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sábado, 9 de noviembre de 2019

Monseñor Schneider habla del Sínodo, Vaticano II, JP II, Francisco y más (The Remnant en español)


Duración 52:51 minutos


Una entrevista de Michael Matt a Monseñor Schneider, de cuya lectura se sale feliz: "Christus vincit". La Iglesia es más fuerte que el mundo; aunque éste se haya infiltrado en el más alto clero del Vaticano la victoria que vence al mundo es la Fe: fe también en la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo, la Iglesia, que es un misterio y que está padeciendo ahora la agonía. Son tiempos muy difíciles, de idolatría generalizada, en donde los enemigos de la Iglesia se diría que han triunfado. Pero la Iglesia no es sólo esta Iglesia militante. Están también la Iglesia purgante y la Iglesia triunfante, en donde los Santos interceden por nosotros, para que no perdamos la fe.

La Iglesia es nuestra madre. Y no podemos abandonarla en los momentos difíciles, aun cuando la idolatría se haya extendido en su propio corazón y sean muchos los que sufren la tentación de abandonar. Eso es un error, que proviene, entre otras cosas, de identificar al Papa con la Iglesia. La Iglesia es mucho más grande, pero sus enemigos han llegado muy lejos, infiltrándose en los seminarios. Es preciso pedir a Dios y a Jesucristo una reparación por los actos idolátricos que se están produciendo, el más reciente el del culto a una estatua de madera, que representa a la Pachamama, según el papa Francisco ... pero la Pachamama es una diosa pagana. Y el primer mandamiento supone la exclusividad de Dios, el único Dios, manifestado en Jesucristo: "No tendrás otros dioses más que a Mí". La libertad de religión se ha entendido mal. No se tiene derecho al mal. No se tiene derecho a la idolatría. No se puede rendir culto a varios dioses, como ocurría en tiempos de los romanos.

En esta entrevista, Monseñor Schneider hace un rápido repaso a la Historia de la Iglesia, desde la Revolución Francesa hasta el momento actual. El punto crítico lo sitúa en el Concilio Vaticano II, muchos de cuyos documentos presentan una gran ambigüedad. Habla de la revolución litúrgica que supuso el cambio de la Santa Misa Tradicional por el Novus Ordus, que -según los mismos protestantes- también ellos pueden oficiar esa Misa, con la segunda plegaria eucarística, la más corta. Luego vino la comunión en la mano, como casos particulares, que se extendió, sin embargo, a todos los casos. Eso supuso, entre otras cosas, la pérdida de la fe en la Presencia Real de Jesucristo en la Eucaristía así como la pérdida del carácter sacrificial de la Santa Misa. 

En fin, así hasta llegar a Francisco, al día de hoy, de lo que se ha dicho algo más arriba. Los verdaderos amigos del Papa y los que rezan por él son esos que Francisco condena como "rígidos". Éstos son los que harán que la Iglesia de 2000 años continúe adelante. Ahora es el momento de la agonía, pero el fin de todo no es la muerte, sino la resurrección. Entonces habrá un juicio. De ahí la importancia de vigilar y orar en todo momento y de una manera muy especial por el Papa, para que el Espíritu Santo lo ilumine y rectifique sobre los errores que está difundiendo, confundiendo así a muchos católicos; y por la Iglesia, para que los cristianos que la componen, guiados por la fe en Cristo, ante la grave situación por la que está pasando ahora la Iglesia, recen con más fuerza que nunca, sabiendo que la victoria final es del Señor: Christus vincit es el libro que ha escrito Monseñor Schneider, aunque viene en inglés. Ojalá que lo traduzcan pronto al español.

José Martí

Añado, a continuación, en inglés, el comentario que hacen de este libro varios autores, entre ellos el cardenal Sarah, el cardenal Burke y otros.

