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sábado, 20 de enero de 2018

Noticias varias 19 y 20 de enero



Fátima Network Perspectives

¿Por qué odian a Trump? La respuesta desde una perspectiva de Fátima. (Christopher A. Ferrara)

Dominus est

Matrimonio ‘al aire’ celebrado por el Papa. ¿Algo espontáneo o un montaje premeditado? (Dominus est)

La Fe auténtica enfrenta un desafío que nunca antes tuvo (Michael Voris)

FORNICANDO EN DEFENSA PROPIA, “La Alegría del Amor”. ¿Cuándo la fornicación no es realmente fornicación? (Jim Russel)

Card. Müller y el ‘derecho-deber’ de corregir a veces al Papa (Marco Tossati)

‘Catequesis pobre causó crisis de fe’: Card. Burke (Church Militant)

Los peligros de aislamiento de los Católicos Tradicionales (Dominus est)

One Peter Five

La realidad del infierno y el temor de Dios: desterrado de una iglesia cerca de ti (Peter Kwasniewski)

Persigue la mayor aceptación de las uniones homosexuales en la iglesia alemana (Maike Hickson)

El Papa Francisco provoca indignación con las acusaciones contra las víctimas del abuso sexual de los clérigos (Steve Skojec)

Adelante la Fe

Lo último en Magisterio Auténtico(Christopher A. Ferrara)

Il Settimo Cielo 


Infocatólica

Educatio Servanda denuncia la persecución ideológica que sufre por parte del radicalismo laicista

La archidiócesis francesa de Poitiers publica un artículo pro-LGTB

Trump dice a los participantes de la Marcha por la Vida que firmará la ley para prohibir matar a los que sobreviven a un aborto

Los católicos prefieren consistencia más que improvisación en la Misa

El Papa sobre el Obispo Juan Barros: «No hay una sola prueba en su contra»

Por no liarla (Padre Jorge)

Infovaticana

El Papa acusa de ‘calumnias’ a las presuntas víctimas del obispo Barros (Carlos Esteban)


The Catholic World Report


El papa Francisco defendió a Juan Barros, el obispo acusado de encubrir abusos sexuales: "No hay una sola prueba en contra, todo es calumnia"  

Secretum Meum Mihi

Cardenal Sean P. O' Malley critica a Francisco por sus palabras de apoyo al obispo chileno Barros

Selección por José Martí

Vicario General (anónimo): "Hubiera suspendido a un sacerdote que actuase como lo ha hecho el papa Francisco". Otras noticias de Gloria TV



Francisco, a los jesuitas en Chile: "La moral del discernimiento es el centro de Amoris Laetitia"


El desastre Ploumen no es una excepción, sino la nueva norma (Carlos Esteban)



En la actual política vaticana los límites se difuminan, las instrucciones son vagas, las condenas formales, inexistentes, las consecuencias de una crítica, imprevisibles.


- El formalismo tiene una pésima fama en nuestro tiempo. Vestir ‘informal’ es el ‘desideratum’ en cuanto a atuendo, y arreglar las cosas ‘en una charla informal’ siempre resulta mejor que aplicar algún procedimiento rígido y normativo. Y, sin embargo, es la formalidad la que nos permite saber qué terreno pisamos y la informalidad la que convierte la obediencia en un campo minado.

Un ejemplo: en los países de nuestro entorno no existe censura. Es decir, no existe el oficio de censor, ni un departamento de censura, ni un tipo con lápiz rojo tachando lo que no se debe decir. Pero, si me dan a elegir, prefiero saber de antemano qué asuntos son tabú y es mejor no tocarlos antes de escribir, que encontrarme al día siguiente en la calle o con una multa que me arruine. En el segundo caso, quizá me compense arriesgar y desafiar la prohibición, pero al menos conozco el riesgo y no me sorprenderá el castigo.

Si la claridad, las normas específicas y precisas, son liberadoras en cualquier actividad, en la Iglesia, que se ocupa del transcendental negocio de procurar la salvación eterna de los hombres, son absolutamente esenciales.

