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jueves, 8 de diciembre de 2011

EL SOCIALISMO O LA NUEVA “RELIGIÓN” (III)

Evidentemente, hace falta un consenso; pues de lo contrario la convivencia sería imposible. Para lo cual es necesario relativizar el bien y relativizar la verdad: No hay ningún bien absoluto ni hay ninguna verdad absoluta.Cada uno se fabrica su propio bien y su propia verdad; esto a título individual. Y, a título colectivo, la "verdad" o el "bien" lo decide la mayoría. Debe haber consenso: de ahí que se den unas normas, más o menos arbitrarias (algunas incluso razonables) para hacer posible la coexistencia. Y esas normas son la nueva ley, una ley cambiante según quien esté en el poder.

Podría continuar con la lista de "logros" sociales, entendidos por el socialismo como tales logros, aunque sólo diré algunas palabras acerca de otro "logro" dentro de la llamada política de "igualdad", una política absurda porque no se puede igualar lo que, de por sí, es diferente. Un simple ejemplo, obvio por otra parte, puede servir de aclaración con relación a la famosa "igualdad",  tan proclamada  hoy en día, entre el hombre y la mujer.

Ciertamente, que el hombre y la mujer son iguales, en cuanto que son personas humanas (un auténtico logro, real en este caso, debido a la influencia del cristianismo); y poseen, por lo tanto, la misma dignidad. Pero son diferentes en cuanto a su función, una función que les viene dada por naturaleza (es de tipo genético). La maternidad, sin ir más lejos, es una función de la mujer, exclusiva de ella, una función que la engrandece como persona y que la hace, en cierto sentido, superior al hombre. La mujer no es, en absoluto, el sexo débil. Más bien es lo contrario. ¿Debería sentirse el hombre indiscriminado por no ser mujer? Si lo hiciera, habría que recomendarle un buen psiquiatra.

Darse cuenta de que una mujer es una mujer y de que un hombre es un hombre es algo tan elemental que no se puede acabar de entender cómo tal realidad puede ponerse en duda. Esto es así y no constituye ningún tipo de discriminación, ni hacia el hombre ni hacia la mujer. Sencillamente, son lo que son, porque así han nacido: personas humanas ambos, pero con funciones diferentes. La ideología de género, que está hoy tan en boga, es algo demencial.

El que siendo hombre siente atracción sexual por otros hombres y no por las mujeres, sigue siendo un hombre. Y lo mismo ocurre con las mujeres que sienten atracción sexual hacia otras mujeres y no hacia los hombres: siguen siendo mujeres. Esa atracción es una anomalía, no es normal, no es conforme a su naturaleza, desde un punto de vista objetivo; por supuesto. Aunque lo primero de todo es reconocerla como tal anomalía. Es un grave error el de quien, para defender y promover al homosexual, defiende la homosexualidad como un valor. En este revuelo quienes más salen perdiendo, en realidad, son los propios homosexuales, sobre todo aquellos que, aun con tendencia homosexual, logran dominar, en parte, esa tendencia. Si se declara la homosexualidad como otra forma natural de la sexualidad, sólo se consigue desalentar, como inútil, el esfuerzo de aquellos homosexuales normales que luchan contra esa tendencia desordenada (a la cual reconocen como lo que es).

En la declaración "Persona humana" de la Iglesia (sobre algunas cuestiones de ética sexual) en su número 8 habla de que "las relaciones homosexuales están condenadas en la Sagrada Escritura como graves depravaciones e incluso presentadas como la triste consecuencia de una repulsa de Dios. Este juicio de la escritura no permite concluir que todos los que padecen esta anomalía son del todo responsables, personalmente, de sus manifestaciones; pero atestigua que los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados y que no pueden recibir aprobación en ningún caso". ¡Ojo, no debemos olvidar que también son gravemente inmorales la fornicación y el adulterio, y estas anomalías (que también lo son) no se refieren a los homosexuales!

El Catecismo enseña que "las personas homosexuales están llamadas a la castidad. Mediante virtudes de dominio de sí mismo que eduquen la libertad interior, y a veces mediante el apoyo de una amistad desinteresada, de la oración y de la gracia sacramental, pueden y deben acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana" (CIC 2359).

Además, no sólo las personas homosexuales tienen su lucha, sino que esta llamada a la castidad y a la perfección, con su correspondiente lucha, es para todas las personas. También las personas solteras heterosexuales están llamadas a vivir la castidad en la abstinencia; y deben luchar, y a veces muy intensamente, cuando sienten la atracción heterosexual.  Y lo mismo ocurre con las personas casadas cuando se sienten atraídas sexualmente por alguien que no es su cónyuge.

San Pablo no distingue, en ese sentido, entre aquellos que no proceden conforme al querer de Dios, no hace distinciones especiales entre ellos. Todos son culpables: "ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros,..., ni los sodomitas, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos,.., heredarán el Reino de Dios" (1 Cor 6, 9-10).

La lucha, y la cruz, es para todos, independientemente de cual sea nuestra orientación sexual. Todos tenemos que poner de nuestra parte. Eso no es suficiente, pero sí necesario. Lo decisivo es la gracia de Dios, y sabemos que esa gracia nos nos va a faltar si la pedimos con humildad y confianza en la Palabra de Dios que nos viene revelada en la Biblia y, de un modo más completo, en el Nuevo Testamento:   "Fiel es Dios, que no permitirá que seáis tentados por encima de vuestras fuerzas; antes bien, con la tentación, os dará también el modo de poder soportarla con éxito" (1 Cor 10, 13) .  

Bien, pero ¿qué ocurre, entonces, si somos débiles y caemos en la tentación? Todo está pensado por Aquel que nos conoce y que nos ama y que desea que nos salvemos y que estemos a su lado, el Señor Jesús, quien instituyó el sacramento de la Penitencia, al que podemos acercarnos confiadamente, para recibir el perdón, con la condición de que estemos de verdad arrepentidos y de que luchemos sinceramente contra aquellas tentaciones que pretenden alejarnos de Dios.

Cada persona tiene su cruz, la que Dios le ha dado, aquí y ahora. Si vivimos unidos a Jesucristo y a lo que Él nos enseña a través de la Iglesia Católica, podemos estar absolutamente seguros de que nuestra vida, con todos sus avatares, habrá tenido sentido. Todo habrá merecido la pena. Al fin y al cabo, no lo olvidemos, esta vida es tan solo el comienzo de esa otra vida, junto al Señor, que nunca tendrá fin. "No tenemos aquí morada permanente, sino que vamos en busca de la venidera" (Heb 13,14)

Seamos fieles a la doctrina que enseña la Iglesia. Recordemos aquellas palabras que el Señor dirige a todos: "El que a vosotros oye, a Mí me oye; el que a vosotros desprecia, a Mí me desprecia; y quien a Mí me desprecia, desprecia al que me ha enviado" (Lc 10, 16). Si rechazamos a la Iglesia, estamos rechazando a Jesucristo. Esto debemos de tenerlo  muy en cuenta y no echarlo en el olvido. Pensemos en las palabras que Jesús le dirigió a San Pedro, el primer Papa: "Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos; y todo lo que ates sobre la tierra quedará atado en los cielos, y todo lo que desates sobre la tierra quedará desatado en los cielos" (Mt 16, 19). De ahí la "necesidad" de vivir conforme a las normas que la Iglesia católica nos enseña para no errar en nuestro camino hacia Dios.


Para acabar con el tema de las personas homosexuales, sería conveniente primero que recordáramos estas palabras que el Señor pronunció cuando los judíos intentaban apedrear a una mujer adúltera: "El que de vosotros esté sin pecado, que tire la piedra el primero" (Jn 8,7).  No justificó Jesús el adulterio. De hecho, cuando se fueron todos, sin que ninguno se atreviera a condenarla, y quedaron solos, dijo Jesús a la mujer: "¿Nadie te ha condenado? ... pues tampoco yo te condeno; vete y a partir de ahora no peques más" (Jn 8,11). Jesucristo condena el adulterio pero perdona a la mujer adúltera arrepentida. Ese es el camino a seguir por todos aquellos que somos cristianos, por la gracia de Dios: el reconocimiento de la verdad (por dura que sea), como paso inicial; y luego la comprensión y el perdón.

