BIENVENIDO A ESTE BLOG, QUIENQUIERA QUE SEAS



viernes, 2 de diciembre de 2016

En respuesta a las dudas de un amigo acerca de mi posición con respecto al papa Francisco (José Martí)


Hará mañana exactamente cinco meses un compañero de trabajo y amigo, me escribió por e-mail: "
Estoy siguiendo tus entradas sobre el papa Francisco y me tienes alucinado. Te veo en una posición irreconciliable con él. No sé si lo estoy entendiendo bien, pero si es así, alguien está cada vez más al margen de la Iglesia católica. Feliz verano. Y salud"



Me ha parecido que podría ser interesante reflejar en este blog la respuesta que le di pues pienso que puede valer también para cualquiera que me lea y que tenga dudas similares a las de mi amigo. Esto fue lo que respondí (puede variar alguna expresión o palabra, o incluso algún añadido, a efectos de que se entienda mejor el contenido, pero éste no ha cambiado. Al final he escrito un añadido que no forma parte de la carta)


------

Hola, habrás observado que razono todo lo que escribo, con los links correspondientes. 

Yo soy fiel al Papado como Institución fundada por Jesucristo, quien fundó su Iglesia (católica) hace casi dos mil años. Luego está toda la Tradición de la Iglesia, los escritos de los santos Padres, así como las encíclicas de los Papas anteriores al Concilio Vaticano II. 

A lo largo de la historia de la Iglesia ha habido papas de todo tipo (tú mismo hablaste en una de tus entradas del papa nº 130, Juan XII, el papa fornicario). ¿Piensas que Dios quiere que sean así sus representantes en la Tierra? Está claro que lo permite, pero no puede quererlo ... y siempre lo permite con vistas a un bien mayor. 

En el caso de Francisco, el problema es, desde el primer día en que tomó el Poder Pontificio, el 13 de marzo de 2013, que casi todo lo que dice y hace está en disconformidad con la Doctrina multisecular

Lo que ocurre es que los cardenales están con miedo (es mi opinión), en particular aquellos que se siguen manteniendo fieles a la Tradición, que cada vez son menos, porque ya se está encargando Francisco de hacer una criba al objeto de que no haya "adversarios" y tenerlos a todos de su parte. 

Cada día, o con bastante regularidad, van apareciendo cardenales y obispos gays, partidarios de la homosexualidad, de considerar las uniones entre adúlteros como normales y no pecaminosas, etc (ver Amoris Laetitia).

Yo no tengo personalmente nada contra el Papa y, en cuanto Papa, le guardo respeto, pero no puedo estar de acuerdo con aquellas cosas que dice que son contrarias a la doctrina católica (la cual, por cierto, cada vez se conoce menos, porque no se enseña; los seminarios están vacíos; y el modernismo se ha infiltrado de lleno en la Iglesia, siendo como es la suma de todas las herejías, al decir del papa San Pío X).

Intentoademás, seguir el consejo de san Pablo cuando dijo: "Que obréis bien, aun cuando nosotros fuéramos dignos de reprobación. Pues no podemos nada contra la verdad, sino en favor de la verdad" (2 Cor 13, 7-9).

Lo que yo no puedo hacer es actuar en contra de mi inteligencia. Y llamar negro a lo que es blanco y blanco a lo que es negro ... porque lo ha dicho el Papa

La misión del Papa no es la de aportar ideas que contradigan la fe, sino la de confirmar en la fe a todos sus hermanos católicos, dando ejemplo con su vida y con sus palabras. El Papa tiene la obligación de transmitir íntegramente el depósito, revelado de una vez para siempre, sin alterar nada de él ... ¡Y no es eso lo que está haciendo! 

Ya van apareciendo algunas voces disonantes. En particular el obispo más valiente es Schnëider, quien se ha opuesto claramente a la Amoris Laetitia. Luego están los cardenales Burke, Sarah y alguno más, pero muy pocos. 

