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viernes, 28 de abril de 2023

Los cardenales Roche y Cantalamessa lo confirman: el rito de Paulo VI corresponde a una nueva teología


 



Los cardenales Arthur Roche y Raniero Cantalamessa han reconocido de modo indirecto (tal vez involuntariamente) lo que los críticos del Novus Ordo Missae de Paulo VI llevan más de cincuenta años diciendo: que el nuevo rito corresponde a una nueva teología que «se aleja de manera impresionante, en conjunto y en detalle, de la teología católica de la Santa Misa, tal como fue formulada en la XXII Sesión del Concilio de Trento» [1].

El 19 de marzo pasado, al ser interrogado por sus compatriotas de la radio BBC sobre las restricciones a la celebración del rito latino tradicional, el prefecto del Dicasterio para el Culto divino declaró: «Como ustedes saben, la teología de la Iglesia ha cambiado. Antes el sacerdote representaba, a distancia, a todo el pueblo: [los fieles] se canalizaban a través de esta persona que era la única que celebraba la Misa. No es sólo el sacerdote el que celebra la liturgia, sino también los que están bautizados [junto] con él; ¡nada menos!» [2] [Todo lo destacado en negrita lo hemos resaltado nosotros.]

Pocos días más tarde, en el cuarto sermón de Cuaresma para la Curia Romana, el cardenal Cantalamessa, Predicador de la Casa Pontificia, remachó: 
 
«La liturgia católica se ha transformado, y en poco tiempo ha pasado de ser una acción con una marcada impronta sagrada y sacerdotal a ser una actividad más comunitaria y participativa, donde todo el pueblo de Dios tiene su parte, cada uno con su propio ministerio […]
 
»Al comienzo de la Iglesia y durante los tres primeros siglos, la liturgia era verdaderamente una liturgia, es decir, la acción del pueblo (laos, pueblo, es uno de los componentes etimológicos de leiturguía). De san Justino, de la Traditio Apostolica de san Hipólito y de otras fuentes de la época, obtenemos una visión de la Misa ciertamente más cercana a la reformada de hoy que a la de siglos atrás. ¿Qué pasó después de eso? La respuesta está en una palabra molesta que no podemos evitar: ¡clericalización! En ninguna otra esfera se ha observado más claramente que en la liturgia.
 
»El culto cristiano, y de modo especial el sacrificio eucarístico, se transformó rápidamente, en Oriente y Occidente, y dejó de ser una acción realizada por el pueblo para ser una actividad del clero.» [3].

¿Es conforme al dogma católico decir que el sacrificio eucarístico es una acción realizada por el pueblo y que pasó a ser primordialmente una acción del clero por culpa de una clericalización improcedente? Claro que no. En la Santa Misa, el celebrante no es un mero presidente de la asamblea, sino el único sacerdos que ofrece el sacrificio in persona Christi.

Para zanjar cualquier duda, basta leer lo que dijo al respecto Pío XII en su encíclica Mediator Dei: 
«Sólo a los Apóstoles y a los que, después de ellos, han recibido de sus sucesores la imposición de las manos, se ha conferido la potestad sacerdotal, y en virtud de ella, así como representan ante el pueblo a ellos confiado la persona de Jesucristo, así también representan al pueblo ante Dios» (n° 54).
Por eso, en la Santa Misa, «el sacerdote representa al pueblo sólo porque representa la persona de nuestro Señor Jesucristo, que es Cabeza de todos los miembros por los cuales se ofrece; y que, por consiguiente, se acerca al altar como ministro de Jesucristo, inferior a Cristo, pero superior al pueblo (San Roberto Belarmino, De missa, II c.l. ). El pueblo, por el contrario, puesto que de ninguna manera representa la persona del divino Redentor ni es mediador entre sí mismo y Dios, de ningún modo puede gozar del derecho sacerdotal» (n° 104).

Sin duda, es importante que los fieles presentes participen en el sacrificio del altar con los mismos sentimientos que tuvo Jesucristo en la Cruz y que «ofrezcan aquel sacrificio juntamente con Él y por Él, y con Él se ofrezcan también a sí mismos» (n° 99).

Pero, para evitar todo equívoco, Pío XII reitera que «por el hecho de que los fieles cristianos participen en el sacrificio eucarístico, no por eso gozan también de la potestad sacerdotal» (n° 102).

La insistencia del papa Pacelli era necesaria, porque ya entonces algunos pretendían erróneamente «que el precepto que Jesucristo dio a los Apóstoles en su última cena, de hacer lo que Él mismo había hecho, se refiere directamente a todo el conjunto de los fieles» y juzgaban que «el sacrificio eucarístico es una estricta concelebración» (n°103).

Contra ese error, la Mediator Dei enseñaba que «aquella inmolación incruenta con la cual, por medio de las palabras de la consagración, el mismo Cristo se hace presente en estado de víctima sobre el altar, la realiza sólo el sacerdote, en cuanto representa la persona de Cristo, no en cuanto tiene la representación de todos los fieles» (n°112).

De ahí que no se puedan condenar las misas privadas sin participación del pueblo, ni la celebración simultánea de varias misas privadas en diferentes altares, invocando erróneamente «el carácter social del sacrificio eucarístico» (n° 118) [4]

Esos extractos de la gran encíclica litúrgica de Pío XII demuestran que, mal que le pese al cardenal Cantalamessa, la escarnecida clericalización de la Santa Misa no es fruto de un deterioro humano producto de la historia, sino de un designio divino. Jesús instituyó el sacrificio eucarístico y el sacerdocio ministerial simultáneamente, y otorgó a sus ministros el privilegio exclusivo de renovarlo sobre los altares de manera incruenta hasta la consumación de los tiempos.

Conviene observar, además, que el predicador de la Casa Pontificia metió sus sandalias de capuchino en arenas movedizas al declarar que las primeras comunidades cristianas tenían «una visión de la Misa ciertamente más cercana a la reformada de hoy que a la de siglos atrás». Si eso fuera cierto, cabrían dos posibilidades:

• En el mejor de los casos, el concepto encarnado en la nueva Misa de Paulo VI representaría una regresión teológica porque desde el primer tercio hasta la segunda mitad del siglo XX hubo un «desarrollo orgánico» del Depósito de la Fe en lo que se refiere al sacerdocio y el Sacrificio del Altar; es decir, que se entiende mejor su sentido teológico. En efecto, «la superación del pasado reciente para recuperar el más antiguo y original» no es un «enriquecimiento» [5], como afirmó el cardenal Cantalamessa, sino un empobrecimiento, ya que oculta a la Iglesia la luz que emana de las definiciones dogmáticas de varios concilios ecuménicos sobre la Misa: el Segundo de Nicea, el Cuarto de Letrán, el de Florencia y (principalmente) el de Trento, así como del fulgor que irradiaron sobre ella muchos gigantes de la teología y de la devoción eucarística; santos como Tomás de Aquino, Roberto Belarmino, Leonardo de Puerto Mauricio y Pedro Julián Eymard.

• En el peor de los casos, la visión de la Misa encarnada en el Novus Ordo Missae de Paulo VI representaría una ruptura teológica con los dogmas de fe definidos «en los siglos que nos precedieron», y que sustentan el supuesto concepto clericalista del sacerdocio y la Eucaristía que conforma la Misa tradicional en latín, cuya estructura, hasta el Novus Ordo Missae de 1969 del papa Paulo VI, permaneció prácticamente inalterada desde los cambios realizados por los papas San Dámaso I (m. 384) y San Gregorio I (m. 604) .

El cardenal Arthur Roche parece entenderlo de esta forma. Para él, «la teología de la Iglesia ha cambiado».

Infelizmente, el nuevo rito de Paulo VI no sólo significa un cambio de teología en lo que respecta a la supuesta clericalización de la liturgia antigua. Después de la publicación de Desiderio desideravi, mostré que los principios que invoca el papa Francisco en defensa de la reforma litúrgica contradicen la Mediator Dei en varios aspectos. En particular, destaqué los siguientes:

1. La inversión sistemática entre el fin primario de rendir culto a Dios y el fin subsidiario de santificar las almas [6];

2. El oscurecimiento de la centralidad de la Pasión redentora, en beneficio de la Resurrección gloriosa [7];

3. La acentuación del memorial en desmedro del sacrificio [8]; y

4. La degradación del sacerdote celebrante, que se convierte en presidente de la asamblea [9].

En vista de esos cambios radicales, me preguntaba si la nueva misa de Paulo VI se correspondía con la fe de siempre [10]. Los cardenales Roche y Cantalamessa acaban de reconocer que es una forma de entender la liturgia, porque la teología de la Iglesia en relación con la Misa habría cambiado.

Antes que esos ilustres purpurados, esos conspicuos representantes del progresismo francés, Alain y Aline Weidert, habían declarado lo mismo. En el periódico La Croix, publicaron un artículo de encomio al motu proprio Traditionis custodes, bajo el expresivo título: «La fin des messes d’autre “foi”, une chance pour le Christ ! » (El fin de las misas de otra fe, una oportunidad para Cristo; es un juego de palabras: autre foi –otra fe– y autre fois —antes, en otro tiempo–;en ambos casos, la fonética no varía).