En el caso concreto de los homosexuales, imagino que habrá muchas asociaciones para ayudar a personas con ese problema. Yo he buscado en Internet y he encontrado una página web que pienso que puede ser útil a personas con esa orientación sexual, con vistas a vivir su castidad y a ser santos, pues la llamada a la santidad es para todos los hombres, "porque ésta es la voluntad de Dios: vuestra santificación" (1 Tes 4, 3) 

Me he extendido demasiado en este punto que, en principio, no había pensado tocar. En todo caso, pienso que viene a cuento con el tema que nos ocupa, aunque de ello seguiremos hablando en otro post.

jueves, 24 de noviembre de 2011

EL SOCIALISMO O LA NUEVA "RELIGIÓN" (II)

¿Qué entiende el señor Zapatero por libertad?
La expresión, por él pronunciada: "La libertad os hará verdaderos" parece indicar que, según él, sólo hay una verdad; y que esta verdad es la libertad. El que es libre ése es el que se hace verdadero.

 ¿Libre? ¿Libre en qué sentido? ¿Libre para qué? ¿A qué se está refiriendo, en realidad, el señor Zapatero, si es que se refiere a algo, cuando hace uso de esa palabra tan hermosa como es la libertad? No nos lo dice de un modo expreso, pero podemos adivinar rápidamente lo que nos quiere transmitir; y, además, sin temor a equivocarnos. No tenemos más que analizar, aunque sea muy por encima, lo que ha ocurrido aquí en España, desde que él ha estado como Presidente del Gobierno. Y encontraremos la respuesta.

Puesto que sería una labor ingente el análisis riguroso, contrastado con la realidad, del enorme número de disparates, contrarios al sentido común, que han tenido lugar en estas dos legislaturas del señor Zapatero, me voy a limitar sólo a aquellos que considero más significativos, por su enorme trascendencia: las mal llamadas políticas sociales, consideradas por los socialistas como un gran progreso, como lo más importante que ha ocurrido durante su mandato.

Y por desgracia,  es verdad que ha sido lo más importante, pero no para bien, sino para hundir moralmente a la Nación española. Estos señores socialistas, con repetido cinismo, con un cinismo increíble, repiten una y otra vez, machacona e hipócritamente, que gracias a estos siete años y medio de mandato socialista, se han conseguido auténticos logros sociales, verdaderos avances en política social.

En honor a la verdad hay que reconocer su gran habilidad en este sentido. Lo primero de todo ha sido el creerse sus propias mentiras (convenciéndose a sí mismos de que son verdad). Una vez que han logrado engañarse a sí mismos (¡supuestamente!) viven en ese ambiente de mentira con toda naturalidad, hablan con tal "sinceridad" que engañan fácilmente a muchas personas; y se quedan más anchos que largos.

Porque, en efecto, todavía hay mucha gente que piensa que socialismo es sinónimo de progreso y de avance. Los hechos lo desmienten, pero ¿qué importan los hechos? En esto, como en tantísimas otras cosas, los socialistas son "fieles discípulos" de sus maestros, Lenin y Stalin, quienes aseguraban que si los hechos estaban en contra de sus teorías, peor para los hechos. Pero veamos algunos de lo que ellos consideran grandes logros sociales:

1. Se ha legalizado el aborto considerado ahora como un "derecho" de la mujer. Razonamiento: la mujer es dueña de su cuerpo y puede hacer con él lo que quiera. Ya está bien de tanta opresión y discriminación contra la mujer.

Este "razonamiento" no resiste un análisis científico acerca de aquello en lo que consiste realmente el aborto: el óvulo fecundado por el espermatozoide (o zigoto) es ya un ser humano, una persona, con toda la dotación genética que tiene cualquier ser humano adulto. 

Científicamente, no existe la menor duda de que esto es así. Se trata de un hecho verificable y fácilmente contrastable experimentalmente: un nuevo ser humano, en su primera fase de desarrollo, como embrión, ha comenzado a existir. Se trata de una vida humana diferente a la de la madre. NO es un apéndice del cuerpo de la madre. Es SU hijo que, si nadie lo impide, se irá desarrollando paulatinamente en su vientre, hasta que que su madre dé a luz.

¡Por supuesto que es dependiente de su madre! Eso ocurre también con los niños recién nacidos, con los niños pequeños en general, con personas con determinado tipo de enfermedad, con algunos ancianos que no se pueden valer por sí mismos, etc. ¡Pero ser dependiente no significa dejar de ser persona!  Nadie tiene derecho a disponer de la vida de otro ser humano y eliminarlo porque su existencia le es "molesta": en el caso del embrión humano, que anida en el vientre de su madre, su único "delito" (¿?) es el haber sido concebido, operación en la que él no ha tenido nada que ver, puesto que antes de eso no existía. Es imposible concebir una inocencia mayor que ésta. 


A mí me asombra que muchos de los que están en contra de la pena de muerte estén, en cambio, a favor del aborto. La vida es un don que se ha recibido de Dios y sólo Él, que la da, puede poner fin a esa vida, cuando y como quiera. Y, sin embargo, el hombre (el gobernante, que lo permite o incluso lo proclama como un derecho) se toma esa prerrogativa y, además, para más inri, lo hace sólo en el caso de los más débiles e indefensos, de aquellos que son completamente inocentes; respetando, por otra parte, en clarísima incoherencia, la vida de aquéllos que, éstos sí culpablemente, han asesinado a otras personas. Inaudito, pero cierto.

¿Cómo se puede proclamar el "derecho" al aborto, el "derecho" a matar impunemente a un ser humano inocente; y quedarse tan panchos? Es más, ¿cómo se puede llamar a ese "derecho" una "liberación" de la mujer? ¿Liberación? Tal vez, pensándolo "bien", (o mal) sí que lo es, pero en un sentido nefasto: la mujer "se libera" de su hijo, se "deshace" de él; por cierto, con el consejo de aquellos que debieran ayudarla a no abortar, enseñándole lo que tal acción significa, a saber, un auténtico crimen contra un ser indefenso que, además, es su propio hijo. Esto no se le dice. No se le habla de las consecuencias psicológicas graves que se van a derivar para ella, en el caso de que aborte. No se le advierte que va a ser una "desgraciada" si consiente en abortar; que tal acción no le va a reportar ningún bien. No se le comenta que va a vivir, en adelante, con la conciencia de culpabilidad por haber consentido en asesinar a su propio hijo ... Los que así la “aconsejan” son todavía más culpables que ella. Y tendrán que responder ante Dios (y también ante la justicia humana, si ésta existiera) por haber colaborado en la muerte de un ser humano inocente.

¿Cuáles son las razones ocultas de estos “consejos”? ¿Por qué proceden así? A mí sólo se me ocurre una cosa: y es que si se le dijera la verdad (pura y dura) a la mujer que, por las razones que fuere, ha decidido abortar, entonces –con bastante probabilidad- cambiaría de opinión y dejaría de abortar… ¡con lo que el negocio del aborto se iría a pique! ¡Y eso no les interesa! (intereses bastardos) ¿Qué deben hacer entonces? 

Pues lo que están haciendo: engañarla. Se le dice que, en realidad, lo que tiene en su vientre no es más que un conjunto de células que hay que extirpar, como cuando se extirpa un tumor; que, como no se ve al niño, ni siquiera en la ecografía, es que aún no existe... y así un montón de mentiras más.

Se trata, en definitiva,  de imponer la "libertad" del hombre sobre los hechos, no importa que éstos estén verificados de modo inequívoco: "Señora, usted no está matando a nadie; sólo está interrumpiendo un embarazo no deseado. Si sigue adelante, el niño que nazca será un desgraciado, porque es un niño no querido. Es mejor interrumpir el proceso y que éste no prosiga. Y quédese tranquila, que no pasa nada". 

