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domingo, 29 de julio de 2018

¿A quién iremos, Señor? Sólo tú tienes palabras de vida eterna (José Martí) [4 de 4]



Por eso pienso que no es descabellado decir que nos hallamos en una situación de "apostasía universal" o, al menos, muy próximos a ella. ¿Coincidirá ésta con aquella "apostasía universal" de la que se habla en la Biblia, la que tendrá lugar al final de los tiempos? No podemos saberlo. Pero lo que no se puede negar es el hecho de que estamos llegando - y de modo vertiginoso - a una situación de apostasía a escala mundialaunque haya todavía muchos que se empeñan en negar lo que es evidente

Con relación a este querer enmendar la plana a Dios asistimos, por ejemplo, a la negación de los dogmas y de todo lo que suene a  sobrenatural. Se llega a negar, incluso, la misma historicidad de las Sagradas Escrituras; en particular, todos los hechos relatados en los Evangelios y en el resto del Nuevo TestamentoSegún estos "entendidos" lo relatado allí fue una invención de la primitiva comunidad cristiana, pero no fue algo que ocurriera realmente: una afirmación gratuita e inventada por estos "innovadores" que no pueden demostrar absolutamente nada de lo que dicen.

Como curiosidad que puede venir al caso, hago aquí una pequeña observación, con respecto al tema de la existencia histórica de Jesucristo. Sabemos que en el año 70 tuvo lugar la destrucción de Jerusalén, tal como estaba profetizado por Jesucristo que iba a ocurrir. ¿No es extraño que tal evento histórico no aparezca en ninguno de los Evangelios? La explicación es sencilla ... y es que los Evangelios fueron escritos anteriormente al año 70, a excepción del evangelio de san JuanPor eso no mencionan tal hecho. Además, como la muerte de Cristo era muy reciente, los escritos de los Evangelios son un fiel reflejo de lo que ocurrió históricamenteEn ellos se relata aquello que los apóstoles vieron, oyeron y palparon. Aquí no existe ningún invento de la comunidad primitiva, ni nada que se le parezca.

La mentira siempre ha sido -y seguirá siendo- el arma que utilizan los "hijos de este mundo", aquellos que tienen por padre al Diablo, según las palabras que utilizó Jesucristo, al responderle a los judíos que no entendían su lenguaje porque no podían oír sus palabras: "Vosotros tenéis por padre al Diablo y queréis cumplir los deseos de vuestro padre. Él era homicida desde el principio, y no se mantenía en la verdad, porque en él no hay verdad. Cuando dice la mentira, habla de lo suyo, porque es mentiroso y padre de la mentira. Pero a Mí, que digo la verdad, no me creéis" (Jn 8, 44-45)] 

Es bastante "corriente" encontrarse hoy con "católicos" que niegan todo tipo de milagros por intervención divina así como los dogmas fundamentales de la fe de la Iglesia: la divinidad de Jesucristo, su Resurrección y Ascensión a los cielos, su Presencia real en la Eucaristía, la virginidad de María, etc. ... y siguen considerándose católicos cuando no lo son: no pueden serlo pues niegan todo lo que afirma la Doctrina Católica

Es una flagrante contradicción… ¿Qué formación es la que han recibido? ¿Quién -o quienes- se han encargado de enseñarles la Doctrina? ¿Cómo puede explicarse tal anomalía?  La respuesta a esta pregunta es muy difícil, porque son muchos los factores que pueden influir en ella. De todos modos, hay una razón, que es la más profunda y misteriosa de todas, y que nos sobrepasa. Está relacionada directamente con el pecado que, como decía san Pablo, es un "misterio de iniquidad" (2 Tes 2, 7). El mismo san Pablo nos advertía, también, en su carta a los efesios, que "nuestra lucha no es contra la sangre o la carne, sino contra los principados y potestades, contra los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus malignos que están por las regiones aéreas" (Ef 6, 12)

Tal y como se ha dicho, hoy vemos que todo aquello que posea carácter sobrenatural es negado o silenciado (lo que ocurre también en bastantes casos de la alta Jerarquía). Si ya en el año 1972 decía el papa Pablo VI que "el humo de Satanás" se había infiltrado en la Iglesia, hoy podríamos decir que es el propio Satanás quien está infiltrado. Cierto que esta afirmación no puede ser demostradapero tenemos las palabras de Jesús que, como siempre, nos sirven de guía -y de luz- en este mundo tenebroso: 
"Por sus frutos los conoceréis" (Mt 7, 16).

¿Y qué frutos observamos? Si no escondemos la cabeza y amamos la verdad, se impone admitir y reconocer que, por desgracia, el llamado modernismo se ha infiltrado en el corazón mismo de la Iglesia y amenaza con destruirla a corto plazo, si Dios mismo no interviene, de alguna manera. El papa San Pío X decía ya, en su encíclica "Pascendi", que la herejía modernista es la suma de todas las herejías. Y esa herejía, que conduce a la apostasía completa, es la que -de modo sibilino- se encuentra merodeando por el Vaticano.

