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miércoles, 10 de octubre de 2018

La carta del cardenal Ouellet confirma los mismos problemas que ha identificado Viganò (Peter Kwasniewski)



La respuesta del cardenal Ouellet al arzobispo Viganò es claramente un documento muy serio que intenta responder a las revelaciones y alegaciones de éste. Tanto el eminente cargo que ocupa el autor como la gravedad de su contenido obligan a quienes investigan la verdad sobre el asunto a tomárselo muy en serio, como parte de los numerosos documentos generados por la causa relativa a McCarrick.

Pero si el prefecto de la Congregación para los Obispos (que es, por tanto, la persona de quien han dependido el nombramiento en los últimos años de algunos de los prelados liberales más polémicos) cree que con su carta va a conseguir dar carpetazo a lo que ha expuesto Viganò, se equivoca. En la carta dice tres cosas que dan que pensar.

- Para empezar, aunque Ouellet acusa, en esencia, a Viganò de pasarse de negativo, en ningún momento invoca ninguna autoridad superior en que apoyar lo que afirma. Quiero decir que, al contrario que Viganò, no dice que la conciencia le obligue ante Dios ni jura ante Dios que lo que afirma sea cierto. Se diría que para Ouellet la norma rectora es: «Fíense de mí, que soy un personaje importante. Tengo acceso al Papa. Cuanto digo yo es verdad, y todo lo que dice Viganò es mentira».

Pues lo siento, pero con tantas pruebas de mentiras y encubrimientos por parte de la jerarquía eclesiástica, nadie le va a creer si pide que acepten su palabra. Si alguien, aunque fuera la más alta autoridad de la Iglesia, dijera: «El Sínodo de la Familia se llevó a cabo con total transparencia, legitimidad y colaboración», ¿sería creíble? Desde luego que no. La Verdad plantea exigencias aen nuestro razonamiento humano.

Más concretamente, existiendo ya motivos más que sobrados para desconfiar de la manera en que se ocupa el Papa Francisco de éste y otros asuntos disciplinarios y de doctrina, decir cosas como «el Santo Padre me ha garantizado», o «me ha autorizado para decir esto» y «se encargará de se investiguen a fondo todos los documentos» es tan poco convincente como decir que los cardenales Wuerl y Tobin digan que no sabían que hubiera graves problemas con su antecesor McCarrick. ¿De verdad esperan que las personas inteligentes se van a tragar algo así? Observar que tantos católicos teman y hasta cuenten (repito, no sin fundamento) con que las pruebas documentales incriminatorias sean o hayan sido destruida manifiesta la lamentable crisis de confianza generada por el presente pontificado. ¡Lo cual vendrá muy bien para que las investigaciones no saquen nada a la luz!

- Segundo, si hay quienes han criticado la carta de Viganò por expresar una desmesurada desconfianza y falta de respeto al papa Francisco, desgraciadamente la carta de Ouellet también se pasa de servil y hasta incurre en papolatría. Socava su credibilidad cuando dice que el Santo Padre es un auténtico Mesías que se ha esforzado desinteresadamente y con pureza angelical por servir al Reino de Dios: «Un pastor insigne, un padre compasivo y firme, un carisma profético para la Iglesia y el mundo».

Por supuesto que queremos seguir en comunión con el sucesor de San Pedro. Y en la carta de Viganò no hay nada que indique que repudie a dicho sucesor ni que desee cortar la comunión con él. Pero, ¿es que quieren que nos postremos de rodillas y lamamos las botas del pescador? Ouellet tira piedras a su propio tejado haciendo ver que, para él, el Papa no puede hacer nada malo (al menos nada grave) sino que, al contrario, es el profeta que nos ha dado Dios para nuestros tiempos. Ojalá fuera así, pero no se puede dar por sentado como si fuera una especie de axioma geométrico.

En este sentido, nos deja estupefactos que Ouellet afirme que  «su interpretación de Amoris laetitia» –o sea, una interpretación que facilita la administración de la comunión a quienes viven objetivamente en adulterio, contraviniendo la ley de Dios– «se inscribe en esta fidelidad a la tradición viva, de la que Francisco nos ha dado ejemplo con la reciente modificación del Catecismo de la Iglesia sobre la cuestión de la pena de muerte».

