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sábado, 10 de noviembre de 2018

Francisco tiene el poder de veto, el gobierno comunista el poder de elección y 'readoctrinamiento'


EXCLUSIVO: Análisis del documento final del Sínodo de Jóvenes por el obispo Atanasio Schneider (Diane Montagna)

(Traducido al español por Infovaticana)


El documento final del recientemente concluido Sínodo de Obispos sobre los Jóvenes “está lleno de expresiones sentimentales” y también manifiesta, en algunos pasajes clave, que la jerarquía superior “ha utilizado a los jóvenes” para llevar adelante su agenda, ha declarado mons. Athanasius Schneider.

“El enfoque básico del documento manifiesta claramente una tendencia hacia el naturalismo, el antropocentrismo, la ambigüedad doctrinal, el sentimentalismo y el subjetivismo”, ha dicho el obispo auxiliar de Astaná, Kazajistán, en una entrevista exclusiva a LifeSiteNews, el 5 de noviembre. “Esta tendencia puede identificarse inequívocamente como un neo-pelagianismo vestido de clericalismo”, ha añadido.

Ha continuado diciendo que mientras que los Padres de la Iglesia se reunían sobre todo para rechazar las herejías, el actual sínodo de los obispos permanente lleva a “una mayor burocratización” de la Iglesia, a expensas de la “Iglesia de los pobres”.

También ha discutido otras áreas específicas que son motivo de preocupación del documento final del sínodo, como la sinodalidad, la sexualidad, la conciencia, los abusos sexuales por parte del clero y el papel de las mujeres en la Iglesia.

Ha dicho que la sinodalidad ha sido utilizada por algunos representantes de la alta jerarquía eclesial para “promover su agenda personal”; que el tema del papel de las mujeres en la Iglesia también ha sido utilizado para llevar adelante un “ideología feminista poco femenina” y que el documento final “esquiva el tema central” de los abusos sexuales porque fracasa en debatir el debate sobre el papel “demostrado” y “crucial” que tiene la homosexualidad en el abuso sexual de menores.

También ha observado algunos elementos positivos en el texto, pero ha indicado que hay “omisiones” y “términos tendenciosos” que, dice, “reflejan una ideología concreta”.

En lugar de dar a los jóvenes “un pan casero, sano y nutritivo”, les han ofrecido “una limonada excesivamente edulcorada”.

A continuación, la entrevista de LifeSiteNews a mons. Athanasius Schneider.

LSNExcelencia, como pregunta general, ¿en qué difiere el documento final del Sínodo sobre los Jóvenes, recientemente concluido, de otros documentos finales, en lenguaje, contenido y estilo?

MAS: La principal diferencia entre el documento final de este sínodo y los de los sínodos anteriores la hallamos en el hecho de que ha sido inmediatamente aprobado por el Papa. Respecto al contenido, ha sido la primera vez que una asamblea con obispos católicos de todo el mundo ha abordado de manera explícita el tema de los jóvenes. El lenguaje y el estilo también es bastante diferente a los documentos de los sínodos anteriores en la medida en que le falta claridad doctrinal y está lleno de expresiones sentimentales, un rasgo que también ha caracterizado, en parte, el Informe Final del Sínodo sobre la Familia de 2015.

Importancia del magisterio

LSNSegún la nueva constitución apostólica sobre la estructura de los sínodos, Episcopalis Communio, si el documento final “es aprobado expresamente por el Romano Pontífice”, o si él “concede a la Asamblea del Sínodo potestad deliberativa, según norma del can. 343 del Código de derecho canónico”, el documento final “participa del Magisterio ordinario del Sucesor de Pedro”. ¿Cuál es su opinión al respecto? ¿Cómo deben comprenderlo los laicos?

MAS: Primero tenemos que aclarar el significado de “Magisterio ordinario”. Esta expresión es nueva y no existía hasta antes el tiempo del Papa Pío IX. Sin embargo, el Papa Pío IX y el Concilio Vaticano I nunca utilizaron la expresión “Magisterio ordinario”, sino más bien “Magisterio universal ordinario”. El ejercicio del Magisterio se comprendía como infalible, lo que significa que todo el episcopado, junto con el Papa, enseña de manera inalterable siempre y en todos los lugares las cosas necesarias para la salvación. Fuera de las definiciones infalibles del Papa (llamadas ex cathedra), de las definiciones doctrinales infalibles de los Concilios Ecuménicos y de la enseñanza constante e infalible del Magisterio universal ordinario, no hay otros documentos del Magisterio que puedan ser considerados como infalibles.