No abordaron la supuesta clericalización de la liturgia tradicional en menoscabo del pueblo, sino que se centraron en la transición de la Misa como sacrificio propiciatorio a la Misa como celebración eucarística y jubilosa de la Alianza: «El espíritu de la liturgia de otra fe, su teología, las normas de la oración y de la Misa de antes (la lex orandi del pasado), ya no pueden, sin discernimiento, seguir siendo las normas de la fe de hoy, su contenido (nuestra lex credendi). […]
 
»Una fe que derivase todavía de la lex orandi de ayer, que hizo del catolicismo la religión de un dios perverso que hace morir a su hijo para aplacar su ira, una religión de un mea culpa y una reparación perpetuos, conduciría a un antitestimonio de fe, a una imagen desastrosa de Cristo. […]
 
Lamentablemente, nuestras misas [tradicionales] siempre se caracterizan por un señalado carácter expiatorio de finalidad propiciatoria para aniquilar los pecados (mencionados 20 veces), alcanzar nuestra salvación y salvar las almas de la venganza divina. “Propiciación’ que las comunidades Ecclesia Dei defienden con uñas y dientes, con sus sacerdotes sacrificadores, formados para hablar del Santo Sacrificio de la Misa, que es una verdadera inmolación.» […]

Prosiguen los Weidert: «Si queremos poder ofrecer algún día o una fe y una práctica cristiana atractivas, debemos aventurarnos, mediante la reflexión y la formación, a descubrir un fondo aún inexplorado (sin explotar) de la salvación por Jesús, no poniendo en primer lugar su muerte contra (“por”) los pecados sino su existencia como Alianza. Porque, “en efecto, su humanidad, unida a la persona del Verbo, fue instrumento de nuestra salvación” (Vaticano II, Sacrosanctum concilium, 5). ¡La opción es clara! No entre sensibilidades y estéticas religiosas diferentes, sino entre sacrificios interminables para borrar los pecados y Eucaristías que sellan la Alianza/Cristo» [11].
 
«Cuánta razón tuvo el papa Francisco al afirmar en Desiderio desideravi que sería banal leer las tensiones, desgraciadamente presentes en torno a la celebración, como una simple divergencia entre diferentes sensibilidades sobre una forma ritual». [12]

De hecho, los cardenales Roche y Cantalamessa acaban de concordar volens nolens con furibundos modernistas como el matrimonio Weidert, que considera que el rito de S. Pío V es la misa de «otra fe».

Siendo así, en el Vaticano no pueden extrañarse de que la fidelidad al Depósito de la Fe obligue a los católicos tradicionalistas a resistir sin cejar una legislación litúrgica ilegítima, que pretende imponer una construcción litúrgica artificial (Ratzinger dixit), y se aparta en puntos esenciales de los dogmas definidos en el Concilio de Trento, mientras se restringe gradualmente, hasta su extinción, un rito santo de la Misa que se desarrolló armónicamente a lo largo de los siglos.

José Antonio Ureta

1. Cards. A. Ottaviani y A. Bacci, carta a Paulo VI, introductoria del Breve estudio crítico del Novus Ordo Missae.

2. BBC, March 19, 2023

3. http://www.cantalamessa.org/?p=4080&lang=es

4. Pío XII, encíclica Mediator Dei (Nov. 20, 1947), Vatican.va

5. Cantalamessa, Mysterium Fidei!

6. Una crítica doctrinal de Desiderio desideravi: La primacía de la adoración

7. Oscurecimiento de la centralidad de la Pasión redentora

8. Del sacrificio del Calvario al recuerdo de la Presencia

9. De sacerdotes del Sacrificio a presidentes de asambleas

10. ¿El Novus Ordo como arma para promover “otra fe”?

11. Aline y Alain Weidert, en La Croix, 10-02-2022,

12.https://www.vatican.va/content/francesco/es/apost_letters/documents/20220629-lettera-ap-desiderio-desideravi.html, n° 31.

miércoles, 5 de abril de 2023

La persecución de Roma contra la Misa tradicional es la cuestión más importante en el mundo actual



Como Michael Matt destacó en su reciente Remnant Underground, los gobiernos tiránicos han prohibido ocasionalmente la Misa Tradicional porque han odiado la inmutable Fe Católica que encarna. La Iglesia, para que les imitemos, siempre ha presentado los santos ejemplos de aquellos católicos que han arriesgado su libertad, e incluso sus vidas, para preservar la Misa frente a tal persecución. Hoy, sin embargo, aquellos que pretenden ser la jerarquía católica en Roma nos han dado una señal inequívoca de que estos tiempos están diabólicamente desorientados: están intentando hacer más para proscribir la Misa tradicional que lo que los gobiernos tiránicos han sido capaces de hacer nunca.

Como los católicos informados comprenden, la prohibición de la Misa no sería un signo de desorden tan profundamente maligno si no fuera por la Constitución Apostólica de San Pío V de 1570, Quo Primum, que dejó inequívocamente claro que «en adelante, ahora y para siempre, en todas las provincias del mundo cristiano» la Misa tradicional debía ser la única forma aprobada, aparte de los ritos que ya habían estado en uso durante mucho tiempo:"Este nuevo rito es el único que debe usarse, a menos que la aprobación de la práctica de decir Misa de otra manera haya sido dada en el mismo momento de la aprobación y constitución de esa iglesia por la Sede Apostólica hace al menos 200 años, o a menos que haya prevalecido una costumbre de un tipo similar que haya sido seguida continuamente por un período de no menos de 200 años, casos que en su mayor parte Nos no rescindimos en modo alguno la prerrogativa o costumbre mencionadas.”

San Pío V no había ideado un «nuevo rito», sino que se había embarcado en un laborioso proceso de estudio y codificación de lo que había estado vigente durante siglos:"Decidimos confiar este trabajo a hombres doctos de nuestra selección. Ellos cotejaron muy cuidadosamente todo su trabajo con los códices antiguos de Nuestra Biblioteca Vaticana y con códices fiables, conservados o enmendados de otros lugares. Además de esto, estos hombres consultaron las obras de autores antiguos y aprobados concernientes a los mismos ritos sagrados; y así han restaurado el Misal mismo a la forma y rito originales de los Santos Padres."

Cuando se vean obligados a elegir entre esta santa y antigua Misa tradicional que ha nutrido a los santos por un lado, y el siempre cambiante y perpetuamente irreverente Novus Ordo Missae que nos ofrecen apóstatas por el otro, ¿qué elegirán los católicos cuerdos? ¿Qué elegirían todos los santos?

Sabemos, por supuesto, que las autoridades de Roma han intentado prohibir la Misa tradicional porque creen que se interpone en el camino de las «reformas» promulgadas por el Vaticano II. Sin embargo, irónicamente, las iniciativas más destacadas del Concilio deberían hacer que sus defensores animaran con entusiasmo a los fieles católicos a adherirse a la Misa tradicional. Después de todo, es este Concilio el que pone tanto énfasis en la libertad religiosa y en la necesidad de que cada individuo siga lo que le dicta su conciencia. Además, el tema dominante del ecumenismo exige el respeto de todas las creencias y prácticas religiosas, especialmente las cristianas. ¿Por qué, entonces, estos innovadores se oponen a que los católicos ejerzan la libertad religiosa para seguir sus conciencias de una manera que está dentro de la categoría de creencias cristianas aceptables?

La respuesta está clara desde hace más de cincuenta años: los innovadores saben que la Fe Católica integral encarnada por la Misa tradicional representa efectivamente un obstáculo en el camino «irreversible» del falso ecumenismo. En su La dimensión ecuménica de la Reforma Litúrgica, el P. Grégoire Celier citaba las palabras de Annibale Bugnini sobre la necesidad de eliminar estos obstáculos de la liturgia de la Iglesia:"Siempre es difícil tener que manipular textos venerables que han alimentado tan eficazmente la piedad cristiana durante siglos, y que aún hoy llevan el olor espiritual de los tiempos heroicos de la Iglesia primitiva . . . Sin embargo, hemos considerado necesario afrontar esta tarea para que la oración de la Iglesia no sea fuente de angustia espiritual para nadie . . . Al hacer estos difíciles sacrificios, la Iglesia se ha guiado por el amor a las almas y el deseo de hacer todo lo posible para allanar el camino hacia la unión de nuestros hermanos separados, quitando cualquier piedra que pudiera constituir siquiera la sombra de un riesgo de tropiezo o disgusto." (p. 25).

Esta confesión del principal arquitecto del Novus Ordo Missae no hace más que confirmar lo que está meridianamente claro para quienes han comparado la Misa de Pablo VI con la que San Pío V nos aseguró que nunca podría ser derogada. Tuvieron que deshacerse de la Misa tradicional porque desagradaba a los no católicos.

Como Michael Matt mencionó en su Remnant Underground, el falso espíritu ecuménico que animaba gran parte de la innovación del Vaticano II había sido claramente condenado por Pío XI en Mortalium Animos:"Ciertamente, semejantes intentos no pueden ser aprobados por los católicos, fundados como están en esa falsa opinión que considera que todas las religiones son más o menos buenas y dignas de alabanza, puesto que todas ellas manifiestan y significan de diferentes maneras ese sentido que es innato en todos nosotros, y por el cual somos conducidos a Dios y al reconocimiento obediente de sus mandatos. No sólo están equivocados y engañados los que sostienen esta opinión, sino que, al distorsionar la idea de la verdadera religión, la rechazan, y poco a poco se van desviando hacia el naturalismo y el ateísmo, como así se les llama; por todo ello se deduce claramente que quien apoya a los que sostienen estas teorías y tratan de ponerlas en práctica, abandona por completo la religión divinamente revelada."

Sin embargo, muchos Padres conciliares sinceros y otros católicos siguieron adelante con las novedades. Seguramente lo hicieron con la creencia de que estos esfuerzos atraerían a los no católicos a la Iglesia.

