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lunes, 30 de noviembre de 2020

Un nuevo libro de Natalia Sanmartín Fenollera

 THE WANDERER



Planeta ha publicado el nuevo libro de Natalia Sanmartín Fenollera, la autora de El despertar de la señorita Prim, que tanto éxito tuvo en el mundo entero, tanto dio que hablar a los círculos católicos y tanto nos consoló a nosotros, los más pequeños e insignificantes de todos. Se trata de Un cuento de Navidad para Le Barroux.

Aceprensa le hizo la semana pasada una entrevista que aquí reproduzco. No solamente vale como una buena introducción al nuevo libro sino, y sobre todo, por los conceptos que la autora vierte, y que dan mucho que pensar.

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Un niño de 8 años y sus hermanos, a los que el padre abandonó, pierden ahora a su madre a causa de una enfermedad. El chico pide una señal a Dios: quiere saber si “lo que mamá decía sobre Dios, la cueva y el cielo era verdad”. Aparentemente, Dios calla. Pero en la tercera Navidad, el niño aprende a leer el lenguaje de Dios.

“El cuento nació –me explica– a petición de los benedictinos de Le Barroux, en Francia, con los que tengo una relación muy especial. Me pidieron el cuento para leer en el refectorio, en la fiesta de Navidad. Michaela Harrison, la ilustradora, vive a los pies de otro monasterio benedictino con el que también mantengo una estrecha amistad, la abadía de Clear Creek, en Oklahoma. Así que tanto el texto como las ilustraciones han ‘salido’ de dos abadías de San Benito, una francesa y otra estadounidense, y en las dos se ha traducido el cuento para poder leerlo en voz alta”. 


- El protagonista de su cuento supera una crisis de fe gracias a las señales que descubre en las realidades materiales. ¿Puede la belleza rescatar a quienes han dejado de creer en la Navidad?

— La belleza es uno de los atributos de Dios y ha sido siempre un camino clásico de conversión a la vida cristiana. Pero el cuento no habla tanto de la belleza como del misterio de la Navidad y también del enigma que encierra la visión sacramental del mundo, la idea de que tras la realidad material está siempre la espalda de Dios, por decirlo así, y de que Dios habla a través de las cosas. Simone Weil decía que la Creación está llena de símbolos y que solo hay que leerlos. El cuento habla de un niño que le pide a Dios una y otra vez una prueba de que la Navidad es real y de que el Cielo existe, pero también de cómo Dios, el mismo Dios que habló a Abraham en el desierto, escucha atentamente esa 

— Al igual que El despertar de la señorita Prim, su nuevo libro es un relato sobre una comunidad contracultural; en este caso, un hogar cristiano donde se reza, se lee mucho, se mira a las estrellas, se anima a atesorar recuerdos… ¿Qué valores y actitudes le gustaría llevar a la cultura dominante? 

— En realidad no he pretendido mostrar una comunidad contracultural, sino un hogar cristiano en medio de un mundo que mayoritariamente ya no lo es o que al menos no vive como tal. Sé que hay una preocupación grande por llevar lo cristiano a la cultura dominante, y me parece muy lícito, pero en ese tema quizá soy menos optimista. A mí me parece que la tarea urgente no es tanto bautizar la cultura dominante como transmitir la fe cristiana y preservarla de adulteraciones, buscar la propia conversión y ayudar en lo posible a quien cada uno tiene cerca y conservar esa fe en un medio hostil antes de pensar en nada más. Kierkegaard tiene una frase muy dura, pero muy certera, sobre el cristianismo en el mundo occidental. Él hablaba de la Dinamarca luterana de su tiempo, pero creo que se nos puede aplicar a nosotros también. Decía que el cristianismo se había convertido en algo tan desprovisto de carácter que realmente no quedaba nada por perseguir, y que el principal problema de los cristianos era que nadie quería perseguirlos ya. Creo que eso, perder de vista el tesoro en el campo o sustituirlo por una baratija, es más importante que evangelizar la cultura y los valores dominantes.

— Coincido en que la conversión personal es la tarea urgente. Sin embargo, ¿no cree que esa conversión y la misma transmisión de la fe en el hogar se hacen dentro de un contexto cultural del que uno no puede desentenderse enteramente?

