa. ¿Cuál es su opinión e inquietud sobre el énfasis acerca de la sinodalidad presente en el documento final?

MAS: El hecho de que el tema estrictamente eclesiológico y, de algún modo, “clerical”, de la sinodalidad sea tan prominente en el documento del sínodo es asombroso, y parece sospechoso. Está claro que algunos de los componentes del clero de la jerarquía superior han utilizado el Sínodo sobre los jóvenes -y, por lo tanto, también a ellos, a los más jóvenes- para promover su agenda con el fin de mejorar su capacidad de toma de decisiones en el seno de la Iglesia, introduciendo así su ideología personal en la vida de la Iglesia, justificando sus fines a través de vagas referencias a los Padres de la Iglesia.

Es irónico que en el n. 121 del documento final se mencione a san Juan Crisóstomo para apoyar la “sinodalidad”, cuando fue precisamente este santo el que fue condenado por “sinodalidad”, es decir, por un sínodo de obispos. La condena sinodal de san Juan Crisóstomo cita los cánones del sínodo arriano de Antioquía, que por su parte condenó a san Atanasio.

Dos de los más grandes Padres y Doctores de la Iglesia, san Atanasio y san Juan Crisóstomo, fueron víctima de la “sinodalidad”. Fueron condenados por sínodos. Actualmente, san Juan Crisóstomo y san Atanasio, junto a san Ambrosio y san Agustín, están representados en las estatuas monumentales que sujetan en alto la cátedra de san Pedro, en el ábside de la Basílica de San Pedro en Roma.

Además, sabemos bien lo que pensaba san Gregorio Nacianceno, uno de los grandes teólogos de los Padres de la Iglesia, sobre la “sinodalidad”. Dijo: “Estoy decidido a evitar todo encuentro de obispos, porque no he visto ningún sínodo acabar bien, como tampoco he visto aplacar, en lugar de agravar, los problemas” (Ep. ad Procop.). Insistir en el tema de la “sinodalidad” en el documento final, haciendo caso omiso de los auténticos métodos sinodales -dado que este tema no fue suficientemente debatido en el aula sinodal, y no hubo tiempo suficiente para leer el texto final, que fue entregado a los obispos sólo en italiano-, es una clara demostración de clericalismo exasperado. Este clericalismo “sinodal” quiere transformar la vida de la Iglesia en una especie de parlamento mundano y protestante, en el que haya continuas discusiones y procesos de votación sobre cuestiones que no pueden ser sometidas a votación.

El papel de las mujeres en la Iglesia

LSNEl número 148, sobre el papel de las mujeres en la Iglesia, también ha sido citado como uno de los pasajes más controvertidos del documento final. Una fuente cercana al Sínodo ha dicho que la referencia a las mujeres de este párrafo como presentes en “los cuerpos eclesiales a todos los niveles”, rompe con la naturaleza apostólica de la Iglesia, y representa un “rechazo profundo” a las intenciones de Cristo sobre el liderazgo episcopal, además de socavar la paternidad espiritual de los sacerdotes. ¿Está usted de acuerdo? ¿Cree usted que hay maneras legítimas mejores con las que la Iglesia pueda involucrar a las mujeres en el proceso de toma de decisiones? ¿Y cuáles son los límites?MAS: La inclusión del tema “el papel de las mujeres en la Iglesia” en el debate sinodal y en su documento final demuestra, una vez más, el abuso que miembros de la alta jerarquía eclesial hacen de nuestros jóvenes, de los más pequeños, por su deseo de tener otra Iglesia: quieren dar a una ideología feminista poco femenina la base para una acción dentro de la Iglesia. Una mujer verdaderamente católica no desea tener el poder de decisión en la política eclesial, o sobre cuestiones que, por su naturaleza, pertenecen a la jerarquía establecida de manera divina. Una mujer verdaderamente católica detesta las luchas de poder en la vida de la Iglesia. El mayor poder de toma de decisiones que tiene una mujer católica en la vida de la Iglesia es el ejercicio cristiano de la maternidad en la familia. ¿Puede haber un poder de toma de decisiones mayor que el de un madre que educa a un futuro santo sacerdote, un futuro santo obispo, un futuro santo papa? ¿Cuál es el increíble poder de decisión que tiene una joven que se convierte en Esposa de Cristo en la vida religiosa, y que por medio de su vida consagrada en un convento de clausura representa el corazón de la Iglesia? Hay mujeres santas que son Doctoras de la Iglesia. Conocemos sus nombres: santa Hildegarda de Bingen, santa Catalina de Siena, santa Teresa de Ávila, santa Teresa de Lisieux, por no mencionar a las dos patronas de Europa, santa Brígida de Suecia y santa Teresa Benedicta de la Cruz. Enseñaron a la Iglesia con lo que recibieron de la Iglesia, no con sus propias ideas, y pudieron hacerlo gracias a sus vidas contemplativas, de santidad y de amor a la integridad de la doctrina de la Iglesia.

