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sábado, 17 de noviembre de 2018

SOME GOOD GUYS, BUT NOT ENOUGH And one really bad one (Michael Voris)


Duración 5:30 minutos


I'm Michael Voris wrapping up our coverage of the bishops' sex abuse meeting here in Baltimore, or rather what was supposed to be a meeting about clerical sex abuse — which is mostly homosexual clergy sex abuse.

But it didn't exactly turn out that way once the gay mob in Rome abruptly ordered the U.S. bishops to cancel their planned vote on trying to get to the bottom of things. After that happened, not much else did.

There were speeches and grandstanding and controlling of events by Rome's waterboy, Cdl. Cupich, and as an aside, what a frightening thought that he may very well be voting on the next pope — him and quite a few others.

But some things did happen that were a cause for hope. A number of the less big-name bishops didspeak out and assert Catholicism, which must have been shocking to some of their fellow prelates. Bishops Strickland of Tyler, Texas; Daly of Spokane, Paprocki of Springfield, Illinois; Cozzens of St. Paul and Minneapolis; and McKnight of Jefferson City were the few who publicly insisted on fidelity to the Church's teaching.

And thank God for them. Privately, a number of other bishops were also applauding them but, because they haven't quite gotten up the nerve yet, remained in the background. They need to change that — and fast.

But no doubt about it, the entire meeting was dominated by what Abp. Viganò correctly labeled the homosexual current so dominant in the hierarchy. Cupich has clearly emerged as the conductor of this gay orchestra, and the bishops here know it.

At one point, a vote was taken to recommend the Vatican make public the entire file of McCarrick. Cupich seized control and made known — for a bunch of politically motivated reasons dressed up to appear reasonable — that the bishops should vote down any such measure.

They dutifully compiled by a vote of roughly 130-80 — no transparency needed. When Cdl. O'Malley suggested what many consider to be a change in the definition of "vulnerable adults" when categorizing sex abuse victims, it was again Cupich who seized control and said things would be complicated involving priests having sex with adults if the adults were consenting.

Every time the man speaks, he sounds more like a corporate chieftain than a successor of the Apostles. The mystery is: has he been given complete freedom by Rome to control the conference the way he sees fit, or is he consulting every step of the way and checking in with Rome frequently?

At this rate, it is far less than the conference of U.S. bishops, it would be more accurate to describe it as the Cupich Conference and some other bishops just hanging out. Current president Daniel DiNardo has effectively been removed from any serious power or authority. That was evident by the smackdown he received from Francis in August when the Pope told him to take a hike when he asked for an investigation into the McCarrick affair.

Cupich is beyond doubt in control of the U.S. hierarchy, just as his successor Joseph Bernardin — also from Chicago — was in control. And he is in control because Rome — the homosexualist current in Rome — has anointed him to be so.

Cupich has been the one parading around the world announcing a revolution in the Church, a paradigm shift in the Church — all his words. For a papacy claiming to be so down with the idea of local control, it appears that's the desire — until it's not.

Cupich is Rome's man in America and the instrument by which Rome will control everything it can in the United States in the continuing effort to advance modernism.

James Martin will still romp around the nation declaring sodomy is a gift from God and all who oppose it are mean.

Thomas Rosica will go on saying which sites are the only approved sites in Catholic social media and all others are to be not trusted.

And Cupich will continue to assert his will, which is the will of the homosexual current, whenever he feels the need to flex his muscle.

In closing, we bumped into Cupich in the hotel lobby and asked him why he says active homosexual couples should be allowed to receive Holy Communion.

Here's a very brief clip of the end of our very brief visit.

I asked the question, and he scurried up the escalator.

Yep, got to get to that meeting — very important meeting, got to get to the meeting.

We asked another bishop if he believed what Cupich says about active homosexuals being able to receive Holy Communion, and he said no, he doesn't agree with that.

When we pressed him and said, "Well then, why don't you say something to Cupich and challenge him?" he answered back, "Well, he didn't ask me."