— Sí, estoy de acuerdo con que el contexto cultural es fundamental en la transmisión de la fe; cultura viene de cultivar, y la cultura, si es lo que debe ser, tiene que convertirse en el terreno que recibe la semilla y que la protege en su crecimiento. Pero también creo que se habla mucho de cristianizar la cultura, de participar en el debate público, de dar testimonio, de hacer apostolado, de estar en todas partes, y se presta menos atención a algo que me parece muy evidente, y es el hecho de que antes de nada la tarea empieza por la propia casa, por la propia evangelización, por analizar qué es lo que estoy recibiendo y qué estoy transmitiendo como fe cristiana, porque buena parte de la crisis actual no está fuera de la Iglesia, sino también dentro. Antes de la dimensión social está la personal, antes de pensar en evangelizar el mundo es necesario pensar en fortalecer y purificar la propia fe. En la vida cristiana la contemplación siempre viene antes de la acción.

— La madre se preocupa de transmitir la fe a sus hijos y de formarles la sensibilidad estética. Para ella, las dos cosas van de la mano. ¿Cree que la educación católica debería insistir más en esta fórmula?

— Creo que la educación católica tiene que transmitirse en el hogar y que las madres son la pieza central de esa tarea en la infancia, por encima de las clases de religión, las catequesis, las convivencias y los grupos parroquiales. Pero también creo que para hacer eso hay que fortalecerse en la fe y dedicar tiempo a la contemplación porque nadie puede transmitir lo que no tiene. Es difícil pensar en una tarea más grande en la vida cotidiana de una familia cristiana que descubrir las maravillas de la Creación a los niños, mostrarles el rostro de Dios en el Antiguo y el Nuevo Testamento, enseñarles a rezar, familiarizarlos con la liturgia, y también prepararlos para un mundo que les dirá que todo eso es pura falsedad. Al mismo tiempo me parece que tenemos que aprender a contarles las cosas mejor, mirar más y más hacia la Escritura. En La Historia de Jesucristo, Bruckberger habla de la Encarnación, de la primera Navidad, y escribe como si tuviese delante la escena; cuenta que el pueblo esperaba, que Satanás también esperaba, que se intuía algo en el aire, un acontecimiento grande, un desembarco inminente y liberador.

— Hace unos días, dos columnistas de distintos medios –Diego S. Garrocho y Miguel Ángel Quintana Paz– plantearon un debate sobre la escasa influencia de los intelectuales cristianos en el debate cultural contemporáneo. No es que no existan esos pensadores, venían a decir: es que no se les ve. ¿Usted qué opina? 

— Creo que el pensamiento y la vida intelectual existen más allá del debate público, que solo muestra una parte, igual que la historia existe más allá de los libros de historia. Y personalmente no me parece decisivo que haya o no muchas referencias contemporáneas; me parece decisivo que haya referencias, y siempre las hay, hay siglos de pensamiento donde elegir, y no es una forma de hablar. Existe una gran cantidad de gente que leer y que estudiar; a mí me importa poco que hayan nacido hace 40 o 400 años.

— Una de las cosas que, en mi opinión, pone de relieve ese debate es el desinterés de algunos creyentes por la construcción de una nueva cultura. En general, se habla mucho de la responsabilidad política y social de los cristianos, pero se habla menos de la cultural. ¿Cómo fomentarla? 

— Sí, es verdad. Yo no creo que exista realmente una responsabilidad política, social o cultural de los cristianos como tal, pero en cualquier caso la cultura se transmite casi por contagio y hay algo muy misterioso en el hecho de que a veces esa transmisión funciona y otras veces no. Pero hay una tarea urgente que tiene que ver con aprender a detectar trampas en el lenguaje, también en el lenguaje cristiano. Cosas como llamar fe al sentimentalismo, puritanismo a la pureza, fortaleza al voluntarismo, obediencia o responsabilidad a la desacralización de lo santo o tolerancia a la indiferencia, y son solo algunos ejemplos.