Pero hemos visto que en la mayoría de las naciones que tenían una fuerte población católica antes del Concilio ha sucedido exactamente lo contrario: al decir a los católicos que todas las religiones cristianas son agradables a Dios y que sus caminos llevan al Cielo, llevaron a muchas almas a creer que, después de todo, no necesitaban realmente seguir las enseñanzas de la Iglesia. Así que dejaron de seguirla. Y a medida que los católicos abandonaban la Fe, los defensores del falso ecumenismo redoblaron sus esfuerzos impíos, provocando el abandono masivo de la Iglesia.

¿Es todo esto completamente desconcertante o podemos encontrar una explicación sencilla? Si asumimos que los papas anteriores al Vaticano II estaban en lo cierto, el panorama resulta tan claro como trágico: los enemigos de la Iglesia (especialmente los masones) trataban de introducir errores liberales y modernistas en la enseñanza católica para subvertir la religión; pero fue en el Vaticano II, cuando finalmente lograron introducir estos sutiles errores, que han estado aprovechando desde entonces en su intento de destruir la Iglesia. Con su falso ecumenismo no pretendían llenar los bancos de las iglesias sino quitar de en medio a los católicos fieles de su camino hacia un nuevo orden mundial.

Así que hoy vemos a Francisco y sus colaboradores atacando la Misa tradicional con gran ferocidad al mismo tiempo que apoya varias iniciativas del Gran Reinicio. El hombre no está confundido; más bien persigue implacablemente una agenda anticatólica para aplastar la oposición más potente a dicho Gran Reinicio. Al hacerlo, podría decirse que está cometiendo el crimen de odio más extenso en la historia de la humanidad –perseguir a millones de católicos que simplemente quieren creer lo que la Iglesia siempre ha enseñado- todo por el bien de servir a una agenda globalista demoniaca. Esta es la cuestión más importante en el mundo de hoy.

¿Por qué el grupo de personas más malvadas jamás reunido tiene un miedo y una aversión tan desproporcionados hacia aquellos que simplemente creen en lo que la Iglesia siempre ha enseñado? Como todos los santos podrían decirnos, porque seguimos a Cristo, y nuestros enemigos siguen al príncipe de este mundo, lo sepan o no. Como tales, debemos seguir el ejemplo que los católicos irlandeses, los mártires ingleses, los vendeanos franceses, los cristeros mexicanos y los carlistas españoles nos dan para mantener la Misa y la Fe católica no adulterada que nuestros enemigos heréticos desprecian.

Nos acercamos rápidamente al momento culminante de esta batalla espiritual que involucra al mundo entero como nunca antes ha ocurrido. Por mucho que detestemos la forma en que Francisco persigue a aquellos a los que pretende representar, deberíamos verlo como una señal de que estamos haciendo la voluntad de Dios y no podemos abandonar nuestro camino. Nos interponemos en el camino de los globalistas demoníacos y no tenemos intención de ceder – sabemos que Dios los aplastará y Él nos dará toda la gracia que necesitamos para resistir mientras tanto. Corazón Inmaculado de María, ruega por nosotros.

Robert Morrison

martes, 28 de febrero de 2023

Arzobispo Paprocki afirma que los católicos que asisten a la Misa Tridentina son fieles a la Iglesia

CHIESA E POST CONCILIO


En nuestra traducción de InfoCatólica Monseñor Paprocki, uno de los primeros obispos en aplicar Traditionis custodes y tener su opinión [ aquí - aquí ], afirma que los católicos que asisten a la misa tridentina son fieles a la Iglesia, que los obispos deben tener la autoridad para permitir que continúen e insta a un enfoque más localizado. Aquí el índice de artículos sobre Traditionis Custodes y posteriores..

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A medida que el Vaticano comienza a tomar medidas enérgicas contra los obispos que han otorgado dispensas a las parroquias que ofrecen Misa tradicional, al menos un obispo defiende a la comunidad dentro de su diócesis e insta a un enfoque más localizado.

El obispo Thomas Paprocki de la Diócesis de Springfield, Illinois, le dijo a CNA que la comunidad de Misa en latín en su diócesis es leal a la Iglesia y que los obispos deberían tener la autoridad para permitirles continuar. Él declara: "Creo que los obispos diocesanos locales están mucho más en sintonía con lo que está sucediendo en su diócesis que una oficina en Roma".

El 16 de julio de 2021, el Papa Francisco emitió un motu proprio titulado Traditionis custodes , ordenando a los obispos que designen lugares para las misas tradicionales, prohibiendo que sean iglesias parroquiales. Dado que algunas parroquias ya tenían prósperas comunidades de Old Mass, varios obispos ofrecieron dispensas para permitir que algunas parroquias continuaran con las celebraciones.

El 21 de febrero de 2023, el cardenal Arthur Roche, prefecto del Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, emitió un rescripto, que es una aclaración formal del Vaticano. Afirma que estas dispensas están reservadas a la Santa Sede y ordena a los obispos que ya hayan otorgado dispensas que "informen al Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, que evaluará los casos individuales".

En una carta que acompaña a la Traditionis custodes , el Papa Francisco justificó sus restricciones iniciales argumentando que la celebración de la forma más antigua de la Misa “a menudo se caracteriza por un rechazo no sólo a la reforma litúrgica, sino al mismo Concilio Vaticano II”.

Paprocki, quien ha celebrado Misa en las dos iglesias de su diócesis que ofrecen la Misa en latín, dijo a CNA que en esas comunidades "no lo ha notado en absoluto", y agregó: "Encuentro que la gente allí es muy dócil a las enseñanzas". de la Iglesia, muy dispuestos a seguirlos. Son católicos muy fieles".

El obispo también cuestionó si el rescripto es consistente con la intención original del Santo Padre en la Traditionis custodes , señalando que la iniciativa de esta clarificación fue tomada por el Cardenal Roche, en lugar del Papa Francisco. Explicó que Traditionis custodes es un motu proprio y como tal es un decreto papal por iniciativa del pontífice. Un rescripto, que representa una aclaración, es una respuesta a una petición iniciada por otra persona, en este caso, el Cardenal Roche. [Debido a la jerarquía de fuentes, un motu proprio como TC no podría corregirse con un simple rescripto - ndT]

"No fue el Santo Padre quien tomó la iniciativa", dijo el arzobispo Paprocki, pero es "la iniciativa del cardenal Roche".

El obispo Paprocki señaló que la carta adjunta al Papa sugería que su intención era empoderar a los obispos. En la carta, el Papa dijo a los obispos que "les corresponde a ustedes autorizar ... el uso del ' Missale Romanum ' de 1962 " y "les corresponde a ustedes... establecer caso por caso base la realidad de los grupos que celebran con este ' Missale Romanum '”.

“Cuestiono la sabiduría del [rescripto] basado en el principio de subsidiariedad”, dijo el obispo. Dijo que la subsidiariedad sugiere que estas decisiones se toman "generalmente a nivel local".

Como ya había rumores de que el Vaticano centralizaría la autoridad sobre el asunto, Paprocki se adelantó al rescripto tomando medidas adicionales para asegurarse de que Traditionis custodes no afectaría a ninguna de las Misas en latín dentro de su diócesis.

En enero de 2022, Paprocki cambió formalmente el nombre de Sacred Heart Springfield como iglesia no parroquial. Pudo hacer esto porque la parroquia, St. Katharine Drexel, ya tenía dos iglesias, "solo para despejar cualquier duda... Pude rediseñar esa iglesia", dijo Paprocki. "Eso me permitió cuidar de la Iglesia del Sagrado Corazón".

Ahora la única iglesia parroquial que ofrece la Misa tradicional en latín es Santa Rosa de Lima en Quincy, cuyo párroco es miembro de la Sociedad Sacerdotal de San Pedro (FSSP). Dado que la FSSP recibió una dispensa del Vaticano, Paprocki dijo que el rescripto no se aplicaría a ellos, hasta donde él sabía. Dijo que el folleto "les permitió continuar haciendo lo que están haciendo".

Sin embargo, en todo el país, algunas iglesias que ofrecen la Misa en latín continúan operando solo sobre la base de las dispensas proporcionadas por sus obispos. CNA se ha puesto en contacto con varias diócesis, pero solo dos han respondido al momento de la publicación.

Un vocero de la Arquidiócesis de Denver dijo que la arquidiócesis "cumplirá con todo lo que se le pida" y un vocero de la Diócesis de Lake Charles, Luisiana, dijo que la diócesis "hace todo lo posible para respetar el derecho canónico y litúrgico y confía en su autoridad pontificia". universidad como expertos legales capacitados para ofrecer orientación.

Algunas diócesis, como la de Arlington, ya han recibido permiso del Vaticano para ofrecer dispensas a algunas parroquias. Estas exenciones son solo temporales y caducan después de un cierto período de tiempo. En el caso de Arlington, tres parroquias han recibido una subvención de dos años: Mission San Antonio en el condado de King George, Santa Rita en Alexandria y Saint John the Beloved en McLean. Para la Misa antigua, el obispo también ha señalado otras cinco opciones que no se encuentran en las iglesias parroquiales.

En otras diócesis, como la Diócesis de Winona-Rochester, los obispos han tratado de acomodar a los asistentes a la Misa antigua asignándoles nuevos lugares fuera de las iglesias parroquiales. En el caso de Winona-Rochester, el obispo Robert Barron ha designado una nueva capilla para la celebración de la Misa en latín que no está ubicada dentro de una iglesia parroquial.