Una vez más, Eminencia, y con el debido respeto, nadie puede dispensar a los católicos de la grave obligación que tienen ante Dios de atenerse a la Tradición establecida y fijada de la Iglesia, no digamos ya las Sagradas Escrituras y el Magisterio ordinario universal, todos los cuales miden, acotan y regulan la llamada tradición viva; ya se trate del divorciarse y volverse a casar, la legitimidad de la pena de muerte o cualquier otra cuestión. La expresión «reforma misionera», cargada de implicaciones, en la última frase de Ouellet es otra señal de que su pensamiento va por el lado de la hermenéutica de la ruptura y la discontinuidad. A los católicos alarmados por las novedades de este pontificado, afirmaciones tan generalizadoras no nos van a motivar a desechar mansamente nuestras objeciones.

- Y tercero, en la carta de Ouellet falta curiosamente, y se podría decir que de un modo siniestro, una admisión verdaderamente creíble de los atroces daños perpetrados en la Iglesia por McCarrick y otros de su calaña. Afirma:
¿Cómo es posible que este hombre de Iglesia, cuya incoherencia se conoce hoy, haya sido promovido varias veces hasta ocupar las muy altas funciones de arzobispo de Washington y de cardenal? Yo mismo estoy muy sorprendido de esto, y reconozco fallos en el proceso de selección que se ha llevado a cabo en su caso.
«Incoherencia» es una palabra tan taimada como inadmisible. ¿Y por qué no llamarlo «conducta maliciosa»? Dice estar «muy sorprendido». Lo desafío a mirar a la cara a una víctima de abusos y decirle: «Estoy muy sorprendo de que le haya pasado algo así. Algo habrá fallado en el proceso de selección». Un discurso algo más sincero habría contribuido mucho a proporcionarle a Ouellet una base en que apoyarse, pero está tan resuelto a aplastar a Viganò que se olvida de la gravedad de los asuntos por los que, para empezar, está indignado Viganò.

Hablando en plata: nadie que lea la carta de Ouellet puede creer que a ese hombre le preocupa el alcance de la corrupción moral homosexual en la jerarquía, que la reconozca y vea sus consecuencias en la crisis, ni que él o sus asociados en el Vaticano tengan intención de erradicarla. Por el contrario, si se lee entre líneas, se tiene la impresión de que el único que ha hecho algo muy grave es el propio Viganò.

Como señaló Edward Pentin, en ningún momento se refiere Ouellet en su carta a Viganò como obispo. El Prefecto llega a instarlo a «volver a encontrar la comunión» con el Papa. Con eso da a entender que a Viganò ya lo han despojado de su dignidad episcopal y excomulgado, o están a punto de hacerlo. Teniendo en cuenta que rara vez se administran sanciones tan severas, ni siquiera a prelados que han incurrido en una monstruosa corrupción moral, el mensaje que se transmite es que no puede haber delito más grave que el de enfrentarse al Papa Dictador.

En total, el cardenal Ouellet ha conseguido dos cosas con su carta
En primer lugar, ha proporcionado a los católicos progresistas y conservadores la excusa ideal para desacreditar y desestimar el testimonio de Viganò. Por consiguiente, todo lo que éste diga de cierto encontrará más dificultades para ser aceptado e impulsar unas reformas que ya se hacen esperar. En segundo lugar, y paradójicamente, habrá reforzado la convicción de muchos de que, precisamente, ha sido una adulación ciega de los jerarcas de la Iglesia lo que nos ha metido en la boca del lobo de la actual crisis de los abusos.

(Traducido por Bruno de la Inmaculada. Artículo original)

Peter Kwasniewski

Cupich: “No es nuestra política negar la comunión a los ‘matrimonios’ gays” (Carlos Esteban)



En una entrevista concedida a una televisión local, el cardenal Blase Cupich, Arzobispo de Chicago, ha declarado que no es “política” de su diócesis negar la comunión a los miembros de una pareja homosexual casada según la ley civil.

Si algo bueno puede decirse del cardenal Blase Cupich, elevado a la archidiócesis de Chicago por Francisco, gracias a los buenos oficios del arzobispo emérito de Washington, Theodore McCarrick, es que no es un hombre taimado. En una entrevista concedida este miércoles al programa Chicago Tonight de la cadena WTTW, el purpurado reconoció llanamente que en su diócesis no era práctica negar la comunión a los integrantes de ‘matrimonios’ homosexuales.

Hace falta una enorme ingenuidad -o una arrogancia ilimitada- para suponer que una diócesis católica puede imponer ‘políticas’ de este tipo a gusto del obispo de turno. Ha habido dos sínodos de la familia y una exhortación papal -Amoris Laetitia-, que a su vez ha provocado los Dubia de cuatro cardenales, una Correctio filialis de más de medio centenar de pensadores e incontables comentarios y polémicas, todo, precisamente, para dilucidar en qué condiciones podría darse la comunión a los divorciados vueltos a casar, precisamente porque quien se divorcia de su mujer o su marido y se casa con otra u otro, comete adulterio.