No cabe duda de que Dios intervendrá, pues no va a consentir que su obra se deshaga y que la muerte de su propio Hijo haya sido en vano. Tenemos la seguridad de que 
"las puertas del infierno no prevalecerán contra la Iglesia" (Mt 16, 18) Esa es nuestra esperanza, y sabemos que no será defraudada, pero se impone ser realistas y llamar a las cosas por su nombre. Vistas las cosas, tal y como están, me da la impresión de que esa intervención divina debe de estar ya a las puertas;  nos conviene, pues, estar preparados y vigilar de continuo, porque "el Diablo ronda como león rugiente buscando a quien devorar" (1 Pet 5, 8). 

Es verdad que no podemos conocer ni el día ni la hora y sabemos, además, que 
"un día ante Dios es como mil años, y mil años como un día" (2 Pet 3,8).  Pero, sea de ello lo que fuere, está claro que la negación de lo sobrenatural y la invención de nuevas "doctrinas", meramente humanas, que pretenden destronar a Dios y colocarse en su lugar, no puede traernos sino consecuencias nefastas ... porque "de Dios nadie se ríe" (Gal 6, 7)


En fin, acabamos esta entrada con unas palabras del apóstol Judas Tadeo: "Carísimos, teniendo mucho interés en escribiros sobre nuestra común salvación, me he visto en la necesidad de hacerlo para animaros a luchar por la fe transmitida a los santos de una vez para siempre" (Jd, 3). Tenemos, sobre todo, la certeza y la confianza en las palabras de Jesús, nuestroSeñor, quien dijo a sus discípulos, antes de su ascensión a los cielos: "Sabed que Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28, 20). 

No necesitamos más: la seguridad de su compañía, la intimidad con Él, todo eso nos dará la fortaleza que necesitamos para dar testimonio de Él: "Cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué habéis de hablar, porque se os dará en aquella hora lo que habéis de decir. Pues no seréis vosotros los que habléis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros" (Mt 10, 19-20).

Por lo tanto, debemos alejar de nosotros todo temor y actuar conforme a lo que Jesús mismo nos mandó: "Vigilad y orad para que no caigáis en tentación" (Mt 26, 41). Frente al gran poder de la oración cristiana, una oración hecha con Cristo, por Cristo y en Cristo, ¿qué puede significar todo el poder de los hombres, qué puede significar el poder mismo de Satanás y de todo el infierno? 

La vida cristiana es difícil. Supone tomar la cruz cada día, caminar por la senda estrecha y seguir al Señor. Él ya nos lo advirtió, para que no nos llamáramos a engaño: "En el mundo tendréis tribulación" (Jn 16, 33b) ... "pero confiad: Yo he vencido al mundo" (Jn 16, 33c). 

La certeza que poseemos de que Jesús nos ama y de que somos simplemente peregrinos en esta tierra, siendo el cielo nuestra verdadera y definitiva patria; el saber que nuestra vida no se acaba con la muerte terrenal, sino que esperamos una vida futura junto a Él, por toda la eternidad, si hemos optado por Jesús en esta vida, prefiriéndolo a Él a todas las cosas ... todo eso nos conducirá a adquirir la fortaleza que necesitamos para no tener miedo a nada. Sólo hay algo que debemos temer: el pecado, el estar separados del Señor. Ése es el santo temor de Dios y no otra cosa. 

Esto dice un cristiano hablando de su amado Maestro, hablando de Jesús:


La luz que, de sus ojos,
al corazón atento le llegaba,
quitaba sus enojos
y tal valor le daba
que ya temor ninguno le quedaba.

José Martí

¿A quién iremos, Señor? Sólo tú tienes palabras de vida eterna (José Martí) [3 de 4]

 4 de 4

Es una nota esencial de la verdadera Iglesia la fidelidad al depósito recibido¿Por qué queremos inventar una nueva doctrina diferente a la que ya hay y -además- seguir llamándola Iglesia Católica? Esto es algo diabólico. Si  llegara a producirse, porque Dios lo permitiera, podemos tener la absoluta seguridad de "tal iglesia" no sería la Verdadera Iglesia, ni la Palabra de Dios que escuchásemos sería la auténtica.

De hecho -y como un precedente- según la Carta Apostólica en forma de Motu Proprio “Magnum Principium son ya las distinta Conferencias Episcopales, desde el 1 de octubre de 2017, las que se hacen cargo de las traducciones a las lenguas vernáculas. Esto dará lugar, con total seguridad, a graves problemas de índole teológico y a la desunión de los católicos, en contra del deseo de Jesús: "Que sean uno como nosotros somos uno: Yo en ellos y Tú en Mí, para que sean consumados en la unidad" (Jn 17, 22-23). Si esto ya estaba ocurriendo de hecho, pues hay muchas traducciones de la Biblia, en la actualidad, que no son fieles al original de la Vulgata ... ahora el problema se agravará, con este Motu Proprio que deja manga ancha a esas traducciones. Y la unidad de los católicos, que ya es muy pobre, se irá diluyendo paulatinamente. ¿Por qué? Pues, más que nada, porque en esas traducciones se dará una ambigüedad tal que dará lugar a que se pongan en duda todas o gran parte de las verdades de fe, siendo así que el Contenido de las Sagradas Escrituras ha de ser respetado íntegramente, sin añadir ni quitar nada ... y esto independientemente de los tiempos o lugares en los que se predique el Evangelio.