There are a few good men here. Their ranks need to swell and swell soon if there is any hope for the Church in America. U.S. Catholics have had enough wimps wearing miters.


Michael Voris

jueves, 15 de noviembre de 2018

Los obispos americanos votan NO pedir al Vaticano que abra los archivos sobre McCarrick (Carlos Esteban)



Si algunos nos sentimos animados por algunos indicios de que, por una vez, el episcopado estadounidense fuera a tomarse en serio el escándalo de los abusos sexuales por parte del clero, nuestro gozo en un pozo: ayer votaron ‘no’ a la propuesta de pedir a Roma que abriera los archivos sobre McCarrick. Los trapos sucios seguirán lavándose en casa … Si es que se lavan.

Durante un momento pareció que se lo iban a tomar en serio. La prohibición de Roma de votar medidas contra los abusos sexuales en la asamblea plenaria reunida en Baltimore a solo 24 horas de su inicio parecía haber abierto los ojos a muchos obispos ante sus responsabilidades diocesanas. El Cardenal DiNardo, su presidente, expresó abiertamente su decepción y masculló su enfado -“esto no suena mucho a sinodalidad”-; Strickland, de Tyler, en Texas, alertó sobre la infiltración homosexual en las filas del clero y Cordileone, de San Francisco, pidió un estudio científico para aclarar la relación entre homosexualidad en el sacerdocio y abusos. Algo, en fin, empezaba a moverse en el adormecido episcopado norteamericano.

Fue un espejismo, olvídenlo. En el último día de la asamblea, los obispos votaron por 137 contra 83 (tres abstenciones) contra la propuesta de “animar” a la Santa Sede a hacer públicos todos los documentos sobre denuncias de conductas sexuales irregulares contra el arzobispo emérito de Washington, Theodore McCarrick, tras media hora de debate. Nada que ver aquí, sigan circulando.

La transparencia es una buena palabra para repetirla a menudo, pero un concepto peliagudo para practicarlo. Al final, los obispos americanos parecen tener tan poco interés como el Vaticano en que salgan a la luz los pecadillos propios y de los amigos. Después de todo, ¿por qué iban a querer los obispos ser investigados, mucho menos por los laicos? El “protagonismo creciente de los laicos”, es ya evidente, resulta un buen lema publicitario, pero nada más.

La propuesta partía de Earl Boyea, obispo de Lansing, y pedía que “los obispos de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos animen al Santo Padre a publicar toda la documentación que pueda publicarse en atención a la ley canónica y civil concerniente a la mala conducta del arzobispo McCarrick”.

Quizá los obispos, aislados como suelen estar los poderosos, no se dan cuenta de la situación; o tal vez sí, y prefieren la sospecha a las pruebas que podrían salir de una apertura de los archivos; el caso es que su indignante negativa hace que la infiltración masiva de homosexuales y homosexualistas en las filas del clero deje de ser una paranoica teoría de la conspiración para convertirse en una explicación plausible de la crisis.

Es el sentimiento de desaliento que cunde ya entre los obispos fieles, decididos a limpiar los establos de Augias del clero católico norteamericano. Como el obispo de Spokane, en el estado de Washington, que ha llegado a preguntar a sus colegas reunidos en Baltimore si alguno de ellos ha dejado de creer que esté mal que los adultos se impliquen en actividades homosexuales. Daly planteó las “razones” por las que los obispos se habían hecho los locos ante el acoso homosexual de McCarrick sobre seminaristas y jóvenes sacerdotes, un rumor muy extendido entre las filas del clero durante décadas.

“¿Fue posible que pasara porque tenemos algunos obispos y sacerdotes que ya no ven nada malo en el sexo consentido entre adultos dentro del clero?”, se pregunta Daly. 