Y el adulterio es un pecado mortal, y comulgar en pecado mortal es sacrílego, y el sacerdote que conoce a ciencia cierta que quien se acerca a comulgar está en una situación pública y notoria de pecado mortal tiene la obligación de negarle la absolución.

Las disquisiciones para salvar la doctrina en este caso son alambicadas y abstrusas, acaloradamente discutidas, y han provocado una implícita división en el seno de la Iglesia. Pero para Cupich no hay problema: no es ‘política’ en su diócesis negar la comunión a una persona que vive no solo en una institución que la Iglesia condena tajantemente, sino en una situación de pecado de sodomía, uno de los cuatro tipos de pecado que, según la Escritura, “invocan la ira de Dios”.

De hecho, las desconcertantes palabras de Cupich venían como respuesta a un comentario del entrevistador sobre la actitud del obispo de Springfield, Illinois, Thomas Paprocki, que el pasado junio había decretado que se negara no solo la comunión, sino también los ritos funerarios a quienes entraran en uno de esos llamados “matrimonios” de personas del mismo sexo.

Paprocki no hacía sino ajustarse a la doctrina, citando en su decreto las Escrituras y el Código de Derecho Canónico, al tiempo que recordaba que la institución civil de un “matrimonio” homosexual, impuesto como derecho constitucional por el Tribunal Supremo durante la Administración Obama, suponía una ruptura con milenios de reconocimiento jurídico de la unión marital como una, sólo posible entre un hombre y una mujer.

En cuanto a la oportunidad de su decreto, Paprocki reconocía tener “una responsabilidad como obispo de guiar al pueblo de Dios confiado a mi cargo con caridad pero sin comprometer la verdad”.

Ya con motivo del reconocimiento del ‘matrimonio paritario’, Cupich declaró en su día en el Chicago Tribune que es “mucho más fácil juzgar lo que hace la gente en blanco o negro. Lo importante en todo esto a medida que avanzamos es reconocer que las vidas de la gente son muy complicadas. Hay circunstancias atenuantes, psicológicas, su propia historia personal, quizá incluso biológica. No es una cuestión de hacer olvidar cuál es el ideal”.

Ya tenemos esa manzana de la discordia: la presentación de la indisolubilidad matrimonial entre hombre y mujer, ordenada por Dios desde el principio y aclarada de forma inequívoca por Cristo, no como una realidad que todos los casados deben cumplir y que millones han cumplido y cumplen, sino como un “ideal”, con respecto al cual lo otro es ‘peor’, pero no necesariamente malo.

Creo que tampoco debe extrañar a nadie que un prelado, seleccionado a dedo por un depredador sexual que abusó del primer niño que había bautizado, cuando éste tenía solo 11 años, no resulte un prodigio de ortodoxia, pero tampoco hace falta ser teólogo, basta con ser un católico del montón, para advertir que la declaración de Cupich es una desgracia escandalosa que rompe radicalmente con lo que ha sido siempre doctrina inmutable de la Iglesia.

Quizá por eso, cuando CNSNews se dirigió al sucesor de los apóstoles al frente de la diócesis de Chicago para preguntarle si estaba de acuerdo con la definición que hace el Catecismo de la Iglesia Católica sobre la homosexualidad como “intrínsicamente desordenada”, el prelado optase por el ‘no comment’.


Carlos Esteban

El SILENCIO del VATICANO ante el Testimonio Viganò, según SPECOLA (9): Sobre la carta de Marc Ouellet y otros



La aparición fantasmal del Papa Francisco con la ya famosa ‘férula bicorna’ ha desatado todos los demonios y el invisible Viganó se hace más presente que nunca. 

Del Sínodo nada. El Papa alienta a rezar el rosario en este su mes. En el sínodo no lo vemos entre las actividades propuestas. Pero lo que hoy desata todos los comentarios es el comunicado de prensa sobre los ‘recientes sucesos’ y la carta del prefecto de la congregación de obispos Marc Oullet dirigida al desaparecido Viganò

Estamos entrado en una espiral de confusión que no hace sino empeorar las cosas y no aclarar nada. Si quitamos la hojarasca y la literatura sin contenido llegamos a la conclusión que el Papa ha ordenado investigar, no tanto a McCarrick, sino a los investigadores de McCarrick. Se intenta saber qué ha sucedido en la maraña curial y quién sabía o no sobre el caso. 