Se habla mucho de que "la doctrina no se toca", pero los hechos cantan una canción diferente. Hoy se hace mucho hincapié, desde la Jerarquía, en justificar todas las medidas que se están tomando, diciendo que sólo tienen como objetivo la llamada "pastoral", es decir, que de lo que se trata es de conseguir, de un modo más eficaz, que el Evangelio se comprenda mejor y pueda llegar así a todo el mundo. Esta idea, en sí misma -y sin otras consideraciones- es buena ... pero se requiere, para que se produzcan buenos frutos, que vaya siempre por delante -sin ningún tipo de alteración sustancial- la fidelidad a la doctrina de siempre, a la Doctrina multicelular de la Iglesia.

En otras palabras: pueden haber distintos enfoques con respecto a la Evangelización,  pero siempre desde la fidelidad a la Doctrinasólo así se podrá hablar de una buena pastoral; sólo así la gente a quienes les llegue el Mensaje de Jesús estarán realmente unidas en Él, pues todos sabrán a qué atenerse en lo que se refiere al conocimiento de Cristo. Si no hay tal fidelidad, entonces habrá muchos que pensarán que son cristianos  (católicos) cuando en realidad el "dios" que se les predica tiene muy poco que ver con el auténtico Dios, revelado en Jesucristo, quien es verdadero Dios y verdadero hombre. Éste es -a mi entender- el gran problema que tiene hoy en día la Iglesia: la falta de fidelidad a la Doctrina de siempre. Se ha perdido la fe en Jesucristo, el Único en quien es posible la salvación . 

Decir, por ejemplo, como dijo el papa Francisco: 
«los que son cristianos, con la Biblia, y los que son musulmanes, con el Corán», porque «uno solo es DIos: el mismo» ... es un grave error doctrinal, que no se atiene a verdad, desde el momento en que Dios se ha revelado en Jesucristo. Si se cree en Jesucristo, debemos creer en sus palabras, que son éstas: "Quien no está conmigo, está contra Mí" (Mt 12, 30). "Todo el que niega al Hijo tampoco posee al Padre" (1 Jn 2, 23). "Yo soy la Verdad" (Jn 14,6), etc ... Las palabras de Jesús son clarísimas. Y lo que quieren decir es lo que dicen. No admiten ninguna otra interpretación que lo que se dice en ellas, tal y como se dice. 


¿A quién hacemos caso, entonces? ¿A lo que dice Jesús y el Magisterio perenne de la Iglesia, el que guarda fielmente el Depósito recibido ...  o a lo que dicen los demás, no importa la categoría eclesial que ostenten? Esa decisión debemos de tomarla ante Dios, porque lo que está en juego es nada más y nada menos que nuestra salvación o nuestra condenación eterna. Y esto no es ningún invento mío, sino que es Doctrina perenne de la Iglesia, que no puede ser modificada ni cambiada por nadie, ni siquiera por ningún Papa, por muy Papa que sea.

La primera regla a seguir (y yo diría que la única, al menos en el momento actual) para que se pueda hablar de una pastoral auténtica y eficaz es la de predicar la Verdadera Doctrina Católica, de modo íntegro ... sin añadidos ni interpretaciones modernistas, tan al uso, que sólo sirven para apartar a la gente de Dios.  El modernismo que, como caballo de Troya, se ha infiltrado en la Iglesia desde hace, al menos, cincuenta años, ha producido sus "frutos venenosos" y está consiguiendo el fin masónico del Nuevo Orden Mundial, en el que el verdadero Dios no cuenta para nada; es más, no existe. Sólo cuenta el hombre.  No hay otra religión posible si no es la "democracia": eso sí, entendida ésta en un sólo sentido, que no es el de la mayoría real verdadera, sino aquel que decidan desde el Poder, un Poder que está bajo el Maligno, que es quien -prácticamente- domina hoy el mundo. Hay infinidad de personas que todavía siguen pensando en esa gran mentira llamada "democracia", por la que sienten "veneración", sin saber exactamente lo que significa. Decirle a alguien que no es demócrata es el mayor "pecado", si es que tiene sentido hoy hablar de pecado.

Lo cierto y verdad es que la gente no conoce al Señor y, por eso mismo, es desgraciada.  Como venimos diciendo, hay infinidad de "pastores" en todo el mundo (y cuyo número va en aumento) que "enseñan" a la gente "verdades" que no son tales y que no reflejan fielmente -e incluso traicionan- la Palabra de Dios. Son falsos pastores, lobos disfrazados con piel de oveja. Serán juzgados por Dios, como lo seremos todos, aunque su responsabilidad es mucho mayor, pues es mayor el daño que hacen a la Iglesia, minándola desde dentro. 

Por eso, si hubiera que encontrar una respuesta para explicar la situación en la que se encuentra hoy la Iglesia, tal vez (y sin tal vez) habría que acudir al hecho de que muchos de los que tienen que transmitir la fe al pueblo cristiano, ellos mismos la han perdido. Y no se puede enseñar aquello que no se sabe, o mejor -en este caso- aquello que no se vive.  

Estoy hablando en términos generales, porque me consta de que, gracias a Dios, aún quedan pastores fieles al Evangelio y a la Tradición de la Iglesia; así como también fieles católicos que los siguen, porque escuchan -y ven- en ellos al mismo Jesús, al buen Pastor.  Una gran pena que este número de fieles vaya siendo cada vez menor ... aunque Dios proveerá, sin duda alguna.


