Para quien no lo sepa, este nombre corresponde a una famosa corrala del Madrid del siglo XVIII, que se hizo célebre por ser lugar de jaranas, peleas, desahucios, trampas, grescas y trifulcas. Su popularidad hizo que algunos escritores costumbristas de la época escribieran sobre ella. Y desde entonces, decir que una casa es La Casa de Tócame Roque es más que indicativo: libertad a mansalva, líos, peleas y contradicciones, puñaladas y navajazos, indisciplinas y libertinajes. O sea, donde cada uno hace lo que le place e interpreta las leyes a base de subjetivismo modernista. Para el diccionario es la casa en la que reina la confusión y por eso mismo es objeto de frecuentes alborotos y riñas.
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He dicho a mis novicios que -salvando que la Iglesia es Santa y es la Esposa de Nuestro Señor- es cierto que en sus miembros y componentes no lo es tanto. Basta con echar una pequeña ojeada. Siempre ha sido así a través de la Historia y, precisamente por ello, la Iglesia es un Misterio Sobrenatural de los gordos.
Sin embargo, en la Iglesia actual del Papa Francisco, la analogía con la Casa de Tócame Roque es bien grande dado que nunca, antes como ahora, ha habido tantos modos individuales de pensar, de exigir, de celebrar, de catequizar, de misericordiar y de dogmatizar. Bueno, de esto último hay dos variedades: los que dogmatizan coherentemente, diciendo que aceptan todos los dogmas porque son dogmas; y los que dogmatizan diciendo que no hay más dogmas que el afirmar que no hay dogmas. Y es que todo es relativo, cultural, pasajero y perecedero. Hasta Kasper será algún día perecedero del todo. Y Baldisseri. Y el fulano de Schönborn. Y no quiero seguir ...
Hablando tanto de la Casa Común, se sigue construyendo la Iglesia Común (la del Nuevo Orden Mundial), la Humanidad Común y la del Pecado Común, que acaba siendo Misericordia Común, y por el que no hay que preocuparse, pues existe el Perdón Común que se administra a todos en Común. Siempre y cuando no sean fariseos de pedigrí y no sean más mirones de la letra que del espíritu.
A mis novicios no les entra en la cabeza, pero esta es la trampa que se encierra en el divorcio aceptado como sin-remedio, para pasar a la Comunión administrada como sin-remedio, para aquellos que viven en adulterio porque no tienen-más-remedio. 
O sea, la Iglesia que acoge a todos, sigue su camino, pero añadiéndole el contrapunto de la adaptación a los tiempos y los cambios en la ahora llamada rutina doctrinal. Parece que Francisco dijera en su interior (y en su exterior): -Pues ahora yo, como soy el Papa (Le Pape c’est Moi), voy a poner a los cabritos a la derecha y a las ovejas a la izquierda. Se acabó con el monopolio de las dichosas ovejas a la derecha, que no hacen otra cosa que molestar y se lo tienen muy creído. Cabritos del Mundo, uníos. Y allá van todos.
A mis novicios tampoco les entra en la cabeza pero en la Casa de Tócame Roque tiene cabida cualquiera, con tal de que se siga instalando el desorden, la contradicción y el desmadrarse, desinhibirse y desmelenarse. Y cuanto más lo hagas, mejor te acogen en las moradas eternas de la nueva doctrina. Hay un cuadro en El Prado en donde las modistillas de la Casa de Tócame Roque, van recosiendo y remendando los vestidos según las necesidades. Como nuestros Pastores Traidores.
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En la Casa de Tócame Roque entran los divorciados vueltos a casar y vueltos a acostar y vueltos a comulgar. Entran los pobres y los ricos (los que financian al actual Vaticano y cuya lista nunca sale a la luz, pero que Francisco conoce). Los inmigrantes y refugiados (aunque no los presos cubanos y/o venezolanos), los agredidos por sus creencias (aunque no Asia Bibi y demás cristianos mártires masacrados por el Islam), los masones que llevan aire fresco al Vaticano (los hermanos de Ravasi), los teólogos que tienen  bula para la herejia y los herejes que tienen bula para constituirse en teólogos, incluso de la Casa Pontificia. 
Y, puestos a entrar en la Casa, podrían entrar también los tradicionalistas que quieran plegarse a ser admitidos. Nunca he visto un peligro mayor que éste de confiar en el enemigo. Menudos tiempos para entrar en Tócame Roque.
En el desmadre y desbarajuste  acaecido con la Exhortación Apostólica -tan calentita todavía-, el cardenal Baldisseri (otro que tal baila) ha explicado perfectamente el fondo de la cuestión: se trata de recontextualizar. Cuando he leído esta palabreja, he soltado un semi-casto improperio ante mis novicios. Ya está aquí la clave del timo para vendernos la burra.
Es necesario recontextualizar la doctrina al servicio de la misión pastoral de la Iglesia. La doctrina es interpretada en relación al núcleo del kerygma cristiano y a la luz del contexto pastoral en el que se aplicará, recordando siempre que la ‘suprema lex’ debe ser la salus animarum.
O sea que, hasta ahora llevábamos cincuenta años contextualizando  (término pedagógico funesto que ha llevado a la educación y la cultura a lo más bajo), hemos contextualizado todo lo habido y por haber bajo la etiqueta de solución pastoral, remedio pastoral, praxis pastoral.
Pero como lo de ahora es otra vuelta de tuerca mucho más “audaz”, porque pone ya en cuestión temas que afectan de modo intrínseco al matrimonio y la sagrada eucaristía, ahora no basta con el contextualizado normal y corriente: ahora hay que recontextualizar.
En definitiva, la recontextualización permite que el disparate, que se hizo con la contextualización, se vea suficientemente esparcido y aventado, aumentado y sin corregir, para acabar en una recontextualización que, a modo de antítesis, nos sigue preparando el terreno para una recontra-textualización posterior. No creo que Francisco haya leído mucho a Hegel, pero lo conoce por sintonía y por la formación jesuítica recibida.
Y encima con aires de preocupación por la salvación de las almas. Me río yo de la preocupación que tienen estos señores por la salvación de las almas. No hay más que verles la cara y la Doctrina.
Yo he explicado hoy -con toda solemnidad- a mis novicios y a mis hermanos frailes que, a partir de este mismo día, pienso hacer lo siguiente, con todo lo que venga de Francisco: lo que esté de acuerdo con el Magisterio de siempre, lo aceptaré. Pero lo que esté en contra, lo recontextualizaré y lo rechazaré. Lo siento, pero él se lo ha buscado. 
Es herética esta Exhortación y es herética esta consideración pastoral que pisotea lo que siempre ha dicho la Iglesia. Eso sí, con cara de buenistas, misericordiosos y buena gente. Así que yo recontextualizo a Francisco.
Tiempo tendremos de seguir analizando el tema. Pero ya, desde hoy, me sitúo en un contexto de recontextualización, por el que pienso que este Papa tiene los días contados. Como dicen en las películas, que Dios se apiade de su alma. Convertir a la Iglesia en la Casa de Tócame Roque no quedará sin castigo divino.