BIENVENIDO A ESTE BLOG, QUIENQUIERA QUE SEAS



Mostrando entradas con la etiqueta Pedofilia. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Pedofilia. Mostrar todas las entradas

viernes, 18 de septiembre de 2020

El diario de los obispos italianos defiende la película de Netflix acusada de normalizar la pedofilia (Carlos Esteban)



Netflix ha lanzado una película, ‘Cuties’, en la que niñas de 11 años aparecen en actitudes claramente provocativas y sexualizadas hasta el punto de que la propia empresa ha tenido que retirar el explícito ‘trailer’ con que la anunciaba en redes y los consumidores han condenado la cinta con un récord de puntuaciones negativas (más de un millón). Pero el diario oficial del episcopado italiano, Avvenire, ha preferido atacar a quienes protestan contra la película.

*******

“No se explica la campaña contra Netflix”, empieza el artículo. “No hay “escandalosa sexualización de adolescentes” alguna, como han escrito algunos de los seiscientos mil firmantes de una petición”. Antes de seguir, les invito a que echen un (rápido) vistazo a la selección resumen que ha hecho la propia Netflix de la cinta y vean, por sí mismos, si hay “sexualización de adolescentes” (¿a los 11 años ya se es adolescente?), como creen los seiscientos mil usuarios que han protestado, o no, como cree el redactor del diario de los obispos italianos.

Para el redactor, Andrea Fagioli, quienes protestan es porque “o no la han visto o se han limitado a ver el cartel. O quizá no lo hayan entendido o la hayan visto desde un punto de vista incorrecto”. El correcto, se entiende, es el que considera digno de ver a niñas de 11 años en actitudes de ‘strippers’ porque es, en realidad, una denuncia a la sexualización de la infancia. Es algo bueno, ya saben.

Se trata originalmente de una película francesa, “Mignonnes”, que cuenta la historia de Amy, una niña senegalesa musulmana de 11 años que vive en un barrio deprimido en Francia. Se une a un grupo de otras preadolescentes que realizan cuadros de baile hipersexualizados en los que imitan las contorsiones de las ‘strippers’.

Y como es una ‘denuncia’, Fagioli y, por extensión, el episcopado italiano, no ve nada escandaloso en la película, al revés. La idea de que las actrices que aparecen son, lógicamente, niñas en torno a los 11 años y que se les hace exhibirse de esa forma no parece pesar, en absoluto, en su juicio, como tampoco el hecho de que la coartada de la ‘denuncia’ abre un gigantesco campo de posibilidades a la legitimación de la pornografía blanda incluso, como en este caso, la pedofilia. ¿O cree Fagioli que sólo o principalmente van a visionar la película quienes se interesan por el ‘contenido de denuncia social’ y no los que se sienten atraídos por las menores?

En un momento en que la Iglesia, desde 2002, ha sufrido como verdadera plaga, causante de no pocas defecciones, casos de pedofilia en el clero y su encubrimiento por los obispos, la incapacidad del órgano de los obispos italianos de ver cuál es el problema en una película, rechazada por millones, que muestra a niñas meneándose al gusto de cualquier pedófilo es, cuando menos, problemática.

Carlos Esteban

viernes, 10 de julio de 2020

El cardenal Pell relata su estancia en prisión: “Nunca me he sentido abandonado”



“La vida de prisión me quitó cualquier excusa de estar demasiado ocupado para rezar, y mi vida diaria de oración me sostuvo. He tenido un breviario desde la primera noche y he comulgado cada semana”.


(First Things)- Hay mucha bondad en las cárceles. Y estoy seguro que, en ocasiones, pueden ser el infierno en la tierra. Yo he tenido la suerte de ser mantenido a salvo y de que me trataran bien. Me ha impresionado la profesionalidad de los guardias, la fe de los prisioneros y la existencia de un sentido moral en el más oscuro de los lugares.

He pasado trece meses en aislamiento: diez en una cárcel de Melbourne y tres en la de Barwon. En Melbourne, el color del uniforme de preso es verde, pero en Barwon es rojo cardenalicio. En diciembre de 2018 me condenaron por antiguos abusos sexuales contra niños, a pesar de mi inocencia y de la incoherencia del caso presentado por la Fiscalía de la Corona contra mí. Pero en abril de este año, el Tribunal Supremo de Australia ha anulado mi condena por unanimidad. Mientras esto sucedía, yo había empezado a cumplir mi condena de seis años.

