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miércoles, 5 de noviembre de 2025

Vuelve «La Sacristía de la Vendée» tras la absolución del P. Delgado




Otro mal día para la sanchosfera religiosa. Después de la absolución del P. Custodio Ballester llega ahora el regreso de las tertulias de La Sacristía de la Vendée tras la absolución canónica del P. Delgado, que publica la sentencia íntegra.

Como si fuese un guion de película, poco después de ser comunicada la sentencia absolutoria, uno de los principales instigadores, contra el P. Delgado, el P. Loriente, fue encontrado en posesión de droga y compañías homosexuales a finales del verano conmocionado a toda la diócesis de Toledo y toda España con el escandalazo. Quedan todavía por determinar el papel desempeñado otros actores de la diócesis de Toledo y Roma.

Aunque la sentencia del P. Delgado es del 28 de julio, hasta hoy no ha podido hacerla pública, ni siquiera dar su opinión públicamente por obediencia. Tal como relata:

Hace un año y medio tuve que anunciar, en obediencia, que dejaba las redes por mandato de mi Arzobispo. Dije que todo se debía a una calumnia de la que esperaba poder dar detalles algún día.

Ese día ha llegado. Durante este año y medio he tenido que enfrentarme a una cruel persecución orquestada por algunas personas a las que, por supuesto, he perdonado desde el primer momento. Esto me ha supuesto ser expulsado de mi ministerio, ser silenciado y ser sometido a un juicio penal canónico.


Hace año y medio decía:

Por orden directa de mi Arzobispo, me veo obligado a interrumpir la actividad en todas mis redes y a suspender mi participación en medios de comunicación. En esta ocasión no lo hago por mi propia voluntad.
No me queda más remedio que defenderme de una calumnia de la que espero…— Francisco J. Delgado (@PadreFJD) May 7, 2024



En este sentido llama la atención que el Arzobispado no haya emitido ninguna nota comunicando los hechos y restituyendo, al menos, la fama al acusado, especialmente cuando estuvo tan raudo emitiendo un comunicado condenándolo (y de lo que ha sido absuelto) o minimizando el escándalo del Vicario del Clero de Toledo. Tres meses para reparar parecen suficientes. No se espera de los medios de comunicación que lideraron el proceso, pero algunos sí confiaban en el arzobispo.

«La Sacristía»


El origen del caso está en la persecución desatada contra el canal de Youtube después de la denuncia pública de uno de los integrantes, el P. Góngora del simulacro de ceremonia religiosa gay protagonizado por un religioso hoy ya fuera de la diócesis de Madrid.

En este programa de regreso que titulan «El odio ante la Verdad: La vuelta de La Sacristía de La Vendée» contarán cómo ha sido el proceso además de tratar el último documento del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, Mater Populi fidelis, y el debate en torno a los títulos de Corredentora y Mediadora de todas las gracias

Crónicas cucufatenses: el purgatorio (por Bruno Moreno)




Por estar ya en noviembre, mes en que conviene rezar especialmente por los difuntos, y deseoso de que mis lectores se beneficien de la sabiduría del pasado, me ha parecido oportuno traducir y traer al blog un nuevo fragmento de las Crónicas cucufatenses, recién traducido del códex latino de la Anthologia Fabularum Beati Cucufati Alexandriae Veteris (florilegio de historias del bienaventurado Cucufato de Alejandría la Vella, anacoreta).

El presente capítulo se titula “Claro que hay un purgatorio, tarugo” (Scilicet est purgatorium, asine!).

………

Cierto día, el bienaventurado Cucufato rezaba junto a la entrada de su cueva aprovechando el solecito del mediodía que, generalmente, le ayudaba a concentrarse y lograr una meditación mucho más profunda. Similar al sueño, pero totalmente distinta de este, claro.

Nada bueno dura mucho en este mundo sublunar y la meditación de Cucufato se interrumpió por un repentino presentimiento de que algo malo iba a pasar. Nuestro anacoreta abrió los ojos, inquieto, y vio llegar a lo lejos a un hombre. Sintió que un escalofrío recorría su espalda y, elevando los ojos al cielo, rezó así:

—Bendito seas, Señor, que has creado alacranes, mosquitos, charlatanes, parlanchines, pesados y otras plagas por razones que solo tu infinita sabiduría conoce. Y ahora que hablamos de eso, ¿no sería aún más perfecta la creación con un poco menos de todo eso? Es solo una sugerencia.

La oración de Cucufato tenía un cierto tono de urgencia, porque el hombre que se aproximaba era Remigio de Persépolis, también conocido entre los ermitaños menos piadosos como Remigio el Plastha, que, en persepoliano, significa “aquel que habla sin parar cuando la prudencia, la educación y la decencia humana más básica aconsejan callar”. Es un lenguaje admirablemente sucinto el persepoliano.

