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martes, 28 de mayo de 2019

La nefasta claridad: el Papa predica con el ejemplo (Carlos Esteban)



Lo menos que puede decirse de Su Santidad, es que practica lo que predica, al menos en un sentido: la absoluta falta de claridad. El otro día, ante la asamblea de Caritas, nos prevenía contra el malsano hábito de querer las cosas claras, asegurando que el propio Cristo dejó a sus discípulos en la penumbra con la intención de que avanzasen sin preocuparse de claridades. Y él, a quien sus precipitados hagiógrafos comparan siempre con el Maestro, da en esto sobrado ejemplo.

Ha querido la Providencia que hoy coincidieran en las páginas de información religiosa dos noticias que marcan un fuerte contraste. Por un lado, la correspondencia del defenestrado Theodore McCarrick aclara que el entonces cardenal se sabía sancionado a una vida de silencio y oración, y así lo reconocía ante su sucesor, el cardenal Donald Wuerl, arzobispo emérito de Washington. Por otro, en una enésima entrevista, esta concedida a la cadena mexicana Televisa, el Papa repite enfático que no sabía nada de McCarrick, ni una palabra, ni noción.

Algo falla, ¿no? El titular más generalizado es que la realidad vuelve a dar la razón al arzobispo Carlo Maria Viganò, aún en paradero desconocido, frente a quienes se han cansado de denigrarle. Pero otra vertiente de la noticia es que, sabiéndolo Wuerl, es muy duro creer que no lo supiera el Santo Padre. No es el tipo de información que un cardenal quiera guardarse para sí, más aún sabiendo que un nuncio y otras diversas personas cercanas a Roma lo sabían. Menos aún un hombre de la total confianza de Francisco, como se ocupó de expresar en la cariñosa y elogiosa carta con que aceptó su renuncia al frente de la archidiócesis capitalina.

Naturalmente, no es del todo imposible que Wuerl prefiriera, inconcebiblemente, guardárselo para sí, o que lo comunicase al Papa y éste lo olvidara, como olvidó haber recibido la carta de una de las víctimas de abusos en Chile, aunque el cardenal O’Malley asegurase haberla entregado en mano, o como en aquella entrevista con la agencia Reuters, en la que afeó a los firmantes de las Dubia que el Santo Padre tuviera que enterarse de la carta por la prensa, pese a que en la Congregación para la Doctrina de la Fe hubieran recibido de él instrucciones de no responder a la copia que les había llegado también a ellos tres meses antes.

Pero si hay contradicciones en Francisco que pueden achacarse a su mala memoria, en la entrevista concedida a la cadena mexicana se suceden otras con tanta rapidez y en tan escaso espacio que nos parece más sencillo achacarlo a un método pedagógico contra la funesta manía de ansiar la claridad.

Podríamos detenernos en muchas contradicciones menores, como cuando denuesta que los países quieran conservar su identidad y sus raíces y, pocos párrafos más adelante, ensalza la necesidad de conservar y aun mimar las propias raíces, o cuando pasa de aconsejar el diálogo como ‘bálsamo de Fierabrás’ para curar los más complejos problemas a rechazar tajantemente ese mismo diálogo con los narcos (“A mí me suena mal… Es como si yo para ayudar a la evangelización de un país, pactara con el diablo”).

Pero, ya digo, son cosas menores, sin otra importancia que la de reflejar cierta ofuscación, semejante a la que le lleva a decir que “cada vez hay más pobres con menos de lo mínimo para vivir”, cuando basta ir a cualquier estadística de esa ONU que tanto aprecia para saber que es al contrario y que cada vez hay MENOS pobres.

Lo grave, la contradicción más llamativa, se refiere a algo con lo que lleva mucho tiempo machacando, que se ha convertido en verdadero ‘leit motiv’ de su prédica moral: la maledicencia. De ella ha hablado siempre sin miedo a la exageración, comparándola en Perú con el terrorismo, diciendo que “mata”, presentándola a grupos de ordenandos como la tentación más peligrosa.

