BIENVENIDO A ESTE BLOG, QUIENQUIERA QUE SEAS



viernes, 18 de agosto de 2017

Atentado en La Rambla de Barcelona׃ Perdonar al que nos hace daño (P Santiago Martin)

Duración 6:46 minutos

MI NOMBRE ES CONFUSIÓN

(Visto en infocaótica)

Desde hace un tiempo un pensamiento me venía molestando. Por supuesto que en medio de la tremenda crisis de la Iglesia que atravesamos hay mucho para preocuparse.

Pero no. La molestia no es porque se nos quiera hacer creer que ahora la Iglesia desprecia todo aquello que amó y se ríe de todo por lo que luchó. Tampoco porque, según los nuevos profetas, los santos o pecadores que se jugaron por defender a los inocentes, por educar a la juventud, por la santidad de la familia, por la conversión de otros pecadores, por poner ante todo el amor y el honor de Dios, son ahora unos ridículos, pasados de moda. (Y eso que la moda cambia tan presto que los últimos dos Papas han pasado a pertenecer a la prehistoria)

No, no era eso. De pronto ayer me di cuenta de que la molestia venía de aquellas palabras…

¿Sería por “misericordiar”? Y no, no me molestan los “neologismos”. Las que me fastidiaban eran aquellas viejas palabras, por ejemplo: “pelagiano” o “casuística”. ¿Por qué usar palabras “viejas” del vocabulario teológico desconocido del vulgo en contextos pastorales que pretenden “estar en onda” con lo nuevo? ¿Cómo se compagina “misericordiar” con “pelagiano”?

Se podrían ensayar varias respuestas no necesariamente excluyentes:
-se usan para denigrar al adversario recurriendo a términos que él mismo desprecia;…
-se usan para impresionar como teólogos al vulgo;…
-para sembrar confusión…
Sí. Sin desechar las dos primeras, la tercera respuesta me resulta más convincente.

¿Razones? La principal es el uso incorrecto de dichas palabritas.


Porque, ¿qué quiere decir “pelagiano”? Pelagio fue un hereje de los primeros siglos quien negó la necesidad de la gracia para la salvación, el daño del pecado original y de alguna manera, puso en tela de juicio el entero orden sobrenatural. Existieron luego posturas parciales conocidas como semipelagianismo. En la actualidad, si queremos encontrar cristianos con ideas semejantes, tendríamos que pensar en muchos progresistas, siempre sonrientes y creyendo que todo está bien y que vamos cada vez mejor; identificando el pecado con el error y a Cristo con un Flaco que te guiña el ojo y te perdona “de onda”. O con los que identifican el “mensaje” cristiano con la asistencia social.

Entonces, ¿qué tiene que ver el pelagianismo negador de la necesidad de la gracia divina para la propia salvación con rezar por el prójimo, ofreciendo Rosarios u otras devociones por la salud, conversión o necesidades del prójimo? Porque el mote “pelagianos” cayó sobre los que ofrecieron Rosarios por el Papa. ¿Desde cuándo se es pelagiano orando por otros?


En cuanto a la “casuística”, es una corriente de la teología moral, principalmente jesuítica, que se interesó en analizar los casos o circunstancias particulares y no meramente la ley moral universal. Sin embargo, nos encontramos con que se aplicó esta palabreja a la actitud de los fariseos interrogando al Señor: “Se acercaron algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le plantearon esta cuestión: "¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer?". (Mc 10,1-12).

Los fariseos no hacen casuística. Plantean un precepto general y se mantienen en ese nivel. En todo caso son legalistas, y perfectamente desinteresados de las excepciones y casos particulares, de los fundamentos y los fines de la ley. Entonces, ¿por qué mencionar la casuística a propósito de ellos? Ellos no ponen pequeños ejemplos… van a la pura ley. En cambio Cristo va al fundamento y fin de la ley que es Dios. ¿Para qué, entonces, enlazar casuística con fariseísmo?...

