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sábado, 14 de diciembre de 2013

Franciscanos de la Inmaculada ( y 2)

[Artículo sacado de la página web de Acción Litúrgica]



Con frecuencia en esta web se han recibido recogidas de firmas que no hemos publicado. Por ejemplo solicitando que Su Santidad el Papa celebre la Misa tradicional, y otras a las que no nos hemos sumado. Sin embargo, la situación en el Instituto de los Franciscanos de la Inmaculada es sumamente preocupante y requiere el compromiso de todos los amigos y visitantes de esta página.

No queremos silenciar otras opiniones, y de hecho en el enlace de Rorate Caeli tienen también la respuesta  íntegra del comisario apostólico (comisario político lo definen en algunas webs) impuesto a los Franciscanos de la Inmaculada: el padre Fidenzio Volpi.

Los motivos por los que han sido intervenidos, castigados y purgados los Franciscanos de la Inmaculada, ya las ha dado Volpi: ni abuso de menores, ni escándalos sexuales, ni desfalcos de dinero, ni abusos litúrgicos. Este es el motivo: "criptolefebvrismo y deriva definitivamente tradicionalista". Mucho han tenido que rebuscar en los Franciscanos de la Inmaculada a los que querían poner en la picota, y muy poco han encontrado.

Suponiendo que fuera verdad esta tendencia teológica y que en el instituto de los Franciscanos de la Inmaculada creciera un rechazo al Concilio Vaticano II (¿al Concilio o a su interpretación? ¿acaso ilustres teólogos y pensadores católicos, muchos citados por Benedicto XVI en sus obras, no han mostrado sus reservas a determinadas interpretaciones de dicho concilio, o a una cierta ambigüedad en los textos conciliares que provocaba dichas interpretaciones?); si fuera verdad, decíamos, ¿no resultan desproporcionadas, arbitrarias y ajenas a la caridad cristiana las medidas adoptadas por el padre Volpi, y por la Congregación para los Religiosos? 

La respuesta no puede ser más que afirmativa, teniendo en cuenta que no se toma ninguna medida contra otros religiosos que defienden el aborto, el matrimonio homosexual, el sacerdocio femenino y que incluso ignoran, niegan o convierten en metáforas dogmas como la presencia real en la Eucaristía, la Resurrección o la Inmaculada Concepción, y alteran la liturgia a mala fe provocando escándalo en los fieles (en contra del Concilio Vaticano II y de todos los demás concilios). Ni siquiera ha habido purgas ni se han exigido responsabilidades en institutos y curias que han ocultado pecados terribles como el abuso a menores. "Misericordina" para los herejes y psicópatas, y palos sin fin contra los devotos Franciscanos de la Inmaculada.

Los argumentos sobre desvío doctrinal en los Franciscanos de la Inmaculada serán ciertos o no, pero quedan moralmente en entredicho desde el momento en que se les prohíbe a todos ellos el celebrar la Santa Misa tradicional incluso de forma privada. Convirtiendo una orden floreciente en un campo de batalla. El Papa Francisco lo habrá aprobado, no sabemos en qué terminos; los Franciscanos de la Inmaculada tendrán que obedecerle, pero ésto no convierte la medida (contraria al magisterio de los Papas Juan Pablo II y Benedicto XVI) en un acto justo, porque se utiliza la Liturgia Sagrada como un arma de castigo, y porque los discrimina frente al resto de católicos, privándoles de un derecho. 

Por ello, desde el respeto y el afecto a la persona del Santo Padre, tenemos también que respetar nuestra conciencia y afirmar que el "pueblo Summorum Pontificum" está incompleto hasta que no se restablezca el derecho universal conculcado a estos frailes. Y la medida que ahora está en nuestra mano es firmar para pedir la dimisión del verdugo autor de la purga, el padre Volpi. Y que Roma nombre un administrador ecuánime y respetuoso con todas las sensibilidades litúrgicas.

No podemos seguir publicando fotos de bonitas ceremonias como si esto no fuera con nosotros. Porque la prohibición de la Liturgia tradicional y las medidas de inusitada dureza son también un agravio a todos los defensores de la forma extraordinaria del Rito Romano. 