Lo de Oullet , uno de los principales conocedores al tener acceso directo al archivo de su congregación, suena a disculpa no pedida. El defiende su actuación y, quizás sin pretenderlo, confirma muchos de los puntos de testimonio Viganó.

Se habla de golpe del Vaticano pero con disparos de fogueo. De como se negocia en oriente pero se es incapaz de poner orden es casa que cada día está más revuelta. Se dice que se investigará sobre McCarrick, veremos

Se vuelve a los buenos deseos y se nos dice que la pedofilia ya no será tolerada. El tiempo de las palabras ha pasado y, por fuertes y bellas que sean, han perdido todo su valor al faltar la necesaria compañía de los hechos.

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OULLET: FUERTE EN LA FORMA FLOJO EN EL CONTENIDO (9 de octubre)

Estamos viviendo las consecuencias lógicas del testimonio Viganò. Las viejas tácticas de control informativo ya no sirven y lo que está sucediendo lo demuestra. Los medios están interesados en el tema de los abusos y no sobre el Sínodo

La óptica está cambiando en un sentido que consideramos muy positivo. Es un verdadero escándalo que suceda uno solo de los horribles crímenes con menores. Es espantoso el descubrir la hipocresía y doble vida de tantos jerarcas que, por decenios, nos han querido imponer verdaderas aberraciones. Es inquietante descubrir cómo se ha extendido en el seno de la Iglesia una verdadera mafia lavanda que nos invade hasta los tuétanos. 

Hasta ahora nos hemos visto sumergidos en acusaciones genéricas en donde la inmensa mayoría de sacerdotes se ven salpicados por cosas que seguro no han ni imaginado. Sufrimos una perplejidad universal, por silencio de miles de obispos que parece que se han olvidado de su función de pastores.

Pero algo está cambiando. Los casos de abusos siguen su proceso en la justicia civil que, con todas las limitaciones que queramos poner, es la que está haciendo algo. Los procesos canónicos están desaparecidos y ya nadie confía. Se aplican castigos ‘ejemplares’ cuando, ante las evidencias públicas y publicadas, no queda otro remedio. Los abusadores están rindiendo cuentas ante la justicia terrena y confiemos en un cambio de vida antes de llegar a la divina.

Lo que está cambiando es que somos mucho más conscientes de que el verdadero problema ha sido y es la cadena de encubrimiento que, de no ser corregida con urgencia, está convirtiendo a la Iglesia Católica en un secta en la que se pide fidelidad personal y sometimiento a la autoridad superior. Esto ya no es tolerable y la ‘omerta’ ha estallado por los aires

La fidelidad es a la Sagrada Escritura y a la Tradición y todo lo demás no es católico. En la milenaria historia de la iglesia son puestos como ejemplos los mártires y los santos. Los papas, los obispos, los sacerdotes , los laicos son ejemplos en la iglesia si son santos y no al contrario. El sacerdocio, el episcopado, no da la santidad aunque la exige y reclama por su naturaleza. 

En otros tiempos era más fácil cubrir las vergüenzas o que estas quedaran en un ámbito mucho más reducido.  Hoy esto ya no es posible. El buscar culpables abstractos es una vieja táctica que no funciona. 
Podemos repartir culpas al ‘gran acusador’, ‘al clericalismo’, al ‘abuso de poder’, al ‘demonio’; y todo esto queda en un modo de eludir las responsabilidades personales que existen y muy claras.
Las noticias de hoy denotan este caos en el que vivimos y que nadie parece querer aclarar. La carta de Oullet parece contradecir la regla de conducta del cuarto general de la Compañía de Jesús, Claudio Acquaviva: “fortiter in re, suaviter in modo”. Estamos en los tiempos de dureza en las formas y contenido más que flojo.


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VIGANÒ SIGUE PRESENTE (10 de octubre)

Del testimonio Viganò no tenemos muchas novedades, pero sí muchas referencias que sobrevuelan sobre el Sínodo y sobre todas la intervenciones oficiales y oficiosas del Vaticano y de los padres sinodales. 

Los desmentidos generales están dando paso a la confirmación de los hechos porque, al fin, de hechos hablamos. Esto parece un historia infinita que no puede terminar con el silencio que todo parece confirmar.

Specola

NOTICIAS VARIAS, del 6 al 10 de Octubre de 2018



INFOVATICANA

Los médicos del hospital infantil trazan planes para la eutanasia infantil

El Sínodo se acerca a la juventud festivalera con una gala en el Aula Pablo VI

San Francisco y su tiempo, el informe O’Connor, el sínodo de los abusos e inmigrantes, la China catocomunista, Vaticano ofensivo en Escocia.