En Melbourne vivía en la celda número 11, unidad 8, quinto piso. Mi celda medía unos siete-ocho metros de largo por unos dos de ancho, lo suficiente para la cama, que tenía una base firme, un colchón no demasiado grueso y dos mantas. Entrando a la izquierda había unas estanterías bajas con una tetera, una televisión y un espacio para poder comer. Al otro lado del angosto espacio había un lavabo con agua fría y caliente y un hueco para la ducha, con agradable agua caliente. A diferencia de muchos hoteles pijos, había una lámpara de lectura eficiente en el muro, encima de la cama. Al haber sido operado de ambas rodillas un par de meses antes de entrar en prisión, al principio utilizaba un bastón para caminar. Sin embargo, luego me dieron una silla alta de hospital, lo que fue una bendición. Las normas sanitarias exigían que cada prisionero pasara una hora diaria al aire libre, y a mí me permitieron dividir esa hora en dos ratos de media hora cada uno. En ningún lugar de la unidad 8 había cristales transparentes, por lo que desde mi celda lo único que podía distinguir era la noche del día, nada más. Nunca vi a los otros once prisioneros.

Pero sí que los oía. La unidad 8 estaba formada por doce pequeñas celdas a lo largo de un muro exterior, y los prisioneros “ruidosos” estaban en un extremo. Mi celda estaba en el extremo “Toorak”, llamado así por un suburbio rico de Melbourne, pero que era exactamente igual que el extremo ruidoso, aunque generalmente sin el estruendo y los gritos de esos prisioneros angustiados y enfadados, a menudo destrozados por las drogas, sobre todo cristal. Solía asombrarme del tiempo que podían pasar dando puñetazos, y un guardia me explicó que pateaban como caballos. Algunos inundaban sus celdas, o las ensuciaban. De vez en cuando tenían que llamar a la unidad canina, o tenían que controlarlos con gas. La primera noche me pareció oír a una mujer llorando; otro prisionero llamaba a su madre.

Estuve aislado por protección, porque los condenados por abusos sexuales contra niños, sobre todo si son sacerdotes, son objeto de ataques físicos y violencia. Sólo me amenazaron en una ocasión, cuando estaba en una de las dos zonas adyacentes de ejercicio separados por un muro alto, con una apertura a la altura de la cabeza. Mientras caminaba a lo largo del perímetro, alguien me escupió a través de la red que cubría el espacio abierto, y empezó a lanzarme improperios. Me cogió de sorpresa y me giré furioso para enfrentarme a mi asaltante y reprenderle. Salió huyendo de mi vista, pero siguió insultándome, llamándome “araña negra” y otros epítetos nada halagadores. Tras mi reprimenda inicial, permanecí en silencio, aunque después me quejé y dije que no saldría a hacer ejercicio si ese tipo seguía estando al otro lado del muro. Un día o dos más tarde, el supervisor de la unidad me dijo que ese joven criminal había sido trasladado porque había hecho “algo peor” a otro prisionero.

Hubo otras ocasiones, pocas, en que el resto de prisioneros de la unidad 8 me criticaron e insultaron durante las largas horas de confinamiento -desde las 16:30 hasta las 7:15 de la mañana siguiente. Una tarde, oí un fuerte debate sobre mi culpabilidad. Uno de los prisioneros me defendió anunciando que estaba dispuesto a apoyar al hombre que había sido defendido públicamente por dos primeros ministros. La opinión entre los prisioneros sobre mi inocencia o culpabilidad estaba dividida, como en muchos sectores de la sociedad australiana; en cambio, los medios de comunicación, con alguna honrada excepción, era abiertamente hostiles. Una persona que ha pasado décadas en la cárcel me escribió para decirme que era el primer sacerdote condenado del que había oído que tenía algo de apoyo entre los prisioneros. De mis tres compañeros prisioneros en la unidad 3 de Barwon no recibí más que amabilidad y amistad. La mayoría de los guardias de ambas cárceles reconocieron que yo era inocente.

La antipatía entre los prisioneros por quienes son acusados de abusar sexualmente contra niños y jóvenes es universal en el mundo anglófono, un ejemplo interesante de la ley natural abriéndose paso a través de la oscuridad. Todos nosotros sentimos la tentación de despreciar a quienes definimos peor que nosotros mismos. Incluso los asesinos comparten el desprecio por quienes violan a los jóvenes. Por muy irónico que sea, este desprecio no es malo del todo, porque expresa una creencia en la existencia del bien y el mal, una creencia que a veces surge en las cárceles por vías sorprendentes.

Muchas mañanas, en la unidad 8, podía oír el canto de los musulmanes llamando a la oración; en cambio, otras se sentían vagos y no llamaban, pero tal vez rezaban en silencio. El lenguaje, en la cárcel, es grosero y repetitivo, pero raramente se oyen maldiciones o blasfemias. El prisionero al que le pregunté sobre este hecho me respondió que pensaba que era un signo de fe en Dios, no una señal de su ausencia. Sospecho que tampoco los prisioneros musulmanes toleraban la blasfemia.