A los únicos que uno ve analizando situaciones particulares o de hecho, por más numerosas que sean, es a los que quieren modificar la disciplina respecto de los sacramentos, no a los que quieren conservarla. Y eso ni siquiera es casuística.


Más; ¿cuál es la misteriosa ligazón entre hablar de “fracaso del amor” al estilo mundano y de “casuística farisea”? ¿Qué quiere decir “acompañar” –término a la moda–, “sin hacer casuística”–término teológico–?

Seguramente alguien podrá decir que no importan esas palabras raras sino si “el fondo del mensaje” está bien. El tema es que no está bien. Y las raras palabritas, tampoco. Porque, o son producto de la ignorancia del que las usa –que no es poco–, o se usan equívocamente adrede –que es peor.

Aunque tediosa, la tarea de desmontar estas resignificaciones puede ayudar. La verdad siempre ayuda.

Pero lo que queda en el aire es el tema –demasiado fácil–, de los fariseos. Que las personas conservadoras o con gusto por lo tradicional tienen la tentación del fariseísmo no es una novedad. Que no sea, precisamente, un mal muy actual y extendido en medio del desparramo progresista no quita que la tentación para ese tipo humano siempre exista.

Ahora bien, ¿no será que, dada la oposición evangélica entre el fariseo y el publicano, algunos pretenden identificarse con “los publicanos y las pecadoras” porque parecen más simpáticos y los “buenos de la película”? ¿Acaso se creen “semejantes al publicano”? Porque el publicano de la parábola tenía conciencia de pecado.

Yo no los vi en el fondo de los templos golpeándose el pecho y pidiendo perdón sin preocuparse por la mirada despreciativa del fariseo. Más bien, sonríen y cantan en el frente, entran y salen de los templos como si todo lo que importase fuese “la buena onda”. Y si ven a alguien piadoso, lo miran con la misma distancia superior que el fariseo usó con el publicano.


Tampoco los veo adornándose con sus mejores vestidos y derramar perfumes para adorar a su Rey, como Santa María Magdalena. Dicen que no quieren gastar y que lo darán a los pobres, como Judas (que llevaba la bolsa). Dicen que quieren una Iglesia pobre para los pobres, pero solamente desvisten altares.


Menos todavía los vi bajarse del árbol y preparar un gran banquete a su Señor al tiempo que se reparaban las injusticias con el prójimo, como hizo Zaqueo. No, desprecian la liturgia y la quieren lo más chabacana posible. Y al prójimo se le pueden aplicar toda clase de motes para que el público mediático festeje.


Entonces…

Entonces, mi nombre es Confusión.

Bea Reyes Uribe

La abolición del sentido común (Juan Manuel de Prada)




Uno de los rasgos más estremecedores de nuestra época es la abolición del sentido común. Aquella fábula del rey desnudo, en la que un niño intrépido se atrevía a decir lo que todos callaban, ha alcanzado hoy su paroxismo; sólo que el desenlace de esa fábula sería hoy trágico, pues el rey de inmediato privaría de la patria potestad a los padres de ese niño, que entregaría a una parejita chunga, para que lo “reeducase”.

El desprestigio del sentido común no es un fenómeno reciente. Todos los sistemas filosóficos prometeicos que han querido negar la naturaleza de las cosas se han preocupado de anatemizar el sentido común. Así, por ejemplo, Hegel (el Antiaristóteles por excelencia) arremete en el prólogo de su Fenomenología del espíritu contra «el sentido común y la inmediata revelación de la divinidad, que no se preocupan de cultivarse con la filosofía» y que son «la grosería sin forma ni gusto». Resulta, en verdad, muy revelador que Hegel vitupere en la misma frase la Revelación divina y el sentido común humano; prueba inequívoca de que sabe misteriosamente –como sólo saben quienes creen y tiemblan– que ambos se amamantan de la misma luz.

