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lunes, 19 de septiembre de 2022

Cuatro obispos, sacerdotes y seglares señalan un error doctrinal contenido en «Desiderio desideravi» sobre la recepción de la Eucaristía




La doctrina católica de siempre, ratificada en el concilio de Trento y en el actual catecismo, indica que para poder comulgar hay que estar en estado de gracia y no en pecado mortal. Cuatro obispos, varios sacerdotes y numerosos miembros del mundo académico católico han publicado una carta señalando el error en la carta apostólica «Desiderio desideravi»


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El canon XI sobre la Eucaristía del concilio de Trento reza así:

Si alguno dijere, que sola la fe es preparación suficiente para recibir el sacramento de la santísima Eucaristía; sea excomulgado. Y para que no se reciba indignamente tan grande Sacramento, y por consecuencia cause muerte y condenación; establece y declara el mismo santo Concilio, que los que se sienten gravados con conciencia de pecado mortal, por contritos que se crean, deben para recibirlo, anticipar necesariamente la confesión sacramental, habiendo confesor. Y si alguno presumiere enseñar, predicar o afirmar con pertinacia lo contrario, o también defenderlo en disputas públicas, quede por el mismo caso excomulgado.

El Catecismo enseña:

1385. Para responder a esta invitación, debemos prepararnos para este momento tan grande y santo. San Pablo exhorta a un examen de conciencia: «Quien coma el pan o beba el cáliz del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor. Examínese, pues, cada cual, y coma entonces del pan y beba del cáliz. Pues quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propio castigo» ( 1 Co 11,27-29). Quien tiene conciencia de estar en pecado grave debe recibir el sacramento de la Reconciliación antes de acercarse a comulgar.

De igual manera, el Código de derecho canónico decreta:

Can. 915: No deben ser admitidos a la sagrada comunión los excomulgados y los que están en entredicho después de la imposición o declaración de la pena, y los que obstinadamente persistan en un manifiesto pecado grave.

Can. 916: Quien tenga conciencia de hallarse en pecado grave, no celebre la Misa ni comulgue el Cuerpo del Señor sin acudir antes a la confesión sacramental, a no ser que concurra un motivo grave y no haya oportunidad de confesarse; y en este caso, tenga presente que está obligado a hacer un acto de contrición perfecta, que incluye el propósito de confesarse cuanto antes.

Can. 711. Quien sea consciente de pecado grave, absténgase de celebrar la divina liturgia y de recibir la Divina Eucaristía, a menos que exista seria razón y falte oportunidad de recibir el sacramento de la Penitencia. En tal caso debe realizar un acto de perfecta contrición, que incluye el propósito de acceder a este sacramento lo antes posible.

Can. 712. Ha de apartarse de la recepción de la Divina Eucaristía a los públicamente indignos.

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Sin embargo, el papa Francisco escribe en su carta apostólica Desiderio desideravi sobre la formación litúrgica del pueblo de Dios:
5. El mundo todavía no lo sabe, pero todos están invitados al banquete de bodas del Cordero (Ap 19,9). Lo único que se necesita para acceder es el vestido nupcial de la fe que viene por medio de la escucha de su Palabra (cfr. Rom 10,17).
Por ello un grupo de obispos, sacerdotes y seglares expertos en doctrina católica han hecho pública una declaración, «La enseñanza católica sobre la recepción de la Sagrada Eucaristía», en la que tras constatar que:

«El significado natural de estas palabras es que la única condición para que un católico reciba dignamente la Sagrada Eucaristía es la posesión de la virtud de la Fe, por la cual uno cree la doctrina cristiana como divinamente revelada. Además, en la Carta Apostólica como un todo se guarda completo silencio sobre este tema esencial del arrepentimiento del pecado para recibir dignamente la Sagrada Comunión.

Recuerdan que:

La Carta Apostólica Desiderio desideravi no constituye enseñanza infalible porque no satisface las condiciones requeridas para la infalibilidad. El canon del Concilio de Trento, en cambio, es un caso de ejercicio del poder infalible de enseñar de que goza la Iglesia. Luego, la contradicción entre Desiderio desideravi y la doctrina definida por el Concilio de Trento no derrota la doctrina de que la Iglesia está infaliblemente guiada por el Espíritu Santo cuando, haciendo uso de su oficio de enseñar, exige que todos los católicos crean una doctrina como divinamente revelada.

Y añaden:

Sobre la posibilidad de que un papa enseñe públicamente doctrinas erradas, véase la Correctio filialis dirigida al papa Francisco por un grupo de académicos católicos (http://www.correctiofilialis.org), y las discusiones contenidas en el libro Defending the Faith against Present Heresies (Arouca Press, 2021).

Y recalcan que:

Ningún católico puede creer o actuar basado en una declaración papal si ésta contradice la Fe Católica divinamente revelada.

Los firmantes de la carta lamentan que la política estadounidense Nancy Pelosi, pro abortista radical, comulgara públicamente en una Misa oficiada por el papa Francisco en la Basílica de San Pedro, a pesar de que su arzobispo, Mons. Cordileone, le advirtió públicamente que no podía comulgar precisamente por defender el crimen de matar a los no nacidos. Igualmente lamentan que el Papa no solo no apoyó al arzobispo de San Francisco sino que pareció reprocharle por querer ser fiel a la enseñanza de la Iglesia.

El texto concluye con la siguiente declaración:

Nosotros, los abajo firmantes, confesamos la Fe Católica en lo que concierne a la digna recepción de la Eucaristía, tal como ha sido definida en el Concilio de Trento. Es decir, la fe sola no es preparación suficiente para recibir dignamente el Sacramento de la Sagrada Eucaristía. Exhortamos a los obispos y clérigos de la Iglesia Católica a confesar públicamente la misma doctrina sobre la recepción digna de la Eucaristía, y a hacer cumplir los cánones pertinentes, para evitar grave y público escándalo.

Texto completo

Firmantes

Monseñor Joseph Strickland, Obispo de Tyler

Reverendísimo René Henry Gracida, obispo emérito de Corpus Christi

Mons. Robert Mutsaerts, Obispo Auxiliar de S'Hertogenbosch, Países Bajos

Mons. Athanasius Schneider, obispo auxiliar de Astana, Kazajistán

P. James Altman

Dr. Heinz-Lothar Barth, hasta 2016 profesor de latín y griego en la Universidad de Bonn

Donna F. Bethell, JD

James Bogle, Esq., MA TD VR, abogado y ex presidente de Una Voce International

Diácono Philip Clingerman OCDS BS, BA, MA [Teología]

Diácono Nick Donnelly, MA

Anthony Esolen, PhD

Diácono Keith Fournier, JD, MTS, MPhil

Matt Gaspers, Editor General, Catholic Family News

P. Stanislaw C. Gibziński, Reading, Reino Unido

Maria Guarini, STB, editora del sitio web Chiesa e postconcilio

Sarah Henderson, DCHS, MA (Educación Religiosa y Catequesis), BA

Dra. Maike Hickson, PhD, periodista

Dr. Robert Hickson, profesor jubilado de literatura y filosofía

Dr. Rudolf Hilfer, Stuttgart, Alemania

Dr. Rafael Huentelmann, redactor jefe de METAPHYSICA

Steve Jalsevac, cofundador y presidente de LifeSiteNews.com

Dr. Peter A. Kwasniewski, PhD

Dr. John Lamont, DPhil

P. Elias Leyds, CSJ, diócesis de Den Bosch, Países Bajos

P. John P. Lovell

Dr. César Félix Sánchez Martínez. Profesor de Filosofía de la Naturaleza en el Seminario Arquidiocesano San Jerónimo de Arequipa (Perú)