Me escribieron prisioneros de muchas cárceles; algunos de ellos lo hacían con regularidad. Uno de los que me escribió fue el hombre que preparó el altar en el que celebré la última Misa de Navidad en la cárcel de Pentridge en 1996, antes de que la cerraran. Otro me escribió que se sentía perdido en la oscuridad, y me preguntaba si le podía sugerir algún libro. Le aconsejé que leyera el Evangelio de Lucas y empezara la Primera Epístola de Juan. Otro era un hombre de fe profunda y devoto del Padre Pío de Pietrelcina. Había soñado que me liberarían. Su sueño se demostró prematuro. Otro me escribió que los criminales de carrera estaban de acuerdo en que yo era inocente y me habían colgado el marrón; añadió que era extraño que los criminales pudieran ver la verdad, y no los jueces.

Como a la mayoría de los sacerdotes, mi trabajo me había hecho entrar en contacto con una gran variedad de personas, por lo que los prisioneros no me sorprendieron demasiado. Pero sí lo hicieron los guardias, y fue una sorpresa placentera. Algunos eran amables, uno o dos eran inclines a la hostilidad, pero todos eran profesionales. Si hubieran permanecido resueltamente en silencio, como hicieron durante meses los guardias del cardenal Van Thuận cuando este estaba en aislamiento total en Vietnam, la vida hubiera sido mucho más difícil. La hermana Mary O’Shannassy, la religiosa responsable de la capellanía penitenciaria de Melbourne, con veinticinco años de experiencia, que lleva a cabo un trabajo increíble -un hombre condenado por asesinato me dijo ¡que le tenía miedo!-, hablaba bien del personal de la unidad 8. Después de perder mi apelación ante el Tribunal Supremo de Victoria, pensé en no apelar al Tribunal Supremo de Australia, puesto que si los jueces iban a cerrar filas entre ellos, no quería colaborar en esa costosa farsa. El alcaide de la prisión de Melbourne, un hombre más corpulento que yo y muy directo, me instó a perseverar. Me animó y le estoy muy agradecido por ello.

La mañana del 7 de abril, una cadena de televisión nacional anunció el veredicto del Tribunal Supremo sobre mi caso. Desde mi celda vi a un asombrado y joven reportero del Canal 7 informando al país que había sido exonerado; y lo que le dejó aún más perplejo es la unanimidad de los siete jueces. Los otros tres prisioneros de mi unidad me felicitaron y pronto me vi libre en un mundo confinado por el coronavirus. Mi viaje fue extraño. Dos helicópteros de la prensa me siguieron desde Barwon al convento carmelita, en Melbourne; al día siguiente, dos coches de prensa me acompañaron durante los 880 kilómetros que duró mi viaje a Sydney.

Para muchos, el tiempo en la cárcel es una oportunidad para reflexionar y enfrentarse a las verdades fundamentales. La vida de prisión me quitó cualquier excusa de estar demasiado ocupado para rezar, y mi vida diaria de oración me sostuvo. He tenido un breviario desde la primera noche y he comulgado cada semana. En cinco ocasiones he ido a misa, aunque no he podido celebrarla, un hecho que me entristeció particularmente en Navidad y Pascua.

Mi fe católica me ha sostenido, especialmente porque me ha hecho comprender que mi sufrimiento no tenía por qué ser inútil, sino que podía unirse al de Cristo Nuestro Señor. Nunca me he sentido abandonado, sabiendo que el Señor estaba conmigo, a pesar de que no comprendía que hacía Él durante la mayor parte de esos trece meses. Durante muchos años he hablado del sufrimiento e insistido que el Hijo de Dios también había tenido pruebas en esta tierra, y ese hecho me ha consolado en este tiempo. Así que he rezado por mis amigos y enemigos, por mis defensores y mi familia, por las víctimas de abuso sexual y por mis compañeros de cárcel y los guardias.

Publicado por el cardenal George Pell en First Things.

Traducido por Verbum Caro para InfoVaticana.

miércoles, 24 de julio de 2019

Detenido por abusos pedófilos un sacerdote salesiano de Vigo (Carlos Esteban)



Un sacerdote salesiano adscrito al colegio de Vigo ha sido detenido por la Policía Nacional acusado de presuntos abusos sexuales a varios menores vigueses en un campamento escolar que tuvo lugar hasta el pasado fin de semana en el colegio Salesiano de Cambados, informa El Faro de Vigo.

Los padres presentaron la denuncia después de que uno de los menores regresara a casa contando lo sucedido. La magistrada del Juzgado de Instrucción 1 de Cambados ha decretado prisión provisional comunicada y sin fianza por delitos de abuso sexual a menores, continuados en el caso de dos de ellos.

