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lunes, 1 de agosto de 2022

San Vicente de Lerins, el papa Francisco y la Iglesia Católica (COMENTARIOS PERSONALES)


JOSÉ MARTÍ


En Secretum Meum Mihi aparece una entrada del 30 de julio de 2022, titulada:

- La extraña respuesta de Francisco sobre repensar la doctrina sobre los anticonceptivos, y vuelve otra vez a cargar contra los “tradicionalistas”




Está tomada de la página web de Vatican News, en el link siguiente:


Reproduzco a continuación la entrada de  Secretum Meum Mihi

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San Vicente de Lerins, el progresista, poco más o menos así lo ha pintado Francisco en una respuesta sobre repensar la doctrina sobre los anticonceptivos durante la rueda de prensa en el vuelo que lo llevó de Canadá de regreso a Roma, de paso cargando otra vez contra los “tradicionalistas”. En esta ocasión ha pronto aparecido la transcripción de dicha rueda de prensa en Vatican News, medio de comunicación del Vaticano, cosa que no suele ocurrir porque son los medios de comunicación seculares los que suelen llevar la delantera al hacer esas transcripciones.

Esta es la respuesta de Francisco (repetimos, según Vatican News) en español.


[Claire Giangrave (RELIGION NEWS SERVICE):] Muchos católicos, pero también muchos teólogos, creen que es necesaria una evolución de la doctrina de la Iglesia respecto a los anticonceptivos. Al parecer, incluso su predecesor, Juan Pablo I, pensó que la prohibición total quizás debía ser reconsiderada. ¿Qué opina al respecto, es decir, está abierto a una reevaluación en este sentido? ¿O existe la posibilidad de que una pareja considere los anticonceptivos?

[Francisco:] Se trata de algo muy puntual. Pero sabed que el dogma, la moral, está siempre en vías de desarrollo, pero en un desarrollo en el mismo sentido. Para utilizar algo que está claro, creo que lo he dicho aquí antes: para el desarrollo teológico de una cuestión moral o dogmática, hay una regla que es muy clara y esclarecedora. Esto es lo que hizo Vicente de Lerins en el siglo X más o menos (*). Dice que la verdadera doctrina para avanzar, para desarrollarse, no debe ser tranquila, se desarrolla ut annis consolidetur, dilatetur tempore, sublimetur aetate. Es decir, se consolida con el tiempo, se expande y se consolida y se hace más firme pero siempre progresando. Por eso el deber de los teólogos es la investigación, la reflexión teológica, no se puede hacer teología con un "no" por delante (**). Luego será el Magisterio el que diga que no, que fuisteis más allá, que volváis, pero el desarrollo teológico debe ser abierto, los teólogos (ahí) están para eso. Y el Magisterio debe ayudar a comprender los límites. 

Sobre el tema de la anticoncepción, sé que ha salido una publicación sobre éste y otros temas matrimoniales. Estos son las actas de un congreso (***) y en un congreso hay ponencias, luego discuten entre ellos y hacen propuestas. Hay que ser claros: los que han hecho este congreso han cumplido con su deber, porque han tratado de avanzar en la doctrina, pero en sentido eclesial, no fuera, como dije con aquella regla de San Vicente de Lerins. Entonces el Magisterio dirá si es bueno o no es bueno. Pero muchas cosas se llaman. Pensemos, por ejemplo, en las armas atómicas: hoy he declarado oficialmente que el uso y la posesión de armas atómicas es inmoral. Piensa en la pena de muerte: hoy puedo decir que ahí estamos cerca de la inmoralidad, porque la conciencia moral se ha desarrollado bien. Para ser claros: cuando se desarrolla el dogma o la moral, está bien, pero en esa dirección, con las tres reglas de Vicente de Lerins. 