Las otras razones que planteó no eran menos deprimentes. “Podría ser que ellos mismos estuvieran comprometidos. Otros, clérigos ambiciosos en la escalera mecánica eclesiástica, haciendo cuanto podían para ocultar las cosas y callar lo que sabían, para seguir escalando puestos. Y luego está el darse cuenta con tristeza de que algunos, implicados en estas cosas, no pensaron realmente en nada, no se preguntaron: ¿qué ha sido de mi vocación?”.

Carlos Esteban

Gato encerrado, y estofado



¿Hasta cuándo Señor?
por Robert Royal
Miércoles, 14 de noviembre de 2018

Durante los últimos dos días he estado de viaje y muy ocupado; cuando abordaba un avión, recién me vine a enterar de la noticia del pedido del Vaticano a nuestros obispos americanos en el sentido de que no voten sobre ningún protocolo de actuación para resolver la crisis de los abusos. Y ahora que esto escribo han pasado 24 hs. desde entonces, mientras intento ponerme al tanto con esta noticia tan extraña. Posiblemente se me ocurran más cosas para decir más adelante, pero por ahora, sencillamente me cuesta creer que no es todo sino producto de un mal sueño.
Hace meses ya que el Vaticano sabía que los obispos se iban a ocupar de la cuestión de los abusos en su encuentro de todos los otoños, en Baltimore. El Papa les pidió que lo cancelaran y que en lugar de eso participaran de un retiro espiritual, a la espera de la reunión en Roma de los presidentes de las conferencias episcopales de todo el mundo, encuentro previsto para febrero del año que viene. 
Resulta difícil adivinar con algún grado de precisión qué es lo que el Papa Francisco teme que suceda en la reunión de estos días en Baltimore.
Hemos oído por ahí vagas referencias a que las decisiones de los obispos americanos podrían violar normas del Derecho Canónico. Pero ¿desde cuándo este papado se ha visto restringido por cuestiones legales—o querido que los obispos del mundo entero cumplan con el Derecho Canónico—cuando quiso realmente que alguna cosa se hiciese?
Sea cual fuere ese temor, esperar hasta el mismísimo día de la inauguración de la reunión para pedir que no se votara nada, es cosa prácticamente sin precedentes. Es triste admitirlo, pero para muchos americanos, probablemente el Papa ha confirmado lo que se ha visto obligado a admitir en Chile: que él es parte del problema. Que nadie lo haya convencido de que esta decisión se convertiría en una pesadilla de relaciones públicas—y que causaría más problemas que una franca discusión y una votación (cuyo resultado en cualquier caso, siempre se podía atenuar más adelante)—constituye un signo de dónde estamos en la Iglesia en los días que corren. 
Espero llegar a Baltimore hoy mismo para tomar la temperatura personalmente. Pero las noticias que he visto dicen que el Cardenal Cupich se puso de pie cuando el Presidente de la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos, Cardenal Di Nardo, estaba expresando su desilusión por razón de la decisión del Vaticano, para decir: “Está claro que la Santa Sede está tomando la crisis de los abusos muy seriamente.” ¿De veras? Si fuera así de claro, no haría falta decirlo. 
O explicar, como procedió a hacerlo Cupich, con frases obviamente preparadas de antemano, por qué la asamblea de obispos debía aceptar algo claramente inaceptable, como parece que muchos de ellos advirtieron inmediatamente. Su recomendación, que claramente procedía del mismísimo Papa, era la de convocar a otra reunión más para el mes de marzo, después del encuentro de los presidentes de las conferencias episcopales en febrero. Varias víctimas de los abusos y organizaciones que los defienden ya no esperaban gran cosa de la reunión de este mes de noviembre, que en sí misma viene a convocarse morosamente, varios meses después de las últimas revelaciones. 
En la jerga política de Washington esto se llamaría patear la pelota afuera con la esperanza de que se convertirá en el problema de otro, o que todo quedará olvidado, tapado por un nuevo ciclo de noticias.
Desde luego, ya contaríamos con evidencia tangible de eso si “el Vaticano” estuviese “tomando seriamente la crisis de los abusos”. Algunos de los defensores del Papa Francisco han notado que es el único papa de los tiempos modernos que obligó a un Cardenal (McCarrick) a renunciar. Cierto, pero eso sólo después de que la Arquidiócesis de Nueva York determinó que había cometido un delito al molestar a un menor de edad. 
Las normas actuales de la Iglesia de los Estados Unidos establecen que semejante crimen no se podía encubrir y que debía reportárselo a las autoridades civiles. Que fue esencialmente lo que le forzó la mano a Roma. Y McCarrick, es, medio año después, todavía, inexplicablemente, sacerdote.
La otra evidencia de la que disponemos acerca de cuán seriamente se toma Roma la crisis de los abusos, procede de otro lado. El mes de diciembre pasado, el Vaticano sencillamente dejó que la Comisión Pontificia para la Protección de los Niños expire. En cierta forma, no se perdió gran cosa con eso, puesto que, a pesar de la catarata de alabanzas cuando fue creada, la dicha comisión no hizo gran cosa. Varios de sus miembros, fueron renunciando a modo de protesta por su inacción. 
Pero, ¿dejarla expirar? Unos meses después resultó reconstruida, mas nadie ha oído ni visto nada de esta comisión que sugiera que fuera a jugar algún papel en lo que ahora es una crisis global.
A la gente de habla inglesa se le hará difícil de creer, pero gran parte de los medios en Italia y partes de Europa acompañan al Papa en su falta de sentido de urgencia que tiene toda esta cuestión de los abusos. Parecerían ignorar—o son sencillamente renuentes a aceptarlo—que efectivamente hay una crisis, más allá de un importante número de sacerdotes y obispos envueltos en escándalos de este tipo.