Con "buenas" palabras se engaña a la mujer para que aborte, aprovechándose de su situación psicológica anormal. Según el señor Zapatero, y con él los socialistas convencidos, si la mujer ejerce "libremente" su "derecho" a matar a su hijo, se está haciendo verdadera. Su acción, "realizada con libertad", convierte la acción en buena (¡Qué disparate, Dios mío!).

Eso sí: debe querer abortar. Si así lo quiere, está en su derecho. Y este querer de la mujer justifica que aborte. Y debe quedarse tranquila, que lo que ha hecho está muy bien hecho, porque hay una causa que lo justifica: su libertad. Nadie le ha coaccionado a abortar. Por lo tanto, su decisión “libre” convierte en bueno el aborto. (A todo esto, y a más, es capaz de llegar el hombre cuando se aparta de Dios).

El razonamiento anterior, que parece perfecto, adolece de un error fundamental; y es que mi libertad no es causa de la verdad. Si lleváramos este razonamiento a cualquier campo de la existencia humana, ésta sería inviable. El disparate y el caos serían mayúsculos. 

Se pueden poner infinidad de ejemplos: supongamos que yo, libremente, decido robar, o pegar a alguien que me cae antipático, o insultar a cualquiera que se cruce en mi camino; incluso matar a los que me fastidian o se meten conmigo. Y, "en justicia", según el “razonamiento” anterior, habría actuado bien, porque mi acción ha sido realizada libremente. (¡Ojo!: MI libertad. ¿Y la libertad de los OTROS?) 

Por otra parte, no deja de ser bastante incoherente e ilógico, el modo de actuar de nuestro gobierno socialista, aquí en España. Si la libertad me hace verdadero, como pretende Zapatero, entonces, como se ha visto, siempre que haga uso de mi libre albedrío, sin coacciones, será verdad y será bueno lo que haga.

Pues bien: si eso es así, no entiendo a cuento de qué vienen toda esa cantidad ingente de prohibiciones, absurdas, por otra parte, la mayoría de ellas: no se puede fumar, no se puede circular a más de 110 km/h, no se pueden comer golosinas, etc... ¿Y por qué no? Si yo actúo libremente puedo hacer lo que quiera, según esta filosofía del señor Zapatero; es más: es que si no lo hiciera así, sería un mentiroso, no me haría "verdadero" (¡Qué majaderías, Dios mío!).

Y es que parece que hay un matiz que no hemos tenido en cuenta, un matiz que explicaría todas esas "aparentes" incoherencias: "esa libertad, que hace verdaderos", es solamente para unos cuantos; entre ellos, por supuesto, los políticos. Ellos, los políticos socialistas, son los que tienen que decidir, con SU libertad, lo que es bueno, bello y verdadero para el resto de los mortales.

lunes, 14 de noviembre de 2011

EL CRISTIANO ANTE LAS ELECCIONES GENERALES DEL 20-N


Lo primero de todo, y lo lógico, en un cristiano y, sobre todo, en un católico, es conocer bien los consejos que nos dan nuestros pastores acerca de cómo debemos proceder. Esto viene recogido en la Nota ante las elecciones generales de 2011 de la Conferencia Episcopal Española.

Son diez puntos. Haré referencia en este artículo tan solo a los puntos 5 y 7 que, en mi opinión, son los más concretos; y los que hacen referencia a situaciones especialmente graves, que conciernen a temas tan debatidos como los del aborto, el “matrimonio” homosexual y la “Educación” para la ciudadanía.

Al actuar así, la Iglesia no se está entrometiendo en cuestiones políticas. Es todo lo contrario: El Estado se ha arrogado a sí mismo un poder que no le corresponde, inmiscuyéndose en temas morales, que no son de su competencia. Y es un grave deber, por parte de la Jerarquía Eclesiástica el de orientar a sus fieles, de modo que si votan no lo hagan a favor de aquellos partidos que se oponen claramente a la ley de Dios.

Resumiendo, nos dicen nuestros obispos lo que escribo a continuación en letra cursiva (lo que va entre paréntesis y con letra azul es mío):

Son peligrosos y nocivos para el bien común:

a) Determinadas opciones legislativas que no tutelan adecuadamente el derecho fundamental a la vida de cada ser humano, desde su concepción hasta su muerte natural, o que incluso llegan a tratar como un derecho lo que, en realidad, constituye un atentado contra el derecho a la vida. (Oposición rotunda, pues, al aborto y a la eutanasia)
b) Ordenamientos legales que no reconocen al matrimonio en su ser propio y específico, en cuanto unión firme de un varón y una mujer, ordenada al bien de los esposos y de los hijos, (oposición total al mal llamado “matrimonio” homosexual),…, en un matrimonio estable, que no quede a disposición de la voluntad de las partes ni, menos aún de una sola de las partes (oposición al divorcio y, en particular, al divorcio “express”)
c) Las imposiciones ideológicas del Estado que lesionen el derecho de los padres a elegir la educación filosófica, moral y religiosa que deseen para sus hijos. (oposición clarísima a la llamada “educación” para la ciudadanía)

Estos consejos serán mejor o peor recibidos por la gente, pero eso es lo que los obispos, en comunión con el Papa, nos dicen acerca de la postura que “debe” tomar un católico, si actúa con recta conciencia, a la hora de votar en las elecciones generales del 20-N.

En un artículo de Infocatólica (no recuerdo ahora exactamente cuál) se hacía un poco de historia rápida y se decía lo que viene a continuación:

En treinta años la situación de la familia en España ha cambiado de modo vertiginoso. En 1981 se legaliza el divorcio y en 1985 se despenalizó el aborto en tres supuestos. Lo que ha venido después, particularmente en los últimos años, se ha calificado de auténtico “tsunami” contra la familia y la vida. 
Desde 2004 se han intentado promover diecinueve leyes o directivas que introducen la ideología de género, la agilización del divorcio, la supresión de los conceptos de paternidad y maternidad, el vaciamiento del concepto de matrimonio y la destrucción de la vida naciente o terminal
Al mismo tiempo este proyecto de ingeniería social ha promovido la anticoncepción, la esterilización masculina y femenina, y la  equiparación de la unión de personas del mismo sexo al matrimonio. Todo este bagaje ha entrado de lleno en el campo de la educación con un conjunto de leyes y directivas que violentan el derecho de los padres a la educación de sus hijos.
El resultado de todo este cambio legislativo, unido a una cultura relativista y laicista, está resultando devastador para la sociedad española: ha descendido la tasa de nupcialidad, aumentan los divorcios y por tanto crece el número de familias rotas; la natalidad en España ha decrecido peligrosamente (1.38 % por pareja) y aumentan los abortos quirúrgicos, la dispensación de la PDD, etc. 
Todos estos datos se exacerban cuando los relacionamos con el número de parados (4.978.300 personas), el incremento de las drogas, el alcoholismo, la frecuencia de la prostitución, la pornografía, etc.

A la vista de lo cual, si hay algo que queda claro es que un católico no puede votar al Partido Socialista ni a Izquierda Unida o a partidos afines a éstos, por razones evidentes. Es más: un católico socialista es una contradicción. No se puede ser católico y socialista al mismo tiempo. Y si alguien afirma tal cosa o bien es un ignorante (que no sabe lo que significa ser católico, ni lo que es el socialismo; y me consta que hay muchas personas así); o bien, que es lo más grave, es un cínico, que pretende “nadar y guardar la ropa”.

El socialista convencido no es ya que sea ateo, sino que es antirreligioso (o mejor, anticatólico) y, además, descaradamente. ¿Cómo puede un socialista coherente pedir el voto católico o, lo que es peor, afirmar tranquilamente que es católico, como el que más, o acusar a la Iglesia de que se mete en política y de que lo mejor que podía hacer es quedarse calladita?

