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lunes, 9 de octubre de 2023

La gran subversión



Hace una semana publicaba un artículo titulado “La gran inversión”. En este caso lo titulo La gran subversión. Estamos frente a una persona, Jorge Bergoglio, que desde su arribo a la sede petrina y, sobre todo en el último año, está tomando medidas que subvierten —es decir, vuelven hacia abajo lo que debe estar arriba— la Iglesia católica. El siempre imprescindible blog de Specola nos señala un artículo de Eric Sammons que nos lo dice con claridad: el concepto de sinodalidad amenaza con reemplazar al catolicismo como religión de la Iglesia católica; con Francisco está surgiendo una nueva religión que busca arrebatarle el control a la Iglesia católica para reemplazar al catolicismo. Esa es a situación real que estamos atravesando, y es difícil tomar conciencia plena de la gravedad del momento.

No voy a repetir aquí lo que se dice sobre el sínodo en muchos otros medios. Pero sí me parece relevante señalar algunos aspectos que prueban mi hipótesis de que estamos en medio de un acelerado proceso de subversión de la Iglesia. Un muy bien informado sitio periodístico italiano, Silere non possum, nos relata lo que se vive en medio del sinodal sínodo sobre la sinodalidad. Los cardenales, obispos y sacerdotes son considerados sapos de otro pozo y deben medir cada palabra que dicen debido a que quienes allí tienen la voz más alta y potente, son un pequeño grupo de laicos ideologizados, arrogantes y arribistas que quieren imponer su forma de pensar. Y piensan con pretendida autoridad sobre cualquier tema. Por ejemplo, sobre la formación sacerdotal en los seminarios. ¿Es posible que laicos como el representante de extrema izquierda Luca Casarini, por ejemplo, pueda decir algo sobre cómo formar a los sacerdotes del mañana? ¿La Iglesia puede confiar esta reflexión a personas que no tienen idea de lo que es un seminario o una parroquia? Los pobres, colectivo que no puede faltar en tenidas francisquistas, son glorificados por hombres y mujeres que usan pulseras que cuestan diez mil euros. El obispo ya no es quien confirma en la fe sino «quien debe acompañar a los migrantes». Incluso hay quienes están pensando en modificar el Código de Derecho Canónico: ocurrió el viernes por la mañana cuando se habló de cómo reformar las estructuras eclesiales y las curias. Esta discusión de altísima gravedad ha sido encomendada por el Sumo Pontífice a quienes ni siquiera tienen el bachillerato terminado.

A tal punto llega la subversión que está ocurriendo ante nuestros ojos que la inicua Elizabetta Piqué se escandalizaba de que el cardenal Müller tuviera la osadía de asistir al sínodo usando sotana. Una periodista mucho más seria que la Piqué, Diane Montagna, hacía la siguiente pregunta el vocero de la asamblea: “Tradicionalmente, y no sólo tradicionalmente, la Iglesia católica discierne la presencia del Espíritu Santo según está de acuerdo con la Revelación divina, el consenso unánime de los Padres y la Tradición apostólica. Entonces,¿Cómo discierne el sínodo si algo viene del Espíritu Santo o de otro espíritu?”. La respuesta del dottore Ruffini, vocero papal, es indiscernible (ver aquí, 36’ 45”). ¿Surrealismo? Más bien parece una Revolución de Octubre de papel crepé o un congreso peronista trasladado a la colina vaticana.