El sábado por la mañana, todavía en el campamento cambadés, varios menores comentaron con los monitores comportamientos inadecuados del sacerdote. De inmediato, los responsables de los Salesianos aplicaron el protocolo de conducta que tienen para estos casos y apartaron al docente, aún en aplicación de la presunción de inocencia, a la vez que comunicaron a las familias de los afectados lo ocurrido, poniéndose a su disposición. También les aconsejaron denunciar para que la Justicia actúe, y el lunes por la tarde tuvo lugar la detención del sacerdote.

«Nuestro código de conducta indica que siempre hay que denunciar estos posibles hechos, y si no lo hubieran hechos las familias, lo hubiéramos hecho nosotros», explica el portavoz de los Salesianos, Javier Valiente. El provincial salesiano, a su vez, ha abierto la investigación previa prevista en el procedimiento canónico.

Los salesianos del colegio María Auxiliadora de Vigo han hecho público el siguiente comunicado:
Ante la denuncia presentada por posibles abusos a menores contra un salesiano de esta casa salesiana durante un campamento, la Dirección Salesianos María Auxiliadora Vigo desea manifestar: 
– El pasado sábado 20 de julio por la mañana, varios chicos de Salesianos María Auxiliadora de Vigo, que participaban en un campamento, pusieron en conocimiento de una educadora algunos comportamientos inadecuados por parte de un salesiano contrarios al Código de Conducta para la protección de menores y adultos vulnerables que se aplica en todos nuestros centros. – Inmediatamente se apartó de su trabajo con los menores al salesiano implicado y se trató de aclarar lo denunciado por los jóvenes, en diálogo con ellos, y poder así, en su caso, poner en marcha las medidas correspondientes y se habló con las familias. 
– El domingo 21, el Provincial Salesiano y el Director salesiano de la casa se encontraron con padres de los menores para presentarles su consternación ante lo sucedido, ponerse a su disposición y ofrecerles el acompañamiento especializado que pudieran necesitar sus hijos, recordarles su derecho a denunciar los hechos e informarles de que la institución iniciaría inmediatamente el expediente informativo. Por su parte, el Provincial salesiano ha abierto la investigación previa prevista en el procedimiento canónico. 
– El lunes 22 se ha reunido la Comisión local de protección de menores para seguir el desarrollo de este caso. 
– Consternados porque hechos así se hayan podido dar entre nosotros, nos ponemos a disposición de la Policía y las autoridades judiciales, que ya se han hecho cargo de la investigación, para colaborar con ellas en todo lo que sea preciso. 
– Por último, nos gustaría destacar que nuestra preocupación, es ofrecer un ambiente de confianza y seguridad a todos los alumnos, trabajando por su desarrollo integral como personas. Esta actitud se refleja en nuestro estilo educativo, nuestras normas internas, en el trabajo de cada día que bien conocen los miembros de la comunidad educativa. Bajo ningún concepto toleramos comportamientos que menoscaben la integridad de los chicos y chicas que las familias nos han confiado.
Carlos Esteban 

viernes, 5 de julio de 2019

La Iglesia francesa seculariza al cura implicado en el ‘caso Barbarin’ (Carlos Esteban)



El sacerdote pedófilo cuyos delitos, según la justicia francesa, encubrió el cardenal Barbarin, padre Preynat, de 74 años, ha sido expulsado del estado clerical tras el debido proceso.

“Bernard Preynat ha sido hallado culpable de haber perpetrado actos delictivos de carácter sexual contra menores de 16 años”, se lee en un comunicado de la diócesis de la ciudad de Lyon, que actualmente se halla en la absurda situación de estar regida por un administrador apostólico pese a que a su arzobispo, el cardenal Barbarin, no se le ha aceptado la renuncia. “Teniendo en cuenta los hechos y su repetición, el gran número de víctimas, el hecho de que el padre Preynat abusó de la autoridad que le daba su posición en el seno del grupo scout (…), el tribunal decidió aplicarle la pena máxima prevista por el derecho eclesiástico en un caso de este tipo, es decir la expulsión del estado clerical”, señala el tribunal eclesiástico.

La secularización de un sacerdote es la pena máxima prevista por el Derecho Canónico. Los abusos perpetrados por Preynat tuvieron el efecto secundario de llevar ante la justicia a su superior, el cardenal Philippe Barbarin, por conocer el caso y no haberlo denunciado a la justicia civil. Barbarin fue condenado el pasado marzo a seis meses de prisión en suspenso y presentó su renuncia ante el Papa Francisco, que la rechazó, pese a que más adelante nombrara el citado administrador apostólico, Michel Dubost, obispo emérito de Evry-Crobeil-Essonnes.

El presidente del tribunal eclesiástico, padre Bruno Gonçalves, sostuvo en declaraciones a Radio Chrétienne Francophone (RCF) que se trata “sin duda del mayor juicio al que se ha enfrentado la Iglesia” en cuanto al número de afectados y la gravedad de los hechos. “El padre Preynat ha cooperado”, dijo Gonçalves, añadiendo que la Iglesia se asegurará de que no se encuentre “en una situación de indigencia”.