Pues sí que puede. Por una razón muy sencilla: porque la mentira es el ambiente propio en el que se desenvuelve el socialismo (desgraciadamente); se maneja en ella como pez en el agua. No se rigen por la razón, sino por sentimientos de odio y de resentimiento contra todo lo que se les opone. Utilizan la razón sólo si les conviene, cuando les conviene y mientras les convenga, en una extraña mezcla de buenas palabras y de intenciones torcidas para engañar al mayor número posible de gente.

¿Y qué diremos del PP, el Partido Popular? De momento sólo podemos decir que es el principal partido de la Oposición. No está en el poder; por lo tanto no se le pueden pedir responsabilidades sobre actos que no son suyos. Durante los ocho años que estuvo en el Poder (de 1996 a 2004) España prosperó bastante en lo económico. ¿Que ha habido gente en el PP (y la sigue habiendo) que deja mucho que desear? Eso es un hecho. Pero son casos contados. Sería deseable que pudiéramos votar a personas concretas, en lugar de listas cerradas; pero todo se andará (eso espero).

¿Qué dice el PP en su programa, en particular en aquellos temas que, como cristianos, nos interesan de un modo especial? Ciertamente, no se define claramente en todos ellos (sí en algunos); pero deja la puerta abierta a una solución. Mi opinión personal (ojalá que esté en lo cierto) es que, como buenos políticos, actúan con cierta mano izquierda, al objeto de conseguir un mayor número de votos por parte de todos los españoles; y conseguir la mayoría absoluta, de modo que luego puedan hacer y deshacer, sin necesidad de contar con el apoyo de partidos minoritarios, que hagan casi imposible que pueda cumplir luego sus promesas electorales (en el caso de que llegue al Gobierno).

Entre esas promesas he leído algunas que me han parecido bien:

Con relación a la Educación para la Ciudadanía se cambian los contenidos por otros relativos al aprendizaje de los valores constitucionales y el conocimiento de las instituciones españolas y europeas… evitando los contenidos adoctrinadores.
Con relación al tema del aborto  se cambiará  el modelo de la actual regulación sobre el aborto para reforzar la protección del derecho a la vida
Con relación al tema del matrimonio homosexual, aunque no aparece explícitamente en su programa (que yo sepa), sin embargo sí habla de la importancia de las familias como un sustento esencial de la sociedad, a las que apoyará, en especial a las que tienen hijos menores y a las familias numerosas. Por otra parte, en el debate del 7 de Noviembre entre Mariano Rajoy y Alfredo P. Rubalcaba, si mal no recuerdo, salió a relucir que Mariano ha interpuesto ya un recurso contra la denominación de “matrimonio” en el caso de personas del mismo sexo, un tema sobre el que ya había hablando antes con Zapatero, indicándole que deberían llamarse “uniones de hecho” o algo así.

En fin, hay un programa del PP que no está en contradicción con la nota de la Conferencia Episcopal. Otra cosa es que luego lo cumpla. Y que sea más concreto en algunos puntos. Pero para eso es necesario que gobiernen. El votante observará entonces lo que hacen en realidad. 

Por otra parte, no podemos tampoco juzgar todo el "futuro" del PP por aquellas acciones u omisiones de las que adoleció en el pasado.  

Yo espero que, si gana las elecciones, y las gana con mayoría absoluta, y es un partido honrado, actúe en consecuencia. Y que no engañe a quienes les han votado. 

Espero que cumpla pronto y bien el compromiso adquirido en su programa.

Espero que el próximo curso escolar la EpC  sea ya historia; y que el diseño de esa nueva “educación cívica” que sustituirá a la EpC no se convierta en un nuevo intento adoctrinador, aunque sea de otro signo. Las imposiciones ideológicas no son buenas nunca.

Espero que suprima de las leyes el mal llamado “derecho” al aborto, lo más pronto posible (puesto que tal “derecho” no existe, es una falacia).

Espero también que suprima la palabra “matrimonio” en lo que concierne a la unión entre homosexuales (no hay tal “matrimonio”, no puede haberlo por más que se empeñen: un hombre no es una mujer, y viceversa; y entre dos personas del mismo sexo no puede haber prole ni familia, por lo tanto).

Mi intención personal  es la de votar al PP, darle un voto de confianza y ver luego cómo actúa, en relación a sus promesas electorales. De un modo muy expreso, Vidal-Quadras pide a Rajoy que derogue el aborto, el matrimonio homosexual y EpC en sus primeros cien días de gobierno.

Este voto al PP no está reñido con la nota de los obispos respecto a las elecciones: En el programa del PP se indica claramente que “se cambiará  el modelo de la actual regulación sobre el aborto para reforzar la protección del derecho a la vida”. ¿En qué sentido? No lo especifica con claridad. Pero pienso que se les puede dar un voto de confianza y ver qué ocurre. Es cierto que el famoso tercer supuesto, que hablaba del aborto permitido en caso de  “grave peligro para la vida o la salud física o psíquica de la embarazada” en cualquier momento de la gestación, era “de hecho y, por desgracia”,  un coladero para el aborto; aunque no tendría por qué ser así. Aquí entra en juego la conciencia de los médicos y el buen asesoramiento a la mujer para que no aborte. De ahí la enorme importancia de la moral en éste como en tantos otros aspectos de la vida social.

Podría ocurrir que ese tercer supuesto desapareciera. Lo ideal sería volver a la ley anterior a 1985, lo que parece bastante difícil, pero no imposible: como poder ser, puede ser. Otra cosa es que llegue a ser.  No podemos saberlo. Se trata de “futuribles”, lo que significa que también puede ocurrir que todo siga igual, e incluso es lo más probable, viendo cómo está el mundo (esto no lo pongo en duda). Pero no es seguro: siempre cabe la posibilidad del cambio (aunque éste sea menos previsible). Esta es la razón, pienso yo, por la que hay católicos que han decidido no votar, o bien votar en blanco.

Yo mismo pensaba hacerlo. Y así lo escribí en este blog en la “segunda carta a Mariano Rajoy”. Pero también en dicha carta especificaba que mi actuación a la hora de votar dependería mucho de lo que leyera en su programa, y estaría en función, también, de lo que fuera viendo durante estos días previos a la votación. He optado finalmente por votar PP. Por supuesto que es posible que me equivoque; es posible que mi decisión no sea la mejor, aunque eso sólo Dios lo sabe. Yo me atrevería a decir, con San Pablo: “En cuanto a mí ni siquiera yo mismo me juzgo. Quien me juzga es el Señor” (1 Cor 4, 3.4).

En cualquier caso, hay algo que es completamente cierto. En la situación actual en la que vivimos ahora no nos estamos enfrentando a “futuribles”, sino a hechos comprobados y muy concretos, elevados a la categoría de ley; es el caso de aberraciones tales como el “derecho” al aborto o el “derecho” al “matrimonio” entre personas del mismo sexo.

Y es preciso, con necesidad de urgencia, poner todos los medios a nuestro alcance para salir de esta situación lo más pronto posible. Votar al PP “puede” ser un primer paso en ese proceso, aunque no sea “la solución”. Lo deseable (es mi opinión personal) sería que el PP consiguiera una mayoría absoluta; de ese modo no dependería de ningún otro partido para llevar a cabo sus propuestas electorales.

Comprobaríamos, entonces, sobre hechos concretos, hasta qué punto son sinceras las palabras que el Sr. Rajoy nos está diciendo ahora. Y en qué medida piensa llevarlas a cabo. Pero si no le damos ninguna oportunidad de llevar a cabo sus proyectos y nos basamos sólo en conjeturas… creo que nos estamos jugando demasiado y que no deberíamos desentendernos. Acudamos, como siempre, a las palabras que decía el Señor: “Por sus frutos los conoceréis” (Mt 7, 16). Porque así es: un árbol se conoce por sus frutos. Cierto. Pero dejemos que se haga un árbol. Dejemos que se planten primero las semillas. Y después, sólo después, estaremos en condiciones de emitir algún juicio; y -esta vez sí- en base a hechos comprobados y no a meros “futuribles” o suposiciones.