Si uno habla con gente del Vaticano o de sus suburbios, tienden a creer que se trata de una aberración específicamente americana (olvidando convenientemente de que hay problemas parecidos en Chile, Honduras, Irlanda, Australia, la propia Italia, el propio Vaticano y otros países). Ellos dicen que nuestros obispos (americanos) han manejado todo esto torpemente al punto que se le ha ido de las manos. 
En determinada oportunidad, el Cardenal Maradiaga, la mano derecha del Papa en el Colegio de Cardenales (él mismo implicado en escándalos sexuales y financieros en Honduras), atribuyó las revelaciones en los Estados Unidos del año 2002 a influencias judaicas y masónicas en la prensa americana, que, según sostuvo, buscan destruir a la Iglesia. Después se disculpó—pero eso es claramente lo que él, e indudablemente otros en los más altos niveles del Vaticano, realmente creen.
Uno se puede desgañitar tratando de explicarles cuán extendida es la bronca entre los laicos, y muchos sacerdotes y obispos en razón de todo esto. Hasta ahora, el modo en que Roma ha estado encarando estas novedades, ha sido como trató las denuncias del Arzobispo Viganò—esto es, no hacer nada. Eso hace que mucha gente—incluso fieles católicos—sospechen, con o sin razón, de que aquí hay gato encerrado, de que hay personajes muy poderosos tratando de que estas cosas no salgan a la luz. 
Uno puede intentar culpar a la lentitud de la burocracia vaticana, a la existencia de resentimientos entre los miembros de la jerarquía, a cierta antipatía contra el Papa, a la influencia del mismísimo Satán. Pero lo cierto es que simplemente la gente no quiere más discursos, reuniones, comisiones. Quieren acción. Y quieren verdad
En lugar de eso, lo que ven es que, incluso cuando nuestros obispos americanos quieren tomar algunos primeros pasos tentativos para encarar un problema tan enredado como urgente, un problema que involucra no sólo la protección de inocentes sino también la credibilidad moral de la Iglesia, Roma dice: No, esperen. 