Viganò el fantasma del sínodo, disco Pablo VI, los cuernos de Papa Francisco, muertos inquietos, Tosatti seis millones. (Specola)

La enfermedad de la Iglesia se llama postmodernismo. El diagnóstico de un teólogo




Viganò: el Vaticano lanza un golpe. Pero para llenar espacios en blanco



¿Por qué Paglia no fue nombrado consejero del Dicasterio para el Laicado, la Familia y la Vida?

Farsa de los abusos: Michigan se ocupa solamente de los “abusos católicos”

INFOCATÓLICA

Indignación en La Coruña por la retirada de la alfombra floral en honor a la Virgen del Rosario

Estrenando collar nuevo: VOX (Bruno Moreno). 

Admiro la paciencia de Bruno en contestar a todos cuantos le preguntan, sobre todo a aquellos que lo insultan y le dicen que es un mentiroso, sin ningún tipo de pruebas. Es un hecho que VOX no ha propuesto en su Programa la no legalización del aborto así como tampoco ha propuesto la no legalización del «matrimonio» entre personas del mismo sexo. Al no proponer algo de una manera explícita, para que no haya lugar a dudas o equívocos, aunque se haga uso de frases grandilocuentes que parecen como que está en contra del aborto o del matrimonio gay, en realidad no realiza propuestas concretas en ese sentido, de manera que todo queda en palabras.

IL SETTIMO CIELO

Nuevo equipo o, mejor dos, en el Vaticano, sobre vida y familia

ONE PETER FIVE

RIP, Vatican II Catholicism (1962-2018) (Peter Kwasniewski)


Selección por José Martí

Arzobispo caldeo: “Una nueva ola de persecución eliminará el cristianismo de Irak” (Carlos Esteban)



Quedan ya tan pocos cristianos en Irak que una oleada más de persecución podría hacerlos desaparecer, asegura el arzobispo caldeo Habib Nafali en entrevista concedida a Catholic News Service.

Años después de la invasión americana y de la célebre foto de George Bush ante el cartel de ‘Misión Cumplida’, la única ‘misión’ que parece estar cumpliéndose a rajatabla en Irak es el exterminio de una comunidad cristiana que lleva sobre esa tierra desde el principio de la predicación apostólica.

Es la desesperada llamada de alarma del arzobispo caldeo Habib Nafali, que llama abiertamente “genocidio” a la ‘limpieza étnica’ de cristianos en los últimos quince años de las zonas donde llevan milenios sobreviviendo.

Las minorías, gente pacífica, están siendo exterminadas por consideraciones estratégica de un “juego global”, asegura Nafali, para quien «una nueva oleada de persecución será el fin del cristianismo allí después de 2.000 años».

El ISIS ha sido vencido en batalla, pero no ha desaparecido; sencillamente, se oculta. Pero, de hecho, se considera que está detrás de una serie de asesinatos de mujeres que vestían a la occidental.

No son ataques al azar: los cristianos de Irak, asegura el arzobispo, sufren “violencia sistemática” encaminada a erradicarlos, a “destruir su idioma, separar a las familias y forzarlos a abandonar” el país. “Si esto no es genocidio, ¿qué lo es?”, concluye Nafali.

Hablamos de una población cristiana más antigua que la mayoría de las europeas. Los cristianos de la región fueron convertidos al cristianismo directamente por los apóstoles, hablan -o, al menos, rezan y celebran- en el idioma que hablaba Jesús y se han mantenido en una proporción decreciente, pero no insignificante, durante casi milenio y medio de dominación musulmana, tiempo en el que han sufrido persecuciones esporádicas y han sido siempre ‘dhimmis’, ciudadanos de segunda clase.

En los últimos quince años, los cristianos en Irak han pasado de un millón y medio -el 6% de la población- a apenas 250.000, un 1%. En los diez años siguientes a la invasión americana de 2003, se han destruido iglesias y monasterios a un ritmo medio de uno cada cuarenta días, asegura el arzobispo.

Los que han salvado la vida, pero no han querido seguir viviendo en estas condiciones de acoso y persecución, la diáspora caldea, están repartidos por setenta países.

Carlos Esteban

Importancia de la verdad y de la Filosofía Tomista (José Martí)


Santo Tomás de Aquino

* Hay verdades que, si son verdad, lo son siempre, independientemente de las circunstancias históricas. Unas son evidentes por sí mismas y no necesitan de ninguna demostración: una manzana es una manzana; un cerdo es un cerdo; dos más dos son cuatro, etc... 