Diácono Eugene McGuirk

Martin Mosebach

Brian M. McCall, redactor jefe de Catholic Family News

Patricia McKeever, B.Ed. M.Th., Editora, Catholic Truth (Escocia)

Julia Meloni, licenciada en Yale, licenciada en Harvard, autora

P. Cor Mennen, licenciado en derecho canónico, ex-profesor de seminario

P. Michael Menner

Dr. Sebastian Morello, BA, MA, PhD, editor de ensayos para The European Conservative

P. Gerald E. Murray, J.C.D., párroco de la Iglesia de la Sagrada Familia, Nueva York, NY

George Neumayr, escritor católico

P. Guy Pagès

Paolo Pasqualucci, profesor retirado de filosofía, Universidad de Perugia, Italia

Dr. Claudio Pierantoni, Universidad de Chile, doctor en Historia del Cristianismo, doctor en Filosofía

Dr. Carlo Regazzoni, filósofo.

Dr. John Rist, profesor emérito de Clásicos y Filosofía, Universidad de Toronto, FRSC

Eric Sammons, editor de la revista Crisis

Edward Schaefer, presidente, The Collegium

Wolfram Schrems, Mag. theol., Mag. phil.

Paul A. Scott PhD, FRSA, FRHistS, FCIL, CL, profesor asociado de francés y profesor Cramer, profesor afiliado del Gunn Center for the Study of Science Fiction, profesor afiliado del Ad Astra Center for Science Fiction and Speculative Imagination, editor general de The Year's Work in Modern Language Studies (Brill) Departamento de Estudios Franceses, Francófonos e Italianos,

Universidad de Kansas, Estados Unidos

Anna Silvas, BA, MA, PhD, Investigadora Senior Adjunta, Universidad de Nueva Inglaterra, Australia

Dr. Michael Sirilla, PhD

Anthony P. Stine, PhD

Dr. Gerard J.M. van den Aardweg, Países Bajos

Dr. phil. habil. Berthold Wald, profesor jubilado, Facultad de Teología de Paderborn, Alemania

John-Henry Westen, cofundador y editor jefe de LifeSiteNews.com

Elizabeth Yore, abogada, fundadora de Yore Children

John Zmirak, Doctor en Filosofía
Firmantes adicionales

P. Edward B. Connolly

Christina Fox, BA BDiv., académica

Adrie A.M. van der Hoeven MSc, editor de jesusking.info

P. Tyler Johnson

Edgardo J. Cruz Ramos, presidente de Una Voce Puerto Rico

Luis Román, estudiante de MBA y MA de teología, anfitrión y productor del conocido programa en la comunidad hispana llamado Conoce, Ama y Vive Tu Fe

Prof. Leonard Wessell (retirado), Ph.D. (USA), Dr. Phil. (Alemania), Doctorado, (España)

domingo, 11 de abril de 2021

Declaración sobre la recepción de la Comunión por aquellos que persisten en grave pecado Público (Cardenal Raymond Leo Burke)

 SECRETUM MEUM MIHI


La declaración fue publicada en el sitio oficial de internet del cardenal Raymond Leo Burke y tiene como fecha Abr-07-2021. Esta es una tradución de Centro Cultural Cruzada (con algunas adaptaciones).

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Muchos católicos y también no católicos que, aunque no abrazan la fe católica, respetan a la Iglesia Católica por su enseñanza sobre la fe y la moral, me han preguntado cómo es posible que haya católicos que reciban la Sagrada Comunión, mientras al mismo tiempo promueven pública y obstinadamente programas, políticas y legislaciones en directa violación de la ley moral. En particular, preguntan cómo es posible que políticos católicos y funcionarios civiles que defienden y promueven pública y obstinadamente la práctica del aborto procurado se acerquen a recibir la Sagrada Comunión. Su pregunta claramente también se aplica a aquellos católicos que promueven públicamente políticas y leyes que violan la dignidad de la vida humana de quienes padecen enfermedades graves, necesidades especiales o edad avanzada, y en violación de la integridad de la sexualidad humana, del matrimonio y de la familia, y en violación de la libre práctica de la religión.

La pregunta amerita una respuesta, especialmente porque toca los fundamentos mismos de la enseñanza de la Iglesia con respecto a la fe y la moral. Sobre todo, toca la Sagrada Eucaristía, “[El] Sacramento de la caridad , ... , el don que Jesucristo hace de sí mismo, revelándonos el amor infinito de Dios por cada hombre ... en el Sacramento eucarístico Jesús sigue amándonos «hasta el extremo», hasta el don de su cuerpo y de su sangre”. [1]

Es mi esperanza de que los siguientes puntos de la enseñanza de la Iglesia serán de ayuda para aquellos que están con razón confundidos y, de hecho, frecuentemente escandalizados por la demasiado frecuente pública traición de las enseñanzas de la Iglesia sobre la fe y la moral por parte de aquellos que profesan ser católicos. Me ocuparé más adelante de la cuestión específica del aborto procurado, pero los mismos puntos se aplican a otras violaciones de la ley moral.

1. Respecto a la Sagrada Eucaristía, la Iglesia siempre ha creído y enseñado que la Sagrada Hostia es el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Cristo, Dios Hijo Encarnado. La fe de la Iglesia se ha expresado así en el Concilio de Trento: “Mas por cuanto dijo Jesucristo nuestro Redentor, que era verdaderamente su cuerpo lo que ofrecía bajo la especie de pan [cf. Mt 26, 26-29; Mc 14, 22-25; Lc 22, 19s; 1 Co 11, 24-26], ha creído por lo mismo perpetuamente la Iglesia de Dios, y lo mismo declara ahora de nuevo este mismo santo Concilio, que por la consagración del pan y del vino, se convierte toda la substancia del pan en la substancia del cuerpo de nuestro Señor Jesucristo, y toda la substancia del vino en la substancia de su sangre” (Sesión 13, Capítulo 4).[2] Entonces, como claramente enseña San Pablo en su Primera Carta a los Corintios: "Por tanto, quien coma el pan o beba la copa del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor”. (1 Cor. 11, 27).

2. La recepción de la Sagrada Comunión por aquellos que violan pública y obstinadamente la ley moral en sus preceptos más fundamentales es una forma de sacrilegio particularmente grave. En las palabras del Catecismo de la Iglesia Católica: “El sacrilegio es un pecado grave, sobre todo cuando es cometido contra la Eucaristía, pues en este sacramento el Cuerpo de Cristo se nos hace presente substancialmente” (n. 2120). No solo amerita un castigo eterno para aquel que lo recibe indignamente sino que constituye un escándalo muy grave para otros, es decir, los lleva a la falsa creencia de que se puede violar pública y obstinadamente la ley moral en una materia grave y todavía recibir a Nuestro Señor en la Sagrada Comunión. Una persona reflexiva, ante tal situación, debe concluir que o la Sagrada Hostia no es el Cuerpo de Cristo o que la promoción del aborto procurado, por ejemplo, no es un pecado grave.