Un lector dejó hace ayer un comentario muy certero: "Roma quiere institutos Ecclesia Dei que sean como piezas de museo. Claramente han ido a desmantelar este instituto que tenía una expansión brutal, era dinámico, y vivía la pobreza cerca de los pobres. Pero con la liturgia antigua. Roma no podía tolerar ni su expansión, ni su pobreza franciscana, porque los progres (y el "conservadurismo oficialista" podríamos añadir) quieren tener la exclusiva de la caridad".

El Beato Juan Pablo II con religiosas franciscanas de la Inmaculada



Franciscanos de la Inmaculada (1)





El anciano Padre Manelli: un nuevo mártir de la Tradición


[Traducción nuestra de un publicado por Marco Tosatti en Vatican Insider. Y reproducido también en francés por Riposte Catholique.]

"Recibimos una carta de un laico próximo a los Franciscanos de la Inmaculada, la pequeña orden "comisariada" - una decisión muy discutible según diversas fuentes - que denuncia una situación de marcada dureza de parte de los nuevos gestores de la situación. 

Por una larga experiencia, sabemos que la crueldad contra los hermanos en los ambientes eclesiásticos no tiene nada que envidiar a otros ambientes. 

Pero el Papa Bergoglio, que ha aprobado el envío de un comisario, exhortaba en su entrevista con el director de la Civiltá Cattolica a una actitud de "misericordia" y de "ternura", hablaba de la Iglesia como de "un hospital de campaña tras la batalla" y afirmaba: "Veo con claridad que lo que más precisa la Iglesia hoy es la capacidad de curar las heridas" porque "al fin y al cabo, las gentes están cansadas de autoritarismo".

Lean lo siguiente para saber si el autoritarismo y su hermana la tiranía están presentes en el caso de los Franciscanos de la Inmaculada. Bien puede uno preguntarse: "¿qué han hecho estos pobres religiosos? ¿defraudar, abusar de menores, llevar una vida inmoral? Ésta es la carta:

Después de la noticia de la puesta de los Franciscanos de la Inmaculada bajo la tutela de un comisario apostólico, los acontecimientos son poco conocidos. Es conveniente hacer un resumen:

1. Después de haber acusado al padre Stefano María Manelli, fundador del instituto de los Franciscanos de la Inmaculada (FI) de haber desviado a los hermanos de su carisma fundacional, sin explicar en qué consiste ese desvío.

2. Después de haberles prohibido celebrar el Vetus Ordo, prohibición aún vigente, seguida con obediencia total por parte del instituto, después de haber destituido de sus cargos, transferido y alejado, con furia y precipitación, a los hermanos fieles al carisma de los Padres Fundadores, y de haber promocionado a todos los hermanos que apoyan la "nueva" línea en los diferentes conventos FI diseminados por el mundo.

3. Después de haber, sin motivo claro, apartado de la enseñanza al padre Apollonio, Procurador General. Presidente del Seminario Teológico y Guardián del convento de Roma-Boccea, y haberlo transferido a Portugal.

4. Después de haber apartado de la enseñanza al padre Lanzetta, vice-delegado FI para Italia, superior en Florencia y profesor en el seminario, y haberlo transferido a Austria. Después de haber transferido al padre Settimio Manelli y al padre Siano, respectivamente rector y vice-rector del seminario, destituidos de sus cargos y reemplazados por dos hermanos de la "nueva" línea, uno de ellos ni siquiera bachiller en teología.

5. Después de haber expedido para África, de la noche a la mañana, al padre Budani, que estudiaba Derecho Canónico y se le impide continuar sus estudios. Después de haber exiliado al padre Stefano, siempre obediente, y de haberle prohibido recibir visitas, incluso de sus familiares, bajo pena de pecado grave, y de haberle prohibido recibir llamadas telefónicas o cualquier contacto directo con el mundo exterior.

6. Después de todo ésto, por una carta de 27 de noviembre, el padre Fidenzio Volpi, con el apoyo del padre Alfonso Bruno, ha considerado oportuno extender su guerra total también contra los laicos. Y ha suspendido todas las actividades de los laicos  pertenecientes a la MIM (Misión de la Inmaculada Mediadora) y de la Tercera Orden Franciscana de la Inmaculada, prohibiendo a los terciarios llevar el hábito.