Y ese es uno de los rasgos más perturbadores de la actual política vaticana
Los límites se difuminan,
las instrucciones son vagas,
las condenas formales, inexistentes,
las consecuencias de una crítica, imprevisibles y, nos atrevemos a decir, a menudo secretas.
Las solicitudes de aclaración de algún extremo, de lo que debemos entender por tal o cual expresión de una exhortación, una encíclica, una declaración extemporánea o una medida chocan contra un muro de silencio que a menudo sólo se rompe con lacónicas explicaciones que plantean nuevos interrogantes al inicial.

No hace falta que volvamos a referirnos a las Dubia, dos de cuyos cuatro cardenales firmantes han muerto ya sin recibir respuesta alguna, o a la Correctio Filialis, de la que solo podemos deducir el malestar que ha causado por la reacción de los teólogos de cámara.

En el segundo extremo, este caso de medalla de la Orden de San Gregorio Magno concedida a una entusiasta activista proaborto, la holandesa Lilianne Ploumen.

El Vaticano, que no anda exactamente corto en presupuesto para comunicación, no reaccionó al vídeo en el que la galardonada presumía del honor y daba por hecho que reflejaba un cambio de actitud de la Iglesia con respecto al aborto, algo indeciblemente grave. Fue necesario que el escándalo circulase por los medios para que la Oficina de Prensa vaticana se dignase enviar a unos pocos periodistas elegidos una nota desconcertante, según la cual la medalla en cuestión “responde a la praxis diplomática del intercambio de honores entre Delegaciones durante las visitas oficiales de Jefes de Estado o de Gobierno en el Vaticano”.

Uno no sabe muy bien qué resulta más penoso en todo esto, si que una condecoración con casi doscientos años de antigüedad creada para premiar servicios extraordinarios a la Santa Sede se haya convertido en un ‘souvenir’ -parte del ‘pack’ de bienvenida al Vaticano para visitantes VIP- o que la posibilidad del escándalo a los fieles importe tan poco que nadie se moleste en cerciorarse de que no se conceden honores al Dr. Mengele por sus servicios prestado a la Medicina.

- Por lo demás, si esa es la praxis diplomática rutinaria -y recordando que Donald Trump, jefe de Estado, visitó al Papa en su día-, imaginamos que el Vaticano debió de concederle [a Trump] por lo menos la Rosa de Oro y lo ocultan por modestia.

No tendría nada de raro, después de todo. Trump es el presidente que más daño ha hecho a la industria internacional y nacional del aborto desde que este horror se convirtiera en un ‘derecho constitucional’ en América. La multinacional abortista Planned Parenthood está venga a cerrar clínicas por los recortes en subvenciones públicas, y el ‘grifo’ de las ayudas al aborto en el extranjero se ha cerrado por completo, lo que, precisamente, llevó a Ploumen a crear una ONG, Ella Decide, para compensar y que siga la sangría.

Más aún: este año Trump se convertirá el primer presidente en dirigirse públicamente a la Marcha por la Vida que se organiza cada año en Washington.

No vamos a pretender por un segundo que Trump sea precisamente canonizable, ni siquiera ponemos la mano en el fuego sobre sus purísimas credenciales provida o sus profundas convicciones contra el aborto. Pero si una defensora pública del aborto que hacía compañía a los Reyes de Holanda se llevó de recuerdo de su visita al Vaticano la encomienda de Caballero de la Orden de San Gregorio Magno, no dudamos que las valientes medidas de Trump en favor de la causa de la vida le habrán hecho merecedor, como poco, de un honor equivalente.

Y, sin embargo, todos sabemos que no ha sido así. Todos sabemos que Trump es del único personaje en el ancho mundo del que Francisco ha dicho -si bien se apresuró a disculparse- que “no es cristiano”, abriendo una excepción a su “¿quién soy yo para juzgar?”, el mismo Francisco que llamó a la fanática abortista Emma Bonino “uno de los grandes de la Italia de hoy”.

Todo es interpretable y siempre se puede encontrar una buena explicación para cada una de estas contradicciones aparentes. Pero lo que parece es lo que llega al pueblo fiel, y sólo eso debería hacer al Vaticano mucho más cuidadoso en sus gestos

Por lo demás, si hay explicaciones, que se den, procurando que no resulten un insulto a la inteligencia de los lectores.