José Martí (continuará)

sábado, 28 de julio de 2018

¿A quién iremos, Señor? Sólo tú tienes palabras de vida eterna (José Martí) [2 de 4]


Ya sabemos que las dos fuentes de la Revelación de las que un católico debe de alimentarse son las Sagradas Escrituras y la Tradición. Ésos son los buenos pastos que las ovejas del rebaño de Cristo esperan de sus pastores Recordemos algunas recomendaciones del apóstol Pablo, en este sentido, cuando le decía a Timoteo:  "Tú persevera en lo que has aprendido y creído, sabiendo de quiénes lo aprendiste, y que desde la infancia conoces las Sagradas Escrituras, que pueden instruirte en orden a la salvación por medio de la fe que está en Cristo Jesús. Pues toda Escritura es divinamente inspirada, y es también útil para enseñar, para rebatir, para corregir, ... (2 Tim 3, 14-16). Y en otra parte añade: "hermanos, manteneos firmes y guardad las tradiciones que habéis aprendido de nosotros, de palabra o por carta" (2 Tes 2, 15)

La Iglesia tiene, pues, una doble misión, recibida de Jesucristo. En primer lugar -y esto está recibido como un mandato- debe extenderse por todo el mundo, proclamando el Evangelio a todas las gentes y bautizándolas (Mt 28, 19); por una razón muy sencilla, cual es la de que "Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad" (1 Tim 2, 4), lo que únicamente será posible si lo conocen a Él y lo aman, pues sólo Él ha podido decir: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por Mí(Jn 14, 6). 

Conviene recordar, o aprender -si no se sabe- que la fidelidad de un cristiano no es a tal o cual Papa, no es a un Papa concreto, sino al Papado, instituido directamente por Jesucristo, así como también a los dogmas que se han ido definiendo a lo largo de la historia de la Iglesia, verdades que son inalterables por voluntad de su Fundador: "Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Te daré las llaves del Reino de los Cielos; y todo lo que ates sobre la tierra quedará atado en los cielos, y todo lo que desates sobre la tierra quedará desatado en los cielos" (Mt 16, 18-19). 

Las palabras de Jesús, como Dios que es y Señor de la Historia, son siempre actuales; no sirven sólo para una determinada época o para un lugar concreto, sino para todos los tiempos y lugares: "Jesucristo es el mismo ayer y hoy y por los siglos" (Heb 13, 8). De igual modo ocurre con los dogmas, como verdades absolutas definidas de una vez para siempre, a lo largo de la Historia de la Iglesia, verdades que no evolucionan ni se tienen que adaptar a los tiempos.

Recordemos algunos párrafos que pronunció el papa Juan XXIII en el discurso de apertura del Concilio Vaticano II, que tuvo lugar el 11 de octubre de 1962
El gesto del más reciente y humilde sucesor de San Pedro, que os habla, al convocar esta solemnísima asamblea, se ha propuesto afirmar, una vez más, la continuidad del Magisterio Eclesiástico, para presentarlo en forma excepcional a todos los hombres de nuestro tiempo, teniendo en cuenta las desviaciones, las exigencias y las circunstancias de la edad contemporánea (...) El supremo interés del Concilio Ecuménico es que el sagrado depósito de la doctrina cristiana sea custodiado y enseñado en forma cada vez más eficaz (...)
Es necesario que la Iglesia no se aparte del sacro patrimonio de la Verdad, recibido de los Padres; pero, al mismo tiempo, debe mirar a lo presente, a las nuevas condiciones y formas de vida introducidas en el mundo actual, que han abierto nuevos caminos para el apostolado católico (...). 
El Concilio Ecuménico XXI  [puesto que han habido veinte concilios a lo largo de la Historia de la Iglesia y éste era el que hacía veintiuno] (...) quiere transmitir, pura e íntegra, sin atenuaciones ni deformaciones, la doctrina que durante veinte siglos, a pesar de dificultades y de luchas, se ha convertido en patrimonio común de los hombres; patrimonio que, si no ha sido recibido de buen grado por todos, constituye una riqueza abierta a todos los hombres de la adhesión renovada, serena y tranquila, a todas las enseñanzas de la Iglesia, en su integridad y precisión, tal como resplandecen principalmente en las actas conciliares de Trento y del Vaticano I (...)
Una cosa es la substancia de la antigua doctrina, del  "depositum fidei", y otra la manera de formular su expresión; [¡atención al lenguaje, pues puede desfigurar la doctrina, como, de hecho vemos hoy que está ocurriendo!] y de ello ha de tenerse gran cuenta —con paciencia, si necesario fuese— ateniéndose a las normas y exigencias de un Magisterio de carácter predominantemente pastoral (...). Es motivo de dolor el considerar que la mayor parte del género humano —a pesar de que los hombres todos han sido redimidos [¡ojo al dato!] por la Sangre de Cristo— no participa aún de esa fuente de gracias divinas que se halla en la Iglesia católica
Habría que distinguir entre Redención objetiva y Redención subjetiva. Jesucristo murió en rescate por muchos (Mt 20, 28) y no en rescate por todos. Su Poder afecta a todos los hombres de todos los tiempos y lugares de la tierra. Todos pueden ser salvados, pero es preciso que les llegue a todos los hombres el Mensaje de Jesús para que esa salvación objetiva se transforme en salvación subjetiva, que es la verdaderamente eficaz para cada persona

Y esto es misión fundamental de la Iglesia, en cumplimiento del mandato de Jesucristo a sus apóstoles, antes de su ascensión a los Cielos: "Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura. Quien crea y sea bautizado, se salvará; pero quien no crea, se condenará" (Mc 16, 15-16). San Mateo completa este mismo mensaje, cuando dice: "Acercándose Jesús [a sus discípulos] les habló diciendo: "Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado" (Mt 28, 18-20). 