Tradujo: Jack Tollers

martes, 13 de noviembre de 2018

Viganò reaparece para animar a los obispos americanos a que sean “pastores valientes” (Carlos Esteban)



El hombre más buscado de la jerarquía católica, el arzobispo Carlo María Viganò, ha reaparecido en plena crisis entre el Vaticano y el episcopado americano con una breve nota en la que anima a los obispos de Estados Unidos a que sean “valientes pastores” y no “ovejas asustadas”.
“Queridos Hermanos Obispos de Estados Unidos”, comienza la breve nota del ‘desaparecido’ Viganò dirigida a los prelados estadounidenses, reunidos en Baltimore en asamblea plenaria. “Escribo para recordaros el sagrado mandato que recibisteis el día de vuestra ordenación episcopal: llevar el rebaño a Cristo. Meditad las palabras de Proverbios 9:10: El temor del Señor es el principio de la sabiduría. No os comportéis como ovejas asustadas, sino como valientes pastores. No temáis alzaros y hacer lo correcto por las víctimas, por los fieles y por vuestra propia salvación. El Señor actuará con cada uno de nostros según nuestras acciones y omisiones”. Y concluye: “Ayuno y rezo por vosotros”.
Si parecía imposible tensar aún más la situación entre la jerarquía norteamericana, esta nota sin duda lo ha conseguido. El mensaje del ‘arzobispo a la fuga’ llega sólo un día después de que se haya iniciado en Baltimore una esperadísima asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos de la que el Vaticano, solo 24 horas antes de su comienzo, ha obligado a retirar el asunto central, casi el único: la estrategia para responder a la crisis de abusos y encubrimiento de abusos sexuales por parte de clérigos.

Los obispos tenía ya preparadas dos propuestas, una para fijar las directrices de conductas de los obispos en este asunto y otra, aún más importante, para crear una comisión de investigación permanente liderada por laicos para tratar denuncias contra obispos por encubrimiento. 

El cardenal DiNardo, visiblemente contrariado, no ha podido dejar de expresar su “decepción” por esta orden de última hora, supuestamente emitida por la Congregación de los Obispos, dirigida por el cardenal canadiense Ouellet.

Supuestamente, el Vaticano prefiere que el asunto sea tratado en el sínodo ‘ad hoc’ proyectado para febrero de modo que sea aplicable a la Iglesia Universal, pero lo sorpresivo de las perentorias instrucciones sugieren que Su Santidad no se fía del episcopado norteamericano ni tiene el menor deseo de que los laicos tengan voz en este asunto.

También se especula con la idea de que en la Curia no ha sentado especialmente bien la cantidad de obispos norteamericanos que, o bien han testimoniado la integridad del carácter de Viganò con motivo de la publicación de su demoledor testimonio, o bien han hecho pública su solicitud al Vaticano para que se aclaren las acusaciones vertidas por el arzobispo.
Carlos Esteban

¿Sinodalidad? ¿Quién habló de ella?...



Por un momento interrumpo la serie de apuntes sobre Clericalismo y Diezmo, para tomar nota de las impactantes noticias que se han producido entre ayer y hoy.

La cuestión que ahora se plantea es: ¿qué valor en realidad tiene la "Sinodalidad", el neologismo más reciente en el creativo e inventivo vocabulario de nuestro estimado Pontífice?

Por lo que se llegó a saber tras el reciente Sínodo de Obispos en Roma dedicado a la Juventud y las Vocaciones, la idea era que a las conferencias nacionales de obispos se les otorgaría más autonomía (i.e. independencia de Roma) en la decisión y regulación de sus propios asuntos locales. A punto tal que la nueva concepción de la Iglesia, nacida evidentemente por iniciativa de Su Santidad, el papa Francisco, quien viene hablando desde hace tiempo de "Sinodalidad", fue enseguida criticada desde diversos ángulos, como si se tratara de un movimiento "neo-galicano" o de querer imponer en la Iglesia una especie de "comunión anglicana". Pero la realidad, una vez más, demuestra ser muy diferente de los discursos, sobre todo de los discursos de Su Santidad.