Creo que esto es muy claro: una Iglesia que no desarrolla su pensamiento en sentido eclesial (1) es una Iglesia que va hacia atrás, y este es el problema hoy, de tantos que se llaman tradicionales. No, no, no son tradicionales, son 'indietristas' (2), van hacia atrás, sin raíces: siempre se ha hecho así, en el siglo pasado se hizo así. Y el 'indietrismo' es un pecado porque no va con la Iglesia. En cambio, la tradición la dijo alguien -creo que lo dije en una de las intervenciones- la tradición es la fe viva de los muertos, en cambio estos "indietristas" que se llaman tradicionalistas, es la fe muerta de los vivos. La tradición es precisamente la raíz, la inspiración para avanzar en la Iglesia, y siempre ésta es vertical. Y el 'indietrismo' va hacia atrás, siempre está cerrado. Es importante entender bien el papel de la tradición, que siempre está abierta, como las raíces del árbol, y el árbol crece... Un músico tenía una frase muy bonita: Gustav Mahler, dijo que la tradición en este sentido es la garantía del futuro, no es una pieza de museo. Si concibes la tradición cerrada, esa no es la tradición cristiana (3) ... siempre es el jugo de las raíces el que te lleva hacia adelante, hacia adelante, hacia adelante. Por eso, por lo que dices, pensar y llevar la fe y la moral hacia adelante, pero mientras vaya en la dirección de las raíces, del jugo, está bien. Con estas tres reglas de Vicente de Lerins que he mencionado.

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(*) Lapsus: Fue en el siglo V (año 434)
(**) Cierto, pero no se puede hacer buena Teología si no es desde la fe. Un teólogo no creyente no puede hacer una verdadera Teología (será otra cosa).
(***) No indica a qué congreso se refiere, aunque eso, de momento, sea irrelevante.

(1) ¿Qué significa para Francisco "sentido eclesial"? No está claro. Como sabemos, no puede haber ruptura, sino continuidad entre el Magisterio anterior de la Iglesia, de casi dos mil años de duración y el "Magisterio" actual de poco más de 50 años, a contar desde el concilio número 21, el concilio vaticano II (un concilio, de dudoso origen, como se sabe, y que ha inducido a confusión en muchos puntos fundamentales de la Doctrina Católica, cuales son los relativos al Ecumenismo, al "diálogo" entre religiones y a la libertad religiosa. Todo esto está en estudio. Tenemos, entre otros, dos libros muy importantes, que lo explican: "Concilio Vaticano II, una explicación pendiente", de Brunero Gherardini; y "Concilio Vaticano II: una historia nunca escrita" de Roberto De Mattei. La Iglesia Católica no ha comenzado en 1962, con el Concilio Vaticano II. Este Concilio es uno más que no puede contradecir a los anteriores concilios y apareció como meramente pastoral, sin pretender ningún cambio en el Dogma; aunque los hechos posteriores a este Concilio no son halagüelos, precisamente.

(2) Indietrista es una palabra inventada, que no se encuentra en el diccionario. Lo más parecido es indiestro: "el que no es diestro o hábil para algo", pero nada tiene que ver esta acepción con lo que Francisco pretende decir. Él habla de una Iglesia que va hacia atrás. Éste es el sentido que quiere dar a esa palabra, porque no le gusta que a los tradicionales les llamen tradicionales, sino indietristas. Y añade que "el indietrismo es un pecado porque no va con la Iglesia" (¿?). 

En primer lugar, los llamados tradicionalistas, aquellos que aman la Tradición viva de la Iglesia no son los que dicen "siempre se ha hecho así". Sencillamente se muestran fieles a la Tradición Perenne de la Iglesia, que quiere lo mejor para sus hijos. Se muestran, por lo tanto, como hijos obedientes de la Iglesia de siempre, de 2000 años, obedientes pues al mandato de Jesús: El que a vosotros oye, a Mí me oye. Jesucristo es, para ellos, el fundamento de todo. Y la voluntad de su Maestro le llega a través de la Iglesia que es Una, Santa, Católica y Apostólica. No se trata del "siempre se ha hecho así" sino de ser fieles a sus raíces: la Iglesia católica no ha nacido con el Concilio Vaticano II, al cual se le quiere canonizar. Eso es un grave error. 

(3) La Tradición no es una tradición cerrada, en absoluto. Es una tradición viva, en la que Jesucristo está siempre presente. Y existe un progreso, ciertamente, pero, como decía san Vicente de Lerins, al que Francisco nombra 4 veces, sobre el progreso: se trata de decir con palabras nuevas la doctrina de siempre, pero no de cambiar la doctrina. Este matiz es muy importante, pero no se lo señala, lo cual lleva a error o confusión al cristiano de a pie. Aunque el Papa dijera que 2 + 2 = 5, no por ello sería verdad esa igualdad, claramente falsa puesto que 2 + 2 = 4. Y esto es así aunque lo dijera un analfabeto. El valor absoluto de la verdad es lo que está aquí en juego. Se pueden decir las cosas con más sencillez, haciendo el Mensaje más accesible a todos ... ¡pero sin cambiar el Mensaje! 