3. El Canón 915 del Código de Derecho Canónico, que repite la perenne e inmutable enseñanza de la Iglesia, dispone: “ No deben ser admitidos a la sagrada comunión los excomulgados y los que están en entredicho después de la imposición o declaración de la pena, y los que obstinadamente persistan en un manifiesto pecado grave” [3]. La negación de la Sagrada Comunión no es una pena eclesiástica, sino el reconocimiento del estado objetivamente indigno de una persona para acercarse a recibir la Sagrada Comunión. La disciplina contenida en el can. 915 salvaguarda la santidad de la más sagrada realidad en la Iglesia, la Sagrada Eucaristía, y previene que la persona que obstinadamente persevere en pecado grave cometa un pecado adicional más grave aún de sacrilegio al profanar el Cuerpo de Cristo, y previene el inevitable escándalo que resulta de la indigna recepción de la Sagrada Comunión.

4. Es deber de los sacerdotes y Obispos instruir y amonestar a los fieles que se encuentren en la condición descrita por el can. 915, no sea que se acerquen a recibir la Sagrada Comunión y cometan así un más grave sacrilegio, redundando en su propio eterno daño y, asimismo, induciendo a otros a error e incluso a pecar en tan grave materia. Si una persona ha sido amonestada y todavía persevera en un pecado público grave, no puede ser admitido a recibir la Sagrada Comunión.

5. Claramente, ningún sacerdote u Obispo puede otorgar permiso para recibir la Sagrada Comunión a una persona que está en público y obstinado pecado grave. Ni tampoco se trata de una cuestión de discusión entre el sacerdote u Obispo y aquél que está cometiendo el pecado, sino una cuestión de amonestación referente a las verdades de fe y la moral, por parte del sacerdote u Obispo, y una cuestión de reforma de una conciencia errónea, por parte del pecador.

6. El Papa Juan Pablo II presentó la constante enseñanza de la Iglesia sobre el aborto procurado en su Carta Encíclica Evangelium Vitae. Refiriéndose a la consulta de los Obispos de la Iglesia universal sobre la materia en su carta de Pentecostés de 1991, declaró: “Por tanto, con la autoridad que Cristo confirió a Pedro y a sus Sucesores, en comunión con todos los Obispos —que en varias ocasiones han condenado el aborto y que en la consulta citada anteriormente, aunque dispersos por el mundo, han concordado unánimemente sobre esta doctrina—, declaro que el aborto directo, es decir, querido como fin o como medio, es siempre un desorden moral grave, en cuanto eliminación deliberada de un ser humano inocente”[4]. Aclaró también que su enseñanza “se fundamenta en la ley natural y en la Palabra de Dios escrita; es transmitida por la Tradición de la Iglesia y enseñada por el Magisterio ordinario y universal”[5].

7. A veces se arguye que un político católico puede creer personalmente en la inmoralidad del aborto, mientras favorece una política pública que provee el llamado aborto “legalizado”. Tal fue el caso, por ejemplo, en los Estados Unidos de América en una cumbre de ciertos teólogos morales católicos que expusieron la errónea teoría moral del proporcionalismo o el consecuencialismo, y políticos católicos, celebrada en el complejo de la Familia Kennedy en Hyannisport, Massachusetts, en el verano de 1964 [6]. El Papa Juan Pablo II responde claramente a este pensamiento moral erróneo en Evangelium Vitae: “Ninguna circunstancia, ninguna finalidad, ninguna ley del mundo podrá jamás hacer lícito un acto que es intrínsecamente ilícito, por ser contrario a la Ley de Dios, escrita en el corazón de cada hombre, reconocible por la misma razón, y proclamada por la Iglesia” [7]. En su Carta Encíclica Veritatis Splendor, el Papa San Juan Pablo II corrige el error fundamental del proporcionalismo y consecuencialismo. [8]

8. Se dice a veces que negar la Sagrada Comunión a los políticos que perseveran obstinadamente en pecado grave constituye un uso de la Sagrada Comunión por la Iglesia con fines políticos. Al contrario, es la solemne responsabilidad de la Iglesia el salvaguardar la santidad de la Sagrada Eucaristía, evitando que los fieles cometan sacrilegios, y evitar el escándalo entre los fieles y otras personas de buena voluntad.

9. Es más bien el político católico, que pública y obstinadamente promueve lo que es contrario a la ley moral y sin embargo osa recibir sacrílegamente la Sagrada Comunión, quien usa la Sagrada Eucaristía con fines políticos. En otras palabras, el político se presenta a sí mismo como un católico devoto, mientras que la verdad es completamente lo contrario.

10. Aparte de la negación de la Sagrada Comunión a personas que violan pública y obstinadamente la ley moral, está también la cuestión de la imposición o declaración de una pena justa eclesiástica con el ánimo de llamar a la persona a la conversión y reparar el escándalo que sus acciones causan.

11. Aquellos que violan pública y obstinadamente la ley moral se encuentran, por lo menos, en un estado de apostasía; es decir, han abandonado efectivamente la fe por la obstinada negación, en la práctica, a vivir de acuerdo con las verdades fundamentales de la fe y la moral (cf. can. 751). Un apóstata de la fe incurre automáticamente en la pena de excomunión (cf. can. 1364). El Obispo de tal persona debe verificar las condiciones para la declaración de la pena de excomunión, en la cual automáticamente ha incurrido.

12. También pueden estar en herejía, si niegan obstinadamente o dudan de la verdad sobre el mal intrínseco del aborto ya que es “una verdad que ha de creerse con fe divina y católica” (can. 751)[9]. La herejía, como la apostasía, incurre automáticamente en la pena de excomunión (cf. can. 1364). También, en el caso de herejía, el Obispo debe verificar las condiciones para la declaración de la pena de excomunión, la cual se ha incurrido automáticamente.

En conclusión, la disciplina de la Iglesia, comenzando con el Apóstol Pablo, ha enseñado constantemente  la disposición de conciencia necesaria para recibir la Sagrada Comunión. La falla en seguir la disciplina resulta en la profanación de la realidad más sagrada de la Iglesia —el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Cristo—, constituye el gravísimo pecado de sacrilegio, y causa el más serio escándalo al fallar testimoniar la verdad de la Sagrada Comunión y la verdad moral, por ejemplo, sobre la inviolable dignidad de la vida humana, la integridad del matrimonio y de la familia, y la libertad de adorar a Dios “en espíritu y en verdad”[10].

La respuesta a la cuestión que se me plantea tan frecuentemente es clara: un católico que pública y obstinadamente se opone a la verdad sobre la fe y la moral no puede presentarse para recibir la Sagrada Comunión y tampoco el ministro de la Sagrada Comunión puede darle el Sacramento.

