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miércoles, 18 de marzo de 2020

Carta del Superior de la FSSPX a todos los fieles confinados en sus casas por el Coronavirus


 
Queridos fieles

En estos momentos de prueba ciertamente difìciles para todos, quisiera ofrecerles algunas reflexiones.

No sabemos cuánto durará la situación actual ni, sobre todo, cómo pueden evolucionar las cosas en las próximas semanas. Ante esta incertidumbre, la tentación más natural es buscar desesperadamente garantías y explicaciones en los comentarios e hipótesis de los más sabios “expertos”. Sin embargo, a menudo, esas hipótesis que en este momento abundan por todas partes se contradicen entre sí y aumentan la confusión en lugar de aportar un poco de serenidad. Es un hecho definitivo que la incertidumbre es parte integrante de esta prueba. Depende de nosotros el provecho que saquemos de esto.

Si la Providencia permite una calamidad o algún mal, siempre lo hace para obtener un bien mayor que, directa o indirectamente, está relacionado con el bien de nuestras almas. Sin esta premisa esencial, corremos el riesgo de desesperarnos, ya que una epidemia, calamidad o cualquier otro tipo de prueba siempre nos encontrarán poco preparados.

¿Qué quiere el Señor que entendamos en este momento? ¿Qué quiere de nosotros en esta Cuaresma tan particular en la que parece haber decidido qué sacrificios debemos hacer?

Un simple microbio todavía es capaz de poner de rodillas a la humanidad. En la era de los grandes logros tecnológicos y científicos es, por sobre todas las cosas, el orgullo humano el que se ve humillado. El hombre contemporáneo tan orgulloso de sus logros, que instala cables de fibra óptica en el fondo de los océanos, construye portaaviones, plantas de energía nuclear, rascacielos y ordenadores, y que después de haber puesto el pie sobre la luna siguió conquistando hasta llegar a Marte, se encuentra ahora indefenso frente a un microbio invisible. No debemos permitir que el ruido mediático de estos días y el miedo que podamos tener nos hagan perder esta lección profunda y fácil de entender para los corazones sencillos y puros que escudriñan con fe los tiempos presentes. La Providencia todavía nos enseña hoy a través de acontecimientos. La humanidad, y cada uno de nosotros también, tiene una oportunidad histórica para volver a la realidad, a lo real, y no a lo virtual hecho de sueños, mitos e ilusiones.

Traducido en términos del Evangelio, este mensaje corresponde a las palabras de Jesús, quien nos pide que permanezcamos unidos a Él lo más estrechamente posible, porque sin Él nada podemos hacer y somos incapaces de resolver cualquier problema (Jn. 15:5). Estos tiempos de incertidumbre, la espera de una solución y el sentimiento de impotencia y de nuestra fragilidad deben incitarnos a buscar a Nuestro Señor, para implorarle, para pedirle perdón, para rezarle con más fervor y, sobre todo, para abandonarnos a Su Providencia.

A esto hay que sumar la dificultad, e incluso la imposibilidad, de asistir libremente a la Santa Misa, y esto aumenta la dureza de esta prueba. Pero seguimos teniendo al alcance de nuestra mano un medio privilegiado y un arma más potente que la ansiedad, la incertidumbre o el pánico que puede suscitar la crisis del coronavirus: el Santo Rosario, que nos une a la Santísima Virgen y al Cielo.

Ha llegado el momento de rezar el Rosario en nuestras casas de forma más sistemática y con más fervor que de costumbre. No perdamos nuestro tiempo ante las pantallas y no nos dejemos vencer por la fiebre mediática. Si debemos obedecer el mandato de confinamiento, aprovechemos para transformar nuestro “arresto domiciliario” en una especie de alegre retiro en familia, durante el cual la oración recupere el tiempo y la importancia que merece. Leamos el Evangelio de la A a la Z, meditémoslo con calma, escuchémoslo en paz: las palabras del Maestro son mucho más efectivas y alcanzan más fácilmente la inteligencia y el corazón.

¡Ahora que las circunstancias, e incluso las disposiciones gubernamentales, nos separan del mundo es cuando menos debemos permitir que el mundo entre en nuestros hogares! Aprovechemos esta situación. Démosle prioridad a los bienes espirituales que ningún microbio puede atacar: acumulemos nuestros tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido los consumen. Porque donde esté nuestro tesoro, allí también estará nuestro corazón (Mt. 6, 20:21).

