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sábado, 13 de diciembre de 2025

Tener espíritu contrarrevolucionario



El 11 de diciembre se cumplen 100 años de que el Papa Pío XI proclamó solemnemente la realeza de Cristo con su Encíclica Quas Primas.

El querido maestro, el P. Alfredo Sáenz nos ha dicho repetidas veces que el cristiano debe hacer lo opuesto a lo que hace la revolución moderna. Por esta razón, en estas breves líneas vamos a proponer unas máximas contrarrevolucionarias para el católico de hoy, para buscar el reinado de Cristo y oponernos diametralmente al espíritu del mundo imperante.

Frente a la superficialidad de la vida, proponemos a los jóvenes espíritu de oración y de sacrificio, que los lleve a preguntarse seriamente cuál es la vocación que Dios ha elegido para ellos.

Frente al espíritu de querer quedar bien con el modernismo eclesial, que afecta a gran parte del Episcopado, de las cátedras docentes y de los fieles, proponemos que los sacerdotes prediquen todo el Evangelio con parresía, sin respetos humanos, temiendo solo el juicio de Dios, y haciendo hincapié en las verdades que resultan más incómodas para el hombre burgués actual.

Frente a la mala apertura de las órdenes religiosas, proponemos que los consagrados vivan estrictamente la regla de su fundador (sobre todo si este es santo), sin ninguna acomodación moderna, para que sean sal y luz de un mundo en descomposición moral.

Frente al hedonismo que pisotea la pureza, proponemos a los jóvenes que lleguen vírgenes hasta el matrimonio, y a los esposos que jamás acepten para su vida una mentalidad anticonceptiva, pensando solo en el placer y negándose a engendrar hijos.

Frente al mundo que considera una molestia a los hijos, volvamos a proponer que los padres tengan la mayor cantidad de hijos posibles, para hacer frente al serio problema antinatalista actual.

Frente al naturalismo imperante, proponemos a los padres que lo más importante sea la oración en familia: la Santa Misa dominical, el Rosario diario, el que toda la familia viva en gracia de Dios, la consagración del hogar al Sagrado Corazón de Jesús, etc.

Frente a la actual lobotimización cerebral y a la imposición globalista de formar individuos en serie, propongamos una auténtica cultura cristiana enseñada desde la casa, dejando en segundo lugar la escuela, y los medios de comunicación que buscan manejar a la población.

Frente a la poca importancia de la vida rural, propongamos la importancia de los oficios y de la vida en el campo, para alejarnos de ciudades impersonales y de la dictadura tecnocrática moderna, volviendo lo más posible al ritmo natural de vida.

Frente al espíritu de poco sacrificio actual propongamos que cada joven tenga una profesión concorde a los talentos que Dios le ha dado, y que haga de sus horas de trabajo una vida de apostolado, sin ocultar por ningún motivo su condición de católico.

Frente a una iglesia de la publicidad que busca cristianos manejados por miembros de la jerarquía confusos y poco ortodoxos, propongamos católicos bien formados en la Fe, que no teman enfrentar a los malos pastores que dan comida envenenada o insulsa a las ovejas de Cristo.

Frente a las falsas ideas liberales de soberanía popular y de falsa participación política, que nos quiere a todos dentro de un sistema corrupto, para que así puedan manipularnos, propongamos trabajar por el bien común fuera o incluso contra el sistema, para que se note que los traidores a la patria no nos representan y reuniéndonos con quienes piensan y actúan como nosotros tengamos incluso un estado paralelo, donde en verdad Cristo sea nuestro soberano.

Frente a un mundo desarraigado de sus causas, propongamos un auténtico amor a la patria terrena, siempre con la mirada puesta en la patria trascendente.

Frente a un mundo apóstata y cobarde, no dejemos de predicar con firmeza la verdad católica, recordándole que los tibios no tendrán parte en el Reino de Dios.

Si hacemos todo lo que esté a nuestro alcance, y si estamos dispuestos a expiar tantos pecados públicos incluso con nuestra propia sangre, entonces el Señor nos dará la gracia de que vuelva a reír la primavera, gobernando Dios en nuestros corazones, en nuestras familias y en nuestra sociedad.

Hagamos lo opuesto a la revolución, ¡seamos contrarrevolucionarios!

¡Viva Cristo Rey! ¡Viva la Corredentora!

Padre Jorge Luis Hidalgo