Entradas personales sobre san Vicente de Lerins 

Recordando el Conmonitorio: ¿Cómo  puede Francisco hablar de san Vicente de Lerins, citándolo como maestro en materia de tradición y progreso en la Iglesia, cuando dice todo lo contrario de lo que este santo afirmó?




Entradas personales sobre el rumbo que está tomando la Iglesia




José Martí

miércoles, 15 de julio de 2020

El Concilio: ¿un mito que se desmorona? (Roberto De Mattei)



Cuando yo tenía veinte años -era el fatídico 68- ni en el colegio ni en la universidad se podía poner en tela de juicio la Revolución Francesa. Era un tabú histórico. Algo así como lo son el Italia la Reunificación y la resistencia antifascista. En aquellos años triunfaba la categoría de progreso. La historia parecía seguir un rumbo lineal de ascenso y perfeccionamiento, y la Revolución Francesa, la Reunificación Italiana y la Resistencia eran etapas irreversibles de dicho ascenso histórico.

Después del iluminismo y del idealismo de Hegel, el marxismo era la filosofía que planteaba de forma más eficaz este concepto progresista de la historia. La Revolución Rusa y el nacimiento de la Unión Soviética eran la prueba viviente del triunfo de la filosofía de la praxis sobre la del ser y la contemplación. Los marxistas, los liberales iluministas y todos los que al interior del mundo católico aceptaban este concepto de la historia se autocalificaban de progresistas.

Para los progresistas, el Concilio Vaticano II significaba lo mismo que había supuesto la Revolución Francesa en el terreno de lo laico. Todo el que se oponía a esta mitología era marginado, ridiculizado y demonizado. Más tarde, a finales de los años noventa, algo cambió. Mientras en los países del este europeo se efectuaba la Perestroika, en Occidente, con ocasión de su bicentenario, se emprendió la revisión histórica de los sucesos de 1789.

Han transcurrido treinta años, y el mito de la Revolución Francesa ha tenido el mismo destino que la Unión Soviética: se ha hecho añicos, aunque la disolución de la Unión Soviética y del mito de 1789 no ha supuesto la desaparición del comunismo ni del espíritu revolucionario, que sobreviven de otras maneras. Pero los tabúes cayeron.

Sólo sobrevive un mito, si bien comienza a mostrar los primeros síntomas de hundimiento inminente: el dogma del Concilio Vaticano II, el superconcilio que se celebró en Roma entre 1962 y 1965, el que debería haber eclipsado a todos los anteriores para inaugurar una nueva primavera de la fe. Lo compararon con una ventana que se abría en el edificio de la Iglesia para que entrara aire puro.

Actualmente la Iglesia Católica atraviesa una crisis que no tiene precedentes en la historia, y esa crisis la desencadenó el Concilio Vaticano II. En el sagrado templo de Dios no ha entrado el aire puro de una fe renovada, sino el mortífero humo de Satanás. Fue Pablo VI quien lo dijo desde los años setenta. Por eso hay que recibir con gratitud la labor de algunos eminentes prelados como el arzobispo Carlo Maria Viganò y el obispo Athanasius Schneider, que han comenzado a poner en entredicho el Concilio.

Es cierto que no han sido los primeros. Desde fines de los años setenta, o sea hace medio siglo, el arzobispo Marcel Lefevbre, había dado a conocer sus críticas a la revolución conciliar. Pero Lefevbre, al igual que los cardenales Ottaviani y Bacci, que habían protestado contra la nueva Misa de Pablo VI, eran tildados de anticuados. A todo el que criticaba el Concilio le colocaban la etiqueta de tradicionalista, presentando al tradicionalismo como un fenómeno que sería irremediablemente superado por la historia. Han pasado cincuenta años, y sin embargo la historia no ha superado al tradicionalismo sino al progresismo. Hoy en día ya no existen progresistas; mejor dicho, existen como hombres apegados al poder pero faltos de principios e ideas. En cambio, obispos como Viganò o Schneider no proceden en modo alguno del tradicionalismo; son simplemente auténticos católicos que buscan la verdad en el confuso horizonte de nuestro tiempo.

