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sábado, 29 de diciembre de 2018

McCarrick abusó de una de sus víctimas en el confesionario durante años (Carlos Esteban)



El aún arzobispo emérito de Washington, ex cardenal Theodore McCarrick, habría abusado sexualmente de una de sus víctimas -de 11 años cuando se iniciaron los abusos- en el propio confesionario.

El caso del depredador sexual Theodore McCarrick, que fuera el verdadero ‘hacedor de reyes’ en la jerarquía católica norteamericana durante décadas y fue empleado incluso en el retiro por el Papa Francisco en delicadas misiones diplomáticos, se agrava por momentos. James Grein, informa la agencia de noticias Associated Press, acaba de testificar ante el vicario judicial de la Diócesis de Nueva York que el ex cardenal abusó sexualmente de él durante años, desde que la víctima tenía 11 años, incluso durante la confesión.

Grein fue la víctima cuyo testimonio en julio fue tenido por “creíble”, desencadenando el escándalo que llevó, primero, a la pérdida del capelo cardenalicio del anciano prelado y a su confinamiento en un convento, presuntamente dedicado a una vida de oración y penitencia, y más tarde al explosivo testimonio del arzobispo Carlo María Viganò, ex nuncio en Estados Unidos, que acusó al Papa y a la Curia de conocer la vida sexualmente escandalosa de McCarrick.

Los nuevos cargos agravan considerablemente la acusación de pedofilia desde el punto de vista canónico, ya que el pecado de solicitación -el uso del sacramento de la penitencia para lograr favores sexuales- convierte el abuso en sacrilegio.

Según el testimonio de Grein, McCarrick, viejo amigo de su familia que incluso bautizó a la que acabara siendo su víctima, solía subir al piso de arriba de su casa para confesarle antes de celebrar misa privada. Y los abusos sexuales, asegura, se producían prácticamente en cada ocasión, algo que ha creado terroríficas asociaciones en la mente de James entre el sacramento y los abusos. “La gente es muy vulnerable en el confesionario”, recuerda Patrick Noaker, abogado de Grein. “Si manipulas eso y lo sexualizas, resulta emocionalmente devastador”.

El escándalo McCarrick -que ha negado los cargos a través de sus abogados- supuso un mazazo para la credibilidad de la política de ‘tolerancia cero’ con los abusos sexuales de clérigos anunciada por el Papa Francisco al principio de su pontificado, más a medida que se ha ido sabiendo que el prelado se prevalía de su autoridad para mantener relaciones sexuales con seminaristas y jóvenes sacerdotes, a los que a menudo llevaba a una casa de la playa pagada por los feligreses.

Lo que es peor: que todos parecían conocer las andanzas homosexuales y no demasiado discretas del poderoso príncipe de la Iglesia salvo, curiosamente, sus colegas en el episcopado, incluyendo casos de inadvertencia verdaderamente singulares como el de Kevin Farrell, hoy prefecto del Dicasterio para la Familia y la Vida, que vivió durante seis años en la misma residencia en Washington que el defenestrado cardenal.

Después de que Viganò, aún hoy en paradero desconocido, acusara al Santo Padre y a miembros de la Curia de conocer el caso de McCarrick y ocultarlo, el propio cardenal canadiense Marc Ouellet, en una carta desmintiendo supuestamente al ex nuncio, admitía que la vida desordenada del ex cardenal era ampliamente conocida en Roma.

Pretende Viganò en su testimonio que Benedicto XVI habría impuesto como sanción privada al entonces cardenal que se retirara de la vida pública, lo que no hizo en absoluto. Sea o no cierta esa sanción, lo que es indudable es que el Vaticano prescindió de sus servicios y dejó de valerse de sus dotes diplomáticas hasta la llegada al Solio Pontificio de Francisco, que lo empleó en varias delicadas misiones diplomáticas en Arabia Saudí, Irán, Armenia y, sobre todo, China.

En estos momentos, el Vaticano está sometido a fuertes presiones para que concluya el juicio canónico contra el ex cardenal antes de iniciar la reunión especial de obispos que el próximo febrero habrá de dar una solución universal al asunto de los escándalos sexuales en el clero y, sobre todo, al encubrimiento de los mismos por parte de los superiores eclesiásticos.

Carlos Esteban

domingo, 21 de octubre de 2018

El SILENCIO del VATICANO ante el Testimonio Viganò, según SPECOLA (13) Francisco recibe a Ouellet



Intentamos citar solo las noticias más relevantes evitando en lo posible las repeticiones. Es difícil hacer una selección de todo los que esta sucediendo. 

El llamado ‘tercer testimonio Viganò’ está dando la vuelta al mundo y tendiendo una enorme repercusión en la información. Los medios de información financiados con fondos de la iglesia tienden a callar o a intentar mantener una versión oficial que no se sostiene. 

El Papa Francisco ha recibido hoy a Ouellet en audiencia oficial, de esas que se hacen para que se sepa. No sabemos si estaba o no previsto, pero todo apunta a que se ha querido respaldar al cardenal. Ouellet parece ser el elegido por el Vaticano para que se pelee con Viganò, alejando así el problema de la Secretaria de Estado y del mismo Papa Francisco. 

El riesgo de que todo esto que estamos viendo publicado sea documentación que los jueces tomarán en cuenta es muy alto y mejor decir que eran cosas de Ouellet que oficiales. Los viejos zorros vaticanos están siendo atacados en la linea de flotación y saben lo que se juegan. El Papa Francisco debe contenerse y no poco, porque hablamos de delitos penales muy graves y la complicidad o la ocultación son gravísimas. Esto es solo una parte del problema y no pequeña. 

Lo más trascendente para la Iglesia es cómo es que ha hecho posible que esto sucediera. Sin cortar de raíz las causas el problema seguirá y la credibilidad fundamental para una institución como la Iglesia no se recuperará jamás. La causa principal es clara y son los abundantes casos de homosexualidad en la jerarquía

La tan condenada hipocresía está colgándose todas la medallas en esta olimpiada de la confusión. Se ordena no admitir a homosexuales en los seminarios y noviciados pero se hace la vista gorda en los nombramientos de obispos y cardenales homosexuales, ya son demasiados casos en los que todos sabían y todos callaban. 

La curia romana ha perdido su autoridad, su prestigio y la única forma de seguir en el poder es el chantaje. Cardenales con autoridad fuera de Roma pueden causar demasiados problemas y mejor tener siempre a mano los informes que justifiquen una dimisión ante una posible rebeldía. 