Para evitar confusiones con el “Magisterio universal ordinario” infalible, sería mejor utilizar expresiones como “Magisterio diario ordinario del Romano Pontífice y los obispos”, o “Magisterio diario del Romano Pontífice y los obispos”. Desde un punto de vista teológico, es posible -y a veces, desde un punto de vista pastoral, también útil-, hacer esta distinción, por ejemplo, cuando el Romano Pontífice, junto al colegio cardenalicio, o con representantes de todo el episcopado, o con un grupo de obispos de una región, emite un documento no-infalible como parte del Magisterio diario ordinario.

El papel que tiene un sínodo

LSNEpiscopalis Communio, en el n. 3, dice: “El Sínodo de los Obispos, que en el nombre se remitía simbólicamente a la antigua y riquísima tradición sinodal de la Iglesia, tenida en gran estima sobre todo en las Iglesias de Oriente, tendría normalmente función consultiva, ofreciendo al Romano Pontífice, bajo el impulso del Espíritu Santo, informaciones y consejos sobre las distintas cuestiones eclesiales. Al mismo tiempo, el Sínodo podría gozar también de potestad deliberativa cuando el Romano Pontífice se lo concediese”. ¿Qué luz arrojaban los Padres de la Iglesia sobre el papel de un sínodo? En su forma actual, ¿puede un sínodo ser deliberativo?

MAS: En la época de los Padres de la Iglesia, había frecuentes reuniones regionales o sínodos de obispos, cuyo objetivo era triple: rechazar las herejías, definir de manera más concreta la doctrina católica y resolver cuestiones disciplinarias de gran relevancia, corrigiendo los abusos y la laxitud presente en la disciplina de la vida de la Iglesia. En esos tiempos no había reuniones de obispos por el mero hecho de tenerlas, sin más, o para discutir programas pastorales, como sucede ahora con la práctica actual del Sínodo de los Obispos, iniciada por el Papa Pablo VI en 1965. En la época de los Padres de la Iglesia no se organizaban encuentros para discutir los programas pastorales. Sólo se reunían cuando había una emergencia real y grave. Preferían dedicar su valioso tiempo a la oración y a llevar a cabo una evangelización directa y ferviente.

En lo que respecta a la situación actual, a partir del Concilio Vaticano II, el Romano Pontífice ha aumentado la participación de los obispos de las distintas regiones en la toma de decisiones y en el proceso consultivo de los dicasterios de la curia romana: en primer lugar, hay obispos que son miembros de los dicasterios; y, en segundo lugar, hay obispos que son consultores de los dicasterios.

No debemos olvidar que el colegio cardenalicio es el primer cuerpo consultor del Romano Pontífice. La amplia mayoría de los cardenales son, actualmente, obispos diocesanos procedentes de las distintas regiones del mundo. Por lo tanto, en la actualidad tenemos tres grupos estables de miembros del colegio episcopal cuyo papel es aconsejar y ayudar al Papa en el gobierno de la Iglesia universal. La institución del Sínodo permanente de los obispos es, en mi opinión, una innecesaria multiplicación de instituciones. Desgraciadamente, esto lleva a una mayor burocratización de la vida de la Iglesia, lo que conlleva un gasto enorme en un momento en el que la Iglesia continuamente declara ser una Iglesia de los pobres.

Además, los frecuentes y básicamente innecesarios encuentros del Sínodo de los Obispos les quita un tiempo valioso a los obispos, que deberían utilizar sobre todo para la oración y para proclamar la verdad del Evangelio (cf. Hch 6, 4).