* A otras, en cambio, que no son evidentes en sí mismas, se puede llegar mediante un razonamiento correcto, el cual siempre tiene en cuenta las verdades evidentes, cuales son el principio de identidad: «Todo ente es igual a sí mismo» y el principio de no contradicción: «No se puede ser y no ser, al mismo tiempo y bajo el mismo aspecto», entre otras, verdades a las que se les conoce como 'principios de la ciencia', sin ser, ellos mismos, ciencia. Estamos situados ahora en las verdades científicas. Toda verdad, sea o no científica, lo es en tanto en cuanto explica la realidad de las cosas. Las cosas son lo que son y de lo que se trata es de conocerlas lo mejor posible, sin negar -lógicamente- su existencia. Existen ciencias filosóficas y ciencias experimentales. A ambas se llega mediante el uso correcto de la razón. 

- Las ciencias experimentales requieren el uso de instrumentos adecuados en la percepción de un determinado fenómeno: así, se requiere de un termómetro para medir la temperatura, de un cronómetro para medir el tiempo, etc ... pero lo común en todas ellas es el conocimiento, lo más completo posible, de la realidad material. Dicho conocimiento viene muy influenciado por el desarrollo de la técnica. Ambas, ciencia y técnica, se suelen desarrollar casi simultáneamente, pues aunque la ciencia precede siempre a la técnica, el desarrollo de la técnica ayuda a la ciencia a progresar, al tener medios más precisos para el acceso a la realidad que le es propia.

- Las ciencias filosóficas estudian igualmente la realidad, pero no sólo la realidad material, sino toda la realidad (también la material), atendiendo a sus causas últimas, y haciendo también uso de la razón. En cuanto al modo de acceso a esa realidad que se pretende conocer, es evidente que realidades como la libertad, el amor, las relaciones humanas, el sentido de la vida, etc ... no pueden ser estudiadas con el mismo método que las ciencias experimentales, pero su objeto es el mismo, igualmente, a saber: el conocimiento de la verdad

Por eso no todas las «filosofías» son ciencias filosóficas: sólo aquéllas que, conscientes de su indigencia, admiten, como una evidencia indiscutible, que existen cosas, y que existe la verdad acerca de lo que esas cosas son.  De ahí que las filosofías de tipo idealista son, en realidad, «ideologías», pero no ciencias filosóficas, pues ponen la razón como objeto que construye la realidad. 

Aquí podíamos colocar a «filósofos» como Descartes, Kant, Hegel, Heidegger, etc..., personas dotadas de una gran inteligencia, pero que han influido negativamente en el conocimiento de lo real, en cuanto tal. Y es que no se trata tanto de partir del «pienso, luego existo», de Descartes, cuanto de una evidencia: «las cosas existen, luego pienso». Y puedo pensar acerca de ellas -y de mí mismo, en cuanto existente- porque he sido creado con esa capacidad de razonamiento

Si se coloca el yo en el centro tenemos las «filosofías» idealistas, que pretenden construir la realidad según su propio enfoque subjetivo. Si, en cambio, se coloca la realidad en el centro tenemos las «ciencias filosóficas», y éstas, a diferencia de las otras, son  realmente «ciencias» pues su objeto es el conocimiento de la realidad existente, una realidad de la que nosotros mismos, como personas (con capacidad de pensar) formamos también parte. 

La filosofía realista es la única que puede considerarse propiamente auténtica filosofía, mientras que las filosofías idealistas son, en cambio, «ideologías» y, por eso mismo, son falsas: para ellas no es la verdad lo que cuenta, sino el propio pensamiento desligado de dicha realidad, la cual «construyen» a su gusto. Por eso hay tantas filosofías idealistas, tantas cuanto «gustos» hay. Lo común a todas ellas es el olvido del ser, al que sustituyen por ... el parecer, el sentimiento, la conciencia, etc.

* Finalmente, existen las llamadas ciencias teológicas: básicamente coinciden con las ciencias filosóficas: estudio de toda la realidad y búsqueda de las causas últimas del ser, pero con un matiz especial: el estudio teológico no se realiza a la luz de la razón, sino a La luz de la fe.  Se pasa de un plano meramente natural a un plano sobrenatural, el cual no suprime lo que es natural, sino que lo perfecciona y lo lleva a su plenitud.