Los cardenales más conocidos y con más influencia son Marx, Schönborn, Müller, el arzobispo argentino Víctor Fernández (alias "Tucho") íntimo amigo del Papa (el verdadero autor de la AL) y otros por el estilo, que se declaran ellos mismos pro-divorcio y pro-homosexuales ... ¡Y no pasa nada! El Papa no los destituye.

Sí lo hace, en cambio, y actúa, cuando se encuentra con otros obispos y cardenales que se mantienen fieles a la Tradición. Como ejemplo te puedo citar el caso de Monseñor Livières, un hombre de auténtica fe y que tenía los seminarios llenos de aspirantes al sacerdocio, y sin ningún motivo de peso fue trasladado desde Ciudad del Este a un sitio desconocido (ya falleció). El caso del cardenal Burke, también destituido del puesto de alto rango que tenía, por el mero hecho de su fidelidad a la Tradición. Y el caso más flagrante de todo que es el de los Franciscanos y Franciscanas de la Inmaculada, una orden con vocaciones muy valiosas ... pero por ser tradicionalistas la ha hecho desaparecer, sembrando un gran desconcierto entre los fieles y los seminaristas. [De todo ello he hablado en mi blog].

Observa quiénes son sus amigos: masones, musulmanes, rabinos, Evo Morales, Chávez, Maduro, Fidel Castro, etc... Dicen que va a recibir a Pablo Iglesias, el de Podemos, el día 10 de septiembre (no sé si lo hará). Y, sin embargo, no ha recibido a otros líderes con pensamiento ortodoxo y fiel a la Tradición: ... una misericordia selectiva

Yo digo lo que veo. Y de lo que digo hay testimonios (por escrito y en vídeos) de que eso es así. Y mientras tanto, la sociedad está cada vez más corrompida, y las vocaciones sacerdotales brillan por su ausencia. 

Faltan santos en la Iglesia ... y aquéllos que destacan por su santidad y su fidelidad a la Tradición son perseguidos ... incluso por el mismo Papa: además de los ejemplos que he citado más arriba, recuerda -no sé si lo has visto- el caso del monaguillo al que pretende separarle las manos porque está en actitud de veneración hacia el Santísimo. Y hasta le reprende: ¡tienes las manos pegadas! , etc, etc.

[Añado aquí un enlace a esa entrada del monaguillo reprendido por el papa Francisco]

En fin, ¿para qué voy a seguir? No acabaría nunca. 


Y sí, me preocupa la Iglesia. Si te fijas en mis escritos acerca de lo que hablo sobre Francisco podrás comprobar que, desde el principio en que comencé a hacerlo, siempre lo he hecho documentado y no le he hecho decir nada que no haya dicho

Si lo que dice está bien, bienvenido sea (hay muchas cosas buenas que dice) pero si lo que dice se opone a la verdad, es preciso hacerle frente, tal y como hizo san Pablo con san Pedro, reprendiéndole en público porque su modo de actuar no era el correcto. Y ahí tienes a Santa Catalina de Siena que fue a Avignon a decirle al Papa que tenía que volver a Roma.

El papa no es Dios. Y Dios cuenta ya con eso: cuenta con la infidelidad de muchos de sus sucesores: no porque ésa sea su voluntad, puesto que Él no puede querer lo malo, sino porque respeta nuestra libertad y por eso tolera el mal y lo permite ... Eso sí: sabemos con toda certeza, por la fe, que "todas las cosas cooperan para el bien de los que aman a Dios" (Rom 8, 28)


Por eso sabemos que la batalla final, que es la que cuenta, será ganada por Jesucristo y por todos aquellos que no se han avergonzado de Él: éstos son realmente quienes constituyen la verdadera Iglesia Católica.