Preynat tiene un mes para apelar. En los próximos meses, también será juzgado por la justicia secular por agresiones sexuales que se remontan a antes de 1991. En total, más de 80 personas han denunciado los abusos de Preynat, aunque algunos de los casos ya han prescrito.


Carlos Esteban

martes, 16 de abril de 2019

¿Respetaron la tradición?



No respetaron la tradición.
Después de escribir el artículo de ayer, me gustaría entender las diferentes posturas y reacciones que ha provocado la carta de Benedicto. No me interesa conocer qué opina la prensa secular y liberal, tampoco la prensa papólatra, pero sí me interesa la reacción de muchos que aporrean sin cesar a Francisco y critican la papolatría, pero que sin embargo ignoran y cierran los ojos al camino que nos ha llevado hasta aquí.
Cuando empecé a tirar del hilo, me hacían reflexionar muchas de las contestaciones que me daban ciertas personas.
Mi primera reflexión fue sobre la filosofía del personalismo de la que Juan Pablo II y Benedicto XVI eran víctimas o como les gusta separar a los que critican esta filosofía Woytila y Ratzinger eran víctimas . Recuerdo al primer sacerdote que se lo dije y me trató de ignorante, irreflexiva , le faltó poco para tacharme de loca. Este sacerdote se declaraba personalista y se le llenaba la boca hablando de Von Balthasar . Claramente me dí cuenta que estaba infectado.
La segunda reflexión fue sobre Maritain, ¿ Por qué tanta gente que conocía, que me parecía buena, que rezaba etc.. había perdido la fe en el reinado social de Cristo y eran liberales en lo social y en lo político? ¿ Por qué vivían tan a gusto en una democracia liberal que mataba miles de niños legalmente y sin embargo les horrorizaba el discurso de la confesionalidad del estado? ¿ Por qué cuando votaban no se planteaban ni una sola vez si el partido en cuestión toleraba o defendía el aborto? ¿ Por qué se escudaban siempre en el mal menor?
La tercera reflexión fue el tema del ecumenismo. Había leído la encíclica Mortalium animus y lo que hizo Juan Pablo II y Benedicto XVI en Asís, me pareció una aberración ¿ Por qué a mi alrededor a nadie le parecía una aberración y todos aplaudían? Saqué la siguiente conclusión: No pueden hablar del esplendor de la verdad si una encíclica como Mortalium animus que resplandece de verdad es pisoteada. ¿Cómo después de tirarla a la basura se puede hablar del esplendor de la verdad?
El esplendor de la Verdad es para todo, para la liturgia, para la libertad religiosa, para el reinado social, para el ecumenismo, para el tomismo. No podemos ir por el camino predicando unas cosas y haciendo otras.
Otra reflexión y no menos importante fue la papolatría. Lo impregnaba todo. Era una papolatría enfermiza. Como los papas eran personalistas, todos se hicieron personalistas, como defendían una concepción de la política y de la sociedad maritainenana, todos se volvieron maritaineanos.
Otra reflexión y no menos importante es el camino que hemos recorrido para llegar hasta aquí. Todo esto no se explica si no hay detrás una intencionalidad por parte de los capitanes del barco. ¿De verdad creemos que se quiso frenar todo? Yo no lo creo. Se quiso estar en misa y repicando . Se quiso estar con el mundo y contra el mundo. Se quiso coquetear con la modernidad sin ver que la Iglesia y la modernidad son incompatibles.  Se quiso abrir la puerta al mundo , pensando que el humo de Satanás no se colaría . Se creyó que el mal desaparecería  por sí solo sin presentar batallas.¡ Cuanta ingenuidad en mentes tan sabias e intelectuales!
Debo decir que lo que me ha llamado realmente la atención de la carta de Benedicto y que he tenido que leerlo un par de veces es cuando escribe: “Mis libros fueron escondidos, como si fueran mala literatura, y se leyeron solo bajo el escritorio”. 
¿De verdad, realmente eso es “romper” el silencio? ¿Really?
Escribir una carta, echando la vista atrás, para decir entre otras cosas que sus libros no se leían y para agradecer a Francisco lo bien que lleva la barca de Pedro no creo que sea romper muchos silencios.  Quizás sí acierte cuando habla de escandalizar a los pequeños porque llevan décadas ocultando la fe y predicando a los fieles sencillos lo que les ha interesado. El discurso de Benedicto no me convence porque como laico me considero víctima del cambio de paradigma que él entre otros quiso hacer en la Iglesia.
Todo lo que explica la carta ha sido denunciado y con mucha más valentía por Viganó, Roberto de Mattei, Thomas Weinandy y tantos blogs católicos. Decir que la ausencia de Dios y la homosexualidad son un problema no es romper muchos silencios.  Eso lo dice hasta un psicoterapeuta.
Como ya les dije ayer me quedo con el testimonio de OnePeterfive

sábado, 13 de abril de 2019

La senda está marcada, se puede caminar con seguridad (Ricardo Cascioli)



La que propone Benedicto XVI no es una alternativa al papa Francisco, en el sentido mundano del término; él no juega a ser el antagonista del Papa reinante, eso sería caer en una visión sólo horizontal, típica de sus detractores. Por el contrario, él mira lejos, más allá de Francisco, señala la senda para el renacimiento de la fe.