Y es que, en efecto, el sentido común no es un amontonamiento informe de opiniones cazurras o tópicas sobre esto, eso y aquello. El sentido común es el juicio sano que permite el conocimiento de la verdad de las cosas; y es un sentido que tiene toda persona, con independencia de que sea creyente o incrédula, si no ha sido ofuscada por visiones culturales o ideológicas deformantes


Toda la historia de la filosofía moderna ha sido un combate –a veces soterrado, a veces furioso– contra el sentido común y contra los filósofos que lo sostuvieron, empezando por Aristóteles. Y en nuestra época ese combate se ha trasladado a la política, que nos impone construcciones abstractas y utopías mórbidas con escaso o nulo anclaje en el orden real de las cosas. Las ideologías modernas han logrado instaurar de este modo una nueva barbarie (como siempre ocurre cuando se pierde contacto con la realidad), sólo que esta vez se trata de una barbarie más incitante y golosona, porque nos hace creer que somos soberanos.

No pensemos bobaliconamente que esta abolición del sentido común propone a cambio diversas “versiones relativistas" de la realidad. Por el contrario, aunque ofrezcan aderezos variados, lo cierto es que las ideologías en liza ofrecen las mismas definiciones dogmáticas que, por supuesto, niegan el sentido común y postulan la subversión del orden real de las cosas. Sus premisas no pueden ser discutidas; y quienes se atreven a hacerlo son de inmediato señalados, desprestigiados, estigmatizados, incluso civilmente eliminados. Y, entretanto, las definiciones dogmáticas contrarias al orden real de las cosas son proclamadas por “iluminados” de izquierdas y derechas con todos los medios propagandísticos puestos a su servicio, hasta la abolición completa del sentido común, hasta la conversión de los hombres en bestias esclavizadas que, además, se creen grotescamente soberanas.

En estos momentos asistimos a la última ofensiva contra el sentido común, con la imposición de leyes que atentan contra la misma naturaleza humana, que la rectifican hasta convertirla en una parodia (no en vano los clásicos llamaban al demonio “el simio de Dios”) y que consagran la muerte civil de quienes osen rechistar

Sin embargo, más acongojante aún que estas leyes que van a imponernos es el remoloneo inane de la única institución que, por ser depositaria de la Revelación divina, podría reavivar el sentido común entre los hombres esclavizados. Ese remoloneo inane hiela la sangre en las venas.

Juan Manuel DE PRADA, escritor

El cardenal Burke describe cómo sería la corrección formal que el Papa estaría obligado a responder

(Sólo la primera parte del enlace)

(Edward Pentin/NCRegister/InfoCatólica) El cardenal dijo al periódico The Wanderer el 14 de agosto que tal acto formal de corrección no ha sido invocado desde hace «varios siglos» y hasta ahora nunca ha sido utilizado para cuestiones «de doctrina».

Añadió que el acto sería «bastante simple» e implicaría presentar por un lado la «enseñanza clara de la Iglesia» y por otro «lo que realmente está siendo enseñado por el Romano Pontífice». La enseñanza en cuestión se refiere en particular a doctrinas y temas publicados en la exhortación apostólica del Papa 2016, Amoris laetitia.

«Si hay una contradicción, el Romano Pontífice está llamado a conformar su propia enseñanza en obediencia a Cristo y al Magisterio de la Iglesia», explicó el cardenal, añadiendo que se presentaría una «declaración formal» al Santo Padre a la que estaría «obligado a responder».

El cardenal subrayó que las dubia, cinco preguntas que él y otros tres cardenales (Carlo Caffarra, Walter Brandmüller y Joachim Meisner) emitieron hace casi un año, pretendían dar al Santo Padre la ocasión de aclarar estos aspectos de la enseñanza de la Iglesia.

Las dubia fueron planteadas de una manera «muy respetuosa y no agresiva en modo alguno», dijo, pero como el Papa «ha escogido no responderles», entonces «ahora es necesario simplemente declarar lo que la Iglesia enseña sobre el matrimonio, la familia, los actos que son intrínsecamente malvados, y así sucesivamente».