Respecto a la pregunta si un sínodo en su forma actual puede ser deliberativo, diría que, de manera excepcional y con normas claramente definidas, es posible. Pero si esta asamblea sinodal deliberativa tuviera que reunirse de manera regular, se confundiría con el poder deliberativo de un concilio ecuménico, que es estrictamente colegial y universal y, como tal, es una forma extraordinaria de ejercicio del ministerio episcopal. Una asamblea episcopal deliberativa permanente a nivel universal es problemática desde un punto de vista dogmático, puesto que el Señor instituyó a Pedro y sus sucesores, y no a todo el episcopado, como gobierno universal supremo ordinario de la Iglesia. Tener asambleas sinodales deliberativas casi-permanentes conllevaría tener los efectos negativos del “conciliarismo”, que la Iglesia ya sufrió en el siglo XV.

Instrumentum laboris

LSNExcelencia, el Instrumentum laboris (IL) se ha abierto paso hasta el documento final (n. 3). Durante el sínodo, el IL fue ampliamente criticado por diversas razones; la principal fue su naturaleza demasiado sociológica. También incluía el acrónimo “LGBT” utilizado por el lobby homosexual. Un padre sinodal, que según parece hablaba en nombre de muchos obispos, dijo que esperaba que el documento de trabajo “muriera” para que así uno nuevo pudiera “germinar y crecer”. ¿Cuál es su opinión sobre la inclusión del Instrumentum laboris en el documento final?

MAS: El acrónimo “LGBT” es un astuto eslogan que es utilizado en una campaña de propaganda global para promover la ideología homosexual y la legitimación de los actos homosexuales. La mención neutral y no crítica de dicho término en un documento de la Santa Sede es inaceptable y demuestra, por este simple hecho, una especie de colaboración de la Santa Sede con la dictadura de la ideología homosexual totalitaria de nuestros días. La inclusión del Instrumentum laboris en el documento final del Sínodo es un modo deshonesto de aceptar que entre por la puerta de atrás, como si tal cosa, el inaceptable acrónimo político “LGBT”.

Sexualidad

LSNEl párrafo que ha encontrado más oposición por parte de los padres sinodales es el 150, con 65 votos en contra, de un total de 248. ¿Cuál es su valoración de este párrafo 150, sobre todo en lo que concierne a su uso del término “orientación sexual” y su llamada a una “profundización pastoral, teológica y antropológica” de la sexualidad? 

MAS: La referencia a la Carta a los obipos de la Iglesia católica sobre la atención pastoral a las personas homosexuales proporciona la correcta interpretación del término “orientación sexual”. Sin embargo, a nivel general se sabe, y se puede probar fácilmente, que hoy en día el término “orientación sexual” es altamente ambiguo, y es utilizado principalmente por la sección de propaganda ideológica del lobby homosexual y de las Naciones Unidas. El Catecismo de la Iglesia Católica utiliza el término “tendencia homosexual” que, de manera más apropiada, expresa las distintas inclinaciones morales y psicológicas desmesuradas, o la concupiscencia debida al pecado original. El término “orientación” implica una realidad positiva, un fin positivo y, por consiguiente, no debe utilizarse para expresar una tendencia homosexual.

Para un verdadero católico, y aún más para el Magisterio, una profundización pastoral, teológica y antropológica sobre la sexualidad puede sólo significar lo siguiente: mostrar de manera aún más clara la verdad revelada sobre la sexualidad humana, tal como Dios la concibió y la creó, y tal como la Sagrada Escritura y la Tradición de la Iglesia la han enseñado de manera inalterada y siempre con el mismo sentido y significado. Una profundización de este tipo deberá incluir necesariamente una estima por la virtud de la castidad.

Por desgracia, al documento final del Sínodo de los Jóvenes le falta esta declaración católica clara sobre la castidad. Espiritualmente podría haber sido de gran ayuda para los jóvenes si el documento final hubiera citado textos sobre la castidad, como el siguiente del Papa Juan Pablo II: “La verdadera felicidad exige entereza y espíritu de sacrificio, rechazo de cualquier componenda con el mal y disposición a pagar personalmente, incluso con la muerte, la fidelidad a Dios y a sus mandamientos. ¡Qué actual es este mensaje! Hoy se exaltan a menudo el placer, el egoísmo o incluso la inmoralidad, en nombre de falsos ideales de libertad y de felicidad. Es necesario reafirmar con claridad que se debe defender la pureza del corazón y del cuerpo, porque la castidad “custodia” el amor auténtico” (Angelus, 6 de julio de 2003).

