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sábado, 10 de junio de 2017

Agradecimiento a Dios "por el don del Corán" (Bruno Moreno)




A veces, los cristianos se preguntan por qué el mundo no cree, por qué cada vez hay menos cristianos en Occidente, por qué no hay vocaciones y por qué la mayoría de los católicos no cree en la fe católica. Hay preguntas muy difíciles de responder, pero esta no es una de ellas. Basta mirar un poco alrededor para encontrar inmediatamente la respuesta.

Miremos, por ejemplo, en Facebook y encontraremos lo que les dice a los musulmanes un arzobispo a quien la Iglesia le ha encomendado una diócesis que es musulmana en un 99%, el ya conocido Mons. Agrelo. ¿Son tan duros los corazones de los musulmanes marroquíes que no quieren aceptar el Evangelio que se les predica? ¿Se enfurecen cuando oyen hablar de Cristo y meten en la cárcel a los predicadores? ¿Es tan profundo y oscuro el error en el que están metidos que rechazan la luz de la fe católica? No lo sé, porque de hecho lo que sucede es que no se les predica el Evangelio, así que difícilmente pueden aceptarlo.

Con ocasión del Ramadán (el mes de ayuno y fiestas de los musulmanes), Mons. Agrelo les dice a los musulmanes de su diócesis:

“Los cristianos nos unimos a nuestros hermanos musulmanes en su oración de agradecimiento a Dios por el don del Corán, y en su alegría festiva por el mensaje divino que les sirve de guía en el camino de la vida”

Sí, han leído bien. Bajo la guía de su arzobispo, los cristianos de Tanger presentan a Dios una “oración de agradecimiento” por el “don del Corán” y por el “mensaje divino” que contiene. Es algo tan absurdo y vergonzoso que no encuentro palabras para calificarlo.

Como sabe cualquier niño de Primera Comunión, el don de Dios es la Sagrada Escritura, no el Corán, que no es una revelación divina, sino un libro escrito por Mahoma con el propósito explícito de negar la verdad de la fe católica tal como la enseña la Iglesia. No es un “mensaje divino", sino una herejía e invención humanas. Que un arzobispo lo denomine “mensaje divino” y se lo agradezca a Dios es barbaridad inconmensurable, si no una blasfemia.

No contento con eso, el arzobispo describe el Ramadán como el “sagrado mes” y les desea a los musulmanes un “santo Ramadán”, además de asegurarles que, en el “duro camino” de seguir las normas musulmanas, “los ha de acompañar y sostener con asiduidad la oración de la comunidad cristiana”. Hasta ahora pensábamos que la oración de la comunidad cristiana debía dedicarse a pedir la conversión a la fe verdadera de los musulmanes, pero resulta que estábamos todos muy equivocados: lo que había que hacer era pedir a Dios que los sostuviera en sus falsas creencias.

Lo triste es que no se trata de un caso aislado ni una extravagancia de Mons. Agrelo, sino que todo hace pensar que esto se repite en otras diócesis del norte de África, donde en lugar de anunciarse el Evangelio lo habitual es limitarse a las obras sociales y a decirles a los musulmanes que sean buenos musulmanes, como si no fuera cierto que solo hay un nombre bajo el cielo que pueda salvarnos.

Tampoco se limita esto al norte de África


  • En Madrid, mientras los cristianos abandonan la fe por millares cada año, los jesuitas colaboran con una fundación relativista para dedicarse a ofrecer un curso para enseñar a comprender el Islam,
  • Hace poco, un sacerdote español, miembro del Pontificio Consejo para la Cultura señalaba que no había ningún problema en ser católico y además budista

Noticias como éstas las hay prácticamente todas las semanas.

¿Qué pensarían de esto los siete mártires franciscanos que murieron a manos de los musulmanes en Ceuta en el siglo XIII? Estos benditos franciscanos comenzaron por catequizar a los comerciantes cristianos que había en la ciudad y después se dedicaron a predicar por las calles, anunciando a Jesucristo y refutando las enseñanzas de Mahoma. Cuando los encarcelaron, podrían haberse salvado repitiendo más o menos las palabras de Mons. Agrelo sobre la santidad del Ramadán o el “don del Corán", pero ellos prefirieron morir antes que hacerlo.

¿Qué pensaría el beato franciscano mallorquín Raimundo Lulio, que fue apresado, insultado y golpeado por los musulmanes de Túnez a los que predicaba y quizá, no consta con seguridad, murió martirizado por ellos? ¿Qué pensarían los beatos franciscanos Juan de Cetina y Pedro de Dueñas, que murieron mártires en la Granada musulmana por predicar el Evangelio de Cristo? ¿Qué diría Santa Clara, que lloró en su convento al escuchar el relato de la muerte de los primeros mártires franciscanos, deseando ir también ella a tierra de sarracenos para anunciarles a Cristo? ¿Qué pensaría San Francisco, que consiguió llegar hasta el Sultán de Egipto en plena Cruzada y le soltó en plena cara “Somos embajadores de nuestro Señor Jesucristo y traemos un mensaje de su parte, para ti y tu pueblo: que creáis en el Evangelio"?

Quizá la Iglesia debería descanonizarlos a todos, porque parece ser que no eran más que unos necios intolerantes que no habían descubierto el verdadero Evangelio de la tolerancia, la multirreligiosidad y el ser buenas personas que se predica hoy en día.

Más aún, ¿qué pensarán de ello los propios musulmanes? Supongo que pensarán lo que pensaría cualquier persona razonable: que el cristianismo es falso, pues hasta los arzobispos cristianos elogian el Islam y lo consideran “santo", un “don de Dios” y un “mensaje divino", además de rezar para que los musulmanes se reafirmen en su doctrina musulmana.

¿Y qué pensarán los católicos sencillos? 
  • Unos, más firmes en la fe, se escandalizarán
  • Otros, más débiles, pensarán que si lo hace un arzobispo será que es lo que hay que hacer y cambiarán la fe por los ideales multirreligiosos. Como una lectora que comenta su escrito en Facebook y dice: “Gracias. Pediré por los musulmanes para que sean fieles a su fe, y tenga un feliz y santo Ramadán“.

¿Por qué cada vez hay menos cristianos? Porque no se predica el Evangelio. Se predican herejías, mundanidades, ideologías de moda políticamente correctas, vaguedades, sincretismos y, frecuentemente, simples tonterías. Así nos va.

Dios nos ayude y nos conceda a todos la conversión.


Bruno Moreno