Fiel a su fama, Remigio iba hablando solo por el camino y moviendo mucho las manos, como si no pudiera pasar un solo instante sin irritar con su charla a algún ser animal, vegetal o mineral.

—La paz contigo, Cucufato —dijo Remigio al llegar a la puerta de la cueva—, sabio entre los sabios, lámpara de las conciencias … pesadilla de los herejes y varón virtuoso donde los haya … Mientras venía he visto un chacal, dos enormes leones … y un leopardo. Por poco no lo cuento, pero afortunadamente … no me arredro por nada, así que yo estaba allí y…

Conviene explicar que, por su afán de no ceder ni un instante al silencio, el Plastha hablaba disparando unas palabras tras otras, en un torrente verbal continuo e imparable excepto por las pequeñas pausas que usaba para respirar ruidosamente.

—Hola Remigio —respondió, lacónico, Cucufato, aprovechando una de aquellas pausas—. ¿Qué se te ofrece?

—Vengo a consultarte Oráculo de la Sabiduría, pozo de … ciencia e interpretador de sueños, tú que conoces los misterios…

—Sí, sí, sí. Todo eso y mucho más. Pero ¿qué quieres en concreto?

—Resulta que, movido por mi considerable humildad, se me ha ocurrido una cosa muy interesante y quiero preguntarte por…

—Abrevia, Remigio, por caridad, que el Señor vuelve y te va a encontrar parloteando.

—Bueno —dijo Remigio, haciendo un esfuerzo sobrehumano por ir al grano—, lo que yo quería era preguntarte por el purgatorio … Llevo días pensando en ello. No veo que tenga ningún sentido … ¿No podemos ir simplemente al cielo y ya está? ¿Para qué hace falta el purgatorio? ¿No será un cuento de viejas? Yo creo que…

Prudente como siempre, Cucufato reprimió un suspiro de cansancio y reflexionó algunos instantes en silencio, meditando la respuesta sin escuchar a Remigio, que seguía hablando sin parar.

—¿Quieres saber por qué existe el purgatorio? —le preguntó por fin—. Primero tienes que saber otra cosa. ¿Puedes decirme a qué distancia está el sol de nosotros?

—Er… Pues no. Mucha, supongo.

—Hace siglos, el gran sabio Eratóstenes de Cirene calculó geométricamente que el sol se encuentra a unos ochocientos miles de millares de estadios. ¿Entiendes?

—No.

—Si pudiera irse caminando hasta el sol y te pasaras la vida entera andando, día tras día y año tras año, necesitarías multitud de vidas para llegar y, felizmente, no tendrías tiempo para molestar a los demás. O sea, que está a mucha distancia, como decías. En fin, ahora que ya lo sabes, solo tienes que mirar fijamente al lejanísimo sol durante quince minutos —le indicó el anacoreta señalando hacia arriba— y comprenderás por qué existe el purgatorio.

—Estupendo. Ya sabía yo que tú podrías explicármelo y por eso pensé ayer en venir, pero luego pasó que por la mañana tuve otra idea y… —respondió Remigio, muy contento y levantando la cabeza.

Cucufato cerró otra vez los ojos sonriendo y contó en su interior:

—Uno, dos, tres…

—¡Un momento —exclamó el Plastha—, te estás quedando conmigo! No puedo mirar al sol durante quince minutos. ¡Me quedaría ciego!

—Dices bien, Remigio. No se te escapa nada. ¿Así que no eres capaz de mirar durante unos minutos al sol, a pesar de que está a una distancia casi inconcebible?

—Claro, brilla demasiado, no puedo soportarlo.

—Entonces, ¿cómo vas a presentarte sin más en el cielo y contemplar cara a cara a Aquel que creó el mismo sol y el universo entero? ¿Aquél cuya gloria brilla más que diez mil soles? ¿No crees que estarás bastante necesitado de unos añitos de purificación primero, so tarugo?

Remigio se quedó tan admirado de la sabiduría de Cucufato y su respuesta que, según cuentan los ancianos de la ciudad, volvió a Alejandría sin decir una sola palabra en todo el camino. Bien es verdad que nadie se enteró de ello, porque iba tan ensimismado que un león se lo zampó por el camino.

Mientras tanto, Cucufato, satisfecho por haber cumplido el deber de enseñar al que no sabe, volvió a su profunda meditación y continuó beatíficamente en ella hasta que pasó la hora de la siesta, obteniendo así grandes beneficios espirituales y corporales. Como el propio Cucufato sentenció en otra ocasión: es duro tener vocación de anacoreta, pero a alguien tenía que tocarle.

Moraleja de sabiduría cucufatiana: si crees que a ti no te hace falta purgar nada, eso quiere decir que aún estás más verde que los melones de Alejandría y que, de hecho, tu estancia con todos los gastos pagados en el purgatorio se va a contar por siglos, más que por años.