Sinodalidad

LSNTambién ha habido mucha oposición al número 121 del documento final, sobre la forma sinodal de la Iglesia; 51 padres sinodales han votado en contra. Aunque apenas se ha abordado el tema de la sinodalidad durante el Sínodo, esta cuestión domina la tercera parte del documento final, lo que ha causado gran sorpresa entre los padres sinodales. Algunos sugieren que la sinodalidad será utilizada para hacer pasar una enseñanza más heterodoxa. ¿Cuál es su opinión e inquietud sobre el énfasis acerca de la sinodalidad presente en el documento final?

MAS: El hecho de que el tema estrictamente eclesiológico y, de algún modo, “clerical”, de la sinodalidad sea tan prominente en el documento del sínodo es asombroso, y parece sospechoso. Está claro que algunos de los componentes del clero de la jerarquía superior han utilizado el Sínodo sobre los jóvenes -y, por lo tanto, también a ellos, a los más jóvenes- para promover su agenda con el fin de mejorar su capacidad de toma de decisiones en el seno de la Iglesia, introduciendo así su ideología personal en la vida de la Iglesia, justificando sus fines a través de vagas referencias a los Padres de la Iglesia.

Es irónico que en el n. 121 del documento final se mencione a san Juan Crisóstomo para apoyar la “sinodalidad”, cuando fue precisamente este santo el que fue condenado por “sinodalidad”, es decir, por un sínodo de obispos. La condena sinodal de san Juan Crisóstomo cita los cánones del sínodo arriano de Antioquía, que por su parte condenó a san Atanasio.

Dos de los más grandes Padres y Doctores de la Iglesia, san Atanasio y san Juan Crisóstomo, fueron víctima de la “sinodalidad”. Fueron condenados por sínodos. Actualmente, san Juan Crisóstomo y san Atanasio, junto a san Ambrosio y san Agustín, están representados en las estatuas monumentales que sujetan en alto la cátedra de san Pedro, en el ábside de la Basílica de San Pedro en Roma.

Además, sabemos bien lo que pensaba san Gregorio Nacianceno, uno de los grandes teólogos de los Padres de la Iglesia, sobre la “sinodalidad”. Dijo: “Estoy decidido a evitar todo encuentro de obispos, porque no he visto ningún sínodo acabar bien, como tampoco he visto aplacar, en lugar de agravar, los problemas” (Ep. ad Procop.). Insistir en el tema de la “sinodalidad” en el documento final, haciendo caso omiso de los auténticos métodos sinodales -dado que este tema no fue suficientemente debatido en el aula sinodal, y no hubo tiempo suficiente para leer el texto final, que fue entregado a los obispos sólo en italiano-, es una clara demostración de clericalismo exasperado. Este clericalismo “sinodal” quiere transformar la vida de la Iglesia en una especie de parlamento mundano y protestante, en el que haya continuas discusiones y procesos de votación sobre cuestiones que no pueden ser sometidas a votación.