Carlos Esteban

A propósito de una homilía de Fray Nelson Medina, sobre el Bautismo de Jesús (por José Martí) [2 de 2]

Haga clic aquí para leer la parte [1 de 2]

Lo esencial del arrepentimiento no es tanto el sentimiento que yo pueda tener como persona, hacia mí mismo y por mi propia historia. Lo más importante del arrepentimiento es el amor que produce dolor de que Dios haya sido ofendido y esa esencia del arrepentimiento como dolor de amor eso es lo que Cristo manifiesta en el bautismo
Más de lo mismo. La esencia del arrepentimiento hace referencia a la persona que se arrepiente y que, en consecuencia, manifiesta ese dolor de amor a Dios, por haberlo ofendido. El arrepentimiento -se hace necesario recordarlo una vez más- es, exclusivamente, personal.  Podemos leer, a este respecto, el salmo 51, que es un reconocimiento de la propia culpa y una súplica esperanzada y confiada en la compasión y en la misericordia de Dios: "Contra Tí, contra Tí sólo he pecado, y he hecho lo que es malo a tus ojos" (Sal 51, 6), pero "un corazón contrito y humillado, Dios mío, Tú no lo desprecias" (Sal 51, 19)
eso es lo que nosotros también estamos llamados a vivir.¿De qué manera? Pues es importante que nosotros nos arrepintamos
Sí, pero arrepentirnos de "nuestros propios pecados personales"
y sintamos dolor porque Dios está siendo ofendido.
Claro que sí: eso en todos los casos.
No necesariamente ni solamente por los pecados que cada uno de nosotros comete en particular.
Si el pecado es personal, como lo es, yo no puedo arrepentirme del pecado que otro haya cometido, por más que lo sienta y por más que lo sufra en mi propia carne.
Pensemos en el caso del aborto. Si nos damos cuenta, el aborto es una vergüenza, es una desgracia de la humanidad. Pero hay muchas personas que no han abortado, sin embargo, aquéllos que no tienen nada que ver con el aborto, que nunca han recomendado el aborto, que pueden estar en contra del aborto también sienten dolor porque siguen cometiéndose abortos.
Por supuesto. Faltaría más. Pero una cosa es sentir dolor y otra muy distinta es ser culpable. Sólo el que es culpable de "algo" puede arrepentirse de ese "algo" que ha cometido.

Insistiendo en lo que dije más arriba, con relación a Jesús, vuelvo a repetir o a recalcar que sí, Dios se hizo pecado en Jesucristo, pero no se hizo pecadorSe sintió pecador delante de su Padre como si él hubiese cometido todo el pecado de la humanidad, que el asumió en su naturaleza. Pero una cosa es sentirse y otra muy distinta es ser.

Además -volvamos a repetirlo- el arrepentimiento es de la persona y la persona de Jesucristo es divina. Jesucristo es Dios ... Y Dios no conoce el pecado, ni puede conocerlo, pues éste supone un rechazo a Dios: ¡Dios no puede rechazarse a sí mismo! ...  Eso es una contradicción y un sinsentido. Y mucho menos arrepentirse de haberse rechazado, puesto que no lo ha hecho. Y siendo Él la Verdad, como lo es, no cabe mentira en Él. Comprobamos, una vez más, el enorme peligro del lenguaje, cuando se usa mal; o sea, cuando al hablar no se busca el diálogo verdadero y la verdad sino convencer a otro de las propias "ideas", si es que se pueden llamar "ideas" a las mentiras. Esto es muy propio de los modernistas, tanto en el terreno político (en donde está más claro que el agua) como también en el terreno de la Religión ... y concretamente, en el de la Religión católica, que es lo que ahora estamos considerando.

[Aprovecho esta entrada para dar alguna idea sobre una verdad fundamental de nuestra fe: la relativa a la Redención.

Dios, en la segunda Persona, que es el Hijo, haciéndose hombre (misterio de la Encarnación del Hijo de Dios) asume la naturaleza humana y toma sobre sí todo el pecado de la Humanidad, de todos los hombres de todos los tiempos y lugares. Y de este modo, presentándose como pecador ante su Padre, no siéndolo, la Humanidad entera queda justificada del pecado de adán, un pecado que impedía que el hombre pudiese entrar en el Cielo: los justos -como sabemos- iban al seno de Abrahán, el equivalente al limbo de los niños. A esto es a lo que se llama Redención objetiva.