Por otra parte pienso que la crisis actual que padecemos en España (en particular) y en toda Europa (en general) no es sino la consecuencia de una crisis muchísimo más profunda, que es causa y raíz de todas las demás crisis: el rechazo de Dios. Nos estamos avergonzando de nuestras raíces cristianas, negándolas cínicamente y actuando contra la verdad de los hechos históricos y contra toda evidencia. Y eso es grave: “A quien me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré delante de mi Padre que está en los cielos” (Mt 10,33)

En el Nuevo Testamento podemos leer lo siguiente (y esto es Palabra de Dios): “No os engañéis: de Dios nadie se burla. Lo que el hombre sembrare, eso cosechará” (Gal 6,7).
Estas palabras no deberían caer en saco roto, sino que deberíamos meditarlas, muy seriamente, en nuestro corazón. Nos va en ello la vida; no sólo esta vida terrena (que también: separados de Dios somos “ya” unos infelices; tanto más infelices cuanto menos conscientes somos de nuestra desgracia) sino también, y sobre todo, nos va en ello la vida eterna.

De nosotros depende, porque aunque “Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1 Tim 2,4) también ha querido que trabajemos por nuestra salvación: “Con temor y temblor, trabajad por vuestra salvación” (Fil 2, 12). Él ya ha puesto todo de su parte. Y ya sabemos qué es lo que Él quiere y lo que Él espera: nuestro corazón.

Ahora es nuestro turno. Ahora nos toca a nosotros el mover pieza. No lo pospongamos. “Hoy es el día de nuestra salvación” (2 Cor 6,2). Y tengamos confianza siempre, porque el Señor nunca nos desampara, si somos humildes, y amamos la verdad: “un corazón quebrantado y humillado, Señor, Tú no lo desprecias” (Sal 51, 19).

lunes, 7 de noviembre de 2011

EL SOCIALISMO O LA NUEVA “RELIGIÓN” (I)

Recuerdo aquí aquellas palabras que pronunció José Luis Rodríguez Zapatero: “La libertad os hará verdaderos”, parafraseando y adulterando las palabras de Jesucristo: “La verdad os hará libres” (Jn 8,32). Se me ocurre algún comentario acerca de estas palabras del señor Zapatero:

En principio, si se las considera superficialmente, aparecen como una solemne tontería, sin sentido,  y cuyo único objetivo es el de dárselas de gracioso. Pero, por otra parte, si bien se piensa, no cabe duda de que se trata de un enfrentamiento, sin ningún tipo de remordimiento de conciencia por parte del señor Zapatero, al parangonarlas con las palabras de Jesucristo, intentando colocarse a su misma altura. 

Nadie que creyera que Jesucristo es el Hijo de Dios haría esa comparación; y menos aún, siendo presidente del Gobierno de España, y manifestándose públicamente sin ningún tipo de recato. Contradiciendo a Jesucristo, está contradiciendo a Dios (en quien obviamente no cree), haciéndole mentiroso. No es verdad lo que decía Jesús. La verdad es la que él expresa en su frase, una frase que está en perfecta concordancia  con el pensamiento socialista que él representa en España en este momento.

Como sabemos, “a Dios nadie lo ha visto jamás; Dios Unigénito, que está en el seno del Padre, Él mismo es quien lo ha dado a conocer” (Jn 1, 18). Ese Dios Unigénito, que "se hizo hombre y habitó entre nosotros” (Jn 1,14) es Jesucristo, quien dijo de Sí mismo: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14,6). Verdadero Dios: “Felipe, el que me ve a Mí ve al Padre” (Jn 14,9). “El Padre y yo somos uno” (Jn 10,30)…y verdadero hombre, con una misión: “Yo soy Rey. Yo para esto he nacido y para eso vine al mundo, para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz” (Jn 18,37).

¿Cuál es la gran verdad que nos revela Jesucristo? Nos revela a Dios en Sí mismo. No tenemos más que observar qué hizo Jesús a lo largo de toda su vida. Él mismo nos lo dice: “Yo no hago nada por mí mismo, sino que hablo lo que me enseñó mi Padre. Y el que me ha enviado está conmigo; no me deja solo, porque Yo hago siempre lo que le agrada” (Jn 8, 28-29)

Viendo a Jesucristo, conocemos cómo es Dios. “En Cristo estaba Dios reconciliando consigo al mundo, no tomándole en cuenta de sus pecados” (2 Cor 5, 19). El mensaje que nos trae Jesús es el del Amor personal y único que Dios Padre tiene por cada uno de nosotros, que se expresó viniendo Él mismo, en la Persona de su Hijo, para salvarnos y que pudiéramos estar con Él algún día. En palabras de San Pablo, hablando de Jesucristo dice: "me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gal 2,20). 

Y dice San Juan en otro lugar: “Ved qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, y que lo seamos” (1 Jn 3,1). Esta es la gran verdad acerca de la vida que Jesucristo nos ha enseñado (nos ha revelado) para que lleguemos a ser auténticamente libres: “Si permanecéis en mi palabra, seréis en verdad discípulos míos, conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” (Jn 8,32). Palabras éstas que son Palabra de Dios, quien no puede cometer ningún error.

Sigue diciendo San Juan que, como siempre, es muy claro cuando habla: “¿Quién es el mentiroso sino el que niega que Jesús es el Cristo? Éste es el Anticristo, que niega al Padre y al Hijo. Todo el que niega al Hijo tampoco posee al Padre. Quien confiesa al Hijo también posee al Padre” (1 Jn 2, 22-23). Y más adelante: “Todo espíritu que confiesa que Jesucristo vino en carne, es de Dios; pero el espíritu que no confiese a Jesús, no es de Dios” (1 Jn 4, 2-3). “Quien tiene al Hijo tiene la vida; quien no tiene al Hijo, no tiene la vida de Dios” (1 Jn 5,12). Las citas se podrían multiplicar, pues están por todo el Evangelio y el Nuevo Testamento.

Pues bien, frente a estas palabras de Jesucristo acerca de la libertad que proviene de vivir en la verdad (o mejor, de vivir en Él, que es la Verdad) tenemos las palabras del señor Zapatero contradiciéndolas, de un modo irónico y descarado  “La libertad os hará verdaderos”.

En principio, no merecerían ningún tipo de comentario, por la sandez que suponen. Pero dado que han sido pronunciadas por el presidente de España, representante máximo del socialismo, a modo de simulacro, voy a tomármelas en serio y a realizar un pequeño análisis acerca de ellas. Intentaré averiguar, teniendo en cuenta los hechos acontecidos durante esta etapa de gobierno socialista, si obedecen realmente a algo más que a simples palabras. Mi intención es llegar así a algún tipo de conclusión acerca del pensamiento socialista, “encarnado” en este momento histórico en la persona del señor Zapatero y en su equipo de Gobierno.

Como método de trabajo, usaré como referencia “inequívoca” las conocidas palabras: “Por sus frutos los conoceréis” (Mt 7,16),   pronunciadas por Jesús, palabras que, como todos sabemos, son de sentido común, aunque por desgracia, éste brille por su ausencia en la época en la que nos ha tocado vivir.

miércoles, 19 de octubre de 2011

SEGUNDA CARTA A MARIANO RAJOY (y III)

Se impone, eso sí, el ser valientes, porque es muy grande el agujero en el que está inmersa la sociedad española, en lo económico y en lo moral. Yo estoy convencido de que si usted toma las medidas adecuadas, los hechos (que son los únicos que cuentan, en verdad) se encargarán de darle la razón en el futuro. 

Pero ahora no debe acobardarse. Piense, señor Rajoy, que cuenta con una inmensa mayoría de personas que se fían de usted. En cuanto al señor Rubalcaba sus palabras son solamente eso, palabras,  “sólo palabras que no dicen nada”, como señala la canción de Amaral, que tanto le gusta a este señor. Por lo tanto, “si ladran, que ladren”. 