Pero el sínodo recién comienza y para trazarle su camino, el Papa promulgó el 4 de octubre la exhortación apostólica, o más bien ecológica, Laudate Deum. Una vez más, no se trata de repetir aquí lo que se puede leer en otros sitios, pero podemos señalar algunos puntos. En primer lugar, la oportunidad del documento. Como lo dice de un modo genial Juan Manuel de Prada en su artículo del sábado en el ABC, “en un futuro probable, quiene leyeren esta exhortación podrían quedarse pasmados de que, en una época en que primer incendios abrasan la Iglesia, un Papa se pusiera a tañer la lira del cambio climático”. Pero se trata, además, de un documento en el que el nombre de Jesús aparece mencionado sólo una vez. Nuestro Señor ha desaparecido del horizonte de su vicario que, pareciera, se ha constituido en vicario de otros poderes. Quienes siguen este blog saben que desconfío sistemáticamente de las teorías conspirativas, pero no pretendo caer en la ingenuidad. ¿Cuáles son los motivos que justifican los lazos de amistad y cordial entendimiento entre Bill Clinton y Alex Soros, heredero de George, con el papa Francisco? Sabemos quiénes son y qué quieren aquellos dos, y lo sabemos porque lo dicen públicamente, ¿qué pueden tener en común entonces, con el vicario de Cristo, si sus objetivos son subvertir la doctrina cristiana? Mariana Mazzucato, una empleada del holding Clinton, Soros & Cía. ha sido empleada hace pocas semanas también por el Papa Francisco nombrándola miembro de la Academia para la Vida. Y las declaraciones de esta señora son muy claras en cuanto a los objetivos que persiguen sus empleadores. Estos datos son apenas una muestra de muchos otros, y creo que todos ellos nos llevan a afirmar, porque tal es la evidencia, que el Papa Francisco se encuentra ocupado en el proceso de cambiar la fe católica; ya no es cuestión de que sea más o menos progresista, más o menos disruptor; más o menos hostil a los tradicionalistas y conservadores. Está destruyendo la fe de los apóstoles y la está cambiando por otra.

La exhortación ecológica, además, causa una profunda vergüenza a todos los católicos por la calidad del texto: es tan elemental, tan poco seria, tan ramplona y arrabaler que parece que la hubiese escrito el cardenal Tucho Fernández (se non è vero…). Qué persona formada, qué católico sincero podría tomarse en serio un documento que, por ejemplo, en el nº 57 dice: “Pero corremos el riesgo de quedarnos encerrados en la lógica de emparchar, colocar remiendos, atar con alambre, mientras por lo bajo avanza un proceso de deterioro que continuamos alimentando. Suponer que cualquier problema futuro podrá ser resuelto con nuevas intervenciones técnicas es un pragmatismo homicida, como patear hacia adelante una bola de nieve”. O bien, hace afirmaciones como la siguiente: “Ya no se puede dudar del origen humano —“antrópico”— del cambio climático” (nº 11). Pues la verdad es que son muchos los que dudan y tienen argumentos muy sólidos y consistentes para hacerlo, por ejemplo Marco Battaglia, la máxima autoridad italiana en cuestiones climáticas y ambientales

¿Qué seriedad puede tener un documento cuyas citas son autocitas en su mayor parte y el resto, citas de documentos producidas por agencias globalistas y pertenecientes todos a una misma y única postura? ¿Qué crédito se puede dar al autor del tal documento que no solamente no tiene en cuenta las razones contrarias a las propias opiniones sino que se burla de quienes las sostienen y, en la práctica, prohibe a los católicos adherir a posiciones que él mismo denomina “negacionistas”? El texto de Laudate Deum no alcanza el nivel de una tesina de licenciatura, y jamás pasaría la revisión de una revista científica mínimamente seria; y traigo a colación lo de “revista científica” porque es un texto que habla de ciencia (interesantes las reflexiones en este sentido de Quintana Paz). Por eso mismo, pareciera que la mano que estuvo detrás es la del cardenal Tucho.

¡Qué lejos quedaron los grandes documentos papales! Si pareciera que hace siglos que aparecieron Veritatis splendor o Spes salvi. Muchos dirán con razón que no vale la pena hacer tanta alharaca porque, en definitiva, se trata de un documento que no leerá más que la élite ilustrada de franciscólogos. No lo leerán los sacerdotes y mucho menos los laicos; los obispos quizás lo lean a fin de poder citarlo y acumular chances de alguna promoción. Pero el problema no es solamente el desprestigio —ya de por sí muy disminuido— que acarreará a la Iglesia sino la pulverización que implica de la función magisterial del pontificado romano. Mucho le costará a los próximos papas —si es que los tales existen— reclamar la función de maestros supremos de la fe después de la devastación producida por Bergoglio.