¿Es así, con esta dureza inusitada y estas purgas estalinistas, como se resuelven las eventuales dificultades internas en una congregación religiosa? ¿O es así como se ha destruido un carisma, no solo capaz de atraer muchas vocaciones, sino que fue positivo hasta ayer y sostenido por las más altas autoridades vaticanas (teniendo en cuenta que los padres Manelli y Lanzetta, hoy réprobos, frecuentaban obispos y cardenales y encontraban eco en L´Osservatore Romano)".

Marco Tosatti


(Que el lector saque sus conclusiones)

Artículo censurado en "Religión en Libertad", de César Uribarri

El preocupante apartado 32 de la exhortación apostólica "Evangelii Gaudium"

César Uribarri

[Publicamos un artículo César Uribarri que "misteriosamente" ha desaparecido a las pocas horas de su publicación en "Religión en Libertad"].


Quizá es más cómodo callar. Yo he estado en silencio voluntario casi 6 meses y uno acaba acostumbrándose a los placeres de lo oculto: ves, oyes, lees, interpretas… y no tienes que dar cuenta a nadie de tus silencios.Quizá no quería hablar o quizá, simplemente, no podía. Desde la elección del Papa Francisco un terrible nubarrón se cernió, a mi entender, sobre la realidad. Y preocupado por la tormenta futura veía como mi desasosiego era, por el contrario, gozo y alegría en casi todos. Pero no era un gozo normal, era casi enfermizo, avasallador, total. Si sobre y contra Benedicto XVI se pudo decir cualquier cosa, parecía que con el advenimiento de Francisco estuviera prohibido el disenso. Y así los medios, casi al unísono, se convertían en portavoces del Papa. Incluidos, claro está, los medios católicos, ortodoxos o heterodoxos: lo curioso es que en ellos cualquier opinión en contrario era silenciada, cuanto menos dificultada. Y eso, esa unanimidad en los aprecios, en el seguidismo, no era normal -basta recordar las campañas de acoso contra Benedicto XVI que empezaron en el mismo inicio de su pontificado, incluso desde dentro de la misma Iglesia, y que en absoluto han ocurrido con el papa Francisco-. 

Algo había cambiado en la percepción de ésta, tanto desde fuera como desde dentro de la Iglesia. No en vano el papa Francisco ha sido elegido personaje del año 2013 por la revista Time, en lo que es la conclusión, el súmmum, del aprecio que le tienen los medios tradicionalmente enemigos de la moral y del papado. Por contra,¿acaso hemos de olvidar la persecución que sufriera el papa Benedicto XVI, dentro y fuera de la Iglesia? Cómo no recordar la terrible carta de 2009 en la que Benedicto XVI públicamente lloró por el abandono que había sufrido por parte de los obispos y de los católicos, reconociendo cómo unos y otros se habían lanzado a herirle “con una hostilidad dispuesta al ataque”, o usando calificativos tales cual “morder o devorar” referidos a su misma persona.


Pero bastó que subiera Francisco a la silla de Pedro para que preclaras figuras de la Iglesia comentaran que con el nuevo papado se había abierto una ventana de aire fresco en la Iglesia queriendo indicar que con el nuevo Papa vendrían nuevos tiempos. Imagen de la ventana abierta que me desasosegaba, por cuanto me parecía que el tal aire más bien nos iba a constipar, amén de lo poco respetuoso que me parecía para con el papa emérito. Luego me contaron que algún otro, más malévolo, parafraseando a Pablo VI dijo que Satanás ya no tendría que esforzarse en entrar por los resquicios de la Iglesia, ya que ahora se le habían abierto las ventanas de par en par. Y es que algunos, pocos, mirábamos con preocupación la deriva que parecía tomar el rumbo de la Iglesia, mientras que una mayoría ingente gozaba el tal evento.