De manera que no se puede hablar, por ejemplo, de la Evangelización de América "pidiendo perdón" por haberles evangelizado. Nada más hermoso y de más valor podían haber enseñado los misioneros españoles a los indígenas que el conocimiento y el amor a Jesucristo, sin el cual su vida carecía de sentido. Les hicieron un gran bien, difícil de ponderar en toda su magnitud ... Y, sin embargo, la Iglesia actual "se avergüenza"  ... ¡y pide perdón!. Inconcebible, pero cierto. La implantación de la cultura cristiana en el continente americano dio lugar a un abismal progreso de aquella sociedad, cuyas culturas nativas eran bárbaras y homicidas. Con la llegada del Cristianismo eso cambió ... gracias a hombres con una fe total en la Verdad del Mensaje que tenían la obligación de transmitir.

La Iglesia ha de procurar, por todos los medios, que el Mensaje recibido de Jesucristo se difunda por toda la tierra y se vaya transmitiendo de generación en generación, de padres a hijos, en fidelidad al "depósito recibido", de modo que Cristo reine, en todos y cada uno de los corazones y en toda la sociedad, único modo de que ésta se regenere y de que la gente pueda ser feliz en la medida en la que eso es posible, ya en este mundo.

Pero la gente no es feliz ... porque le han robado al Señor y no saben dónde se encuentra. Pues sus pastores se han "abierto" al mundo (sobre todo a partir del Concilio Vaticano II), con una idea de "pastoral" completamente errada ... que omite, entre otras cosas, la Doctrina Católica. La Iglesia, en sus Pastores, tiene la obligación de transmitir, sin error, ni interpretaciones personales, la Doctrina cristiana, contenida en las Sagradas Escrituras y, en particular y de un modo especialísimo, en el Nuevo Testamento. Porque si la gente no conoce a Jesucristo, ¿cómo puede quererlo y enamorarse de Él? 

Sin embargo, con el pretexto de que la Iglesia tiene que acercarse a la gente y abrirse al mundo (el famoso "aggiornamento") lo que, de hecho, se ha producido (aun sin decirlo expresamente) es un cambio radical de la Iglesia de siempre, la que fundó Jesucristo.El nuevo lenguaje "modernista", la nueva "pastoral" ha dado lugar -y esto es algo que no se puede negar, porque se trata de hechos constatables) a una "Nueva Iglesia" que cada día se parece menos a la Iglesia fundada por Jesucristo. Es una Iglesia diferente y relativista, que busca congraciarse con el mundo, presentándole un camino fácil y doblegándose a los dictados de una sociedad paganizada y apóstata, que se ha vuelto de espaldas a Dios. 

En los documentos del Concilio Vaticano II hay algunos que atentan directamente contra la enseñanza de la Iglesia, en particular los concernientes al ecumenismo, a la colegialidad, a la libertad religiosa y al diálogo interreligioso, aunque no sólo esos. Habría que convocar un nuevo Concilio, en el que se aclararan las ideas y en donde se especifique, sin ningún tipo de ambigüedad, qué es lo ortodoxo y lo correcto, qué es lo que se sigue manteniendo fiel a la Tradición y qué es lo que se ha cambiado y es heterodoxo e infiel al Mensaje Evangélico. Deben de extirparse de raíz todas las influencias modernistas, que tanto daño están haciendo a la verdadera Iglesia.

Con la excusa de la "nueva pastoral" y de que los cristianos tenemos que estar pendientes de los llamados "signos de los tiempos", lo que de hecho se está haciendo -aunque se quieran cerrar los ojos para no ver- es un cambio en la doctrina. Evidentemente, esto se va a negar; pero los hechos están ahí para que el que quiera ver, que vea.

Cierto que hay que buscar el mejor modo posible de transmitir el Mensaje de Jesús a toda la gente, mediante una pastoral adecuada a los nuevos tiempos que corren ... pero esto no puede hacerse -y se está haciendo- al precio de cambiar el Mensaje Evangélico por otro que no se parece en nada al original. Ya hay mucha gente que se pregunta: ¿Dónde está la Iglesia católica? Y es que, en efecto, esta nuestra amada Iglesia, ha sido traicionada ... y esta traición está produciéndose en el seno mismo de la Iglesia, en una gran parte de la Jerarquía eclesiástica, lo que es sumamente grave.