El silencio de tantos presuntos jerarcas ante cosas tan graves desorienta al pueblo de Dios. Ya nos estamos habituando a escuchar a nuestros cardenales hacer declaraciones de absolutas tonterías que, además de no ser materia de fe, demuestran absoluta ignorancia en la materia. 

Mientras el toro no se coja por los cuernos el problema crecerá y el silencio, estratégico o cómplice, está alimentado a la bestia.

Specola

sábado, 20 de octubre de 2018

Denunciante habla por tercera vez



El arzobispo Viganò – quien acusó al papa Francisco en agosto de haber encubierto el caso McCarrick – ha publicado un tercer texto.

Es una respuesta a la carta abierta del cardenal Ouellet, y fue publicada el 19 de octubre en el blog de MarcoTosatti.com.

Viganò reafirma puntos claves de su primer testimonio, por ejemplo, que Benedicto impuso restricciones a McCarrick. Sin embargo, Francisco le dio nuevas responsabilidades a McCarrick, aunque él había sido informado personalmente por Viganò:

“Francisco mismo se ha confabulado con esta corrupción, o sabiendo lo que él hace, es gravemente negligente al no oponerse a ella y erradicarla”.

Viganò niega la afirmación de Ouellet que dice el Vaticano escuchó solamente “rumores” sobre McCarrick, señalando que conocía los hechos y poseía evidencia escrita.

Concluye diciendo que la carta abierta de Ouellet concede y reconoce hechos importantes y discute solamente afirmaciones que él nunca hizo.

Finalmente, Viganò señala que la “muy grave crisis” actual no puede ser resuelta hasta que las cosas sean llamadas por sus verdaderos nombres: “Ésta es una crisis causada por el flagelo de la homosexualidad”.

Y: “Es una enorme hipocresía condenar al abusador, llorar por las víctimas, pero negarse a denunciar la raíz que es la causa de tantos abusos sexuales: la homosexualidad”.

En una implícita referencia a Francisco, agrega: “afirmar que la crisis misma es clericalismo es puro sofisma. Es pretender que un medio e instrumento es de hecho el principal motivo”.

viernes, 19 de octubre de 2018

Viganò responde a Ouellet



En la conmemoración de los mártires de la América Septentrional

Ha sido para mí una decisión dolorosa testimoniar la corrupción que aqueja la la jerarquía de la Iglesia Católica, y sigue siendo doloroso

Pero soy anciano, y sé que pronto habré de rendir cuentas ante el Juez de mis acciones y omisiones, y que teme a Aquel que puede arrojar el cuerpo y el alma al infierno. Juez que, a pesar de su infinita misericordia, retribuirá a cada uno según sus méritos el premio o la pena eternos. 

Anticipando la terrible pregunta de aquel Juez, «¿cómo pudiste tú, que conocías la verdad, quedarte callado en medio de tanta falsedad y depravación?» ¿Qué podría responderle?

He hablado con pleno conocimiento de que mi testimonio podía ser causa de alarma y consternación en muchas personas eminentes: eclesiásticos, otros obispos, compañeros de fatigas y oraciones. Sabía que muchos se sentirían ofendidos y traicionados. Había previsto que algunos a su vez me acusaran y pusieran en tela de juicio mis intenciones. 

Pero lo más doloroso de todo es que muchos fieles inocentes quedarían confusos y desconcertados al ver a un obispo que acusa a sus hermanos prelados y sus superiores de actividades ilícitas, pecados sexuales y grave dejación de funciones. 

Con todo, creo que de haber seguido manteniendo silencio habría puesto a muchas almas en peligro y, desde luego, habría condenado la mía

A pesar de haber informado en numerosas ocasiones a mis superiores, e incluso al Papa, de las aberrantes acciones de McCarrick, habría podido denunciar antes en público la verdad que yo conocía. Si tengo alguna culpa en ese retraso me arrepiento de ella, retraso que se debió a la gravedad de la decisión que iba a tomar y al largo sufrimiento que supuso para mi conciencia.

Se me ha acusado de haber sembrado, con mi testimonio, confusión y división en la Iglesia. A esta afirmación sólo pueden dar credibilidad quienes sostengan que tal confusión y división eran insignificantes antes de agosto de este año. Cualquier observador imparcial habría observado ya, perfectamente, la prolongada y significativa presencia de ambas en la Iglesia, cosa inevitable cuando el sucesor de San Pedro renuncia a ejercer su principal cometido: confirmar a los hermanos en la Fe y en la sana doctrina moral. Si en vez de hacer eso agrava la crisis con mensajes contradictorios o declaraciones ambiguas, la confusión aumenta.

Por eso hablé. Porque la conspiración de silencio ha causado y sigue causando un daño enorme a la Iglesia, a tantas almas inocentes, a jóvenes con vocación al sacerdocio y a los fieles en general. 

Con respecto a esta decisión mía, que he tomado en conciencia delante de Dios, acepto de buena gana toda corrección fraterna, consejo, recomendación e invitación a avanzar en mi vida de fe y amor a Cristo, a la Iglesia y al Papa.

Permítanme recordarles de nuevo los puntos principales de mi testimonio:

–En noviembre de 2006 el nuncio en los EE.UU., arzobispo Montalvo, informó a la Santa Sede de las actividades homosexuales del cardenal McCarrick con seminaristas y sacerdotes.

–En diciembre del mismo año el nuevo nuncio, arzobispo Pietro Sambi, informó a la Santa Sede de las actividades homosexuales del cardenal McCarrick con otro sacerdote.

También en diciembre de 2006, yo mismo dirigí una nota al Secretario de Estado, cardenal Bertone, la cual entregué personalmente al sustituto para asuntos generales, arzobispo Leonardo Sandri, solicitando al Papa que tomase medidas disciplinarias extraordinarias contra McCarrick a fin de impedir más delitos y escándalos. No recibí ninguna respuesta a esta nota.

–En abril de 2008, una carta abierta de Richard Sipe al papa Benedicto fue remitida por el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, cardenal Levada, al Secretario de Estado, cardenal Bertone. La carta contenía más acusaciones contra McCarrick de que éste se había acostado con seminaristas y sacerdotes. Me fue entregada un mes más tarde, y en mayo de ese mismo año dirigí una segunda nota al entonces Sustituto de Asuntos Generales, arzobispo Fernando Filoni, exponiendo las acusaciones contra McCarrick y solicitando que se le aplicaran sanciones. Esta segunda nota mía tampoco obtuvo respuesta.

En 2009 ó 2010 supe por el cardenal Re, Prefecto de la Congregación para los Obispos, que el papa Benedicto había ordenado a McCarrick abandonar el ministerio público y adoptar una vida de oración y penitencia. El nuncio Sambi comunicó a McCarrick las órdenes del Papa alzando tanto la voz que se lo oyó en los pasillos de la Nunciatura.