Se dirá que nada cambiaba, pero la realidad nos mostraba, día a día incluso, que al menos el lenguaje sí había cambiado y con él muchos gestos. El problema es que tras el lenguaje se cambiara el contenido. Y esa era la preocupación, porque no se trataba simplemente de cambios menores como el coche papal, los apartamentos pontificios, o las diarias homilías en santa Marta. No era, simplemente, que el Papa día a día quisiera ser un pastor más, como párroco en su pequeña parroquia, permitiéndose ambiguas frases comprensibles por lo pastoral y coloquial del lugar y del discurso. No. Había una intención, una querencia que solo se vislumbraba en frases concretas, entrevistas desaparecidas o mensajes cara a cara. Y esa intención, lo que el Supremo Pontífice de la Iglesia entendía sobre cuál habría de ser su misión y la misión de la misma Iglesia, se evidenciaba someramente a pesar de los ímprobos esfuerzos del voluntario equipo de traductores y comentadores que trataban día tras día de reconducir todo cuanto dijera a la ortodoxia. Pero era un reflejo, un brillo, que permanecía en un terreno fantasmagórico. Lo querías atrapar y se escapaba. Querías ampararte en esas frases para alertar y se escapaban en lo coloquial o interpretable de las mismas. Parecía una lluvia fina que empapa sin darse cuenta. Nada cambiaba, decían, mientras nos parecía que el barco de la Iglesia se adentraba en aguas pantanosas.

Era necesario algo más, palabras firmes, no movibles por lo coloquial del lugar o del discurso. Con Lumen Fidei habló nuevamente Benedicto XVI, porque la encíclica que firmara Francisco nació de la mano y del corazón del papa anterior. Pero ahora, con la exhortación Evangelii Gaudium el Papa reinante ha expresado su programa, su parecer del mundo y de su misión. Y su contenido me preocupa porque la Iglesia parece que ha dejado de enfilar su mascarón de proa hacia Dios, para enfilarlo hacia el hombre. Y así, se dice en dicha exhortación apostólica que “el obispo siempre debe fomentar la comunión misionera en su Iglesia diocesana siguiendo el ideal de las primeras comunidades cristianas, donde los creyentes tenían un solo corazón y una sola alma (cf. Hch 4,32). Para eso, a veces estará delante para indicar el camino y cuidar la esperanza del pueblo, otras veces estará simplemente en medio de todos con su cercanía sencilla y misericordiosa, y en ocasiones deberá caminar detrás del pueblo para ayudar a los rezagados y, sobre todo, porque el rebaño mismo tiene su olfato para encontrar nuevos caminos” pero la sensación que tenemos es que sólo se permiten caminos escorados hacia las fronteras. 


Que no en vano conviene recordar como en ese encuentro del Papa Francisco con la Presidencia de la CLAR el 16 de junio del 2013 les animaba a equivocarse (¿doctrinalmente?) y si les llegaba una carta de la Congregación para la doctrina de la fe (sí, era doctrinalmente) que no se preocuparan, que siguieran adelante

No parece que, por ejemplo, los Franciscanos de la Inmaculada puedan decir los mismo. ¿Permitirá el Papa que el olfato del rebaño de los Franciscanos puedan fundar esa nueva congregación que pretenden y que así han solicitado a Roma, anclada en el rito litúrgico vetus ordo, ahora que se les ha impedido celebrarlo? Desgraciadamente percibimos ya con los hechos como esos “nuevos caminos” que se van a poder abrir son caminos concretos en las fronteras de la doctrina y muy alejados de la tradición de siempre. Los otros, los que libremente el rebaño quiera dirigir hacia aquellos otros pastos, quizá esos no sean permitidos.

Pero no debo detenerme en esto. Otros serán los que vayan marcando y señalando esos aspectos. Yo, con todo, prefiero alertar de un riesgo que intuyo y que puede hacer entender unos de los aspectos más desconcertantes de Fátima.