[Traducción de la Iglesia y el posconcilio]

sábado, 18 de febrero de 2023

Papa Francisco Revisando Nueva Constitución Apostólica para consolidar Traditionis Custodes (Diane Montagna)



Esta es una información firmada por Diane Montagna y publicada en The Remnant, Feb-18-2023, la cual sirve para confirmar los precedentes rumores (1, 2, 3) sobre la posible publicación de una Constitución Apostólica que enterraría de una buena vez por todas la liturgia tradicional. Traducción de Secretum Meum Mihi, con adaptaciones.

Papa Francisco Revisando Nueva Constitución Apostólica para consolidar la ‘Traditionis Custodes’

CIUDAD DEL VATICANO, 18 de febrero de 2023— The Remnant ha sabido que un documento del Vaticano está siendo revisando por el Papa Francisco quien ampliaría y reforzaría su Motu proprio de 2021 Traditionis Custodes, que afirman que la única liturgia oficial de rito latino es el Novus Ordo, y regula estrictamente las comunidades ex-Ecclesia Dei.

Fuentes vaticanas bien informadas han confirmado a The Remnant, que advirtió con precisión de Traditionis Custodes antes de su publicación en 2021, que el borrador del documento, en forma de una constitución apostólica, fue presentado al Papa Francisco a finales de Enero por los superiores del Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos encabezado por el cardenal Arthur Roche.

Se dice que el documento fue escrito por funcionarios del dicasterio, bajo la dirección de su secretario, el arzobispo Vittorio Francesco Viola, OFM, en colaboración con al menos un consultor de la oficina del Vaticano para las celebraciones litúrgicas papales¹.

En tanto Traditionis Custodes tiene como objetivo principal frustrar el crecimiento de la Misa Tradicional en latín y los sacramentos entre el clero diocesano, este nuevo documento asestaría un golpe particularmente duro a las comunidades ex-Ecclesia Dei, al prohibir las ordenaciones diaconales y sacerdotales en el Vetus Ordo, prohibiendo la administración de los demás sacramentos a los fieles, y exigiendo la concelebración de todos los sacerdotes, incluidos los miembros de estos institutos.

También se dice que está sobre la mesa una prohibición de Misas Dominicales en el Vetus Ordo.

The Remnant también se enteró de que un cardenal italiano creado en 2022² está tratando de persuadir al Papa Francisco para que promulgue una constitución apostólica alternativa, la cual a primera vista puede parecer menos dura, pero de hecho es peor al buscar enterrar de una vez por todas la liturgia latina tradicional.

Este segundo borrador nunca mencionaría el Vetus Ordo sino más bien celebra el 54º aniversario de la promulgación de la constitución apostólica de Pablo VI sobre el Nuevo Misal Romano (3 de Abril de 1969), siendo probable su publicación el Lunes de Semana Santa. Las fuentes dicen que relataría las “bendiciones” de la reforma litúrgica de Pablo VI y el “abundante fruto” que ha dado en la Iglesia, y buscaría “coronarla y completarla” declarando que, en adelante, el único rito oficial de la Iglesia latina es el Misal Romano de Pablo VI, el Novus Ordo.

Sin decir nunca una palabra sobre el Vetus Ordo, esta segunda opción adelantaría todo lo contenido en la primera por las consecuencias que implica. Daría a los obispos que son hostiles a la liturgia tradicional, o que están dispuestos a sacrificarla por lo que ven como un bien mayor, la base para erradicarla en sus diócesis. Y reforzaría los esfuerzos del cardenal Arthur Roche para forzar a obispos de mentalidad tradicional en la implementación de su interpretación de Traditionis Custodes, después de repetidos intentos de hacerlo en formas consideradas por los canonistas como contrarias a la ley de la Iglesia.

Pero nada está escrito en piedra en este punto, se nos dijo, y hay una resistencia considerable por parte de los miembros de la Curia Romana, quienes creen que la promulgación del Papa Francisco de cualquiera de las dos constituciones apostólicas enviaría a la Iglesia a aguas desconocidas, hiriendo aún más el Cuerpo Místico de Cristo, y ser vista (por católicos y no católicos por igual) como un acto cruel y divisivo.

También sería interpretado por cardenales, obispos, sacerdotes, religiosos y laicos por igual como un repudio total del legado del Papa Benedicto XVI solo unos meses después de su muerte.

¹ En el momento de aparecer la presente información, el sitio de internet del Vaticano relaciona cinco consultores de la Oficina para las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice, de los cuales una es mujer, lo cual deja la opción a los restantes cuatro. Si se cumple el principio aquel de la creciente influencia de la escuela litúrgica Sant'Anselmo en el Vaticano, nuestra especulación particular sería el P. Pietro Angelo Muroni (N. de T.)

² Los cardenales italianos creados en 2022 fueron solamente dos, uno no elector, Arrigo Miglio, y el elector que es el actual obispo de Como, Oscar Cantoni (N. de T.).

lunes, 9 de enero de 2023

¿Se puede ir a las misas de los «lefebvristas» (FSSPX)? Vídeo (padre Javier Olivera Ravasi)



Hace ya más de tres años publicábamos en este sitio (AQUÍ) un breve texto con una puesta al día canónica de los sacramentos impartidos por la Fraternidad Sacerdotal San Pío X.

Ante reiteradas consultas a este blog y con el fin de ser aún más didácticos, es que ahora invitamos a ver un breve vídeo que se encuentra en la misma línea para,

Que no te la cuenten

P. Javier Olivera Ravasi, SE

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Duración 26:11 minutos


NUESTROS CONSEJOS:

1) Ir a Misa (tanto en la misa Novus ordo como en la Vetus ordo está Cristo).

2) Si se desea ir a Misa tradicional, buscar PRIMERO un lugar donde esté permitida por el obispo.

3) Si no existe y se desea ir a las misas de la FSSPX, tomar esas precauciones que se dicen en el vídeo y evitar toda posible mentalidad cismática o "sectarista".

Bendiciones. P. Javier

martes, 27 de diciembre de 2022

La crisis de fe que atraviesa la Iglesia tiene su origen en la nueva Misa



Este imperdible artículo del sacerdote austriaco Michael Gurtner se publicó originalmente en alemán en el sitio katholisches.info el pasado 27 de noviembre, que ha autorizado a Rorate Caeli a publicar la traducción.

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En estos momentos la Iglesia modernista trata de transformar su constitución interna, transformándose por sí sola y por iniciativa propia para que en lugar de la Iglesia jerárquica querida e instituida por Dios sea de carácter sinodal (y por tanto obra de hombres). En la única Iglesia de Jesucristo, que es la católica, se está llevando a cabo desde décadas un proceso de continuo apartamiento de la divina Revelación y del propio Cristo; un proceso de autodemolición. La Iglesia se está haciendo pedazos desde dentro. Desgraciadamente, es muy legítimo plantearse en este momento hasta qué punto sigue siendo católica la Iglesia. ¿Es todavía como Cristo quiso que fuera?

Indudablemente, está claro que la Iglesia es la misma que instituyó Cristo. En cierta forma se puede señalar a la Iglesia y afirmar: «Ésta es la única Iglesia que fundó Jesucristo». Por otro lado, cabría plantearse si lo que en general hacen, enseñan, deciden y creen los jerarcas terrenos de esta Iglesia única de Jesucristo en un momento dado se ajusta a lo que Él quería.
No podemos incurrir en el craso error de creer que todo lo que dice la Iglesia por medio de sus órganos visibles se corresponde automáticamente con las enseñanzas y la voluntad de Jesucristo. No todo lo que dice y hace la Iglesia se conforma de forma automática a la voluntad de Dios: hay muchas posibilidades de que de palabra y de obra se actúe contra la verdad revelada. Cuando esto se hace por ignorancia y sin culpa se llama error; cuando se hace adrede y de modo consciente, se llama pecado.
Para entenderlo bien, lo podríamos comparar con un doble molde. Una parte representa la Iglesia sobrenatural y la otra la natural. La forma de la sobrenatural es formativa. La de la natural adopta la forma y hay que hacerla coincidir con la otra. Si ambas formas coinciden, todo está en orden. Ahora bien, si en ciertos puntos no se ajustan es que algo está mal y es preciso corregirlo urgentemente, quitando o añadiendo lo que proceda hasta restituir la congruencia.

Teniendo en cuenta que el núcleo central de la Iglesia es la liturgia, en concreto la oblación del sacrificio eucarístico, centro de todo su ser y su acción, se hace necesario plantearse una cuestión analítica en torno a la Santa Misa: ¿qué misión ha desempeñado la reforma litúrgica en general, en particular la Misa nueva, en su desarrollo hasta llegar al punto en que nos encontramos hoy? Es decir, la descomposición interna de la Iglesia.

¿Qué significa la Nueva Misa?

En cuanto emprendemos una reflexión de este estilo, nos topamos para empezar con un problema esencial: aunque todo el mundo entiende perfecta e inequívocamente cuando se habla de celebrar la Misa de antes, con la Misa nueva no es así. En este caso es necesario aclarar a qué clase de nueva Misa se refiere uno. Pues aunque no se aparte de los opciones que le brinda el Misal, el espectro es tan amplio que va desde una Misa solemne en latín y con incienso, casulla de guitarra y en el altar mayor a otra que se celebra sentados formando un círculo con albas grises, aporreando guitarras, oración eucarística suiza y cáliz y estola de diseño modernista. A primera vista no tienen nada en común, y sin embargo las dos siguen el mismo Misal de Pablo VI sin apartarse de las opciones que permite.