–En noviembre de 2011 el cardenal Ouellet, nuevo prefecto de la Congregación para los Obispos, me expuso una vez más las restricciones que el Santo Padre había impuesto a McCarrick. Yo mismo se las transmití a éste cara a cara.

–El 21 de junio de 2013, hacia el final de una reunión de todos los nuncios en el Vaticano, el papa Francisco me dirigió unas palabras de reproche y de difícil interpretación sobre el episcopado de Estados Unidos.

El 23 de junio, el papa Francisco me recibió en audiencia privada en su apartamento para que me hiciera una aclaración, y me preguntó: «¿Cómo es el cardenal McCarrick?», palabras que no puedo entender sino como una falsa curiosidad por saber si yo era o no aliado de McCarrick. Le dije que McCarrick había corrompido sexualmente a generaciones de sacerdotes y seminaristas, y que el papa Benedicto le había ordenado dedicarse exclusivamente a una vida de oración y penitencia.

–Por el contrario, McCarrick siguió gozando de especial consideración por parte del papa Francisco, el cual siguió confiándole más misiones importantes de gran responsabilidad.

McCarrick formaba parte de una red de obispos favorables a la homosexualidad que gozando del favor del papa Francisco han promovido nombramientos de obispos para protegerse de la justicia y fomentar la homosexualidad en la jerarquía y en la Iglesia en general.

Parece que el propio papa Francisco hace la vista gorda mientras se propaga esta corrupción, o bien, sabiendo lo que hace, es gravemente responsable porque no se opone a ella ni intenta erradicarla.

He puesto a Dios por testigo de la veracidad de estas afirmaciones mías, ninguna de las cuales ha sido desmentida

El cardenal Ouellet ha publicado un escrito reprochándome mi temeridad de haber roto el silencio y presentado acusaciones graves contra hermanos obispos y mis superiores, pero en realidad sus reproches me confirman en mi decisión, y de hecho confirman mis afirmaciones, una por una y en su totalidad.

–El cardenal Ouellet reconoce haberme hablado de la situación de McCarrick antes de que yo partiera para Washington a fin de tomar posesión de mi cargo de nuncio.

–El cardenal Ouellet reconoce haberme comunicado por escrito las condiciones y restricciones impuestas a McCarrick por el papa Benedicto.

–El cardenal Ouellet reconoce que dichas restricciones impedían a McCarrick viajar y hacer apariciones en público.

–El cardenal Ouellet reconoce que la Congregación para los Obispos había ordenado por escrito a McCarrick, primero por intermedio del nuncio Sambi y luego de mí, que llevara una vida de oración y penitencia.

¿Y qué alega el cardenal Ouellet?

–El cardenal Ouellet refuta que el papa Francisco hubiera podido acordarse de informaciones importantes sobre McCarrick en un día en que se había encontrado con docenas de nuncios y sólo había podido conversar con cada uno por breves minutos. Pero no fue eso lo que declaré en mi testimonio. Lo que testifiqué fue que en otro encuentro privado informé al Papa respondiendo a una pregunta suya sobre Theodore McCarrick, entonces cardenal arzobispo de Washington, figura destacada de la Iglesia Católica de los EE.UU., y que le dije al Papa que McCarrick había corrompido sexualmente a sus seminaristas y sacerdotes. Ningún papa se olvida de algo así.

–El cardenal Ouellet niega que en sus archivos hubiera cartas firmadas por los papas Benedicto o Francisco con relación a sanciones a McCarrick. Pero yo no dije eso en mi testimonio. Yo testifiqué que tenía en sus archivos documentos clavevinieran de quien vinieranque incriminaban a McCarrick y documentaban las medidas que se habían tomado al respecto, así como otras pruebas de encubrimiento en su caso. Y vuelvo a confirmarlo.

–El cardenal Ouellet niega que en los archivos de su predecesor el cardenal Re hubiera notas de audiencias que impusieran al cardenal McCarrick las mencionadas restricciones. Pero no fue eso lo que dije en mi testimonio. Lo que declaré fue que hay otros documentos: por ejemplo, una nota del cardenal Re, no ex audiencia SS.mi., o bien firmados por el Secretario de Estado o el Sustituto.

El cardenal Ouellet alega que es falso que las medidas tomadas contra McCarrick sean sanciones decretadas por el papa Benedicto y anuladas por Francisco. Es cierto que técnicamente no eran sanciones sino medidas, «condiciones y restricciones». Es puro legalismo disputar por una nimiedad como que se tratara de sanciones o de medidas. Desde el punto de vista pastoral son una misma cosa.En resumen, que el cardenal Ouellet admite las importantes afirmaciones que hice y que mantengo, y niega afirmaciones que nunca he hecho.

Hay un punto que debo refutar totalmente de las afirmaciones de OuelletSegún él, la Santa Sede sólo estaba al tanto de rumores, lo cual no era motivo suficiente para justificar medidas disciplinarias contra McCarrick. Afirmo en contrario que la Santa Sede tenía conocimiento de una serie de hechos concretos y que está en posesión de pruebas documentales, así como que a pesar de ello los responsables optaron por no intervenir o bien se les impidió hacerlo: las compensaciones pagadas por las archidiócesis de Newark y Metuchen a las víctimas de los abusos sexuales de McCarrick, las cartas del P. Ramsey, las de los nuncios Montalvo en 2000, Sambi en 2006 y el Dr. Sippe en 2008, mis dos notas a los superiores de la Secretaría de Estado pormenorizando las alegaciones contra McCarrick… ¿todo eso son rumores? Es correspondencia oficial, no se trata de chismes de sacristíaLos delitos de los que se informa son muy graves, incluido el de intentar dar la absolución sacramental a cómplices de actos perversos, con la subsiguiente celebración sacrílega de la Misa. Los documentos mencionados especifican la identidad de los culpables y de sus protectores, así como el orden cronológico de los hechos. Se guardan en los archivos correspondientes; no hace falta ninguna investigación extraordinaria para obtenerlos.

En las reconvenciones públicas que se me han dirigido observo dos omisiones, dos silencios atronadores: 
El primero respecto a la situación de las víctimas. El segundo tiene que ver con el motivo subyacente de que sean tan numerosas las víctimas: la corruptora influencia de la homosexualidad en el sacerdocio y en la jerarquía.
En cuanto al primero, resulta desalentador que en medio de tanto escándalo e indignación se tenga tan poco en consideración a quienes se han visto perjudicados por los asaltos sexuales de quienes tenían la misión de ser ministros del Evangelio. No me refiero a ajustar cuentas ni a lamentarse por las vicisitudes de la profesión eclesiástica. No es una cuestión de política. No se trata de las conclusiones que puedan sacar los historiadores de tal o cual pontificado. Aquí lo que está en juego son las almas. Muchas almas han estado y están en peligro de perder su salvación eterna.