The Wanderer

Javier Ortega Smith (de VOX) argumenta lógicamente contra la izquierda totalitaria de este Gobierno social-comunista

CONTANDO ESTRELAS

Duración 3:05 minutos

En el nombramiento de los nuevos obispos chinos, Pekín barre a Roma. El caso de Fujan

 IL SETTIMO CIELO


Los “pobres uigures” a los que el papa Francisco por primera vez ha considerado perseguidos –en un capítulo de su último libro, que saldrá a la venta el 1 de diciembre en varios idiomas–, han sido el centro, en los últimos días, de las noticias sobre las relaciones entre el Vaticano y China.

En efecto, la inmediata y polémica reacción del gobierno chino –que ha rechazado como "desprovista de pruebas en la realidad” la acusación del papa, dados “los plenos derechos de existencia, desarrollo y libertad de credo religioso de los que gozan todos los grupos étnicos” en China– ha descubierto las razones de la Realpolitik de un silencio tan duradero, tanto de Francisco como de las máximas jerarquías de la Iglesia, sobre una de las más macroscópicas y sistemáticas persecuciones actuales en China (en la foto un campo de “reeducación”); silencio roto solamente, hasta el momento, por las denuncias aisladas de los cardenales José Zen Zekiun, obispo emérito de Hong Kong, y Charles Maung Bo, arzobispo de Yangon.

Pero el ruido sobre la cuestión de los musulmanes uigures ha eclipsado otra noticia importante: el primer nombramiento de un obispo católico según la modalidad del acuerdo secreto firmado entre la Santa Sede y China el 22 de septiembre de 2018, y prolongado el mes pasado para otros dos años.

El nuevo obispo es Tomás Chen Tianhao, 58 años, y ha sido puesto a la cabeza de la diócesis de Qingdao, en la rica provincia de Shandong, en la costa.

La diócesis estaba vacante desde junio de 2018, después de la muerte a los 94 años del predecesor, José Li Mingshu, reconocido tanto por la Santa Sede como por las autoridades de Pekín, pero manifiestamente sometido a estas últimas y, de manera particular, a la Asociación patriótica de los católicos chinos, el instrumento de control agresivo de la Iglesia católica en China, cuyo jefe supremo ha sido durante décadas Antonio Liu Bainian, también él de Shandong.

La consagración del nuevo obispo tuvo lugar el 23 de noviembre en la catedral de Qingdao. La ceremonia la ha presidido el obispo de Linyi, Juan Fang Xingyao, que es también presidente de la Asociación patriótica y vicepresidente del Consejo de los obispos, un falso simulacro de conferencia episcopal que reúne solamente a los obispos reconocidos por el régimen, y a quien corresponde –según el acuerdo secreto, por lo que se puede intuir– la elección y la propuesta al papa de cada nuevo obispo, después de haber llevado a cabo una “selección” previa, controlada por el régimen, en la respectiva diócesis por parte de representantes del clero, las religiosas y los laicos integrados en el régimen.

Como confirmación de esto, la agencia Asia News, del Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras, ha dado a conocer que en la fórmula de consagración del nuevo obispo de Qingdao “se ha citado el mandato del Consejo de los obispos, pero no se ha dicho nada del papa y de la Santa Sede”. Su “elección” previa habría tenido lugar el 19 de noviembre de 2019.

Al igual, si no más que el predecesor, el nuevo obispo Chen también es un hombre del régimen, dirigente desde hace mucho tiempo, tanto a nivel local como nacional, de la Asociación patriótica, cuyos miembros más importantes han participado en la ordenación.

En la carta de 2007 de Benedicto XVI a la Iglesia de China –todavía válida como “su magna carta”– está escrito que “la finalidad declarada [de la Asociación patriótica] de actuar ‘los principios de independencia y autonomía, autogestión y administración democrática de la Iglesia’ es inconciliable con la doctrina católica”.

Pero las instrucciones prácticas que Roma ha dado al clero y a los obispos chinos el 28 de junio de 2019 han ampliado el espacio discrecional de las inscripciones a la Asociación patriótica, que el régimen pide insistentemente.

