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lunes, 30 de diciembre de 2013

Se puede disentir del Papa...y ser un buen católico (2 de 3) [José Martí]


El caso más claro lo tenemos en el primer anuncio que hizo Jesús a sus discípulos sobre su Pasión: "Empezó a enseñarles que el Hijo del hombre debía padecer mucho, ser rechazado por los ancianos, por los príncipes de los sacerdotes y por los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día. Y hablaba de esto con toda claridad. Pedro, entonces, tomándole aparte se puso a reprenderle(Mc 8, 31-32) [según San Mateo, diciéndole:  'Lejos de tí, Señor! ¡No te sucederá eso!' (Mt 16,22)]  "Pero Él vuelto hacia sus discípulos y mirándolos, reprendió a Pedro y le dijo: 'Apártate de mí, Satanás, que no sientes las cosas que son de Dios sino las de los hombres' " (Mc 8,33) [La expresión de San Mateo es, a mi entender, todavía más fuerte: "¡Apártate de mí, Satanás!, pues eres para mí motivo de escándalo, porque no gustas las cosas de Dios, sino las de los hombres" (Mt 16,23).



La razón de esta reprensión tan fuerte de Jesús hacia Pedro por lo que le dijo es que (aunque Pedro lo hiciera de buena fe, pensando que eso era lo mejor para Él) estaba interfiriendo en los planes de su Padre con relación a Él. Las palabras de Pedro fueron una auténtica tentación de Satanás para Jesús: ¡rechazar el sufrimiento, cuando éste era el único camino para redimir al hombre, si éste aceptaba la Redención y se arrepentía de sus pecados! ¡Eso era rechazar el Amor, pues no hay amor mayor que el de dar uno la vida por sus amigos! ¡Eso era rechazar a su Padrerechazar la misión que se le había encomendado y emplear su Poder en favor de Sí mismo! ¡Eso no podía consentirlo de ninguna de las maneras! De ahí la respuesta tan fuerte que le dirigió a Pedro, en presencia de todos sus discípulos. 

Esa misma tentación fue la que le asaltó en el huerto de los olivos, en donde llegó a sudar gruesas gotas de sangre, pero que venció, sometiéndose en totalidad a la voluntad de su Padre: "Si es posible que pase de Mí este cáliz, pero que no se haga mi voluntad sino la tuya" (Lc 22,42). Tremendo misterio éste del Amor divino-humano, del auténtico amor, que siempre va unido a la cruz

Muriendo, Jesús venció el pecado, al dar su vida. El máximo odio y perversidad del pecado, "misterio de iniquidad" (2 Tes 2,7) fue vencido con el máximo amor. Pero, ¡atención a las palabras de Jesús: no olvidemos que Jesús, además de ser verdadero hombre, es igualmente verdadero Dios!: Mi Vida "nadie me la quita  sino que Yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y poder para volver a tomarla. Éste es el mandato que he recibido de mi Padre" (Jn 10,18). Y así fue, tal como Él mismo lo había profetizado: con su Resurrección venció también a la muerte.De ahí que exclamara San Pablo: "¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón?" (1 Cor 15,55) Preguntas a las que él mismo contesta: "La muerte ha sido absorbido en la victoria", gracias a la Resurrección de Jesucristo (1 Cor 15,54) y la causa de la muerte, "el aguijón de la muerte, que es el pecado"(1 Cor 15,56), ha sido vencido por la muerte de Jesucristo en la Cruz (por amor a nosotros)


El pecado, causa de todos los males que afectan a la humanidad, ha sido vencido por Jesucristo. También nosotros ahora (¡que no antes!) podremos vencerlo si estamos unidos a Él por el Amor, amor que nos llevará a darle nuestra vida al Señor, poco a poco (día a día, minuto a minuto, segundo a segundo) hasta dársela por completo cuando nos llegue el momento de la muerte, que será entonces una muerte gloriosa, como lo fue la de nuestro Maestro: "Preciosa es, a los ojos del Señor, la muerte de sus fieles" (Sal 116,15)




Y venceremos también a la muerte, pues resucitaremos con Él, pero para ello tenemos que vivir conforme a sus palabras pues "si con Él morimos, también con Él viviremos" (2 Tim 2, 11). Recordemos: "Si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere produce mucho fruto" (Jn 10,24). Éste es el sentido de la vida cristiana; que podamos decir, con san Pablo: "Estoy crucificado con Cristo, y vivo, pero no Yo, sino que es Cristo quien vive en mí" (Gal 2,20). Así es: aunque debemos estar muy atentos y vigilar en todo momento pues es igualmente cierto que "si lo negamos, Él también nos negará a nosotros" (2 Tim 2,12). La salvación no es automática. Dios no nos salvará si nosotros no deseamos ser salvados. Si no queremos saber nada con Él, Jesús no nos va a obligar a que lo queramos, porque el amor es libre o no es amor. Esta idea debemos de tenerla siempre muy presente, en nuestra mente y en nuestro corazón, pues en ello nos va la Vida Eterna.

(Continuará)