Su Amor por nosotros le llevó a hacerse hombreDe este modo, las puertas del cielo quedaban abiertas a todos los que habían vivido conforme a su voluntad, antes de su venida a este mundo, los llamados justos, según el antiguo testamento, así como a todos aquellos que, posteriormente (¡ésos somos nosotros!) procedieran en conformidad con lo que Dios había revelado en su Hijo, es decir, en Jesucristo. 

Se salvará aquél que quiera ser salvado, haciendo uso de los medios que Dios ha dispuesto para ello. Antes de la venida de Jesús, tal salvación era imposible, aun cuando se pusieran los medios adecuados, como era el cumplimiento de la Ley. 


Ahorauna vez que Cristo ha venido, no estamos bajo la Ley sino bajo la graciaque es la que nos salva ... Pero sigue siendo cierta la necesidad del cumplimiento de los mandamientos de la Ley de Dios.  Es lo que se conoce con el nombre de Redención subjetivaTenemos la posibilidad de salvarnos, que antes no teníamos, pero tal Redención está condicionada a nuestra respuesta a su Amor. Jesús fue muy claro en este sentido:  "Yo no he venido a destruir la Ley sino a darle cumplimiento y llevarla a su plenitud" (Mt 5, 17). Y, en otro lugar: "Si me amáis, guardaréis mis mandamientos" (Jn 14, 15).]

Pero continuemos con nuestro análisis de lo dicho por Fray Nelson, quien afirma lo siguiente:
El dolor que sentimos por el daño irreparable que se comete a esos seres inocentes y, sobre todo, por la ofensa que se comete contra Dios, ese dolor de amor yo lo puedo tener, aunque no haya abortado ni recomendado el aborto. Yo puedo sentir ese dolor.
Sí pero yo no soy responsable de haber abortado ni de haber colaborado al aborto. Luego no puedo arrepentirme de un pecado que no he cometido. Una cosa es el dolor de amor y otra ser responsable del pecado cometido por otra persona. Esto es así en las personas humanas, luego también -con mayor razón- lo es en la persona divina que es Jesucristo.
La fiesta del bautismo del Señor es una invitación a la solidaridad en el dolor de amor. Eso fue lo que llevó a Cristo a orillas del Jordán y eso también tiene que obrar en nosotros; o sea que participamos de esta fiesta de un modo muy hermoso cuando nos damos cuenta que el dolor de amor que tuvo Cristo también lo podemos tener nosotros.
Por supuesto. Esto es algo que no se puede poner en duda. Y es más: este dolor es tanto más efectivo cuanto más unidos estemos a Jesucristo.
¿Cómo llama la Iglesia a ese dolor de amor? Ese dolor de amor con el que yo quisiera reparar el daño que se ha cometido a la gloria divina precisamente es amor de reparación.
Correcto
Reparar es eso. Es cubrir de amor, de un amor sobreabundante, de un amor excesivo, cubrir de amor el corazón herido del Señor. Es como sentir que si otros se han quedado cortos en su amor por la razón que sea, nosotros queremos ser excesivos en el amor. Y es ese exceso de amor el que lleva a Cristo a sentir dolor porque Dios está ofendido. Y la buena noticia es que ese mismo exceso de amor también lo puedes sentir tú. Tú también puedes unirte al exceso de amor de Cristo, pidiendo a Dios perdón y misericordia y cubriendo con tu corazón agradecido, con el amor de tu corazón agradecido, el corazón ofendido y lastimado del Señor.