Aunque lo peor de todo -con ser ya bastante malo lo anterior- es que este cambio "revolucionario", que se está produciendo en la Iglesia, y que está dando lugar a una "iglesia" diferente; como digo, este cambio se niega. Y se dice y se proclama -haciendo uso de todos los medios de comunicación mundanos- que no existe tal cambio y que la Iglesia es la misma de siempre en lo que respecta a lo esencial del Mensaje de Jesús, lo cual no es que sea una gran mentira, que atenta contra la razón, sino que es diabólico. No hay otra explicación ... ¡Y Dios lo permite! 

Creo que ya va siendo hora de replantearse nuestra fidelidad a la Iglesia y dejar atrás cualquier tipo de indecisión. Ha llegado el momento de la radicalización: "El que no está conmigo, está contra Mí", decía Jesús (Mt 12, 30). ¿A quién le hacemos caso? ¿A lo que dice cualquier sacerdote, obispo,  cardenal o el mismo Papa, cuando lo que dice contradice las enseñanzas del Evangelio ... o, por el contrario, optamos por seguir a Jesucristo y su Mensaje auténtico, aunque ello suponga, hoy en día, una heroicidad especial que nos puede llevar -incluso- a perder nuestra vida? 

Yo, sinceramente, me inclino por la segunda opción, porque es la verdadera. Jesús fue muy claro: "A todo el que me confiese delante de los hombres, Yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos; pero a quien me niegue delante de los hombres, Yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos" (Mt 10, 32-33)
 José Martí (continuará)

viernes, 27 de octubre de 2017

Cuando se acusa a los fieles a la doctrina católica de ser los ‘enemigos del Papa’ (Carlos Esteban)




Cardenales como Sarah y Burke, obispos como Luigi Negri o laicos como Gotti Tedeschi sufren permanentes ataques personales por parte de, casi siempre, los mismos, por defender la doctrina católica. Entre los agresores suelen estar los mismos: Spadaro, Tornielli, James Martin

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La Iglesia militante, la que pena y se arrastra en penumbras aquí abajo, sin ser del mundo, vive inmersa en él y sus fieles no son invulnerables a las modas y tendencias del mundo. Quizá por eso no sorprenda ver en el entorno eclesial el reflejo de un singular fenómeno que experimentamos cada día en el panorama político de Occidente.

Me refiero a cómo esa facción que se autodenomina progresista y que durante décadas ha clamado por la apertura y la flexibilidad, que ha demandado libertad de expresión y misericordia, que ha predicado la necesidad de cuestionar toda autoridad, al alcanzar el poder -y, no se engañen, son el poder, no importan las siglas-, cierran filas y buscan ahogar la más tímida disidencia, acallan toda voz crítica lanzándose sin piedad como una jauría contra el osado y hacen de la autoridad formal, que ahora es la suya, el criterio definitivo de verdad.

En el caso de la Iglesia, que es el que nos interesa aquí, los ejemplos abundan y arrecian en los últimos meses, demasiado numerosos para consignarlos todos, aun los de mayor peso. Hemos visto cómo, especialmente desde la publicación de la exhortación papal Amoris Laetitia, ha bastado que cuatro cardenales planteen a Su Santidad dudas razonables sobre el sentido de algunas partes del texto para que los teólogos de cámara salten a la palestra como movidos por un resorte para imponer silencio.

Más triste, quizá, ha sido la respuesta de los perros de presa de la nueva ortodoxia contra los firmantes de la ‘correctio filialis’, porque aquí no se ha cuidado ni ese ‘modicum’ de caridad o respeto reservado para los príncipes de la Iglesia. Curiosamente -o no-, la abrumadora mayoría de las críticas ha pasado por alto la sustancia de lo que allí se dice para centrarse en la supuesta insignificancia de quién lo dice y de su escaso número, como si alguno de los dos modos de combate fueran argumentos teológicos.

Son pocos, son de segunda fila, no cuentan, en suma.

¿Nombres de los atacantes? No faltan, pero no tenemos inconveniente en citar a algunos de los más denodados, desde el teólogo e historiador, vaticanista de la revista católica Commonweal Magazine, Massimo Faggioli, al redactor jefe de America, el órgano de los jesuitas en Estados Unidos, e incansable defensor de los derechos del colectivo LGTBI, padre James Martin, pasando por el director del jesuita Civiltà Cattolica, Antonio Spadaro, o el biógrafo de Francisco, Austen Ivereigh, sin olvidar al director de Vatican Insider Andrea Tornielli.

La paradoja en todos estos ataques y otros similares es que atacantes y atacados, críticos y defensores del status quo, parecen haberse intercambiado los papeles en una desconcertante comedia de las equivocaciones.

Quiero decir que quienes dan la voz de alarma ante innovaciones doctrinales que parecen aguar el mensaje lo hacen, no como disidentes o rebeldes, sino apoyados en la autoridad de una Tradición milenaria, mientras que quienes apelan a la autoridad del momento lo hacen en nombre de una ‘apertura’, de una ‘relativización’ del Depósito de la Fe en el que se basa, precisamente, la autoridad que esgrimen.

Pero los ataques no se circunscriben en absoluto a los firmantes de las Dubia o de la ‘correctio’, ni es la materia de la que se ocupa Amoris Laetitia el único campo de batalla en la aparente guerra sorda y no declarada para cambiar las prácticas eclesiales.

De hecho, uno de los personajes objeto de un gran número de críticas -el Cardenal Robert Sarah, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, ni es firmante de alguno de los textos en discordia ni puede decirse que sea, por temperamento o hábito, amigo de polémicas.

