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miércoles, 1 de agosto de 2018

Rechazad las amalgamas mortíferas. No es cristiano quien dirige su sonrisa complaciente a lo verdadero y a lo falso.




¿Por qué tan pocos teólogos y pastores combaten el error que amenaza nuestra fe y nos asedia por todos los lados?
La respuesta está en San Agustín. En vida de este santo obispo se había establecido en Africa la secta de los donatistas. De manera semejante a los librepensadores de nuestro tiempo, reivindicaban para sí el privilegio de construirse una religión propia y seguirla sin riesgo social alguno. Viendo como el poder temporal toleraba su cisma, enrostraban a los obispos su obstinación en atacarlos y tratar de convencerlos de que volviesen a la doctrina tradicional. ¿Por qué os ocupáis de nosotros?, ¿por qué no buscáis?, decían estos desertores de la verdad.
Les predicaba insistentemente San Agustín: Si tu quieres errar y si tu quieres perderte, más razón tengo yo para no quererlo. Soy inoportuno decía San Agustín, es verdad pero oigo al Apóstol que me dice: “Predica a tiempo y a destiempo”. A tiempo, para los que quieren oir mi palabra ; a destiempo , para los que no la quieren oir. Por tanto debo saber ser inoportuno e intempestivo. Tú quieres errar y perecer, pero yo no lo quiero. Por consiguiente mientras estés en el error , te buscaré, mientras yerres para tu pérdida , te perseguiré. Lo quieras o no, así lo haré. Aunque todas las zarzas de la selva me desgarren, correré por los senderos más estrechos, atravesaré todos los zarzales; mientras me quede el temor de Dios y un átomo de fuerza, no me detendré, clamaré, caminaré.¡Si mis persecuciones te fatigan , sólo te queda un recurso; dejar de extraviarte y de perderte! Sabedlo pues: Cuando hablo contra el error, me mueve sin duda el deseo de convertir a alguien que está afuera, el deseo de una conquista exterior , pero más me mueve el temor de un daño interior”.
La frialdad ante la herejía en tantos pastores lleva a los fieles a pensar que Dios puede estar en un lado y en el otro, que Dios puede ser honrado en todos los campos y que no importa la elección; que son querellas intestinas las que producen estas luchas. Hoy la amplia mayoría de los fieles piensan así, a nadie le interesa combatir el error, al contrario que San Agustín no les mueve ni la conquista interior , ni la exterior, ni el deseo de convertir, ni el temor de Dios. ¿Puede decirme alguien qué tipo de fe es la que profesan?
Hoy después de 14 siglos nos volvemos a encontrar cristianos que conocen la verdad pero que se dejan seducir por el error. Viviendo en una nación cuyo derecho público concede igual protección a la religión verdadera y a las herejías, tales cristianos corren el peligro de llegar a creer que es indiferente ante la ley divina y ante Dios mismo lo que es indiferente ante la ley de los hombres. Toca a nosotros promulgar que no hay sino un solo nombre bajo el cielo en el cual los hombres puedan ser salvos, que no hay sino un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo. Toca a nosotros proclamar que el cristianismo es inmutable.
Callar es un crimen. El silencio se produce por falta de amor de Dios y por falta de odio al error. Resulta insuficiente la afirmación de la Verdad cuando se evita la censurar el error. Como dice el cardenal Pie, “la afirmación calla, si deja indiferentemente que la negación se ponga de su lado”
No es símbolo del cristiano ese instrumento llamado veleta. No, dice San Pablo, no nos dejemos llevar por todo viento de doctrina (Ef 4,14)
Ideas sacadas del libro de Alfredo Sáenz, El cardenal Pie
El Oriente en llamas