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domingo, 1 de abril de 2018

Barra de bar (Capitán Ryder)


Hace unas semanas comentábamos que nada sería igual después de este pontificado.
Es cierto que la crisis, brutal, que padece la Iglesia no empezó hace 5 años, pero al menos se habían conservado ciertas dosis de seriedad. No muchas, tampoco hay que exagerar, pues las fotos, las declaraciones, las reuniones con creyentes de todo pelaje están ahí, pero la forma en que Francisco está arrastrando la Iglesia y el Papado alcanza tintes de ópera bufa.
El último “regalo” se ha producido justo antes del comienzo de la Semana Santa. Justo antes de la celebración de la institución de la Eucaristía y de la muerte y Resurrección de Cristo. De los días más importantes para un católico.
Son las archiconocidas declaraciones, al periodista ateo Eugenio Scalfari, en las que negaba una de las verdades de la fe, la existencia del infierno.
Forman parte del habitual proceder de Francisco: primero lanza la piedra, luego hace un desmentido que no es tal, y a otra cosa. Este juego, al parecer muy divertido para su Santidad, va desgastando la Fe católica, corroe las columnas de la Iglesia y deja a su paso una sensación de perplejidad.
Para quienes no estén al tanto, el desmentido no ha sido tal. El portavoz vaticano se ha limitado a decir que el encuentro “no era una entrevista” y que las “palabras no estaban citadas exactamente”. Ante una imputación gravísima al Papa, cuya única misión es reconfortar a los católicos en la Fe, éste la despacha con un “no dije exactamente eso”, dejando flotar en el ambiente que pudo haber dicho algo similar. No es la primera vez.
Francisco será muchas cosas, pero ingenuo, eso no lo parece. Sabe cómo funciona el mundo de los medios. La noticia de la negación del infierno ya se ha expandido por todo el orbe, y ha calado. Como van calando sus declaraciones, entrevistas, predicaciones etc. Un poco de confusión por aquí, otro por allá y, mientras, se va extendiendo, cada vez más, en todo el mundo, la idea de que la doctrina es algo sin importancia, que adherirte a una serie de verdades es irrelevante, y que esa lucha épica, como no hay otra en la historia, que es la salvación del alma, que cada hombre debe luchar, es en realidad una solemne tontería. Que lo único importante es “ser bueno”, incluyendo aquí 3 o 4 cuestiones éticas, las que el mundo vayan dictando en cada momento: la ausencia de corrupción política, salvar las ballenas y admitir la inmigración descontrolada. Eso sería la fe, nada más.
Las cuestiones más importantes, la única cuestión, podríamos decirdespachadas con la profundidad con la que se despacha cualquier conversación en un bar.
Capitán Ryder
P.D1: No carece de importancia el momento elegido, en sentido más amplio que el referido estrictamente a estos días, cuando la persecución física o legal a los católicos se recrudece a nivel mundial. En Occidente no nos matan … todavía, pero no parece estar en la agenda ningún tipo de acción o denuncia.
P.D2: ¿Qué sentido tiene el Viernes Santo para Francisco? Si no hay infierno que evitar, ¿con qué cargó exactamente Cristo?, ¿de qué vino a salvarnos?
P.D3: Ya se ha reunido-sido entrevistado por Eugenio Scalfari 5 veces. Que son 5 veces más que las que ha recibido a sus hermanos en el episcopado que le plantearon las famosas dubias.
P.D4: El periodista inglés Damián Thompson resumía en un tweed del 29 de marzo este Papado. Dice así “No es el liberalismo de este pontificado lo que me molesta. Es la deshonestidad”.

P.D5: Publicábamos hace unos días una foto de las predicaciones previas a la Semana Santa. El único que estaba sin arrodillar ante el Santísimo era Francisco. Celebro que ya lo pueda hacer, como pudimos comprobar en el lavatorio de Jueves Santo. Por cierto, volvió a pasar por alto las normas dictadas por él mismo, al incluir a 2 musulmanes y 1 budista. Bah, pequeñeces.

Queremos creer que Scalfari mintió y que el Papa jamás diría eso (Carlos Esteban)