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Volviendo al acuerdo de 2018 sobre el nombramiento de los obispos, hay que reconocerle el mérito de haber puesto fin al nombramiento unilateral que el gobierno chino hacía precedentemente, sin ningún consenso por parte de Roma, con la consiguiente excomunión de los nombrados.

Pero el número de diócesis vacantes sigue siendo alto. Las que están actualmente dirigidas por un obispo son 74, muchas menos, pues, de las 135 diócesis y prefecturas apostólicas de toda China, sin contar Hong Kong y Macao, y muchas menos también de las 104 diócesis que el gobierno ha reestructurado y unido unilateralmente sin la aprobación de Roma.

El 24 de noviembre, la sala de prensa vaticana anunció que “se prevén otras consagraciones episcopales, porque están en curso diferentes procesos de nuevos nombramientos episcopales”.

Pero proveer estos “vacíos” no será nada fácil, porque cada diócesis, en China, es un caso singular que exige soluciones específicas, como explica un interesante ensayo que el antropólogo y teólogo francés Michel Chambon ha publicado el 16 de noviembre en UCA News:


Un caso ejemplar de estudio para entender hasta qué punto son complicadas las cosas lo vemos en Fujan, la provincia de la costa situada frente a la isla de Taiwán.

Según la distribución vaticana, en Fujan hay cuatro diócesis y dos prefecturas apostólicas: a lo largo de la costa, partiendo del norte, la diócesis de Xiapu-Mindong, la arquidiócesis de Fuzhou y la diócesis de Xiamen, y en el interior la diócesis de Changting y las prefecturas de Jian’ou y de Shaowu.

Al contrario, según la distribución gubernativa, la diócesis de Changting está incluida en la de Xiamen, y las dos prefecturas apostólicas está unificadas en una nueva diócesis, la de Minbei.

Pues bien, ateniéndose a esta segunda distribución, a la que también el Vaticano se adecua en la práctica, esta es la situación.

En la diócesis de Xiapu-Mindong, antes del acuerdo de 2018, la mayor parte de los fieles y del clero eran subterráneos, es decir, sin reconocimiento gubernativo, dirigidos por un obispo también subterráneo, reconocido solamente por Roma, Vicente Guo Xiijin. Pero había también una pequeña minoría de católicos oficiales, dirigidos por un obispo unilateralmente nombrado por el gobierno chino y excomulgado, Vicente Zhan Silu.

Con el acuerdo, Roma levanta la excomunión y nombra a Zhan como titular de la diócesis, degradando a Guo como auxiliar suyo. Gao acepta, pero rechaza la adhesión, como pide el régimen, a esa “Iglesia independiente” que él y sus fieles continúan considerando “irreconciliable” con la fe católica. Sometido por esto a represalias crecientes, hasta la expulsión de su casa y la pérdida completa de la libertad, en un silencio total de la Santa Sede, termina por dimitir de todos sus cargos públicos, precisamente en la vigilia de la renovación del acuerdo. Es fácil entender que la oposición entre oficiales y subterráneos, en la diócesis de Xiapu-Mindong, continúa siendo muy conflictiva.

Por el contrario, en la diócesis de Fuzhou, una de las más pobladas de China con 300.000 fieles, 120 sacerdotes y 500 religiosas, la contraposición es entre los mismos subterráneos, y tiene una larga historia. Antes del acuerdo de 2018, una parte del clero y de los fieles era partidaria del obispo nombrado por Roma, Pedro Lin Jiashan, mientras que otra parte más grande y combativa desconfiaba de él, creyéndolo demasiado deseoso de someterse al régimen. Para sanar estas posturas opuestas, entre 2007 y 2016 Roma incluso suspendió a Lin, sustituyéndole con un administrador apostólico. Pero en vano.

En efecto, cuando el 9 de junio de 2020 Lin, de 86 años, obtuvo el deseado reconocimiento gubernativo y firmó la adhesión a la “Iglesia independiente”, en la diócesis muchos se sintieron traicionados, tanto por él como por el Vaticano. Y ahora la oposición es más profunda que nunca.

En comparación, la pequeña diócesis de Xiamen es un oasis de tranquilidad, gobernada por un obispo reconocido desde hace tiempo tanto por Roma como por Pekín, y pacíficamente aceptado por los fieles: José Cai Bingrui, de 54 años.