[Aquí estoy hablando de la Iglesia militante; pero recuerda que está también la Iglesia triunfante y la Iglesia purgante. Todas ellas constituyen la única y sola Iglesia, dentro de la cual -y sólo dentro de ella- es posible la salvación. Algunos ya han llegado a la meta. Nosotros estamos aún en camino. Y esa esperanza es la que nos da alas para mantenernos firmes y vigilantes, luchando -con ilusión y confianza y en todo momento contra "el maligno". De Él recibiremos la corona de gloria que tiene reservada para los que perseveren hasta el fin]

"Estoy convencido -decía san Pablo- de que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los principados, ni las cosas presentes, ni las futuras, ni las potestades, ni la altura ni la profundidad, ni cualquier otra criatura podrá separarnos del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro" (Rom 8, 38-39)


Contestando, pues, a tu pregunta, y resumiendo, te digo lo siguiente: Yo quiero morir como católico, en el seno de la Iglesia, pues de lo contrario mi vida no tendría ningún sentido. Pero ya sabes: hablo de la iglesia de siempre, de la Institución Papal bimilenaria, fiel al Mensaje recibido de Jesucristo y transmitido a lo largo de los siglos ... y no de lo que diga tal o cual Papa, por muy Papa que sea, si sus palabras se oponen a ese Mensaje. 


En fin, lo dejo ya. No te doy más el tostón.  Me alegro de hablar contigo y te deseo también un feliz verano. Un abrazo. José Martí


-------

AÑADIDO POSTERIORMENTE

Por cierto, son los pobres a quienes Jesús promete la dicha y la felicidad, ya en este mundo: Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos es el Reino de los Cielos (Mt 5, 3). La pobreza es una virtud. ¿Cómo se puede luchar contra la pobreza? Los pobres, según el Evangelio, son los humildes y los sencillos, los que hacen como Jesús quien vino "no a cumplir su voluntad sino la del Padre que lo había enviado". (Jn 6, 38)

Jesús se hizo pobre por Amor. Esa es la pobreza que debemos de vivir los cristianos, poniendo a Dios en el centro de nuestra vida, por encima de todas las cosas y por encima de todo. 

Se confunde, el 99% de los casos (debido a la influencia de los mass media) la pobreza con la miseria y con unas condiciones infrahumanas. Esto no lo quiere el Señor. Ésta no es la pobreza cristiana. Si fuéramos realmente pobres y pusiéramos a Dios, manifestado en Cristo, en el centro de nuestra vida, entonces, al cambiar nuestros corazones, al volvernos humildes, sencillos y amantes de la verdad ... entonces, y sólo entonces, el mundo podría ir saliendo de su miseria hasta erradicarla completamente

Pero la erradicación de la miseria es una consecuencia del Mensaje de Jesucristo: no es el Mensaje de Jesucristo, un Mensaje que muy pocos conocen. No es necesaria una "nueva Evangelización", como se dice: ya podemos percibir hoy los efectos de esa "nueva Evangelización", unos efectos que se han ido dejado sentir, principal y paulatinamente, desde el Concilio Vaticano II, hace cincuenta años, hasta que hemos desembocado en una "nueva Iglesia" que es distinta a la Iglesia de siempre. 

Sí es necesario, en cambio, una re-evangelización. O, si se quiere, una evangelización auténtica, siendo conscientes de que no es el Evangelio el que debe adaptarse a los tiempos, sino que son éstos los que tienen que adecuarse al Evangelio, dado que sólo en Jesucristo se encuentra la salvación y  "Jesucristo es el mismo ayer y hoy y lo será siempre" (Heb 13, 8)


José Martí

Así acabará el drama de las «dubia»


FUENTE: INFOCATÓLICA


El papa Francisco ha declinado contestar a cuatro cardenales dudas sobre su enseñanza sobre el matrimonio. La Iglesia está ahora en un territorio inexplorado.