«Estos son los puntos que no están claros en las enseñanzas actuales del Romano Pontífice. Por lo tanto, esta situación debe ser corregida. La corrección se dirigiría entonces principalmente a esos puntos doctrinales», dijo.

El cardenal, ex prefecto de la Signatura Apostólica, máximo tribunal de la Iglesia, no dio un plazo para la corrección, pero insinuó su urgencia subrayando que la Iglesia «está siendo desgarrada ahora por la confusión y la división» y que su unidad está en juego.

«El Santo Padre debe ser llamado a ejercer su cargo para poner fin a esto», dijo.

En su última entrevista, dijo que encuentra que la situación «sólo ha empeorado» y señaló a grupos de fieles laicos, sacerdotes y obispos que ha conocido que están «prácticamente desesperados» por lo que está sucediendo.

Cualquier corrección fraternal se espera que se realice en primer lugar en la cámara caritatis, es decir, no en público, según el cardenal Brandmüller.

En esta última entrevista con The Wanderer, el cardenal advirtió del peligro del cisma si no se restaura la disciplina doctrinal universal, pero reiteró su firme oposición a que ocurra. «Un cisma nunca puede ser correcto», dijo, añadiendo que lo que está sucediendo es una situación de apostasía que la Santísima Madre advirtió en su Mensaje de Fátima.

«Puede haber apostasía dentro de la Iglesia y esto, de hecho, es lo que está pasando», dijo. «En relación con la apostasía, Nuestra Señora también se refirió al fracaso de los pastores para llevar a la Iglesia a la unidad».

------

Esta entrevista, obtenida del diario on-line The Wanderer,  que tuvo lugar el 14 de agosto de 2017, viene estructurada en tres partes. A la segunda, que es la que aparece en esta entrada, se puede acceder pinchando aquí. Dicha noticia puede leerse igualmente, en su original inglés, en Corrispondenza Romana , en National Catholic Register y en Life Site News, entre otras. 

Recordemos, brevemente, lo sucedido con el asunto de las Dubia:

En privado, el 19 de septiembre de 2016, los cuatro cardenales dirigieron al papa Francisco una carta, con cinco preguntas o dubia, al objeto de que las contestase con un Sí o un No. No recibieron ningún tipo de respuesta; de modo que el contenido de esa carta se hizo público el 14 de noviembre de 2016.

De nuevo, también en privado, pidieron una audiencia con el Papa mediante otra carta, fechada el 25 de abril de 2017 y recibida por el Papa el 6 de mayo. Y otra vez volvieron a recibir la callada por respuesta. Francisco no se dio por enterado. Y así, otra vez, el contenido de esta segunda carta se hizo público el 19 de junio de 2017.

Resumiendo, las cinco preguntas que hicieron se reducen a lo siguiente:

(1) Si los adúlteros pueden recibir la Sagrada Comunión. 
(2) Si existen normas morales absolutas que deben ser seguidas "sin excepciones".  
(3) Si el adulterio habitual puede ser una "situación objetiva de grave pecado habitual". 
(4) Si un acto intrínsecamente malo puede convertirse en un acto "subjetivamente" bueno "basado en" circunstancias o intenciones ". 
(5) Si se puede obrar en contra de las conocidas "normas morales absolutas que prohíben actos intrínsecamente malos" basados ​​en la "conciencia"

Ya han pasado dos meses desde el 19 de junio (estamos a 18 de agosto) y lo que estamos presenciando (y esto son hechos) es que [traduzco, a continuación, a mi manera, el resto del contenido de esta entrevista] la exhortación AL ha sido usada por varios obispos y grupos de obispos, como los de Alemania, Malta, Bélgica y Argentina , para emitir directrices pastorales que permiten la comunión a los católicos divorciados civilmente y vueltos a casar (viviendo en adulterio; mientras que los obispos de Canadá y Polonia han emitido declaraciones, basadas en la lectura del mismo documento, en el sentido que la Iglesia siempre ha mantenido [y, en contra, por lo tanto, de las declaraciones de los otros obispos]

El Papa Francisco aún no ha entablado diálogo con los tres cardenales que todavía quedan [pues el cardenal Meisner falleció el 5 de julio]. El cardenal Burke dijo en su entrevista con The Wanderer que el Papa es el "principio de unidad de los obispos y de todos los fieles ... Sin embargo, la Iglesia está siendo desgarrada, en este momento, por la confusión y la división ... El santo Padre debe ser llamado a ejercer su cargo para poner fin a esto", añadió.