Cardenal Raymond Leo Burke
Roma, 7 de Abril de 2021

[1] “[s]acramentum caritatis, ... donum est Iesu Christi se ipsum tradentis, qui Dei infinitum nobis patefacit in singulos homines amorem... Eodem quidem modo in eucharistico Sacramento Iesus «in finem», usque scilicet ad corpus sanguinemque tradendum, diligere nos pergit.” Benedictus PP. XVI, Adhortatio Apostolica Postsynodalis Sacramentum caritatis, De Eucharistia vitae missionisque Ecclesiae fonte et culmine, 22 Februarii 2007, Acta Apostoliae Sedis 99 (2007) 105, n. 1. Traducción en español: http://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/apost_exhortations/documents/hf_ben-xvi_exh_20070222_sacramentum-caritatis.html

[2] “Quoniam autem Christus redemptor noster corpus suum id, quod sub specie panis offerebat [cf. Mt 26, 26-29; Mc 14, 22-25; Lc 22, 19s; 1 Cor 11, 24-26], vere esse dixit, ideo persuasum semper in Ecclesia Dei fuit, idque nunc denuo sancta haec Synodus declarat: per consecrationem panis et vini conversionem fieri totius substantiae panis in substantiam corporis Christi Domini nostri, et totius substantiae vini in substantiam sanguinis eius.” Heinrich Denzinger, Compendium of Creeds, Definitions, and Declarations on Matters of Faith and Morals, ed. Peter Hünermann, tr. Robert Fastiggi and Anne Englund Nash, 43rd ed. (San Francisco: Ignatius Press, 2012), p. 394, no. 1642. Traducción en español: http://www.intratext.com/IXT/ESL0057/__PL.HTM

[3] “Can. 915 Ad sacram communionem ne admittantur excommunicati et interdicti post irrogationem vel declarationem poenae aliique in manifesto gravi peccato obstinate perseverantes.” Code of Canon Law: Latin-English Edition, tr. Canon Law Society of America (Washington, DC: Canon Law Society of America, 1998), p. 298. Traducción en español: https://www.vatican.va/archive/ESL0020/__P37.HTM

[4] “Auctoritate proinde utentes Nos a Christo Beato Petro eiusque Successoribus collata, consentientes cum Episcopis qui abortum crebrius respuerunt quique in superius memorata interrogatione licet per orbem disseminati una mente tamen de hac ipsa concinuerunt doctrina declaramus abortum recta via procuratum, sive uti finem intentum seu ut instrumentum, semper gravem prae se ferre ordinis moralis turbationem, quippe qui deliberata exsistat innocentis hominis occisio.” Ioannes Paulus PP. II, Litterae Encyclicae Evangelium vitae, “De vitae humanae inviolabili bono,” 25 Martii 1995, Acta Apostolicae Sedis 87 (1995) 472, n. 62. Traducción en español: http://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/encyclicals/documents/hf_jp-ii_enc_25031995_evangelium-vitae.html

[5] “... naturali innititur lege Deique scripto Verbo, transmittitur Ecclesiae Traditione atque ab ordinario et universali Magisterio exponitur.” Evangelium vitae, 472, n. 62.

[6] Cf. Albert R. Jonsen, The Birth of Bioethics (New York: Oxford University Press, 1998), pp. 290-291.

[7] “Nequit exinde ulla condicio, ulla finis, ulla lex in terris umquam licitum reddere actum suapte natura illicitum, cum Dei Legi adversetur in cuiusque hominis insculptae animo, ab Eccesia praedicatae, quae potest etiam ratione agnosci.” Evangelium vitae, 472, n. 62. En español:

[8] Cf. Ioannes Paulus PP. II, Litterae Encyclicae Veritatis splendor, De quibusdam quaestionibus fundamentalibus doctrinae moralis Ecclesiae, 6 Augusti 1993, Acta Apostolicae Sedis 85 (1993) 1192-1197, nn. 74-78. Traducción en español: http://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/encyclicals/documents/hf_jp-ii_enc_06081993_veritatis-splendor.html

[9] “Can 751 ... fide divina et catholica credendae.” Traducción en español: http://www.vatican.va/archive/ESL0020/_P2F.HTM

[10] Jn 4, 23-24.

viernes, 26 de julio de 2019

La mitad de los católicos de EEUU no sabe qué es la Eucaristía (Carlos Esteban)



Según una reciente encuesta de Pew Research realizada entre católicos de Estados Unidos, la mitad de ellos cree que la Sagrada Eucaristía es un “símbolo”, e ignora que se trata de la Presencia Real de Cristo bajo las especies de pan y vino.

Según la encuesta, exactamente el 50% de los católicos consultados en Estados Unidos respondió correctamente a la pregunta sobre lo que la Iglesia enseña sobre la Transubstanciación, por la que en el momento de la Consagración el pan y el vino se convierten en el Cuerpo, la Sangre, el Cuerpo y la Divinidad de Jesucristo.

La otra mitad, en cambio, cree que la Iglesia enseña que el pan dado en comunión es meramente un “símbolo” del cuerpo y la sangre de Cristo, salvo un pequeño porcentaje que dice no estar seguro de la respuesta correcta.

Es difícil no preguntarse cómo pueden los pastores norteamericanos insistir en sus obsesiones políticas y en sus interpretaciones de la doctrina católicas más adaptadas a las modas ideológicas del mundo cuando la mitad -la MITAD- de sus fieles ignora el más consolador y anonadante misterio de nuestra fe.

Este es el resultado más desolador en una población que, estando bautizada y confesándose católica, ignora uno de los misterios centrales de nuestra fe, que además nos distingue de otras denominaciones cristianas. Pero no es el único.

En cuanto otro dogma de fe que distingue a la Iglesia Católica, la existencia y naturaleza del Purgatorio, una cuarta parte cree que es un lugar de condenación para quienes no mueren en gracia. Solo el 71% de los católicos respondió correctamente la pregunta sobre el purgatorio.

Carlos Esteban

lunes, 24 de junio de 2019

Siguiente herejía de Francisco: Jesús “se convierte en pan”



La Eucaristía es “Jesús que se hace pan”, y contiene “toda la realidad de la Iglesia”, afirmó el papa Francisco el 23 de junio en la homilía de Corpus Christi.

Siguió alegando que en la Eucaristía encontramos a Dios mismo “contenido en un pedazo de pan”. Estas afirmaciones son profundamente heréticas.

Es verdad que la Biblia llama a la Eucaristía “pan partido”, “pan de los ángeles” o “pan del cielo”. Sin embargo, es erróneo afirmar que “Jesús se hace pan” – incluso un alumno de teología de primer año sabe esto.

El concepto herético pronunciado por Francisco es llamado “empanación”. Niega la transustanciación y generalmente es explicado con la errónea declaración que “Dios se hizo pan”. La Transustanciación es el cambio de la sustancia del pan en la sustancia del cuerpo de Cristo, efectuada a través de la Consagración durante la Misa.

Además, la Iglesia no puede ser identificada con la Eucaristía como hizo Francisco.

jueves, 13 de diciembre de 2018

El obispo de Buffalo ordena que destruyan las pruebas de un posible milagro eucarístico



Una Hostia consagrada que cayó accidentalmente al suelo en una iglesia de la diócesis de Buffalo, en Estados Unidos, empezó a sangrar después de que el sacerdote la dejara en agua para su disolución, pero el obispo Richard Malone, avisado del caso, ordenó que se deshicieran de la forma.

Durante una misa a finales de noviembre en la Iglesia de San Vicente de Springbrook, en la diócesis de Buffalo, en el estado de Nueva York, una Hostia consagrada cayó accidentalmente al suelo. El párroco, padre Karl Loeb, encarga a un diácono que la recoja y la sumerja en agua en un caliz de ablución para que se disuelva naturalmente, y la guarda en el sagrario. El 30 de noviembre, el padre Loeb descubre que de la Hostia emana un líquido rojizo. ¿Milagro? Nunca lo podremos saber.

Y es que, avisados inmediatamente por el padre Loeb, el obispo titular, Richard Malone, y su auxiliar, Edward Grosz, acuden a contemplar el caso e inmediatamente ordenan al párroco que se deshaga de la forma. “Cristo ya no está presente aquí”, dijo Su Ilustrísma para justificar su orden, que el sacerdote cumplió con marcada reticencia, no sin antes fotografiar el cáliz con la Hostia sangrante. Esa es, al menos, la historia que ha compartido una feligresa, Mary Ellen Sanfilippo, con Church Militant.