Si añadimos a eso las misas que se celebran en las parroquias cometiendo infinidad de abusos litúrgicos, o sea cuando se apartan (y a veces mucho) de las posibilidades que brinda el nuevo Misal, la deriva llega más lejos todavía.

Los excesos litúrgicos (si queremos llamarlos así) están a la orden del día en muchos lugares y hace mucho que dejaron de ser cosa de capellanes rebeldes de tercera que lo hacían contrariando abiertamente la voluntad expresa del párroco o el obispo. Todo lo contrario; hace tiempo que esas barbaridades litúrgicas las hacen también clérigos de alto rango: párrocos y capellanes no son los únicos que dan mala nota, sino también vicarios episcopales, vicarios generales, obispos y cardenales. En internet abundan las imágenes, y no están documentadas todas esas misas ni mucho menos, en las que se puede ver desde un obispo de Sicilia dando vueltas en bicicleta por la catedral con casulla y mitra a un obispo alemán con maquillaje de carnaval y casulla barroca o un cardenal vietnamita jugando con globos durante la Misa bajo luces de discoteca.

Incluso en los seminarios modernos (cuyo espacio más antiestético suele ser la capilla, que hace difícil, por no decir imposible el recogimiento y la oración devota, y que evoca una sensación incómoda o hasta suscita resistencia al entrar), se suele describir la liturgia como una especie de laboratorio continuo en el que se puede y debe experimentar. En la formación sacerdotal no se enseña necesariamente el concepto de sacralidad. ¿Qué tiene de sorprendente entonces que algunos sacerdotes no vean nada de malo en celebrar la Misa en medio del mar usando un colchón neumático por altar, o que otro, en camiseta y pantalones cortos, haga lo mismo en un claro de un bosque, y diga Misa sentado sobre una tela extendida en el suelo. La nueva Misa se entiende como un banquete comunal; ya no es el sacrificio sublime y sagrado de Jesucristo. En el novedoso concepto de la liturgia, según lo que promueve y exige la propia reforma litúrgica, todo elemento de culto se ha degradado y reducido a algo meramente cultural y sociológico.

Admitiendo que estos ejemplos extremos –aunque algunos los cometan cardenales y obispos– no son reflejo directo de la propia reforma litúrgica (¡indirectamente sí), el abanico en cuanto a cómo se puede celebrar la Misa según el nuevo rito es enorme, incluso dentro de los límites de lo que permiten las normas establecidas, y no se entiende cómo formas tan divergentes puedan ser expresión de una misma fe. Es la conclusión inevitable dada la amplia variedad de diferencias en los textos y ceremonias que pueden acompañar toda instanciación . Este es el primer problema grave que nos lleva a otros.

La Misa nueva es válida pero ambigua

Nada más esto basta para que la Misa y la fe asociada a ella pierdan la necesaria claridad y falta de ambigüedad. Es más, es inevitable que los fieles tengan la impresión de que, para empezar, no hay claridad: todo es vago, impreciso, y en el fondo no es tan importante lo que se cree con tal que se crea algo, sea lo que sea (única limitación: que no sea preconciliar).

Si la propia Iglesia tiene la intención de que la celebración del sacrificio sea objeto de una amplia gama de opciones aun en sus partes más fundamentales y dependa por tanto de decisiones personales, y de conformidad con ello, de las preferencias de cada uno, al haber creado la Iglesia una situación en la que la liturgia se ha vuelto ambigua, lógicamente ello también se aplicará a la fe que subyace a la liturgia y que esta fomenta (lex orandi, lex credendi). Ahora bien, una situación así no promueve la convicción y la fe, sino la manifestación creativa de las propias y arbitrarias opiniones. El nuevo misal obliga al sacerdote a decidir él mismo cómo y qué va a ofrecer como Santa Misa.

De este modo la Iglesia ha abandonado en la práctica sus convicciones anteriores dejándolas como una opción más entre tantas. Así, es más bien una cuestión de gustos, preferencias y opiniones, todas ellas equiparadas. Aparte de que el nuevo Misal ya ha introducido cambios importantes y muy desafortunados, al celebrante le toca decidir en qué poner más el acento. Lo cual es absurdo, teniendo en cuenta que la Santa Misa tiene que estar definida con claridad y no puede degenerarse para convertirse en la obra de un cura cualquiera o de un comité litúrgico. Está claro, pues, que lo que predomina es el carácter de celebración conjunta y el ofrecimiento del Sacrificio de Cristo en el culto de la Iglesia queda en un segundo plano. El católico medio entenderá que la Santa Misa es una celebración comunitaria que externamente se le presenta de esta manera, y además, también se expresa de dicha manera y no primariamente como un sacrificio, que es lo que realmente es.
Para que nadie oponga resistencia, no se eliminan de forma clara y tajante las creencias de siempre. Se limitarán a no mencionarlas más, y se disimularán y ocultarán hasta que desaparezcan de la fe y de las conciencias y en la mentalidad general del clero y el pueblo hayan dejado de ser una doctrina vigente o válida o una práctica litúrgica. Por ese camino, llegará un momento en que las doctrinas y prácticas tradicionales se llegaran a ver como cosas de antes que han perdido vigencia. Suele ser más eficaz dejar algo como en segundo plano y que así vaya cayendo en el olvido que abolirlo directamente, pues se provocaría una reacción.
Se engaña a la gente con palabras astutas que parecen importantes: no se habla del sacerdote que ofrece el Sacrificio sino de quien preside la celebración, no se habla de altar ni víctima sino de la mesa para la Palabra y la Eucaristía. Lo principal es que se ha perdido la falta de ambigüedad. Ahora se habla más de enriquecer nuestra diversidad, de la necesidad de emplear otros métodos o de la prioridad de la participación activa.

Nada de esto afecta en sí la validez del sacramento, pero es un ataque contra su fruto espiritual. No basta con una comunión válida, como si el Cuerpo del Señor fuera un medicamento que funciona mediante una reacción bioquímica. Es preciso que las gracias que derrama el Sacramento caigan también en suelo fértil para que se desarrollen debidamente. Y dado el contenido y estilo de la nueva Misa, ese suelo -o sea, nuestra alma- no se ha preparado como sería necesario para que las gracias se desarrollaran en su plenitud. Dependiendo de cómo se haga, la nueva Misa puede incluso llegar a petrificar el suelo en vez de abonarlo y hacerlo fructífero.
Como es natural, la gracia de Dios puede actuar en cualquier sitio, pero eso no quiere decir que podamos rehuir nuestras responsabilidades ante el sancta sanctorum, y hacerle cargar con el muerto a Dios y hacer lo que nos dé la gana alegando que como Dios es tan poderoso ya lo resolverá. Esa actitud puede llevarnos incluso a abolir los sacramentos y totalmente la práctica de la religión, la fe y la liturgia. Con una liturgia falsa que ha perdido de vista los principios fundamentales corremos el riesgo de que la gracia de los sacramentos caiga en terreno pedregoso y sea cubierta por espinos. En algún momento la gente dejará de creer, aunque comulgue, o bien dejará de asistir a Misa.
La Misa nueva lleva a transigir en cuestiones fundamentales de fe

Un problema capital de la nueva Misa es que enseña a ceder en cuestiones de fe. Se podría decir que ella misma lo demuestra. Uno se va acostumbrando a hacer concesiones. A una tachadura sigue otra, hasta que no queda nada del escrito original.

Lo que al principio se percibe como una deficiencia que convendría eliminar no tarda en convertirse en un hábito al que hay que hacer frente y se termina por defender. Al principio, tal cosa no es sino una opción más; luego, es un derecho de todos; y al final, un deber general. El altar del pueblo, el empleo de acólitas y la comunión en la mano no son sino tres ejemplos particularmente llamativos que prueban este esquema repetitivo. Mientras tanto, en algunos lugares nos vamos acostumbrando a ver laicos que predican, laicos que bautizan, laicos que celebran enlaces matrimoniales y laicos que presiden funerales. El propio sacerdote se está volviendo superfluo, porque después de haberlo despojado de muchas otras competencias pastorales sólo falta que le quiten la liturgia.
En todo caso, siempre se sigue el mismo esquema: lo que al principio fue un escándalo y un abuso litúrgico se ha vuelto de obligada aceptación para todos. Ha pasado de ser un mal a ser un derecho y un deber. Se está introduciendo una mentalidad fatalista de que es mejor que nada o no es tan malo porque no es esencial. Pero la inexorable espiral cuesta abajo ya ha empezado. La nueva Misa nos ha ido acostumbrando a las novedades. Y poquito a poco siempre se avanza algo más. Con frecuencia se trata de alteraciones mínimas que no parecen tan graves, pero esos cortos pasitos iniciales se van convirtiendo poco a poco en grandes zancadas cuando se enlazan entre sí. Si se observa lo que parece normal durante largos intervalos de tiempo, no se tarda en apreciar hasta qué punto se ha decaído nada más con lo que es normal en el Novus Ordo Missae.
La reforma litúrgica enseña a enseña a hacer cada vez más concesiones. Y una concesión de por sí siempre constituye un entramado de cosas que no convencen ni son las mejores. Ceder siempre supone tolerar un mal que se reconoce como parte del conjunto, una reducción de la calidad. De lo contrario, si no fuera algo inferior a lo mejor no habría necesidad de ceder. En el mejor de los casos lleva al promedio, que aprueba por los pelos. Pero es imposible edificar sobre esa base una fe saludable y plenamente desarrollada, porque la fe supone una convicción profunda y apunta al máximo: la fe exige todo lo que se pueda y sin reservas, no lo mínimo indispensable y necesario.