Pronosticar es un pasatiempo peligroso para los comentaristas y en el papado del papa Francisco el negocio de hacer predicciones parece especialmente peligroso. El pasado abril, cuando Francisco promulgó un documento llamado Amoris Laetitia (La alegría de amar), advertí a los lectores que esperasen controversia continuada alrededor de una pregunta no contestada. Ahora se ve que no estaba equivocado.
La pregunta no contestada era la que se debatió acaloradamente en los dos sínodos de los obispos mantenidos en 2014 y 2015 – esto es, si los católicos divorciados vueltos a casar podrían ser admitidos a la Eucaristía en ciertas circunstancias. En los sínodos la propuesta, fomentada por prelados seleccionados cuidadosamente por Francisco, afrontó una fuerte oposición de muchos obispos y fracasó al no conseguir el consenso necesario. El documento producido por el encuentro de 2015 salió con una fórmula ambigua, esencialmente esquivando el asunto.
Después del sínodo todos los ojos estaban puestos en Francisco para ver si intervendría con una decisión clara. Los papas suelen publicar exhortaciones post-sinodiales después de estas reuniones. La mayoría son anodinas y se olvidan pronto, pero esta levantó esperanzas y ansiedades febriles en una Iglesia polarizada. Cuando llegó, los lectores hojearon con impaciencia las más de 300 páginas para encontrar la ansiosamente esperada respuesta. Esta respuesta, escondida en dos notas al pie, era de nuevo ambigua.
Los últimos seis meses a veces ha parecido una guerra de desgaste. La controversia se ha centrado principalmente en como han de ser interpretadas las palabras del Papa. Algunas conferencias episcopales nacionales – Alemania, por ejemplo – parecen más o menos unidas a favor de liberalizar la disciplina, mientras que otras – como Polonia – insisten en que nada ha cambiado. Los obispos de Buenos Aires presentaron un documento sugiriendo que ahora el camino para la Comunión para los divorciados vueltos a casar está abierto en algunos casos en que la culpa subjetiva podría haber disminuido. El Papa respondió con una carta privada recomendando esta interpretación como la buena. En lo que se ha convertido en un aspecto familiar de las disputas alrededor de las reales intenciones del papa, el intercambio supuestamente privado fue filtrado, un intento transparente de dar impulso al la tendencia liberalizadora.
La división no es solo entre grupos nacionales; también divide internamente a conferencias episcopales. El arzobispo Charles Chaput de Filadelfia publicó normas para su diócesis que dejaban claro que la disciplina quedaría sin cambios. Los que están en uniones irregulares podrían recibir la Comunión solo si viven en continencia. Su compatriota el cardenal Kevin Farrell, jefe del nuevo dicasterio del vaticano supervisor de los asuntos familiares, criticó a Chaput por adelantarse a los acontecimientos en lo que, según él, debería haber sido decidido colegiadamente por los obispos americanos. Farrell dejó claramente implícito que esa política sería más abierta a la favorecida «opción de misericordia» de Francisco. Dijo que la Amoris Laetitia es el Espíritu Santo hablando.
En medio de estas maniobras explotó una bomba. Se hizo pública una carta, dirigida al papa por cuatro cardenales conocidos por ser hostiles a cualquier cambio en la disciplina. Tomó la forma de dubia, 'dudas', tradicionalmente dirigida a la autoridad romana competente por aquellos que buscan aclaraciones sobre puntos de la enseñanza de la Iglesia o del canon de leyes considerados insuficientemente claros.
De los cardenales interesados, solo uno está actualmente en activo, aunque en un rol de poca importancia. Es el cardenal Raymond Burke, ya bien conocido como un 'pegador' conservador. Los otros cardenales están todos retirados: Walter Brandmüeller, un historiador académico altamente respetado; Carlo Caffara, azobispo emérito de Bologna y un distinguido teólogo moral; y Joachim Meisner, arzobispo de Colonia hasta 2014 y uno de los más firmes partidarios de los últimos dos papas entre los obispos de todo el mundo.
La dubia cubría cinco cuestiones, todas referidas a la enseñanza del magisterio de San Juan Pablo II, contenida notablemente en los textos de referencia Familiaris Consortio y Veritas Splendor. Es evidente que las cuestiones, todas presentadas respetuosamente y con argumentos detallados, no eran inocentes, ya que su propósito es sugerir que hay dificultades en reconciliar Amoris Laetitia, o al menos sus implicaciones, con la doctrina católica establecida. Pero no son cuestiones puramente retóricas: ellas presentan al Papa, o a los teólogos liberales que parece favorecer, una oportunidad para desarrollar, con un razonamiento concreto y preciso, su afirmación que lo que está en curso constituye un auténtico desarrollo de doctrina.