El papel de las mujeres en la Iglesia

LSNEl número 148, sobre el papel de las mujeres en la Iglesia, también ha sido citado como uno de los pasajes más controvertidos del documento final. Una fuente cercana al Sínodo ha dicho que la referencia a las mujeres de este párrafo como presentes en “los cuerpos eclesiales a todos los niveles”, rompe con la naturaleza apostólica de la Iglesia, y representa un “rechazo profundo” a las intenciones de Cristo sobre el liderazgo episcopal, además de socavar la paternidad espiritual de los sacerdotes. ¿Está usted de acuerdo? ¿Cree usted que hay maneras legítimas mejores con las que la Iglesia pueda involucrar a las mujeres en el proceso de toma de decisiones? ¿Y cuáles son los límites?MAS: La inclusión del tema “el papel de las mujeres en la Iglesia” en el debate sinodal y en su documento final demuestra, una vez más, el abuso que miembros de la alta jerarquía eclesial hacen de nuestros jóvenes, de los más pequeños, por su deseo de tener otra Iglesia: quieren dar a una ideología feminista poco femenina la base para una acción dentro de la Iglesia. Una mujer verdaderamente católica no desea tener el poder de decisión en la política eclesial, o sobre cuestiones que, por su naturaleza, pertenecen a la jerarquía establecida de manera divina. Una mujer verdaderamente católica detesta las luchas de poder en la vida de la Iglesia. El mayor poder de toma de decisiones que tiene una mujer católica en la vida de la Iglesia es el ejercicio cristiano de la maternidad en la familia. ¿Puede haber un poder de toma de decisiones mayor que el de un madre que educa a un futuro santo sacerdote, un futuro santo obispo, un futuro santo papa? ¿Cuál es el increíble poder de decisión que tiene una joven que se convierte en Esposa de Cristo en la vida religiosa, y que por medio de su vida consagrada en un convento de clausura representa el corazón de la Iglesia? Hay mujeres santas que son Doctoras de la Iglesia. Conocemos sus nombres: santa Hildegarda de Bingen, santa Catalina de Siena, santa Teresa de Ávila, santa Teresa de Lisieux, por no mencionar a las dos patronas de Europa, santa Brígida de Suecia y santa Teresa Benedicta de la Cruz. Enseñaron a la Iglesia con lo que recibieron de la Iglesia, no con sus propias ideas, y pudieron hacerlo gracias a sus vidas contemplativas, de santidad y de amor a la integridad de la doctrina de la Iglesia.

En tiempos de gran tribulación para la vida de la Iglesia, y por amor a ella, estas santas mujeres no tuvieron miedo de elevar su voz para corregir filialmente a obispos y papas. Los clérigos, sin embargo, a menudo fueron cobardes y, preocupados por sus carreras, eligieron no expresar una corrección que era necesaria a la jerarquía. Las santas mujeres nombradas más arriba no pertenecían al poder que tomaba las decisiones en la Iglesia en su época. No hagamos que las mujeres católicas estén en los ámbitos donde se toman las decisiones porque si no perderán la libertad de corregir públicamente los abusos perpetrados por los clérigos, o de expresar una corrección filial a los niveles más altos de la jerarquía. No necesitamos mujeres clericalizadas que formen parte de la burocracia eclesial. La Iglesia de nuestros días necesita urgentemente nuevas santas Hildegardas, nuevas santas Catalinas, nuevas santas mujeres que, con su sabiduría y oración, enriquezcan la comprensión de la fe, y que con su valentía reprendan a los clérigos negligentes y abusadores a todos los niveles.

Conciencia

LSN¿Qué opina sobre cómo se ha abordado en el documento final el tema de la conciencia? (Ver ns. 107-109)

MAS: Las declaraciones del documento final sobre la conciencia en los números 107-109 reflejan la enseñanza de la Iglesia y son bastante aceptables. Para una comprensión más completa de la conciencia hubiera sido útil, sin embargo, que el documento mencionara también los peligros de los errores de conciencia y los obstáculos a una conciencia justamente formada. Hubiera sido de gran ayuda para los jóvenes si el documento final hubiera incluido explicaciones sobre la conciencia como, por ejemplo, la siguiente, del Beato John Henry Newman: “El sentimiento de lo justo y de lo injusto, que en la religión es el primer elemento, es tan delicado, tan irregular, tan fácil de confundirse, de oscurecerse, pervertirse, tan sutil en sus métodos de razonamiento, tan maleable desde la educación, tan influenciado por el orgullo y las pasiones, tan inestable en su curso que, en la lucha por la existencia, entre los múltiples ejercicios y triunfos de la mente humana, este sentimiento al mismo tiempo es el mayor y el más oscuro de los maestros; la conciencia no es un egoísmo clarividente, ni el deseo de ser coherentes con uno mismo” (Carta al duque de Norfolk).