Y si transigir supone esencialmente un retroceso en las convicciones, vendrá acompañado de una disminución de la fe y las convicciones. Precisamente cuando nos ocupamos de teología, del Santo de los santos, no basta con aspirar a algo meramente válido ni a la mediocridad, a un mínimo común denominador que aglutine a los más posibles: ¡el sacrificium perfectum exige una liturgia perfecta! Es imposible degradar conscientemente, adrede y hasta la mediocridad el sacrificio perfecto de Dios transformándolo en una liturgia antropocéntrica sin afectarla en su núcleo. La fe que transige, aunque sólo sea en su expresión externa, está cómo mínimo sujeta al grave riesgo de desaparecer gradualmente. Es mucho más que un posible peligro; es una realidad brutal que ya se ha cumplido y que vemos y oímos a diario en la Iglesia.

Lo trágico es que, casi de forma paradójica, es la nueva Misa la que por sí misma contribuye a esta degeneración a pesar de que en principio no pierde su validez sacramental. Desde una perspectiva es medicina, pero al mismo tiempo no deja de ser un potente tóxico. Por un lado, en la Misa nueva el sacrificio de Dios sigue siendo el mismo sacrificio perfecto de Jesucristo en la Cruz; pero desde el punto de vista eclesiástico, el sacrificio ya no se corresponde litúrgicamente con su propia esencia. Lo que inevitablemente transmite la nueva liturgia (en mayor o menor medida dependerá del celebrante, pero en principio siempre es así) no es lo que realmente es en cuanto a su esencia y tiene forzosamente que ser en cuanto a su forma. Dada esa discrepancia de esencia y forma, empieza por implantarse un error, que terminará por transformarse en una fe novedosa y diferente. Tal afirmación parece poco menos que sospechosa de herejía, porque al principio cuesta creer que tanta gente haya estado engañada por tanto tiempo en una cuestión tan importante. Pero si evaluamos con objetividad y precisión la cosa, tenemos lamentablemente que dar un diagnóstico: que precisamente es la nueva liturgia de la propia Iglesia, si bien no de forma exclusiva pero sí en una medida importante, la que ha favorecido y en muchos casos desencadenado de forma directa esta masiva apostasía. Justo dónde el hombre espera con toda lógica encontrar la verdad y la salvación se topa con el error y la banalidad.

Tras una apariencia de piedad, hasta el mal es justificado

Por razones que son fáciles de entender, a muchos les cuesta creer esto y reconocerlo como una realidad. Es difícil creer que pueda haberse producido semejante desviación. Surge la cuestión: ¿cómo pueden unas ideas tan ajenas y aun contrarias a la mentalidad tradicional de la Iglesia haber penetrado hasta tal punto y haber arraigado tanto? Al analizar lo sucedido se observa que al religioso se lo convence por su propia religiosidad; es decir, se les ataca por donde son más vulnerables y les gustaría crecer. Se encuentra una excusa santa para todo, que justifica cualquier cosa; se escogen argumentos que a simple vista y formulados engañosamente, dan a la primera la impresión de ser muy buenos y ser fruto de la fe, pero en el fondo no lo son. Como el famoso lobo que aparece disfrazado de oveja para parecer amigo cuando en realidad lo que quiere es devorar al rebaño.
Ay, habría que decir algo bastante claro y con toda franqueza: salvo excepciones muy aisladas, los teólogos, sacerdotes, obispos y hasta organismos de la Santa Sede, en conjunto, ya no son amigos de los que podemos esperar todo. Sobre todo en cuestiones de fe. Y es un objetivo declarado destruir la tradición católica en materia de fe, costumbres, dogma y liturgia, y considerarla cosa del pasado. No puede haber ya catolicismo tradicional, con sus diversos aspectos centrales y marginales; se nos considera retrógrados a los que hay que erradicar con consignas y decretos que suenen muy bien. Si la dirigencia actual de la Iglesia, diocesana o universal, se sale con la suya, no podemos seguir existiendo.
Este objetivo se persigue con mucho empeño, no sólo mediante leyes y decisiones sino con palabras que suenan muy bien pero manipulan con mucha perfidia. Si, por ejemplo, alguien se niega a recibir la Comunión en la mano, se hará que se sienta culpable «por no haber recibido a Cristo». Se le reprochará con palabras bonitas: «Cristo quiere entrar en tu corazón y no lo recibes porque pones la manera de recibirlo por encima de Cristo y de su gracia». A quienes insisten en ir a la Misa de antes en vez de la nueva, se los acusa de desobedientes: «¡Jesús no quiere que seamos desobedientes!» Por otra parte, argumentos como «si Jesús no lo quisiera no lo habría permitido» son tan teológicamente falsos y manipuladores como afirmar: «Si la Iglesia (o el obispo, el Papa, el párroco el consejo parroquial) lo dice, es señal de que está bien. El Espíritu Santo siempre habla por boca de ellos». O se le dice a los feligreses (como siempre les gusta decirles a los alumnos de los seminarios) que el que obedece no peca.

Hay muchos otros argumentos falsos que suenan buenos y creíblesy que pillan a la gente religiosa y crédula por su punto vulnerable pero que si se miran objetivamente no se apoyan en la realidad teológica, sino que apuntan a los sentimientos, y tienen por objeto transformar la manera de pensar, hablar y actuar.

En vez de recurrir a argumentos basados en la realidad –al fin y al cabo, el acto de fe es el asentimiento voluntario de la mente a una verdad reconocida, ¡no una cuestión de sentimientos!–, se prefiere llevar las cosas al nivel emocional para influir en las almas piadosas con argumentos que suenan bien pero están tergiversados en su contenido, y no tener en cuenta los aspectos importantes de la cuestión: los críticos encuentran más eficaz acosar a los tradicionalistas de irreligiosos y de haber roto su relación con Cristo. Lo que hacen y creen –precisamente porque quieren cultivar, edificar y mantener una relación íntima con Cristo–, se les hace ver que es perjudicial. La realidad está, pues, totalmente invertida.

La ambigüedad de la nueva Misa actúa como un anestésico

La ambigüedad de la nueva liturgia y el amplio espacio al que inherentemente da lugar a interpretación actúa como un anestésico que duerme el alma y el espíritu. Nos vamos acostumbrando a cambiar lo que se entiende a la primera sin ambigüedad por algo vago o que se entiende mal. Uno se tranquiliza pronto diciéndose a sí mismo: «De todos modos, se puede entender bien». Pero ahí está precisamente el error. Puede que lo entienda, pero también puede que no lo entienda. Esa impresión de que todo es incierto en vez de claro y diáfano se promueve mediante cambios constantes a nivel pastoral. Uno se hace a la idea de que nada está definido y todoestá sujeto a cambios constantes, porque «el Espíritu Santo sopla donde quiere y lo hace todo nuevo». Las verdades objetivas reveladas se disuelven y se vuelven algo negociable. Una vez que la mente humana está sedada y adormilada de ese modo, se le puede imponer cualquier cosa.

La ambigüedad se utilizada adrede para que lo que en un principio sería legítimamente rechazadopor la mayoría termine por convertirse no sólo en una posibilidad, sino en una obligación para todos. Ya hemos dado algunos ejemplos de ello, como comulgar en la mano, aunque se podrían citar muchas otras innovaciones. La dinámica de esta evolución siempre es la misma y se da en siete etapas pequeñas individuales, y siempre sigue el mismo esquema previamente trazado.

Primero se da algo que suscita el rechazo general, y por tanto se prohíbe. Por ejemplo, mesas de altar para el pueblo, acólitas o comunión en la mano.

Segundo, si uno quiere acabar con esa prohibición o rechazo, empieza a incumplir la prohibición esporádicamente. Aunque en un principio cause escándalo y horror, con el tiempo se vuelve más frecuente y la gente se va habituando.

Tercero, llega un momento en que se cansan de resistir. Al ser cada vez más frecuente, nadie quiere llevar la contraria criticando continuamente lo mismo. Al ir amainando las críticas, la mente y la conciencia se van adormilando: con el hábito viene la tolerancia. Aunque es probable que se siga percibiendo como un mal, se termina por aceptar. Es una situación ambigua: aunque la práctica se asocie con un mal, poco a poco se va considerando posible (aunque sea peor)

Cuarto: la posibilidad se vuelve aceptación: aunque uno diga «no es exactamente mi preferencia», lo empieza a ver factible y legítimo en principio.

Quinto: Claro que todo lo que se entiende como posible y legítimo termina por permitirse oficialmente. El siguiente paso es la autorización.

Sexto: La autorización se convierte en un derecho, que puede llegar a imponerse sobre los demás.

Y séptimo: ¡Al final de la cadena está el grave deber de ejercer los derechos! Hemos pasado de la prohibición estricta al derecho obligatorio. Y como el deber y la prohibición son en realidad una misma cosa (una es una obligación, la otra no), el paso de la obligación a la prohibición sigue los mismos pasos en orden inverso, anestesiando una vez más mentes y conciencias.

Con la nueva Misa se perdió la fe

Si nos desembarazamos de toda ideología y analizamos con bastante serenidad y sin dejarnos llevar por sentimientos, no podemos menos que reconocer que la nueva liturgia acabó con la fe del pueblo, en particular la Misa nueva.Desde luego no ha sido ésa la única causa, pero es preciso verlo como el motivo fundamental. Pues si la Santa Misa es el corazón de la fe católica (en sí lo es), es lógico e inevitable que la gente encuentre la medida de la fe en ese centro. ¿Dónde si no?