Aprovechemos esta oportunidad para cambiar de vida, sabiéndonos abandonar a la Divina Providencia, y no nos olvidemos de rezar por aquellos que sufren en estos momentos. Debemos encomendar al Señor a todos aquellos para quien el día del juicio se aproxima, y pedirle que tenga piedad de tantos contemporáneos nuestros que siguen siendo incapaces de extraer de estos eventos actuales las lecciones apropiadas para sus almas. Recemos para que, una vez que la prueba haya sido superada, no regresen a su vida anterior, sin que nada haya cambiado. Las epidemias siempre han servido para conducir a los tibios a la práctica religiosa, a pensar en Dios, a detestar el pecado. Tenemos la obligación de pedir esta gracia para cada uno de nuestros compatriotas, sin excepción, incluyendo – y sobre todo – a los pastores que carecen de espíritu de fe y ya no saben discernir la voluntad de Dios.

No nos desanimemos: Dios no nos abandona jamás. Sepamos meditar en las palabras llenas de confianza que nuestra Santa Madre Iglesia pone en los labios del sacerdote en tiempos de epidemia: “Oh, Dios, que no deseas la muerte del pecador, sino que se arrepienta: recibe con tu perdón a tu pueblo, que se vuelve hacia Ti: y mientras se mantenga fiel a tu servicio, por tu clemencia retírale el flagelo de tu ira. Por Nuestro Señor Jesucristo”.

Los encomiendo a todos ante el altar y a la paternal protección de San José. ¡Que Dios les bendiga!

Don Davide Pagliarani, 
Superior General de la Fraternidad San Pío X

sábado, 26 de enero de 2019

XIV congreso del Courrier de Rome: Entrevista con el Padre Davide Pagliarani


Con motivo del XIV congreso del periódico Courrier de Rome, que tuvo lugar en París el 19 de enero, el Superior General de la FSSPX, el Padre Davide Pagliarani concedió una entrevista. A continuación, presentamos una traducción de esta entrevista, dada originalmente en francés.

¿El Papa Francisco está en continuidad con los Papas conciliares?

Esta misma pregunta se hace hoy en los círculos tradicionales y también fuera de ellos. Creo que, por supuesto, este Papa tiene una personalidad muy específica, una forma de comunicarse y expresarse que es nueva, incluso en comparación con los pontífices postconciliares. Eso tenemos que admitirlo.

Pero, al mismo tiempo, el Papa está en continuidad con lo que sucedió antes que él. El Concilio comenzó un proceso que continúa evolucionando, una forma de pensar, de replantear la fe y la Iglesia en cada aspecto de su vida, que continúa avanzando, y dentro de este proceso, por supuesto, tenemos papas conservadores que hablan un idioma más tradicional, y papas como el Papa Francisco, que hablan más libremente; todo depende de su personalidad, pero independientemente de su idioma y forma de comunicarse, el mismo proceso continúa avanzando.

Tenemos que admitir que el Papa Francisco y su personalidad presentan elementos nuevos, pero todo está en perfecta continuidad con sus predecesores. Por lo tanto, en mi humilde opinión, la inoportuna invocación al magisterio de Juan Pablo II, por ejemplo, para contrarrestar las declaraciones del Papa Francisco no es algo realmente lógico.

¿En qué consiste esta continuidad?

Un aspecto central del magisterio conciliar y postconciliar es el enfoque en el hombre. Se trata de una percepción de la fe, la vida cristiana y toda la vida de la Iglesia que es profundamente personalista. Este personalismo fundamental produce resultados diferentes pero todos se complementan y van de la mano.

Con Juan Pablo II, por ejemplo, su personalismo fomentó el compromiso personal y, por lo tanto, también los valores morales. Y Juan Pablo II evocó diferentes principios morales desde una perspectiva personal.

Con el Papa Francisco, la misma percepción, por así decirlo, de la moralidad conduce a resultados diferentes, pero están en continuidad con los mismos principios básicos.

¿Qué relación cree que existe entre la enseñanza del Papa Francisco y el mundo moderno?