Y, sin embargo, se ha visto envuelto en una, a cuenta del motu proprio papal Magnum Principium, que deja en manos de los obispos locales la autoridad sobre las traducciones del canon de la misa. El texto es sorprendente, con independencia de su contenido, por el hecho de referirse a una cuestión litúrgica y prescindir en su redacción o supervisión del que podríamos llamar ‘ministro’ del ramo, el Cardenal Sarah.

Pero Sarah se ha sentido obligado, por razón de su cargo, a responder a las dudas que ha suscitado la enésima innovación papal, y ha escrito un comentario al motu proprio, interpretándolo en el sentido más acorde posible con la tradición, que ha sido rápida y tajantemente desautorizado por Su Santidad.

De hecho, el Pontífice ha ordenado a Sarah que escriba una rectificación y la envíe a las publicaciones que, como InfoVaticana, se habían hecho previamente eco de su comentario.

Otro de esos críticos que hoy es blanco de las críticas de los guardianes del nuevo poder -si se me excusa la vaga etiqueta- tiene el mérito de ser uno de los firmantes de la ‘correctio filialis’ sin ser clérigo, religioso o aun teólogo, Ettore Gotti-Tedeschi.

Gotti-Tedeschi, que fuera presidente del IOR, el banco vaticano, explicó en su momento a Infovaticana sus razones para firmar la ‘correctio filialis’, en la que una cuarentena de teólogos y pensadores exponían los graves errores que podían inferirse, sin una redacción más precisa, del texto de la exhortación papal.

Para Gotti-Tedeschi, la necesidad de aclaración era ineludible porque “preocuparse de las almas no es prerrogativa solamente de los curas, también de los laicos”. La necesidad era ahora especialmente acuciante porque “las verdades de la fe y los sacramentos son como un “dominó”: si cae uno, todo cae”, recordando que “en Amoris Laetitia tres sacramentos pueden vacilar”.

El banquero no quiere ver “enemigos” suyos en quienes atacan a los firmantes de la ‘correctio’, sino “enemigos del Papa”, que es exactamente de lo que ha sido acusado. En cualquier caso, añade, “temería más bien ser tomado por enemigo de la Iglesia de Cristo”.

Y si antes hablábamos de la paradoja de que sean tomados por disidentes y rebeldes quienes sólo quieren mantenerse fieles a la tradición, y por ortodoxos quienes se han complacido en jugar durante toda su carrera en la cuerda floja de la disidencia teológica, aún nos queda una nueva contradicción.

Así, estos mismos teólogos y clérigos progresistas que han hecho de cierto tercermundismo izquierdista una de sus banderas favoritas y que huyen como de la peste de la etiqueta de ‘eurocéntricos’, apenas logran disimular su desprecio intelectual por Sarah y otros prelados africanos… por ser africanos.

Es difícil interpretar de otro modo las palabras del cardenal alemán Walter Kasper, uno de los hombres de confianza de Francisco, en una entrevista concedida a la agencia católica de noticias Zenit.

Kasper empieza por decir que los católicos africanos “no deberían decirnos demasiado lo que tenemos que hacer”, y admite que no se les hizo el menor caso en el Sínodo sobre la Familia en materias como la homosexualidad, el divorcio y la vida de familia.

"África es totalmente diferente de Occidente", apunta Kasper. “También los países asiáticos y musulmanes, son muy distintos, especialmente sobre los gays. No se puede hablar de esto con los africanos o con la gente de países musulmanes. No es posible. Es un tabú”.

Repitiendo una pregunta que me hacía en un artículo anterior: 

¿Es ‘conspiranoico’ ver en todas estas señales un intento deliberado por ‘relativizar’ la doctrina católica, apoyado por fuerzas muy poderosas en su seno?  Y si fuera así, ¿con qué legitimidad se pueden aceptar cambios que, al relativizarlo todo, también hacen relativa la obligación de obedecer a los pastores?

“¡Nadie te escucha, Atanasio! El mundo entero está contra ti!”, dicen que le gritaban por las calles. Y el respondía: “Entonces, yo estoy contra el mundo”.

Carlos Esteban

martes, 24 de octubre de 2017

Magnum Principium, clave en este pontificado



En la web Crux now, John Allen explica la humillación de Francisco a Sarah obligándole a éste a escribir una carta a los medios que divulgaron la aseveración de Sarah, en la cual defendía que el Vaticano (su Congregación) tenía autoridad final sobre las traducciones litúrgicas y que Liturgiam Authenticam seguía vigente.