Minutos antes de que la Conferencia de Obispos de USA comenzara a debatir dos mociones importantes sobre abuso sexual y el rol de los obispos (incluyendo el proyecto de constituir un panel de asesores laicos), fue recibida una inesperada llamada telefónica desde Roma, para instruir al Cardenal Di Nardo, actual presidente de la Conferencia de Obispos estadounidenses, que abortara la iniciativa sinodal

El asunto, se argumentó desde el Vaticano, debía archivarse hasta la futura reunión de los Presidentes de las Conferencias Episcopales de todo el mundo, convocada por Su Santidad para el mes de febrero de 2019. Mientras tanto, como director del retiro espiritual en que, de hecho, fue convertido abruptamente el sínodo de obispos norteamericanos, los prelados fueron honrados por la oferta de Fr Cantalamessa, el predicador de la casa pontificia: una oferta que probablemente no podía ser rechazada.

De modo que, justo cuando la "Sinodalidad" amenazaba con afianzarse y hacerse fuerte realidad en la Conferencia Episcopal nacional más poderosa (y más escandalosa) del mundo, el férreo control absolutista del Vaticano se hizo enseguida sentir, a través de la voz del obediente y pequeño Cardenal Cupich (¿quién si no él?) ya preparado para saltar a la defensa de Su Santidad. “Está claro que la Santa Sede está tomando en serio la crisis de los abusos”, dijo Cupich, dicen que sin inmutarse ni ruborizarse. (Blase Cupich es uno de los dos estadounidenses de la Congregación para los Obispos, que emitió la prohibición. El otro -el lector entenderá la ironía- es Donald Wuerl).

La conclusión a la que habrán llegado todos los católicos que son capaces de razonar con libre criterio (y libres de mentalidad clericalista), es que después de este nuevo comportamiento autoritario de Su Santidad, ya no se puede confiar en nada de lo que se dice o se proclama en este pontificado. Todo es humo y espejos, cartón y piedra, escenografía puesta en escena.

Sin embargo, esto no sólo indica que la historia narrada por Marcantonio Colonna (Henry Sire) en su “El Papa Dictador”, tendrá nuevas ediciones actualizadas; sino que también es probable (hay que rezar por ello) que la iniciativa de los obispos norteamericanos no quede tan fácilmente truncada. Y lo digo porque hoy mismo el sínodo en USA ha recibido una breve pero significativa carta de quien fuera allí nuncio apostólico, el Arzobispo Carlo María Viganò. Su texto es el siguiente:
Queridos hermanos obispos en USA,
Les escribo para recordarles el sagrado mandato que han recibido el día de su ordenación episcopal: guiar el rebaño hacia Cristo. Mediten en Proverbios 9,10: “¡El temor del Señor es el principio de la sabiduría!”.
No se comporten como ovejas asustadas, sino como valientes pastores. No tengan miedo de pararse y hacer lo correcto por las víctimas, por los fieles y por su propia salvación. El Señor nos retribuirá a cada uno de nosotros según nuestras acciones y omisiones.
Estoy ayunando y rezando por Ustedes.
Arzobispo Carlo María ViganòSu anterior nuncio apostólico13 de noviembre de 2018Santa Francisca Javier Cabrini
Quizás no todo esté perdido todavía. De hecho, otra noticia de estos días es que la Conferencia Episcopal de Francia ha puesto en acción una iniciativa contra los abusos, de perfil muy similar a la que querían aplicar los obispos estadounidenses

¿Podrá detener también Su Santidad ésta y otras probables iniciativas "sinodales" que él mismo ha promocionado?...