Que de esta fiesta saquemos entonces exceso, sobreabundancia de amor y capacidad de ofrecer nuestros sufrimientos, nuestras persecuciones, nuestros insultos, lo que tengamos que sufrir, y también nuestras penitencias, en reparación al amor de Dios ofendido.
Bueno, lo cierto es que nuestros sufrimientos, persecuciones, etc..., es decir, nuestro amor ... en sí mismo ... no puede reparar nadaSólo en unión con Jesucristo, sólo formando parte de su Cuerpo Místico, que es la iglesia, y sólo si estamos en gracia de Dios (es decir, si su Espíritu está en nosotros) tenemos esa posibilidad de reparación ... Que para eso se encarnó el Hijo de Dios, entre otras cosas (antes de su venida, tal reparación era imposible, como sabemos)


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Lo que debería de quedar muy claro, tras este razonamiento, es que nosotros no somos responsables -de modo directo- de los pecados personales que otros cometen, sólo de los nuestrosCon relación a ellos, sólo nos queda sufrir y pedir a Dios por su salvación, puesto que queremos su bien y vemos que van mal encaminados; pero la responsabilidad de su propia vida es única y exclusivamente suya.

No obstante, puestos a matizar, se podría decir que, en cierto modo, tal vez (esto sólo Dios lo sabe) podríamos serlo de un modo indirecto en el sentido de haber contribuido, de alguna manera, con nuestros propios pecados personales (bien sean de acción u omisión) a dañar a los demás, incluso aun cuando no hayamos sido conscientes de ello.


Aunque dado que tal daño no ha sido buscado directamente [pues en ese caso estamos] se podría hablar, quizás, de una responsabilidad indirecta, aunque real. Claro está que esto nos lleva de lleno al terreno del Misterio del Cuerpo Místico de Cristo, conforme a lo que decía san Pablo: "Ahora me alegro en los padecimientos por vosotros y completo en mi carne lo que falta a la Pasión de Cristo por su Cuerpo, que es la Iglesia" (Col 1, 20), en cuyas profundidades no podemos ahora introducirnos. 


Pero supuesto que esto sea así -y tiene visos de serlo- podríamos orar a Jesús diciéndole: Señor, si yo, con mis acciones u omisiones, he contribuido, de alguna manera, aunque sea inconsciente, al pecado de otra persona, te pido perdón por ello. Y luego, comprometernos, delante del Señor, a serle fieles toda nuestra vida, en unión con Él, pues eso contribuirá, de igual modo a la salvación de muchos. Dicho de este modo, habría que darle algo la razón a Fray Nelsonen lo que se refiere a nosotros.

Sin embargo, hay algo que es cierto, de un modo absoluto, sin matices de ninguna clase ... y es que Jesucristo, que no cometió jamás pecado alguno, ni podía cometerlo, no es responsable, ni siquiera indirectamente, del pecado de otros. De manera que es completamente absurdo decir que Jesús se arrepintió de los pecados que nosotros hemos cometido, tal y como dice Fray Nelson, contra quien nada tengo, ni a quien conozco, ni tengo referencias suyas. Pero en esto, concretamente, está del todo equivocado. La verdad tiene que primar por encima de cualquier otro tipo de pensamiento, por muy bien intencionado que éste sea.

Y hay más. Pongamos como ejemplo el caso del aborto, al que alude Fray Nelson. Pues bien: No sólo Jesús no puede arrepentirse de ese pecado, que Él ni ha cometido ni puede cometer, por más que sienta dolor de amor. Es que tampoco puede responder ante su Padre en favor del asesino, si éste no colabora ... "colaborar" en el sentido de que se arrepiente de corazón del pecado grave que ha cometido. 

¡Dios no hace las cosas en lugar nuestro, sino que cuenta con nosotros! Tal es el amor que nos tiene. Nos ha hecho libres, de verdad, y esto llega hasta el extremo de que, por mucho que Él quiera y por mucho que nos quiera, como así es, aun cuando sea Dios, como lo es, no podrá perdonar nuestros pecados si nosotros no queremos ser perdonados. Y esto por una razón muy sencilla ... y es que no puede forzar nuestra libertad, obligándonos al arrepentimiento

Pero como nos quiere -hasta el extremo de haberse hecho hombre y de haber dado su Vida para salvarnos-tenemos la completa seguridad de que podemos contar -si le dejamoscon la gracia suficiente que nos haga capaces de arrepentirnos, y de dolernos de nuestros pecados, para podernos perdonar, que ninguna otra cosa desea con más fuerza. Y aquí nosotros sí que podemos ayudar, con nuestras penitencias y oraciones por estas personas que rechazan el arrepentimiento. Unidos a Jesús, a la Virgen María y a todos los santos, podemos colaborar a la salvación eterna de estas personas.


