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lunes, 8 de julio de 2019

Cardenal Zen advierte que la política china del Vaticano puede llevar a la “muerte de la fe” (Carlos Esteban)



El nuevo documento pastoral de la Santa Sede en el que ‘recomienda’ a los sacerdotes fieles de China a ‘registrarse’ como pide el Gobierno ha alarmado al obispo emérito de Hong Kong, quien ha advertido que la actitud vaticana podría llevar a “la muerte de la fe verdadera”.
El mes pasado, el Gobierno chino dio instrucciones para que el clero católico se registrase en la asociación patriótica, es decir, la oficial, como requisito para poder desarrollar sus labores pastorales. El Vaticano respondió con un documento pastoral -sin firma- en el que se pedía a Pekín que respetara la libertad de los fieles, al tiempo que daba razones por las que convendría a los mismos someterse a tal registro.

El anciano cardenal Zen, obispo emérito de Hong Kong muy crítico hasta la fecha con los pactos secretos firmados por la Santa Sede con el gobierno comunista, ha reaccionado entregando al Papa y al secretario de Estado, cardenal Pietro Parolin, durante una reciente visita a Roma, un documento en el que, en nueve puntos, critica duramente la última iniciativa vaticana.
“Se ha firmado un texto contra la fe y se afirma que la intención es promover el bien de la comunidad, una evangelización más adecuada y la gestión responsable de los activos de la Iglesia”, escribe Zen. “¡Esta regla general se opone evidentemente a toda la teología moral fundamental! ¡Si se la considerara válida, justificaría incluso la apostasía!”.
Zen, que cuando surgieron las primeras noticias sobre el acercamiento del Vaticano a la entonces todavía cismática Iglesia Patriótica creada y gestionada por el Partido Comunista optó por pensar que el Papa actuaba por ignorancia sobre la situación china, asegura que su carta que 
“este documento ha invertido radicalmente lo que es normal y lo que es anormal, lo que correcto y lo que es penoso. Quienes lo escribieron quizá esperen que la minoría despreciada morirá de muerte natural. Con esta minoría me refiero no solo a los sacerdotes clandestinos, sino también a los muchos hermanos de la comunidad oficial que han trabajado con gran tenacidad para lograr un cambio, confiando en el apoyo de la Santa Sede”.
Y añade: 
“Cuando los hermanos de China me preguntan qué hacer, siempre les he dado esta respuesta: respetad las decisiones de los otros y manteneos firmes en la convicción de vuestra propia conciencia. Eso es porque carezco de autoridad para imponer mis opiniones sobre otros acerca de lo que es bueno o malo. Pero, ¿no tiene la Santa Sede la autoridad y, por tanto, el deber de aclarar con precisión este extremo a los miembros de la Iglesia? ¿Es eso lo que hacen estas directrices pastorales?”
Y concluye exhortando: 
“No permita el Señor que se cumplan los deseos de aquellos que quieren la muerte de la verdadera fe en mi querida patria”.

Carlos Esteban

La ideología arco iris invade la iglesia, los corredores humanitarios del Papa Francisco, silencio Vaticano ante el nuncio de Francia



La situación de confusión provocada, y aparentemente muy querida, que estamos viviendo en la Iglesia Católica no tiene precedentes. La historia está llena de momentos en que se ha entrado en decadencia o se han vivido tiempos de relajación; lo que hoy sucede es distinto, se esta intentando cambiar, desde dentro, los fundamentos del catolicismo

Hasta hace poco tiempo se acercaban a la iglesia muchos cristianos asustados de la deriva que estaban tomando muchas confesiones protestantes; hoy ya somos uno más en esta deriva. 

En Estados Unidos, y no sólo, se están multiplicando, con la total indiferencia de los obispos responsables, o mejor con su aplauso, la celebración de misas del orgullo, la emisión de los así llamados votos pseudo matrimoniales ante la comunidad de parejas homosexuales, la participación de sacerdotes en los desfiles orgullosos. Hay obispos que apoyan abiertamente la agenda del lobby gay. 

Si entramos en el campo de la educación, nos encontramos con muchos colegios, llamados todavía oficialmente católicos, que son especialmente agresivos, en especial los de los jesuitas, que han elaborado normativas internas de total apoyo a la ideología de género. Todo esto sucede ante el silencio que quien debería ser la luz en la tinieblas. Hay muchos católicos que, con un gran sentido común, están aprendiendo a vivir su fe en medio del caos, o por decir mejor, pasando de este caos.

Hoy es el día de la Misa, a puerta cerrada, con refugiados en San Pedro del Vaticano. Las posiciones políticas del Papa Francisco con relación a la acogida de inmigrantes están causando un autentico terremoto político en Italia. En el ángelus de ayer volvió a insistir en los corredores humanitarios, pero más anchos y más largos. Es otra de esas propuestas vacías que llenan el mundo político que nos rodea. Lo dicen todo y no dicen nada. Son meras palabras que suenan bien pero que no significan nada. Un corredor es un corredor que tiene en su propia naturaleza la necesidad de salir de alguna parte y llegar a alguna parte. Abrir un corredor supone que se sabe de dónde se viene y adónde se quiere llegar. Por ahora todo se reduce a crear unos hipotéticos túneles a la nada. 

En todo este juego político, en el que el Papa Francisco se ha alineado descaradamente con las posiciones de la izquierda radical, lo que menos importan son los inmigrantes y sus problemas. Es infumable la utilización que se está haciendo de la terrible situación de guerras y persecuciones. La vida de las personas es sagrada y jugar con la vida y la debilidad de los verdaderos pobres clama al cielo. Lo que no llegaremos nunca a entender, o quizás lo entendemos demasiado bien, es qué pinta el Papa Francisco en medio de esta defensa de ideologías políticas del momento. La Misa de hoy será otro episodio triste y vergonzoso de lo que estamos viviendo.