Creo que, también en este caso, hay un principio ya contenido en el Concilio y el postconcilio, que se ha vuelto más y más evidente con el pontificado del Papa Francisco. En primer lugar, ¿qué significa la modernidad? La modernidad significa el conflicto entre el orden sobrenatural, el orden espiritual y el orden temporal. El secularismo, el espíritu secular que caracterizó a la Revolución, también caracteriza a la modernidad. Este espíritu, esta contradicción, esta dicotomía específica de la modernidad, en cierto modo, ya había sido sobrepasada por el Concilio, que quería ir más allá de esta dificultad. Pero con el Papa Francisco, hemos llegado a un punto en el que la Iglesia misma sacraliza, por así decirlo, los grandes temas, las grandes preocupaciones, los grandes problemas que son propios del mundo secular y del mundo político. De aquí se desprende el hecho de prestar una atención particular (y casi diría que religiosa) a temas políticos o sociales, como la cuestión de los migrantes o de la contaminación, y distintos ejemplos que podríamos dar en la misma línea.

Así que, paradójicamente, con estos pontificados, hemos llegado a una epifanía del cristianismo de Maritain.

En otras palabras, ¿un cristianismo humanista?

Un cristianismo humanista en el que se mezclan los grandes valores de la Iglesia y los valores del mundo, dando lugar a una dimensión que es a la vez profundamente secular y profundamente religiosa, pero a una religiosidad que permanece sujeta al orden temporal. Estamos frente a una Iglesia que ya no enseña al mundo una verdad que viene de arriba, una verdad trascendente, sino que tenemos una Iglesia que escucha al mundo.

¿Cuál es el papel de la Fraternidad San Pío X en este contexto?

El papel de la Fraternidad San Pío X es continuar amando a la Iglesia. Amarla más aún al verla desfigurada y sufriendo a causa de la situación. El papel de la Fraternidad es continuar amando a la Iglesia, rezar por la Iglesia y rezar por el triunfo de la verdad católica, que es la verdad de la Iglesia. El papel de la Fraternidad es continuar sirviendo a la Iglesia denunciando con caridad, pero también con claridad, estos errores que causan tanto sufrimiento a la Iglesia.

viernes, 4 de enero de 2019

Entrevista exclusiva con el Reverendo Padre Davide Pagliarani


Padre Davide Pagliarani, Superior General de la Fraternidad San Pío X

El Padre Davide Pagliarani, Superior General de la Fraternidad San Pío X, concedió una entrevista exclusiva a La Porte Latine, en la que recuerda la fecundidad de la Cruz para las vocaciones y las familias. Insiste particularmente en la necesidad de mantener el auténtico espíritu del Fundador, Mons. Marcel Lefebvre, "espíritu de amor por la fe y la verdad, por las almas y por la Iglesia", ante la reciente canonización de Pablo VI y la promoción de la sinodalidad en la Iglesia

