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viernes, 25 de agosto de 2017

"El martirio por defender a la Iglesia" (Padre Santiago Martin FM)

Duración 15: 23 minutos

No tiene fin la tormenta de "Amoris laetitia". A Francisco no le gusta la tranquilidad (Sandro Magister)



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"El escrito es muy bueno y explicita cabalmente el sentido del capítulo VIII… No hay otras interpretaciones". Con estas palabras en una carta del 5 de setiembre del año pasado, el papa Francisco aprobaba una nota de los obispos de la región de Buenos Aires, en la que al interpretar la exhortación apostólica post-sinodal "Amoris laetitia" admitían la posibilidad de la comunión eucarística a los divorciados que se han vuelto a casar y que siguen conviviendo "more uxorio".

Pero se trataba de una carta privada dirigida a un monseñor argentino empleado en la secretaría de ese grupo de obispos. Y la nota aprobada por el Papa no estaba destinada inicialmente para ser publicada y no tiene en la parte inferior los nombres de los firmantes. Demasiado poco y mal para clarificar en forma definitiva el sentido auténtico – es decir, atribuible con certeza a su autor – de "Amoris laetitia".

Lo ha intentado en estos días el teólogo más próximo al Papa, el argentino Víctor Manuel Fernández, queriendo cerrar la cuestión, con el tibio auxilio del "L'Osservatore Romano". Pero sin éxito.

Y no podía ser de otra manera, porque la confusión está en el origen. Y en el texto mismo de "Amoris laetitia", que no dice jamás, en forma íntegra o en modo claro e incontrovertible, lo que el papa Francisco se limita a hacer intuir.

El pasaje que más se aproxima está en el parágrafo 305:

"A causa de los condicionamientos o factores atenuantes, es posible que, en medio de una situación objetiva de pecado – que no sea subjetivamente culpable o que no lo sea de modo pleno – se pueda vivir en gracia de Dios, se pueda amar, y también se pueda crecer en la vida de la gracia y la caridad, recibiendo para ello la ayuda de la Iglesia".
Y en la nota 351 vinculada a ese pasaje:
"En ciertos casos, podría ser también la ayuda de los sacramentos. Por eso 'a los sacerdotes les recuerdo que el confesionario no debe ser una sala de torturas sino el lugar de la misericordia del Señor': Exhort. ap. 'Evangelii gaudium' (24 de noviembre del 2013), 44: AAS 105 [2013], 1038). Igualmente destaco que la Eucaristía 'no es un premio para los perfectos sino un generoso remedio y un alimento para los débiles'" (ibid., 47: 1039)".
Como es archiconocido, se ha pedido a Francisco en varias formas y más y más veces que arrojara claridad sobre un texto tan confuso y difícil de entender. En particular por parte de cuatro cardenales, pero a los cuales el Papa no ha querido brindar respuesta y ni siquiera conceder una udiencia.

Pero de hecho aquí llega Fernández, justamente, para sentenciar que la carta a los obispos de la región Buenos Aires es más que suficiente para el que quiere "conocer cómo el Papa mismo interpreta lo que él escribió".

Y a quien objeta que una carta de ese tipo es demasiado poco, Fernández lo refuta desempolvando un antecedente respecto a la interpretación del Concilio Vaticano I, cuando Pío IX aclaró en 1875 un punto controvertido, haciendo propia una lectura de los obispos de Alemania al canciller Bismarck.

"Si el Papa recibió un carisma único en la Iglesia al servicio de la interpretación correcta de la Palabra divina – escribe perentoriamente Fernández –, esto no puede excluir su capacidad para interpretar los documentos que él mismo escribió". No importa cómo y cuándo lo hace, lo importante es que se sepa que la "guerra" contra él ha terminado.