El tema es la pedofilia en la Iglesia, pero sólo un ciego no se daría cuenta que la puesta en juego es mucho más alta y remite a los fundamentos de la Iglesia misma. Los “apuntes” del Papa emérito Benedicto XVI son la voz de la tradición bi-milenaria de la Iglesia de Cristo que vuelve a emerger bajo una espesa manta de consignas dictadas por los que sueñan con una “nueva Iglesia”; son el testimonio de una continuidad de vida que rompe la corteza que la sofocaba.

Con su indirecta respuesta a los Dubia; con la reactivación de una teología moral plenamente católica, sintetizada en la encíclica Veritatis Splendor, de san Juan Pablo II; con la restitución de la dignidad a la Eucaristía; con la valorización de las pequeñas comunidades que viven según la llamada opción Benedicto, el Papa emérito ofrece un punto de referencia y un estímulo a todos los que en estos años han permanecido fieles a una experiencia de fe irreductible a las lógicas del mundo.

En sus palabras se percibe la sintonía con lo vivido por cardenales que en estos años aparecieron aislados, bombardeados por los nuevos “guardianes de la Revolución”: los cuatro de los Dubia (de los cuales sólo dos viven todavía, Raymond Burke y Walter Brandmuller); el ex prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Gerhard Müller, que apenas hace dos meses publicó el “Manifiesto de la Fe”; Robert Sarah, quien justamente en estos días ha publicado un libro y ha dado entrevistas en Francia que aparecen en perfecta sintonía con las palabras de Benedicto XVI. Y esto sólo para citar los que están más a la vista. Pero son tantos los obispos, sacerdotes y laicos que seguramente han encontrado y encontrarán consuelo en estos pensamientos del Papa emérito, que se sentirán confirmados en la fe en un momento de grave confusión.

El juicio es claro: hay una crisis profunda, pero se sale de ella solamente volviendo a ese Dios al que se ha querido alejar, con una decisión que está en la raíz de los graves pecados que infestan también a la Iglesia. Al contrario, “la idea de una Iglesia mejor creada por nosotros mismos – escribe Ratzinger – es verdaderamente una propuesta del diablo con la que quiere alejarnos del Dios vivo, sirviéndose de una lógica mentirosa en la que caemos con demasiada facilidad”.

Lo que propone Benedicto XVI no es una alternativa, en el sentido mundano del término, al papa Francisco – al que por otra parte, al final agradece “por todo lo que hace”; él no juega a ser el antagonista del Papa reinante, lo cual sería caer en una visión puramente horizontal típica de sus detractores, quienes efectivamente desde ayer a la mañana destilan rabia en los medios de comunicación social y en los sitios web. La mirada de Ratzinger va más lejos, lo advierte también Massimo Franco en su comentario en el Corriere della Sera: «La impresión es que desde la ermita vaticana en la que vive desde su renuncia en el 2013, Benedicto XVI mira ya más allá de esta fase; y más allá del pontificado del mismo Francisco”. Hay que edificar la Iglesia de Cristo y él señala el camino, que es el mismo desde hace dos mil años y que también tan fácilmente se extravía. Quizás porque implica decisiones radicales, sin compromisos, en los que el testimonio es el martirio.

Publicado originalmente en italiano el 12 de abril de 2019, en 12-04-2019, ad www.lanuovabq.it/it/la-strada-e-seg…

Traducción al español por: José Arturo Quarracino

lunes, 11 de marzo de 2019

Entrevista de La Verità al profesor Roberto de Mattei

ADELANTE LA FE


El pasado lunes 4 de marzo el diario La Verità publicó una entrevista de Ignazio Mangrano a Roberto de Mattei bajo el título de Querida Iglesia, deja de ser favorable a los homosexuales y vuélvete soberanista. Reproducimos a continuación el texto de las preguntas y sus sucesivas respuestas.

El profesor Roberto de Mattei, presidente de la Fundación Lepanto y director de la revista Radici cristiane, fue uno de los organizadores de la manifestación Acies ordinata, que el pasado 19 de febrero congregó en la romana Plaza de San Silvestre a cien católicos procedentes de todo el mundo en una protesta silenciosa contra la cumbre vaticana sobre los abusos sexuales.