La Porte Latine: Han pasado cinco meses desde que fue elegido Superior General de la Fraternidad San Pío X por un período de doce años. Estos cinco meses le han permitido sin duda tener una primera visión de conjunto de la obra fundada por Mons. Lefebvre, que completa su extensa experiencia personal. ¿Tiene una primera impresión general? ¿Cuáles son sus primeras prioridades para los próximos años?
La Fraternidad es una obra de Dios, y cuanto más la descubrimos, más la amamos. Dos cosas llaman más mi atención en este descubrimiento. Primero, el carácter providencial de la Fraternidad: es el resultado de las elecciones y decisiones de un santo guiado sólo por una prudencia sobrenatural y "profética", cuya sabiduría apreciamos aún más a medida que pasan los años y que la crisis de la Iglesia se agrava. Luego, he podido observar una vez más que no estamos exentos de pruebas: el buen Dios santifica a todos nuestros miembros y a nuestros fieles, mediante fracasos, dificultades, decepciones, en una palabra, por la cruz y no por otros medios. Las vocaciones provienen de hogares donde no se respira amargura ni crítica hacia los sacerdotes.
La Porte Latine: Con 65 nuevos seminaristas este año, la Fraternidad tiene su récord de inscripciones en sus seminarios en los últimos 30 años. Ha sido director del seminario de La Reja (Argentina) durante casi seis años. ¿Cómo favorecerá el desarrollo de vocaciones cada vez más numerosas y fuertes?
Estoy convencido de que la verdadera solución para aumentar el número de vocaciones y su perseverancia no reside principalmente en medios humanos y, por así decirlo, "técnicos", como boletines informativos, visitas apostólicas o publicidad. Ante todo, una vocación necesita salir de un hogar donde se ama a Nuestro Señor, su Cruz y su sacerdocio, un hogar donde no se respira amargura ni crítica hacia los sacerdotes. Es por ósmosis, a través del contacto con padres verdaderamente cristianos y sacerdotes profundamente imbuidos del espíritu de Nuestro Señor, que se despierta una vocación. Debemos continuar trabajando en este ámbito con todas nuestras fuerzas. Una vocación nunca es el resultado de un razonamiento especulativo o de una lección que hemos recibido y con la que estamos intelectualmente de acuerdo. Estos elementos pueden ayudar a responder al llamado de Dios, solamente si ponemos en práctica lo que mencionamos anteriormente.
La Porte Latine: El 14 de octubre, el Papa Francisco canonizó al Papa que firmó personalmente todos los documentos del Concilio Vaticano II, al Papa de la nueva misa, al Papa cuyo pontificado estuvo marcado por los 80.000 sacerdotes que abandonaron el sacerdocio. ¿Qué le inspira esta canonización?
Esta canonización debe conducirnos a una profunda reflexión, más allá de la emoción de los medios de comunicación que duró unas pocas horas y no deja ninguna marca profunda ni entre sus partidarios ni entre sus oponentes. Antes bien, después de unas pocas semanas, la sola emoción nos pone en el riesgo de dejarnos a todos en la indiferencia. Debemos tener cuidado de no caer en estas trampas.
Primero, me parece bastante obvio que con las beatificaciones o canonizaciones de todos los papas a partir de Juan XXIII, se ha tratado de "canonizar" en cierta manera el Concilio, la nueva concepción de la Iglesia y de la vida cristiana que el Concilio ha establecido y que todos los papas recientes han promovido.
Este es un fenómeno sin precedentes en la historia de la Iglesia. La Iglesia post-tridentina nunca pensó en canonizar a todos los papas sin distinción desde Pablo III a Sixto V. Ella canonizó solamente a San Pío V, y eso no por sus únicos vínculos con el Concilio de Trento o su aplicación, sino debido a su santidad personal, propuesta como modelo para toda la Iglesia y puesta al servicio de la Iglesia en cuanto Papa.
El fenómeno que estamos presenciando actualmente nos hace pensar más bien en el cambio de nombre de las principales plazas y avenidas, después de una revolución o un cambio de régimen. Pero es necesario leer esta canonización también a la luz del estado actual de la Iglesia, porque el afán de canonizar a los Papas del Concilio es un fenómeno relativamente reciente y tuvo su expresión más manifiesta con la canonización casi inmediata de Juan Pablo II.
Esta determinación de "apresurarse" muestra una vez más la fragilidad en que se encuentra actualmente la Iglesia salida del Concilio. Lo queramos admitir o no, el Concilio es considerado como algo “superado” por un ala ultra progresista y pseudo-reformadora. Pienso, por ejemplo, en el episcopado alemán. Por otro lado, los más conservadores se ven obligados a verificar, por la fuerza de las circunstancias, que el Concilio ha desencadenado un proceso que conduce la Iglesia a una esterilidad cada vez mayor. Frente a este proceso aparentemente irreversible, es normal que la jerarquía actual intente devolver al Concilio, por medio de estas canonizaciones, un cierto valor, que pueda frenar la tendencia inexorable de los hechos concretos.
Haciendo una analogía con la sociedad civil, cada vez que un régimen está en crisis y se da cuenta de ello, intenta hacer redescubrir la Constitución del país, su carácter sagrado, su perennidad, su valor trascendente... De hecho, es el signo de que todo lo que proviene de esta Constitución y se basa en ella, está en peligro de muerte y que se debe tratar de salvarlo por todos los medios posibles. La historia demuestra que estas medidas generalmente son insuficientes para dar nueva vida a aquello cuyo tiempo ya pasó.
La Porte Latine: Hace tres años (17 de octubre de 2015), el Papa Francisco pronunció un importante discurso para promover la "sinodalidad" en la Iglesia, invitando a los obispos a en adelante "escuchar a Dios hasta que escuchen con él el grito del pueblo, y a escuchar al pueblo hasta que respiren la voluntad a la que Dios nos llama". Según sus propias palabras (discurso del 25/11/2017), es apoyándose en esta nueva sinodalidad que promulgó las nuevas leyes que simplifican los procedimientos de nulidad del matrimonio, o que escribió Amoris Laetitia, luego del sínodo sobre la familia. ¿Reconoce en ello la voz del Espíritu Santo? ¿Qué puede decirnos acerca de esta nueva expresión utilizada hoy por las autoridades de la Iglesia?
El debate cíclico sobre la sinodalidad no es más que la proyección en el post-Concilio de la doctrina conciliar sobre la colegialidad y los problemas que ha creado en la Iglesia.
De hecho, se habla muy a menudo de ello, incluso en debates que tienen otro objetivo o tratan de otros temas. Pienso, por ejemplo, en el último sínodo sobre la juventud, donde se mencionó el tema por enésima vez. Esto demuestra que la jerarquía aún no ha encontrado una solución satisfactoria, y esto es inevitable, puesto que el problema es insoluble.