In this absorbing interview, Bishop Athanasius Schneider offers a candid, incisive examination of controversies raging in the Church and the most pressing issues of our times, providing clarity and hope for beleaguered Catholics. He addresses such topics as widespread doctrinal confusion, the limits of papal authority, the documents of Vatican II, the Society of St. Pius X, anti-Christian ideologies and political threats, the third secret of Fatima, the traditional Roman rite, and the Amazon Synod, among many others. Like his fourth-century patron, St. Athanasius the Great, Bishop Schneider says things that others won’t, fearlessly following St. Paul’s advice: “Preach the word, be urgent in season and out of season, convince, rebuke, and exhort, be unfailing in patience and in teaching” (2 Tim 4:2). His insights into the challenges facing Christ’s flock today are essential reading for those who are, or wish to be, alert to the signs of the times. Reminiscent of The Ratzinger Report of 1985, Christus Vincit will be a key point of reference for years to come.
“At this critical moment in the life of the Church we must reflect carefully on all that confronts us and discern what is true, good, and beautiful from what is evil. We cannot but be grateful to a faithful apostle such as Bishop Athanasius Schneider for his clear and courageous analysis of the state of the Church in our day. May this book assist all who read it in living their particular vocation with greater fidelity and zeal, for the glory of Almighty God and the salvation of souls.”—ROBERT CARDINAL SARAH
“No other bishop in recent memory has so tirelessly given of himself in the service of the truths of the Catholic Faith. In this wide-ranging interview, Bishop Schneider, through the account of his life and ministry and through his responses to the crucial questions of the day, gives powerful witness to his profound love of Our Lord and of His Mystical Body, the Church. This book will be of great help to the faithful, and to all people of good will, in navigating the grave confusion, division, and error prevalent in our times. It reveals the heart of a true shepherd of souls, after the Heart of Christ, the Good Shepherd.”—RAYMOND LEO CARDINAL BURKE
“St. Thérèse of the Child Jesus (‘the Little Flower’) said that humility is courage for the truth, and courage to serve. Bishop Schneider is a humble and heroic witness to the truth, and a courageous servant. His love for Christ and the Church is strong and deep and heartfelt, like St. Paul’s (Gal. 2:11–20). To the various questions regarding the crises we face (relativism, secularism, modernism, indifferentism), he responds as a faithful pastor and a perspicacious theologian. I found myself inspired and challenged.”—SCOTT HAHN
“A product of the persecuted Church in the Soviet Union, Bishop Athanasius Schneider powerfully appeals in this interview for a return to the classical doctrine, worship, and devotion of the Roman Church. Not all readers will agree with everything in his analyses, but they will find it difficult to dissent from his fundamental perception: the Church requires a radical re-supernaturalization that will save it from internal secularization, free it from the domination of all-too-human agendas, and inspire it with new ardor for its divinizing mission.”—FR. AIDAN NICHOLS, O.P.
“Reading this wide-ranging interview with one of the most outstanding bishops in the Church today is an experience of profound joy and gratitude. Bishop Schneider explains and defends Catholic truth with deep insight and total conviction. He reminds us that fidelity to Christ—the full embrace of His truth as taught by the Catholic Church—is the purpose of our existence and the only source of our salvation.”—FR. GERALD E. MURRAY

Exclusivo: El Obispo Schneider escribe una oración por una cadena mundial de expiación



Monseñor Athanasius Schneider reveló el 9 de noviembre ante Gloria.tv sus planes de crear una "cadena mundial de expiación" para disculparse ante Dios por "los actos de idolatría cometidos en el Vaticano".

También quiere expresar el dolor y el sufrimiento de los fieles por el deshonor infligido a nuestra Madre, la Santa Iglesia.

La oración quiere implorar la misericordia de Dios sobre su Iglesia. Por eso, "la devastación de la viña, que tuvo lugar ante todos los ojos, debe ser expiada", declaró el Obispo.

Oración de reparación por los actos idolátricos durante el pasado sínodo Panamazónico

Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, recibe por las manos de la Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María desde nuestro corazón contrito un acto sincero de reparación por los actos de veneración de ídolos y símbolos de madera que ocurrieron en Roma, la Ciudad Eterna y el corazón del mundo católico, durante el Sínodo Panamazónico. Derrama en el corazón de Nuestro Santo Padre el Papa Francisco, de los Cardenales, de los Obispos, de los sacerdotes y fieles laicos, tu Espíritu, que expulsará la oscuridad de las mentes, para que puedan reconocer la impiedad de tales actos, que ofendió tu majestad divina y te ofrezcan actos de reparación públicos y privados.

Derrama en todos los miembros de la Iglesia la luz de la plenitud y belleza de la fe católica. Enciende en ellos el ardiente celo de llevar la salvación de Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, a todos los hombres, especialmente a las personas en la región amazónica, que todavía están esclavizadas al servicio de materiales débiles y cosas perecederas, tal como son los símbolos e ídolos sordos y mudos de la "madre tierra". Enciende la luz de la fe en aquellas personas y especialmente en las personas de las tribus amazónicas, que aún no tienen la libertad de los hijos de Dios, y que no tienen la felicidad indescriptible de conocer a Jesucristo y tener en Él parte en la vida de tu naturaleza Divina.

Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tú, el único Dios verdadero, además de Quien no hay otro dios ni salvación, ten piedad de tu Iglesia. Mira especialmente las lágrimas y los suspiros contritos y humildes de los pequeños en la Iglesia, mira las lágrimas y las oraciones de los niños pequeños, de los adolescentes, de los hombres y mujeres jóvenes, de los padres y madres de familia y también de los verdaderos héroes cristianos, quienes en su celo por tu gloria y en su amor por la Madre Iglesia arrojaron al agua los símbolos de abominación que la contaminaron. Ten piedad de nosotros: ¡perdónanos, Señor, parce Domine, parce Domine ! Ten piedad de nosotros: ¡ Kyrie eleison ! Amen.