Si el Papa continúa en su rechazo a contestar las dubia, "el siguiente paso sería una declaración formal y clara acerca de la enseñanza de la Iglesia en lo que se refiere a esas Dubia", dijo Burke. "Además, debe decirse que estas verdades de Fe no han sido establecidas con claridad por el Romano Pontífice. De manera que ahora, en lugar de hacer las preguntas tal como se hizo en las dubia, la corrección formal consistiría en declarar como verdaderas las respuestas que, con toda claridad, han sido enseñadas siempre por la Iglesia", agregó.

Siguiendo las doctrinas de la Iglesia sobre el matrimonio, la confesión y la Eucaristía, es ampliamente sostenido que los cardenales responderían a las cinco dubia de sí o no de la siguiente manera: [dichas dudas o dubia se pueden leer, con mayor rigor y extensión, haciendo clic aquí


1. Siguiendo las afirmaciones de Amoris Laetitia (nn. 300-305), ¿se puede conceder a una pareja adúltera habitual la absolución y recibir la Sagrada Comunión? NO 
2. Después de la publicación de la Exhortación post-sinodal "Amoris Laetitia" (ver n ° 304), ¿es necesario considerar válida la enseñanza de la encíclica "Veritatis Splendor".79 de San Juan Pablo II basada en la Sagrada Escritura y en la Tradición de la Iglesia, sobre la existencia de normas morales absolutas que prohíben actos intrínsecamente malos y que son vinculantes sin excepciones?  
3. Después de "Amoris Laetitia" (301), ¿todavía es posible afirmar que el adulterio habitual puede ser una "situación objetiva de grave pecado habitual"?  
4. Después de las afirmaciones de "Amoris Laetitia" (n ° 302) sobre "circunstancias que mitigan la responsabilidad moral", ¿es necesario considerar válida la enseñanza de la encíclica "Veritatis Splendor" de San Juan Pablo II. 81, basada en la Sagrada Escritura y en la Tradición de la Iglesia, según la cual "las circunstancias o intenciones nunca pueden transformar un acto intrínsecamente malo en virtud de su objeto en un acto subjetivamente bueno o defendible como elección"?  
5. Después de "Amoris Laetitia" (n. 303), ¿es necesario considerar válida la enseñanza de la encíclica "Veritatis Splendor" de San Juan Pablo II. 56, basada en la Sagrada Escritura y en la Tradición de la Iglesia, que excluye una interpretación creativa del papel de la conciencia y enfatiza que la conciencia nunca puede ser autorizada a legitimar excepciones a normas morales absolutas que prohíben actos intrínsecamente malos en virtud de su objeto?
El cardenal Burke dijo que los fieles católicos que están frustrados con el liderazgo que el Papa Francisco ejerce en la Iglesia no deben albergar ninguna intención de "cisma". "La gente habla de un cisma de hecho [lo cual es cierto]. Estoy absolutamente en contra de cualquier tipo de cisma formal - un cisma nunca puede ser correcto", dijo."Sin embargo, la gente puede vivir en una situación cismática si la enseñanza de Cristo ha sido abandonada. La palabra más adecuada sería la que utilizó la Virgen en su mensaje de Fátima: apostasía. Puede haber apostasía dentro de la Iglesia y, de hecho, es lo que está ocurriendo. En relación con la apostasía, Nuestra Señora también habló del fracaso de los pastores en llevar la Iglesia a la unidad ".