Por lo que se refiere al segundo silencio, esta crisis tan grave no se puede remediar si no se llama a las cosas por su nombre. La crisis tiene su origen en la plaga de la homosexualidad, en sus promotores, en sus motivaciones, en la resistencia a las reformas. No exagero si digo que la homosexualidad se ha convertido en una epidemia en el clero, y que sólo se puede erradicar con armas espirituales. Es una hipocresía tremenda condenar los abusos, derramar lágrimas de cocodrilo por las víctimas y, sin embargo, negarse a denunciar la raíz de tanto abuso sexual: la homosexualidad. Es hipócrita no querer reconocer que esta plaga tiene su origen en una grave crisis en la vida espiritual del clero y no tomar las medias necesarias para ponerle coto.

Es indudable que existen sacerdotes a los que les gusta tener aventuras amorosas, así como que ellos mismos perjudican a su propia alma y la de aquellas personas a quienes pervierten, y a la Iglesia en general. Pero esas violaciones del celibato sacerdotal suelen estar limitadas a las personas afectadas. Normalmente esos sacerdotes no reclutan a otros por el estilo, ni los promueven ni encubren sus fechoría; en cambio, las pruebas que demuestran complicidades homosexuales difíciles de erradicar son apabullantes.

Está más que demostrado que los predadores homosexuales explotan sus privilegios clericales en su provecho. Pero afirmar que la crisis es cuestión de clericalismo es puro sofisma. Es tratar de hacer ver que el motivo principal es un medio, un instrumento.
La denuncia de la corrupción homosexual y de la cobardía moral que le permite aumentar no encuentra consenso ni solidaridad en nuestros días y, por desgracia, menos aún en las altas esferas de la Iglesia. 

No me sorprende que al llamar la atención hacia esta plaga se me acuse de deslealtad al Santo Padre y de fomentar una rebelión abierta y escandalosa. Pero rebelarse supondría incitar a otros a derrocar el Papado, y yo no he exhortado a nada semejante
Todos los días rezo por el papa Francisco más de lo que he hecho nunca por ningún pontífice. Ruego, y hasta suplico fervientemente, que el Santo Padre se haga cargo de todas las misiones que ha asumido. Al aceptar ser sucesor de San Pedro, ha asumido la misión de confirmar a sus hermanos y la responsabilidad de guiar a todas las almas siguiendo las huellas de Cristo, en el combate espiritual y por el camino de la Cruz. Que reconozca sus errores, se arrepienta, demuestre que quiere llevar a cabo la misión encomendada a San Pedro y una vez de vuelta en el camino, confirme a sus hermanos (Cf. Lc. 22,32).
Para concluir, me gustaría reiterar la exhortación a mis compañeros en el episcopado y el sacerdocio que saben que mis declaraciones son ciertas y que estoy en condiciones de atestiguarlo, o tienen acceso a los documentos que pueden dilucidar esta situación despejando toda duda. 

Vosotros también os veis obligados a tomar una decisión

- Podéis retiraros de la batalla permaneciendo en la conspiración de silencio y cerrar los ojos al avance de la corrupción; idear excusas, avenencias y justificaciones para posponer la hora de la verdad, y consolaros con la falsedad y el engaño de que será más fácil decir la verdad mañana, y más aún pasado mañana.

- O bien, podéis optar por hablar. Confiad en Aquel que dijo: «la verdad os hará libres». 

No digo que sea fácil distinguir entre callar y hablar. Os exhorto a pensar de qué decisión no tendréis que arrepentiros en el lecho de muerte y ante el Justo Juez.

+Carlo María Viganò, 19 de octubre de 2018

Arzobispo titular de Ulpiana

Conmemoración de los mártires

Nuncio apostólico para la América Septentrional

(Traducido por Bruno de la Inmaculada /Adelante la Fe)

viernes, 12 de octubre de 2018

El SILENCIO del VATICANO ante el Testimonio Viganò, según SPECOLA (10) Efectos de la carta de Ouellet; Cocopalmerio estaba



- Importante y largo artículo del Nacional Catholic Register con firma del Padre Raymond J. de Souza que resume y analiza de modo magistral el efecto de la respuesta del cardenal Ouellet al testimonio de Viganò. Lo citamos, a pesar de no ser italiano, por su importancia como fuente de otros artículos y por su repercusión en el mundo americano. 

El punto fundamental es que confirma el testimonio de Viganò

Las restricciones a McCarrick eran conocidas. 
La información sobre las graves acusaciones ha sufrido obstrucciones. 
Las recomendaciones de las diversas congregaciones romanas han sido ignoradas.
Se trasluce una gran recriminación y rencor hacía Viganò. 
La carta de Ouellet es un ejemplo de clericalismo. 

Un repaso verdaderamente aplastante o lo que por ahora sabemos y de una finura intelectual difícil de encontrar en estos tiempos de confusión general.

- La presencia de homosexuales activísimos, en todos los sentidos, se confirma una vez más con la acusación de que el cardenal Cocopalmeiro estaba presente en la famosa orgía, con sexo homosexual y drogas en el palacio del Santo Oficio, interrumpida por la gendarmería vaticana, presencia que -evidentemente- fue ocultada y protegida, en este caso, por lo civil, ya que sucede en territorio Vaticano, y por lo canónico

Era un secreto a voces, y no es el único secreto a voces que, por primera vez, vemos publicado. Si se aplica la tan predicada transparencia encontrarán explicación evidente tantas cosas sucedidas en los últimos decenios y que muestran una red de corrupción, con tintes sórdidos y barriobajeros, en el estado pontificio

Estamos ante otro cardenal que puede dejar de serlo y es el primero de la curia. Hemos defendido que la cloaca máxima sigue estando en Roma y mientras ésta no se limpie a fondo seguirá produciendo los frutos que son propios a su naturaleza.

Specola

miércoles, 10 de octubre de 2018

La carta del cardenal Ouellet confirma los mismos problemas que ha identificado Viganò (Peter Kwasniewski)



La respuesta del cardenal Ouellet al arzobispo Viganò es claramente un documento muy serio que intenta responder a las revelaciones y alegaciones de éste. Tanto el eminente cargo que ocupa el autor como la gravedad de su contenido obligan a quienes investigan la verdad sobre el asunto a tomárselo muy en serio, como parte de los numerosos documentos generados por la causa relativa a McCarrick.