En tiempos de gran tribulación para la vida de la Iglesia, y por amor a ella, estas santas mujeres no tuvieron miedo de elevar su voz para corregir filialmente a obispos y papas. Los clérigos, sin embargo, a menudo fueron cobardes y, preocupados por sus carreras, eligieron no expresar una corrección que era necesaria a la jerarquía. Las santas mujeres nombradas más arriba no pertenecían al poder que tomaba las decisiones en la Iglesia en su época. No hagamos que las mujeres católicas estén en los ámbitos donde se toman las decisiones porque si no perderán la libertad de corregir públicamente los abusos perpetrados por los clérigos, o de expresar una corrección filial a los niveles más altos de la jerarquía. No necesitamos mujeres clericalizadas que formen parte de la burocracia eclesial. La Iglesia de nuestros días necesita urgentemente nuevas santas Hildegardas, nuevas santas Catalinas, nuevas santas mujeres que, con su sabiduría y oración, enriquezcan la comprensión de la fe, y que con su valentía reprendan a los clérigos negligentes y abusadores a todos los niveles.

Conciencia

LSN¿Qué opina sobre cómo se ha abordado en el documento final el tema de la conciencia? (Ver ns. 107-109)

MAS: Las declaraciones del documento final sobre la conciencia en los números 107-109 reflejan la enseñanza de la Iglesia y son bastante aceptables. Para una comprensión más completa de la conciencia hubiera sido útil, sin embargo, que el documento mencionara también los peligros de los errores de conciencia y los obstáculos a una conciencia justamente formada. Hubiera sido de gran ayuda para los jóvenes si el documento final hubiera incluido explicaciones sobre la conciencia como, por ejemplo, la siguiente, del Beato John Henry Newman: “El sentimiento de lo justo y de lo injusto, que en la religión es el primer elemento, es tan delicado, tan irregular, tan fácil de confundirse, de oscurecerse, pervertirse, tan sutil en sus métodos de razonamiento, tan maleable desde la educación, tan influenciado por el orgullo y las pasiones, tan inestable en su curso que, en la lucha por la existencia, entre los múltiples ejercicios y triunfos de la mente humana, este sentimiento al mismo tiempo es el mayor y el más oscuro de los maestros; la conciencia no es un egoísmo clarividente, ni el deseo de ser coherentes con uno mismo” (Carta al duque de Norfolk).

Abusos sexuales

LSN¿Cuál es su opinión sobre el modo cómo el documento final ha abordado el tema de la crisis de los abusos sexuales, que ha afectado de manera especial a unas regiones concretas del mundo? (Ver ns. 29-31). El arzobispo mons. Charles Chaput ha dicho que los pasajes sobre el tema eran “inadecuados y decepcionantes” y que los líderes de la Iglesia de los países que no han sido sacudidos por la crisis de los abusos “claramente no comprenden su objetivo y gravedad”. “Falta en el texto unas disculpas de corazón”, ha añadido, y el clericalismo “es parte del problema de los abusos, pero no es en absoluto el tema central para muchos laicos, sobre todo para los padres”.

Estoy de acuerdo con las observaciones de mons. Chaput. La respuesta del documento a la cuestión de los abusos sexuales en la Iglesia es realmente insuficiente. La más dolorosa y, seguramente, una de las heridas más profundas en la vida de la Iglesia -los abusos sexuales de niños y adolescentes por parte de sacerdotes-, no se menciona de manera explícita, y está incluida en una lista de diferentes tipos de abuso, como el abuso de gente joven, el abuso de poder, el abuso de conciencia, los abusos económicos, etc.