De hecho, la colegialidad coloca a la Iglesia en una situación permanente de cuasi concilio, en la utopía de querer gobernar la Iglesia universal con la participación de todos los obispos del mundo. Esto ha provocado, de parte de las conferencias episcopales nacionales, una reivindicación de descentralización sistemática e insaciable, que nunca terminará. Nos enfrentamos a una especie de lucha de clases por parte de los obispos, que ha producido, en ciertas conferencias episcopales, un espíritu que podría definirse como pre-cismático. Sigo pensando en el episcopado alemán, que ofrece el ejemplo de todas las deformaciones actuales.
Roma está en un callejón sin salida. Por un lado, frente a los episcopados nacionales, debe tratar de salvar algo de su autoridad minada. Por otro, no puede renunciar a la doctrina conciliar ni a sus consecuencias, sin poner en tela de juicio la autoridad del Concilio y, en consecuencia, la base de la eclesiología actual. De hecho, todos caminan en la misma dirección, pero a velocidades diferentes. Los debates en curso manifiestan este malestar latente y, especialmente, el hecho de que esta doctrina revolucionaria es fundamentalmente contraria a la naturaleza monárquica de la Iglesia. Solamente se encontrará una solución satisfactoria cuando se la rechace definitivamente.
Es paradójico, pero solamente la Fraternidad puede ayudar a la Iglesia, recordando a los papas y obispos que Nuestro Señor fundó una Iglesia monárquica y no una caótica asamblea moderna. Llegará el día en que este mensaje será escuchado. Por el momento, es nuestro deber conservar este profundo sentido de la Iglesia y de su jerarquía, a pesar del campo de batalla y de las ruinas que tenemos ante nosotros.
La Porte Latine: ¿Cómo podría la Iglesia corregir los errores del Concilio? Después de cincuenta años, ¿es realista pensar así?
Desde un punto de vista puramente humano, no es realista pensar así, porque tenemos ante nosotros una Iglesia completamente reformada, en todos los aspectos de su vida, sin excepción. Es una nueva concepción de la fe y de la vida cristiana, que ha generado de manera coherente una nueva forma de concebir la Iglesia y de vivir en ella a diario. Humanamente, volver atrás es imposible.
Pero olvidamos, tal vez con demasiada frecuencia, que la Iglesia es fundamentalmente divina, aunque está encarnada en los hombres y en la historia de los hombres. Un día, un papa, contra toda expectativa y contra todo cálculo humano, retomará las riendas y todo lo que se debe corregir será corregido, porque la Iglesia es divina y Nuestro Señor no la abandona. De hecho, no dice nada distinto cuando promete solemnemente que "las puertas del infierno no prevalecerán contra ella" (Mt. 16,18). La brillantez de la divinidad de la Iglesia será tanto más fuerte cuanto irreversible parece la situación actual.
La Porte Latine: Este año 2018 fue el trigésimo aniversario de las consagraciones episcopales realizadas en Ecône por Mons. Lefebvre, verdadera operación de "supervivencia de la Tradición". ¿Considera que esta operación fue por su naturaleza única, y que también tuvo éxito por el hecho de que hoy obispos aceptan conferir ordenaciones y confirmaciones en el rito tradicional, o cree que con el paso de los años habrá que considerar nuevas consagraciones?
El futuro de la Fraternidad está en manos de la Providencia. Depende de nosotros discernir sus signos, de la misma manera que lo hizo nuestro Fundador, fielmente, sin querer anticipar o ignorar la Providencia. Aquí tenemos la lección más hermosa de Mons. Lefebvre, y muchos de los que no lo entendieron en su tiempo, volvieron poco a poco sobre sus afirmaciones.
La Porte Latine: El Distrito de Francia es el más antiguo y más importante, incluso si ahora está "seguido de cerca” por el de los EE. UU. ¿Cuáles son las prioridades humanas, materiales o apostólicas que ha establecido para su nuevo superior, el R. P. de Jorna, quien durante 22 años fue Director del Seminario de Ecône?
Todas las prioridades se pueden resumir en muy pocas palabras. El nuevo Superior de Distrito tiene la hermosa tarea de garantizar que se conserve en todas nuestras casas y por todos los miembros de la Fraternidad el verdadero espíritu que nuestro Fundador nos legó: un espíritu de amor por la fe y por la verdad, por las almas, por la Iglesia y, especialmente, lo que se desprende de todo esto, un espíritu de genuina caridad entre los miembros. En la medida en que mantengamos este espíritu, tendremos una buena influencia en las almas y la Fraternidad seguirá atrayendo muchas vocaciones.
La Porte Latine: ¡Un hermoso y emocionante programa! Pero también será necesario que los fieles se asocien plenamente con él. Usted los ha visto llegar por miles a la reciente peregrinación a Lourdes durante la cual celebró la misa solemne del domingo de Cristo Rey. ¿Qué les pide? ¿Qué les propone?
Me sentí profundamente conmovido cuando vi peregrinos de todas las edades en Lourdes y, en particular, muchas familias y niños. Esta peregrinación es verdaderamente especial y muy significativa. Nos recuerda que el futuro de la Iglesia y de las vocaciones está en las familias donde los padres han plantado la Cruz de Nuestro Señor. De hecho, sólo la Cruz de Nuestro Señor y la generosidad que resulta de ella engendran familias numerosas. Frente a nuestra sociedad egoísta y apóstata, castigada por su propia esterilidad, no hay un testimonio más noble y precioso que el de una joven madre rodeada por una corona de niños. El mundo puede elegir no escuchar nuestros sermones, pero no puede evitar ver este espectáculo. Y eso también representa a la Fraternidad. Al fin de cuentas, es el mismo ideal de la Cruz, lo repito una vez más, que hace que un alma se consagre a Dios, y que una madre se dedique generosamente y sin reservas a la educación y la santificación de todos los niños que la Providencia quiere confiarle.
Finalmente, esta peregrinación nos recuerda también y, sobre todo, que cualquier renacimiento sólo puede hacerse bajo el manto de la Santísima Virgen, porque, en el desierto presente, no hay lugar en el mundo que siga atrayendo a las almas tanto como Lourdes.
A los fieles de Francia les digo simplemente esto: recuerden que aquellos que los precedieron fueron combatientes y cruzados, milites Christi, y que la batalla actual por la defensa de la fe y de la Iglesia es, sin lugar a duda, la más importante que haya conocido la historia.
¡Feliz y santo año 2019!