Pero si el prefecto de la Congregación para los Obispos (que es, por tanto, la persona de quien han dependido el nombramiento en los últimos años de algunos de los prelados liberales más polémicos) cree que con su carta va a conseguir dar carpetazo a lo que ha expuesto Viganò, se equivoca. En la carta dice tres cosas que dan que pensar.

- Para empezar, aunque Ouellet acusa, en esencia, a Viganò de pasarse de negativo, en ningún momento invoca ninguna autoridad superior en que apoyar lo que afirma. Quiero decir que, al contrario que Viganò, no dice que la conciencia le obligue ante Dios ni jura ante Dios que lo que afirma sea cierto. Se diría que para Ouellet la norma rectora es: «Fíense de mí, que soy un personaje importante. Tengo acceso al Papa. Cuanto digo yo es verdad, y todo lo que dice Viganò es mentira».

Pues lo siento, pero con tantas pruebas de mentiras y encubrimientos por parte de la jerarquía eclesiástica, nadie le va a creer si pide que acepten su palabra. Si alguien, aunque fuera la más alta autoridad de la Iglesia, dijera: «El Sínodo de la Familia se llevó a cabo con total transparencia, legitimidad y colaboración», ¿sería creíble? Desde luego que no. La Verdad plantea exigencias aen nuestro razonamiento humano.

Más concretamente, existiendo ya motivos más que sobrados para desconfiar de la manera en que se ocupa el Papa Francisco de éste y otros asuntos disciplinarios y de doctrina, decir cosas como «el Santo Padre me ha garantizado», o «me ha autorizado para decir esto» y «se encargará de se investiguen a fondo todos los documentos» es tan poco convincente como decir que los cardenales Wuerl y Tobin digan que no sabían que hubiera graves problemas con su antecesor McCarrick. ¿De verdad esperan que las personas inteligentes se van a tragar algo así? Observar que tantos católicos teman y hasta cuenten (repito, no sin fundamento) con que las pruebas documentales incriminatorias sean o hayan sido destruida manifiesta la lamentable crisis de confianza generada por el presente pontificado. ¡Lo cual vendrá muy bien para que las investigaciones no saquen nada a la luz!

- Segundo, si hay quienes han criticado la carta de Viganò por expresar una desmesurada desconfianza y falta de respeto al papa Francisco, desgraciadamente la carta de Ouellet también se pasa de servil y hasta incurre en papolatría. Socava su credibilidad cuando dice que el Santo Padre es un auténtico Mesías que se ha esforzado desinteresadamente y con pureza angelical por servir al Reino de Dios: «Un pastor insigne, un padre compasivo y firme, un carisma profético para la Iglesia y el mundo».

Por supuesto que queremos seguir en comunión con el sucesor de San Pedro. Y en la carta de Viganò no hay nada que indique que repudie a dicho sucesor ni que desee cortar la comunión con él. Pero, ¿es que quieren que nos postremos de rodillas y lamamos las botas del pescador? Ouellet tira piedras a su propio tejado haciendo ver que, para él, el Papa no puede hacer nada malo (al menos nada grave) sino que, al contrario, es el profeta que nos ha dado Dios para nuestros tiempos. Ojalá fuera así, pero no se puede dar por sentado como si fuera una especie de axioma geométrico.

En este sentido, nos deja estupefactos que Ouellet afirme que  «su interpretación de Amoris laetitia» –o sea, una interpretación que facilita la administración de la comunión a quienes viven objetivamente en adulterio, contraviniendo la ley de Dios– «se inscribe en esta fidelidad a la tradición viva, de la que Francisco nos ha dado ejemplo con la reciente modificación del Catecismo de la Iglesia sobre la cuestión de la pena de muerte».

Una vez más, Eminencia, y con el debido respeto, nadie puede dispensar a los católicos de la grave obligación que tienen ante Dios de atenerse a la Tradición establecida y fijada de la Iglesia, no digamos ya las Sagradas Escrituras y el Magisterio ordinario universal, todos los cuales miden, acotan y regulan la llamada tradición viva; ya se trate del divorciarse y volverse a casar, la legitimidad de la pena de muerte o cualquier otra cuestión. La expresión «reforma misionera», cargada de implicaciones, en la última frase de Ouellet es otra señal de que su pensamiento va por el lado de la hermenéutica de la ruptura y la discontinuidad. A los católicos alarmados por las novedades de este pontificado, afirmaciones tan generalizadoras no nos van a motivar a desechar mansamente nuestras objeciones.

- Y tercero, en la carta de Ouellet falta curiosamente, y se podría decir que de un modo siniestro, una admisión verdaderamente creíble de los atroces daños perpetrados en la Iglesia por McCarrick y otros de su calaña. Afirma:
¿Cómo es posible que este hombre de Iglesia, cuya incoherencia se conoce hoy, haya sido promovido varias veces hasta ocupar las muy altas funciones de arzobispo de Washington y de cardenal? Yo mismo estoy muy sorprendido de esto, y reconozco fallos en el proceso de selección que se ha llevado a cabo en su caso.
«Incoherencia» es una palabra tan taimada como inadmisible. ¿Y por qué no llamarlo «conducta maliciosa»? Dice estar «muy sorprendido». Lo desafío a mirar a la cara a una víctima de abusos y decirle: «Estoy muy sorprendo de que le haya pasado algo así. Algo habrá fallado en el proceso de selección». Un discurso algo más sincero habría contribuido mucho a proporcionarle a Ouellet una base en que apoyarse, pero está tan resuelto a aplastar a Viganò que se olvida de la gravedad de los asuntos por los que, para empezar, está indignado Viganò.

Hablando en plata: nadie que lea la carta de Ouellet puede creer que a ese hombre le preocupa el alcance de la corrupción moral homosexual en la jerarquía, que la reconozca y vea sus consecuencias en la crisis, ni que él o sus asociados en el Vaticano tengan intención de erradicarla. Por el contrario, si se lee entre líneas, se tiene la impresión de que el único que ha hecho algo muy grave es el propio Viganò.

Como señaló Edward Pentin, en ningún momento se refiere Ouellet en su carta a Viganò como obispo. El Prefecto llega a instarlo a «volver a encontrar la comunión» con el Papa. Con eso da a entender que a Viganò ya lo han despojado de su dignidad episcopal y excomulgado, o están a punto de hacerlo. Teniendo en cuenta que rara vez se administran sanciones tan severas, ni siquiera a prelados que han incurrido en una monstruosa corrupción moral, el mensaje que se transmite es que no puede haber delito más grave que el de enfrentarse al Papa Dictador.