Ahora bien, si ese centro se desplaza, si se vuelve ambiguo y transmite contenidos diferentes ya sea en las palabras, los gestos y la evidencia, será inevitable que la fe se adapte a esas ambigüedades y alteraciones. El hombre tiende a percibir las cosas de un modo muy inmediato y sacar las conclusiones más obvias, aunque no sea a nivel intelectual. Las explicaciones teológicas complejas que ayuden a entender bien una ambigüedad no pueden justificar los cambios ni son edificantes para la fe. ¡Es impensable que la sagrada liturgia se altere drásticamente sin que afecte la fe! Podría darse de forma muy ocasional que alguien concreto mantuviera la fe por una obra muy particular de la gracia de Dios, o por nutrir su fe en otras fuentes. Pero a grandes rasgos se puede afirmar que es imposible.

La nueva liturgia sigue un concepto general totalmente alterado que pone al hombre en el centro, donde Dios se encontraba antes. Distrae al hombre apartando su mirada de Dios para dirigirlahacia el hombre, y enla práctica obstaculiza la oración íntima y personal durante la Misa al faltar el silencio litúrgico y ocupar constantemente al hombre con algo externo. Desde luego así no se nutre la fe. En consecuencia, la fe se seca y evapora. Eso es ni más ni menos lo que vemos a diario y lo que ha adquirido unas proporciones que ya no es posible disimular, negar ni minimizar.

Por raro que parezca, las deficiencias en la fe del pueblo, los errores, la apostasía, hunden sus raíces más profundas en las costumbres litúrgicas postconciliares.

No podemos pasar por alto las consecuencias de décadas de mutilación y disolución de la liturgia. ¡Pensemos en el daño inflingido a las almas! Están confundidísimas en la fe; muchas de las cosas que creen ya no se corresponden con la fe católica; es una fe muy incompleta, o se ha secado totalmente. Las consecuencias que vemos a diario de un fe sustancialmente cambiada –hasta en los mismísimos pisos superiores de los palacios apostólicos–, se convierten en causas que agravan la apostasía. Hoy en día se excusa todo, todo tiene su validez y justificación, excepto la Tradición que la Iglesia reconoció, enseñó y practicó durante siglos bajo la guía del Espíritu Santo.

El estado de la fe católica en la Iglesia actual lo vemos en innumerables ejemplos: cultos paganos aun en presencia del Papa, que también encuentran su lugar en documentos y discursos oficiales de la Santa Sede, la imperdonable conducta de la Iglesia durante los confinamientos covidianos, que dejaron bastante claro que las autoridades de la Iglesia habían perdido la fe en el Sacrificio de la Misa y la Presencia Real. Simulacros de misa realizados por laicos se están volviendo cada vez más frecuentes y descarados, considerándose como la nueva normalidad, bautizos, bodas, funerales, bendiciones y otros actos litúrgicos son realizados por seglares en cada vez más diócesis, y en ciertas vicarías se ha decidido oficialmente: ya no hay sacerdotes que celebren honras fúnebres porque no quieren privar de nada a los laicos.

Por consiguiente, la nueva Misa es también peligrosa

La Misa se va degenerando más cada vez, hasta el punto de convertirse en un instrumento de propaganda a favor de temas como la inmigración, el cambio climático y otras cuestiones políticas del momento con las que la izquierda trata de captar a la gente por la vía espiritual y moral. Actualmente la gente vota más a la izquierda porque al fin y al cabo es católica. El resultado final será una sinodalización de la Iglesia en la que su divina constitución e institución terminará por ser abolida: se eliminará la modalidad jerárquica espiritual para transformar en una Iglesia laica y sinodal. No es sino la consecuencia lógica, la coherente continuación y puesta en práctica del antropocentrismo que se inauguró en el último Concilio y ha hecho patente la reforma litúrgica.

El camino sinodal con sus demandas es consecuencia lógica y directa del Concilio y la reforma litúrgica a él anexa, ya que avanza dentro de la misma mentalidad, si bien con más coherencia y va más allá. Sería absurdo y ridículo decir «Concilio sí, sínodo no». Porque la ruptura ya se dio en el último Concilio, no sólo en los últimos años. No es coherente afirmar que el Concilio se ajusta perfectamente a la Tradición. Aunque al principio lo pareciera, es una afirmación errónea. Lo que tenía de verdaderamente católico se ha hecho humo. Al principio parecía que estaba presente (al menos en forma compacta) en las reformas que siguieron. El humo se fue diluyendo más y más, hasta que acabó por perder la forma; se ha vuelto tan tenue que apenas si se perciben ya vagas trazas. Y la nueva liturgia ha desempeñado una parte fundamental en ello.

Cierto que estas ideas, arraigadas en el modernismo, se remontan a más atrás; aun antes de Concilio, no todo estaba bien. La reforma de la Semana Santa es una de muchas pruebas de que no se puede decir que antes de 1960 todo estaba bien y después todo está mal. ¡La diferencia está en que con el último Concilio la Iglesia oficialmente representó y promovió lo que hasta ese momento siempre había rechazado tajantemente con toda razón! Se ha producido un cambio de paradigma que no es posible entender como crecimiento y profundización sino como ruptura y destrucción.

A la vista está adónde nos ha llevado: ha llegado a afectar a obispos, cardenales e incluso papas. Hay prelados que no vacilan el declarar que la Iglesia tiene que cambiar, que de ahora en adelante quieren ser católicos pero diferentes. Supondría un craso error y una tremenda cortedad de vista pensar que esta situación no ha tenido nada que ver con la reforma litúrgica (que a mismo tiempo parece más y más anticuada y necesitada de reformas, como cada vez más se oye decir).

La solución: abandonar la nueva Misa y volver a la Tradición

Desde esta perspectiva, se plantea una pregunta legítima: ¿Qué se puede hacer? ¿Cómo podemos salir de la crisis?

Hay dos opciones fundamentales. O se intenta salvar lo poco que queda para después volverlo a desarrollar, como cortar la planta parásita del modernismo para que las ramas crezcan más sanas en la planta buena. O seguir por el mismo camino que hasta ahora, avanzando cada vez más hacia la apostasía, esperando un poco más hasta que las partes de la Iglesia heridas de muerte por la reforma terminen por desaparecer porque ya no convencen a nadie y, claro, nadie quiere saber nada de ellas.

Tanto en un caso como en otro, el final será el mismo. Sólo la Tradición permanecerá, pues todo lo demás terminará por desaparecer. ¡Ya se percibe qué está muriendo y qué está cobrando fuerza! Aunque de por sí las cifras no sean un criterio razonable para juzgar, porque la verdad no la decide la mayoría, se va delimitando con bastante claridad una tendencia bastante razonable: la gente se aleja de una iglesia y una liturgia que afirmaban querer salir al encuentro de la gente y ser más humanas y modernas (modernistas). Por otro lado, las iglesias que celebran la liturgia tradicional y exponen en su plenitud la doctrina católica están experimentando un crecimiento tremendo a pesar de los intentos de suprimirlas. En un futuro no muy lejano, o se será católico tradicional o no se será católico.
En vista de ello, lo más sensato sería abandonar la nueva Misa y regresar en todo a la liturgia romana tradicional antes de que la evolución natural de los acontecimientos termine por autodestruirse de mala manera. Porque la nueva liturgia y la teología a ella asociada están ya tan destruidas y vaciadas que no se tienen en pie.
(Traducido por Bruno de la Inmaculada. Artículo original)

lunes, 5 de diciembre de 2022

La misa de siempre. Un documental imperdible




Duración del video 1:11:51



El video que presentamos constituye la segunda parte de una trilogía intitulada “Mass of the ages” y que hemos elegido traducir como “La misa de siempre”, pues así se la conoce entre nosotros.

Y aunque este documental no dice casi nada que no supiésemos desde niños, sin embargo hemos comprobado que puestos por juntos todos los argumentos, reconstruida toda la historia, amalgamadas todas las connotaciones, sumadas todas las estupideces, calibradas todas las iniquidades que dieron lugar a la (casi exitosa) supresión de la misa de San Pío V y la fabricación (exitosa) de un ritual para reemplazarlo… da como resultado un docudrama excelente. Como verán los que soporten este video hasta el final (dura una hora), lo ocurrido parece cosa de una película de suspenso. Y en verdad, es cosa de no creer.

Pero pasó nomás, pasaron cosas raras, tal como se relatan aquí, en este magnífico video confeccionado con inteligencia, elegancia y precisión. En su realización participaron grandes liturgistas y teólogos como Joseph Shaw, Timothy Flanners, Taylor Marshall, Peter Kwasniewski—todos laicos, aunque algunos clérigos también, como el exsecretario del Cardenal Gagnon, Charles Murr, Alcuin Reid y otros. Eso sí, se trata de un producto americano, una muestra más del vigor que tiene el catolicismo tradicionalista en ese país.

Raro, me dirán ustedes, pero es verdad, en ninguna otra parte se hallará una expresión más vigorosa de la fe ortodoxamente entendida. Y si de rarezas se trata, aprovechemos esta presentación para señalar algunas más que se nos ocurren al voleo. Es raro que, de buenas a primeras, a un papa se le ocurre reformar un rito en particular (el tridentino) sin mandato de nadie, ni siquiera del Vaticano II. Pero, claro, reforma es un decir: en realidad, en 1968 se suprimió un ritual para reemplazarlo por otro, fabricado con ese propósito. Y eso sí que carece de antecedentes en 2000 años de historia; y eso sí que es raro.