domingo, 16 de diciembre de 2018

Pagliarani, la FSSPX y Roma



[Apuntes 41] Este sábado fue difundida una reciente entrevista al padre Davide Pagliarani; interesante reportaje en más de un punto, alguno que personalmente me alertó y me preocupó, dejándome cavilando acerca de ¿qué tanto las opiniones de este joven sacerdote italiano son las actuales opiniones mayoritarias de la FSSPX?, aunque, por supuesto, no son la postura oficial de la hermandad fundada por Lefebvre, como no lo puede ser una simple charla con un periodista.

Por ejemplo, si el renovado diálogo (¿o es que todavía no puede considerarse renovado?) de la FSSPX y Roma, volverá a recorrer la misma vía de la discusión teológica sobre las “diferencias doctrinales”que la hermandad tiene con la doctrina del Concilio Vaticano II, por ejemplo sobre la libertad religiosa, mucho me temo que los deseados -por mí- guiños a través de la mesa de negociaciones y el brindis con buen vino añejo, firmando el acuerdo, no cuentan por el momento con ningún remoto signo a la vista en el horizonte.

Pagliarani no quiere saber no sólo ya nada de “guiños”, pero ni siquiera de “hermenéuticas de la continuidad”. Lo ha dicho claramente en la entrevista: “El Papa Benedicto XVI estimó que las divergencias entre Roma y la Fraternidad Sacerdotal San Pío X residían en un problema de interpretación de los textos del Concilio. Bastaba con analizar esos textos para hacer posible el acuerdo. Pero nuestra posición no es esa: la Fraternidad San Pío X rechaza del Concilio Vaticano II todo aquello que se opone a la Tradición católica”. Mucho me temo que posturas como esta de Pagliarani: “El Papa tendría que declarar erróneo el decreto sobre la libertad religiosa y corregirlo en consecuencia”, afirmando, al fin de cuentas, que la condición que pone la FSSPX para unirse a Roma es que Roma… ¡corrija el Concilio Vaticano II!... bueno, bueno… ¿no les dije yo que tengo la inevitable sensación de que a los miembros de la FSSPX les falta buen sentido del humor?... ¿Qué piensan ustedes?...