Señor Profesor, ¿ha sido un fracaso la cumbre vaticana?

Creo que sí. Lo han observado los principales órganos de prensa, que han hablado de un mensaje débil y puesto de relieve la insatisfacción de las víctimas. De todos modos, a mí me parece que el fracaso obedece a otro motivo.

¿Cuál?
 
Que se ha centrado en los síntomas, y no en la causa del mal.

Explíquese.
 
Se ha pasado por alto un punto esencial, que ya había salido a la luz en el informe de monseñor Viganò: la difusión de la homosexualidad en la Iglesia como fenómeno organizado.

¿Existe un lobby gay en la Iglesia?
 
Sí. Me parece evidente.

¿Evidente?
 
En su mayor parte, los abusos cometidos por sacerdotes han sido de adolescentes varones y no de menores. Por lo tanto, si en la cumbre no se habló de homosexualidad, la única explicación es que hubo una presión fortísima para que se evitase el tema.

¿Presión externa a la Iglesia, o interna?
 
Tanto externa como interna. Los medios quieren impedir que la Iglesia recalque su doctrina sobre la homosexualidad.

¿Por qué?
 
Porque la pedofilia es un delito reconocido por todos los estados laicos contemporáneos. Pero esos mismos estados que condenan la pedofilia promueven la homosexualidad.

¿La promueven?
 
Sí. Hasta tal punto que quieren introducir el delito de homofobia, la prohibición de criticar la homosexualidad.

Entonces, ¿la Iglesia ha cedido a la propaganda LGBT?
 
La Iglesia debería adoptar una postura profética de enfrentarse al mundo, y condenar no sólo lo que éste condena, es decir los abusos sexuales, sino también todo lo que el mundo no condena, o sea, la homosexualidad.

¿Y qué hay de las presiones internas?
 
Actualmente reina entre el clero un clima de silencio y complicidad hacia la homosexualidad. Por lo visto la palabra homosexualidad ni siquiera se puede pronunciar.

¿En serio?

Monseñor Charles Scicluna ha dicho que no es legítimo condenar la homosexualidad, porque esta palabra indica una categoría de género y no se puede generalizar sobre una categoría de personas.

¿Y lo contrario sí se puede hacer?
 
¿Acaso la pedofilia no es también una categoría? ¿O es que la pedofilia es en sí pecado mientras que la homosexualidad ya no lo es?

El padre Federico Lombardi ha dicho que en la conclusión de la cumbre se tomaron medidas concretas. ¿Se equivocó?
 
Las presuntas medidas concretas aluden a las indicaciones de la OMS. Es decir, al organismo que promueve la anticoncepción, el aborto, la educación sexual… Me desconcierta que la cumbre se haya plegado al programa de una organización internacional que siempre ha sido contraria a las enseñanzas del Magisterio.

¿Qué habría debido hacer el Papa?
 
No hay nada más concreto que remitirse a la ley moral de la Iglesia. Que no es una regla abstracta, sino la ley natural impresa en el corazón y la conciencia de todo hombre. Eso es lo que más ha faltado en ña cumbre celebrada en el Vaticano: una visión sobrenatural de los problemas de hoy que deje lugar para palabras como gracia, pecado, ley moral ley natural.

Y por el contrario…

Por el contrario, esas expresiones estuvieron ausentes en el documento final. Por eso la cumbre ha sido un fracaso. Un síntoma de dicho fracaso ha sido el estallido del caso del cardenal Pell.

A propósito del cardenal George Pell, ¿qué conclusión ha sacado usted?
 
Creo que en el caso de acusaciones contra clérigos, dado que la Iglesia posee derecho canónico y tribunales y tiene capacidad para investigar por sí misma, no puede limitarse a decir:  «Estamos a la espera de los resultados de las investigaciones de los tribunales laicos».

¿No hay que confiar en la justicia secular?
 
Me parece preocupante esa manifestación de confianza en los tribunales laicos.

¿Por qué?
 
En el Vaticano  ha causado conmoción lo de Pell, porque saben que es inocente.  Y están en una situación incómoda, porque el Papa lo había nombrado prefecto de la Secretaría de Asuntos Económicos. Y si se decide confiarse a los tribunales laicos, habrá que atenerse a las consecuencias.

¿Debe la Iglesia investigar a los sacerdotes abusadores?
 
La Iglesia, que cuenta con derecho penal y con tribunales, debe tener valor para plantarse firme ante los tribunales del mundo, con la convicción de que no es el mundo el que tiene que juzgar a la Iglesia, sino la Iglesia al mundo. Debería reivindicar su soberanía.

¿También la Iglesia debe hacerse soberanista?
 
Sí. Me parece sumamente grave que la Iglesia haya renunciado a su soberanía. La Iglesia es una sociedad soberana, al igual que el Estado, aunque su finalidad, a diferencia de la del Estado, sea sobrenatural.