En total, el cardenal Ouellet ha conseguido dos cosas con su carta
En primer lugar, ha proporcionado a los católicos progresistas y conservadores la excusa ideal para desacreditar y desestimar el testimonio de Viganò. Por consiguiente, todo lo que éste diga de cierto encontrará más dificultades para ser aceptado e impulsar unas reformas que ya se hacen esperar. En segundo lugar, y paradójicamente, habrá reforzado la convicción de muchos de que, precisamente, ha sido una adulación ciega de los jerarcas de la Iglesia lo que nos ha metido en la boca del lobo de la actual crisis de los abusos.

(Traducido por Bruno de la Inmaculada. Artículo original)

Peter Kwasniewski

El SILENCIO del VATICANO ante el Testimonio Viganò, según SPECOLA (9): Sobre la carta de Marc Ouellet y otros



La aparición fantasmal del Papa Francisco con la ya famosa ‘férula bicorna’ ha desatado todos los demonios y el invisible Viganó se hace más presente que nunca. 

Del Sínodo nada. El Papa alienta a rezar el rosario en este su mes. En el sínodo no lo vemos entre las actividades propuestas. Pero lo que hoy desata todos los comentarios es el comunicado de prensa sobre los ‘recientes sucesos’ y la carta del prefecto de la congregación de obispos Marc Oullet dirigida al desaparecido Viganò

Estamos entrado en una espiral de confusión que no hace sino empeorar las cosas y no aclarar nada. Si quitamos la hojarasca y la literatura sin contenido llegamos a la conclusión que el Papa ha ordenado investigar, no tanto a McCarrick, sino a los investigadores de McCarrick. Se intenta saber qué ha sucedido en la maraña curial y quién sabía o no sobre el caso. 

Lo de Oullet , uno de los principales conocedores al tener acceso directo al archivo de su congregación, suena a disculpa no pedida. El defiende su actuación y, quizás sin pretenderlo, confirma muchos de los puntos de testimonio Viganó.

Se habla de golpe del Vaticano pero con disparos de fogueo. De como se negocia en oriente pero se es incapaz de poner orden es casa que cada día está más revuelta. Se dice que se investigará sobre McCarrick, veremos

Se vuelve a los buenos deseos y se nos dice que la pedofilia ya no será tolerada. El tiempo de las palabras ha pasado y, por fuertes y bellas que sean, han perdido todo su valor al faltar la necesaria compañía de los hechos.

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OULLET: FUERTE EN LA FORMA FLOJO EN EL CONTENIDO (9 de octubre)

Estamos viviendo las consecuencias lógicas del testimonio Viganò. Las viejas tácticas de control informativo ya no sirven y lo que está sucediendo lo demuestra. Los medios están interesados en el tema de los abusos y no sobre el Sínodo

La óptica está cambiando en un sentido que consideramos muy positivo. Es un verdadero escándalo que suceda uno solo de los horribles crímenes con menores. Es espantoso el descubrir la hipocresía y doble vida de tantos jerarcas que, por decenios, nos han querido imponer verdaderas aberraciones. Es inquietante descubrir cómo se ha extendido en el seno de la Iglesia una verdadera mafia lavanda que nos invade hasta los tuétanos. 

Hasta ahora nos hemos visto sumergidos en acusaciones genéricas en donde la inmensa mayoría de sacerdotes se ven salpicados por cosas que seguro no han ni imaginado. Sufrimos una perplejidad universal, por silencio de miles de obispos que parece que se han olvidado de su función de pastores.

Pero algo está cambiando. Los casos de abusos siguen su proceso en la justicia civil que, con todas las limitaciones que queramos poner, es la que está haciendo algo. Los procesos canónicos están desaparecidos y ya nadie confía. Se aplican castigos ‘ejemplares’ cuando, ante las evidencias públicas y publicadas, no queda otro remedio. Los abusadores están rindiendo cuentas ante la justicia terrena y confiemos en un cambio de vida antes de llegar a la divina.

Lo que está cambiando es que somos mucho más conscientes de que el verdadero problema ha sido y es la cadena de encubrimiento que, de no ser corregida con urgencia, está convirtiendo a la Iglesia Católica en un secta en la que se pide fidelidad personal y sometimiento a la autoridad superior. Esto ya no es tolerable y la ‘omerta’ ha estallado por los aires

La fidelidad es a la Sagrada Escritura y a la Tradición y todo lo demás no es católico. En la milenaria historia de la iglesia son puestos como ejemplos los mártires y los santos. Los papas, los obispos, los sacerdotes , los laicos son ejemplos en la iglesia si son santos y no al contrario. El sacerdocio, el episcopado, no da la santidad aunque la exige y reclama por su naturaleza. 

En otros tiempos era más fácil cubrir las vergüenzas o que estas quedaran en un ámbito mucho más reducido.  Hoy esto ya no es posible. El buscar culpables abstractos es una vieja táctica que no funciona. 
Podemos repartir culpas al ‘gran acusador’, ‘al clericalismo’, al ‘abuso de poder’, al ‘demonio’; y todo esto queda en un modo de eludir las responsabilidades personales que existen y muy claras.
Las noticias de hoy denotan este caos en el que vivimos y que nadie parece querer aclarar. La carta de Oullet parece contradecir la regla de conducta del cuarto general de la Compañía de Jesús, Claudio Acquaviva: “fortiter in re, suaviter in modo”. Estamos en los tiempos de dureza en las formas y contenido más que flojo.


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VIGANÒ SIGUE PRESENTE (10 de octubre)

Del testimonio Viganò no tenemos muchas novedades, pero sí muchas referencias que sobrevuelan sobre el Sínodo y sobre todas la intervenciones oficiales y oficiosas del Vaticano y de los padres sinodales. 

Los desmentidos generales están dando paso a la confirmación de los hechos porque, al fin, de hechos hablamos. Esto parece un historia infinita que no puede terminar con el silencio que todo parece confirmar.

Specola

Cardenal Ouellet confunde los hechos, se convierte en acusador de Francisco



En su dura réplica del 7 de octubre al denunciante Viganò, el cardenal de la curia Marc Ouellet arruina los hechos.

Él afirma que el papa Francisco se olvidó de la información que él obtuvo de Viganò sobre el cardenal McCarrick, porque en ese mismo día recibió a muchos otros nuncios y fue sobrecargado con información.

Esto no es cierto. Viganò no informó a Francisco sobre el cardenal McCarrick el 21 de junio, cuando los dos se encontraron por primera vez en el contexto de una gran audiencia para muchos nuncios, sino dos días más tarde, el 23 de junio, cuando se le concedió a Viganò una audiencia privada.