Recordemos que el padre Pagliarani es Superior General de la FSSPX desde el pasado mes de julio, cuando se reunió en Écone el Capítulo General de la Fraternidad. Por supuesto que en semejante reunión debió hablarse, intercambiarse opiniones, discutirse... acerca del estado de las relaciones de la FSSPX con Roma. Pero, como vivimos en momentos en que los católicos fieles y conscientes (y conscientes, reitero esto último, porque existe otro tipo de católicos), cada vez que se encuentran, intercambian puntos de vista sobre la situación actual en el Global Estado de la Iglesia Militante de Cristo en esta Tierra. Esto, inevitablemente, también debe ser cierto para la FSSPX, y seguro que lo fue para el pasado Capítulo General. Y, aún con más razón, ya que la FSSPX no puede evitar verse obligada a hacer juicios prudenciales sobre sus propias relaciones con la Santa Sede. Por lo tanto, ¿cómo ve la FSSPX el actual estado de la Iglesia?... Algo dice Pagliarani sobre esto en la entrevista, (léanla) pero es su opinión, importante sí, porque es el Superior General, pero es sólo "su" opinión. Si el Capítulo General tomó intra portas, alguna secreta decisión al respecto, ¿cuál ha sido esa decisión?...

En mi caso sólo puedo sentir una inmensa compasión por aquellos involucrados en tales decisiones. Por un lado, los tres obispos de la Hermandad son ahora treinta años mayores que cuando fueron consagrados. Si su actual tránsito por la tercera edad se complementara con un "sine mandato Apostólico" al momento en que se vieran obligados por las circunstancias (como Lefebvre en 1988) a consagrar nuevos obispos..., eso incurriría en nuevas excomuniones latae sententiae; así que en tal caso se produciría un verdadero paso atrás de facto en las relaciones de la FSSPX y la Santa Sede.

Por otra parte, si la opción es avanzar hacia una -no previsible hoy- decisión de obediencia a Roma... nadie necesita que se le recuerde la forma en que Roma es capaz de tratar a quienes tiene a su merced. Y, a pesar de la retórica, sabemos bien que la Misericordia no es un sello distintivo del régimen actual.

Reconociéndome un cínico, tiendo a pensar que cualquier acuerdo debería asegurar el estado financiero independiente de esta querida y admirable Hermandad, de modo que, si posteriormente hubiera mala fe de parte de Roma, la FSSPX podría reanudar su curso anterior sin daños mayores. "Las manos fuera del efectivo y de las propiedades" me parece una consideración muy importante. Los temas monetarios parecieran ser uno de los principales motivos del salvaje régimen visitatorial impuesto por el Papa a los Franciscanos de la Inmaculada. Pero, ¿qué puedo saber yo acerca de las complejidades de la situación actual en ese punto?

De lo que estoy seguro es que los miembros de la FSSPX son nuestros amados hermanos en el Señor, por quienes en este momento todos los que tratamos de vivir en legítima unidad con Roma, tenemos una considerable obligación de orar. Y, al hacerlo, también orar dando gracias por todo lo que la FSSPX ha hecho por el mantenimiento de la Fe.

No podemos olvidar que el obispo Bernard Fellay fue el único sucesor de los apóstoles que dio su firma a la Correctio filialis.

domingo, 25 de noviembre de 2018

Vaticano y Fraternidad Sacerdotal de San Pío X empiezan desde cero



Las discusiones entre el [debilitado] Vaticano y la [floreciente] Fraternidad Sacerdotal de San Pío X tienen que empezar desde cero, según Andrea Tornielli, el vocero de prensa de facto del papa Francisco, tal como se publicó el 24 de noviembre en el sitio web LaStampa

Tornielli publicó su artículo después que el nuevo superior general de la Fraternidad, el padre Davide Pagliarani, fuera recibido la semana pasado por el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal Luis Ladaria. Después del encuentro, como era de esperar, la Fraternidad [católica] dio a conocer una “feroz divergencia doctrinal” con el Vaticano [modernista].