Alcuin Reid señala en este video otra rareza: es impensable, dice él con alguna razón, que Pablo VI se propusiera destruir la liturgia vigente, pero, de hecho, así resultó. Reid argumenta que al Papa se le escapó la tortuga, que no entendía de liturgia, que nunca pensó que tendría los efectos que, de hecho, tuvo. Y al comprobar el desastre… le echa culpas al “humo de Satanás”, etc. Es todo tan raro...

¿Por qué Bugnini pudo hacer lo que se le cantaba? ¿Cómo nadie lo puso en caja, Bouyer, por ejemplo? ¿Qué es esto de la voluntad omnímoda del papa, que Bugnini invoca (y se sale con la suya)? No me importa si fue o no masón, ¿cómo es que (San, je) Paulo VI homologó esta brutal reforma? Es raro, no me digan que no.

Durante cuatro décadas se impuso el Novus Ordo facilitando una catarata de blasfemias, sacrilegios, disparates, estupideces de todo tipo en el mundo entero. Durante cuatro décadas se persiguió sistemáticamente a quienes querían celebrar decorosamente la misa según el Vetus Ordo. Durante cuatro décadas nadie pudo impedir el vendaval secularizante, los “vientos de la historia”, el “espíritu del Concilio” y la mar en coche. Durante cuatro décadas asistimos impotentes a la destrucción de universidades y colegios, la desaparición de órdenes enteras, la disminución de vocaciones religiosas y la apostasía de innumerables clérigos (y clérigas, ja). Y a pesar de la denuncia de Pablo VI, durante cuatro décadas nos atormentaron con el cuento de que esto era la primavera de la Iglesia. Raro, ¿no?

Y luego, casi cuarenta años después, un papa, Benedicto XVI, nos desayuna con Summorum Pontificum, un motu proprio en el que afirma, entre otras cosas, que la misa de San Pío V nunca se suprimió, que nadie puede suprimirla y que celebrar según ese ritual es tan legítimo como… celebrar según el Novus Ordo. Es raro, ¿no?, porque encima de todo él nunca celebró sino según el rito más pobre, menos rico, más revolucionario, menos sacro, más… ¿qué diré yo? Pues, nada, vean la película que versa sobre todas estas cosas tan extrañas.

Y ahora, encima de todo, el Papa Francisco saca Traditiones Custodes que prácticamente suprime nuevamente el ritual tridentino. ¿En qué quedamos? Es todo tan raro…


Pero dejemos todo eso por un minuto y reflexionemos sobre la incuestionable gravitas, sacralidad, belleza y maravilla que es un rito celebrado con reverencia y devoción (que el culto exige reverencia y devoción es cosa evidente, pero, por las dudas, remito a un artículo que escribí hace más de diez años).

Hay muchos que se niegan a asistir a misas celebradas según el rito tridentino argumentando que no la entienden. Pero quizás viendo este documental, empiecen a entender más: qué se proponían los que querían (y quieren) abolir este ritual, y quiénes son.

Vamos, que la misa en latín y toda esta historia (por rara que sea), son cosas no tan difíciles de entender.

por Jack Tollers

domingo, 4 de diciembre de 2022

Índice de artículos sobre latín: lengua clásica, sagrada y vínculo de unidad entre pueblos y culturas







El latín es una lengua precisa, esencial. Será abandonado no porque sea inadecuado para las nuevas exigencias del progreso, sino porque los hombres nuevos ya no serán adecuados para él. 
Cuando comience la era de los demagogos y los charlatanes, una lengua como el latín ya no servirá y cualquier campesino podrá pronunciar un discurso público con impunidad y hablar de manera que no lo saquen de la tribuna. Y el secreto consistirá en que él, utilizando un libro de frases aproximado y esquivo con un agradable efecto de "sonido", podrá hablar durante una hora sin decir nada. Imposible con latín. (Juan Guareschi)
“Aquellos que consideran el latín inútil cosa del pasado, remanente de una vieja mentalidad, lo opuesto a la ciencia, ignoran que el latín es parte del conocimiento universal tanto como la física y la biología. Por lo tanto, no es ni útil ni inútil. Es necesario; porque tiene una necesidad histórica, ha sido parte fundamental de nuestro mundo durante milenios, eliminar su estudio no sería eliminarlo, porque está ahí: nos ha dado pensamientos, conceptos, patrones de escritura, patrones de comportamiento, valores morales, metáforas orientadoras. Sería como creer que, al dejar de ver a nuestros padres, automáticamente dejamos de ser sus hijos". (Nicola Gardini Elogio del latín .)
Una observación importante sobre el latín antiguo y moderno : la "literatura romana" de Concetto Marchesi se abre con la Fabula Atellana y se cierra con Venantius Fortunatus del siglo VI. Estos podemos suponer que son los límites del latín que se enseña en las escuelas, pero sabemos que entre el latín antiguo y el moderno había un latín medieval que no se enseña en las escuelas. Abarca un lapso de varios siglos y lo podemos encontrar representado por los Clerici vagantes que hablaban diferentes idiomas pero que todos hablaban una lingua franca, a saber, el latín medieval. El latín medieval es el de Santo Tomás, San Buenaventura, Guillermo de Occam, Roger Bacon.... un latín importante y culto, para los escritos de filosofía y teología pero también para la correspondencia entre estados, se extendió a varios países europeos. .. Tomás enseñó en París como Buenaventura en la Sorbona, donde se hablaba latín medieval.


Diversos artículos sobre el latín:

Latín en la liturgia. Alimento para el pensamiento de Daniele di Sorco

-Peter A. Kwasniewski. Porque el latín es el idioma apropiado para el culto católico romano

- ¿Por qué la Iglesia necesita el latín?

-Regina linguarum . Un católico chino reflexiona sobre la belleza y la utilidad de la lengua latina

- Maltratados en Italia, en Reino Unido se enseña latín en instituciones públicas

- "Ecclesiastica loquendi consuetudo" o la conveniencia de "decir oraciones"

- "Estudiar griego y latín trae felicidad, te explico por qué": dice el profesor Nicola Gardini

- Latín, raíz cultural de nuestra civilización.

- Algunas consideraciones de la gran carta latinista. Bacci por el Día de la Lengua Latina

- Los franceses quieren el latín como lengua oficial europea. ¡Ayudémoslos!

- El neolatín se hablaba en África

- Reflexionando sobre el nefasto boicot al latín...

- Cómo el latín (y los clásicos antiguos) nos salvan la vida. Encuentro con Silvia Stucchi

- Don Roberto Spataro: "El latín es patrimonio inmaterial de la humanidad"

- Por qué, desde Oxford, defiendo el estudio del latín, que muchos quisieran abolir - Nicola Gardini

- Salvando al latín de la desaparición

- La lengua de los Iglesia: el latín, ante el cual huye el diablo

- Las razones del latín y del griego - Don Angelo Citati

- Dos grandes (San Francisco de Sales y Dom Guéranger) sobre el latín en la liturgia

- Latín y cristianismo

- El drama de la exclusión del latín como lengua de la Iglesia romana

- ' Nuntii Latini ' transmite noticias en latín en la emisora ​​de radio finlandesa YLE

- La Santa Biblia y la Vulgata en latín retiradas del recinto vaticano : otra vulnerabilidad a la unidad y la universalidad de La Católica

- Silvana De Mari. El latín era el idioma común de Europa (y más allá)

- Carta Apostólica firmada por el Motu Proprio Latina Lingua del Sumo Pontífice Benedicto XVI que establece la Academia Pontificia de la Latinidad - Constitución Apostólica Veterum Sapientia

del Papa Juan XXIII (Sobre el estudio y uso del latín)

- Uwe Michael Lang El latín como lengua litúrgica del rito romano

- Uwe Michael Lang El latín, vínculo de unidad entre pueblos y culturas . La evolución histórica del lenguaje litúrgico en el rito romano.

- Memorándum Oficial FIUV n. 7: El latín como lengua de la liturgia

- Desidentificación por anulación de una Lengua Clásica y Sagrada , y Petición

- Silvia Guidi. El lenguaje de Cicerón, perfecto para Twitter . Los primeros pasos del nuevo dicasterio de latín

- Aversión y prejuicios clericales invencibles. ¿Qué has hecho, Benedicto ?

- Entrevista a Don Roberto Spataro. ¿"Lengua muerta" para quién ?

- El renacimiento de la lengua latina. - ¿Qué pasó con el lenguaje litúrgico de Occidente ?

- Pontificia Academia Latinitatis, discurso de inauguración del Prof. Ivano Dionigi

- Entrevista con Ivano Dionigi. Benedicto XVI y el latín

- Ravasi: « ¿Los tradicionalistas? Que vuelvan a estudiar latín »

- Los textos de los Padres latinos sellados para los futuros sacerdotes

- L'Osservatore Romano: El legado del latín

- Dum Papa tuittat latine

- El latín está muerto. Viva el latín

- En conversación con el presidente de la nueva Pontificia Academia Latinitatis .

Esos clásicos más grandes que nosotros

- En el año del 50 aniversario de « Veterum Sapientia » la latinidad seduce a China ...

- Arzobispo Athanasius Schneider, La nueva evangelización y la Santa Liturgia. Las cinco llagas del cuerpo místico y litúrgico. La cuarta plaga es la desaparición total del latín en la gran mayoría de las celebraciones eucarísticas de forma ordinaria en todos los países católicos.

- Constitución Apostólica Veterum Sapientia del Papa Juan XXIII (Sobre el estudio y uso del latín)