El texto esquiva el tema central y no pone el dedo sobre la llaga. Al no hablar sobre el hecho demostrado de que la homosexualidad ha jugado un papel crucial en los abusos sexuales de menores, es deshonesto o está motivado ideológicamente, por ejemplo, se ha hecho para proteger la homosexualidad o por motivos políticos, es decir, para ser políticamente correcto con la opinión dominante, que niega la conexión entre homosexualidad y abuso sexual de menores.

En un estudio académico reciente, el Ruth Institute (situado en Louisiana, EE.UU.) demostró claramente la conexión entre los abusos sexuales de menores y la homosexualización del clero. Según este estudio, el 78% de los menores víctimas de abusos no eran niños, sino adolescentes varones post-púberes. El documento del Sínodo sobre la Juventud 2018 seguramente pasará a la historia como un texto en el que la jerarquía no admitió una de las causas principales del abuso sexual de niños y adolescentes, que es la homosexualidad en el clero. ¿Acaso esta negación de la evidencia en el documento sinodal no es también una forma de clericalismo?

Elementos positivos

LSN¿Qué elementos positivos ve usted en el documento final?

MAS: Hay, claro está, varios elementos positivos en el documento final. Se podrían mencionar los siguientes:

La llamada a la santidad, sobre todo en el n. 165.
Una descripción hermosa y teológicamente correcta de la Sagrada Liturgia en el n. 134; la importancia del silencio, el temor reverencial ante el Misterio, etc.
La importancia de la oración, la contemplación, la adoración Eucarística, la interioridad, las peregrinaciones y las devociones populares.
La necesidad de dar respuesta y razón de nuestra Fe, citando a 1 Pe 3, 15.
La mención de no crear una nueva Iglesia en el n. 60.
La mención de la gracia – siete veces; sin embargo, la palabra “acción” es mencionada el doble de veces que “gracia”.
La importancia de la dirección espiritual.
La mención de la ascesis y la lucha espiritual, y de la formación de la conciencia.
La oración por las vocaciones.
La hermosa conclusión en el n. 167.

Omisiones y términos tendenciosos

LSNExcelencia, ¿le gustaría añadir alguna cosa?

MAS: Para poder evaluar un documento hay que considerar las omisiones y los términos tendenciosos, ya que estos reflejan una ideología concreta. Desde luego, el enfoque básico del documento manifiesta claramente una tendencia hacia el naturalismo, el antropocentrismo, la ambigüedad doctrinal, el sentimentalismo y el subjetivismo. Esta tendencia puede identificarse inequívocamente como un neo-pelagianismo vestido de clericalismo.

Hay que considerar, por ejemplo, las siguientes omisiones, que hablan por sí solas. No hay palabras como: “sagrado”, “santo”, “roca”, “eterno”, “eternidad”, “sobrenatural”, “cielo” (en el sentido de vida eterna), “vencer”, “conquistar”, “resistir”, “defender”, “soldado”, “victoria”, “objetivo”, “fin”, “virtud” (en el sentido teológico), “alma” (en cambio “cuerpo” se menciona 19 veces), “verdad” (no en el sentido teológico o metafísico, sino sólo en relaciones psicológicas y humanas), “objetivo”, “objetividad”, “claro”, “convicción”, “ley de Dios”, “observancia”, “mandamientos”, “arrepentimiento”, “obediente”, “obediencia”, “martirio” (en el sentido de morir por la fe católica y Jesucristo), “reverencia” y “respeto hacia Dios”.

Hay también las palabras tendenciosas: “humano” (20 veces, mientras que “divino” aparece sólo dos), “cuerpo” (19 veces, mientras que “alma” no aparece nunca); “historia” (15 veces); “experiencia” (52 veces); “libertad” (38 veces); “acción y actividad” (25 veces, mientras que “gracia” sólo 7 veces); “tierra” (6 veces); “ecología” (3 veces); “sinodal o sinodalidad” (105 veces).