Incluso en esa misma entrevista nos aclara que dio a Gustavo Zanchetta, nombrado por él mismo previamente obispo de Orán, un cómodo y prestigioso puesto en la estructura vaticana, a su lado, pese a haber tenido que renunciar a su sede por mala gestión, abuso de poder y exhibición obscena, “por respetar la presunción de inocencia”. Reconoce que le llegaron las fotos impúdicas en las que el obispo se exhibía a otros por las redes, pero que Zanchetta le convenció de que le habían ‘hackeado’ el teléfono y, así, “no había pruebas”. No sé cómo se puede ‘hackear’ un teléfono para que aparezca la foto de un obispo desnudo en pose provocadora, pero eso es otra cuestión.

Bien, bueno, un gestor, un líder, no daña la presunción de inocencia por retirar a un pastor sospechoso, porque perder un cargo no es castigo alguno ni nadie tiene derecho a él, sino que existe para servir a los otros. Pero alegrémonos, al menos, de que Su Santidad se pase por ese lado y no por el contrario, que peque de ingenuidad antes que de recelo y suspicacia.

Pero eso casa mal, muy mal, con lo que dice a continuación cuando habla del arzobispo Viganò. Recuerda el Santo Padre que, preguntado por el célebre Testimonio en el avión de vuelta de Dublín, pidió a los periodistas que lo leyeran y llegaran a sus propias conclusiones. Y añade: “ Y eso es lo que hicieron porque el trabajo lo hicieron ustedes, sobre eso fue genial, y me cuidé muy mucho de decir cosas que no estaban ahí pero después las dijo, tres o cuatro meses después, un juez de Milán cuando lo condenó”.

¿Está diciendo de verdad Francisco que un juicio civil por el típico lío de una herencia familiar, que el arzobispo pudo y no quiso recurrir, tiene alguna relación con la veracidad de su carta pública? ¿Cómo, por qué, en qué sentido?

La periodista también parece haber sentido esa perplejidad que nos invade, porque replica: “¿Lo de su familia dice?”, a lo que Francisco responde: “Claro. Me callé, para qué voy a ensuciarlo. Que los periodistas encuentren la cosa. Y ustedes lo encontraron, encontraron todo ese mundo. Fue un silencio de confianza hacia ustedes, más aun, esa es una de las razones. Dije: “Acá tienen, estúdienlo, esto es todo”. Y el resultado fue bueno, fue mejor que si yo me pusiera a explicar, a defenderme … Ustedes juzgaron con las pruebas en la mano”.

¿Qué pruebas, Santidad? ¿Las que ahora han salido a la luz en la correspondencia de McCarrick, dando la razón al arzobispo?

Pasa luego a comparar su reacción con la de Jesucristo y concluye: “Y esa carta era un ensañamiento como después ustedes se dieron cuenta por los resultados, que era una cosa incluso… alguno de ustedes publicó que era pagada, no sé, esto no me consta, no, pero voy a las consecuencias de algunos”.

Como dijo en su momento el Santo Padre, saquen ustedes sus propias conclusiones.

Carlos Esteban

NOTICIAS VARIAS 27 a 29 de mayo de 2019



SPECOLA

El invernadero Vaticano, Europa en mucha Europa, el miedo a los inmigrantes del Papa Francisco, la católica China.

Las elecciones europeas y el Papa Francisco, abusos en Milán, tiempos de Pio XII, apelación de Pell, el jefe indio del Amazonas.

El Papa Francisco pierde las elecciones en eurabia , Balsonaro y el Amazonas, el recuerdo de Navarro Valls, Europa se tú misma.

INFOVATICANA

Entrevista al Papa: “De McCarrick yo no sabía nada”

La correspondencia de McCarrick demuestra que la principal acusación de Viganó era cierta

SECRETUM MEUM MIHI

“De McCarrick yo no sabía nada, obviamente, nada, nada”. Francisco afirma que el “Testimonio” Viganò fue “un ensañamient...

“No se puede decir que quien no comparte la recepción de inmigrantes no es cristiano”, entrevista con el card. Müller Es...