Al contrario, la diócesis de Minbei lleva décadas sin obispo y probablemente no lo tendrá durante mucho tiempo. Se encuentra en un territorio montañoso y rural, tan grande casi como la mitad de la provincia de Fujan. Las comunidades católicas son pequeñas y dispersas, sin clero propio, asistidas por sacerdotes llegados de fuera.

Uno de estos sacerdotes, el más activo desde hace muchos años, proviene de la diócesis limítrofe de Xiapu-Mindong, precisamente del círculo del activo obispo anteriormente excomulgado que ahora la dirige. De hecho, este sacerdote desempeña el cargo de administrador de la diócesis vacante de Minbei. Pero si llegase a ser su obispo, se prevé que encontrará una fuerte oposición por parte de los fieles, precisamente por su cercanía al obispo excomulgado, con una gran oposición en su diócesis de Xiapu-Mindong.

Además, los católicos de este territorio dan muestras de preferir estar sin obispo –y así menos institucionalizados–, a fin de estar menos vigilados por las autoridades chinas. Se aplican a sí mismos el dicho: “Se caza el pájaro que alza el vuelo”. Mejor mantener un perfil bajo, sin obispo, sobre todo si este es un hombre del régimen, que sufrir una represión más fuerte de la que ya existe.

En resumen, cuatro diócesis con cuatro situaciones muy diferentes entre ellas. Fujan es una fotografía perfecta de lo complicada que es la estructura de la Iglesia china.

Sandro Magister

El colapso de la cultura cristiana, el Papa Francisco abraza solo al islam, ¿fumata próxima?, el Vaticano y sus montajes

 SPECOLA


En esta deslumbrante mañana de cielos azules sobre la ciudad de Roma se empieza a colocar el enorme abeto en la vacía Plaza de San Pedro. Un toque humano y navideño que da un poco de vida y color al desierto colonato, diseñado para abrazar. En la actual sociedad de la tolerancia, que no tiene ideales fijos y, como resultado, tampoco una clara división entre el bien y el mal, existe una técnica que permite cambiar la actitud popular hacia conceptos considerados totalmente inaceptables. Esta técnica, llamada ‘la ventana Overton’ consiste en una secuencia concreta de acciones con el fin de conseguir el resultado deseado, y que puede ser más eficaz que una bomba nuclear para destruir comunidades humanas. Las etapas son bien conocidas pasando de lo impensable a lo radical, de lo radical a lo aceptable , de lo aceptable a lo sensato, de lo sensato a lo popular y de lo popular a lo político. Mucho no tememos que ya estamos en esta última fase, los grupos de presión se consolidan en el poder y publican encuestas que supuestamente confirman un alto porcentaje de partidarios de la legalización de lo impensable.

Valli nos ofrece un interesante artículo sobre como todo esto se está aplicando al cristianismo. El concepto de las ‘ventanas de posibilidades’, inicialmente descrito por Joseph Overton, puede extrapolarse también al hecho religioso y podemos pasar a nuevos dogmas prohibiendo los antiguos, entrando en un abismo demoniaco de autodestrucción. El camino está marcado: imposible, posible, aceptable, razonable, popular y finalmente legal. El juego he tenido éxito con divorcios, abortos, uniones homosexuales y con el género ya casi llegamos, actualmente está en la fase popular, a la espera de ser legal. Normalmente se necesitan unos diez años para obtener resultados, pero si las ventanas están vinculadas, el tiempo tiende a ser más corto, de hecho, la finalidad del encadenamiento de ventanas es cambiar y eliminar el propio concepto de familia. No se pretende solamente trastocar un comportamiento, sino incluso una fe, la cristiana, y por tanto, toda una civilización.