Es asombroso que las siguientes citas bíblicas, aptas en grado sumo para la formación de los jóvenes, no estén incluidas en el documento final:

“Se acercó uno a Jesús y le preguntó: ‘Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna?’. …Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos”(Mt 19, 16-17).
“Si hemos puesto nuestra esperanza en Cristo solo en esta vida, somos los más desgraciados de toda la humanidad” (1 Cor 15, 19).
“Por eso corro yo, pero no al azar; lucho, pero no contra el aire” (1 Cor 9, 26).
“Arraigados y edificado en él, afianzados en la fe” (Col 2, 7).
“Huye de las pasiones juveniles y busca la justicia” (2 Tim 2, 22).
“La fe es fundamento de lo que se espera, y garantía de lo que no se ve” (Heb 11, 1).
“Estáis firmes en la verdad que poseéis” (2 Pe 1, 12).
“Y lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe” (1 Jn 5, 4).

La voz eterna de la Iglesia

Las siguientes palabras de Juan Pablo II y de Pío XII reflejan la voz eterna de la Iglesia en su enseñanza a los jóvenes. Esta voz es intemporal en su contenido y lenguaje:
“¿Qué he de hacer para alcanzar la vida eterna?… ¿No somos nosotros la generación a la que el mundo y el progreso temporal llenan completamente el horizonte de la existencia?… Cuando nos ponemos ante Cristo, cuando Él se convierte en el confidente de los interrogantes de nuestra juventud, no podemos poner una pregunta diversa de la del joven del Evangelio: «¿Qué he de hacer para alcanzar la vida eterna?». Cualquier otra pregunta sobre el sentido y valor de nuestra vida sería, ante Cristo, insuficiente y no esencial. … Hemos de suponer que en este diálogo que Cristo sostiene con cada uno de vosotros, jóvenes, se repita la misma pregunta: ¿Sabes los mandamientos? Ésta se repetirá infaliblemente, porque los mandamientos forman parte de la Alianza entre Dios y la humanidad. Los mandamientos determinan las bases esenciales del comportamiento, deciden el valor moral de los actos humanos, permanecen en relación orgánica con la vocación del hombre a la vida eterna, con la instauración del Reino de Dios en los hombres y entre los hombres. … Si es necesario, sed decididos en ir contra la corriente de las opiniones que circulan y de los «slogans» propagandísticos. No tengáis miedo del amor, que presenta exigencias precisas al hombre. Estas exigencias –tal como las encontráis en la enseñanza constante de la Iglesia– son capaces de convertir vuestro amor en un amor verdadero” (Juan Pablo II, Carta Apostólica Dilecti Amici a los jóvenes del mundo, 31 de marzo de 1985).
“Jóvenes católicos, queréis ser verdadera y plenamente tales. A la irreligiosidad y la incredulidad que os rodean, oponéis vuestra fe firme, viva y activa. Vuestra fe será firme y luminosa sólo si la conocéis, no superficialmente o de manera confusa, sino clara e íntimamente. Vuestra fe será viva si vivís según sus máximas y observáis los mandamientos de Dios. El joven que santifica las fiestas afrontando cualquier dificultad o problema, que se acerca a menudo a la Mesa del Señor, que es verdadero y leal, dispuestos a socorrer a los necesitados, que respeta a las jóvenes y a las mujeres y que tiene la fuerza de cerrar los ojos y el corazón a todo lo que es impuro en los libros, las imágenes, las «películas», demuestra tener verdaderamente una fe viva. Observad que si no es viva, la fe ni siquiera es activa. Si otros hacen estos grandes esfuerzos para las obras del maligno, ¡cuán mayor deberá ser nuestro celo por la causa de Dios, de Cristo y de la Iglesia!. Cumpliréis con vuestro deber, también en vuestra vida