Volvamos a la frase más explosiva que nos legó Fátima. Es una sencilla frase, pero justo por ello tremendamente enigmática: “En Portugal se conservará siempre el dogma de la fe, etc”. Dejando el “etc” aparte –y que ya fue objeto de algún post anterior- ¿qué relación puede tener esta frase del segundo secreto de Fátima con la exhortación apostólica del Papa? Probablemente ninguna, pero la exhortación apostólica abre un panorama que podría hacerlo comprensible más adelante. Si la situación de la fe es igual ahora en Portugal que en cualquier otro lugar del mundo, ¿qué puede explicar que una nación llegue a conservar la fe globalmente? Al tiempo que implícitamente se nos indica que otras naciones, por el contrario, no lo harán. ¿Cómo es posible que naciones salven la fe o la perviertan? Hasta ahora era difícil comprender esto, sobre todo en una época donde ya no cabe aquel cuius regio eius religio, pero el Papa ha anticipado un proyecto que, de realizarse, podría explicarlo. Es el preocupante apartado 32: dotar a las Conferencias Episcopales de facultades doctrinales al tiempo que la figura del papa se reubique en la Iglesia. Así lo dirá el mismo Papa:

Dado que estoy llamado a vivir lo que pido a los demás, también debo pensar en una conversión del papado. Me corresponde, como Obispo de Roma, estar abierto a las sugerencias que se orienten a un ejercicio de mi ministerio que lo vuelva más fiel al sentido que Jesucristo quiso darle y a las necesidades actuales de la evangelización. El Papa Juan Pablo II pidió que se le ayudara a encontrar «una forma del ejercicio del primado que, sin renunciar de ningún modo a lo esencial de su misión, se abra a una situación nueva». Hemos avanzado poco en ese sentido. También el papado y las estructuras centrales de la Iglesia universal necesitan escuchar el llamado a una conversión pastoral. El Concilio Vaticano II expresó que, de modo análogo a las antiguas Iglesias patriarcales, las Conferencias episcopales pueden «desarrollar una obra múltiple y fecunda, a fin de que el afecto colegial tenga una aplicación concreta. Pero este deseo no se realizó plenamente, por cuanto todavía no se ha explicitado suficientemente un estatuto de las Conferencias episcopales que las conciba como sujetos de atribuciones concretas, incluyendo también alguna auténtica autoridad doctrinal. Una excesiva centralización, más que ayudar, complica la vida de la Iglesia y su dinámica misionera.”


¿Cómo será esto? Por ahora no es más que un anticipo de un proyecto, pero anticipo que da a entender que sobre ello ya se ha hablado en altos sectores de la Iglesia y en lo que estarían muy interesados en ver pronto realizado. Y así, unas conferencias episcopales con facultades doctrinales podrían explicar como naciones enteras puedan permanecer en la fe, en el dogma de la fe, mientras otras se perviertan. Porque algunas conferencias episcopales podrían decidir que la doctrina de la fe, que el dogma de la fe, ha cambiado. ¿Imposible? Conviene recordar algo muy reciente, donde la conferencia episcopal alemana ha aprobado, moralmente, el uso de la píldora del día después en determinados supuestos. ¿Acaso no podría ocurrir, entonces, que esas futuras conferencias episcopales, una vez tengan facultades doctrinales, marquen la fe, perdiéndola, en su territorio? ¿Acaso el papa, reubicado en un nuevo estatus en la Iglesia, no podría quedar atado de pies y manos para impedir tamaña perversión de la fe?

Sería como la guerra moderna, guerra sin bombas. Así una nueva forma de cisma en la Iglesia. Cisma incoloro, sin desgarramiento aparente, sin levantamiento de polvo. Una nueva forma de romper la Iglesia sin romperla formalmente. Simplemente el dogma de la fe se pervertiría en el mismo nombre del Señor, bajo su misma Autoridad, bajo su mismo mandato de apacentar al pequeño rebaño. Por obra y gracia de una decisión colegiada en conferencias episcopales redivivas.

Que este riesgo puede empezar a cobrar visos de realidad lo evidencia el mismo apartado 32 de la exhortación. Y que esta reforma de las estructuras del papado y de las conferencias episcopales puede ser una bomba de relojería parece alertarlo esa misteriosa frase del segundo secreto de Fátima -“en Portugal se conservará siempre el dogma de la fe, etc”. 

Y quisiera no tener razón. Quisiera.
César Uribarri