HILARY WHITE


ONE PETER FIVE

Yesterday, Brazil Was Re-Consecrated to the Immaculate Heart (Steve Skojec) 22 de mayo de 2019
Selección por José Martí

El Papa y el Cambio Climático (Carlos Esteban)



Si sale a la calle y pregunta a los viandantes, elegidos al azar, qué les parece que la Iglesia quemara en la hoguera a Galileo, dudo que haya uno de cada diez que le responda que Galileo, lejos de morir en la hoguera, lo hizo en la cama, después de recibir los santos sacramentos, huésped en el palacio de un prelado amigo. Hay, creo, consenso en que la jerarquía eclesiástica metió la pata hasta el corvejón con ese juicio, como se le recuerda regularmente, pero me parece que muy pocos entienden correctamente en qué consistió el error.

No fue, como nos cuenta la ingenua fábula popular, un conflicto entre Ciencia y Fe. Como hemos visto, Galileo era tan creyente -incluso devoto- como los que le juzgaban, y por aquellos días el sacerdote Copérnico lograba el ‘Nihil Obstat’ para publicar su libro en el que defendía grosso modo la misma hipótesis. Y esa es la palabra que Copérnico tuvo la prudencia de usar, frente a la audacia de Galileo: hipótesis. Y es que, estrictamente hablando, era solo una hipótesis, imposible de comprobar con los medios de la época. Por su parte, el modelo que utilizaba la mayoría era perfectamente razonable para lo que se conocía entonces.

Porque lo cierto es que el ‘Caso Galileo’ no enfrentó a los científicos con los hombres de fe, sino a la abrumadora mayoría de los científicos con un insolente que osaba destrozar el ‘consenso científico’ de la época, el modelo ptolemaico. Este modelo era el ‘estándar’ de la época y, como su propio nombre indica, precedía en dos siglos al cristianismo y no tenía nada que ver con la fe. Los científicos ‘del consenso’ se valieron del poder del momento, la Iglesia, para quitarse de encima al advenedizo audaz.

Resumiendo: el error de las autoridades eclesiásticas en el ‘caso Galileo’ fue apoyar el ‘consenso científico’ del momento, lo que no es en absoluto su misión. La institución eclesial aprendió la lección, y en adelante evitó cuidadosamente meterse en esos berenjenales, dejando que los científicos se ocupasen de la Ciencia mientras ellos se centraban en la doctrina.

Pero quiere una desafortunada ironía que quienes más vociferan contra la Iglesia por intervenir entonces a favor del consenso científico figuren entre los que más aplauden que Su Santidad se tome como verdad revelada el consenso científico de hoy.
Leo: “Debemos actuar con decisión para poner fin a las emisiones de gases de efecto invernadero a mediados de siglo a más tardar y hacer más. Las concentraciones de dióxido de carbono deben disminuir significativamente para garantizar la seguridad de nuestro hogar común. También han oído que esto se puede conseguir a bajo coste utilizando energía limpia y mejorando la eficiencia energética”. 
Y me sorprende que estas sean palabras del Vicario de Cristo y que tenga tan clara una hipótesis científica como para urgir a acciones cuyas consecuencias nadie sabe realmente cuáles podrían ser, cuando para la misión que se le ha encomendado, confirmar a sus hermanos en la fe, parece preferir la ambigüedad y el silencio. Aún más, recientemente sugirió que es cosa nefasta en un católico pretender la claridad en temas de fe, y que el propio Cristo prefirió mantener a sus discípulos en la penumbra.
Que Su Santidad diserte sobre climatología tiene tanto sentido como que el secretario general de las Naciones Unidas o el presidente de la Academia de Ciencias lo haga sobre la procesión trinitaria y el Filioque.
Ayer abusábamos de la comprensión de nuestros lectores titulando que el Papa había ‘perdido’ las elecciones europeas. Esas comillas simples querían decir que, naturalmente, entendemos que Su Santidad no se presentaba a ellas, pero que a menudo ponía más vehemencia e insistencia en transmitir sus preferencias en este campo que de aclarar las cada vez más frecuentes dudas doctrinales que surgen en su pontificado.