Esta segunda audiencia tuvo lugar después de la Misa dominical de Francisco, hasta el Ángelus a las 12 horas del mediodía, y duró cuarenta (!) minutos. Ésta fue la única audiencia que Francisco concedió en esa mañana.

En consecuencia, la defensa de Ouellet se convierte en una acusación: Ouellet admite que Francisco fue informado sobre McCarrick y no hay motivos de por qué él podría haber “olvidado” la información explosiva que recibió de Viganò.

lunes, 8 de octubre de 2018

Does Cardinal Ouellet Believe that Pope Francis Is God?


Duración 3:02 minutos

Does Cardinal Ouellet believe that Pope Francis Is God?

Cardinal Marc Ouellet, the Prefect of the Congregation for Bishops, has strongly attacked whistle-blower Archbishop Viganó in an Open Letter published on Sunday. At some point, an angry Ouellet even accuses Viganó of “blasphemy” because the latter dared to criticize Pope Francis’ failures. According to Merriam-Webster, blasphemy is the act of showing contempt for God. This implies that Ouellet believes that Pope Francis is a divinity.

Pope Francis “Overlooked” McCarrick

About the fact that Viganó informed Francis already in June 2013 Ouellet writes to Viganó, “I strongly doubt that McCarrick interested Francis to the extent that you believe since he was an archbishop emeritus at the time and seven years without a post.” “Testimone82” commented on Gloria.tv: “Excuse me, a Pope so merciful, inflexible with abusers, a herald of the Gospel, attentive to the needs of the neighbor and the Church, consecrated to his mission, of highest personal and moral integrity who simply 'overlooks' the case of the serial sodomite McCarrick, scourge of seminarians and entire generations of priests, without a minimum of sensitivity because he is too busy with other things?”

“Very Disturbing”

Deacon Nick Donnelly commented on Twitter about this photo taken at an embarrassing Saturday night show organized in the context of the Youth Synod in the Paul VI Hall in the Vatican. Donnelly calls the photograph “very disturbing”. Quote, “The figure of the ‘Resurrected Christ’ looks ominous and threatening.” He added, “How many images more do we need to see that there is something seriously wrong with Bergoglio’s pontificate?”

Cardinal Eijk: Speaking to the Right, Acting to the Left

Utrecht Cardinal Wim Eijk, an alleged critic of Amoris Laetitia, whom many consider to be a – quotation mark – “conservative”, named Father Anton ten Kloster as the new rector of the seminary in Utrecht, Netherlands. The Dutch journalist Henk Rijkers has called this a “bad decision”. According to Rijkers, Father ten Kloster is a Bergoglio partisan and propagandist of Amoris Laetitia.


Ouellet censura a Viganò pero confirma su testimonio



El cardenal canadiense Marc Ouellet ha respondido a la petición de Viganò de que cuente lo que sabe con una carta abierta en la que censura duramente al arzobispo al tiempo que confirma lo esencial de sus acusaciones.

Cuando uno lee en un respetado diario nacional “El Vaticano documenta la falsedad de las acusaciones del ex nuncio Viganò contra el Papa”, espera exactamente eso: que documente, y que con los documentos en cuestión demuestre que lo que se dijo es falso. De hecho, uno echa inmediatamente en falta una ilustración con los ‘documentos’ en cuestión.

Solo que estamos ante un titular terrible que no tiene nada que ver con la realidad.

En su último comunicado, el ‘arzobispo rebelde’ Viganò, después de reafirmarse en todo lo que dijo en su célebre testimonio, hace una apelación directa al cardenal canadiense Marc Ouellet, prefecto de la Congregación de Obispos, para que cuente lo que sabe.

La cosa va así: aunque Viganò hace bastantes comentarios en su testimonio, el núcleo de su acusación es que el Papa levantó una sanción privada que su predecesor había impuesto al ya defenestrado pero aún arzobispo emérito Theodor McCarrick, a cuenta de sus andanzas homosexuales con curas y seminaristas.

Aparte del esperable ‘asesinato de carácter’, la principal baza de quienes negaban las acusaciones de Viganò era negar que existiera tal sanción por parte de Benedicto que, al ser privada, no iba a ser fácil demostrar. Estaba en su contra, por ejemplo, que se sabe que McCarrick, lejos de desaparecer en un oscuro convento, dedicado a una vida de oración y penitencia, siguió bajo los focos cuanto quiso y participó en los actos que le dio la gana, incluida la misa de despedida de Benedicto XVI.

Y es cuando Viganò apela a Ouellet, y Ouellet responde con una carta pública a la que probablemente no sea ajena el hecho de que fuera recibido por Su Santidad inmediatamente antes.

Y lo que hace Ouellet en su carta es criticar durísimamente la ‘traición’ de Viganò… Al tiempo que viene a confirmar su relato en lo fundamental. Por ejemplo, como hemos dicho, era fácil negar que hubiera sanción de ningún tipo, porque el sujeto en cuestión no se comportaba exactamente como un sancionado. Y mientras no existan documentos fehacientes o hable el Papa o lo haga Benedicto, ahí podría quedar la cosa.

Pero, no: Ouellet confirma que McCarrick fue, de hecho, “exhortado firmemente a no viajar ni aparecer en público” y a llevar “un estilo de vida discreto de oración y penitencia” a cuenta de “rumores con respecto a su comportamiento en el pasado”. Eso suena a sanción privada, ¿no? Y a que Francisco tenía que saberlo cuando empleó a McCarrick en delicadas misiones diplomáticas, especialmente en el controvertido asunto del acuerdo con el Gobierno chino.

Uno de los medios más sólidamente entusiastas de este pontificado, el americano National Catholic Reporter, llegó a reconocer en su día que Benedicto había “puesto a pastar” a McCarrick pero que con Francisco “está de vuelta y más activo que nunca”.

Por otra parte, no parece demasiado honesto en Ouellet que hable de “rumores”, cuando dos obispos, dos, ya habían pagado considerables sumas en acuerdos extrajudiciales a víctimas de los abusos de McCarrick. Uno de esos dos obispos, como ya informamos, publicó una nota de prensa para aclarar que había informado a sus superiores del caso, como es natural.