La nueva táctica: no más guerras, no más envidia; ahora todo se juega a nivel moral y sobre todo sexual. De ahí la revolución sexual de los años sesenta del siglo pasado, que por fin parece ser el arma adecuada en manos del Enemigo. El sexo, libre de responsabilidad, agrada a todos, es atractivo, no implica guerras. Del uso de la envidia pasamos al del egoísmo y por tanto al subjetivismo: cada uno es Dios para sí mismo y los imperativos morales son los que todos prefieren seguir. Y de hecho, el divorcio, el aborto, las uniones homosexuales y el género tienen como denominador común esta idea de la sexualidad que se puede resumir en la fórmula «Hago lo que más me gusta y nadie debe interferir». La Iglesia trató de oponerse a ella, Juan Pablo II y Benedicto XVI, con su predicación y su ejemplo, retrasaron la deriva subjetivista y relativista, hoy está barrera ya no existe. El pontificado actual, en lugar de dar señales claras, es extremadamente desorientador. La mayoría, que se ha convertido en minoría, primero es ridiculizada, luego silenciada, luego censurada y finalmente perseguida, y eso es exactamente lo que está pasando. Por el momento todavía estamos en la etapa de censura, pero llegando rápidamente a la persecución.

Bisignani es un personaje que sigue siendo influyente en el mundo romano, condenado por la justicia italiana por sus vínculos con el hampa romana, cliente preferente del banco Vaticano, ‘coordinador’ de intereses de logias, unido a todas las ‘Ps’ , la P1, P2… Su presencia en la prensa es escasa y con mensajes siempre subliminales, nunca indiferentes. El pontificado del Papa Francisco está al final, en sus horas más bajas y nos dice ‘desde la pequeña noticia que se filtra’ que, en función del curso de la pandemia, puede convocar un consistorio extraordinario, entre febrero y mayo. El objetivo puede ser la aprobación de la reforma de la curia, tan prometida y tan retrasada. El último rayo cayo sobre el cupulón el 11 de febrero, ¿podemos estar en vísperas de otro?

El abrazo del Papa al Islam es deseado y cuidado, no le interesan los cristianos perseguidos, pero parece preocupado por minorías alejadas de la fe católica. Los cristianos nunca han sido perseguidos como en este período histórico, según la Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada, más de 300 millones de cristianos viven en tierra de persecución. Estos cristianos sufren humillaciones, hostigamientos, en muchos casos son acusados ​​injustamente del llamado crimen de blasfemia y encarcelados, sus hogares destruidos, se ven obligados a abandonar sus aldeas, niñas secuestradas, desaparecidas y obligadas a «convertirse» y casarse con su torturador. ¿por qué los uigures sí y la represión cristiana por parte de los chinos no?

El caso que supuso la dimisión del cardenal Becciu después de la investigación de L’Espresso sigue con más sombras que luces. Becciu demandó al semanario, se desconoce si la iniciativa judicial está fundada, pero es cierto que el director, Marco Damilano, ha contraatacado con todas las armas. El Espresso no niega que una copia del semanario «estaba en manos del Santo Padre», pero por otro lado afirma que durante la audiencia todavía estaba preparando las cosas para publicar. Seguimos con demasiadas preguntas sin respuesta: ¿quién la hizo tener?, ¿y por qué no creerlo, si el Espresso la cuenta? El trabajo de un pseudoperiodista como Coccia debe ser verificado meticulosamente para confirmar que lo que escribe es cierto. Los tribunales en Italia , aunque sean desesperadamente lentos, son los habituales de un estado de derecho y no están permitidos los juicios sumarios con corte de cabeza. En el vaticano no existe la presunción de inocencia. Becciu no está investigado, ni en Italia ni en el Estado de la Ciudad del Vaticano, ni acusado, solo tenemos supuestas acusaciones de los magistrados vaticanos por corrupción y además, Becciu sigue siendo cardenal. Estas son la formas de actuar del los tribunales pontificios, Becciu ya está decapitado y no sabemos bien el porqué. Lo repetimos una vez más, Becciu tiene todo el derecho a defenderse, pero estamos seguros de que no llegará, se prefiere cerrar el caso que escarbar en complicadas complicidades. El Papa Francisco puede pensar que así manda más y refuerza su poder ante posibles ‘revueltas’ pero es un signo mas del miedo a la verdad y de terrible debilidad. En el caso McCarrick estamos en las mismas y los macarristas en sus puestos.

«Jesús junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés…»

Buena lectura.
Specola