Los milagros eucarísticos no son frecuentes, pero tampoco absolutamente insólitos en la Historia de la Iglesia. Se supone que son una extraordinaria gracia para fortalecer la fe en la Presencia Real de Cristo en la Eucaristía, verdadero pilar de la práctica católica. Desde el milagro, en el siglo VIII, acaecido en Lanciano, donde la Hostia se convirtió en Carne viva y el vino consagrado en Sangre viva delante de los asombrados ojos del sacerdote -Hostia y vino sometidos en la actualidad a rigurosos análisis-, hasta el de Chirattakonam, en la India, se han dado numerosos de estos prodigios.

Por eso resulta sorprendente, por decir poco, que el obispo se haya negado, al menos, a investigar el incidente y, en su caso, descartar al menos la posibilidad del milagro. ¿Qué puede provocar este escandaloso desprecio por lo sobrenatural, o por la posibilidad de lo sobrenatural?

La Diócesis de Buffalo en general y el obispo Malone en particular han estado en el foco de los medios durante la crisis de la pedofilia clerical, como una de las diócesis menos transparentes en el manejo de los casos de abusos, y se acusa a Malone de haber mantenido en ejercicio a sacerdotes acusados de forma creíble de haber protagonizado abusos a menores.

Carlos Esteban

viernes, 22 de junio de 2018

Ataque al sacerdocio, ataque a la Eucaristía (Roberto de Mattei)


La Eucaristía siempre ha sido el blanco preferido de los ataques de quienes odian a la Iglesia. De hecho, la Eucaristía es una síntesis de la Iglesia. Como observa un teólogo pasionista, «compendia todas las verdades reveladas, y es la única fuente de gracia, un anticipo de la bienaventuranza, un resumen de todos los prodigios de la omnipotencia divina» (Enrico Zoffoli, Eucarestia o nulla, Edizioni Segno, Udine 1994, p. 70).

La Virgen María ya había prevenido de los actuales ataques contra el sacramento de la Eucaristía. En Cova de Iría exhortó a los tres pastorcillos a «rezar a Jesucristo, presente en todos los sagrarios de la Tierra, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que se lo ofende».

Ya antes, en la primavera de 2016, el Ángel se había aparecido a los niños con un cáliz en su mano izquierda, sobre el que estaba suspendida una hostia. Dio de comulgar con ella a Lucía, y con el vino a Jacinta y Francisco, que permanecieron de rodillas mientras el ángel decía: «Comed y bebed el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, terriblemente ultrajado por la ingratitud de los hombres. Reparad sus transgresiones y consolad a vuestro Dios».

El cardenal Robert Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto Divino, en su prólogo al hermoso libro del P. Federico Bortoli La distribuzione della Comunione sulla mano. Profili storici, giuridici e pastorali (Edizioni Cantagalli, Siena 2017), afirma que la escena mencionada «nos indica cómo debemos recibir el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo».

Según el cardenal, «los ultrajes de que es objeto Jesús en la santísima Hostia son, ante todo, las horrendas profanaciones de las que algunos ex satanistas convertidos han dado cuenta con espeluznantes descripciones». Pero también lo son «las comuniones sacrílegas no recibidas en gracia de Dios, o recibidas por quienes no profesan la fe católica». Es más: «Lo son todo aquello que pueda impedir el fruto del Sacramento, sobre todo los errores sembrados en la mente de los fieles para que dejen de creer en la Eucaristía».

Pero el más insidioso de los ataques diabólicos consiste «tratar de sofocar la fe en la Eucaristía sembrando errores y promoviendo una manera inapropiada de recibirla. Ciertamente la guerra entre San Miguel y sus ángeles por un lado, y Lucifer en el otro bando, continúa librándose en el corazón de los fieles. El objetivo al que apunta Satanás es el Sacrificio de la Misa y la Presencia Real de Jesucristo en la Hostia consagrada». A su vez, este ataque se realiza por dos vías: en primer lugar, «reduciendo el concepto de la Presencia Real», al invalidar la palabra transustanciación.

El segundo es «la tentativa de apartar del corazón de los fieles el sentido de lo sagrado». Escribe el cardenal Sarah: «Mientras que el término transustanciación nos indica la realidad de la Presencia, el sentido de lo sagrado nos ayuda a entrever su absoluta peculiaridad y santidad. ¡Sería una desgracia tremenda que se perdiese el sentido de lo sagrado precisamente en lo más sagrado! ¿Y cómo se puede perder? Recibiendo un alimento extraordinario como si fuera un alimento ordinario».

Seguidamente, amonesta con estas palabras: «No se atreva ningún sacerdote a imponer su autoridad personal en esta cuestión rechazando o maltratando a quienes desean recibir la Comunión de rodillas y en la lengua. Acudimos como los niños y recibimos humildemente, de rodillas y en la lengua, el Cuerpo de Cristo».

Las observaciones de monseñor Sarah son más que acertadas, pero es preciso contextualizarlas en el proceso de secularización de la liturgia que tiene su origen en el equívoco Novus Ordo Missae de Pablo VI del 3 de abril de 1969, cuyo infausto cincuentenario se cumplirá el año próximo.

Dicha reforma litúrgica, como escribieron los cardenales Ottaviani y Bacci en la presentación de su Breve examen crítico, el Novus Ordo representa «tanto en su conjunto como en sus detalles, una notable desviación de la teología católica de la Misa tal como fue formulada en la sesión XXII del Concilio de Trento». La teología tradicional de la Misa ha sido sustituida por otra que ha eliminado la noción de sacrificio y, en la práctica, ha disminuido la fe en la Eucaristía.

Por otra parte, la apertura de la Comunión a los divorciados fomentada por la exhortación Amoris laetitia, y la intercomunión con los protestantes, auspiciada por numerosos obispos, ¿qué otra cosa son sino ultrajes a la Eucaristía? El sacerdote boloñés Alfredo Morselli ha expuesto magníficamente las raíces teológicas que vinculan Amoris laetitia y la intercomunión con los evangélicos (https://cooperatores-veritatis.org/2018/05/06/in-principio-era-lazione-il-legame-tra-amoris-laetitia-e-lintercomunione-con-gli-evangelici/).

Hay que añadir que el ataque a la Eucaristía se ha convertido actualmente en un ataque contra el Orden Sacerdotal, dada la estrecha vinculación entre ambos sacramentos. La constitución invisible de la Iglesia se fundamenta en el Orden, sacramento que permite al bautizado participar del sacerdocio de Cristo. El sacerdocio se ejerce principalmente al ofrecer el sacrificio eucarístico, que exige el prodigio de la transustanciación, dogma central de la fe católica.

Si la presencia de Cristo en el tabernáculo no es real y sustancial, y si la Misa se reduce a una mera conmemoración o símbolo de lo que sucedió en el Calvario, no hay necesidad de sacerdotes que ofrezcan el Sacrificio, y como la jerarquía de la Iglesia se cimenta en el sacerdocio, se debilitan los cimientos de la Iglesia y su Magisterio.

Desde esta perspectiva, admitir a la Eucaristía a los divorciados que se han vuelto a casar y a los protestantes guarda relación con la posibilidad de conferir el sacerdocio a laicos casados y las órdenes menores a mujeres. El ataque a la Eucaristía es un ataque al sacerdocio.