Lo que no se puede consentir es que continúe la situación por la que estamos atravesando en la actualidad. Y no me refiero, tan solo, a la económica. Y me explico, si es que no lo he hecho ya antes con la suficiente claridad. Los socialistas alardean de “progreso” y hablan de los “logros sociales” conseguidos en la sociedad, gracias a ellos, en temas como el aborto, el divorcio, el “matrimonio” de homosexuales, la educación y la eutanasia,  por citar algunos. 

Cualquier persona que piense y razone con un mínimo de lógica y de sentido común sabe perfectamente que lo que llaman “logros” estos señores no son tales "logros", sino precisamente todo lo contrario: se trata de un auténtico retroceso hacia estados, previos al cristianismo, y completamente superados en la Historia de la Humanidad. Tales "progresos" son una marcha atrás en el verdadero progreso, que pasa siempre por el amor a la verdad, una verdad que brilla por su ausencia.

Concretando: Pienso que debe clarificar a sus electores cuál es su posición auténtica en temas de los que no le gusta mucho hablar (pero de los que hay que hablar necesariamente). Por ejemplo:

El aborto: según Ana Matos habría que esperar a la decisión del Tribunal Constitucional, un Tribunal que, como sabemos, está totalmente politizado. Eso no es ninguna solución; más bien supondría dejar las cosas como están. Por otra parte, yo recuerdo haberle oído decir, si no me falla la memoria, que se volvería a la ley anterior. En realidad, esto no sería tampoco la solución. Recordemos que dicha ley fue un coladero espantoso de abortos. La mayoría de las mujeres (mal aconsejadas, por otra parte) se amparaban “dudosamente” en uno de los supuestos “legales” para abortar. 

Lo propio, y esto sí que sería un auténtico progreso y un impulso a la vida, sería penalizar el aborto en todos los supuestos, según la ley anterior a 1985. Estoy convencido de que esto no lo va a hacer, aunque eso sería lo realmente correcto. Y explico por qué: un niño con malformaciones fetales es una persona humana, y merece vivir (primer supuesto); un hijo consecuencia de una violación (lo que es sumamente improbable) no tiene la culpa de esa violación (segundo supuesto); y siempre hay personas dispuestas a adoptar a ese niño. Y finalmente (tercer supuesto) el motivo que se aduce acerca de las razones de salud física y psíquica de la madre en la realidad es una auténtica farsa: está demostrado que la salud, tanto física como psíquica de la mujer se resiente mucho más cuando aborta que cuando, bien aconsejada, no lo hace; lo que tiene mucho sentido, puesto que el aborto es un crimen.

Sería importantísimo informar a las mujeres acerca de todas estas cosas. Eso sí que sería ayudarlas, en lugar de inducirlas a abortar. Eso es algo abominable, máxime si, además, se realiza con financiación pública, para más "inri".

Respecto a la legislación sobre la familia: debería de abolirse el llamado divorcio expréss y, por supuesto, la ley del mal llamado “matrimonio” homosexual, que no es tal matrimonio (no puede serlo, por naturaleza ). Esto sí que serían verdaderos logros. Esto sí que sería un verdadero “progreso”, porque está relacionado con el conocimiento de la realidad y la naturaleza de las cosas, tal y como éstas son. Como dije antes, el llamado “progreso” socialista es un retroceso increíble hacia estadios primitivos de la humanidad que ya habían sido superados con el advenimiento de Jesucristo.

Con relación a la educación para la ciudadanía: habría que suprimirla completamente. Eso evitaría “comeduras de coco” a los muchachos que no tienen ninguna culpa de la perversidad de algunos de sus mayores. No se puede imponer una ideología de género ni de ningún tipo a los alumnos; y menos aún en contra de la libertad de los padres.

Me estoy alargando demasiado, aunque en realidad no me importa mucho actuar así. Sencillamente me explayo y digo lo que pienso. Por otra parte, este post es muy improbable que usted lo vaya a leer. De todos modos yo lo voy a enviar a la sede del PP. Si lo lee bien; y si no, también. Yo, como un ciudadano más, católico por la gracia de Dios, he expresado todo lo que pienso con relación a las próximas elecciones del 20-N.

En las municipales del 22 de mayo, aunque con cierta reticencia,  voté PP. En estas generales, es muy posible que vote en blanco; y como yo, son muchísimos (más de los que usted piensa) los que lo harán lo mismo que yo; o bien, no votarán. Y, sinceramente, sería una pena. 

Como le dije en mi anterior carta defínase claramente sobre estos temas: así la gente que les vote sabrá, al menos, a qué atenerse; y no sólo para éstas sino también para las siguientes elecciones (si los hechos demuestran la veracidad de las promesas electorales).

Me voy a permitir darle un consejo. Tómelo o déjelo: "lo que nos jugamos es el verdadero bien de España y su continuidad como Nación, entre otras cosas; eso lo sabe usted mucho mejor que yo. Guíese por “la verdad” acerca de las cosas. Y olvídese de lo que fulanito o menganito puedan pensar o decir. En todo proyecto grande siempre se encuentran detractores y hay que contar con ello. Tenga las ideas claras acerca de lo que pretende conseguir. Y luego transmítaselas a sus votantes: esto es muy importante. Actuar de esa manera es mucho mejor que el engaño al que, por desgracia, nos tiene "acostumbrados" el gobierno socialista actual.

Vuelvo a insistir: ¡sea claro cuando hable! Diga todo lo que tenga que decir y no se calle. No piense en razones de tipo electoralista, no prometa nada que luego no vaya a cumplir, no le diga a la gente lo que usted considera que la gente quiere oir. Así es como actúa el partido socialista, diciendo una cosa en un lugar y la contraria en otro. Objetivo: que le voten. Y luego, una vez en el poder, gobernar sólo para favorecer a los que son de su partido.

Si así fuera, ¿qué más da votar al PP que al PSOE o a otro partido; o sencillamente no votar? ¿En qué se diferenciaría el PP del  PSOE? ¿Tan solo en la gestión económica? Si eso es así no cuenten con mi voto. Y no cuenten tampoco con el voto de los cristianos que tengan las ideas claras (que son más de los que pudiera parecer). Eso no sería bueno, porque entonces no obtendrían la mayoría absoluta; y este punto, pienso yo, que es muy importante para que la Nación salga a flote.

Aunque tengo mis dudas, espero que el PP no se remita a lo que diga el TC sobre estas “leyes” nefastas que no tienen categoría de ley: podría ocurrir que este órgano politizado de la Justicia hiciera lo que ustedes no desean. Y eso sería una catástrofe.

Espero -y deseo- que el PP tenga una postura propia ante estas leyes "inmorales" y "anti-natura", a las que me he referido antes. Y que se lo haga saber con claridad a sus electores. 

Créame: merece la pena.

Saludos afectuosos:

Un ciudadano de a pie

P.D.: Observo que en las listas electorales ha incluido al señor Gallardón como número cuatro. Yo le rogaría que, por favor, tanto él como otros de su mismo estilo de pensamiento y que militan en el PP, en el caso de presidir una “boda” gay que lo hagan a título particular, y no como representantes de la postura del PP ante ese tema, postura que deben esclarecer para que no haya lugar a dudas antes de proceder a la votación correspondiente.

SEGUNDA CARTA A MARIANO RAJOY (II)

Hoy se ataca todo lo que recuerda a Jesucristo. Aunque parezca increíble, se está incitando, "desde la legalidad", al odio contra los cristianos y contra la Iglesia, poniéndole todo tipo de pegas, y saltándose la Constitución impunemente, aunque esto de la Constitución es algo a lo que ya estamos acostumbrados; y ya no nos escandalizamos. De hecho, el propio Tribunal Constitucional parece que tiene como misión el cargarse la Constitución, porque sus sentencias se las traen, lo que tiene bastante sentido, por otra parte, puesto que se trata de un Tribunal completamente politizado y, por lo tanto, sin sentido.

 Por otra parte, al fin y al cabo, la Constitución está formada por una serie de normas inventadas por los hombres, de modo que puede cambiarse si así se estima oportuno.