El mito del Concilio se cae, y eso es bueno porque en nombre de ese mito se han llevado a cabo algunos de los peores actos vandálicos en la teología, la liturgia y la moral en toda la historia de la Iglesia. La Iglesia necesita una reforma que llegue a su cúpula, una reforma que transforme las mentes y corazones de los hombres que la dirigen. Humanamente se trata de una empresa imposible, pero con la ayuda de Dios todo es posible. Sólo Dios puede salvar a la Iglesia, que es suya, no nuestra. Pero queremos ser instrumentos suyos en esta labor cada vez más necesaria y urgente. Que la Virgen del Carmen, cuya festividad celebramos el 16 de julio, nos ayude.

Roberto De Mattei

(Traducido por Bruno de la Inmaculada)

sábado, 23 de septiembre de 2017

RIP Monseñor Brunero Gherardini

En este blog tenemos un comentario, en dos entradas, sobre el libro más famoso del cardenal Brunero Gherardini, que Dios lo tenga en su Gloria, el titulado " Vaticano II: UNA EXPLICACIÓN PENDIENTE"

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FUENTE: SECRETUM MEUM MIHI 

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Una breve Biografía: Original tomado de Corrispondenza Romana. Traduccion tomada de Dominus est

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Mons. Brunero Gherardini nació en Prato, Italia, el 10 de febrero de 1925. Después de haber hecho sus primeros estudios en Prato, entró al Seminario estudiando en el instituto salesiano «Cardinale Cagliero» de Ivrea. Ordenado sacerdote, en Pistoia, el 25 de junio de 1948, por el Obispo Giuseppe De Bernardi, fue Párroco en la Diócesis de Prato.

Alumno de monseñor Pietro Parente, obtuvo en 1952 el grado summa cum laude en Teología, en la Pontificia Universidad Lateranense, con la tesis: La palabra de Dios en la teología de Karl Barth (Roma, Studium 1955).

Fue docente más tarde en el Seminario de la Diócesis de Prato, Asistente Diocesano de la Acción Católica de la Federación Universitaria Católica Italiana (FUCI) y, en 1959, entró al servicio de la Santa Sede, en calidad de Oficial de la Sagrada Congregación de los Seminarios y de las Universidades de Estudios, y como responsable de los Seminarios Diocesanos y Regionales Italianos.

Después de algunos años de enseñanza, en 1968 se convirtió en titular de Eclesiología en la Pontifica Universidad Lateranense, de la que después fue decano de la Facultad teológica. Canónigo de la Basílica de San Pedro y Protonotario Apostólico, en el año 2000 sucedió a mons. Antonio Piolanti en la dirección de la revista “Divinitas”. Miembro de la Pontificia Academia Santo Tomás de Aquino, fue vicesecretario de la Pontificia Academia Teológica Romana. Durante treinta años, consultor de la Congregación de los Santos, fue Postulador de la causa de Beatificación de Pío IX y director de la revista “Pío IX”.

Mons. Gherardini es autor de más de ochenta libros y de un centenar de otras publicaciones. Entre sus obras más recientes: Concilio Ecuménico Vaticano II. Un discurso por hacer, Editorial Casa Mariana, Frigento 2009; Quod et tradidi vobis. La tradición, vida y juventud de la Iglesia, Editorial Casa Mariana, Frigento 2010; Concilio Vaticano II. El discurso que falta, Lindau, Torino 2011; Creo en Jesucristo, VivereIn, Monopoli 2012; El Vaticano II. En la raíz de un error. Lindau, Torino 2012. Contrapunto conciliar, Lindau, Torino 2013.

En estos volúmenes mons. Gherardini ofrece preciosos instrumentos para interpretar el drama religioso de nuestro tiempo. La desaparición de mons. Gherardini, [fallecido ayer, día 22 de septiembre de 2017], teólogo ilustre y maestro de generaciones de sacerdotes, es una terrible pérdida para el mundo católico. El estudio de sus últimas obras es necesario para todos aquellos que quieran comprender las raíces de la crisis en las que hoy está inmersa la Iglesia católica (V.E.).