Si llegan a arrepentirse, aprovechando la gracia que Dios les concede, entonces la Redención objetivaconseguida para nosotros por Jesucristo, mediante su muerte en la cruz, por todos los hombresse transforma en una Redención subjetiva y real para aquellos que han optado finalmente por Dios y por su Amor.


José Martí

A propósito de unas palabras de Fray Nelson Medina, sobre el Bautismo de Jesús (por José Martí) [1 de 2]

Haga clic aquí para leer la parte [2 de 2]



Un amigo me envió un e-mail, hace diez o doce días, diciéndome:

"Te mando este documento porque cuando lo he leído me ha impactado"

Me adjuntó un documento en el que estaba transcrito lo que Fray Nelson Medina había predicado en una homilía del 7 de enero de este año, sobre el Bautismo de Jesús, la cual puede escucharse haciendo clic aquí  (Duración 7:02 minutos).


A los dos o tres días pude leerlo y, efectivamente, es como para quedar impactado ... aunque, tal vez, con un impacto diferente del que experimentó mi amigo. 

Yo no conozco a Fray Nelson Medina, de modo que me limitaré a poner por escrito lo que él dijo y, a continuación, explicar -lo mejor que sé- aquello que, en mi opinión, puede inducir a confusión o a error en el oyente: ¡No tendría por qué ser así, puesto que quien habla es un sacerdote y yo un simple laico! ..., pero aquí lo que importa y lo que está en juego no es la persona que habla (Fray Nelson, yo o Perico de los palotes). Lo decisivo, lo único que importa, en este momento -como en todos- es la verdad de las cosas, a la cual debe estar sometido nuestro entendimiento, pues, como dice san Pablo, "nada podemos contra la verdad sino en favor de la verdad" (2 Cor 13, 8). 

Entre esas verdades se encuentra todo lo que siempre se ha enseñado en la Iglesia a través de los siglos y que, en este caso concreto, es, además, de sentido común, cual es la responsabilidad de la propia vida y de los propios actos, ante Dios: "Cada uno recibirá la recompensa según su trabajo" (1 Cor 3, 8). "He aquí que vengo pronto y conmigo mi recompensa para dar a cada uno según sus obras" (Ap 22, 12) ... 

Hay un sinfín de citas en este sentido. ¡Y es lógico que así sea! ¿Cómo voy a responder  yo de unos pecados que no he cometido? Sería absurdo. Pues en Jesucristo, hombre como nosotros, excepto en el pecado, ocurre exactamente igual, como no podía ser de otro modo.

Voy escribiendo la Homilía de Fray Nelson en letra cursiva, tal como fue pronunciada, y debajo de algunas afirmaciones o de ciertos párrafos, escribo también -al mismo tiempo- lo que yo pienso, al respecto, con este mismo tipo de letra (aunque, a veces, use la negrita, el subrayado o el color) para que no haya confusión.

Lo que escribo aquí coincide, básicamente, con la respuesta que di a mi amigo, aunque me he explayado en algunos puntos, de tipo doctrinal, con vistas a hacerme entender mejor por un mayor número de personas. Tal es, al menos, mi deseo.


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En la fiesta del Bautismo del Señor hay una pregunta que con frecuencia nos hacemos: ¿por qué tenía que bautizarse Jesucristo? En efecto, sabemos que el bautismo de Juan era bautismo para pecadores y sabemos que en Cristo no hay pecado. Entonces ¿por qué tenía que bautizarse Jesucristo?