[Coloco aquí el original inglés y a continuación la traducción realizada por "La voz libre". Nota: se trata sólo de una parte del artículo completo]

Given Pope Francis's usual disinclination to answer his critics, it may seem a little puzzling as to why he quickly and publicly responded to Cardinal Robert Sarah about the implications of the pontiff's recent decisions on liturgical translation (....)
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For those accustomed to watching Pope Francis in action, what happened on Sunday, when the pope issued a public reply to Cardinal Robert Sarah of Guinea over Sarah’s interpretation of the pontiff’s recent document Magnum Principium and whether it means a loss of control by the Vatican over liturgical translation (Francis insists it does), may have come as a surprise. 
RELATED: Pope tells Sarah power is indeed shifting from Rome to the bishops 
Sarah is the head of the Vatican’s Congregation for Divine Worship and the Discipline of the Sacraments. In a commentary on Magnum Principium earlier this month, he downplayed its implications for the Vatican’s role in translation, claiming his office could still “impose” certain decisions. 
Not so, Francis told Sarah: “The process of translating the relevant liturgical texts … should not lead to a spirit of ‘imposition’ on the bishops’ conferences of a translation carried out by the congregation, because that would offend the rights of bishops sanctioned in Church law,” he wrote. 
Such a swift and direct reply by the pontiff may seem out of character. 
This is a pope, after all, who said in a 2016 interview that he “doesn’t lose any sleep” over critics of his decisions, and has made not engaging those criticisms almost a principle of governance. Most famously, he’s never directly replied to the five critical questions, or dubia, submitted by four cardinals, including American Cardinal Raymond Burke, about his much-discussed document on the family Amoris Laetitia. 
Why, then, one might wonder, was Francis so quick to answer in his own name, almost point-by-point, Sarah’s take on Magnum Principium?
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TRADUCCIÓN AL ESPAÑOL POR "LA VOZ LIBRE"

Dada la habitual falta de inclinación del Papa Francisco a responder a sus críticas, puede parecer un poco desconcertante por qué respondió rápida y públicamente al Cardenal Robert Sarah sobre las implicaciones de las recientes decisiones del Pontífice sobre la traducción litúrgica. (...) 
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Para quienes están acostumbrados a ver al Papa Francisco en acción, lo que sucedió el domingo, cuando el Papa emitió una respuesta pública al Cardenal Robert Sarah de Guinea sobre la interpretación de Sarah del documento Magnum Principium del pontífice y si esto significa una pérdida de control por parte del Vaticano sobre las traducciones litúrgicas (Francis insiste que es así), puede haber sido una sorpresa. 
Sarah es el director de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos del Vaticano. En un comentario sobre Magnum Principium a principios de este mes, restó importancia a sus implicaciones al papel del Vaticano en la traducción, alegando que su oficina aún podría "imponer" ciertas decisiones. 
No es así, le dijo Francisco a  Sarah: "El proceso de traducción de los textos litúrgicos relevantes ... no debe llevar a un espíritu de 'imposición' en las conferencias de los obispos de una traducción realizada por la congregación, porque eso ofendería los derechos de los obispos sancionados en la ley de la Iglesia ", escribió.
Una respuesta tan rápida y directa del pontífice puede parecer fuera de lugar.
Después de todo, este es un Papa que dijo en una entrevista en 2016 que "no pierde el sueño" por los críticos de sus decisiones, y ha hecho el no tener en cuenta esas críticas casi un principio de gobierno. Lo más sabido es que nunca ha respondido directamente a las cinco preguntas críticas, o dubia, presentadas por cuatro cardenales, incluido el cardenal estadounidense Raymond Burke, sobre su documento tan discutido sobre la familia Amoris Laetitia.
¿Por qué, entonces, uno podría preguntarse, fue Francisco tan rápido para responder, en su propio nombre, casi punto por punto, el enfoque de Sarah en Magnum Principium?

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El pie de página 351 de Amoris que abre la puerta a la comunión sacrílega, fue puesto disimuladamente para no crear mayor controversia. Por suerte, los católicos no dormimos y captamos las asechanzas del enemigo vestido de Papa, y la polémica crece día a día, alimentada por nuevas herejías de Bergoglio. La regañina a Sarah es porque Francisco desea que las conferencias episcopales puedan manosear las oraciones litúrgicas hasta dejarlas irreconocibles si es necesario, para adaptarlas a las misas ecuménicas sin consagración (María Ferranz).

Recordemos, en el siguiente vídeo de Gloria TV, lo que dijo Bruno Forte: 

Duración: 43 segundos



Deceit: Talking about Amoris Laetitia, Italian archbishop Bruno Forte, one of the leading anti-Catholic voices at the last Synod of Bishops has given insights into the pope’s mind. According to Forte Francis said during the Synod: "If we speak explicitly about Communion for the divorced and remarried nobody knows what kind of riot they will organize. Therefore we will not speak about it in a direct way but in a way that we lay out the premises. Then, I will draw the conclusions".

(Traducido al español) 

El engaño: Hablando de Amoris Laetitia, el arzobispo italiano Bruno Forte, una de las principales voces anticatólicas en el último Sínodo de los Obispos, ha dado una visión de la mentalidad del Papa. Según Forte, Francisco dijo en el Sínodo: "Si hablamos explícitamente de la comunión a divorciados vueltos a casar, nadie sabe qué clase de disturbio se organizaría. Por lo tanto, no vamos a hablar de ello de una manera directa, pero sí de un modo en que dejemos fuera las Instituciones. Entonces yo sacaré las conclusiones ".

José Martí dijo en su blog, comentando este vídeo:

Algo falla, desde luego; porque, de ser cierta esta noticia, entonces todo el Sínodo (ambos) no sería sino una tremenda farsa, en la que se ha gastado mucho tiempo y mucho dinero ... Eso sí, con apariencia de sinodalidad, cuando el resultado ya estaba escrito desde el principio por el propio Francisco. Esto me parece muy grave.