El Papa no le ha dicho en vísperas del Jueves Santo a Eugenio Scalfari, el ateo fundador de La Repubblica, que el infierno no exista o que las almas sean mortales, en una entrevista que nunca existió.
El Papa no ha dicho eso, ni cree eso. Y no por el elusivo desmentido de la Oficina de Prensa vaticana que, después de todo, no dice que no lo haya dicho, sino que no lo ha dicho con las palabras que recoge el nonagenario Scalfari.
No, el Papa no ha dicho eso, ni cree eso, porque es el Papa, y un Papa no puede contradecir, casi de pasada y ante auditorio tan inapropiado, dos mil años de sólida doctrina católica.
Aunque calle, como calla la tumba de Cristo en Sábado Santo, y nos deje así solo con la versión del otro, del único otro de esa conversación informal. Todos los católicos esperamos como agua de mayo conocer su versión o, por mejor decir, oírle confirmándonos en la fe, en este artículo de fe que su amigo Scalfari asegura que contradijo.
Ayer tuvo, al final del Via Crucis en el Coliseo, la ocasión que cualquier pensaría perfecta de sacarnos de este remedo de purgatorio en el que nos ha dejado el malentendido a tantos creyentes. Y habló, pidió perdón a Dios “invadido de vergüenza”.
Pero no. Esa vergüenza la sentía por lo que habían hecho otros; pedía perdón por pecados ajenos, algo que se ha convertido en una insidiosa costumbre en la vida pública estas últimas décadas. Culpas colectivas, sociales, históricas, que se reparten tanto y tanto se extienden que tocamos a muy poco y que es fácil ver en otros, sin nombre ni rostros. Las estructuras…
Al Papa le invadió la vergüenza, puestos a concretar un poco, por mis pecados. Se lo agradezco de todo corazón.
Supongo que la homilía estaba escrita, llevaba tiempo escrita, y no vio conveniente cambiarla para añadir cuatro o cinco palabras que nos quitasen del corazón esta losa, pesada como la del sepulcro de Cristo. Calló, como parece callar hoy todo en este día de silencio y espera.
Y seguimos esperando. No porque pensemos que el Papa dijo lo que dice Scalfari. No pudo decir eso porque es el Papa y porque significaría que la Iglesia ha estado dos mil años engañándonos en algo no menor, y por tanto no es fuente de verdad, y por tanto no es la Iglesia de Cristo, porque significaría que mañana puede decir lo contrario de lo que diga hoy.
No, ya sé que no lo dijo; ya sé que el Santo Padre cree en el infierno y en la inmortalidad del alma. Y no ansío que lo recuerde al mundo, que lo confiese públicamente, porque yo dude de que lo cree, porque piense que dijo a Scalfari que el infierno no existe y las almas que no se arrepienten ‘desaparecen’. 
Lo espero porque esa infamia ha salido publicada en todas partes, en todos los periódicos, y el mundo no tiene ninguna razón de peso para no creer al prestigioso periodista.
Lo espero, Su Santidad tiene que entenderlo, porque nos hace aún más difícil que de costumbre a los católicos dar razón de nuestra fe cuando tantos creen que nuestro Santo Padre contradice lo que creemos, que lo que creemos es ‘líquido’, relativo, cambiante. Que basta sentarse a esperar para que lo que hoy es verdad mañana no lo sea.
Espero, en fin, que el Papa hable y que el Papa confiese lo que la Iglesia ha creído siempre -en comunión, en esto, con la mayoría de nuestros hermanos separados- en razón de lo que ha convertido él mismo en eje y pilar de su pontificado. Espero, pues, que tenga misericordia con nosotros.
Carlos Esteban

¡Feliz Pascua de resurrección!



Dice San Pablo que cuando el Señor resucitó, con Él nos resucitó y nos hizo sentar en los cielos con Cristo Jesús (Ef 2,6). Esto es lo que aún tenemos que aprender : nuestro sitio, lugar y situación como hijos de Dios, miembros de Cristo y herederos del Reino de los cielos (Beato cardenal Newman).
116.- Qué nos enseña el quinto artículo: DESCENDIÓ A LOS INFIERNOS: AL TERCER DÍA RESUCITÓ DE ENTRE LOS MUERTOS? 
– El quinto artículo del Credo nos enseña: que el alma de Jesucristo, separada ya del cuerpo, fue al Limbo de los Santos Padres y que al tercer día se unió de nuevo a su cuerpo para no separarse jamás.
117.- ¿Qué se entiende aquí por Infierno? 
– Por infierno se entiende aquí el Limbo de los Santos Padres, es decir, el lugar donde las almas de los justos eran recogidas y esperaban la redención de Jesucristo.
118.- ¿Por qué las almas de los Santos Padres no fueron introducidas en el cielo antes de la muerte de Jesucristo? 
– Las almas de los Santos Padres no fueron introducidas en el cielo antes de la muerte de Jesucristo porque por el pecado de Adán el cielo estaba cerrado, y convenía que el primero que entrase en él fuese Jesucristo, que con su muerte lo abrió de nuevo.
119.- ¿Por qué Jesucristo quiso dilatar hasta el tercer día su propia resurrección?
 Jesucristo quiso dilatar hasta el tercer día su propia resurrección para mostrar con evidencia que verdaderamente había muerto.
120.- ¿Fue la resurrección de Jesucristo semejante a la resurrección delos otros hombres resucitados? 
– No, señor; la resurrección de Jesucristo no fue semejante a la resurrección de los otros hombres resucitados, porque Jesucristo resucitó por su propia virtud, y los demás fueron resucitados por la virtud de Dios.