BIENVENIDO A ESTE BLOG, QUIENQUIERA QUE SEAS



martes, 29 de agosto de 2023

La presión sobre el Opus Dei perjudica a la Iglesia (Carlos Esteban)



El motu proprio que degrada las prelaturas personales es sólo la última pieza de una batalla contra el movimiento fundado por san Josemaría Escrivà de Balaguer, en la que el Papa se contradice yendo contra el Concilio y el principio de sinodalidad, escribe Riccardo Cascioli en La Nuova Bussola Quotidiana. Por su indudable interés, reproducimos el artículo.

(Richard Cascioli/La Brújula Cotidiana)-«¿Qué tiene el Papa contra el Opus Dei?», tituló recientemente Crisis Magazine , una influyente revista católica estadounidense. Pregunta que muchos se han hecho tras la enésima mortificación infligida al movimiento fundado por san Josemaría Escrivá de Balaguer en 1928, el pasado 8 de agosto con un nuevo Motu Proprio el Papa Francisco modificó los cánones 295 y 296 del Derecho Canónico para «retroceder» las prelaturas personales asimilando «a asociaciones clericales públicas de derecho pontificio con facultad de incardinar clérigos». Y como la única prelatura personal existente es el Opus Dei, el objetivo del Papa es claro.

Hasta ese momento, las prelaturas personales estaban asimiladas a las diócesis, según lo establecido por el Concilio Vaticano II en el decreto Presbyterorum Ordinis en su artículo 10.

Se dijo que ésta era la enésima mortificación bajo este pontificado. De hecho, la batalla personal del Papa Francisco contra el Opus Dei ya comenzó en 2017 cuando se negó a consagrar obispo al nuevo prelado, monseñor Fernando Ocáriz, un claro signo de discontinuidad con pontificados anteriores. En efecto, recordamos que fue San Juan Pablo II quien elevó el Opus Dei a prelatura personal en 1982 con la constitución apostólica Ut Sit, al término de un minucioso trabajo de una comisión conjunta de canonistas que habían estudiado la mejor manera de asegurar el desarrollo del carisma del Opus Dei al servicio de la Iglesia. Y fue el propio San Juan Pablo II quien ordenó obispo al primer prelado del Opus Dei, monseñor Álvaro del Portillo, en enero de 1991, y luego, en 1995, también ordenó a su sucesor, monseñor Javier Echevarría Rodríguez.

La falta de nombramiento episcopal de monseñor Ocáriz fue el preludio de otros cambios; tomó algún tiempo pero llegó rápidamente con la reforma de la Curia Romana de marzo de 2022 (Constitución Apostólica Predicate evangelium ) seguida en julio por el Motu proprio Ad charisma tuendum que adapta las disposiciones: las competencias sobre las prelaturas personales pasan de la Congregación de los obispos a la del clero, y el prelado del Opus Dei no puede ser obispo (esto es una curiosidad, porque es el único sacerdote que no puede ser nombrado obispo por decreto).

Parecía que esto era el final, porque llegado a este punto el Opus Dei ha reformulado los Estatutos para adaptarlos a las nuevas disposiciones. Casi un año de trabajo y entre junio y julio la revisión fue entregada a la Santa Sede, sin saber que mientras tanto el Papa Francisco preparaba una nueva sorpresa que obligará ahora a los expertos de la Obra a revisar una vez más los Estatutos.

Pese a ello, la reacción oficial – en consonancia con la espiritualidad del movimiento – es de total colaboración: «Acogemos con sincera obediencia filial las disposiciones del Santo Padre – escribió monseñor Ocáriz a los aproximadamente 90.000 miembros de la Obra – y os pido para mantenernos, también en esto, todos muy unidos. Seguimos el mismo espíritu con el que san Josemaría y sus sucesores aceptaron cualquier decisión del Papa sobre el Opus Dei. Siendo la Obra una realidad de Dios y de la Iglesia, el Espíritu Santo nos guía en todo momento».

Si este es el espíritu con el que los miembros del Opus Dei viven estas circunstancias, lo cierto es que las decisiones del Papa han suscitado perplejidad y oposición, como lo demuestra la intervención de la canonista Geraldina Boni: en un artículo publicado en el sitio web del Centro Studi Livatino la Boni cuestiona la última decisión del 8 de agosto porque asimilar las prelaturas personales a las asociaciones clericales va en contra de la voluntad de los padres conciliares y pone en riesgo el «auténtico carisma».

No se trata de discusiones teóricas, sino de una restricción concreta a la autonomía del movimiento y de la posibilidad de llevar a cabo su misión. Un caso emblemático es el del santuario mariano de Torreciudad, en España: construido en los años 60 por voluntad de san Josemaría, se ha convertido en destino de cientos de miles de peregrinos, que siempre han encontrado sacerdotes de la Obra para acogerlos. Pero ahora el obispo local ha expropiado efectivamente al Opus Dei el santuario, asumiendo su administración; y a partir del próximo 1 de septiembre lo gestionará un sacerdote designado por el obispo.

En cualquier caso, el tema de la conservación del carisma del Opus Dei preocupa también al profesor Luis Felipe Navarro, rector de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, que recuerda a La Bussola cómo en el origen del Opus Dei está la «llamada universal a la santidad, santificando las realidades temporales, a través del trabajo y la familia». “El carisma del Opus Dei es laico – explica el profesor Navarro – la gran mayoría de sus miembros son laicos, casi todos casados. Y un punto importante que subraya san Josemaría es que todos los miembros son iguales, no hay miembros de la serie A y de la serie B, los laicos tienen la misma importancia que los sacerdotes». Entonces, ¿cómo se concilia esto con la asimilación a las asociaciones clericales? «Este será el trabajo a realizar en la revisión de los Estatutos,para hacer posible la preservación del auténtico carisma en las nuevas circunstancias», afirma Navarro, que no obstante se muestra confiado en el resultado.

Sin embargo, la tarea no es fácil porque se tiene la sensación de que el objetivo fundamental de la Santa Sede es -carisma o no- el de someter al Opus Dei a estricto control, tendencia que se observa también en otros movimientos eclesiales. Pero el movimiento fundado por san Josemaría Escrivà de Balaguer goza de especial atención, tanto porque es el único al que se ha erigido en prelatura personal como porque tiene que pagar por una especie de «leyenda negra» contra él, que inspiró las «fantasías» de Dan Brown.

Y ciertamente tiene muchos enemigos en el Vaticano y, sobre todo, en el círculo íntimo del Papa, hasta el punto de que, para atacar al Opus Dei, el Papa Francisco se contradijo en al menos dos principios centrales de su pontificado. En primer lugar, la aplicación del Concilio: como hemos recordado, la institución de la prelatura personal y su asimilación a las diócesis había sido una intuición conciliar, que antes no existía. El motu proprio del 8 de agosto trastoca por completo lo que los padres conciliares querían con la prelatura personal, es decir, un instrumento más eficaz en la perspectiva pastoral de la misión en todo el mundo.

Además, la forma en que han madurado estos pasajes es la negación de la sinodalidad , que dentro de poco más de un mes será el tema del Sínodo. De hecho, si la creación de una prelatura personal supuso un largo diálogo y un trabajo conjunto entre expertos de la Obra y de la Santa Sede, las decisiones del Papa Francisco se tomaron por mandato, ciertamente madurado en un pequeño círculo de asesores que no sentían necesario el diálogo ni ‘compartir el camino’ con los líderes del Opus Dei.

Carlos Esteban