La respuesta la encontramos en el hecho de que la predicación de Juan aunque llamaba a conversión a cada uno era fundamentalmente un mensaje de exhortación para el pueblo como tal, porque antes de cruzar el río Jordán, camino de la tierra prometida, los israelitas con una sola voz dijeron: obedeceremos al Señor y, puesto que fue el pueblo el que dijo ese sí que luego no cumplió, también ha de ser el pueblo el que manifieste su arrepentimiento,
Esto es lo que suele llamarse pecado social: todos son culpables ... lo que, evidentemente, es falso. Desde luego, el grado de culpabilidad, en caso de haberlo, no puede ser el mismo para quien ha cometido un pecado que para aquél que no ha cometido ese pecado. Habrá cometido otros pecados, y de ésos sí que tendrá que dar cuenta ante Dios, pero de ésos y no de otros.
es decir, puesto que el pecado ha cubierto a todos, el arrepentimiento ha de cubrir a todos
En Adán todos pecamos (pecado de naturaleza) pero el pecado personal fue sólo de Adán y Eva, que -eso sí- tuvo consecuencias trágicas para toda su descendencia ... Todos nacemos en estado de pecado original (pensemos en los conocimientos de genética que hoy se tienen, en lo que se refiere a la transmisión de ciertos caracteres genéticos de padres a hijos). 

Pero los hijos no son responsables del pecado de sus padres. Esa es la razón por la que un niño no bautizado no puede ir al infierno, puesto que no ha cometido ningún pecado personal y, por lo tanto, no es culpable. Ciertamente, no puede ir al Cielo, puesto que no posee la gracia santificante, la cual es recibida en el sacramento del bautismo, y es necesaria para poder ir al Cielo. Su lugar en el otro mundo será así el de una situación de felicidad natural, puramente humana: es lo que llamamos Limbo. Dios no es injusto con él, puesto que lo sobrenatural -por definición- es gratuito, es un don, es pura gracia ... no es algo exigible a Dios por parte del hombre
y, aunque Cristo como persona no fuera solidario con sus hermanos en cuanto al pecado,
Decir que Cristo no tuvo pecado (como así fue, puesto que, siendo Dios, no puede conocer el pecado) no significa que no fuera "solidario" con nosotros [¡Y más que solidario! Esta palabra es un invento humano. ¡Lo suyo fue Amor en estado puro, muy superior a cualquier tipo de solidaridad!] Dice san Pablo en su carta a los corintios: "a Aquél que no conoció pecado, [Dios] le hizo pecado por nosotros [¡expresión misteriosa!] para que nos hiciéramos justicia de Dios en Él" (2 Cor 5, 21). ¿Cabe mayor solidaridad de Dios con nosotros que ésta?

Se hizo uno de nosotros, semejante en todo a nosotros, menos en el pecado Se vio ante su Padre como pecador -¡no siéndolo!- para que la justicia de Dios, que exigía reparación por el pecado cometido por nuestros primeros padres, alcanzase en Él su satisfacción: Él satisfizo por nuestros pecados ante su Padre, lo cual fue posible porque se hizo uno de  nosotros, haciendo suya nuestra naturaleza humana. Y lo hizo porque al ser la ofensa infinita, en razón de la Persona ofendida, se requería de una reparación infinita. Tal reparación sólo Dios podía llevarla a cabo, porque sólo Dios es infinito. Jesucristo, al ser Dios, hizo posible que esto se hiciera realidad. Él es el nuevo Adán: "Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia" (Rom 5, 20)

[No hay que olvidar que el pecado no es algo esencial a la naturaleza humana. Dios creó al hombre sin pecado alguno. El pecado sobrevino después, como consecuencia de la desobediencia y de la soberbia de nuestros primeros padres, que se dejaron engañar por el Diablo. El pecado es, pues, algo postizo, algo añadido, pero no es un constituyente de la naturaleza humana. Insisto. No debemos olvidarlo]
sí quiso ser solidario con sus hermanos en cuanto al arrepentimiento.
Pero, ¿de qué se iba a arrepentir Aquél que no conoció pecado?
Este es un aspecto muy bello. Yo puedo arrepentirme de los pecados que yo he cometido, pero pregunta: ¿puedo arrepentirme de los pecados que otras personas han cometido?
¡Por supuesto que no puedes!
Ese es el tipo de humildad y arrepentimiento que Cristo parece manifestar en su bautismo, y la respuesta es que sí es posible ese arrepentimiento.
En realidad ésta es la frase clave de toda la homilía, la frase que impacta ... a mi amigo, a mí y pienso que a cualquiera ... 

Pero ... :  ¡"Fray Nelson dixit"! 