Por lo demás, y con independencia de la sanción, Viganò asegura haber informado personalmente a Francisco de los escándalos de McCarrick. Ouellet no lo pone en duda, pero responde: “Tú dices que informaste al Papa Francisco el 23 de junio de 2013 sobre el caso McCarrick en la audiencia que te concedió a ti, como a tantos otros representantes pontificios de los que él encontró por primera vez ese día. Imagino la enorme cantidad de informaciones verbales y escritas que él debió recibir en aquella ocasión sobre muchas personas y situaciones. Dudo grandemente que McCarrick lo pueda haber interesado al punto que tú has hecho creer, ya que en ese momento era un Arzobispo Emérito de 82 años y ya llevaba siete sin encargo”.

Bien, Ouellet está diciendo que el Papa no estaba muy interesado en el hecho de que un cardenal arzobispo emérito de Washington, uno de los prelados más poderosos de Estados Unidos -si no el más-, que había sido pieza esencial en el nombramiento de varios obispos en ejercicio -como Farrell, Cupich y Tobin- fuera un depredador homosexual siempre que sus ‘parejas ocasionales’ fueran mayores de edad. ¿Es eso?

Imaginamos que el Papa tiene muchas cosas en la cabeza -como el Cambio Climático o la inmigración masiva- y es difícil llevar la cuenta de los cardenales que se lleva a seminaristas a su casita de la playa.

Después de sugerir que el castigo no era realmente un castigo -y fallar estrepitosamente, como vemos-, Ouellet pasa a explicar que la rehabilitación tampoco es tanta rehabilitación. “Nunca he oído al Papa Francisco hacer alusión a este autodenominado gran consejero de su pontificado para los nombramientos en América, aunque él no oculta la confianza que deposita en algunos prelados”, asegura el cardenal en su carta abierta.

Eso me recuerda ligeramente al comentario del propio Francisco bromeando cuando fue preguntado por el ‘lobby gay’ dentro de la Curia y diciendo que el nunca había visto un carné de miembro de dicho lobby. Es curioso en un pontífice que se ha destacado en sus ataques contra la Mafia; ¿o cree Su Santidad que los mafiosos sí tienen carné?

El caso es que muchos sí recuerdan que McCarrick tenía un lugar muy especial en la confianza de Francisco. Rocco Palmo, uno de los periodistas que mejor conocen el mundillo eclesial, nada sospechoso de veleidades ‘antifrancisquistas’, contaba ya en 2016 en su afamado blog ‘Whispers in the loggia’ que “Francisco considera a McCarrick uno de sus héroes”. Cuenta también Palmo que a mediados de septiembre de ese mismo año, McCarrick “escribió una carta al Papa… solicitando el nombramiento de Joe Tobin como obispo de Newark”, en un momento del proceso en el que ni siquiera se había mencionado el nombre del actual arzobispo”. No sé, eso suena a influencia de “gran consejero”, Eminencia.

La enorme influencia de McCarrick sobre Francisco en el nombramiento de obispos americanos también la confirmaba en 2014 otro gran vaticanista, Sandro Magister, cuando escribía: “Se cree que el nombramiento de Cupich se lo han recomendado al Papa con especial entusiasmo el cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga y, sobre todo, por el cardenal Theodore McCarrick.”

En definitiva, la carta de Ouellet le hace un flaco favor a sí mismo y a Francisco. Confirma más que desmiente lo que denuncia Viganò y su gran acusación parece ser, leyendo entre líneas, que cómo se le ocurre montar todo este lío que deja mal a la Iglesia.

Por lo demás, hay un hecho incontestable: Viganò no tenía nada que ganar y sí mucho que perder haciendo público su testimonio. Se ha convertido en un paria, a su edad, está desaparecido, lo ha perdido todo. Ouellet, por su parte, es prefecto, y tiene algo que ganar y nada que perder con la carta que ha hecho pública.

A continuación, la carta de Ouellet:

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NOTA: Para no hacer excesivamente larga esta entrada, he estimado conveniente poner un enlace a dicha carta, concretamente a Secretum Meum Mihi, porque ahí, además, hay también una visión crítica inicial antes de la carta. Si se quiere leer ya, directamente, la carta, puede hacerse igualmente en Il Settimo Cielo. O, sencillamente, ir a la página web de Infovaticana, sin más.

domingo, 7 de octubre de 2018

“Carta abierta” de Ouellet empeora las cosas



El cardenal Marc Ouellet contestó el 7 de octubre con una “carta abierta” al arzobispo Viganò, quien le pidió en septiembre que “diera testimonio de la verdad” respecto al caso McCarrick. Pero Ouellet prefirió ahora dar testimonio de su incondicional lealtad a las fallas del papa Francisco.


Ouellet califica a las declaraciones de Viganò de “incomprensibles y extremadamente reprochables”, porque “afectan gravemente la reputación de los sucesores de los apóstoles”.

Él discute “mucho” que Francisco estaba interesado, cuando Viganò le habló en junio de 2013 sobre el caso McCarrick, porque – según Ouellet - McCarrick ya tenía 82 años de edad y Francisco estaba supuestamente sobrepasado por la cantidad de información que recibió de otros nuncios que él encontró el mismo día.

Ouellet admite como prefecto de la Congregación para los Obispos que él nunca le llevó el caso McCarrick a Francisco hasta estos últimos días.

Además, él refuta la declaración de Viganò y dice que McCarrick nunca fue “sancionado” por Benedicto XVI [pero esto es un juego de palabras]: “El ex cardenal, quien se jubiló en mayo de 2006, fue urgido enérgicamente a no viajar y a no aparecer en público, para no provocar otros rumores sobre él”, tal como Ouellet lo pone.

Él afirma que el Vaticano [supuestamente] no tenía “suficientes pruebas” de las malas acciones de McCarrick y culpa a la nunciatura de Washington de no haber producido información “reciente y decisiva” sobre el caso.

Sin embargo, Ouellet se pregunta cómo McCarrick pudo hacer la carrera que hizo [La respuesta es: porque, como liberal, él fue protegido por los medios de comunicación y el establishment eclesiástico].

La mayor parte de la carta de Ouellet son ataques personales contra Viganò, combinados con un saludo indiscriminado de Francisco, a quien llama al final “un pastor excepcional, un padre compasivo y firme, una gracia profética para la Iglesia y para el mundo”.


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NOTA: El contenido exacto de la carta de Ouellet se encuentra en Secretum Meum Mihi y también en Settimo Cielo. Ante la denuncia de Ouellet a Viganò, a quien considera responsable de la confusión que se ha producido en la Iglesia ... y poco menos que hereje, habría que atenerse a los hechos y a quienes conocen y han conocido a Monseñor Viganò.  Véase, por ejemplo, en One Peter Five, el artículo: Mientras otro ex diplomático vaticano confirma el informe, el Papa se niega responder a las acusaciones de Viganò, escrito por Steve Skojec.