Siguen los artículos, a favor y en contra, de la apertura de las tumbas en el Teutónico. Si el objetivo de la familia es mantener viva la memoria de Emanuela Orlandi está más que conseguido. Los nuevos datos apuntan a que lo de cementerio puede complicarse.

Nuevos artículos sobre el proceso al nuncio en París, que lo sigue siendo, y las peticiones al Papa Francisco sobre la inmunidad diplomática. En la última reunión de nuncios con el Papa Francisco se le pudo ver muy sonriente y lleno de jovialidad a pesar de sus casi 75 años. 

Amplias informaciones sobre las andanzas de Luigi Ventura. No olvidemos que antes era nuncio en Chile y que nadie quiere hablar del auténtico problema que corroe la cadena de mando y que no es otro que la llamada mafia lavanda que sigue muy activa y protegiéndose con astucia.

«¡Animo, hija! Tu fe te ha curado.»

Buena lectura.

SPECOLA

La conversión ecológica o por qué Oceanía ha estado siempre en guerra con Eurasia (Carlos Esteban)



Uno de los rasgos más inquietantes de las sectas totalitarias, religiosas o políticas, es cuando se ofrece a los seguidores una nueva verdad, no meramente asegurando que “esto es así”, sino dando por hecho que “siempre ha sido así”, el desasosegante “Oceanía ha estado siempre en guerra con Eurasia” de la novela de Orwell 1984, cuando uno todavía puede recordar que hace poco estaba, en realidad, en guerra con Asia Oriental.

Ver cómo, de repente, la ecología se convierte en eje de nuestra fe, en un momento de enorme crisis en la Iglesia, resulta desconcertante, pero no tanto como que lo anuncien e insistan en ello como si fuera una vieja verdad de la que solo los cristianos rígidos con cara de pepinillos en vinagre pudieran dudar.

Así, Ricardo Benjumea, director de Alfa & Omega, escribe, bajo el titular ‘¿Empezamos por casa?’ una noticia en el órgano oficial de la Archidiócesis de Madrid: “Cuatro años después de la publicación de la encíclica Laudato si, quedan importantes focos de resistencia en la Iglesia que consideran que la ecología poco o nada tiene que ver con la fe”.

¡Qué gente! ¿Verdad, Ricardo? Porque si quieres saber quiénes consideraban que la ecología “poco o nada tiene que ver con la fe”, puedo darte algunos nombres. Por ejemplo, los Padres de la Iglesia. Por ejemplo, los Doctores de la Iglesia. Por ejemplo, los Papas hasta Francisco y, en general, todos los pastores que han ido definiendo -que no creando- la Doctrina de la Iglesia.

Más: la propia Alfa & Omega anterior a Francisco, o el propio cardenal Osoro antes de Francisco. ¿No es sorprendente? ¿No les parece raro, misterioso, intrigante que un aspecto que se ha convertido en tan omnipresente en el actual mensaje pastoral haya sido tan olímpicamente ignorado durante dos mil años? ¿Cómo les ha podido faltar a tantos fieles durante tantos siglos un aspecto que ahora se revela central?

Pero hay otro aspecto no menos revelador en esta súbita ‘conversión ecológica’. Cuando el cristianismo irrumpió en la Historia, concretamente en el variopinto y tolerante Imperio Romano, bullendo de todo tipo de sectas y escuelas de pensamiento toleradas, el Mundo lo odió, casi inmediatamente.

No, no era porque predicara el amor a los enemigos o porque anunciase que Dios se había hecho hombre. Allí había adoradores de Mitra y extraños ritos paganos, el neoplatonismo de Plotino y curiosos cultos mistéricos, epicúreos, hedonistas, estoicos… Lo que se quiera. Todos eran admitidos, mientras aceptasen su lugar, una creencia más entre muchas. Pero el cristianismo tenía la insolente pretensión, no de ser una verdad más, sino la Verdad. Y aquello era intolerable.
Desde su origen, pues, se cumplió la profecía del Maestro y el Mundo nos odió. Con el tiempo y sobre un mar de sangre de mártires se construyó, vacilante, una nueva civilización empapada de valores evangélicos, aunque en ella se perpetuó el conflicto entre Cristo y el Mundo.

La nueva fe impuso a la civilización que contribuyó a crear una nueva mentalidad, nuevos principios, algunos tan altos y extraños a la cultura de los pueblos convertidos que solo se impusieron a medias. Pero eran principios verdaderamente nuevos y verdaderamente propios.

Con la ecología, en cambio, es la Iglesia la que, con considerable retraso, se apunta con llamativo entusiasmo a una moda ideológica que ha impuesto primero el Mundo. No solo eso, sino que, si puede alegarse una verdadera obligación de custodia del hombre sobre la Creación, esta no se concreta ni la Iglesia ha querido meterse en campos que no le son propios para concretar otras medidas que las obvias.

Hoy, en cambio, este nuevo entusiasmo místico-medioambiental no se limita a cantar al Hermano Sol y a la Hermana Luna, sino que se ha apuntado con el mismo fervor a los postulados concretos de un panel de científicos de la ONU, dándoles una autoridad insólita en una cuestión sobre la que los pastores, empezando por el propio Papa, no tienen ni pueden tener la certeza que aplican. La Iglesia -la jerarquía, para ser precisos- ya cometió en su día el error de ‘casarse’ con el consenso científico de su época en el Caso Galileo. Y aquello no salió demasiado bien.

Carlos Esteban