Tornielli sabe que el padre Pagliarani le dijo a Ladaria que los textos del [pastoral] Concilio Vaticano Segundo contiene “errores” que deben ser corregidos. [Pero desde entonces se han agregado muchos más y muchos más graves errores].

Bajo el gobierno del ex superior general, monseñor Bernard Fellay, la Fraternidad casi alcanzó un acuerdo con el Vaticano. Pero el último capítulo general eligió al padre Pagliarani, quien insiste en lograr un acuerdo que no se base solamente en formulaciones que pueden ser interpretadas discrecionalmente, en forma antojadiza.

domingo, 15 de julio de 2018

SSPX New General Superior - Father Davide Pagliarani


Duración 6:35 minutos

Transcription of an interview with Fr. Pagliarani, the new Superior General of the SSPX

The full video of the interview with English subtitles is available from the Society of Saint Pius X's YouTube and Vimeo channels.

The Blessed Virgin Mary has always been present in the history of the Society of Saint Pius X. Fr. Davide Pagliarani, the newly elected Superior General of the Society of Saint Pius X, kindly accepted to answer the questions asked by FSSPX NEWS in a video interview. Here is the written transcription of his answers.

Reverend Superior General, how do you feel after your election?

Let’s say that I had, of course, heard some rumors beforehand. However, I was wondering how much of it was a joke or if there was anything to it at all. So I was waiting until today. I have to admit that even now, I’m not sure how much I realize what happened today.

It’s been a long day, but the week before, during our retreat, I left everything in the hands of the Blessed Virgin Mary and Divine Providence. I really think that she has always been present in the history of the Society. She is also guiding this Chapter and all of us. But maybe it’s too early yet for me to think about it.

Could you please introduce yourself?

I’m from Rimini, a town on the Adriatic coast of Italy, where there has been a priory of the Society for a long time. That’s where I first came in contact with the Society of Saint Pius X. I entered the Seminary of Flavigny in 1989. Then I did my military service. In 1996, I was ordained a priest. I spent seven years as a priest in the town where I was born, three years in Singapore, then I came back to Italy, and I have been in Argentina for six and a half years. And now I’m here.

Until now you were rector of the seminary in Argentina…

I think that what’s going to be hardest for me will be having to leave that place. I find that it’s the most beautiful place for a priest, and in particular for a priest of the Society. The heart of the Society is our seminaries. It’s not Menzingen! I think you know what I mean…

That’s where priests are formed and you can see how grace, still today, can completely transform a young man. Every vocation is a miracle, and I’m convinced that you fully understand what the Society is when you’ve worked in a seminary.

What do you expect from your two assistants?

I have to admit that they are two men for whom I have great respect. I know them fairly well because I knew Father Bouchacourt in Argentina, and I also know Bishop de Galarreta quite well. I consider myself quite lucky to work with people older than myself, people who give sound advice and, I have to say, with a priest as friendly as Father Bouchacourt.

Do you have any projects planned for the Society of Saint Pius X?

The goal of the Society is the formation of priests. However, at the same time, the priest has to continue to mature, to learn, and to sanctify himself his whole life long. I believe that’s where we need to concentrate all of our efforts to help priests persevere in the quest for holiness.

I really think that each priest, each priestly life, is a little bit like a violin cord that has to be correctly tightened and adjusted so that it can always produce the right note…the note that God expects from each one of us. So from seminary life and training to what is expected of the priest afterwards in the ministry, a certain unity and continuity in the quest for holiness must continue. I am convinced that this is the solution to the majority of our problems.

What do you expect from the faithful and what do you think that they expect from you?

That’s a good question. It’s easy to answer the first part. First of all, I would like to thank the faithful for all of their prayers for this Chapter and tell them that the Chapter has only just begun. So now we have to discuss with all the subjects on the agenda over the next few days. Thus, I thank them for their prayers since the month of January, and I ask them now to generously redouble their efforts.

And then, what do they expect from me? I think that they expect the Society to be faithful to its foundational mission. I’ve already mentioned that it was founded to form priests, but the priesthood exists for the sanctification of souls, and so the fidelity of priests to their priesthood, to their own sanctification, necessarily affects the faithful. That’s what the faithful expect, not only from me, but from all the priests of the Society.

SSPX.News - English