terrenal, sólo si sois hombres de espíritu sobrenatural, para los que la unión con Cristo, la resurrección gloriosa y la vida eterna valen más que todas las cosas humanas. El mundo católico lleva en sí una fuente inagotable de prosperidad y de bien también en el campo de la vida terrenal, precisamente porque sitúa lo eterno por encima de lo temporal. Si no fuera así, su fuerza se extinguiría. […] En nuestros tiempos, la humanidad ha oído el mensaje del «derrumbamiento de todos los valores» (Umwertung aller Werte). … Precisamente en estos años de agitación económica y social, los valores religiosos y eternos han demostrado con fuerza su total indestructibilidad: Dios y su ley natural; Cristo y su Reino de verdad y gracia; la familia cristiana, siempre la misma y siempre espina dorsal y medida de cualquier orden económico y público; la dulce y segura esperanza del más allá, de la resurrección y de la vida eterna” (Discurso de Pío XII en el 80 aniversario de la juventud italiana de Acción Católica, 12 de septiembre de 1948).
Es una pena que en el primer sínodo sobre los jóvenes de la Iglesia no se citara una obra importante de un gran santo y Doctor de la Iglesia, san Basilio, que aborda explícitamente el tema de los jóvenes. Vale la pena citar de esta obra patrística los pasajes siguientes, que son intemporales y tan actuales para la juventud de hoy. Escribe san Basilio:
“Nosotros cristianos, hijos míos, sostenemos que esta vida humana no vale absolutamente nada y de ningún modo consideramos ni calificamos de «bueno» nada que nos reporte la plena satisfacción pero sólo restringida a aquella. … En nuestras esperanzas vamos más lejos y todo lo hacemos en preparación de la otra vida. […] Lo cierto es que quizá os lo expondría con suficiente claridad sólo con deciros que si uno con el pensamiento reúne a la vez y agrupa en conjunto toda la felicidad desde que existen seres humanos, no la encontrará equivalente ni siquiera a la parte más pequeña de aquellos bienes, sino que la totalidad de las lindezas de aquí por su valor se queda más lejos del más minúsculo de aquellos de lo que la sombra y el sueño lo están de la realidad. Es más, para servirme de un ejemplo más apropiado, tanto cuanto el alma es en todo más preciada que el cuerpo, tan grande es la diferencia entre una y otra vida. […] No, no hay cosa de la que más deba huir alguien sensato que de vivir pendiente del qué dirán y de tener en cuenta el parecer de la mayoría, y no hacer de la recta razón guía de la vida: en consecuencia, aunque haya que contradecir a toda la humanidad, tener mala fama y correr peligros en favor del bien, no elegirá remover nada de lo que se juzga correcto” (San Basilio Magno, A los jóvenes, capítulos 2, 9).
En lugar de dar a los jóvenes, metafóricamente hablando, un pan casero nutritivo y sano, proporcionándoles una formación pastoral, espiritual y doctrinal auténtica en contenido y lenguaje, el documento final de este sínodo ha fracasado en este aspecto y podemos decir, metafóricamente también, que es una “limonada excesivamente edulcorada”. La limonada dulce no le gusta a todo el mundo y no siempre, mientras que un pan casero, sano y nutritivo, es un alimento que tiene un gusto imperecedero y que da verdadera fuerza. Así han sido los documentos magisteriales auténticos de la Iglesia durante más de dos mil años: reflejaban de manera fiel e inequívoca, en su contenido y lenguaje, la Tradición perenne de la fe católica, testimoniada de manera privilegiada por los Padres y Doctores de la Iglesia, y también por muchos mártires y confesores jóvenes.