TRIBUNA: Corredentora, ¿lo único inoportuno? (Por Mons. Alberto José González Chaves)



Ante la publicación de la Nota del Dicasterio para la Doctrina de la Fe sobre algunos títulos marianos, que afirma que el título de Corredentora resulta “inoportuno” en el momento presente, no pretendo discutir, porque la Santísima Virgen no necesita controversias; pero sí compartir cierta extrañeza.

La nota, aprobada por el Santo Padre, me parece bastante aceptable en cuanto a su metodología y a los argumentos expuestos, aunque me chirríe que retenga inoportuno un título mariano nacido del amor, no de la confusión. 

La Iglesia jamás ha empleado el término Corredentora para colocar a María al mismo nivel que Cristo, único Redentor, sino para confesar simultáneamente dos verdades luminosas: que Cristo es el único Salvador y que la Virgen, por voluntad divina, fue asociada de modo singular y único a la obra redentora. 

Llamarla Corredentora no disminuye a Cristo: exalta la eficacia de su Redención y ayuda a contemplar con asombro hasta dónde puede llegar la gracia en una criatura que se deja poseer plenamente por Dios. 

Por eso tantos santos, teólogos y pontífices hablaron de este título con amor y fineza teológica. ¿ Hay que desaconsejarlo hoy? Francamente, no lo sé. Mas, concedo: posiblemente sí. Ítem más: acaso adolezca de puerilidad la sensación de que ello empobrece el amor filial a María. 

Sin embargo… ¿es esto lo más “inoportuno” que hay que señalar hoy? ¿No ha habido otros hechos y decisiones mucho más desconcertantes en los últimos años? Aduzcamos sólo algunos de los más salientes:

1. La palabra corredentora no ofende a nadie. Sí lo hace llamar “cuenta-rosarios”, “pepinillo en vinagre” o “rígido” a quien vive con devoción su fe o ama la tradición litúrgica.

2. No pocos nombramientos episcopales y de gobierno en la Santa Sede, a priori preocupantes por la trayectoria doctrinal y/o pastoral de los elegidos, y a posteriori, lamentables.

3. El homenaje en la Sala Pablo VI del Vaticano a Lutero, el heresiarca que originó la ruptura más dolorosa en la cristiandad.

4. La ritualizada presencia y veneración de la Pachamama en el Vaticano, idolatría incompatible con el culto debido al único Dios Uno y Trino.

5. La restricción de la liturgia tradicional (fuente de santidad para generaciones de fieles ayer y de hoy), falseando los argumentos sobre los que se hizo.

6. La gestión eclesial durante la pandemia, cerrando los templos durante meses, privando a los fieles de los sacramentos e imponiendo la comunión en la mano.

7. La Declaración de Abu Dhabi, interpretable como una cierta equiparación de todas las religiones como caminos semejantes hacia Dios, debilitando así la evangelización.

8. La admisión de quienes viven objetivamente en adulterio a la Sagrada Comunión, presentando el estado de gracia de manera gradual.

9. Los acuerdos con el gobierno de Pekín sobre el nombramiento de obispos, dejando a numerosos católicos chinos —perseguidos durante décadas por fidelidad a Roma— profundamente desolados, al sentir que se cedía parte de la libertad de la Iglesia a un poder hostil a la fe.

10. La Declaración Fiducia supplicans, percibida por innumerables fieles y pastores como gravísima, al exhortar a bendecir situaciones objetivamente contrarias a la Ley de Dios, derivadas de “pecados que claman al cielo”, según la Sagrada Escritura.

Muchos católicos habrían esperado una palabra clara sobre cualquiera de estas situaciones antes que una advertencia respecto a un título mariano tan amado por el Pueblo de Dios. Porque María nunca divide: siempre conduce a Cristo

La historia enseña que cada vez que la Iglesia profundizó en los privilegios de María, lo hizo para proclamar con más fuerza la verdad sobre Cristo. La auténtica mariología jamás oscurece a Cristo; al contrario, lo revela más puramente.

¿Qué aprovecha ahora reducir o desaconsejar expresiones marianas que tantos santos han usado para ir al Único Salvador y Redentor?

Los fieles necesitan pastores que confirmen en la fe y consuelen en la confusión.

Hoy, cuando tantos no creen ya en el pecado ni en el infierno, en la gracia santificante, en la Presencia real de Cristo en la Eucaristía, o en la vida eterna, ¿lo inmediato es señalar la inoportunidad del título de Corredentora?

María siempre protegió a la Iglesia. PidamosLe hoy está gracia, como a Mater Ecclesiæ.

¿Corredentora o Medianera? En este momento no me preocupa demasiado que ambas palabras sean más o menos oportunas; me inquietaría que fuesen heréticas, o necias , que es aún peor, como las que escuchamos con demasiada frecuencia, sin que sean corregidas.