Que se sepa el Papa no entregará una respuesta a los cuatro cardenales. Fue su silencio determinado el que los empujó a hacer público el dubia. Para muchos, ha parecido un reto directo a Francisco. Para confirmarlo, el cardenal Burke ha ido tan lejos como declarar que él y los otros quizás hagan un «acto formal de corrección» si el Papa no clarifica su enseñanza. Esto implica claramente que el Santo Padre posiblemente está enseñando erróneamente.
¿Cual es el significado del silencio del papa Francisco? ¿Y cuanto de audaz es la iniciativa de los cardenales?
El Papa está en una posición difícil. Si declarara que los principios enseñados por San Juan Pablo II ya no forman parte de la enseñanza de la Iglesia, causaría un terremoto teológico. Nunca en los tiempos modernos un papa ha desautorizado a su predecesor. Hacerlo provocaría una revuelta entre los muchos que se adhieren tenazmente a la doctrina de los papas previos – no simplemente los dos últimos, sino toda la entera tradición católica tal como ha evolucionado por siglos. Incluso podría provocar un cisma formal.
Todavía más, relativizaría la propia autoridad de enseñanza del papa Francisco.  Después de todo, si sus predecesores se equivocaron, ¿por qué alguien puede pensar que sus declaraciones pueden tener algún valor más allá de su vida?
Por otra parte, si Francisco reafirma la enseñanza previa, entonces él debe abandonar sus intentos de reforma de la disciplina de los sacramentos o salir con argumentos que muestren que la contradicción es solo aparente. Los defensores del cambio, principal entre ellos el cardenal Christoph Schönborn de Viena, han dicho que el cambio por el que abogan no es revertir la enseñanza anterior sino un desarrollo de la doctrina. Hasta ahora no he visto nada que me convenza que esto no es más que una mera afirmación, sin apoyo de una demostración racional y convincente.
¿Está el Papa furioso con los cuatro autores de la dubia, como algunos sugieren? Lo dudo. Después de todo, llamó a la parresia, al debate valiente y franco. Los signos son que él cree en iniciar procesos, más que en dictar desenlaces. Él debe reconocer, entonces, que iniciativas que aspiran a equilibrar la discusión, incluso frenando evoluciones que muchos juzgan inoportunas, son parte normal de los procesos en una Iglesia que él ha invocado a ser más 'sinodial', o colegial.
Estoy menos convencido de la serena disposición de muchos de los que rodean a Francisco y quizás busquen usar su popularidad para avanzar en sus propias agendas. Ha habido reacciones intemperantes y airadas. El obispo Frangiskos Papamanolis, presidente de la conferencia de la minúscula iglesia católica de Grecia, acusó a los cuatro cardenales de cisma, herejía e incluso apostasía. Nadie que entienda correctamente la doctrina católica sobre el papado cree que retar los juicios prudentes de un papa hace que nadie reniegue de la fe católica. Estoy preocupado de que esta reacción ejemplifica algunos factores preocupantes en este debate, más allá de la ira y la retórica divisiva presente en ambos lados.
El primero es el anti-intelectualismo que parece presente en algunos barrios. El obispo Papamanolis reprochó a los cuatro cardenales hacer «argumentos sofisticados», como si fuera algo imperdonable. El papa Francisco ha sostenido que «las realidades son más grandes que las ideas». Pero reforzar esto para despreciar la racionalidad y el discurso lógico corre el riesgo de entregar la Iglesia al reino de lo emotivo y sentimental de manera que finalmente no pueda sostener sus esfuerzos para evangelizar.
En segundo lugar, está el riesgo de reemplazar entender correctamente la autoridad papal con una adhesión excesiva a un papa en particular rayando en el culto a la personalidad. Estoy preocupado cuando alguno de los que advertían de este peligro bajo San Juan Pablo II ahora parecen bastante contentos de tolerarlo bajo un papa que creen que favorece su agenda.
Los papas son seres humanos cuyo trabajo es enseñar la doctrina católica, y en casos de necesidad intervenir para restaurar la unidad en base a la verdad. Pueden cometer errores de juicio persiguiendo esta tarea, como los han tenido en el pasado y sin duda los tendrán en el futuro. Enseñan y gobiernan en unión con sus colaboradores – los obispos – quienes tiene el papel de aconsejarlos y, si es necesario, instarles a la prudencia.
El papa Franciso ha elegido abrir un debate, y creo que un día, en una Iglesia global que exige enseñanza consistente y disciplina globales, él o uno de sus sucesores será invocado a cerrarlo. La autoridad de los obispos de todo el mundo necesitará ser involucrada en la decisión, quizás en un futuro sínodo o incluso en un concilio ecuménico.