Finalmente, la subversión pudo verse de un modo impúdico en la presentación del documento en medio de los jardines vaticanos. Allí estuvieron, entre otros, Giorgio Parisi, científico italiano que impidió que el papa Benedicto XVI hablara en La Sapienza; el escritor Jonathan Safran Foer, cuyas propuestas para palear el cambio climático son no tener hijos y no comer carne, y Luisa-Marie Neubauer, amiga de Greta Thunberg. La foto que ilustra esta entrada presenta justamente a esta desdichada jovencita nórdica como una santa, y ciertamente lo es de acuerdo a los nuevos criterios francisquistas. Ya no se presentan como modelos de santidad quienes se mantienen castos, como San Luis Gonzaga; quienes dan su vida por Cristo como Santa Inés; quienes llevan el mensaje del Evangelio a los paganos como San Francisco Solano o quienes entregan totalmente su vida a Dios en la oración como Santa Teresita del Niño Jesús. No. Los nuevos modelos, los nuevos santos, son los que no contaminan el ambiente, quienes entregan su vida para “evitar un aumento de una décima de grado en la temperatura global” (Laudate Deum nº 70) y quines no albergan “opiniones despectivas y poco racionales” (nº 14) con respecto al cambio climático que aflige a la Madre Tierra. La subversión de la Iglesia.

Cuando era adolescente me entusiasmé con la lectura de El señor del mundo de Robert Hugh Benson y de Juana Tabor, de Hugo Wast. Lecturas juveniles de épocas en que no había internet. Y fantaseaba sobre lo afortunados que sería los cristianos que vivieran esos tiempos postreros. Mucho me temo esos tiempos están alboreando; lo que ya no me convence es que los cristianos que estamos viendo ese amanecer luctuoso seamos tan afortunados.

THE WANDERER

lunes, 2 de enero de 2023

La profecía de Benedicto (Carlos Esteban)



En una fecha ya tan lejana como 1968, recién terminado aquel concilio del que se esperaba una ‘primavera eclesial’, cuando aún no era siquiera obispo, Joseph Ratzinger compartió su sorprendente visión sobre el futuro de la Iglesia: “Tendremos sacerdotes reducidos al papel de trabajadores sociales y el mensaje de fe reducido a una visión política. Todo parecerá perdido, pero en la fase más dramática de la crisis, la Iglesia renacerá. Será más pequeña, casi catacumba, pero más santa”.

Es un proceso que ya estamos viviendo, siquiera en sus primeras fases, ocultado en parte por la inercia y la gradualidad del fenómeno. El sueño de la masonería, de la Ilustración y del marxismo está a punto de cumplirse. Pero lo que llegue, me temo, va a ser muy distinto de lo que muchos esperan.

Nunca en la historia hemos vivido algo así, con lo que es imposible calcular sus consecuencias. Occidente fue pagano durante milenios, luego cristiano. Pero el cristianismo cultural, social, no es un paréntesis, no va a volver el paganismo, sino el postcristianismo, que es un vacío.

En su ingenuidad, cuando Voltaire firmaba con su feroz ‘Ecrassez l’infame!”, los ilustrados confiaban que al reinado de la fe le sucedería el triunfo de la razón. Ninguno de ellos, ninguno de los grandes nombres de ese tiempo, llegaron a ver entronizada a una actriz de variedades entronizada en Notre Dame como la Diosa Razón ni el terrible baño de sangre que trajeron ‘las Luces’.

Hoy la influencia social del cristianismo es pequeña y disminuye a toda velocidad, pero resultaría sarcástico concluir que lo que gobierna hoy nuestras sociedades es ‘la Razón’. La naturaleza aborrece el vacío, y al desvanecerse de los principios cristianos le está sucediendo otra dogmática, otro culto, y la más desnuda adoración al puro poder.

Muchos quieren ver en esta paulatina reducción de los cristianos a un ‘pusillus grex’, un rebaño diminuto e insignificante, sin influencia social alguna, el anuncio del final de los tiempos. Es, claro, perfectamente posible. Siempre lo es. Pero si Cristo insistió en que no sabemos “el día ni la hora” y en que el fin llegará como un ladrón debe significar que vamos a equivocarnos muchas veces de fecha.

Puede perfectamente tratarse, como parecen insinuar las palabras de Ratzinger, de un volver a empezar de cero, de una vuelta a las catacumbas, sí, pero recordando que en las catacumbas se forjó una fe que convirtió a todo un imperio.