"Lo que queda después de la tormenta": el teólogo de confianza del Papa quiso titular de este modo el ensayo que ha publicado en el último número de "Medellín", la revista de teología del Consejo Episcopal Latinoamericano, en vísperas del viaje de Francisco a Colombia, en setiembre, y a Chile y a Perú en el próximo mes de enero:

> El capítulo VIII de "Amoris Laetitia": lo que queda después de la tormenta

Al ser [Tucho Fernández] el autor del artículo no solamente muy cercano a Jorge Mario Bergoglio sino también el redactor material de buena parte de "Amoris laetitia" (al punto que en ésta se encuentran literalmente extractos de sus artículos de hace una década) su pronunciamiento ha sido inmediatamente interpretado como inspirado por el propio Papa en persona, quien habría querido aclarar de una vez por todas a través de Fernández, elegido como su portavoz – sobre todo dos cosas:

- La primera es que la interpretación de los obispos argentinos es también la suya y es la justa.

- La segunda es que si Francisco prefirió abrir a la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar no en el cuerpo de "Amoris laetitia", sino sólo en débiles notas a pie de página, es porque ha querido hacerlo "de una manera discreta", porque el centro del documento no lo considera allí, sino en los capítulos "dedicados al amor".

Pero se mantiene la pregunta: ¿qué grado de autoridad puede atribuirse a un artículo como el que apareció en la revista "Medellín", firmado por un teólogo considerado universalmente menos que mediocre?

Para elevarlo de nivel han probado, en el Vaticano, con dos pasos sucesivos: uno antes y el otro después de la publicación del artículo.

En efecto, ya antes de la publicación del artículo de Fernández, tanto la nota de los obispos de la región de Buenos Aires como la carta de Francisco a su "delegado" Sergio Alfredo Fenoy habían sido promocionadas en la página web oficial que reúne la totalidad de los escritos y de los discursos papales:

> "Querido hermano…"

Mientras que después de la publicación del artículo fue "L'Osservatore Romano", el diario de la Santa Sede, quien dio la noticia el 22 de agosto y sobre todo declaró que "cuando se interpreta el capítulo octavo de 'Amoris laetitia', en particular en referencia al acceso a la comunión eucarística para los divorciados que se encuentran en una nueva unión", es necesario hacer propio lo que se lee en el artículo de Fernández publicado en "Medellín", que es lo siguiente:

"Conviene partir de la interpretación que el mismo Francisco hizo de su propio texto, explícita en su respuesta a los Obispos de la región Buenos Aires. Francisco propone un paso adelante, que implica un cambio en la disciplina vigente. Manteniendo la distinción entre bien objetivo y culpa subjetiva, y el principio de que las normas morales absolutas no admiten excepción, distingue entre la norma y su formulación y sobre todo reclama una atención especial a los condicionamientos atenuantes. Estos no se relacionan sólo con el conocimiento de la norma sino especialmente con las posibilidades reales de decisión de los sujetos en su realidad concreta".
Pero ambos pasos no aparecen para nada resolutivos.

- Ante todo, al insertar la carta de Francisco a los obispos argentinos en la recopilación de los actos del pontificado no dice nada sobre el grado de autoridad, porque esa recopilación es extremadamente diversificada e incluye, por ejemplo, las conversaciones informales que Francisco mantiene en el avión cuando vuelve de cada viaje.

- En segundo lugar, impacta la retrospectiva relajada con la que "L'Osservatore Romano" ha relanzado el pretencioso artículo de Fernández. En la página seis, sin ninguna referencia en la primera, y con un título que no permite entender en lo más mínimo el contenido:

> Il discernimento pastorale. Nell’ultimo numero di "Medellín", la rivista di teologia del Celam, dedicato al magistero del Papa

Y eso no es todo. La cita de "L'Osservatore", en vez del artículo verdadero y propio de Fernández, está retomada de su "Resumen" inicial, del que reproduce la primera mitad.

Queda intacto, en síntesis, el pecado de origen, es decir, la confusa y complicada redacción de "Amoris laetitia" y especialmente de su capítulo octavo. Pero a Francisco, evidentemente, le gusta así.

Sandro Magister