Abusos sexuales

LSN¿Cuál es su opinión sobre el modo cómo el documento final ha abordado el tema de la crisis de los abusos sexuales, que ha afectado de manera especial a unas regiones concretas del mundo? (Ver ns. 29-31). El arzobispo mons. Charles Chaput ha dicho que los pasajes sobre el tema eran “inadecuados y decepcionantes” y que los líderes de la Iglesia de los países que no han sido sacudidos por la crisis de los abusos “claramente no comprenden su objetivo y gravedad”. “Falta en el texto unas disculpas de corazón”, ha añadido, y el clericalismo “es parte del problema de los abusos, pero no es en absoluto el tema central para muchos laicos, sobre todo para los padres”.

Estoy de acuerdo con las observaciones de mons. Chaput. La respuesta del documento a la cuestión de los abusos sexuales en la Iglesia es realmente insuficiente. La más dolorosa y, seguramente, una de las heridas más profundas en la vida de la Iglesia -los abusos sexuales de niños y adolescentes por parte de sacerdotes-, no se menciona de manera explícita, y está incluida en una lista de diferentes tipos de abuso, como el abuso de gente joven, el abuso de poder, el abuso de conciencia, los abusos económicos, etc.

El texto esquiva el tema central y no pone el dedo sobre la llaga. Al no hablar sobre el hecho demostrado de que la homosexualidad ha jugado un papel crucial en los abusos sexuales de menores, es deshonesto o está motivado ideológicamente, por ejemplo, se ha hecho para proteger la homosexualidad o por motivos políticos, es decir, para ser políticamente correcto con la opinión dominante, que niega la conexión entre homosexualidad y abuso sexual de menores.

En un estudio académico reciente, el Ruth Institute (situado en Louisiana, EE.UU.) demostró claramente la conexión entre los abusos sexuales de menores y la homosexualización del clero. Según este estudio, el 78% de los menores víctimas de abusos no eran niños, sino adolescentes varones post-púberes. El documento del Sínodo sobre la Juventud 2018 seguramente pasará a la historia como un texto en el que la jerarquía no admitió una de las causas principales del abuso sexual de niños y adolescentes, que es la homosexualidad en el clero. ¿Acaso esta negación de la evidencia en el documento sinodal no es también una forma de clericalismo?

Elementos positivos

LSN¿Qué elementos positivos ve usted en el documento final?

MAS: Hay, claro está, varios elementos positivos en el documento final. Se podrían mencionar los siguientes:

La llamada a la santidad, sobre todo en el n. 165.
Una descripción hermosa y teológicamente correcta de la Sagrada Liturgia en el n. 134; la importancia del silencio, el temor reverencial ante el Misterio, etc.
La importancia de la oración, la contemplación, la adoración Eucarística, la interioridad, las peregrinaciones y las devociones populares.
La necesidad de dar respuesta y razón de nuestra Fe, citando a 1 Pe 3, 15.
La mención de no crear una nueva Iglesia en el n. 60.
La mención de la gracia – siete veces; sin embargo, la palabra “acción” es mencionada el doble de veces que “gracia”.
La importancia de la dirección espiritual.
La mención de la ascesis y la lucha espiritual, y de la formación de la conciencia.
La oración por las vocaciones.
La hermosa conclusión en el n. 167.

Omisiones y términos tendenciosos

LSNExcelencia, ¿le gustaría añadir alguna cosa?

MAS: Para poder evaluar un documento hay que considerar las omisiones y los términos tendenciosos, ya que estos reflejan una ideología concreta. Desde luego, el enfoque básico del documento manifiesta claramente una tendencia hacia el naturalismo, el antropocentrismo, la ambigüedad doctrinal, el sentimentalismo y el subjetivismo. Esta tendencia puede identificarse inequívocamente como un neo-pelagianismo vestido de clericalismo.

Hay que considerar, por ejemplo, las siguientes omisiones, que hablan por sí solas. No hay palabras como: “sagrado”, “santo”, “roca”, “eterno”, “eternidad”, “sobrenatural”, “cielo” (en el sentido de vida eterna), “vencer”, “conquistar”, “resistir”, “defender”, “soldado”, “victoria”, “objetivo”, “fin”, “virtud” (en el sentido teológico), “alma” (en cambio “cuerpo” se menciona 19 veces), “verdad” (no en el sentido teológico o metafísico, sino sólo en relaciones psicológicas y humanas), “objetivo”, “objetividad”, “claro”, “convicción”, “ley de Dios”, “observancia”, “mandamientos”, “arrepentimiento”, “obediente”, “obediencia”, “martirio” (en el sentido de morir por la fe católica y Jesucristo), “reverencia” y “respeto hacia Dios”.