- Es importante subrayar que las «ciencias teológicas» suponen la fe en Jesucristo: éste es el dato inicial -y real- del que parten. Y, en su desarrollo, se proponen un conocimiento cada vez mayor de Jesucristo, sin apartarse nunca, en ningún momento del dato inicial, que es el que se encuentra reflejado en la Sagrada Biblia. Y, de un modo más completo, en el Nuevo Testamento, a cuya luz se ilumina y es posible entender mejor el Antiguo Testamento. 

- Ocurre aquí algo parecido a lo que sucedía con la filosofía; y es que no toda «teología» es «ciencia teológica». Cualquier ’teología’ que se aparte del dato revelado deja de ser verdadera teología y se transforma en 'otra cosa', en una «ideología», en tanto en cuanto se aparta de la Verdad revelada. 

Por eso, no tiene ningún sentido dedicarse al estudio de la Teología si no se tiene fe. Sin esta base, que es el fundamento de toda verdadera Teología, todo se derrumba, como un edificio sin cimientos. 

Cuando el «estudioso» de Teología niega, por ejemplo, la «existencia histórica de Jesucristo» o dice que «Jesucristo es un hombre más» o niega su resurrección y ascensión a los cielos, ... En definitiva, cuando el tal «estudioso» no cree en la Divinidad de Jesucristo , en lo que concierne a la Religión Católica hay que afirmar, sin dudas de ninguna clase, que nos encontramos en presencia de un hereje. ¿Qué sentido tiene que una persona «estudie» teología, que es la Ciencia de Dios, por definición, si tal persona comienza por no creer en Jesucristo y por no aceptar aquello que no entienda de las Escrituras?

- En la actualidad hay muchos teólogos que no son tales, pues lo único que les importa es su propia interpretación de los Evangelios y del Nuevo Testamento, tal y como hacen los protestantes ... pero no les interesa la Verdad. Interpretan el Evangelio «a su modo», pero no son fieles al Mensaje de Jesucristo, el cual está interpretado fielmente en las Escrituras, en la Tradición y en el Magisterio Perenne de la Iglesia, el cual permanece intacto a través de los siglos, independientemente de las diferentes circunstancias históricas de cada momento ... por la sencilla razón de que son Palabra de Dios ... Y esa Palabra es siempre actual.

- La vuelta al estudio de Santo Tomás de Aquino, con su filosofía del «Esse», del «Acto de ser», es esencial si se quiere entender e interpretar correctamente el Mensaje de Cristo.  Así se ha entendido y así se se ha llevado a la práctica en la Iglesia desde hace ya unos ochocientos años. Y bajo la influencia de este estudio serio de los escritos de santo Tomás de Aquino, son muchos los que han ido conociendo a Jesucristo, con una profundidad cada vez mayor; y, en consecuencia, lo han amado; porque es imposible conocer de verdad a Jesús y no amarlo.

- Ésa es la razón por la que siempre se ha aconsejado que en los Seminarios se enseñe la Filosofía Perenne de la Suma Teológica de santo Tomás  de Aquino, una filosofía que, al estar basada en el Ser, conduce con más facilidad al conocimiento de la realidad de las cosas y, por lo tanto, al autor de todas ellas ... y, en definitiva, al conocimiento de Jesucristo, quien dijo, como sabemos muy bien: «Yo soy la Verdad» (Jn 14, 6). « Quien me sigue no anda en tinieblas» (Jn 8, 12). 

- Todos los Papas desde el Concilio de Trento y, en particular, a partir de san Pío X, quien combatió el Modernismo, suma de todas las herejías, incluyendo asimismo los Papas posteriores, hasta Pío XII,  han aconsejado el estudio de santo Tomás de Aquino en los seminarios e, igualmente, el estudio del latín, para una mejor comprensión de la Teología y de los Evangelios. 

- En lo que se refiere al latín, el propio Papa Juan XXIII, en su Constitución apostólica «Veterum Sapientia», año 1962, fecha anterior al Concilio Vaticano II, habló de la importancia fundamental del latín ... aunque los hechos posteriores han demostrado que no se le hizo mucho caso, por no decir ninguno

- Y aunque, a primera vista, pudiera parecer que no es tan importante el estudio de Santo Tomás, la apostasía actual generalizada, si se estudiara el fenómeno a fondo, demostraría posiblemente que es debida, en gran parte, al abandono del estudio de la filosofía tomista en los Seminarios, pues los nuevos sacerdotes salen, en general, con una escasa formación en el verdadero conocimiento de Jesucristo, con lo que eso supone para la vida de la Iglesia y para los fieles: un auténtico desastre, en todos los sentidos, también en el pastoral. Los resultados saltan a la vista.
José Martí

Cardenal Ouellet confunde los hechos, se convierte en acusador de Francisco



En su dura réplica del 7 de octubre al denunciante Viganò, el cardenal de la curia Marc Ouellet arruina los hechos.