¿Y por consiguiente?
 
Si es una sociedad soberana, la Iglesia posee todos los instrumentos para hacer valer su justicia.  No es un organismo puramente ético que se prive de su dimensión jurídica dejando que sea el Estado quien lo decida todo. Renunciar a la soberanía es una deriva peligrosa.

¿Una deriva peligrosa?

Los tribunales podrían llegar a tener autoridad sobre el papa Francisco.

¿Qué tiene que ver el Papa en esto?
 
Me explico. Cuando la Iglesia renuncia a su soberanía, se convierte en una especie de entidad o empresa moral. Y de esa forma corre el riesgo de convertir a toda la Iglesia, empezando desde arribai, en responsable de los actos de sus subalternos. Eso no pasa si se la considera una sociedad soberana.

O sea, si se comporta como un estado.
 
Exactamente. Si un ciudadano italiano comete un delito, el responsable no es el presidente del Consejo. A partir de ahí, se llegará, por el contrario, a una persecución de la Iglesia.

¿Una persecución?
 
Me temo que sí. Al renunciar a su soberanía, la Iglesia pierde su libertad y se ve obligada a someterse al Estado si no quiere ser perseguida. Actualmente vivimos bajo un régimen de sumisión. Si antes el Estado era el brazo secular de la Iglesia, la Iglesia se está convirtiendo en el brazo secular de los poderes políticos y mediáticos.

¿En qué sentido?
 
En el de que obedece a las indicaciones de los organismos nacionales e internacionales que defienden una visión antitética de la cristiana.

¿Y la persecucuón cómo se daría?
 
Si la Iglesia decide sustraerse a ese mecanismo, surgiría un enfrentamiento a los poderes políticos. En la actualidad la Iglesia no se atreve a hacerlo. Pero si se ve obligada, se encontrará en un gran aprieto por haber renunciado a su primera línea de defensa, es decir, al ejercicio de su libertad e independencia jurídica.

Volvamos por un momento al caso Pell. Hay quien ha señalado que las acusaciones de abusos sexuales han surgido después de que el Prefecto de la Secretaria para Asuntos Económicos hubiera descubierto un millón de euros depositados en cuentas secretas…
 
Es posible que ambas cosas estén relacionadas. Por otro lado, se dice que la fuente de las acusaciones que lo han llevado a   sbarra  no esté en Australia sino en el Vaticano…

¿A qué se refería usted cuando dijo que a la Iglesia le falta hablar de lo sobrenatural?
 
A que la Iglesia está renunciando a su misión, cuya finalidad es la salvación de las almas, para transformarse en una sociedad dedicada al bienestar material de las personas. Se está desnaturalizando.
 
¿Desnaturalizando?

Está abdicando de la misión que le encomendó su fundador Jesucristo. De esa forma se convierte en una organización revolucionaria.

¿Qué quiere decir?
 
Cuando se deteriora la relación vertical con Dios la Iglesia se convierte en una sociedad política. Es la característica principal de este pontificado, que es un pontificado político en vez de religioso.

¿El de Francisco es un pontificado político?
 
Sí. Su tema recurrente es la inmigración. El pasado 14 de febrero, ante una representación de pueblos indígenas en el Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola, el Papa expresó su deseo de un mestizaje cultural entre los pueblos llamados civilizados. Eso significa eliminar las raíces cristianas en las que tanto instieron Juan Pablo II y Benedicto XVI.

¿Qué entiende él por mestizaje?
 
Para Francisco el mestizaje no es sólo cultural, sino también étnico. Da la impresión de que su proyecto sea la sustitución étnica de la población europea, en claro declive demográfico, con las oleadas de inmigrantes que llegan de África.

¿Y a qué se debe todo eso?
 
A que Francisco tiene una visión ideológica que es fruto de su formación cultural.

¿Cuál?
 
La de un hombre que se ha empapado de la teología progresista por medio de la teología de la liberación. Es la utopía del mundo nuevo. Con la diferencia de que la está proponiendo 30 ó 40 años después de su fracaso.

¿Cómo calificaría entonces al papa Francisco?
 
La clave de su personalidad está en una deliberada ambigüedad. Y ésa es también la causa de sus problemas. Pero permítame que sea yo quien haga ahora una pregunta.

Adelante.

Benedicto XVI, que tenía mucha oposición en su país, viajó tres veces a Alemania. Juan Pablo II fue a Polonia en nueve ocasiones. ¿Cómo es posible que en seis años de pontificado Francisco haya ido a todas partes, incluso a los Emiratos árabes, y nunca a su Argentina natal?

Cierto. ¿Por qué?

La pregunta es en sí una respuesta…

(Traducido por Bruno de la Inmaculada/Adelante la Fe)