Hay también las palabras tendenciosas: “humano” (20 veces, mientras que “divino” aparece sólo dos), “cuerpo” (19 veces, mientras que “alma” no aparece nunca); “historia” (15 veces); “experiencia” (52 veces); “libertad” (38 veces); “acción y actividad” (25 veces, mientras que “gracia” sólo 7 veces); “tierra” (6 veces); “ecología” (3 veces); “sinodal o sinodalidad” (105 veces).

Es asombroso que las siguientes citas bíblicas, aptas en grado sumo para la formación de los jóvenes, no estén incluidas en el documento final:

“Se acercó uno a Jesús y le preguntó: ‘Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna?’. …Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos”(Mt 19, 16-17).
“Si hemos puesto nuestra esperanza en Cristo solo en esta vida, somos los más desgraciados de toda la humanidad” (1 Cor 15, 19).
“Por eso corro yo, pero no al azar; lucho, pero no contra el aire” (1 Cor 9, 26).
“Arraigados y edificado en él, afianzados en la fe” (Col 2, 7).
“Huye de las pasiones juveniles y busca la justicia” (2 Tim 2, 22).
“La fe es fundamento de lo que se espera, y garantía de lo que no se ve” (Heb 11, 1).
“Estáis firmes en la verdad que poseéis” (2 Pe 1, 12).
“Y lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe” (1 Jn 5, 4).