Fr. Mark Drew, sacerdote
Publicado originalmente en Catholic Herald
Traducido por José María Fontdecaba Climent, del equipo de traductores de InfoCatólica

Teólogo alemán defiende a los 4 cardenales



Por Maike Hickson

"¡Esto es un insulto hacia muchos católicos!" Es el llamativo título de un artículo escrito en defensa de los cuatro Cardenales y publicado hoy en el sitio de noticias católico austriaco, kath.net

El autor de este texto es el Dr. Markus Brüning, teólogo alemán, abogado, autor de libros y padre de familia. Varios de sus libros han tratado la cuestión de cómo uno debe crecer en santidad; Un libro trata de los aspectos de las virtudes (con un prólogo del cardenal Joachim Meisner, uno de los cuatro cardenales); Otro libro discute la importancia de los sacramentales para nuestras vidas como católicos (con un prólogo del perseguido, aunque fiel, obispo suizo Vitus Huonder); Sin embargo, otro libro discute el papel de los sacramentos en la vida de los santos (con un prólogo de nuestro querido obispo Athanasius Schneider).

Como ya lo demuestra, este autor está en deuda con muchos de los prelados ortodoxos que ahora mismo están dirigiendo una batalla espiritual contra las fuerzas de la confusión y del mal en la Iglesia y en la sociedad temporal. Y Brüning ha tenido el honor ahora de defenderlos. Para ello, debe ser felicitado y ciertamente merece nuestro propio apoyo.

En su artículo antes mencionado, Brüning mismo deja claro que ha apoyado y defendido al Papa Francisco en el pasado. Por lo tanto, no puede ser considerado justamente como un crítico disidente abierto del papa. Sin embargo, la forma en que los cuatro Cardenales han sido tratados ahora ha provocado su propia justa indignación.

Comienza su artículo con las palabras categóricas: "La amenaza del Decano de la Rota Romana dirigida a los Cardenales: Meisner, Brandmüller, Burke y Caffarra"

Brüning llama a este evento siniestro una "tragedia mal hecha" y una "amarga realidad". Él continúa: "Lo del decano Pinto de Roma es sobre todo aplastante para todos aquellos católicos que durante años y localmente han luchado en sus parroquias por la preservación de la doctrina [católica] y una liturgia ortodoxa"

Hasta ahora -agrega el alemán- estos católicos confiaban en que "todavía" había en Roma una autoridad que entendía sus intenciones. Pero"esto parece ahora ser diferente". En la Iglesia actual se habla de "cristianos de museo"," nostálgicos- litúrgicos"Brüning agrega: "El nivel de etiquetado - a veces también procedente de la propia boca del Papa - sólo te entristece. 

Y ahora esto: cuatro cardenales - que no hacen otra cosa que pedir al Papa que hable claramente sobre el contenido de Amoris Laetitia - están siendo amenazados con la eliminación de su cardenalato. Es obvio que "este clima de temor es intencionalmente fomentado y establecido para “ acallar a todo el mundo", pero no se puede intimidar la verdad y, ciertamente, no de esta manera.

Brüning también se muestra "herido personalmente" por estos ataques, especialmente aquellos contra el cardenal Meisner, a quien conoce personalmente. Él dice: "Aquí me siento desafiado a tomar partido con claridad acerca de nuestro querido cardenal que ha apoyado mi apostolado con un prólogo profundamente impresionante a mi último libro sobre las virtudes (" Encouragement to Holiness "), describiendo de una manera muy personal su propia vocación para convertirse en obispo. Este mismo hombre tuvo que crecer bajo el comunismo (como lo hizo el Obispo Athanasius Schneider) y aún así se convirtió en sacerdote, a pesar de los obstáculos. Siempre valientemente testificó a la Fe.