Lo lamentable, entre otras cosas, de la Constitución actual que tenemos en España es que se ha redactado con tal ambigüedad que permite afirmar cosas completamente opuestas basándose en ella. Hay muchísimos ejemplos que corroboran esto que digo. Por poner sólo uno: en la Constitución se habla de laicidad del Estado, pero tal laicidad no existe. Lo que sí hay, de hecho, es un laicismo agresivo y violento contra los cristianos. De modo que la Constitución se la saltan a la torera... y no pasa nada.

Lo más grave es lo que sigue: todos conocemos que Jesucristo predicó  y vivió en su propia vida el mandamiento del amor. Ese es el mensaje cristiano por excelencia: "Dios es amor" (1 Jn 4,8)  Pues bien: al combatir a Dios, al Dios cristiano manifestado en Jesucristo, se está combatiendo el Amor. Y esto es una realidad como la copa de un pino.

Fíjese usted que todas las reivindicaciones que se hacen, todas sin excepción, conllevan una cierta carga de odio: 

- odio al niño que va a nacer (aborto o la píldora del día después)
- odio al anciano que nos complica la existencia (eutanasia)
- odio al niño a quien se le miente con la EpC y se le priva del conocimiento de lo bello y de lo verdadero, como si no fuera una persona sino un “animalito” con el que se puede experimentar 
- odio a la familia, como expresión máxima de amor entre un hombre y una mujer, abiertos a la vida (ahí tenemos el divorcio “express”, ante la más mínima contrariedad, o el llamado "matrimonio" gay, que es una aberración contra la naturaleza)
-odio a las personas que piensen de modo diferente (totalitarismo encubierto con la palabra democracia), etc…

Podría añadirse la corrupción de los políticos, la inclusión de ETA en los ayuntamientos, bajo el nombre de Bildu y muchas otras cosas por el estilo. El denominador común para todas estas barbaridades es la ausencia de Amor, como ya he dicho, bien, porque en el fondo viene a ser lo mismo, la pérdida del sentido del pecado.

Así es. Y tiene, además, su "lógica". El hombre ha decidido que Dios no existe. Dado que el pecado es una aversión a Dios para volverse a las criaturas, no puede haber pecado si no hay Dios. ¿Cómo se va a ofender a alguien que no tiene existencia y que es, sencillamente, producto de la imaginación de algunos? Con este planteamiento de relativismo ético absoluto, la moral no existe tampoco: cada uno se fabrica la suya. Pues cada persona decide qué es lo bueno y qué es lo malo, lo que no deja de ser mera palabrería porque lo bueno para uno es malo para otro y viceversa. Consecuencia: la gente no se entiende. El amor es también otra palabra más, la cual es entendida de modo diferente por las diferentes personas.

Como puede verse, se trata de auténticos disparates, de verdaderas locuras elevadas algunas incluso a rango de ciencia , por absurdo que pueda parecer (pues lo es) a cualquier persona con un mínimo de sentido común: aquellas personas, que las hay todavía, que siguen llamando "al pan pan y al vino vino".

La tan deseada expulsión de Dios de la sociedad, por parte de los socialistas, está produciendo, como vemos, resultados funestos: funestos para cada persona individualmente considerada; y funestos para la sociedad en su conjunto, desde cualquier punto de vista que se mire, también el económico.

Un buen político debe de tener en cuenta estas consideraciones porque está en juego el bien común de la sociedad. Y, si bien es cierto que hay que crear empleo y salir de la situación económica y financiera tan desgraciada en la que nos encontramos, esa gestión no dejaría de ser un mero “parche” si no se atacara la raíz de los males que han provocado dicha situación.

Insisto: supongamos que usted realiza una buena gestión y consigue que haya más empleo y que disminuya el déficit y que aumente la confianza de la gente para invertir, de modo que la economía salga a flote y no nos hundamos del todo. Todo eso estaría muy bien, más que bien, y sería de agradecer. Por supuesto que sí. Sin lugar a dudas. Nadie, en su sano juicio, pondría esto en duda, en el hipotético caso de que se produjera: todo el mundo desea tener un empleo y mejorar su situación económica. En eso todos coincidimos. No hay que hacer ningún acto de fe.

Y, sin embargo, el auténtico problema, o mejor dicho, la raíz de todos estos problemas que tenemos, es la que debe de ser atacada directamente: una sociedad que no ataque la raíz de los males que padece es una sociedad que no se sostiene; y que, tarde o temprano, más bien temprano que tarde, acabará en la bancarrota.

La solución pasa por mejorar a las personas, que son las que construyen la sociedad: valorarlas, decirles siempre la verdad, proporcionarles una educación de calidad, en todas las áreas del saber, etc... Y como consecuencia... entonces también la economía del país irá a mejor, porque si la gente mejora, la sociedad mejora, en todos los sentidos. Además, es importante predicar con el ejemplo: No se puede  exigir a los ciudadanos que cumplan con su deber si los políticos que los representan no cumplen con el suyo.
(Continuará)

martes, 18 de octubre de 2011

SEGUNDA CARTA A MARIANO RAJOY (I)

Estimado señor  Rajoy:

Antes de las elecciones municipales del 22 de mayo de este año escribí en mi blog lo que títulé “Carta abierta a Mariano Rajoy”. Al día de hoy me ratifico en todo lo que dije entonces, por lo que no lo voy a repetir ahora, aunque haga alguna referencia a lo más significativo de dicha carta.

Sinceramente, si usted habla de decir la verdad a su electorado, me gustaría que dijese toda la verdad, que se definiera con toda claridad; y de una manera muy especial en aquellos temas relacionados con la sanidad y la educación, que son aquellos en los que más hacen hincapié los socialistas, pero que no brillan, precisamente, por su ortodoxia.

Tal vez usted piense que no es conveniente hablar de esos temas, por miedo a perder el voto de determinadas personas. Creo que es un error. Y que es, en realidad, todo lo contrario.

- Los que han decidido no votarle así lo harán, porque no se atienen a razonamientos, a saber: todos los partidarios del aborto, el lobby gay y, en general, las personas que odian la Religión.
- Hay muchos que tienen claro votar al PP. Pero dentro de este conjunto están también aquellos que votan PP sólo por razones de tipo económico.
- En cuanto a los indecisos, esperan que usted se pronuncie con claridad respecto a temas fundamentales que no son, precisamente, los económicos, con ser éstos muy importantes.

Ciertamente el desempleo es hoy un gravísimo problema en España, así como lo va a ser el gran agujero económico con el que se van a encontrar cuando los socialistas salgan del Gobierno de la Nación, lo que espero que se produzca.

En cualquier caso, pienso que los problemas hay que atajarlos en su raíz. Y la raíz de todos los problemas que padecemos actualmente es que el hombre de hoy ha dado la espalda al único Dios, encarnado en Jesucristo, quien afirmó de Sí mismo que era “el Camino, la Verdad y la Vida”. 

Esto ocurre a nivel mundial, pero de una manera muy especial en España.  Seguramente me dirá, y con razón, que todo eso pertenece al ámbito religioso. Y que un político no debe inmiscuirse en Religión; y estará en lo cierto.

Sin embargo, eso es precisamente lo que han estado haciendo los socialistas durante estos siete años y medio que llevan “gobernando” la “Nación”: inmiscuirse en Religión descaradamente (cuando no es ese un terreno de su competencia como políticos) y, además, desde el primer día de su mandato, con el odio que les caracteriza y con el propósito, claro a todas luces, de que la Religión se relegue a la vida privada y desaparezca de la vida pública: ellos son los únicos que deben de controlarlo todo; de modo que Jesucristo y todo lo que es cristiano, es ridiculizado cínicamente, desde el propio gobierno y desde programas y obras de teatro que todos pagamos;  aduciendo, además, como causa de esa actuación, el respeto a la libertad de expresión. 

No deja de ser curioso que esa libertad de expresión se niega a todo aquel que no piense como ellos y que intente educar a sus hijos en el amor a Dios.