La influencia que tenga el Papa, cualquier Papa, sobre el Mundo, sobre los no católicos, va a ser siempre muy limitada, por razones obvias. De hecho, ese es el drama íntimo de los clérigos progresistas, que complacen a unos ‘aliados’ ocasionales que nunca les devolverán la cortesía sino con persecución y desprecio.

En cambio, el fiel normal y corriente, el que espera del Santo Padre que le hable sólo de fe, queda frustrado y desconcertado por esta preocupación obsesiva por temas, para un cristiano, tan pasajeros y ajenos a su cometido.

Carlos Esteban

Obispo alemán amenaza con “una ruptura mayor que la Reforma” (Carlos Esteban)



El muy progresista y renovador obispo de Essen, Franz-Josef Overbeck, advierte de una “ruptura más profunda” que la Reforma Protestante si Roma no se adapta al “tsunami espiritual e histórico” que se avecina.

“Estamos en crisis y frente a una ruptura que quizás es incluso más profunda que la Reforma, y en el comienzo de un tsunami espiritual e histórico”, ha afirmado en el curso de una convención en la Facultad de Teología de Münster el obispo de Essen y adalid de la Iglesia ‘renovada’ alemana, Franz-Joseph Overbeck. La amenaza es bastante evidente.

El ‘tsunami’ lo espera Overbeck, sobre todo, del “proceso sinodal” que, según anunció en marzo su presidente, el cardenal Reinhard Marx, iniciará la Conferencia Episcopal Alemana para revisar “con carácter vinculante” un amplio abanico de cuestiones relativas, sobre todo, a la moral sexual de la Iglesia, desde la licitud de las relaciones homosexuales y la cohabitación no matrimonial a la ordenación de las mujeres. Overbeck dice confiar en que de esta revisión salgan resultados “concretos”, so pena de que la Iglesia caiga en una “completa irrelevancia”.

Overbeck quiere que se “desarrolle” la doctrina de la Iglesia que, dice, necesita admitir sistemáticamente los nuevos descubrimientos “sociales y humano-científicos”. Todos sabemos exactamente lo que quiere decir toda esta jerga, ¿verdad? Una revisión, sí, a la baja. También pideOverbeck que se deje de centrar tantos esfuerzos en asegurar la “identidad interna de la Iglesia”, lo que parece casar maravillosamente con ese Cristo que, según dijo el Papa ante la asamblea de Caritas, prefiere que avancemos sin tener las cosas del todo claras.

Overbeck también pone sus esperanzas reformadoras en el Sínodo de la Amazonía que se celebrará en Roma el próximo octubre, del que dijo al órgano de la CEA en Internet, Katholische.de, a principios de este mes que revisará desde la estructura jerárquica de la Iglesia a su doctrina moral con respecto a la sexualidad, pasando por la naturaleza misma del sacerdocio y el papel de la mujer dentro de la Iglesia. “Nada volverá a ser igual” en la Iglesia después de este sínodo, dijo, que habrá de representar una “ruptura”.

Lo sorprendente de estos progresistas que parecen ser el elemento dominante de la Iglesia alemana es que no miren, teniéndolos tan cerca, a sus ‘hermanos’ luteranos. Porque las reformas que buscan aplicar en la Iglesia las aplicaron hace ya tiempo los protestantes, desencadenando una crisis aún peor, y es decir mucho, que la que sufre allí la Iglesia católica. Si hay un modo seguro de asegurar para la Iglesia la “completa irrelevancia” es convirtiéndola en una absurda copia desleída y ritual de las modas ideológicas del momento. 

La gente suele preferir el original a la copia, y cualquiera que haya asistido regularmente a una misa ‘modernista’ al uso habrá comprobado que la única razón para soportar esa tortura hecha de banalidades es confiar en que sigue siendo válida la Sagrada Eucaristía que garantiza una Iglesia que no cambia con los vientos de la modernidad.

Carlos Esteban