Nada hay más grande, más hermoso, más conmovedor que la misericordia de Dios para con el pecador. Aquel Corazón que tanto amó a los hombres, por la intercesión del Sagrado Corazón de María, al cual está indisolublemente ligado, quiere llevarnos a gozar de la felicidad eterna en el Paraíso, y nadie, ni el más encallecido de los pecadores, puede dudar de ese amor salvífico.

Por tal razón, no debemos perder jamás la confianza en Dios, sino conservarla hasta el fin de nuestra vida, porque esa ardiente confianza jamás ha defraudado a nadie. El Señor no nos engaña, pero no podemos intentar engañarle ni podemos engañarnos a nosotros mismos. Y no hay mayor engaño que creer que es posible salvarse sin arrepentirse de los propios pecados y sin profesar la fe católica.

Quien peca o vive en pecado se salva si se arrepiente; pero si osa engañar a Dios no se salva. No es Dios quien lo condena; es él mismo quien, al acercarse indignamente a recibir el Sacramento como y bebe su propia condenación. Lo explica San Pablo a los corintios con estas serias palabras: «Quien comiere el pan o bebiere el cáliz del Señor indignamente será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor. Pero pruébese cada uno a sí mismo, y así coma del pan y beba del cáliz, porque el que come y bebe no haciendo distinción del Cuerpo del Señor como y bebe su propia condenación» (1 Cor. 11, 27-29). San Pablo constataba, además, que en la Iglesia de Corinto, a raíz de las comuniones sacrílegas, muchos enfermaban y morían misteriosamente (1 Cor. 11, 30).

Triste destino el de quien no recibe el Sacramento porque se obstina en vivir en pecado. Pero peor es el destino de quien lo recibe sacrílegamente sin estar en gracia de Dios. Y más grave todavía es el pecado de quien anima a los fieles a comulgar en pecado y les administra ilícitamente la Comunión. Estos son los ultrajes que más duelen y más hondamente traspasan el Sagrado Corazón de Jesús y el Corazón Inmaculado de María.

Éstos son los pecados que exigen reparación por nuestra parte, nuestra presencia ante el Sagrario, nuestra defensa pública de la Eucaristía ante toda clase de profanadores. Así garantizaremos nuestra salvación y la de nuestro prójimo y aceleraremos la venida del Reino de Jesús y de María a la sociedad, que no tardará en instaurarse sobre las ruinas del mundo moderno.

(Traducido por Bruno de la Inmaculada)

Roberto de Mattei

martes, 29 de mayo de 2018

Jesús Bastante llama ‘ultraconservador’ a pedir claridad a los obispos (Carlos Esteban)


Sacerdote Christopher Hartley Sartorius en Etiopía

No cabe duda de que Religión Digital se sabe en la cresta de la ola, después de haberse ‘retratado’ con Su Santidad y recibir todos los parabienes de la Conferencia Episcopal Española -que para InfoVaticana se vuelven desprecios cuando no demandas-, lo que les permite, incluso, tomarse su tiempo para los ‘asesinatos de carácter’, como éste al que someten al misionero español Christopher Hartley Sartorius con un mes de retraso.

La noticia es la ya vieja carta (InfoVaticana habló el 3 de mayo de ella) de una serie de sacerdotes a sus obispos implorándoles que confirmen la fe de la Iglesia, la de siempre, especialmente en aquellas materias más cuestionadas hoy, como son los sacramentos y la moral sexual.

Jesús Bastante, autor del artículo, después de complacerse en señalar que son una ‘minúscula parte de los sacerdotes’ de la Iglesia Universal -extraña manera de medir en una institución que empezó con doce-, habla de “un cisma en toda regla provocado por clérigos y obispos ultraconservadores”. Porque, al parecer, atenerse a lo que ha sido el Magisterio sostenido durante dos mil años es ser ‘ultraconservador’ (¿por qué le gusta a esta gente tanto la hipérbole, que ni siquiera les vale con ‘conservador’?), y pedir claridad en la doctrina es provocar un cisma.

El caso del Padre Christopher, naturalmente, le desconcierta, porque no se ajusta a su esquema de baratillo, y la frase en que ponen de manifiesto su perplejidad no puede ser más inconscientemente cómica: “Uno de los sacerdotes más activos es el misionero español Christopher Hartley Sartorius, que trabaja con los más pobres en Etiopía pero, a la vez, empuña con mano de hierro la espada de la oposición más radical entre los eclesiásticos españoles”.

¡Ay, ese “pero”, que ha sido el malentendido principal desde hace tantos años! Ese “pero” dice volúmenes, créanme: trabajar con los más pobres en Etiopía, para Bastante, hace incomprensible, al parecer, ser un sacerdote ortodoxo. Trabajar con los más pobres, se deduce de esa reveladora adversativa, debería llevar de forma natural a relativizar dos mil años de doctrina asentada y a tontear con el marxismo, como han hecho los admirados curas guerrilleros de la Teología de la Liberación, que aún no ha liberado absolutamente a un solo pobre.

Quizá el ‘pecado’ del Padre Christopher, la razón por la que Bastante le ha individualizado entre los once sacerdotes españoles que firman la apelación pastoral, sea ésa, la osadía de mantenerse ortodoxo en las condiciones más duras, sirviendo, en las periferias que tanto ama Su Santidad, a esos pobres entre los pobres sobre los que Su Santidad nos pide que nos centremos. Pero, hombre de Dios -parece decir Bastante-, ¿por qué no es usted un buen revolucionado, como corresponde al tópico?

Pero la cosa, al menos para Harley Sartorius, es exactamente al revés: él sirve a los más pobres y está en lo más ‘periférico’ precisamente porque cree lo que la Iglesia siempre ha enseñado. Y la misma, idéntica razón que le ha llevado a una aldea remota de Etiopía es la que le ha empujado a pedir, implorar, rogar a los obispos que reafirmen la fe. ¿Cómo puede eso ser ‘provocar un cisma’, señores de Religión Digital? Quienes tanto han hecho de la disidencia un timbre de gloria cuando los vientos vaticanos soplaban en otra dirección, ¿van a convertirse ahora en los más rígidos defensores de cada ocurrencia que llegue ahora de Roma?

El Padre Christopher tiene razones, digamos, biográficas para anhelar la máxima claridad en los pastores. Hijo de anglicano y una católica, el día que se ordenaba diácono en la catedral de Toledo, pidió licencia a su obispo que en ese tiempo era el Cardenal Don Marcelo Gonzalez Martín, Arzobispo de Toledo y Primado de España, para dar de comulgar a su padre en la misa de su ordenación de diácono, que les había educado en la fe y que se consideraba a sí mismo católico pero no romano. Don Marcelo, obispo entonces, le negó el permiso y el lo aceptó con obediencia gozosa.

Afortunadamente, tras dos años de catequesis vio cumplido su ardiente deseo de recibir a su propio padre en la Iglesia Católica y administrarle la primera comunión, por eso hoy es comprensible que se pregunte: ¿por qué entonces no podía dar la comunión a mi padre, perteneciendo a una denominación cristiana más cercana a la Iglesia que la luterana, y ahora se permite que los cónyuges luteranos de fieles católicos reciban la Sagrada Eucaristía?