En un tono penetrante, el autor alemán comenta:"Aquí no es apropiado que un miembro curial [subordinado] [el Arzobispo Pinto] lo reprenda. Y ciertamente no de esta manera. Este clérigo de la Curia puede, al parecer, usar esos tonos [ásperos] porque su propio superior - que pone el tono - quiere que lo haga, o al menos lo tolera. Si este no es el caso, el Papa debe, por favor, reprender a este clérigo [insolente] -que ahora está envuelto en sus ataques de ira- y hacerlo para aclarar a los católicos que él mismo no acepta tal estilo en nuestra Iglesia".

Brüning plantea entonces la cuestión fundamental de la conducta [de cortesía y dignidad] entre los católicos de la Iglesia Católica. Dice: "En cualquier caso, ahora no tenemos 'sólo' el problema de la Dubia sin respuesta. No, ahora tenemos que tratar, también, con la cuestión del respeto y el tratamiento correcto de los inferiores por sus superiores"

El Papa Francisco, de hecho, siempre y en repetidas ocasiones ha pedido una cultura de diálogo [y apertura, parresia]. Esto, sin embargo, no parece precisamente un diálogo, el cual se forma, en primer lugar, en el respeto a los que son de otra opinión".

La línea de argumentación de Brüning es también especialmente convincente, porque hasta ahora ha sido un defensor público del Papa Francisco. Como señala en su artículo, "no podía imaginar en ese momento "que un Papa escribiera un documento tan ambiguo [como Amoris Laetitia]". Pero ahora, dice el alemán, el Papa "tiene que proporcionar claridad, ya que éste es un documento nebuloso que ha esparcido niebla sobre la Iglesia"

Para aquellos que afirman que el Papa ni siquiera escribió Amoris Laetitia, o que él no es un teólogo, Brüning responde: "No: el Papa es el maestro supremo de Su Iglesia! Y un maestro tiene que enseñar. Si no lo hace con toda claridad y verdad, la Iglesia tiene entonces un serio problema de liderazgo".

Para todos los católicos que todavía están tratando de entender la naturaleza y el alcance de la crisis actual en la Iglesia, Brüning añade algunas consideraciones que bien podrían ser dignas de reflexionar.

Puesto que el final de su artículo es tan rico, voy a traducir todo el párrafo:

"Mucho menos útiles son los llamamientos repetidamente presentados para obedecer al Papa incondicionalmente. ¿Le ruego me disculpe? Después de todo, no estamos en una dictadura aquí. Eso va demasiado lejos. Para mí, kairos [el momento maduro y apropiado] ha llegado. Y, en el sentido del beato John Henry Newman, debemos cuestionar este papalismo que hemos practicado muy a menudo en nuestros propios círculos. Además, a veces tenemos el deber de oponernos a las autoridades eclesiales

Escuchemos lo que nos dice Santo Tomás de Aquino sobre este asunto: "Donde, sin embargo, la Fe esté en peligro, hay que corregir públicamente a los superiores, como San Pablo lo hizo; y como escribió Agustín sobre este asunto: "El mismo Pedro ha dado a los superiores el modelo de que ellos, si se apartan del camino recto, aceptarán -no de mala gana- que sus propios inferiores los corrijan" (Summa Theol. Q.33, 4c) 

¡Si alguna vez se degradara a estos [cuatro] cardenales, esto sería igual a su canonización anticipada! Entonces estarían en buena compañía junto con aquellos obispos que una vez fueron vetados por la mayoría (de los obispos) y por el emperador durante la época del conflicto arriano, por ejemplo. 

Aquí se aplican también las palabras del Confesor y del Obispo San Hilario de Poitiers: 

«Quiero vivir siempre en el exilio si sólo uno vuelve a proclamar la verdad» (Hil. De Syn, 78). ¡No hay nada que añadirle!

María Ferraz