La voz eterna de la Iglesia

Las siguientes palabras de Juan Pablo II y de Pío XII reflejan la voz eterna de la Iglesia en su enseñanza a los jóvenes. Esta voz es intemporal en su contenido y lenguaje:
“¿Qué he de hacer para alcanzar la vida eterna?… ¿No somos nosotros la generación a la que el mundo y el progreso temporal llenan completamente el horizonte de la existencia?… Cuando nos ponemos ante Cristo, cuando Él se convierte en el confidente de los interrogantes de nuestra juventud, no podemos poner una pregunta diversa de la del joven del Evangelio: «¿Qué he de hacer para alcanzar la vida eterna?». Cualquier otra pregunta sobre el sentido y valor de nuestra vida sería, ante Cristo, insuficiente y no esencial. … Hemos de suponer que en este diálogo que Cristo sostiene con cada uno de vosotros, jóvenes, se repita la misma pregunta: ¿Sabes los mandamientos? Ésta se repetirá infaliblemente, porque los mandamientos forman parte de la Alianza entre Dios y la humanidad. Los mandamientos determinan las bases esenciales del comportamiento, deciden el valor moral de los actos humanos, permanecen en relación orgánica con la vocación del hombre a la vida eterna, con la instauración del Reino de Dios en los hombres y entre los hombres. … Si es necesario, sed decididos en ir contra la corriente de las opiniones que circulan y de los «slogans» propagandísticos. No tengáis miedo del amor, que presenta exigencias precisas al hombre. Estas exigencias –tal como las encontráis en la enseñanza constante de la Iglesia– son capaces de convertir vuestro amor en un amor verdadero” (Juan Pablo II, Carta Apostólica Dilecti Amici a los jóvenes del mundo, 31 de marzo de 1985).
“Jóvenes católicos, queréis ser verdadera y plenamente tales. A la irreligiosidad y la incredulidad que os rodean, oponéis vuestra fe firme, viva y activa. Vuestra fe será firme y luminosa sólo si la conocéis, no superficialmente o de manera confusa, sino clara e íntimamente. Vuestra fe será viva si vivís según sus máximas y observáis los mandamientos de Dios. El joven que santifica las fiestas afrontando cualquier dificultad o problema, que se acerca a menudo a la Mesa del Señor, que es verdadero y leal, dispuestos a socorrer a los necesitados, que respeta a las jóvenes y a las mujeres y que tiene la fuerza de cerrar los ojos y el corazón a todo lo que es impuro en los libros, las imágenes, las «películas», demuestra tener verdaderamente una fe viva. Observad que si no es viva, la fe ni siquiera es activa. Si otros hacen estos grandes esfuerzos para las obras del maligno, ¡cuán mayor deberá ser nuestro celo por la causa de Dios, de Cristo y de la Iglesia!. Cumpliréis con vuestro deber, también en vuestra vida terrenal, sólo si sois hombres de espíritu sobrenatural, para los que la unión con Cristo, la resurrección gloriosa y la vida eterna valen más que todas las cosas humanas. El mundo católico lleva en sí una fuente inagotable de prosperidad y de bien también en el campo de la vida terrenal, precisamente porque sitúa lo eterno por encima de lo temporal. Si no fuera así, su fuerza se extinguiría. […] En nuestros tiempos, la humanidad ha oído el mensaje del «derrumbamiento de todos los valores» (Umwertung aller Werte). … Precisamente en estos años de agitación económica y social, los valores religiosos y eternos han demostrado con fuerza su total indestructibilidad: Dios y su ley natural; Cristo y su Reino de verdad y gracia; la familia cristiana, siempre la misma y siempre espina dorsal y medida de cualquier orden económico y público; la dulce y segura esperanza del más allá, de la resurrección y de la vida eterna” (Discurso de Pío XII en el 80 aniversario de la juventud italiana de Acción Católica, 12 de septiembre de 1948).
Es una pena que en el primer sínodo sobre los jóvenes de la Iglesia no se citara una obra importante de un gran santo y Doctor de la Iglesia, san Basilio, que aborda explícitamente el tema de los jóvenes. Vale la pena citar de esta obra patrística los pasajes siguientes, que son intemporales y tan actuales para la juventud de hoy. Escribe san Basilio:
“Nosotros cristianos, hijos míos, sostenemos que esta vida humana no vale absolutamente nada y de ningún modo consideramos ni calificamos de «bueno» nada que nos reporte la plena satisfacción pero sólo restringida a aquella. … En nuestras esperanzas vamos más lejos y todo lo hacemos en preparación de la otra vida. […] Lo cierto es que quizá os lo expondría con suficiente claridad sólo con deciros que si uno con el pensamiento reúne a la vez y agrupa en conjunto toda la felicidad desde que existen seres humanos, no la encontrará equivalente ni siquiera a la parte más pequeña de aquellos bienes, sino que la totalidad de las lindezas de aquí por su valor se queda más lejos del más minúsculo de aquellos de lo que la sombra y el sueño lo están de la realidad. Es más, para servirme de un ejemplo más apropiado, tanto cuanto el alma es en todo más preciada que el cuerpo, tan grande es la diferencia entre una y otra vida. […] No, no hay cosa de la que más deba huir alguien sensato que de vivir pendiente del qué dirán y de tener en cuenta el parecer de la mayoría, y no hacer de la recta razón guía de la vida: en consecuencia, aunque haya que contradecir a toda la humanidad, tener mala fama y correr peligros en favor del bien, no elegirá remover nada de lo que se juzga correcto” (San Basilio Magno, A los jóvenes, capítulos 2, 9).
En lugar de dar a los jóvenes, metafóricamente hablando, un pan casero nutritivo y sano, proporcionándoles una formación pastoral, espiritual y doctrinal auténtica en contenido y lenguaje, el documento final de este sínodo ha fracasado en este aspecto y podemos decir, metafóricamente también, que es una “limonada excesivamente edulcorada”. La limonada dulce no le gusta a todo el mundo y no siempre, mientras que un pan casero, sano y nutritivo, es un alimento que tiene un gusto imperecedero y que da verdadera fuerza. Así han sido los documentos magisteriales auténticos de la Iglesia durante más de dos mil años: reflejaban de manera fiel e inequívoca, en su contenido y lenguaje, la Tradición perenne de la fe católica, testimoniada de manera privilegiada por los Padres y Doctores de la Iglesia, y también por muchos mártires y confesores jóvenes.

Publicado por Diane Montagna en LifeSiteNews; traducido por Elena Faccia Serrano para InfoVaticana.

Doble vara de medir del Vaticano


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