Suele hablarse de que la Iglesia debe adaptarse a los cambios, pero, exactamente, ¿qué ha cambiado? ¿No es la Iglesia custodia de un mensaje eterno e inmutable, no es Roca?

No, no es Hartley Sartorius el ‘ultraconservador’, ni lo son los otros firmantes de la apelación. Eso no es más que una cansina injuria que nada significa. 


Llamar ‘ultraconservador’ a todo lo que ha enseñado la Iglesia durante dos mil años es bastante tonto, fruto de una vanidad cronológica inexplicable en un católico.

Carlos Esteban

miércoles, 16 de mayo de 2018

Woelki recuerda la Presencia Real ante un protestante que llamó ‘galleta’ a la Hostia (Carlos Esteban)



“Como católico nunca hablaría de una ‘galleta’”, fue la respuesta del Arzobispo de Colonia, Cardenal Rainer Maria Woelki, a un conocido protestante alemán, el comediante Eckart von Hirschhausen, que llamó “galleta” a la hostia consagrada y exigió recibirla porque paga el impuesto de la Iglesia Católica en Alemania, el nefasto Kirchensteuer. “Usar este concepto solo demuestra que tenemos un entendimiento muy distinto”. Y concluyó recordando que la hostia consagrada “es el Santísimo Sacramento en el que los católicos encuentran a Cristo mismo”.

Pero si la respuesta de Woelki es un bienvenido recordatorio del extraordinario milagro de la Presencia Real de Cristo en la Eucaristía, una verdad de fe central que parece eclipsada en todo el confuso debate sobre la intercomunión, la ‘boutade’ blasfema de Hirschhausen pone el dedo en la llaga de uno de los aspectos menos discutidos de todo el asunto.

Me refiero al hecho de que se trate de ‘cónyuges’. La razón por la que quien se confiesa luterano quiera participar de la Sagrada Eucaristía católica sigue siendo un misterio inexplicable, por más que teólogos alemanes de la talla del Cardenal Walter Kasper han tratado de elaborarlo con alambicados jesuitismos. Pero si aceptamos que un protestante pueda tener ‘hambre de eucaristía’ y aun confesar (sin, misteriosamente, convertirse al catolicismo) la doctrina católica sobre la Eucaristía y eso le haga lícito recibir la comunión, la norma debería aplicarse a cualquiera que esté en ese caso. ¿Por qué solo a los cónyuges de los fieles católicos?

Y aquí entra lo que parece ser la justificación más realista de este embrollo: el citado Kirchensteuer. Los alemanes que se confiesan fieles de una religión deben pagar a su jerarquía un impuesto no pequeño a su jerarquía, siendo el único modo de librarse la apostasía. En el caso de un matrimonio mixto que comparta patrimonio, el cónyuge luterano sentirá que está pagando el impuesto católico, y a la inversa. Y, tradicionalmente, quien paga, manda.

De esta forma, los no católicos en estos matrimonios consideran que están financiando a la Iglesia alemana y que, como ‘clientes’, tienen derecho a opinar sobre sus asuntos internos. Es una lógica absolutamente perversa, pero muy acorde con la actual ‘mentalidad de mercado’. Por su parte, para la jerarquía esto supone un incentivo peligrosamente tentador para aguar de la doctrina todo aquello que pueda molestar a su ‘clientela indirecta’ a fin de no perder una fuente de ingresos que la convierte en una de las iglesias nacionales más ricas del catolicismo universal.

El intercambio del que hablamos tuvo lugar en el Katolichentag, un encuentro de católicos de habla alemana que ha tenido lugar este año en Münster, y es significativo que las palabras blasfemas del comediante luterano fueran recibidas con una salva de aplausos por parte de los participantes, mayoritariamente católicos.

Carlos Esteban

viernes, 2 de marzo de 2018

Humildad y comunión en la lengua (P. George W. Rutler)



En 1950, el Papa Pío XII advirtió contra la mentalidad "historicista" que se inclina a medir el mérito de las cosas en contra de una práctica imaginada del pasado distante. Esta mentalidad distorsiona el hecho histórico. 


El historicismo es para la historia como el racismo es para la raza y el cientificismo para la ciencia. Se recrea una iglesia primitiva "volar en ámbar", algo así como el Williamsburg colonial. No comprende la naturaleza de la Tradición sagrada, que es un desarrollo orgánico aplicable a los tiempos cambiantes, pero que nunca abroga el núcleo esencial de la verdad.

La práctica de recibir la Hostia Sagrada en la mano a menudo se justifica sobre la base del precedente primitivo. San Cirilo de Jerusalén describió de manera famosa la manera reverente de ser utilizada para recibir en la mano, y los comentarios de San Justino Mártir, Tertuliano y San Ambrosio sugieren que era la norma. Pero dos sínodos en el siglo VII tomaron posiciones opuestas en la práctica (Rouen contra ella y Trullo para). Entonces se produjo un cambio gradual a favor de la comunión en la lengua. En tiempos de Santo Tomás de Aquino, la comunión en la lengua parece haberse convertido en el uso de la Iglesia latina, y por una razón teológica clara:

Por reverencia hacia este Sacramento, nada lo toca, sino lo que se consagra; de ahí que el cabo y el cáliz sean consagrados, y también las manos del sacerdote, para tocar este sacramento. Por lo tanto, no es lícito que nadie lo toque, excepto por necesidad, por ejemplo, si cayera en el suelo, o en otro caso de urgencia. ( Summa Theologiae , III, 82, 3)
Los liturgistas profesionales no pocas veces carecen de un don para la psicología práctica. La confesión cara a cara se promovió alrededor del tiempo en que un exceso de abusos morales comenzó a afectar a la Iglesia. La "sala de reconciliación" es problemática en la actualidad, presumiblemente por la misma razón que los confesionarios con pantallas se introdujeron hace siglos. Los historicistas no preguntaron por qué se había introducido el confesionario, del mismo modo que olvidan preguntar por qué la comunión en la lengua reemplazó la recepción en la mano. Claramente, el confesionario cerrado y la comunión en la lengua fueron el resultado de la necesidad nacida de la experiencia. No es coincidencia que la práctica de la confesión auricular disminuyó cuando entraron las "salas de reconciliación", así como la sensibilidad eucarística se redujo trágicamente después del Papa Pablo VI, con las reservas y precauciones típicas de él,

Sería imprudente volver a recibir la comunión en la lengua como una práctica universal por decreto repentino, pero se debe alentar la opción, así como arrodillarse para recibirla. Y el uso de los Ministros Extraordinarios de la Eucaristía como ordinarios debe explicarse como el abuso que es. Es revelador que desde los cambios poco aconsejables, la expresión "recibir comunión" comúnmente se convirtió en "tomar comunión". Por lo menos tan importante, e instituido más fácilmente, es la posición ad orientem del celebrante. Su influencia correctiva en la psicología del culto haría otras reformas más lógicas. En términos ecuménicos, estas formas de reverencia serían más comprensivas con los ritos orientales. Aunque las iglesias orientales reciben la comunión de pie, también requieren postración y comunión en la lengua.


Un cardenal me dijo una vez que la comunión en la mano había aumentado la devoción eucarística. Dado el dramático declive en la asistencia a la misa y la creencia en la presencia real desde la década de 1960, este fue el triunfo de la teoría sobre los hechos. En su carta apostólica de 1980 "Dominicae Cenae", n. 11, Juan Pablo II advirtió sobre el potencial de falta de respeto e indiferencia que surge de la práctica de recibir la comunión en la mano. Desde una perspectiva práctica, especialmente en las parroquias de las grandes ciudades, la comunión en la mano invita a la profanación: muchos sacerdotes tienen historias sobre personas que huyen con la Hostia. 