IPSI GLORIA

ÚLTIMA HORA: Mons. Viganò insta a los obispos de Estados Unidos para hacer frente a los abusos sexuales como 'pastores valientes' (Diane Montagna)




ROME, November 13, 2018 (LifeSiteNews) — Archbishop Carlo Maria Viganò today issued a brief message to the U.S. Bishops, urging them to confront sex abuse as “courageous shepherds” rather than “frightened sheep.”
The U.S. Bishops are currently in Baltimore at their much-anticipated fall annual meeting at which they were expected to vote on concrete proposals to hold bishops accountable for their failures after the revelations about former Cardinal Theodore McCarrick.
Today’s message from the former Apostolic Nuncio to the United States (2011-2016) comes one day after the Vatican insisted that U.S. Bishops not vote at their fall assembly on two action items to prevent sexual abuse coverup: standards of accountability for bishops and the special commission for receiving complaints against bishops.
Here below we publish the official English text of Archbishop Viganò’s message to U.S. Bishops, dated November 13.
***
Dear Brother Bishops in the US,
I am writing to remind you of the sacred mandate you were given on the day of your episcopal ordination: to lead the flock to Christ. Meditate on Proverbs 9:10: The fear of the Lord is the beginning of wisdom! Do not behave like frightened sheep, but as courageous shepherds. Do not be afraid of standing up and doing the right thing for the victims, for the faithful and for your own salvation. The Lord will render to every one of us according to our actions and omissions.
I am fasting and praying for you.
Arch. Carlo Maria Viganò
Your former Apostolic Nuncio
November 13, 2018
Saint Frances Xavier Cabrin

Vaticano bloquea votación de obispos de EEUU sobre medidas propuestas para enfrentar la crisis de abusos sexuales




El Vaticano prohíbe que la plenaria de los obispos de EE UU discuta medidas contra los abusos - Carlos Esteban




Esperadísima asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, pero una iniciativa de Roma le ha privado de su principal interés: el Vaticano no quiere que se debatan medidas para luchar contra el encubrimiento de abusos sexuales por parte del clero antes de su reunión en Roma el próximo febrero.

No habrá votación en la asamblea plenaria de los obispos estadounidenses reunida desde hoy en Baltimore sobre dos propuestas clave para responder a la crisis de los abusos, contra lo que estaba previsto, ha anunciado su presidente, el cardenal Daniel DiNardo.

La noticia de última hora, que ha sorprendido a los medios asistentes a la rueda de prensa inicial, se debe a instrucciones ‘in extremis’ llegadas de Roma para que se retrase el estudio de un nuevo código de conducta para los obispos y la creación de un organismo dominado por los laicos para investigar a los obispos acusados de encubrimiento.

Según aclara DiNardo, la Santa Sede quiere que estas medidas esperen a la conclusión de la reunión especial que sobre esta misma crisis tendrá lugar en Roma con Su Santidad el próximo mes de febrero, y que estudiará el asunto desde una perspectiva mundial. La decisión, asegura DiNardo, se tomó ayer por la tarde en Roma, por lo que ha sido imposible comunicarla antes a la prensa.

En vísperas de la plenaria han circulado discretamente entre las fuentes mejor informadas dos documentas que se preveía discutir, un borrador de Reglas de Conducta para obispos y una propuesta para crear una nueva comisión especial de investigación para tratar denuncias contra los obispos. Ambas propuestas estaban consideradas como el eje y el asunto clave de la asamblea, urgentemente necesarias para tranquilizar a un laicado al borde de la rebelión tras la riada de escándalos de los últimos meses.

De hecho, DiNardo no ha tratado de disimular su ‘decepción’ por este veto llegado de Roma, y así lo ha expresado, añadiendo que, en cualquier caso, espera que de la asamblea surja una renovada determinación que ayude a perfilar soluciones para la reunión de febrero. El cardenal arzobispo de Chicago, en cambio, considera que este veto es prueba de que “la Santa Sede se está tomando en serio la crisis”.


Carlos Esteban

martes, 18 de septiembre de 2018

BUSINESS AS USUAL Pray. And be silent (Michael Voris)


Duración 4:56 minutos

TRANSCRIPT

Sources are telling Church Militant privately that during last week's meeting between Pope Francis and the U.S. delegation of Cardinals Daniel DiNardo and Sean O’Malley, as well as Los Angeles Archbishop Jose Gomez, the Pope basically told them to go jump in the lake.

DiNardo went to the Pope with three proposals to address the burgeoning clerical sex abuse crisis which is largely homosexual in nature.