Él afirma que el papa Francisco se olvidó de la información que él obtuvo de Viganò sobre el cardenal McCarrick, porque en ese mismo día recibió a muchos otros nuncios y fue sobrecargado con información.

Esto no es cierto. Viganò no informó a Francisco sobre el cardenal McCarrick el 21 de junio, cuando los dos se encontraron por primera vez en el contexto de una gran audiencia para muchos nuncios, sino dos días más tarde, el 23 de junio, cuando se le concedió a Viganò una audiencia privada.

Esta segunda audiencia tuvo lugar después de la Misa dominical de Francisco, hasta el Ángelus a las 12 horas del mediodía, y duró cuarenta (!) minutos. Ésta fue la única audiencia que Francisco concedió en esa mañana.

En consecuencia, la defensa de Ouellet se convierte en una acusación: Ouellet admite que Francisco fue informado sobre McCarrick y no hay motivos de por qué él podría haber “olvidado” la información explosiva que recibió de Viganò.

Escucha, acompañamiento, apertura y otros 'slogans’ (Carlos Esteban)



La primera semana completa del sínodo, en cuya misa inaugural el Papa nos advirtió que el discernimiento cristiano no es “un slogan”, cierra con algo muy, muy parecido al vacío acompañado de ‘slogans’.

Tres han destacado: acompañamiento, escucha y apertura. Nada que objetar a ninguno de los tres, salvo que uno debe saber a qué y cómo acompaña, qué escucha y a qué se abre. Es decir, que los tres conceptos están vacíos, no son nada en sí mismos y valen no ya para cualquier religión, sino para cualquier ideología.

En definitiva, en algún momento hay que definir realidades espirituales concretas que den sentido a ese acompañamiento -también se puede acompañar al infierno, por ponernos tremendos , a esa escucha y a esa apertura, o lo mismo será escuchar a un charlatán o abrirse al hedonismo.

No ayuda mucho a matizar que también nos aconsejara aprender de los jóvenes a “caer en posturas moralistas o elitistas”. Honradamente, no veo en qué sentido pueden ‘los jóvenes’ enseñarnos eso. Si hemos de juzgar por las redes sociales, donde los jóvenes tienen una presencia desproporcionada, no puede decirse que anden en general ayunos de ‘moralismo’, bien al contrario, aunque su moral no sea exactamente la católica.

De hecho, uno de los puntos fuertes de esta primera semana, llamémosle voz de alarma, ha sido la declaración del arzobispo de Filadelfia, Charles Chaput, cuando ha advertido contra esa manía, tan de electoralismo político, de halagar a los jóvenes insistiendo en que todos, incluso la Iglesia, tenemos que aprender de ellos. 
“Esto es halago vacío, y enmascara una pérdida de confianza adulta en la belleza y el poder perennes de las creencias que hemos recibido”, dijo. “En realidad, los jóvenes son demasiado a menudo productos de la edad, modelados en parte por las palabras, el amor, la confianza y el testimonio de sus padres y maestros, pero profundamente hoy por una cultura que es, a la vez, profundamente atrayente y esencialmente atea”.
Perfecto, salvo en el sentido de que Chaput parece estar tomándose muy en serio que muchos consideran una distracción o una coartada y que aburre profundamente a los periodistas destacados en el Vaticano, deseosos más bien de noticias sobre encubrimiento de abusos.

Si los jóvenes pueden tener algún interés en acercarse a la fe es porque buscan respuestas y certezas; quieren escuchar, mucho más que ser escuchados. Y, desde luego, con toda una sociedad de consumo que vocifera en sus oídos, lo último que necesitan es que se les anime desde la Iglesia a huir del ‘moralismo’ -de la moral cristiana, imaginamos- o a mostrar aún mayor apertura.

Nuestra sociedad camina a toda velocidad hacia la descristianización total, y en ese sentido se pueden establecer interesantes analogías con el principio de la predicación cristiana, los factores que hicieron que una extraña secta judía se extendiera por todo el sofisticado Imperio Romano hasta conquistarlo
Por supuesto que habría acompañamiento, apertura y escucha, pero con un contenido, y un contenido innegociable que cambiaba sus vidas radicalmente y por el que estaban dispuestos a morir. Y algo así es lo que necesitan, si no quieren, los jóvenes de cualquier época.
Carlos Esteban