Pero no habrá una mejoría sustancial hasta que otra generación esté dispuesta a admitir que el "espíritu del Vaticano II" a menudo hizo más daño que bien, y que muchos de los cambios litúrgicos posteriores fueron desastrosos
Esto me da la oportunidad de mencionar lo que a menudo se ha dicho sobre la piedad eucarística de Santa Teresa de Calcuta. Ella invariablemente recibía la comunión en la lengua, y tal ha sido la norma en su Orden. Una vez me contó que de todas las cosas tristes que había visto, lo peor era la recepción irreverente de la comunión. Ella dijo esto mientras le tendía las manos. 

Cuando cité esto, se interpretó como que ella se oponía a la recepción de la comunión en la mano. Esto la angustió porque sugirió que se oponía a la decisión de los obispos de conceder la opción. Ella me dijo que escribiera una corrección para la prensa. Respondí que oraría y luego escribiría. Sonando casi como un sargento de la Marina, ella dijo: "No. Necesitamos esto de inmediato. Rezo. Usted escribe ". Desde entonces lo he explicado muchas veces, y a menudo los encuestados actúan molestos o proceden como si no me hubieran escuchado. Pero después de cada Misa, la Madre Teresa besaba las manos del sacerdote: "Gracias por traernos a Jesús". Ninguna reforma logrará mucho sin tanta humildad.

P. George W. Rutler 

Nota: El original está en inglés (la traducción es, básicamente, la que se obtiene haciendo uso del traductor de Google)

martes, 27 de febrero de 2018

Cardenal Sarah sobre la Profanación de la Sagrada Eucaristía (Christopher A. Ferrara)




Un artículo en lifesitenews.com informa sobre las buenas noticias de que el Cardenal Robert Sarah, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino, ha escrito el prefacio a un nuevo libro de Don Federico Bortoli titulado "La distribución de la Comunión en la mano: un documento histórico, jurídico y encuesta pastoral"[ La distribuzione della comunione sulla mano. Profili storici, giuridici e pastorali ].

El prefacio es aún más explosivo que la exposición del libro de la historia de este horrendo abuso del Santísimo Sacramento. Después de observar la manera reverente en que Fátima ve, arrodillada, recibir la Sagrada Comunión del Ángel de la Paz en la primavera de 1916, el cardenal Sarah señala que el abuso de recibir la Comunión en la mano mientras estaba de pie, presentado después del Vaticano II, refleja nada menos que "el ataque diabólico más insidioso ... tratar de extinguir la fe en la Eucaristía, sembrando errores y fomentando una forma inadecuada de recibirlo".

Este ataque al Santísimo Sacramento, observa el cardenal, continúa hoy:
"Verdaderamente la guerra entre Miguel y sus Ángeles por un lado, y Lucifer por el otro, continúa en los corazones de los fieles: el objetivo de Satanás es el Sacrificio de la Misa y la Presencia Real de Jesús en la Hostia consagrada. Este intento de robo sigue dos pistas: la primera es la reducción del concepto de "presencia real". Muchos teólogos persisten en burlarse o desairar el término "transubstanciación" a pesar de las constantes referencias del Magisterio (...) "
Comunión en la mano 
"sin duda implica una gran dispersión de fragmentos. Por el contrario, la atención a las migas más pequeñas, el cuidado en purificar los vasos sagrados, no tocar la Hostia con las manos sudorosas, todo se convierte en profesiones de fe en la presencia real de Jesús, incluso en las partes más pequeñas de las especies consagradas ... [I] la presencia de los fragmentos nos hace perder de vista el dogma ".
El Cardenal Sarah pregunta: 
"¿Por qué insistimos en recibir la Comunión de pie y en la mano? ¿Por qué esta actitud de falta de sumisión a los signos de Dios? Que ningún sacerdote se atreva a imponer su autoridad en este asunto rechazando o maltratando a aquellos que desean recibir la Comunión arrodillados y en la lengua".
A este respecto, el cardenal toma nota del ejemplo de Juan Pablo II, quien, 
"a pesar de estar exhausto y sin fuerzas (...) siempre se arrodillaba ante el Santísimo Sacramento. No pudo arrodillarse y ponerse de pie solo. Necesitaba que otros doblaran sus rodillas y se levantaran. Hasta sus últimos días, quiso ofrecernos un gran testimonio de reverencia por el Santísimo Sacramento ". (Lo cual no es una defensa del maltrato escandaloso del Santísimo Sacramento en las Misas papales del" Día Mundial de la Juventud "durante el pontificado de Juan Pablo II).
En contraste, uno no puede dejar de pensar en el ejemplo del Papa actual, 
quien se niega explícitamente a hacer una genuflexión ante el Santísimo Sacramento durante la Misa o arrodillarse ante el Sacramento durante la Adoración Eucarística , aun cuando cuando todos a su alrededor lo hacen , incluso en Fátima .
La excusa de que Francisco tiene dificultades para arrodillarse está totalmente desmentida por bastantes contraejemplos como 
arrodillarse cuando los carismáticos "rezan", 
besar los pies de los musulmanes,
reverenciar un santuario anglicano,
o ir espontáneamente a confesar frente a las cámaras
(arrodillarse sin dificultad en un reclinatorio duro de madera y luego levantarse fácilmente por sí mismo).
En el prefacio el Cardenal Sarah también pregunta: 
"¿Por qué somos tan orgullosos e insensibles a las señales que Dios mismo nos ofrece para nuestro crecimiento espiritual y nuestra relación íntima con Él? ¿Por qué no nos arrodillamos para recibir la Sagrada Comunión según el ejemplo de los santos? ¿Es realmente tan humillante inclinarse y permanecer arrodillado ante el Señor Jesucristo?"
¿Puede el Papa Francisco no saber que estas observaciones deben haber sido escritas con él a la vista?

En octubre del año pasado, tras la emisión de Francisco de ' Magnum Principium, que parece dar a los obispos una mayor libertad para "traducir" -esto es, destruir- los textos sagrados, el Cardenal Sarah emitió una carta declarando que el Vaticano todavía conservaba la autoridad final sobre las traducciones litúrgicas locales bajo Liturgiam Authenticum de Benedicto XVI , que, después de casi cuarenta años de traducciones falsas que afligen a la Iglesia, finalmente ordenaron la corrección de errores atroces como "por vosotros y por todos los hombres" cuando Nuestro Señor dijo "por vosotros y por muchos" respetando las gracias salvíficas de la Eucaristía aplicadas a los individuos.

Sarah fue inmediatamente reprendido personalmente por Francisco  en una carta abierta que esencialmente exigía que publicara una retractación de sus comentarios en todos los sitios web que la presentaban. Parece que el Cardenal todavía está "trabajando" en la retractación. Esperemos que no termine antes de que termine este calamitoso pontificado.

Y recemos para que el próximo Papa posea la comprensión del Cardenal Sarah de la infinita dignidad del Santísimo Sacramento y la necesidad de repeler los ataques del diablo contra ella en nuestro tiempo al restaurar la debida reverencia en la recepción de la Sagrada Comunión, frente al tabernáculo donde reposa Nuestro Señor; y en la exposición del Santísimo Sacramento.


Christopher A. Ferrara