Fray Nelson interpreta el hecho del bautismo de Jesús como que Jesús estaba arrepentido ... Así, sin más ... sin explicaciones ... porque a él le parece. Y la respuesta correcta no es lo que le parezca a Fray Nelson, sino la enseñanza constante de la Iglesia, tanto en este punto de la Doctrina como en todos los demás. Jesús se bautizó porque quiso ser semejante a todos nosotros en todo (menos en el pecado). Es así de simple. No hay que darle tantas vueltas a la cabeza, ni hacer tantos vericuetos mentales ... máxime cuando la conclusión a la que se llega es absurda.

Jesús era un personaje extraordinario, pero no era un bicho raro. Por eso nació bajo la ley, con san José como padre "legal", fue presentado en el templo como era costumbre hacer con los primogénitos, pagó sus tributos al César (aun cuando no estaba obligado a ello (Mt 22-27), etc... ¡Y por eso mismo también se bautizó, como hacían aquellos judíos que tenían a Juan Bautista como un profeta! Bautizándose, Jesús reconoció ante todos -y en contra de los fariseos- que Juan Bautista, "esa voz que grita en el desierto" (Jn 1, 23), era realmente un profeta auténtico ... Y además, su precursor, como bien sabemos.

Se hace preciso insistir en un hecho, que es dogma de fe, y que todo católico debiera conocer ... Y es la unión hipostática que se da en Jesucristo, que es una Persona Divina (el Hijo, el Verbo de Dios) con dos naturalezas, la Divina (que no pierde al hacerse hombre) y la humana (pues asumió realmente, sobre sí, la naturaleza humana, sin dejar de ser Dios). Jesucristo es verdaderamente Dios y es verdaderamente hombre. Eso sí: su "Yo", que hace referencia a su Persona, es divino: "Os lo aseguro: antes de que Abrahán naciera, Yo soy" (Jn 8, 58). Su naturaleza divina no se deja traslucir al exterior (salvo en contadas ocasiones, como en el caso de su Transfiguración en el monte Tabor), porque no era esa la misión que el Padre le había encomendado. Así, cuando quisieron hacerle rey (Jn 6, 14-15), se retiró a un monte a orar, Él solo

Siendo Jesucristo el Dios-hombre, tal como se ha dicho, tal "arrepentimiento" de Jesús es absolutamente imposible

El conocimiento teológico de Fray Nelson, al menos en este punto concreto, deja mucho que desear; en otras palabras: comete un grave error hablando de ese modo, puesto que está dando como un hecho -porque así le parece a él- algo que es metafísicamente imposible y, por lo tanto, mentira 

[¡No juzgo sus intenciones: esa prerrogativa es sólo de Dios! Pero sí el error en el que incurre y en el que puede hacer incurrir a muchos de los que lo leen o escuchan que, por lo que he podido ver, es muchísima gente. Tiene una gran responsabilidad, ante Dios, que lo ha de juzgar, de adquirir una formación teológica ortodoxa, que esté conforme con el sentir de la Iglesia de siempre ... y no con las corrientes de tipo modernista que tanto abundan hoy en esta Iglesia nuestra que, por desgracia, navega a la deriva]

Y continúa diciendo Fray Nelson:
¿Por qué es posible? Porque lo más importante del acto del arrepentimiento es el amor con el que reconocemos, dolorosamente, que Dios ha sido ofendido.
Otra falsedad: Yo puedo darme cuenta -y reconocer- que Dios está siendo ofendido y si quiero a Dios ¿cómo no voy a sufrir por ello? ... ¡Pero no puedo estar arrepentido, aunque quisiera, del mal que otra persona ha cometido! Lo único que puedo hacer es pedirle a Dios que le conceda a esa persona la gracia actual que necesita para que sea capaz de tomar conciencia de sus pecados y pueda así arrepentirse de ellos. Puedo -y debo- orar por él. Pero no puedo "arrepentirme" por él. El arrepentimiento de los pecados es personal. Y ni siquiera Dios puede arrepentirse por mí. Estaría usurpando mi personalidad y sustituyendo mi yo, lo que sería un atentado contra mi libertad y mi consiguiente responsabilidad como persona.
Continúa