Carlos Esteban

lunes, 17 de mayo de 2021

El diagrama de Biderman métodos de persuasión colectiva en tiempos de pandemia [comentado por José Martí]

 EL TORO

Duración 4:09 minutos

https://eltorotv.com/programas/el-gato-al-agua/el-diagrama-de-bierderman-metodos-de-persuasion-colectiva-en-tiempos-de-pandemia-20210515

Nuestra libertad, tanto la individual, como la del resto de la humanidad, está en juego con este Nuevo Orden Mundial que se nos ha impuesto, com motivo de esta "pandemia"; y se ha hecho de un modo arbitrario en la mayoría de los casos. No está probado científicamente ni la efectividad de las mascarillas ni la validez de los PCR ni, por supuesto, la bondad de las "vacunas" (que no son tales). 

Y, sin embargo, lo  aceptamos todo "dócilmente" como corderitos ... sabedores de que quienes están en la cúpula del Poder y mueven los hilos, son personajes siniestros, opresores e inmorales, a quienes les importa un bledo el bienestar real de la gente. De hecho, en las llamadas "vacunas" (que no son tales) se está realizando un proceso de utilización masiva de las personas como conejillos de indias, para un experimento: EXPERIMENTACIÓN CON PERSONAS HUMANAS. Esto es muy grave. Y, sin embargo, la gente calla y otorga. Y es que no se admiten voces disidentes, ni siquiera de científicos de un gran prestigio internacional. Se les silencia o incluso se les denigra. Y es que tienen todo el poder mediático, mediante el cual manipulan a la población (esto es, les mienten) sobre asuntos gravísimos.

Por un temor INDUCIDO POR ELLOS,  pero sin estudios científicos serios que lo respalden, están limitando la libertad de todos y de cada uno, hasta llevarnos a a la esclavitud total.  Y la gente no sólo no se rebela sino que a todo el que disienta de la "mentirosa versión oficial" lo denigran (la misma gente) como si estuviese siendo un irresponsable que está esparciendo el virus por dondequiera que vaya. Es un poder maléfico éste de la Televisión, una televisión que ha renegado de su función de informar con veracidad a la gente; se han dejado comprar por dinero por estos indeseables que sólo buscan la destrucción de la humanidad. Y de hecho, hablan abiertamente de ello, sin más, como diosecillos diabólicos: Nueva Normalidad, Nuevo Orden Mundial, Agenda 2030, etc... cosas todas ellas que deben de ser aceptadas sí o sí ... porque ellos lo han decidido.

¿Hasta dónde van a ser capaces de llegar? Desde luego, va a depender mucho de la reacción de la gente ante esas imposiciones manipuladoras. Pero, para ello, sería necesario que la gente dejara de ver la televisión basura y asquerosa; y sobre todo y lo más importante: la gente debería volverse hacia Dios, a quien le han dado la espalda. Sólo si Cristo reina en los corazones y en la sociedad, ésta puede salvarse. De lo contrario, y cada día con más furor, la evolución programada por la  UE, la OMS, Soros, Bill Gates, la masonería poderosa que se esconde también detrás de todo esto ... acabará esclavizando a toda la Humanidad.

Porque, por otra parte, no deberíamos olvidar que en el trasfondo de todo lo que está ocurriendo, el verdadero "vencedor" y "señor del mundo" es el Diablo, en cuya existencia casi nadie cree pero que, por eso mismo, campea a sus anchas, sin apenas obstáculos que se le opongan. El único obstáculo contra el que no puede es Jesucristo. Y por eso se va encargando de que todos los Estados Poderosos del Mundo persigan a los cristianos (a los verdaderos cristianos) hasta acabar con toda rebelión contra su Agenda.

Por supuesto que Dios no lo permitirá y actuará. Pero dada la apostasía generalizada que existe, podría ocurrir que todo cuanto está ocurriendo ahora no sea sino un preludio de que el fin del mundo se acerca. No lo podemos saber, pero todas las señales profetizadas por Jesús se están cumpliendo: un mundo que, en su totalidad, ha perdido la fe; la persecución a todos los que creen en el nombre de Jesús, "pensando", incluso, que así obran bien; y un largo etcétera.

Y, sin embargo, tenemos las palabras de Jesús que, como siempre, son consoladoras: "No tengáis miedo. Yo he vencido al mundo. Y Yo estaré con vosotros hasta el final de los tiempos". Y su consejo es muy claro: "Cuando comiencen a suceder estas cosas, tened ánimo y levantad vuestras cabezas, porque está cerca vuestra redención" (Lc 21, 28)

José Martí