Bajo la palabra “democracia” tenemos actualmente un gobierno “tiránico” que, además, se vanagloria de serlo. Mienten descaradamente, diciendo un día una cosa y otro día otra, como si eso fuese lo normal. Ha sido mucho lo que han destrozado en el poco tiempo que han estado; se han dado mucha prisa en hacerlo, caiga quien caiga, y no importando las clarísimas contradicciones en las que han incurrido a lo largo de toda su legislatura. Y es que esas aparentes contradicciones, que lo son objetivamente, forman parte de su estrategia para desconcertar a la gente.

Habría que restituir todo lo que ellos han destruido. Y, además, con carácter de verdadera urgencia. Si algo negativo achaco al gobierno de Aznar es, precisamente, la lentitud en sus decisiones que dio lugar a que pasaran ocho años y que gran número de hermosos proyectos no se llevaran a cabo, lamentablemente.

Tenemos mucho que aprender de los socialistas, en ese sentido: ellos han sido mucho más astutos (hay que reconocérselo, porque es la pura verdad); han logrado en poco tiempo la destrucción de España en casi todos los ámbitos, “curiosamente” comenzando por el ámbito religioso y “curiosamente también”, acabando en dicho ámbito: no hay más que oír lo que dice Rubalcaba en sus propuestas con relación a la Iglesia, si gana las próximas elecciones.

¿Por qué ese odio a lo religioso; y en concreto, a la Religión Católica? Habrá infinidad de “razones”, pero una es segura: la Iglesia Católica es garante de la libertad del ser humano, de su verdadera libertad. La Iglesia defiende la razón y la verdadera ciencia, favorece el desarrollo de las personas como tales personas. Y esto es algo que les molesta horrores.

¿Por qué? Podríamos decir que es un "misterio"; pero, por otra parte, si hay algo que no admite lugar a discusión, es el hecho de la ambición de los socialistas por conseguir el control absoluto de la sociedad, un deseo que es propio de todos los regímenes totalitarios. 

Claro que para eso es necesario que la gente esté adormecida, y no piense. Y aquí es precisamente donde aparece el problema con la Religión, en concreto con la Religión católica, porque ésta hace pensar a la gente; enseña a las personas su valor auténtico como personas, que no son un número más dentro de una masa de individuos; que cada una de ellas es importante, porque por cada una ha derramado Jesucristo su sangre en la cruz.

Esa realidad acerca de la auténtica valía del ser humano, que sólo es posible conocer plenamente a través de la religión católica, es algo que los socialistas no pueden soportar. 

Mientras exista la Religión católica, ellos no podrán tener el control total de las mentes, que es a lo que aspiran: esa es su finalidad, mejor o peor confesada. 

Y para conseguir sus propósitos, no importan los medios usados, según la conocida frase, atribuida a Maquiavelo, de que “el fin justifica los medios”.

En este sentido, digo, en el sentido de proteger las libertades de los ciudadanos, el nuevo Gobierno debe de intervenir necesariamente; y eso no significa que sea un gobierno confesional. 

El gobierno es aconfesional, pero debe defender siempre el bien de las personas que tiene a su cargo. Todo atentado contra la libertad de los ciudadanos debe de ser combatido por un Gobierno que aspira a ser un verdadero Gobierno de la Nación.  A esto me refiero, precisamente, cuando digo que es la raíz de los problemas lo que hay que atacar prioritariamente: se debe facilitar a la gente la posibilidad de ser cristianos sin ser, por ello, desprestigiados; máxime cuando, como sabemos, es la Religión católica, se reconozca o no, la causa del auténtico progreso de la sociedad. 

Aunque sólo fuera por consideraciones meramente humanas, la religión católica debería ser conocida y enseñada en los colegios (asignatura optativa, si se quiere) y debería valorarse este conocimiento cultural con su correspondiente nota, al igual que se valora el conocimiento de las matemáticas, la lengua, los idiomas, etc…, dada la enorme importancia que tiene este conocimiento (¡hoy más que nunca!)

La incultura religiosa y, en particular, el desconocimiento de la religión católica en toda su integridad, eso -más que ninguna otra cosa- es lo que va a acarrear graves problemas a este  mundo nuestro: ya los está acarreando, pero los problemas que se avecinan serán mucho peores, si no ponemos todos los medios por salir de esta incultura religiosa que existe. La religión católica es manipulada y muchos católicos desconocen los maravillosos misterios del cristianismo. Así es, por desgracia y por obra y gracia, entre otras cosas, del "gobierno" actual que padecemos. 

El verdadero progreso  va siempre unido a la verdad y no a la modernidad, que es cambiante; y requiere, entre otras cosas, poseer una cultura mínima acerca de lo que es en verdad la religión católica. 

Hoy se están dando pasos de gigante "hacia atrás" en este sentido, engañando a la gente con una idea de progreso completamente falsa, basada a su vez en un mal entendido concepto de libertad. Es un hecho que el hombre de hoy no es feliz, en su inmensa mayoría, aunque no sea suficientemente consciente de ello, debido a que está siendo estafado desde las más altas esferas, tanto políticas como también religiosas, por desgracia (en algunos casos).

Es completamente cierto que hoy padecemos una tremenda crisis económica, social y moral: cinco millones de parados, los ERES, el caso faisán, etc. El “talante” del “gobierno” que tenemos se ha caracterizado, durante estos años, por la incompetencia, el robo y el uso de las arcas del Estado para fines de eficacia más que dudosa, por no decir palabras mayores, todo lo cual ha colocado a España en la situación en la que actualmente se encuentra.

Pero siendo verdad todo esto, en realidad no es sino una consecuencia, esperada por otra parte, debido a la inmoralidad y el cinismo de este gobierno. Y, como ya he dicho, y me reitero, eso es lo que hay que atacar como prioritario: tenemos que volver a recuperar los valores que se han perdido; la gente está cada vez más confundida y desanimada debido, básicamente, a su alejamiento de Dios, un alejamiento promovido, en gran parte, por este gobierno y manifestado en forma de “leyes”, unas “leyes” injustas, por otra parte, y que no merecen, por lo tanto, el calificativo de “leyes”, por muy rubricadas que estén en el BOE. Con respecto a dichas "leyes" es preciso actuar como lo hizo San Pedro en su momento, cuando le prohibieron que predicaran en nombre de Jesús: "Es preciso obedecer a Dios antes que a los hombres" (Hch 5, 29)

Algunos ejemplos reales nos hablan de esta enorme pérdida de Dios, que es Camino, Verdad y Vida. Y así:

- Se han legalizado “aberraciones” que van contra el derecho natural, como el mal llamado “matrimonio” homosexual (pérdida del Camino, confundiendo a la gente)

- Se ha legalizado la “asignatura” de “educación para la ciudadanía”, que es cualquier cosa menos educación, con el grave daño que produce a los niños, a quienes se les engaña vilmente, mediante la imposición (obligatoria) de la ideología de género, en contra del deseo de sus padres, que son los verdaderos responsables de la educación de sus hijos. ¿Acaso no saben los gobernantes que la función del Estado es meramente subsidiaria? (pérdida de la Verdad, sustituida por la mentira)

- Vivimos, además, en lo que se ha denominado, con razón, la “cultura” de la muerte. Ahí tenemos, sin ir más lejos, la legalización del aborto como un “derecho” de la mujer; y el anteproyecto de ley de eutanasia. Bajo capa de compasión, lo que hay detrás es la supervivencia del más fuerte, o ley de la selva (pérdida de la vida de miles de personas).

En definitiva: nos han robado a Dios, hemos perdido a Aquél que es el Camino, la Verdad y la Vida. Y por eso andamos tan desorientados y tan necesitados de buenos pastores y de buenos gobernantes. No deberíamos olvidar la lección que nos da la Historia: un pueblo corrompido está al borde de su extinción, tal y como ocurrió, por ejemplo, con el Imperio Romano.
(Continuará)