Publicado por Diane Montagna en LifeSiteNews; traducido por Elena Faccia Serrano para InfoVaticana.

sábado, 3 de noviembre de 2018

Manipulación grosera y abusos durante el Sínodo sobre la Juventud



El arzobispo de Sydney, Anthony Fisher, dio evidencia condenatoria sobre el Sínodo sobre la Juventud. Al hablar el 1 de noviembre con Edward Pentin expuso las maquinaciones aplicadas para presionar por la “sinodalidad”.

Fisher testificó que el tema “no estaba en el documento de trabajo, no estuvo en las discusiones de la asamblea general, no estuvo en las discusiones de los grupos lingüísticos, no estuvo en los informes de los grupos pequeños”. “Simplemente apareció, como de la nada”.

“En este sínodo, estuvimos redactando doctrina, como fuera, corriendo, con respecto a la sinodalidad, en menos de una semana”. Fisher comentó que hay un “peligro real” de que los sínodos puedan ser vehículos para la heterodoxia.

Agregó que los padres sinodales fueron cautelosos frente al “discurso vago del estilo sinodal”, el cual “puede significar toda clase de cosas en bocas diferentes y últimamente puede dividir mucho”. Su conclusión es que “ésa no es la forma de hacer doctrina”.

También hubo manipulación grosera durante la votación final, cuando el documento del Sínodo “fue leído demasiado rápido”, de tal modo que los traductores se esforzaron mucho para seguirlo. Como consecuencia de ello, “no estábamos siempre seguros de que se nos estuviera pidiendo votar Sí o No”.

[Esto muestra que la “sinodalidad” significa “ocultar abusos de poder detrás de una retórica engañosa”].

jueves, 1 de noviembre de 2018

Sínodo de obispos y cortinas de humo



Entre los usos y costumbres de la política en Argentina, cada vez más alejada de la verdadera política, entendida como el arte del bien común, existe la llamada táctica de las cortinas de humo. El gobierno de turno (cualquier gobierno), tratando de desviar la atención del pueblo sobre los principales problemas que aquejan al país, genera semana a semana, casi día a día, nuevos temas de debate, nuevas cuestiones, nuevos problemas, ordenados a manipular la opinión pública, con la esperanza de que las cuestiones fundamentales pasen al olvido. Se usa una expresión que lo dice claramente: “imponer y marcar agenda”. 

Cuando el gobierno se niega a admitir que la realidad, con sus inevitables problemas, es la que “impone la agenda”, es el propio gobierno el que “marca la agenda”, ficticia, inventada, ajena a los reales problemas.

Supongo que en la mayoría de los países sucederá algo parecido. Pero en estos días posteriores a la finalización del Sínodo de Obispos, a mí se me ha puesto en la cabeza que es en la Iglesia donde también está sucediendo hoy algo parecido. A fin de cuentas, y sin querer solazarme siendo mal pensado (sino sólo por intención de constatar y describir la realidad), el papa actual es argentino y, como arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, ha debido hacer política en su cargo anterior (y mucho me temo que nunca le ha desagradado el oficio, el de político quiero decir), y quizás algunos malos usos y costumbres del medio en que actuó se le hayan contagiado (involuntariamente, claro, no seamos mal pensados).

Hace alrededor de un mes, el profesor Roberto de Mattei escribía:
 “La impresionante rapidez con que se suceden los acontecimientos al interior de la Iglesia hace pensar que no sólo se deba a una dinámica de aceleración histórica, sino a una deliberada decisión de los agentes del caos para aumentar la desorientación y paralizar las fuerzas de quienes intentan contener la marea que avanza”.[1] 
Es cierto: da la impresión de que aquella consigna que en los comienzos de su pontificado daba el papa Francisco a los jóvenes: “Hagan lío”, la tiene él también como consigna propia, o bien (no seamos tan mal pensados) la tienen sus “amigos”, o sea quienes le rodean en la Curia, le asesoran y le asisten en el gobierno de la Iglesia.

Porque nadie que sea objetivo y sincero puede poner en duda que la realidad de la Iglesia en la actualidad está señalada por una crisis de fe que tiene su manifestación en una crisis moral sin precedentes, crisis de fe y crisis moral que han llegado a afectar a amplios estratos del clero y de la más alta jerarquía

Sin embargo, hoy la Santa Sede se niega a aceptar esta “agenda” impuesta por la realidad de los hechos, intentando señalar otra agenda, como si estuviera encendiendo cortinas de humo para desviar la atención de la opinión pública y, sobre todo, del pueblo fiel, desviarla de aquello que realmente importa y exige solución: la crisis de fe y crisis moral. Como si cada día Roma nos obligara a los católicos a ver un árbol, mañana otro, y pasado mañana otro… para que se nos pierda de vista el bosque.

Pero no puede haber suficientes cortinas de humo que nos tapen la realidad, los árboles no pueden impedirnos ver el bosque

La realidad ha impuesto la inevitable agenda, manifestada por las dubia, planteadas por los cuatro cardenales, y la Correctio filialis, expresada por tantas personalidades católicas de las que no se puede poner en duda su rectitud de intención. Ambas, Dubia y Correctio filialis, se dirigen a que el Papa, cumpliendo cabalmente con la misión que N.S. Jesucristo le ha confiado, confirme la Fe del rebaño [2], eliminando dudas y ambigüedades,  aclarando verdades, definiendo/recordando la fe y la moral de siempre, la moral de la ley natural y de la ley de Cristo, la moral del si-si y del no-no, llamando virtud a la virtud y pecado al pecado, señalando los errores que atacan la recta doctrina de fe y la recta doctrina moral. 