The three proposals the Americans laid in front of the Pope were:

One: A full investigation into "the questions surrounding" the McCarrick situation. How did he rise to such prominence and maintain his high profile when so many knew of his homosexual rape and assaults against seminarians in the beach house? Specifically, DiNardo presented to Pope Francis for the Vatican to conduct an apostolic visitation into these questions "in concert with" a group of laypeople identified for their expertise by the USCCB's lay-run National Review Board who will be "empowered to act."

Two: An investigation into Abp. Viganò's charges exposing a whole homosexual network that is like an octopus with tentacles reaching everywhere strangling the life out of the Church.

Three: An opening of new and confidential channels for reporting complaints against bishops and advocacy for more effective resolution of future complaints.

DiNardo has previously said publicly that all three goals "will be pursued according to three criteria: proper independence, sufficient authority and substantial leadership by laity."

Of course, because of the way the Church is governed, and it's bishops — including the bishop of Rome — that is being discussed, all of the plans, of course, need the explicit approval of the Pope. That's why the delegation was in Rome, to begin with, to petition His Holiness to launch these investigations. So imagine the utter shock of the men when the Pope just cut them off and said: Nope; ain't going to happen — no investigations, no lay oversight, forget it. I'll take of all this in the two-day long meeting of bishops in Rome I've called for February. Thank you, gentlemen.

And just like that, the meeting was over.

Of course, this isn't how it's being discussed publicly, but this is exactly what happened privately. Pope Francis himself — personally and directly — simply cut the legs out from any investigation of any of this evil. Which when you consider the run-up to this meeting — can't really be a surprise.

First, it took DiNardo and the others a couple of weeks to get the meeting in the first place — that's telling all by itself. Then, while stalling and ignoring the request for a meeting over the most grave situation in the Church — probably ever in America — the Pope does find time to meet with embattled and beleaguered homosexualist kingpin Cdl. Donald Wuerl as well as another homosexualist cardinal, Blase Cupich.

Both those men — especially Cupich — just keep repeating the company line which is essentially: nothing to see here, folks, no big deal, it's a rabbit hole, it's not a massive, massive crisis.

And then, the great big signal from the Pope himself when questioned by reporters about Viganò's testimony implicating him and many others: "I'm not going to say a single word."

So the strategy from the Pope and his homosexualist cabal running the show is about as out there as it can be, we are not saying or allowing anything to happen in this regard, and it's back to business as usual. Many of these men covered up — and in some cases participated in — these horrible filthy sexually immoral crimes, and the official response is: pray and stay silent.

It's not precisely clear at this point what can now be done in response, but one thing that can be guaranteed it no one who loves the Church is about to stay silent. You can take that to the bank.

Michael Voris

lunes, 10 de septiembre de 2018

Francisco recibió a los cardenales pro-homosexuales Wuerl y Cupich, ignoró a DiNardo



El presidente de la Conferencia Episcopal Estadounidense, el cardenal Daniel DiNardo, solicitó una audiencia papal para discutir los abusos homosexuales del cardenal McCarrick, pero no recibió ninguna respuesta, escribió en Twitter el 7 de setiembre la periodista de EWTN Anna Mitchell.

Mitchell dijo que el pedido fue recibido por la Casa Pontificia el 20 de agosto. Según Rocco Palmo, DiNardo pidió una audiencia ya en julio, pero no recibió respuesta.
Pero por otra parte, el papa Francisco recibió a los cardenales pro-homosexuales, el 6 de setiembre a Donald Wuerl, de Washington, y Blase Cupich, de Chicago. Ambos están implicados en el escándalo, a causa del testimonio del denunciante arzobispo Carlo Viganò.

Francisco tiene fama de ignorar a los cardenales que se supone que son sus colaboradores más íntimos. Para encontrar a Francisco, el ex cardenal de Hong Kong, Joseph Zen, de 86 años, debió asistir a una Audiencia general de los miércoles, en la que Francisco no pudo evitarlo.