Pero la respuesta del Papa ha sido el silencio, es decir, la falta de respuesta, permitiendo de ese modo que sigan difundiéndose los errores, las herejías y la inmoralidad en el seno del pueblo fiel, y poniendo en gravísimo peligro la salvación eterna de las almas.

La realidad ha impuesto agenda, manifestada también por la valerosa declaración del arzobispo Carlo María Viganò, en sus tres cartas públicas. Y la respuesta del Papa ha sido y sigue siendo el silencio y la convocatoria a un sínodo de presidentes de todas las conferencias episcopales del mundo para febrero próximo, lo cual no hace más que dar largas al asunto, mantener los problemas sin solución y, al fin de cuentas, evadir las propias responsabilidades.

A la vez, negando la “agenda impuesta” por la crítica realidad de la Iglesia, el Papa no parece hacer otra cosa más que “señalar otra agenda”, cada vez más caótica y ficticia, ajena a las verdaderas necesidades de la hora actual.

- Ha seguido adelante con la celebración de un Sínodo sobre los Jóvenes del que nadie, ni siquiera los obispos participantes, ha tenido claro su objetivo ni su razón de ser (debiendo votar por un texto impuesto que ni podían leer).

- Otro día viene de arriba la imposición de la “sinodalidad” como problemática focal de la Iglesia, y precisamente impuesta a un sínodo, sin que sus actores tuvieran arte ni parte en traer ese tema a escena.

- Otro día es la petición de crear en Roma una nueva oficina para registro y control de los sitios y blogs de internet, sin ni siquiera darse cuenta de la inviabilidad de tal empresa.

- Otro día el foco de la atención se lo lleva la decisión del papa Francisco (él lo dijo: “Soy el único responsable”) de un acuerdo con el gobierno de China que no es sino sumisión al totalitarismo maoísta, despreciando cualquier prudente consejo y burlándose de la resistencia martirial de la Iglesia fiel en China.

- Otro día (ayer mismo) es la convocatoria a una cumbre climática en Roma, oponiéndose a la programada en Polonia, como si en el tema del “cambio climático” (de más que dudosa validez científica) nos fuera la vida y la salvación.

- Otro día son las canonizaciones de dudosos y hasta falsos santos y mártires que son ejemplo de poco y nada.

Y así siguiendo…, mes a mes, semana a semana, día tras día. ¿Es que no son cortinas de humo para desviar la atención de los verdaderos problemas?... 

Mientras, se mantiene el silencio negacionista del papa Bergoglio sobre la miseria populista en Venezuela, la persecución anticristiana en Nicaragua, y las matanzas de católicos en los países musulmanes. Y se mantiene su silencio sobre el perfil bélico-religioso de la falsa inmigración islámica en Europa

Sin olvidar su tozuda insistencia en señalar al “clericalismo” como única causa de los crímenes de pedofilia en el clero, negando la verdadera cuestión de fondo: la homosexualidad de parte de los sacerdotes, apañada por el lobby sodomítico que ha colonizado el vértice jerárquico vaticano, lobby que el papa Francisco no puede eliminar (¿o no quiere?).

No quiero extenderme en esta reflexión, que intenta ser tan sólo un “apunte”. Pero quiero aclarar a los lectores que si un día y otro debo atender aquí a la caótica “agenda” que parece querer marcar el papa Francisco, dispuesto a seguir “haciendo lío”, sin embargo, quien esto firma intenta no estar confundido, y no confundir esta agenda con la otra, la verdadera, la que viene impuesta por la realidad: la señalada por la abrumadora crisis religiosa actual, crisis de fe y crisis moral que hoy vive la Iglesia. 

No nos confundamos, entonces, que las cortinas de humo no desvíen nuestra atención de lo que realmente importa.

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[1] Roberto de Mattei, “El Primado Romano desfigurado por el sucesor de San Pedro”, Corrispondenza Romana, 26 de septiembre de 2018.
[2] Juan 21,15-17.